El blog del Dr. Enrique Rubio

Autor: Enrique Rubio (Página 32 de 140)

ENRIQUE RUBIO GARCIA
Jefe del Servicio de Neurocirugía Valle de Hebron
Profesor Titular de Neurocirugía
Academico de España, Portugal, European Society of Neurosurgery, Word Federation of Neurosurgery.
Investigador del I Carlos III
Veintidós tesis doctorales dirigidas
250 trabajos publicados
Presidente de la academia de Neurocirugía de Barcelona
Academico de Cadiz y Jerez de la Frontera
Acadenico de Honor de Andalucia y Cataluña
log enriquerubio.net

EVOLUCIÓN HUMANA

15 de septiembre de 2022

EVOLUCIÓN HUMANA

ACTUALIDAD 

La mutación de un gen impulsó la evolución del cerebro de los humanos modernos

Un pequeño cambio en el gen TKTL1  impulsó el crecimiento neuronal.

  • Sara Reardon

Cráneos de un humano moderno y de un neandertal [hairymuseummatt/Reconocimiento-CompartirIgual 2.0 Genérica (CC BY-SA 2.0), imagen derivada]

Hace más de 500.000 años, cuando los antepasados de los neandertales y los humanos modernos se dispersaron por el mundo, una mutación genética provocó que los cerebros de algunos de ellos mejorasen repentinamente. Esta mutación, de la que se informa en Science, incrementó drásticamente el número de células cerebrales en los homininos anteriores a los humanos modernos. Eso les pudo conferir una ventaja cognitiva sobre sus primos neandertales.

Arnold Kriegstein, neurólogo de la Universidad de California en San Francisco, señala que «este gen es sorprendentemente importante». Espera que resulte ser una de las muchas alteraciones genéticas que confirieron una ventaja evolutiva a los humanos sobre otros homininos. «Creo que arroja nueva luz sobre la evolución humana.»

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OrganoidesMÁS INFORMACIÓN

Cuando, en 2014, se secuenció por primera vez el genoma de un neandertal, entre otras modificaciones genéticas se identificaron 96 aminoácidos (los componentes básicos que forman las proteínas) que difieren entre los neandertales y los humanos modernos. Desde entonces, se han estudiado todas para averiguar cuáles de ellas ayudaron a los humanos modernos a superar a los neandertales y a otros homininos.

Ventaja cognitiva

Para los neurocientíficos Anneline Pinson y Wieland Huttner, del Instituto Max Planck de Biología Celular Molecular y Genética de Dresde, un gen en concreto es uno de los posibles responsables. El gen TKTL1 codifica una proteína que se fabrica cuando el cerebro del feto se desarrolla. Una única mutación genética en la versión humana de TKTL1 cambió un aminoácido, lo que dio lugar a una proteína diferente de las encontradas en los ancestros de los homínidos, los neandertales y los primates no humanos.

El equipo sospechó que esta proteína impulsaba la proliferación de células progenitoras neuronales (que se convierten en neuronas) a medida que se desarrolla el cerebro, concretamente en una zona llamada neocorteza, implicada en la función cognitiva. Esto, razonaron, dotaría a los humanos modernos de una ventaja cognitiva sobre sus antepasados.

Para comprobarlo, Pinson y su equipo insertaron el gen TKTL1 en el cerebro de embriones de ratón y hurón; en unos, introdujeron la versión humana, y en otros, la versión ancestral. Los animales con el gen humano desarrollaron un número significativamente mayor de células progenitoras neuronales. Cuando los investigadores modificaron las células de la neocorteza de un feto humano para que produjeran la versión ancestral, descubrieron que en el tejido fetal había menos células progenitoras y menos neuronas de las que tendría en circunstancias normales. Lo mismo ocurrió cuando insertaron la versión ancestral de TKTL1 en organoides cerebrales (estructuras similares a un minicerebro cultivadas a partir de células madre humanas).

Tamaño cerebral

Los registros fósiles indican que los humanos y los neandertales tenían aproximadamente el mismo tamaño cerebral. Esto significa que la neocorteza de los humanos modernos es más densa u ocupa una mayor parte del cerebro. A Huttner y a Pinson les sorprendió que un cambio genético tan pequeño pudiera afectar al desarrollo de la neocorteza de forma tan drástica. Según Huttner, «fue una mutación casual que tuvo enormes consecuencias».

Alysson Muotri, neurocientífica de la Universidad de California en San Diego, es más escéptica. Señala que las distintas líneas celulares se comportan de forma diferente cuando se convierten en organoides, y le gustaría que se probase la versión ancestral de TKTL1 en más células humanas. Además, añade, el genoma neandertal se comparó con el de un europeo moderno, pero las poblaciones humanas de otras partes del mundo podrían compartir algunas variantes genéticas con los neandertales.

Pinson señala que la versión neandertal de TKTL1 es muy rara entre los humanos modernos y añade que se desconoce si causa alguna enfermedad o provoca diferencias cognitivas. Según Huttner, la única manera de demostrar que desempeña un papel en la función cognitiva sería diseñar genéticamente ratones o hurones que siempre tuvieran la forma humana del gen, y comparar su comportamiento con animales que tuvieran la versión ancestral. Pinson planea investigar más a fondo los mecanismos a través de los cuales TKTL1 favorece la proliferación de células progenitoras neuronales.

Sara Reardon

Referencia: «Human TKTL1 implies greater neurogenesis in frontal neocortex of modern humans than Neanderthals»; Anneline Pinson et al. en Science, vol. 377, n.º 6611, pág. 1170, 9 de septiembre de 2022.

 

LA CONTAMINACIÓN DEL AIRE «UN ASESINO INVISIBLE

LA CONTAMINACIÓN DEL AIRE «UN ASESINO INVISIBLE»

Antes de publicar este artículo he tenido una charla con mi querido amigo el profesor don Manuel Cruz Hernández, que ha su muy buena edad todavía lee mis trabajos y los comenta.

Querido don Manuel que Dios te bendiga y conserve ese cerebro privilegiado que te ha dado y tu interés por el conocimiento.

Don Manuel y yo nos llamamos don para igualar a los médicos de Jerez de la Frontera que se llamaban respetuosamente “don” aunque fueran muy amigos.

Don Manuel que Dios te bendiga.

La directora de Salud Pública y Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la doctora española María Neira, ha alertado este jueves que la contaminación del aire es «un asesino invisible» que mata a 7 millones de personas al año y es responsable de muchos millones más de enfermedades crónicas. Barcelona, 12 may (EFE).-

La doctora ha recordado que la contaminación atmosférica es responsable de 7 millones de muertos al año y de «millones y millones» de enfermedades crónicas como el asma.

Hasta hace muy poco tiempo, se denominó “ADN Basura” a los segmentos de ADN que no contienen información. Esto es, que no codifican proteínas. Al no codificar, se pensó que su utilidad era nula, pues no tendrían ninguna función. Hoy se esta seguro que este ADN basura regula en forma de Epigenetica el funcionamiento del ADN y sobre todo lo activa o desactiva y que además es enormemente sensible al medio polucionado

La contaminación del aire, lesiona severamente los ecosistemas con los riesgos asociados para la producción de alimentos o la aparición de nuevas enfermedades zoonóticas-,

Los resultados a largo plazo son impredecibles, pero es de suponer que serán gravísimos.

Las enfermedades degenerativas que padecemos son en gran parte causado por la polución en general.

«Hay una pandemia que es la de las enfermedades crónicas, las no transmisibles. La diabetes, la hipertensión y el cáncer. Que son producidas e influidas por la contaminación ambiental.

Contaminación hídrica - Wikipedia, la enciclopedia libre

La contaminación atmosférica durante los primeros años de vida modifica la estructura del cerebro

Estar expuesto a la polución atmosférica desde el vientre materno y durante los primeros años de vida altera la estructura cerebral. En concreto, respirar cantidades elevadas de determinados contaminantes ambientales, como dióxido de nitrógeno (NO2) y partículas finas en suspensión de menos de 2,5 micras (PM2,5), modifica el volumen de algunas áreas cerebrales que, cuando están alteradas, se asocian a trastornos mentales, así como al desarrollo de la materia blanca, implicada en cómo funciona y aprende el cerebro.El impacto perjudicial es mayor cuando esa exposición se produce durante los cinco primeros años de vida y cuanto mayores son los niveles de contaminación.

La contaminación atmosférica es responsable de siete millones de muertes prematuras al año. Foto: Fernando Calzada.

Son los resultados de un estudio liderado por el Instituto de Salud Global, publicados en Environmental Pollution, que por primera vez identifican cuáles son los periodos de mayor vulnerabilidad del cerebro a los efectos de la contaminación atmosférica y suman nueva evidencia a la ya existente sobre la acción negativa de la polución en la salud global humana y en la cognición.

Una cohorte de 3.515 niños y niñas holandeses ha permitido a los investigadores estimar los niveles diarios de contaminantes a los que habían estado expuestos en el vientre de sus madres hasta que tenían 8,5 años. Cuando tenían entre 9 y 12 años, les tomaron una serie de imágenes cerebrales mediante resonancia magnética para calcular el volumen de distintas áreas del cerebro y la conectividad de la materia blanca.

Tras el análisis de los datos, los investigadores identificaron que los contaminantes que tenían un efecto claro directo sobre el cerebro eran NO2, muy frecuente en las áreas urbanas asociado al tráfico, y las PM2,5, procedentes sobre todo de la combustión de vehículos diésel. Los niveles de ambos contaminantes registrados en el estudio superaban las recomendaciones actuales de la Organización Mundial de la Salud .

Al analizar los datos, concluyen que existe una relación entre la exposición a partículas finas y el volumen de una estructura del cerebro llamada putamen, que está implicada en la función motora y en los procesos de aprendizaje, entre otros. Cuanto mayor es la exposición a estas partículas sobre todo durante los dos primeros años de vida, el volumen del putamen es mayor.

Es muy posible que esto sea solo una parte, si la polucion es capaz de lesionar “Al Putamen”, no hay motivos, para que deje indemne a otras estructuras vitales y próximas a este núcleo.

Concretamente a todo el DIENCEFALO, lleno anillos que repiten lo mismo. “Memoria y emociones”, antes de enviarlas a la corteza del cerebro

Asimismo, el estudio también ha encontrado una asociación entre niveles elevados de estos contaminantes y cambios en la estructura de la materia blanca. El periodo de mayor susceptibilidad parece ser durante la mielinización del cerebro, a partir de las 20 semanas de gestación y hasta los cinco años.

“La concepción, el embarazo, y la infancia son periodos de mucha vulnerabilidad frente a la contaminación para el desarrollo del cerebro”, Sin embargo autores como Binter remarca que en el estudio no se ha hallado ninguna asociación entre esos cambios en estructuras cerebrales y trastornos mentales de ningún tipo.

Esto desde Pineas Gage, se sabe que no es asi. Una lesión frontal, desvirtúa todo el pensamiento de un paciente al mismo tiempo que deja de afectarle su dolor.

Revision del tema.

Una de las primeras llamadas de alerta sobre los efectos negativos para la salud de los campos electromagnéticos (CEM) data de 1972 cuando científicos de la antigua Unión Soviética comunican extrañas alteraciones en los trabajadores eléctricos expuestos habitualmente a altos niveles de campos electromagnéticos. Los trabajadores tenían un aumento de enfermedades cardíacas, alteraciones de la tensión arterial, cefaleas recurrentes, fatiga, estrés y depresión crónica.

 

Aunque ya había previamente sospechas fundadas, uno de los primeros estudios epidemiológicos que indicaron riesgos para la salud fue el realizado por los Dres. Nancy Wertheimer y Ed Leeper donde referían un aumento entre dos y tres veces mayor de muertes por cáncer entre los niños que vivían cerca de líneas de alta tensión en Denver, Colorado.

En noviembre de 1986, el Dr. David Savitz, de la Universidad de Carolina del Norte, comunicó los resultados de un estudio que formaba parte del Proyecto de Líneas de Alta Tensión del Estado de Nueva York. En este estudio se confirmaban los hallazgos de Wertheimer y Leeper apareciendo una incidencia mayor de cáncer y leucemia en niños asociada a exposiciones a CEM superiores a 2,5 mG. El informe final del Dr. Savitz dirigido al Departamento de Salud del Estado de Nueva York afirmaba: «el grado de confianza de estos hallazgos está abierto a muchas interpretaciones, pero lo cierto es que el estudio apoya como conclusión un vínculo entre la exposición a CEM y el riesgo de cáncer».

 

El Dr. David Carpenter, Secretario Ejecutivo del Proyecto de Líneas de Alta Tensión del Estado de Nueva York, en respuesta a las afirmaciones y comentarios como que el Proyecto «no revelaba evidencia alguna de que los CEM constituyeran un peligro para la salud», manifestó:»cualquier persona lógica no puede concluir que esos efectos no existen». Y también añadió:»es simplemente erróneo deducir que no hay peligros». Muy poco tiempo después se diseñó un segundo Proyecto de Líneas de Alta Tensión.

 

Los hallazgos de los estudios de Wertheimer & Leeper y Savitz se confirmaron en 1991 en otro estudio de S.J. London y cols. publicado en el American Journal of Epidemiology.

 

Un estudio de la Southern California University llevado a cabo por John Peters y cols. y publicado en noviembre de 1991 en el American Journal of Epidemiology también confirmó esos hallazgos. La revista Public Power Weekly publicó el 28 de enero de 1992: «el estudio más amplio llevado a cabo hasta la fecha sobre la leucemia infantil y la exposición a CEM refuerza la evidencia de que la proximidad a las líneas de alta tensión puede incrementar el riesgo de leucemia».

 

Cuando se utilizaba la carga histórica de la línea para medir la exposición, el riesgo de leucemia entre los niños con exposición máxima a CEM se cifraba en casi el doble cuando se comparaba con el riesgo de leucemia entre niños con mínimo riesgo.

 

No existía una clara asociación si se utilizaban medidas directas de CEM en las viviendas de los niños como indicadores de la exposición. Sin embargo, las discrepancias entre los resultados basados en las medidas directas y los que utilizaban como elemento de referencia la carga histórica de la línea, pueden significar, de acuerdo con los investigadores, que la carga histórica de la línea sea un predictor más fiable de campos magnéticos.

 

Estas observaciones fueron confirmadas posteriormente en un estudio sueco de 1992 realizado por Maria Feychting y Anders Ahlbom que comunicaron un aumento del riesgo relativo para la leucemia infantil y la leucemia en adultos de 2,7 y 1,7 veces, respectivamente, en los sujetos expuestos a CEM mayores que los medidos en el grupo control.

 

A través del análisis por ordenador de los registros de voltaje de 26 años atrás, junto con los casos de cáncer desde 1960 a 1985, investigaron la posible relación entre cáncer y CEM. Entre casos de cáncer y controles estudiaron a más de 500.000 personas. Esta metodología fue capaz de discriminar con gran exactitud el nivel medio de exposición a los CEM de todas las víctimas de cáncer. Sus resultados mostraron una clara relación dosis-respuesta entre exposición a los CEM (incluso a dosis bajas) y desarrollo de cáncer, especialmente leucemia mieloide aguda y leucemia mieloide crónica.

 

Otro estudio sueco ha confirmado que la larga exposición a campos electromagnéticos fue un factor crítico en el desarrollo de enfermedades, entre ellas tumores malignos. María Feychting, científica del Instituto Karolinska de Estocolmo estudió a 127.000 niños que vivieron durante 25 años en la proximidad de líneas de AT encontrando que el riesgo de leucemia se multiplicaba por dos.

 

Christine Gorman en el número de 26 de octubre de 1992 de la revista Time, afirmaba: «uno de los resultados más elocuentes era que el riesgo de cáncer crecía conforme a la potencia del campo electromagnético». La redactora refería que los niños con exposiciones constantes a campos muy débiles (menores de 1 mG) tenían un menor índice de cáncer. Los expuestos a campos de 2 mG tenían un incremento de riesgo de leucemia multiplicado por tres y en los expuestos a 3 mG se multiplicaba por cuatro. Gorman manifestaba que «esa clara progresión hacía muy difícil rebatir que factores distintos a la exposición a CEM fueran los responsables del aumento de los casos de leucemia».

 

Asimismo, un estudio danés de 1992 realizado por el Dr. Jorgen H. Olsen encontró un aumento de riesgo de leucemia infantil, linfomas y tumores cerebrales cinco veces mayor en niños que vivían cerca de líneas de alta tensión expuestos a CEM de 4 mG.

 

Un estudio reciente publicado en febrero de 1998 en la revista Journal of Occupational and Environmental Medicine refería un aumento de riesgo de contraer leucemia entre los niños que vivían cerca de líneas de alta tensión en el área metropolitana de Taipei, Taiwan. El estudio recogió los datos del registro nacional de tumores de Taiwan entre los años 1987 y 1992. Los niños que vivían a menos de 100 metros de una línea de alta tensión tenían una tasa de leucemias 2,7 veces mayor que la general de los niños de Taiwan. El riesgo para cáncer era 2,4 veces mayor que para otros niños de la misma zona no expuestos al campo electromagnético.

 

Los niños no son los únicos que tienen riesgo. La revista Microwave News en su número de marzo/abril 1990 afirmaba: «hay hasta el momento al menos 12 estudios que apuntan a un mayor riesgo de tumores cerebrales como consecuencia de la exposición a CEM». El investigador Samuel Milham Jr. concluía: «Hay demasiados estudios positivos como para eludir la conexión de los CEM con los tumores cerebrales».

 

De igual forma, Microwave News afirmaba en su número de julio/agosto 1990 que epidemiólogos del Fred Hutchinson Cancer Research Center de Seattle, Estado de Washington, habían descubierto nuevas evidencias de la asociación entre exposiciones

ocupacionales a CEM y el desarrollo de cáncer de mama en varones. El estudio apoya los hallazgos preliminares de otro estudio de la Johns Hopkins University publicado el año pasado que mostraba un mayor riesgo en varones de cáncer de mama entre los telefonistas jóvenes de Nueva York.

Paul Demers, que trabaja con el equipo investigador del Dr. David Thomas en el Fred Hutchinson Cancer Research Center, ha encontrado que los telefonistas, electricistas y mantenedores de líneas de alta tensión tienen hasta seis veces más riesgo de padecer cáncer de mama que lo que cabría esperar (aumento estadísticamente significativo). En los trabajadores de radio y comunicaciones el riesgo casi se triplicaba. En conjunto, había el doble de riesgo de cáncer entre los trabajadores expuestos a CEM.

 

Un estudio noruego publicado posteriormente encontró el doble de la tasa esperada de cáncer de mama entre los varones que trabajaban en oficios con exposición a CEM.

 

También un estudio de la Universidad de Carolina del Norte realizado por Dana Loomis y publicado el 15 de junio de 1994 en el Journal of the National Cancer Institute, encontró que las mujeres relacionadas con trabajos eléctricos tenían un 38% más de probabilidades de morir por cáncer de mama que otras trabajadoras. El estudio encontró que la tasa de mortalidad por cáncer de mama era más del doble entre las instaladoras de teléfonos, técnicas de reparaciones y mantenedoras de línea cuando se comparaban con otro tipo de trabajadoras no relacionadas con ocupaciones eléctricas. Los resultados apoyan los de cuatro estudios previos que encontraron tasas elevadas de cáncer de mama entre los hombres vinculados a trabajos en contacto con la electricidad.

 

Otro estudio, dirigido por la Dra. Tora Tynes del Registro de Cáncer de Noruega, encontró en una muestra de 2.000 mujeres operadoras de radio naval nacidas entre 1934 y 1969, que el riesgo de desarrollar cáncer de mama era casi el doble que el de otras mujeres noruegas.

 

Un tercer estudio epidemiológico ha relacionado los CEM al cáncer de mama. El estudio fue publicado en el número de septiembre de 1996 de la revista Epidemiology y fue llevado a cabo por la Dra. Patricia Coogan y cols. en la Escuela de Salud Pública de la Boston University.

 

Encontraron un 43% de incremento de cáncer de mama entre las mujeres con alto potencial ocupacional de exposición a CEM, especialmente entre las que trabajaban con grandes ordenadores.

 

Cindy Sage, en una comunicación al Primer Congreso Mundial sobre Cáncer de Mama, destacó la evidencia recogida en unos 100 estudios epidemiológicos que muestran una asociación entre la exposición ocupacional y residencial a CEM y varios tipos de cáncer, y que existen datos de al menos media docena de estudios que muestran una asociación entre la exposición a CEM y el cáncer de mama.

Los factores de riesgo medioambiental, incluidos los CEM, fueron discutidos en

una conferencia celebrada en Kingston, Ontario, Canadá en julio de 1997. Una de las

recomendaciones de la conferencia era que la ausencia de evidencias científicas concluyentes no eran óbice para establecer medidas generales de evitación prudente en relación con la exposición a CEM.

 

Otro estudio ocupacional, patrocinado por Hydro-Quebec, Ontario Hydro y Electricité de France, fue publicado en marzo de 1994. En él se halló un vínculo entre los campos magnéticos generados por corrientes eléctricas y la leucemia que padecían algunos trabajadores. Estos hallazgos confirman los resultados de un estudio realizado en 1991 por Geneviève Matanoski que observó entre los telefonistas de AT&T con exposiciones elevadas a CEM una tasa de leucemia 2,5 veces mayor que la misma tasa entre empleados con bajas exposiciones.

 

El estudio de la Escuela de Salud Pública de Carolina del Norte dirigido por los Dres. David Savitz y Dana P. Loomis y publicado en enero de 1995 en el American Journal of Epidemiology encontró que los trabajadores expuestos a CEM potentes tenían más de 2 veces y media de probabilidades de morir por un tumor cerebral que los trabajadores menos expuestos. Los investigadores también observaron una fuerte relación exposición-respuesta para los tumores cerebrales.

 

Otro trabajo de 1996 realizado por investigadores de la Universidad de Toronto entre trabajadores de centrales hidroeléctricas sugiere que la exposición a campos eléctricos puede ser cancerígena.

 

Los estudios previos estaban enfocados hacia los campos magnéticos. El investigador principal es el Dr. Anthony Miller, catedrático de Medicina Preventiva y Bioestadística de la Universidad de Toronto. En este estudio se incluyeron 30.000 empleados de centrales hidroeléctricas entre trabajadores en activo y jubilados.

 

Miller y colaboradores encontraron un aumento de riesgo de leucemia asociado con la elevada exposición a campos eléctricos y magnéticos. El riesgo de leucemia en los más altos niveles de exposición a campos eléctricos era 4 veces superior al del nivel más bajo; y en ciertos subgrupos de trabajadores que tenían las máximas exposiciones a CEM, estos investigadores refieren tasas de leucemia 11 veces superiores a las encontradas en la población trabajadora normal.

 

La mayor novedad del estudio es que también se sugiere un aumento de riesgo de cáncer de pulmón aunque los resultados no son estadísticamente significativos.

Alrededor de 40 estudios ocupacionales han mostrado que las personas expuestas rutinariamente a altos niveles de CEM durante su trabajo, tenían una probabilidad significativamente mayor de morir por cáncer cuando se las comparaba con el resto de trabajadores.

 

En el libro The Great Power-Line Cover-Up, publicado en 1993, Paul Brodeur cita una revisión de 51 estudios epidemiológicos sobre la exposición a CEM y riesgo de cáncer publicada en el libro del Departamento de Servicios de Salud de California. En esta revisión, 28 estudios (55%) encontraban un riesgo estadísticamente significativo, 15 estudios (29%) hallaban un riesgo elevado pero no estadísticamente significativo y 8 estudios (16%) no observaban asociación alguna.

 

Paul Brodeur afirma: «teniendo en cuenta la consistencia de los resultados de la mayoría de los estudios sobre cáncer infantil y de los más de dos docenas de estudios ocupacionales, el peso de la evidencia claramente muestra que las personas expuestas a CEM, tanto en casa como en el trabajo, están sometidas a un aumento del riesgo de padecer leucemia y tumores cerebrales. Hay estudios recientes que señalan un aumento de cáncer de mama entre los varones expuestos a CEM durante su trabajo, estudios particularmente alarmantes si se demuestra que el cáncer de mama y otros cánceres del aparato reproductor femenino también se asocian con la exposición a CEM. En ese caso, las naciones se van a encontrar con un grave problema de salud pública. No hacer nada al respecto es inaceptable, porque estamos como hace 25 años cuando se empezó a hablar de los riesgos del tabaco».

 

En 1994 se publicaron tres nuevos estudios. Uno de ellos indicaba una relación entre la exposición ocupacional a CEM y la Enfermedad de Alzheimer (Dr. Eugene Sobel de la Facultad de Medicina de la Southern California University), otro indicaba una correlación significativa con el Síndrome de Muerte Súbita del Lactante (Coghill Research Labs, Londres) y un tercero relacionaba la exposición a CEM con la Esclerosis Lateral Amiotrófica.

 

Investigadores neozelandeses también han encontrado una relación entre las líneas de alta tensión como desencadenantes de asma y depresión en adultos. Según lo publicado el 12 de mayo de 1997 en el New Zealand Herald, los que viven a menos de 20 metros de cables de alta tensión tienen 3 veces más posibilidades de padecer asma y 2 veces más de sufrir depresión que la población no expuesta. El estudio también indica que estos sujetos tienen mayores posibilidades de tener enfermedades relacionadas con el sistema inmunitario como alergia, dermatitis de contacto e incluso diabetes. El trabajo se titula Chronic Health Problems in Adults Living Near High-Voltage Transmission Lines: Evidence for a Dose-Response Relationship with Magnetic Field Exposure y se llevó a cabo por los Departamentos de Psicología y Medicina Molecular de la Universidad de Auckland y el Grupo de Investigación del Asma de la Wellington Medical School.

 

Los estudios de laboratorio también han mostrado efectos sobre la salud derivados de los CEM. Cass Peterson, redactor del Washington Post afirma: «numerosos estudios en animales han demostrado alteraciones neurológicas y de la reprodución derivadas de los CEM. Los embriones de pollo muestran una tasa mayor de malformaciones cuando se exponen a CEM, los ratones sufren un mayor porcentaje de abortos y fetos malformados cuando se exponen a frecuencias moderadamente elevadas, similares a las que emiten los monitores de video de los ordenadores». Peterson también afirma: «en distintos experimentos, los científicos del Centro para el Tratamiento e Investigación del Cáncer en San Antonio descubrieron que células malignas humanas expuestas a campos de 60 Hz (la frecuencia de una línea de alta tensión) crecían hasta 24 veces más rápido que las no expuestas, mostrando además un aumento de la resistencia a la destrucción por las células del sistema inmunitario».

 

También se están llevando a cabo investigaciones sobre cómo se liga la exposición a CEM y el desarrollo del cáncer. Por ejemplo, el Dr. Russell Reiter cree que un buen número de cánceres pueden ser causados por CEM. En un trabajo presentado en noviembre de 1993 en la reunión del Departamento de Energía de los Estados Unidos, explicaba que la disminución de la secreción de melatonina inducida por los CEM podría dar lugar a un aumento de la incidencia de cáncer en cualquier tejido. Este efecto podría aclarar uno de los misterios de la relación cáncer/CEM. El informe del Consejo Nacional sobre Protección contra la Radiación de Estados Unidos apoya esta

teoría.

 

La hipótesis de la melatonina se vió reforzada cuando la revista Cancer Research sacó en portada al investigador Richard Stevens en su número de julio de 1996 junto con un diagrama que explicaba la hipótesis de la relación melatonina/CEM/cáncer. Los resultados de un importante estudio epidemiológico que investiga esta teoría, dirigido por los Dres. Stevens y Scott Davis del Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson, están a punto de ser publicados. Existe un buen número de estudios en relación con los CEM y su influencia en la secreción de melatonina que están recogidos en Electromagnetics Forum, cuyo editor es Don Maisch. En ellos se pone de manifiesto la relación entre el cáncer de mama y la exposición a CEM con la supresión de la secreción nocturna de melatonina como telón de fondo.

 

Un estudio británico sugiere otra causa. El trabajo dirigido por Denis Henshaw y cols. en la Universidad de Bristol y publicado el 14 de febrero de 1996 en el International Journal of Radiation Biology encontró que las líneas de alta tensión atraen partículas procedentes del gas radón, un conocido carcinógeno. Encontraron evidencias de que alrededor de las líneas de alta tensión podían estar presentes concentraciones peligrosas de radón. Los CEM emanados de las líneas podrían, por tanto, concentrar un cocktail de carcinógenos potenciales.

 

Hay cientos de estudios de laboratorio que han mostrado una relación entre los CEM y las alteraciones de la salud. Uno de los últimos es el publicado en Science News en febrero de 1998 que involucran a la enzima tirosinquinasa como desencadenante de los hechos que inducen daños en el ADN a través de la radiación no ionizante. Parece que la activación de este enzima representa la manifestación inicial de la influencia de los CEM. Una activación excesiva de una segunda tirosinquinasa denominada BTK conduce a un aumento en la producción de leucemia, linfomas y otros cánceres en distintos sujetos.

 

La más reciente estrategia de la Industria y de parte de la Administración es argumentar que no se puede probar que exista un riesgo sobre la salud derivado de la exposición a CEM hasta que no se conozca exactamente el mecanismo de cómo los CEM producen cáncer, leucemia y otras enfermedades.

 

Lo que la Industria y la Administración no citan es que treinta años después de haber probado la Epidemiología que el amianto es un potente agente cancerígeno, los científicos todavía no saben el mecanismo a través del cual la inhalación de fibra de amianto produce cáncer de pulmón. Tampoco saben cómo el humo del tabaco reacciona en el tejido pulmonar para producir cáncer o cómo el pesticida DDT actúa en el tejido mamario para dar lugar al cáncer de mama. Si las autoridades sanitarias hubieran tenido que esperar hasta tener un conocimiento completo de los mecanismos carcinogéneticos de estos agentes, no habría ninguna legislación sobre la exposición a estas sustancias, no existirían las advertencias sobre los peligros del tabaco y se seguiría utilizando el DDT como pesticida.

 

En Estados Unidos, los Tribunales de Justicia se han pronunciado sobre los efectos en la salud de las personas.

 

A finales de 1985 el Tribunal de Texas ordenó el desvío de una línea de alta tensión que pasaba a 70 metros de una escuela. En junio de 1989 un juez de Florida hizo cerrar una escuela en Boca Raton por tener el patio sobrevolado por una línea de alta tensión y entender que eso constituía un peligro para los niños. Se han dado casos similares en Santa Barbara – California (1990), Connecticut (1990), New Jersey (1990), Illinois (1991), Fresno – California (1993), British Columbia – Vancouver (1994), Nebraska (1996), Nueva Zelanda (1996).

 

El reconocimiento oficial de los peligros para la salud de la radiación electromagnética va produciéndose lentamente. La Oficina de Evaluación Tecnológica del Congreso de los Estados Unidos emitió un Informe en junio de 1989 que decía: «los campos eléctricos y magnéticos producidos por los sistemas de energía eléctrica pueden conllevar peligros para la salud». El Informe también afirma: «existe un importante acúmulo de evidencias en favor de que, bajo determinadas circunstancias, incluso campos electromagnéticos de baja frecuencia y relativamente débiles pueden causar alteraciones biológicas, y si bien las implicaciones no están todavía claras, sí existen razones legítimas para preocuparse».

 

Entre las propuestas del Informe se halla la de «evitación prudente»: intentar conducir las nuevas líneas de alta tensión por lugares donde no haya personas, ensanchar los pasillos de las líneas de transporte de energía eléctrica, diseñar nuevos sistemas de distribución de energía, incluyendo nuevos métodos de enterramiento, que reduzcan los CEM, y rediseñar los electrodomésticos para minimizar o eliminar los CEM.

 

El posterior reconocimiento oficial vino del borrador de informe de la Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos (E.P.A.) que, de acuerdo a lo publicado en el New York Times el 23 de mayo de 1990, dice que hay un posible vínculo entre el cáncer y los campos electromagnéticos generados por las líneas de alta tensión. En particular, la encuesta de la Agencia en la que los estudios existentes acerca de los efectos sobre la salud muestran que los niños expuestos a este tipo de radiación tienen un riesgo mayor de lo normal de desarrollar leucemia.

 

Del borrador del informe de la EPA se desprendía la recomendación de que los denominados campos electromagnéticos de baja frecuencia fueran clasificados como «probables agentes cancerígenos para el hombre» de la misma forma que otros tóxicos químicos como el PCB, el formaldehido y la dioxina. Sin embargo, esta recomendación se suprimió del borrador final tras la revisión de la Oficina de Políticas de Desarrollo de la Casa Blanca. En opinión de Paul Brodeur, redactor de New Yorker, «eso ha sido un caso claro de manipulación y politización por la Casa Blanca de uno de los principales problemas de salud».

 

Martin Halper, director de la EPA, declaró a la revista Fortune en diciembre de 1990: «en todos mis años de investigación sobre las sustancias químicas nunca había visto tal cúmulo de estudios epidemiológicos que nos dieran tantas evidencias como lo que observamos con los CEM. De forma clara se puede afirmar que ahí hay algo».

 

El reconocimiento oficial vino en junio de 1994 cuando el Departamento de Trabajo e Industria del Estado de Washington falló una demanda a favor de un antiguo fundidor de la Kaiser Aluminum and Chemical Corporation que recibió una indemnización laboral por el cáncer que padecía, causado, según la demanda, por la exposición a CEM durante su trabajo. Esta es la primera sentencia de un cuerpo gubernamental de los Estados Unidos que reconoce la existencia de un relación entre la exposición a CEM y el cáncer. La demanda señalaba que 8 trabajadores de los 90 que trabajaron en la fundición de Kaiser habían muerto de linfomas o leucemias. La fundición de aluminio necesita normalmente una gran cantidad de energía eléctrica y consecuentemente los

trabajadores están expuestos a altos niveles de CEM durante el proceso de abricación.

 

El Dr. Samuel Milham estudió la planta de aluminio durante los años 80 y encontró «demasiados casos» de leucemia y linfoma no-Hodgkin entre los trabajadores. La alta incidencia de cáncer en los trabajadores de Kaiser coincide con hallazgos similares de otras plantas de aluminio.

 

El último reconocimiento oficial de los riesgos para la salud se encuentra en un informe del Consejo Nacional sobre Protección de la Radiación de los Estados Unidos, patrocinado por la Agencia de Protección Medioambiental y escrito por 11 importantes expertos americanos en CEM. Bob Edwards, en el número de octubre de 1995 de la revista New Scientist, escribe que el Informe recomienda un límite de seguridad de 2 mG (0,2 microteslas).

 

El informe recomienda que en el futuro se adopte un límite de seguridad de 0,2 microteslas. Esta cifra corresponde a un campo electromagnético muy débil y los CEM son mucho mayores alrededor de las líneas de alta tensión y cerca de las subestaciones eléctricas. Las guarderías, escuelas y casas de nueva construcción no se podrán construir donde los CEM sobrepasen este límite y las líneas de alta tensión deben retirarse de las áreas residenciales. Las oficinas se deben adaptar para proteger a

los trabajadores de la exposición derivada de ordenadores, fotocopiadoras e impresoras, que debe estar por debajo de 0,2 microT.

 

En Italia se ha propuesto también una directiva similar que data del año 1995. La directiva emana del Laboratorio de Física del Instituto Nacional de la Salud y propone reducciones a 1 y 5 mG para la exposición residencial y ocupacional, respectivamente.

 

La directiva italiana dice en uno de sus párrafos «Se ha propuesto en Italia una nueva legislación, tanto a nivel nacional como regional, al objeto de prevenir los posibles efectos a largo plazode los CEM sobre la salud, especialmente los derivados de las líneas de alta tensión. Basándose en las indicaciones de la literatura epidemiológica, los valores propuestos requieren una reducción de los límites de exposición a cifras que son tres órdenes de magnitud inferiores a las recomendadas por la IRPA/INIRC».

 

La Organización Mundial de la Salud ha iniciado a principios de 1996 un estudio a 5 años con un presupuesto de 3,33 millones de dólares para investigar los efectos de la exposición ambiental y ocupacional a los campos eléctricos y magnéticos.

Esto que ya era conocido a nivel de enfermos y de medico, no tienen por ahora un tratamiento o una prevención.

Habra que buscarla, entre otras cosas, porque curar después de afectados por la polucion y la aparición de enfermedades degenerativas es socialmente insostenible.

Esperemos que aparezca una mente privilegiada con una idea feliz.

Pero mientras tanto sabemos que la polucion causa lesiones muy plurales, en niños y adultos, esto por ahora, nos iremos enterando del poque de tanto suicido y de tanta angustia

María Neira. La directora de Salud Pública y Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Barcelona, 12 may (EFE).- La Vanguardia

J. Ignacio Orive MD PhD

 

GEN GERMEN Y MACROFAGO

GEN GERMEN Y MACROFAGO

La idea de que las enfermedades neurodegenerativas, sobre todo el Alzheimer , estarían producidas por gérmenes sobre los que se deposita posteriormente macrófagos, TAU y Beta amiloide, es conocida.

Pero ahora se imbrincan el papel de los genes APOE y SLC1A2 en la sobreexpresión de estos genes se relaciona con su acumulación cerebral.

Desde hace años se conoce el papel de la proteína tau en el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer (EA), como también la importancia de los genes APOE y SLC1A2, aunque sin haberse establecido una relación clara entre todos ellos.

Un nuevo trabajo ha descrito por primera vez la asociación entre la acumulación de tau en determinadas zonas del cerebro y la sobreexpresión de APOE y SLCA1A2 en las mismas áreas.

«Cada región del cerebro tiene una composición diferente que atiende a su funcionalidad y a los tipos de células que hay, lo que hace que pueda haber más o menos sobreexpresión de la proteína», explica Víctor Montal.

La proteína tau tiene una función fisiológica muy importante, ya que es la encargada de mantener la estructura de las neuronas. Sin embargo, cuando esta proteína se fosforila, es decir, se produce la adición de un grupo fosfato, pierde esta función y acaba provocando la desintegración de la estructura neuronal.

APOE y SLC1A2, y laTau

Los investigadores estudiaron el patrón de propagación de tau en el cerebro por medio de técnicas de imagen PET y estudiaron su asociación con datos genéticos empleando técnicas transcriptómicas de alta resolución. «Observamos que existen gradientes específicos a lo largo de la red de propagación de tau en el cerebro. En particular, identificamos 577 genes cuya expresión está asociada con la propagación espacial de tau», Víctor Montal, investigador del IIB Sant Pau y primer firmante del artículo. Foto: IIB SANT PAU. Víctor Montal, investigador del IIB Sant Pau y primer firmante Foto: IIB SANT PAU.

De estos genes, los que tienen una mayor relevancia son APOE, que se ha asociado en múltiples estudios a la enfermedad de Alzheimer, y SLC1A2, un gen transportador del glutamato.

«Lo que observamos es que en aquellas regiones en las que se comenzaba a acumular tau inicialmente había dos genes que tenían mucha más expresión en comparación a las regiones en las que se acumulaba tau de forma más tardía.

¿Cómo se comportan estos genes?

Desde hace años se conoce que el gen APOE está muy relacionado con la acumulación de la proteína beta-amiloide y ahora varios trabajos están demostrando que «este gen está también muy relacionado con la proteína tau. La función de APOE es de transportador de lípidos a las neuronas y se expresa especialmente en los astrocitos».

«El otro gen, SLC1A2, es un transportador del glutamato. Es decir, coge el neurotransmisor glutamato de la hendidura sináptica y lo introduce en la neurona. Esto es muy interesante porque varios estudios han reportado que las neuronas excitatorias son más vulnerables a sufrir patología tau. De este modo, lo que hemos corroborado es que este gen puede ser la responsable de esta mayor vulnerabilidad en este grupo neuronal”, añade este investigador.

La hipótesis de los investigadores se resume en que tanto APOE como SLC1A2 pueden ser los responsables de promover una vulnerabilidad selectiva en algunas regiones cerebrales y poblaciones neuronales específicas a acumular tau (y no otras), dando lugar a la sintomatología característica de la enfermedad de Alzheimer.

«Las estrategias que se han diseñado hasta ahora para el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer han resultado mayoritariamente un fracaso. Es una urgencia comprender mejor que sucede a nivel de bioquímica en esta enfermedad para poder desarrollar nuevas estrategias y nuestro trabajo profundiza en este sentido.

Pero al mismo tiempo, la infección no termina de ser desechada.

Las infecciones tratadas con atención hospitalaria especializada en edad temprana y media de la vida se asocian con un mayor riesgo posterior de padecer enfermedades neurodegenerativas como Alzheimer (EA) y Parkinson (EP), pero no la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), según un nuevo estudio desarrollado en el Instituto Karolinska y publicado en PLOS Medicine.

En el nuevo estudio, los investigadores utilizaron datos de personas diagnosticadas con EA, EP o ELA entre 1970 y 2016 en Suecia, así como cinco controles emparejados por caso, todos identificados a partir del Registro Nacional de Pacientes de Suecia. El análisis incluyó 291.941 casos de EA, 103.919 de EP y 10.161 de ELA. Una infección tratada en el hospital 5 o más años antes del diagnóstico se asoció con un 16% más de riesgo de EA y un 4% más de riesgo de EP, con riesgos similares observados para las infecciones bacterianas, víricas y de otro tipo y para los diferentes sitios de infección. El mayor riesgo de enfermedad se observó en personas con múltiples infecciones tratadas en el hospital antes de los 40 años, con más del doble de riesgo de EA y más de un 40% de aumento del riesgo de EP. No se observó ninguna asociación para la ELA, independientemente de la edad en el momento del diagnóstico.

Estos hallazgos sugieren que los eventos infecciosos pueden ser un desencadenante o amplificador de un proceso de enfermedad preexistente, lo que lleva a la aparición clínica de la enfermedad neurodegenerativa a una edad relativamente temprana, pero los autores advierten que, dada la naturaleza observacional del estudio, estos resultados no prueban formalmente una relación causal.

Nuevos fármacos para APOE

Así, es posible que se desarrollen nuevos fármacos que tengan como diana el gen APOE y para estos ensayos será muy importante poder seleccionar a los pacientes que obtendrían un beneficio mayor de participar.

«Saber cuanto de avanzada está la enfermedad en función de la expresión de APOE nos ayudará a diferenciar sujetos, pero a nivel práctico, la mejora del diagnóstico de la enfermedad no mejorará con nuestro trabajo”, puntualiza Montal, quien recalca que lo novedoso de su trabajo está no tanto en conocer el papel de tau en el desarrollo del Alzheimer como en entender el rol muy importante del gen APOE en la propagación de esta proteína».

Gérmenes en las enfermedades neurodegenerativas

Todas las enfermedades neurodegenerativas se caracterizan por el acumulo de proteínas en lugares múltiples que bloquean de forma progresivas , no solo funciones nerviosas sino múltiples estructuras de nuestra economía

Células de levaduras en depósitos de Amiloide

Es bastante probable que las enfermedades degenerativas y concretamente las neurodegenerativas, tengan un patrón microbiano y desde aquí desarrollen una respuesta inmunitaria que sea responsable de la destrucción cerebral

El Parkinson que se caracteriza por perdida de las estructuras dopaminérgicas donde se depositan  las proteínas cuerpos de Lewy.

Los cuerpos de Lewy son depósitos anormales de proteína llamada alfa-sinucleína.  Que son propias en la demencia producidas por estosl deposito de Pero saben que otras enfermedades, como el mal de Parkinson, también involucran la acumulación de esta proteína.

Demencia con cuerpos de Lewy y demencia por enfermedad de Parkinson. Ambos tipos causan los mismos cambios en el cerebro, y, con el tiempo, provocan los mismos síntomas. La principal diferencia es cuándo los síntomas cognitivos (del pensamiento) y del movimiento comienzan.

También la demencia con cuerpos de Lewy causa problemas con la habilidad de pensar similar a la enfermedad de Alzheimer . Posteriormente, causa otros problemas, como síntomas de movimiento, alucinaciones visuales y ciertos problemas del sueño. También causa más problemas con las actividades mentales que con la memoria.

La demencia por enfermedad de Parkinson comienza como un trastorno del movimiento. Primero causa los síntomas de la enfermedad de Parkinson, movimientos lentos, rigidez muscular, temblor y caminar arrastrando los pies. Más adelante, causa demencia.

La demencia con cuerpos de Lewy ocurre cuando se acumulan cuerpos de Lewy en partes del cerebro que controlan la memoria, el pensamiento y el movimiento.

Otras dos enfermedades neurodegenerativas tienen un acumulo anormal de proteínas, que actúan como macrofagos
El Alzheimer (AL) es una enfermedad neurodegenerativa, y la causa principal y más conocida en enfermedades demenciales, cuya característica principal es la pérdida de memoria. Su relación con la proteína amiloide y tau es indiscutible. Su acumulo en el lóbulo temporal entre otras zonas del cerebro mutila la funciones cognoscitiva y produce demencia.
La administración de proteínas  beta-amiloide fuera del cerebro, concretamente se inyectó en el vientre de los ratones y no en el cerebro. Aunque los sistemas inmunes de estos ratones estaban preparados para atacar al aislante nervioso o mielina, con la administración de la beta-amiloide se produjo todo lo contrario.

Así lo expresa Steinman: “Esta es la primera vez que la beta amiloide demuestra tener propiedades antiinflamatorias”
En definitiva, la beta-amiloide fuera del sistema nervioso central tendría propiedades como antiinflamatorio, todo lo contrario a lo que produce cuando se encuentra dentro del mismo cerebro o de los nervios.
El juego inflamatorio en enfermedades degenerativas, llegan siempre a las misma situaciones, un problema de inflamación y reparación complejo e imbricado.
No es la primera vez que se analizan las propiedades de la beta amiloide, El Hospital General de Massachusetts (MGH,), evidencio que la proteína beta-amiloide se deposita en forma de placas en el cerebro de pacientes con enfermedad de AL y se la considera una parte normal del sistema inmune innato, primera línea de defensa del cuerpo contra la infección.
Su estudio, publicado en ‘Science Translational Medicine’, concluye que la expresión de beta-amiloide humana resulta protectora contra las infecciones potencialmente letales en ratones, en el C elegans y en células cerebrales humanas en cultivo.

Se admite que la neurodegeneración en la enfermedad de AL es causada por el comportamiento anormal de moléculas de beta-amiloide, que son conocidas por reunirse en resistentes estructuras de fibrillas llamadas placas amiloides en el cerebro de los pacientes
En 2010 , Moir y Rudolph Tanzi, director del MGH-MIND y concluyeron que la beta-amiloide tenía muchas de las cualidades de un péptido antimicrobiano (AMP) y se trata de una pequeña proteína innata del sistema inmune que protege contra una amplia gama de patógenos.
En ese estudio se compararon formas sintéticas de A-beta con un conocido AMP llamado LL-37 y se encontró que la beta inhibe el crecimiento de varios patógenos importantes, a veces igual de bien o mejor que LL-37. La beta amiloide de los cerebros de los pacientes de AL también suprimió el crecimiento del hongo ‘Candida’ cultivado para esa investigación y, posteriormente, otros grupos han documentado la acción de A-beta sintético contra los virus de influenza y herpes.
En este nuevo trabajo, los investigadores encontraron que los ratones transgénicos que expresan A-beta humano sobrevivieron significativamente más tiempo después de inducir la infección por ‘Salmonella’ en sus cerebros frente a los ratones sin alteración genética. Los ratones que carecen de la proteína precursora de amiloide murieron incluso más rápidamente.
La expresión de la beta transgénica parece proteger a los gusanos ‘C.elegans’ de cualquier infección por ‘Candida’ o ‘Salmonella’. Del mismo modo, la expresión de beta humana protege las células neuronales cultivadas de ‘Candida’. De hecho, la beta amiloide humano expresado por células vivas parece ser mil veces más potente contra la infección que el beta amiloide sintético utilizado en estudios previos.
Esa superioridad parece referirse a propiedades de beta amiloides que se han considerado parte de la patología en la enfermedad AL, la propensión de moléculas pequeñas a combinarse en lo que se denominan oligómeros y luego se agregan en placas de beta-amiloide.

Moir añade: “Nuestros resultados plantean la intrigante posibilidad de que puede surgir la patología de AL, cuando el cerebro se percibe a sí mismo como bajo el ataque de los patógenos invasores, aunque se necesitan estudios adicionales. No parece probable que las vías inflamatorias del sistema inmune innato puedan ser posibles dianas de tratamiento. Si se validan, nuestros datos también justifican la necesidad de tener precaución con terapias dirigidas a la eliminación total de las placas de beta-amiloide. Las terapias basadas en la disminución de amiloides, pero no en la eliminación de beta amiloide en el cerebro podría ser una estrategia mejor”.

Un nuevo estudio de la Universidad de Florida, en Estados Unidos, establece, por primera vez, un vínculo entre especies específicas de bacterias y manifestaciones físicas de enfermedades neurodegenerativas.

Investigaciones recientes sugieren que las personas con estas enfermedades presentan cambios en la composición bacteriana de su tracto digestivo.

Una nueva investigación publicada en ‘PLOS Pathogens’ establece, por primera vez, un vínculo entre especies específicas de bacterias y manifestaciones físicas de enfermedades neurodegenerativas.

Algunas otras bacterias producen compuestos que contrarrestan estas bacterias ‘malas’. Estudios recientes han demostrado que los pacientes con la enfermedad de Parkinson y de Alzheimer son deficientes en estas bacterias ‘buenas’, por lo que nuestros hallazgos pueden ayudar a explicar esa conexión y abrir un área de estudio futuro», añade.

Todas las enfermedades neurodegenerativas tienen su origen en en el manejo de las proteínas en el organismo. Si las proteínas están mal plegadas, se acumulan en los tejidos. Estos agregados de proteínas, como los llaman los científicos, interfieren en el funcionamiento de las células y provocan trastornos neurodegenerativos.

Czyz y sus coautores querían saber si la introducción de ciertas bacterias en los gusanos ‘C. elegans’ iría seguida de la agregación de proteínas en los tejidos de los gusanos.

» Con una forma de marcar los agregados para que brillen en verde bajo el microscopio, se vio que los gusanos colonizados por ciertas especies de bacterias se iluminaban con agregados que eran tóxicos para los tejidos, mientras que los colonizados por las bacterias de control no lo hacían. Esto ocurría no sólo en los tejidos intestinales, donde están las bacterias, sino en todo el cuerpo de los gusanos, en sus músculos, nervios e incluso órganos reproductores».

Sorprendentemente, las crías de los gusanos afectados también mostraron un aumento de la agregación de proteínas, a pesar de que estas crías nunca se encontraron con las bacterias originalmente asociadas a la enfermedad.

«Esto sugiere que estas bacterias generan algún tipo de señal que puede transmitirse a la siguiente generación»,

En la actualidad, el laboratorio de Czyz está probando cientos de cepas de bacterias presentes en el intestino humano para ver cómo afectan a la agregación de proteínas en ‘C. elegans’. El grupo también investiga cómo las bacterias asociadas a la neurodegeneración provocan el mal plegamiento de las proteínas a nivel molecular.

Czyz también está interesado en las posibles conexiones entre las bacterias resistentes a los antibióticos y el mal plegamiento de las proteínas.

Lo que se deduce de estos estudios, es que el deposito de proteínas mal plegadas, se hace sobre gérmenes previos y no al revés. Pero ahora además se termina el dilema encontrando los genes que motivan el problema, que serian los promotores de todo el cuadro

Genes, Germenes, TAU y Beta Amiloide

Varios autores sobre todo Carrasco y Moir, han repetido de forma machacona, como los gérmenes están presentes en las enfermedades neurodegenerativas y que los depositos de proteínas plegadas que son macrófagos es un intento del organismo por eliminar estos gérmenes.

Bibliografia

Víctor Montal, investigador del IIB Sant Pau

Miguel Ramudo. Barcelona Mar, 20/09/2022 – 14:00

Carrasco y Moir Enriquerubio.net

Science Translational MedicineInstituto de Investigación del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona (IIB Sant Pau) y del Hospital General de Massachussetts

Czyz y los gusanos ‘C. elegans’

Steinman: “la beta amiloide demuestra tener propiedades antiinflamatorias

 

LA MUTACIÓN DE UN GEN IMPULSÓ LA EVOLUCIÓN DEL CEREBRO DE LOS HUMANOS MODERNOS

LA MUTACIÓN DE UN GEN IMPULSÓ LA EVOLUCIÓN DEL CEREBRO DE LOS HUMANOS MODERNOS

Un pequeño cambio en el gen TKTL1  impulsó el crecimiento neuronal.

Sara Reardon

Cráneos de un humano moderno y de un neandertal [hairymuseummatt/Reconocimiento-CompartirIgual 2.0 Genérica (CC BY-SA 2.0), imagen derivada]

Científicos de la universidad de Yale han confirmado en ratones la existencia de al menos un gen con su proteína asociada en lo que tiempo atrás se consideraba mero ADN basura,

Aunque la definición de gen ha ido cambiando, se considera que es un segmento de ADN con la información necesaria para fabricar una proteína (previo paso intermedio por una molécula de ARN). Con esa asunción, ahora mismo se acepta que hay alrededor de 20.000 genes.

En algunos casos, lo que se llamó ‘ADN basura’ no solo marca el ritmo , sino que también la protagoniza

Para filtrar de entre todo el ADN las partes candidatas a ser un gen, los científicos asumen al menos dos criterios: que comience por tres letras concretas y que tenga una longitud mínima antes de que aparezca una información de Stop.

Se necesitaban reglas evitar cantidades enormes de errores”, comenta Ruahidri Jackson, primer firmante del nuevo trabajo. Las reglas en biología, tienen excepciones”.

Desde hace tiempo se sospechaba que podía haber otras regiones del ADN dando lugar a lo que, por salirse de las reglas clásicas, se llamaron ‘productos proteináceos’. Si buena parte de lo que se llamó ‘ADN basura’ estaba en realidad activo y funcionaba regulando la acción de los genes a la manera de un director, resulta que hay casos en que los que no solo marca el ritmo de la película, sino que también la protagoniza. Contra la tendencia a la poda en el número de genes, aparecen ahora nuevos actores y funciones en lugares antes ignorados.

Hace más de 500.000 años, cuando los antepasados de los neandertales y los humanos modernos se dispersaron por el mundo, una mutación genética provocó que los cerebros de algunos de ellos mejorasen repentinamente. Esta mutación, de la que se informa en Science, incrementó drásticamente el número de células cerebrales en los homininos anteriores a los humanos modernos. Eso les pudo conferir una ventaja cognitiva sobre sus primos neandertales.

Arnold Kriegstein, neurólogo de la Universidad de California en San Francisco, señala que «este gen es sorprendentemente importante». Espera que resulte ser una de las muchas alteraciones genéticas que confirieron una ventaja evolutiva a los humanos sobre otros homininos. «Creo que arroja nueva luz sobre la evolución humana.»

Cuando, en 2014, se secuenció por primera vez el genoma de un neandertal, entre otras modificaciones genéticas se identificaron 96 aminoácidos (los componentes básicos que forman las proteínas) que difieren entre los neandertales y los humanos modernos. Desde entonces, se han estudiado todas para averiguar cuáles de ellas ayudaron a los humanos modernos a superar a los neandertales y a otros homininos.

Anneline Pinson y Wieland Huttner, del Instituto Max Planck de Biología Celular Molecular y Genética de Dresde, un gen en concreto es uno de los posibles responsables. El gen TKTL1 codifica una proteína que se fabrica cuando el cerebro del feto se desarrolla. Una única mutación genética en la versión humana de TKTL1 cambió un aminoácido, lo que dio lugar a una proteína diferente de las encontradas en los ancestros de los homínidos, los neandertales y los primates no humanos.

El equipo sospechó que esta proteína impulsaba la proliferación de células progenitoras neuronales (que se convierten en neuronas) a medida que se desarrolla el cerebro, concretamente en una zona llamada neocorteza, implicada en la función cognitiva. Esto, razonaron, dotaría a los humanos modernos de una ventaja cognitiva sobre sus antepasados.

Para comprobarlo, Pinson y su equipo insertaron el gen TKTL1 en el cerebro de embriones de ratón y hurón; en unos, introdujeron la versión humana, y en otros, la versión ancestral. Los animales con el gen humano desarrollaron un número significativamente mayor de células progenitoras neuronales. Cuando los investigadores modificaron las células de la neocorteza de un feto humano para que produjeran la versión ancestral, descubrieron que en el tejido fetal había menos células progenitoras y menos neuronas de las que tendría en circunstancias normales. Lo mismo ocurrió cuando insertaron la versión ancestral de TKTL1 en organoides cerebrales (estructuras similares a un minicerebro cultivadas a partir de células madre humanas).

Los registros fósiles indican que los humanos y los neandertales tenían aproximadamente el mismo tamaño cerebral. Esto significa que la neocorteza de los humanos modernos es más densa u ocupa una mayor parte del cerebro. A Huttner y a Pinson les sorprendió que un cambio genético tan pequeño pudiera afectar al desarrollo de la neocorteza de forma tan drástica. Según Huttner, «fue una mutación casual que tuvo enormes consecuencias».

Alysson Muotri, neurocientífica de la Universidad de California en San Diego, es más escéptica. Señala que las distintas líneas celulares se comportan de forma diferente cuando se convierten en organoides, y le gustaría que se probase la versión ancestral de TKTL1 en más células humanas. Además, añade, el genoma neandertal se comparó con el de un europeo moderno, pero las poblaciones humanas de otras partes del mundo podrían compartir algunas variantes genéticas con los neandertales.

Pinson señala que la versión neandertal de TKTL1 es muy rara entre los humanos modernos y añade que se desconoce si causa alguna enfermedad o provoca diferencias cognitivas. Según Huttner, la única manera de demostrar que desempeña un papel en la función cognitiva sería diseñar genéticamente ratones o hurones que siempre tuvieran la forma humana del gen, y comparar su comportamiento con animales que tuvieran la versión ancestral. Pinson planea investigar más a fondo los mecanismos a través de los cuales TKTL1 favorece la proliferación de células progenitoras neuronales.

La Neurobiología interpersonal (IPNB) es esencialmente un marco teórico asociado con el desarrollo humano y su funcionamiento para integrar un mejor entendimiento de la salud mental asi como tratamientos más efectivos para promover un bienestar mental.

Su desarrollo se deben a Dr Daniel Siegel La mutación de un gen impulsó la evolución del cerebro de los humanos modernos y a Sara Reardon Un pequeño cambio en el gen TKTL1  impulsó el crecimiento neuronal

Hace más de 500.000 años, cuando los antepasados de los neandertales y los humanos modernos se dispersaron por el mundo, una mutación genética provocó que los cerebros de algunos de ellos mejorasen repentinamente. Esta mutación, de la que se informa en Science, incrementó drásticamente el número de células cerebrales en los homininos anteriores a los humanos modernos. Eso les pudo conferir una ventaja cognitiva sobre los neandertales.

Arnold Kriegstein, neurólogo de la Universidad de California en San Francisco, señala que «este gen es sorprendentemente importante». Espera que resulte ser una de las muchas alteraciones genéticas que confirieron una ventaja evolutiva a los humanos sobre otros homininos. «Creo que arroja nueva luz sobre la evolución humana.»

Cuando, en 2014, se secuenció por primera vez el genoma de un neandertal, entre otras modificaciones genéticas se identificaron 96 aminoácidos (los componentes básicos que forman las proteínas) que difieren entre los neandertales y los humanos modernos. Desde entonces, se han estudiado todas para averiguar cuáles de ellas ayudaron a los humanos modernos a superar a los neandertales y a otros homininos.

Para los neurocientíficos Anneline Pinson y Wieland Huttner, del Instituto Max Planck de Biología Celular Molecular y Genética de Dresde, un gen en concreto es uno de los posibles responsables. El gen TKTL1 codifica una proteína que se fabrica cuando el cerebro del feto se desarrolla. Una única mutación genética en la versión humana de TKTL1 cambió un aminoácido, lo que dio lugar a una proteína diferente de las encontradas en los ancestros de los homínidos, los neandertales y los primates no humanos.

El equipo sospechó que esta proteína impulsaba la proliferación de células progenitoras neuronales (que se convierten en neuronas) a medida que se desarrolla el cerebro, concretamente en una zona llamada neocorteza, implicada en la función cognitiva. Esto, razonaron, dotaría a los humanos modernos de una ventaja cognitiva sobre sus antepasados.

Para comprobarlo, Pinson y su equipo insertaron el gen TKTL1 en el cerebro de embriones de ratón y hurón; en unos, introdujeron la versión humana, y en otros, la versión ancestral. Los animales con el gen humano desarrollaron un número significativamente mayor de células progenitoras neuronales. Cuando los investigadores modificaron las células de la neocorteza de un feto humano para que produjeran la versión ancestral, descubrieron que en el tejido fetal había menos células progenitoras y menos neuronas de las que tendría en circunstancias normales. Lo mismo ocurrió cuando insertaron la versión ancestral de TKTL1 en organoides cerebrales (estructuras similares a un minicerebro cultivadas a partir de células madre humanas).

Los registros fósiles indican que los humanos y los neandertales tenían aproximadamente el mismo tamaño cerebral. Esto significa que la neocorteza de los humanos modernos es más densa u ocupa una mayor parte del cerebro. A Huttner y a Pinson les sorprendió que un cambio genético tan pequeño pudiera afectar al desarrollo de la neocorteza de forma tan drástica. Según Huttner, «fue una mutación casual que tuvo enormes consecuencias».

Alysson Muotri, neurocientífica de la Universidad de California en San Diego, es más escéptica. Señala que las distintas líneas celulares se comportan de forma diferente cuando se convierten en organoides, y le gustaría que se probase la versión ancestral de TKTL1 en más células humanas. Además, añade, el genoma neandertal se comparó con el de un europeo moderno, pero las poblaciones humanas de otras partes del mundo podrían compartir algunas variantes genéticas con los neandertales.

Pinson señala que la versión neandertal de TKTL1 es muy rara entre los humanos modernos y añade que se desconoce si causa alguna enfermedad o provoca diferencias cognitivas. Según Huttner, la única manera de demostrar que desempeña un papel en la función cognitiva sería diseñar genéticamente ratones o hurones que siempre tuvieran la forma humana del gen, y comparar su comportamiento con animales que tuvieran la versión ancestral. Pinson planea investigar más a fondo los mecanismos a través de los cuales TKTL1 favorece la proliferación de células progenitoras neuronales.

Lo que hace un sistema nervioso es construir un modelo del mundo para integrar de manera comprensible el significado de ese innumerable volumen de datos sensoriales.

El tener que imaginar lo que existió, conduce sin duda a la confusión y error

Se pretende conocer los procesos mentales de las personas que ni siquiera tenían posibilidad de dejarnos información pero lo que pretendían o hacían eran esencia de los procesos mentales de las personas que ya no están y ni siquiera encontraron herramientas para expresarse?

Las cuevas donde se han conservado manifestaciones de quienes ya poseían imaginación son muy posteriores a los primates cuyo nivel de conciencia en el árbol de la vida es más cercano a las musarañas que a nosotros. Además, los sistemas nerviosos están conformados por tejido blando que se destruye muy poco tiempo después de la muerte de un organismo. Los fósiles, pues, aportan sólo una clave para resolver el enigma.

Harry Jerison estudió durante décadas los registros de sitios como la Sima de los Huesos en Atapuerca, provincia de Burgos, a fin de hallar claves evolutivas, esto es, cuáles fueron las presiones selectivas que permitirían no sólo el aumento de la masa cerebral de nuestros antepasados primates, sino la complejidad de sus conexiones neuronales.

El profesor Jerison trataba de encontrar una aguja en un pajar.. A partir de restos de cavidades craneanas fosilizadas se puede inferir, entre otras cosas, que los neandertales tenían un área prefrontal exactamente del mismo tamaño que la nuestra. Los insignificantes mamíferos de hace unos 200 millones de años evolucionaron por su capacidad de construir, durante la noche, un mapa cognitivo de la realidad circundante gracias al poder de su sistema auditivo. A diferencia de reptiles como los dinosaurios, quienes sólo conocían el estímulo-respuesta y su actitud frente a los avatares cotidianos era errática, los mamíferos sabían diseñar estrategias de acción. Cuando los grandes reptiles desaparecieron hace poco menos de 70 mda, la vista comenzó a adquirir preponderancia en el concierto de instrumentos que permiten a los mamíferos, como nosotros, diagnosticar lo que pasa “allá afuera”. Su evolución fue tal que ahora somos organismos visuales.

Interpreto que la utilización variada de los órganos de los sentidos, modifico la evolución del hominido y de otros animales.

El tamaño del cerebro de los mamíferos aumentó de tamaño, explica Jerison, y se llenó de receptores sensoriales. Así, el reto era integrar todos los sentidos para adquirir la capacidad de reconocer un objeto que, en teoría, podía definirse mediante un número casi infinito de diferentes tipos de receptores. La solución consistió en desarrollar una manera básica y visual, que compartimos muchas especies, cuyo propósito es representar el mundo que percibimos a cada momento, usar dicha imagen para reconocer objetos y establecer una jerarquía entre ellos.

Mientras que el cerebro de los reptiles es en esencia un mecanismo reflejo ante la realidad circundante, en el cerebro de los mamíferos surgió la capacidad de darse cuenta de sí mismo y de que hay un mundo real en movimiento. Así aparecieron especies con la habilidad de procesar estímulos mediante una representación perceptual y consciente del mundo.

Para Jerison la función prístina de la conciencia fue generar una imagen de infinidad de objetos, sin importar qué tipo de receptores sensoriales se utilicen para reconocerlos, pero entendiendo el significado de cada uno de ellos. Los reptiles jamás llegarían a tal conclusión dado que su sistema nervioso reacciona sin buscar mayor significado, mientras que el cerebro de los mamíferos logró transformar el estímulo en un “objeto” existente en el espacio tiempo y pudo, en consecuencia, enfrentarlo de manera activa porque significa algo en cada ocasión.

El profesor Jerison insistió en afirmar que el cerebro humano no es más que un viejo marrullero, como aquel equipo de veteranos por los que, uno por uno, no darías un quinto pero que, en conjunto, suelen dar el campanazo. Dicho de otra manera, entender cada trozo de información sensorial coherente (bytes) e incoherente (bits) nos llevaría a la debacle, nuestro dispositivo se colapsaría y ya habríamos desaparecido de la faz de la Tierra. De acuerdo con el paleoneurobiólogo, lo que hace un sistema nervioso es construir un modelo del mundo para integrar de manera comprensible el significado de ese innumerable volumen de datos sensoriales. Lo individual no vale, pero el conjunto es armonioso.

En la medida que el tiempo evolutivo siguió su curso la capacidad de imaginar modelos mejoró y, por ende, fue más fácil reconocer cierto patrón en diversas clases de datos (desde el zumbido de un mosquito hasta el estallido de un relámpago, por ejemplo). Dado que es imposible reconocer cada dato, lo que el modelo nos permite imaginar es su ubicación en la escena (si el mosquito ya hizo de la suyas o apenas se acerca amenazante, si la tormenta es inminente o habrá de disiparse). Sabemos que el mundo que percibimos es únicamente el modelo que hemos podido crearnos de él (algunos somos más sensibles que otros al ataque nocturno de insectos), si bien no es el mundo mismo.

La autoconciencia nos deja distinguir el conocimiento que adquirimos por el lenguaje articulado y el que proviene de los sentidos. Los esquizofrénicos que escuchan voces y los paranoicos que se sienten perseguidos por alguna fuerza del mal han perdido esta capacidad de entender y enfrentar la realidad. Algo similar sucede con lo sueños y las experiencias místicas, donde no estamos seguros de que el acontecer sea real o no. Para Jerison, cuando parece que abandonamos nuestro cuerpo en un evento extático de hecho lo que sucede es el derrumbe de nuestra habilidad para ir y venir entre los sentidos externos (datos sensoriales) y el sentido del lenguaje.

La mutación de un gen impulsó la evolución del cerebro de los humanos modernos

Un pequeño cambio en el gen TKTL1  impulsó el crecimiento neuronal.

Hace más de 500.000 años, cuando los antepasados de los neandertales y los humanos modernos se dispersaron por el mundo, una mutación genética provocó que los cerebros de algunos de ellos mejorasen repentinamente. Esta mutación, de la que se informa en Science, incrementó drásticamente el número de células cerebrales en los homininos anteriores a los humanos modernos. Eso les pudo conferir una ventaja cognitiva sobre sus primos neandertales.

Arnold Kriegstein, neurólogo de la Universidad de California en San Francisco, señala que «este gen es sorprendentemente importante». Espera que resulte ser una de las muchas alteraciones genéticas que confirieron una ventaja evolutiva a los humanos sobre otros homininos. «Creo que arroja nueva luz sobre la evolución humana.»

Cuando, en 2014, se secuenció por primera vez el genoma de un neandertal, entre otras modificaciones genéticas se identificaron 96 aminoácidos (los componentes básicos que forman las proteínas) que difieren entre los neandertales y los humanos modernos. Desde entonces, se han estudiado todas para averiguar cuáles de ellas ayudaron a los humanos modernos a superar a los neandertales y a otros homininos.

Para los neurocientíficos Anneline Pinson y Wieland Huttner, del Instituto Max Planck de Biología Celular Molecular y Genética de Dresde, un gen en concreto es uno de los posibles responsables. El gen TKTL1 codifica una proteína que se fabrica cuando el cerebro del feto se desarrolla. Una única mutación genética en la versión humana de TKTL1 cambió un aminoácido, lo que dio lugar a una proteína diferente de las encontradas en los ancestros de los homínidos, los neandertales y los primates no humanos.

El equipo sospechó que esta proteína impulsaba la proliferación de células progenitoras neuronales (que se convierten en neuronas) a medida que se desarrolla el cerebro, concretamente en una zona llamada neocorteza, implicada en la función cognitiva. Esto, razonaron, dotaría a los humanos modernos de una ventaja cognitiva sobre sus antepasados.

Para comprobarlo, Pinson y su equipo insertaron el gen TKTL1 en el cerebro de embriones de ratón y hurón; en unos, introdujeron la versión humana, y en otros, la versión ancestral. Los animales con el gen humano desarrollaron un número significativamente mayor de células progenitoras neuronales. Cuando los investigadores modificaron las células de la neocorteza de un feto humano para que produjeran la versión ancestral, descubrieron que en el tejido fetal había menos células progenitoras y menos neuronas de las que tendría en circunstancias normales. Lo mismo ocurrió cuando insertaron la versión ancestral de TKTL1 en organoides cerebrales (estructuras similares a un minicerebro cultivadas a partir de células madre humanas).

Los registros fósiles indican que los humanos y los neandertales tenían aproximadamente el mismo tamaño cerebral. Esto significa que la neocorteza de los humanos modernos es más densa u ocupa una mayor parte del cerebro. A Huttner y a Pinson les sorprendió que un cambio genético tan pequeño pudiera afectar al desarrollo de la neocorteza de forma tan drástica. Según Huttner, «fue una mutación casual que tuvo enormes consecuencias».

Alysson Muotri, neurocientífica de la Universidad de California en San Diego, es más escéptica. Señala que las distintas líneas celulares se comportan de forma diferente cuando se convierten en organoides, y le gustaría que se probase la versión ancestral de TKTL1 en más células humanas. Además, añade, el genoma neandertal se comparó con el de un europeo moderno, pero las poblaciones humanas de otras partes del mundo podrían compartir algunas variantes genéticas con los neandertales.

Pinson señala que la versión neandertal de TKTL1 es muy rara entre los humanos modernos y añade que se desconoce si causa alguna enfermedad o provoca diferencias cognitivas. Según Huttner, la única manera de demostrar que desempeña un papel en la función cognitiva sería diseñar genéticamente ratones o hurones que siempre tuvieran la forma humana del gen, y comparar su comportamiento con animales que tuvieran la versión ancestral. Pinson planea investigar más a fondo los mecanismos a través de los cuales TKTL1 favorece la proliferación de células progenitoras neuronales.

Referencia:

Sara Reardon Cráneos de un humano moderno y de un neandertal [hairymuseummatt/Reconocimiento-CompartirIgual 2.0 Genérica (CC BY-SA 2.0), imagen derivada]

Anneline Pinson y Wieland Huttner, del Instituto Max Planck de Biología Celular Molecular y Genética de Dresde

Alysson Muotri, neurocientífica de la Universidad de California en San Diego

 

 

EL EJE MICROBIOTA-INTESTINO-CEREBRO

EL EJE MICROBIOTA-INTESTINO-CEREBRO

Se denomina microbiota al conjunto de microorganismos que conviven de manera simbiótica en nuestro organismo. Este conjunto bacteriano, que se localiza principalmente en el tracto digestivo, se distribuye a lo largo de los diferentes órganos en función de las propiedades químicas. Los factores que influyen en su composición son múltiples (dieta, hábitos individuales, fármacos). La microbiota colabora en varias funciones, como pueden ser el metabolismo o la inmunidad.

Pero junto a estos germenes, el deposito de metales pesados productos de la polucion, tienen un papel en la microbiota fundamental.

Los germenes alteran la reabsorcion de los metales y los metales alteran el metabolismo de los germenes

Gérmenes en el cerebro procedentes del intestino

En los últimos años se ha puesto de relieve el papel bidireccional de la microbiota del tracto digestivo y del sistema nervioso central, es el denominado eje intestino-cerebro. En lo que a este eje se refiere, se cree que la ‘comunicación’ se produce a través de tres vías: el nervio vago, la vía sistémica (mediante la liberación de hormonas, metabolitos y neurotransmisores) y el sistema inmune (por la acción de las citocinas).

Aunque aún quedan muchas incógnitas por esclarecer, este eje se postula como una posible base patógena para numerosos trastornos neurológicos de gran impacto sanitario, como la enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Parkinson o la esclerosis múltiple. En el momento actual se están llevando a cabo estudios que intentan evaluar el impacto de los probióticos sobre algunas de estas enfermedades neurológicas.

Se denomina microbiota al conjunto de millones de microorganismos que conviven en simbiosis, principalmente en nuestro tracto digestivo [1]. Su importancia recae en las funciones que desempeñan, algunas vitales, y muchas, aún desconocidas. Una de ellas es el papel que desempeña en la relación entre el intestino y el cerebro (eje intestino-cerebro). Esta conexión, bidireccional y cada vez más estudiada, se está postulando como una posible explicación a algunos de los más frecuentes trastornos neurológicos de nuestro entorno, como la enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Parkinson o la esclerosis múltiple. El mayor conocimiento sobre la microbiota puede ayudar, por un lado, a abrir nuevas líneas de investigación que ayuden a mejorar su patogenia y, por otra, a establecer futuras estrategias terapéuticas.
Se calcula que el número total de microorganismos que componen la microbiota es de 10 × 1014  [2], lo que supone una cantidad diez veces mayor que el número total de nuestras células. La composición de la microbiota no es estática y debe adaptarse al lugar donde reside y a las funciones que desarrolla [3]. Además, esta composición se verá afectada por la dieta, los estilos de vida o el consumo de antibióticos, entre otros factores.

La microbiota de un individuo varía a lo largo de su vida. Así, en los primeros años, la microbiota se ve condicionada por el tipo de parto o de lactancia (artificial o materna) (Fig. 1). En este momento predominan las bacterias del filo Actinobacterias (género Bifidobacterias). Ya en la edad adulta, los estilos de vida, los hábitos dietéticos, etc., contribuyen a su sustitución por bacterias del filo Bacteroidetes y Firmicutes.

Resumen de la evolución de la microbiota a lo largo de la vida (modificado de [3]).

La composición de la microbiota se modifica además según el órgano donde se encuentra. A ello contribuyen las variaciones en función de las condiciones del pH gástrico, lo que hace que en esta región haya apenas unos cientos de microorganismos en comparación con la diversidad del recto (de 1011 a 1012) [4] (Fig. 2).

Figura 2. Evolución de la cantidad y de la variedad de la microbiota a lo largo del tracto digestivo (modificado de [4]).

 

En el momento actual son muchos los aspectos que se desconocen sobre el funcionamiento de la micro­biota. Sin embargo, está establecido su papel crucial en el sistema inmunitario, metabólico y hormonal, así como en la relación eje intestino-cerebro [5]. Precisamente en este eje es donde vamos a centrarnos.

Eje intestino-cerebro

Este eje está formado por la microbiota, el sistema nervioso entérico, el sistema nervioso autónomo, el sistema neuroendocrino, el sistema neuroinmune y el sistema nervioso central [6]. El sistema nervioso entérico se encarga del funcionamiento básico gastrointestinal (motilidad, secreción mucosa, flujo sanguíneo), y el control central de las funciones del intestino se lleva a cabo gracias al nervio vago [7]. Este complejo eje conforma un sistema de comunicación neurohumoral bidireccional conocido desde hace tiempo. Son muchos los trabajos que apoyan su existencia. Así, existe una correlación entre las alteraciones de la microbiota y la encefalopatía hepática, la ansiedad, el autismo o el colon irritable [8]. En estas enfermedades existe una disbiosis (cambios en la composición normal de la microbiota) que genera cambios en la motilidad gastrointestinal, afecta a las secreciones y produce una hipersensibilidad visceral. En estas circunstancias se ven alteradas las células neuroendocrinas y las del sis­tema inmune, modificando la liberación de neurotransmisores, lo que se podría traducir en las diferentes manifestaciones psiquiátricas. A su vez, estudios en modelos animales expuestos a diferentes situaciones de estrés han evidenciado variaciones en la composición de la microbiota [9]. De esta manera se puede postular la comunicación bidireccional en este eje; la microbiota afecta al comportamiento humano y, a su vez, alteraciones en él producen cambios en la microbiota [10].

Vías del eje intestino-cerebro

La relación entre ambas partes del eje parece que se ejerce a través de diversas vías de comunicación (Fig. 3), como el nervio vago, el sistema circulatorio y el sistema inmune.

Figura 3. Las señales que llegan al sistema nervioso central procedentes de la microbiota pueden ser: a través de la estimulación directa del vago desde el sistema nervioso entérico; gracias a la producción de metabolitos, como pueden ser neurotransmisores, hormonas o metabolitos como los ácidos grasos de cadena corta; o a través del sistema inmune, que se activa por la microbiota y libera citocinas que pueden actuar sobre el sistema nervioso central.

 

Nervio vago

El nervio vago constituye una de las principales vías para transmitir la información desde la microbiota al sistema nervioso central. En este sentido, la administración a ratones de Lactobacillus rhamnosus favorecía la transcripción de ácido γ-aminobutírico (GABA), lo que se tradujo en una modificación de su comportamiento dependiendo de la integridad vagal [11], ya que, al realizar ese mismo estudio en ratones vagotomizados, no se lograron estos resultados, identificando así el nervio vago como la principal vía de comunicación constitutiva moduladora entre la microbiota y el cerebro [12].

Sistema circulatorio [13]

Neurohormonas

Las neurohormonas (serotonina, catecolaminas, do­pamina…) se liberan desde las células neuroendocrinas del intestino y actúan, directa e indirectamente, en la modulación del comportamiento. La serotonina (5-HT), producida en un 90% en el intestino, se ve regulada por la microbiota [14]. Si bien la relación con la microbiota puede parecer dudosa, ya que la 5-HT generada por las células intestinales no atraviesa la barrera hematoencefálica (BHE), esta interconexión también existe, aunque de manera indirecta. Esto se debe a que la microbiota actúa sobre los niveles de los precursores serotoninérgicos y del transportador de 5-HT, que participan en la activación y la modulación de la serotonina central [15]. Del mismo modo, el triptófano [16], que es un precursor de la síntesis de 5-HT central, también interviene en esta interconexión indirecta. En este caso su producción se ve regulada por enzimas metabolizadas por la microbiota intestinal, y es capaz de atravesar la BHE para formar parte de la síntesis de serotonina central [17].

La dopamina también se ve favorecida por la acción de la microbiota [13]. En un modelo de ratón carente de microbiota, los denominados germ free, se ha detectado menor cantidad de dopamina, lo que ha abierto interesantes líneas de investigación en la búsqueda de la patogenia de la enfermedad de Parkinson [18].

La microbiota interviene en la liberación de GABA. Esta liberación se produce gracias a las propiedades de algunas bacterias que contienen la enzima glutamato descarboxilasa y que degradan el glutamato presente en ciertos alimentos facilitando su transformación en GABA. Este neurotransmisor es fundamental en la modulación del comportamiento. Tanto es así que ya hay estudios que demuestran que la administración de probióticos y, por tanto, un aumento de la disponibilidad de GABA, mejora el control de la ansiedad [7,19].

La mayoría de autores están de acuerdo en que de manera directa ni el GABA ni la serotonina atraviesan la BHE, sino que su acción es indirecta, gracias a la acción sobre el sistema nervioso entérico [20]. En contra de esta única acción indirecta, otros autores demostraron la existencia de un transportador de GABA en la BHE [21]. Estos resultados explicarían cómo el GABA puede penetrar en el sistema nervioso central y la modulación de la microbiota sobre la función del GABA en el cerebro [22].

Ácidos grasos de cadena corta

La microbiota también participa en la hidrólisis de los distintos polisacáridos en ácidos grasos de cadena corta, como el propionato, el butirato y el acetato [23]. Estos ácidos grasos de cadena corta producidos en el intestino sí atraviesan la BHE y llegan al hipotálamo, donde regulan los niveles de GABA, glutamato o glutamina, además de aumentar la expresión de péptidos anorexígenos [24]; a su vez, contribuyen a mantener la integridad de la BHE, lo que supone otro nexo entre la microbiota y el sistema nervioso central [25,26].

Eje hipotálamo-pituitario-adrenal [26]

Las acciones de la microbiota también afectan al eje hipotálamo-pituitario-adrenal, regulando la liberación de cortisol. En los ratones libres de gérmenes se han observado respuestas exageradas de citocinas inflamatorias ante situaciones de estrés. En esta línea, existen estudios que demuestran que niveles altos de Lactobacillus rhamnosus se correlacionan con menores niveles de corticosterona, mejor control del estrés, menor depresión y menor liberación de citocinas inflamatorias [11]. Y, viceversa, otros estudios demuestran que pequeñas exposiciones a estrés pueden impactar en el perfil de la microbiota, la respuesta al estrés y la activación del eje hipotálamo-pituitario-adrenal [27].

Sistema inmune

Los patrones moleculares asociados a diferentes patógenos son la forma de presentación de la microbiota frente al sistema inmune. Uno de ellos son los lipopolisacáridos. Estos lipopolisacáridos activan las células del sistema inmune, particularmente las del sistema innato (macrófagos, neutrófilos y células dendríticas). Una vez activadas, producen citocinas inflamatorias (interleucina-1a, interleucina-1b, factor de necrosis tumoral alfa e interleucina-6) que atraviesan la BHE. En el cerebro, estas citocinas actúan sobre los receptores expresados en las neuronas y las células gliales, concretamente en la microglía, alterando su estado de activación y función. A su vez, las citocinas son capaces de actuar sobre los receptores de diferentes nervios aferentes promoviendo alteraciones de las señales desde el tubo digestivo hasta el sistema nervioso central [28]. Del mismo modo, la microbiota también es capaz de facilitar la liberación de citocinas no inflamatorias, como pueden ser las producidas por el factor estimulante de colonias de granulocitos, que son capaces de atravesar la BHE y de estimular la neurogenia en el cerebro [29], lo que se ha visto como un factor protector tras una lesión isquémica.

Microbiota: posible patogenia y solución de enfermedades neurodegenerativas

Conforme se ahonda en el entendimiento del eje intestino-cerebro empiezan a establecerse ciertos postulados que hacen creer que existe una relación entre la microbiota y las enfermedades neurodegenerativas [30]. Estudios en ratones germ free demuestran que la microbiota es fundamental para un desarrollo cognitivo normal [31,32]. En esta línea, un estudio español realizado con ratones in vivo [33] relaciona la ingesta de un oligosacárido de la leche materna (2-fucosil-lactosa) con una mejora cognitiva. Los autores demuestran que la ingestión de este oligosacárido, a través de la leche materna, tiene una acción sobre el hipocampo que mejora los patrones de memoria, las habilidades de aprendizaje y los diferentes marcadores de plasticidad sináptica  cerebral. Esto estaría en relación con la acción del oligosacárido sobre el eje microbiota-intestino-cerebro y su medicación por el nervio vago. Asimismo, la microbiota también participa en la generación de GABA, del factor neurotrófico derivado del cerebro, de la serotonina y de otras moléculas necesarias para el correcto funcionamiento del sistema nervioso central [34]. Cuando se produce una disbiosis, pueden verse alteradas las concentraciones de estas moléculas, lo que podría justificar en parte la aparición de diferentes enfermedades, como pueden ser trastornos del comportamiento, ansiedad [35], enfermedad de Alzheimer [36] o autismo [37]. Además, la microbiota interviene en la síntesis de péptidos que servirán como moléculas de adhesión para las células del huésped [38]. A veces estas moléculas serán las que generen autorreactividad y creen una reacción que dañe las propias estructuras nerviosas [25].

Estas razones llevan a pensar que la microbiota puede llegar a postularse como una de las causas responsables de diferentes enfermedades neurológicas, como la esclerosis múltiple [39], el trastorno por déficit de atención/hiperactividad [40], la enfermedad de Parkinson [41,42] o incluso la enfermedad de Alzheimer, y a que los probióticos se conviertan en una herramienta terapéutica, pero aún queda mucho por aclarar; por ejemplo, el hecho de que la mayoría de los estudios citados estén realizados en animales, con una composición de la microbiota diferente a la humana. Por ello, una de las principales dudas que surge es si estos resultados serán similares en los humanos. Para esclarecer esta hipótesis se han revisado varios estudios realizados con pacientes que presentaban patología neurológica en los cuales la administración de probióticos ha producido mejoras objetivas. Así, recientemente se ha publicado un estudio de pacientes con enfermedad de Alzheimer que, tras haber sido tratados con probióticos durante tres meses, presentaron una mejora cognitiva [43]. Nosotros hemos tenido la oportunidad de llevar a cabo un estudio piloto en el que, tras la administración de probióticos a pacientes con epilepsia farmacorresistente, se observó una efectividad (reducción del 50% o más de sus crisis) del 28,9% [44]. Estos resultados apoyan la idea de que los probióticos podrían ser en un futuro otro tratamiento para enfermedades neurológicas [45]. En la tabla se definen los conceptos de probióticos [46], prebióticos [47] o simbióticos [48], y se resumen los ensayos clínicos registrados con su uso en patología neurológica en la actualidad. Sin embargo, también hay publicado otro estudio en el que la administración de probióticos en voluntarios sanos no produce cambios en el rendimiento cognitivo [49].

Tabla. Registro de ensayos clínicos en los que se utilicen prebióticos, probióticos o simbióticos en enfermedades neurológicas.
  Producto utilizado Tiempo de administración Enfermedad Estado
del estudio
Objetivo principal
NCT02342262 B. bifidum W23, B. lactis W52, L. acidophilus W37, L. brevis W63, L. casei W56, L. salivarius W24, L. lactis W19, L. lactis W58 12 semanas Migraña Desconocido Efecto en la frecuencia e intensidad de los ataques de migraña y la permeabilidad intestinal
NCT03259971 Lactobacillus plantarum PS128 4 meses Síndrome de Rett Reclutamiento Efecto en la mejora de los movimientos, comportamiento y situación cognitiva
NCT03324399 Probiótico (no especificado) 24 semanas Esclerosis lateral amiotrófica En marcha Mejora de la fuerza,
espasticidad y calidad de vida
NCT01110447 Lactobacillus (L. paracasei, L. plantarum, L. acidophilus, L. delbrueckii subsp. bulgaricus), tres cepas de Bifidobacteria (B. longum, B. infantis, B. breve), una cepa de Streptococcus thermophilus 24 semanas Profilaxis secundaria de encefalopatía hepática Finalizado Valoración de recurrencia y necesidad de hospitalización por encefalopatía hepática
NCT02459717 125 mg de leche fermentada con múltiples probióticos (no especificados) y fibra prebiótica 4 semanas Estreñimiento
en Parkinson
Finalizado Cambio en el número de
deposiciones espontáneas completas
NCT01008293 Lactobacillus (L. casei, L. plantarum, L. acidophilus, L. delbrueckii subsp. bulgaricus), tres cepas de Bifidobacterium (B. longum, B. breve, B. infantis) y una cepa de Streptococcus salivarius subsp. thermophilus 2 meses Encefalopatía
hepática leve
Finalizado Comparar el efecto de la lactulosa frente a los probióticos en el tratamiento de la encefalopatía hepática y valorar la mejora en la calidad de vida
NCT00992290 Lactobacillus GG 8 semanas Encefalopatía
hepática
Finalizado Valorar la seguridad del
probiótico en estos pacientes
NCT01798329 Lactobacillus (L. casei, L. plantarum, L. acidophilus, L. delbrueckii subsp. bulgaricus), tres cepas de Bifidobacterium (B. longum, B. breve, B. infantis) y una cepa de Streptococcus salivarius subsp. thermophilus 15 semanas Encefalopatía
hepática
Desconocido Mejora neurocognitiva y neuropsicológica
NCT02723344 Lactobacillus reuteri 8 semanas TCE leve y síndrome de estrés postraumático Reclutando Disminución de la inflamación
encontrada en los TCE
NCT01413243 Trichuris suis ova 12 meses Esclerosis
múltiple y SCA
Finalizado Número de lesiones hiperintensas en T2 tras un año de tratamiento
NCT03117322 Agave inulina, Lactobacillus reuteri DSM 17938 4 semanas Estreñimiento en niños
con parálisis cerebral
Reclutando Cambio en las heces, en la composición de la microbiota, en el pH fecal y cambio en la frecuencia de las deposiciones
NCT03403907 Streptococcus thermophilus, Lactobacillus acidophilus, L. plantarum, L. paracasei, L. delbrueckii subsp. bulgaricus,
Bifidobacterium breve, B. longus, B. infantis
 y CD2
4 meses Epilepsia farmacorresistente Completado Reducir el número de crisis, mejorar la calidad de vida de los pacientes, valorar la evolución antiinflamatoria de las citocinas, seguridad de los probióticos
Prebiótico: sustrato utilizado selectivamente por los microorganismos del huésped y que confiere un beneficio para la salud. Probiótico: microorganismos vivos que, cuando se ingieren en las cantidades adecuadas, pueden aportar beneficios para la salud de quien los consume. Simbiótico: compuesto que combina prebiótico y probiótico en el que el prebiótico favorece selectivamente al probiótico. SCA: síndrome clínico aislado; TCE: traumatismo craneoencefálico.

Las investigaciones son alentadoras, pero todavía queda mucho por aclarar: ¿cuál es el mecanismo por el cual los probióticos realmente funcionan?, ¿se debe sólo a una cepa o a la simbiosis de ellas?, ¿qué dosis usamos?, ¿durante cuánto tiempo? Hay muchas preguntas sin respuesta, pero lo que está claro es que se abre un campo de investigación con muchas posibilidades.

Metal pesado

A silvery thumbnail-size chunk of osmium with a highly irregular crystalline surface.

Cristales de osmio, un metal
pesado casi el doble de denso
que el plomo.1

Un metal pesado es un miembro de un grupo de elementos químicos no muy bien definido que exhibe propiedades metálicas. Se incluyen principalmente metales de transición, algunos semimetaleslantánidos y actínidos.

Muchas definiciones diferentes han propuesto basarse en la densidad, otras en el número atómico o peso atómico, y algunas en sus propiedades químicas o de toxicidad.2​ De esta forma, la definición de metal pesado referida al peso atómico, un metal pesado es un elemento químico comprendido entre 63.55 (Cu) y 200.59 (Hg); otra manera se refiere a los metales de densidad entre 4 g/cm³ hasta 7 g/cm³ y también hay otra clasificación referida al número atómico.

El término metal pesado es considerado como una «mala denominación» en un informe técnico de la IUPAC debido a su definición contradictoria y su falta de «bases de coherencia científica».2​ Existe un término alternativo metal tóxico, para el cual tampoco existe consenso de su exacta definición.

Como se discute luego, dependiendo del contexto, los metales pesados pueden incluir elementos livianos como el carbono y pueden excluir algunos de los metales más pesados. Los metales pesados se encuentran libres y de forma natural en algunos ecosistemas y pueden variar en su concentración.

Sin embargo hay una serie de elementos que en alguna de sus formas pueden representar un serio problema medioambiental y es común referirse a ellos con el término genérico de «metales pesados». En la actualidad, existen fuentes antropogénicas de metales pesados, por ejemplo la contaminación, que los ha introducido en los ecosistemas. Por ejemplo los combustibles derivados de la basura (no orgánica) generalmente aportan estos metales, así que se debe considerar los metales pesados cuando se utilizan los residuos como combustible.

Los metales pesados tóxicos más conocidos son el mercurio, el plomo, el cadmio y el arsénico, y en raras ocasiones, algún no metal como el selenio. A veces también se habla de contaminación por metales pesados incluyendo otros elementos tóxicos más ligeros, como el berilio o el aluminio.

Relación con los organismos vivos y alimentos

Los organismos vivos requieren diferentes cantidades de metales pesados. Los humanos requieren pequeñas cantidades de hierrocobaltocobremanganesomolibdeno, y zinc. Cantidades excesivas de ellos pueden dañar nuestro organismo. Otros metales pesados como mercurioplutonio, y plomo son metales tóxicos que no tienen un efecto vital o beneficioso para el organismo, y su acumulación en el tiempo y en el cuerpo de los animales puede causar serias enfermedades, como por ejemplo saturnismo o envenenamiento por mercurio.

Algunos elementos que son normalmente tóxicos, para algunos organismos, bajo algunas condiciones pueden ser beneficiosos. Por ejemplo, el vanadio, el wolframio, incluso el cadmio.3

Metales pesados en el medio ambiente y en la salud

Otros causan corrosión, como zinc o plomo, o son malos por otros medios (por ejemplo el arsénico puede contaminar los catalizadores).

En la Unión Europea los once elementos más importantes son arsénico, cadmio, cobalto, cromo, cobre, mercurio, manganeso, níquel, plomo, estaño y talio, de los cuales sus emisiones en incineradores están reguladas. Algunos de ellos son necesarios para los humanos en pequeñas proporciones tales como cobalto, cobre, cromo, manganeso y níquel, mientras otros son carcinogénicos o tóxicos, afectando, entre otros, al sistema nervioso central (manganeso, mercurio, plomo, arsénico), los riñones o el hígado (mercurio, plomo, cadmio, cobre) o la piel, los huesos, o dientes (níquel, cadmio, cobre, cromo).5

La contaminación con metales pesados puede surgir de muchas fuentes, pero más comúnmente de la purificación de metales, por ejemplo, el smelting (proceso de extracción del metal de la piedra) extrae el metal de la piedra y del cobre para la preparación de combustible nuclear. La electro-deposición es la primera fuente de cromo y cadmio. Mediante la precipitación de estos compuestos o el intercambio de iones hacia los suelos y barros, los metales pesados se pueden localizar y quedar depositados. A diferencia de los contaminantes orgánicos, los metales pesados no decaen y presentan otros desafíos para remediarlos. Actualmente, se utilizan plantas (fitorremediación) y microorganismos para remover metales pesados, como el mercurio. Ciertas plantas que exhiben hiperacumulación pueden usarse para remover de los suelos estos metales por la concentración en biomateria.6​ En algunos diques de cola se utiliza vegetación que luego es incinerada para recobrar los metales pesados.

Uno de los mayores problemas asociados a la aparición de metales pesados es el potencial de bioacumulación y biomagnificación causando mayor exposición de estos metales a un organismo de la que podría encontrarse sola en el medio ambiente. Peces de alta mar (como el Tetractenos glaber) y aves marinas (como la Fratercula arctica) son controlados por la presencia de estos contaminantes. Los principales lugares en los que se encuentra bioacumulación son los estuarios o lugares con agua salobre, debido a que los contaminantes son arrastrados a lo largo del trayecto de los ríos y depositada en los lechos lacustres, siendo reportados niveles elevados de metales pesados en el fondo, en algas, ostras y peces de consumo humano, tal como sucede en muchas lagunas de agua salobre en México, Nigeria, Egipto, en donde se han realizado estudios del suelo, plantas, agua y tejidos animales, encontrando niveles elevados para metales pesados por encima de lo permitido por sus sistemas de salud y control ambiental en cada una de las naciones.789101112

Medicina

En el uso médico, los metales pesados están pobremente definidos2​ e incluyen a todos los metales tóxicos indistintamente de su peso atómico: los «envenenamientos por metales pesados» pueden incluir excesiva cantidad de hierromanganesoaluminiomercuriocadmio, o berilio (el cuarto elemento más liviano) o algunos como el semimetal arsénico. Esta definición puede incluir al bismuto como metal pesado, el más denso de los elementos estables, pese a su baja toxicidad.

La enfermedad de Minamata se da como resultado del envenenamiento por mercurio, la enfermedad itai-itai por envenenamiento con cadmio, y el saturnismo como envenenamiento con plomo.

Mercancías peligrosas

Los metales pesados en mercancías peligrosas son clasificados en su mayoría como «Clase 9: Materias y objetos que presentan peligros diversos» en el modelo de la ONU de clases de peligro, pero algunas veces mientras son transportados se los etiqueta como «Clase 6.1: Materias tóxicas».

Tecnología nuclear

El Burnup (combustible utilizable) del combustible nuclear, es expresado en gigavatio día por tonelada métrica de metales pesados, donde metales pesados significa actínidos como el toriouranioplutonio, etc., incluyendo material fisible y material fértil . Y no incluye elementos como el oxígeno agregado al material combustible, o material de revestimiento como el circonio, que puede ser considerado un metal pesado por otros estándares.

Conclusiones

Polucion, metales y gérmenes, forman un conglomerado que mutila los organisms y son responsables de la mayoría sino todas las enfermedade degenerativas.

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M. Gómez-EguílazJ.L. Ramón-TraperoL. Pérez-MartínezJ.R. Blanco[REV NEUROL 2019;68:111-117]PMID: 30687918DOI: https://doi.org/10.33588/rn.6803.2018223 OPEN ACCESS

Volumen 68 | Número 03 | Nº de lecturas del artículo 201.171 | Nº de descargas del PDF 3.036 | Fecha de publicación del artículo 01/02/2019
2019 Revista de Neurología

EL EJE MICROBIOTA-INTESTINO-CEREBRO

Se denomina microbiota al conjunto de microorganismos que conviven de manera simbiótica en nuestro organismo. Este conjunto bacteriano, que se localiza principalmente en el tracto digestivo, se distribuye a lo largo de los diferentes órganos en función de las propiedades químicas. Los factores que influyen en su composición son múltiples (dieta, hábitos individuales, fármacos). La microbiota colabora en varias funciones, como pueden ser el metabolismo o la inmunidad.

Pero junto a estos germenes, el deposito de metales pesados productos de la polucion, tienen un papel en la microbiota fundamental.

Los germenes alteran la reabsorcion de los metales y los metales alteran el metabolismo de los germenes

Gérmenes en el cerebro procedentes del intestino

En los últimos años se ha puesto de relieve el papel bidireccional de la microbiota del tracto digestivo y del sistema nervioso central, es el denominado eje intestino-cerebro. En lo que a este eje se refiere, se cree que la ‘comunicación’ se produce a través de tres vías: el nervio vago, la vía sistémica (mediante la liberación de hormonas, metabolitos y neurotransmisores) y el sistema inmune (por la acción de las citocinas).

Aunque aún quedan muchas incógnitas por esclarecer, este eje se postula como una posible base patógena para numerosos trastornos neurológicos de gran impacto sanitario, como la enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Parkinson o la esclerosis múltiple. En el momento actual se están llevando a cabo estudios que intentan evaluar el impacto de los probióticos sobre algunas de estas enfermedades neurológicas.

Se denomina microbiota al conjunto de millones de microorganismos que conviven en simbiosis, principalmente en nuestro tracto digestivo [1]. Su importancia recae en las funciones que desempeñan, algunas vitales, y muchas, aún desconocidas. Una de ellas es el papel que desempeña en la relación entre el intestino y el cerebro (eje intestino-cerebro). Esta conexión, bidireccional y cada vez más estudiada, se está postulando como una posible explicación a algunos de los más frecuentes trastornos neurológicos de nuestro entorno, como la enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Parkinson o la esclerosis múltiple. El mayor conocimiento sobre la microbiota puede ayudar, por un lado, a abrir nuevas líneas de investigación que ayuden a mejorar su patogenia y, por otra, a establecer futuras estrategias terapéuticas.
Se calcula que el número total de microorganismos que componen la microbiota es de 10 × 1014  [2], lo que supone una cantidad diez veces mayor que el número total de nuestras células. La composición de la microbiota no es estática y debe adaptarse al lugar donde reside y a las funciones que desarrolla [3]. Además, esta composición se verá afectada por la dieta, los estilos de vida o el consumo de antibióticos, entre otros factores.

La microbiota de un individuo varía a lo largo de su vida. Así, en los primeros años, la microbiota se ve condicionada por el tipo de parto o de lactancia (artificial o materna) (Fig. 1). En este momento predominan las bacterias del filo Actinobacterias (género Bifidobacterias). Ya en la edad adulta, los estilos de vida, los hábitos dietéticos, etc., contribuyen a su sustitución por bacterias del filo Bacteroidetes y Firmicutes.

Resumen de la evolución de la microbiota a lo largo de la vida (modificado de [3]).

La composición de la microbiota se modifica además según el órgano donde se encuentra. A ello contribuyen las variaciones en función de las condiciones del pH gástrico, lo que hace que en esta región haya apenas unos cientos de microorganismos en comparación con la diversidad del recto (de 1011 a 1012) [4] (Fig. 2).

Figura 2. Evolución de la cantidad y de la variedad de la microbiota a lo largo del tracto digestivo (modificado de [4]).

 

En el momento actual son muchos los aspectos que se desconocen sobre el funcionamiento de la micro­biota. Sin embargo, está establecido su papel crucial en el sistema inmunitario, metabólico y hormonal, así como en la relación eje intestino-cerebro [5]. Precisamente en este eje es donde vamos a centrarnos.

Eje intestino-cerebro

Este eje está formado por la microbiota, el sistema nervioso entérico, el sistema nervioso autónomo, el sistema neuroendocrino, el sistema neuroinmune y el sistema nervioso central [6]. El sistema nervioso entérico se encarga del funcionamiento básico gastrointestinal (motilidad, secreción mucosa, flujo sanguíneo), y el control central de las funciones del intestino se lleva a cabo gracias al nervio vago [7]. Este complejo eje conforma un sistema de comunicación neurohumoral bidireccional conocido desde hace tiempo. Son muchos los trabajos que apoyan su existencia. Así, existe una correlación entre las alteraciones de la microbiota y la encefalopatía hepática, la ansiedad, el autismo o el colon irritable [8]. En estas enfermedades existe una disbiosis (cambios en la composición normal de la microbiota) que genera cambios en la motilidad gastrointestinal, afecta a las secreciones y produce una hipersensibilidad visceral. En estas circunstancias se ven alteradas las células neuroendocrinas y las del sis­tema inmune, modificando la liberación de neurotransmisores, lo que se podría traducir en las diferentes manifestaciones psiquiátricas. A su vez, estudios en modelos animales expuestos a diferentes situaciones de estrés han evidenciado variaciones en la composición de la microbiota [9]. De esta manera se puede postular la comunicación bidireccional en este eje; la microbiota afecta al comportamiento humano y, a su vez, alteraciones en él producen cambios en la microbiota [10].

Vías del eje intestino-cerebro

La relación entre ambas partes del eje parece que se ejerce a través de diversas vías de comunicación (Fig. 3), como el nervio vago, el sistema circulatorio y el sistema inmune.

Figura 3. Las señales que llegan al sistema nervioso central procedentes de la microbiota pueden ser: a través de la estimulación directa del vago desde el sistema nervioso entérico; gracias a la producción de metabolitos, como pueden ser neurotransmisores, hormonas o metabolitos como los ácidos grasos de cadena corta; o a través del sistema inmune, que se activa por la microbiota y libera citocinas que pueden actuar sobre el sistema nervioso central.

 

Nervio vago

El nervio vago constituye una de las principales vías para transmitir la información desde la microbiota al sistema nervioso central. En este sentido, la administración a ratones de Lactobacillus rhamnosus favorecía la transcripción de ácido γ-aminobutírico (GABA), lo que se tradujo en una modificación de su comportamiento dependiendo de la integridad vagal [11], ya que, al realizar ese mismo estudio en ratones vagotomizados, no se lograron estos resultados, identificando así el nervio vago como la principal vía de comunicación constitutiva moduladora entre la microbiota y el cerebro [12].

Sistema circulatorio [13]

Neurohormonas

Las neurohormonas (serotonina, catecolaminas, do­pamina…) se liberan desde las células neuroendocrinas del intestino y actúan, directa e indirectamente, en la modulación del comportamiento. La serotonina (5-HT), producida en un 90% en el intestino, se ve regulada por la microbiota [14]. Si bien la relación con la microbiota puede parecer dudosa, ya que la 5-HT generada por las células intestinales no atraviesa la barrera hematoencefálica (BHE), esta interconexión también existe, aunque de manera indirecta. Esto se debe a que la microbiota actúa sobre los niveles de los precursores serotoninérgicos y del transportador de 5-HT, que participan en la activación y la modulación de la serotonina central [15]. Del mismo modo, el triptófano [16], que es un precursor de la síntesis de 5-HT central, también interviene en esta interconexión indirecta. En este caso su producción se ve regulada por enzimas metabolizadas por la microbiota intestinal, y es capaz de atravesar la BHE para formar parte de la síntesis de serotonina central [17].

La dopamina también se ve favorecida por la acción de la microbiota [13]. En un modelo de ratón carente de microbiota, los denominados germ free, se ha detectado menor cantidad de dopamina, lo que ha abierto interesantes líneas de investigación en la búsqueda de la patogenia de la enfermedad de Parkinson [18].

La microbiota interviene en la liberación de GABA. Esta liberación se produce gracias a las propiedades de algunas bacterias que contienen la enzima glutamato descarboxilasa y que degradan el glutamato presente en ciertos alimentos facilitando su transformación en GABA. Este neurotransmisor es fundamental en la modulación del comportamiento. Tanto es así que ya hay estudios que demuestran que la administración de probióticos y, por tanto, un aumento de la disponibilidad de GABA, mejora el control de la ansiedad [7,19].

La mayoría de autores están de acuerdo en que de manera directa ni el GABA ni la serotonina atraviesan la BHE, sino que su acción es indirecta, gracias a la acción sobre el sistema nervioso entérico [20]. En contra de esta única acción indirecta, otros autores demostraron la existencia de un transportador de GABA en la BHE [21]. Estos resultados explicarían cómo el GABA puede penetrar en el sistema nervioso central y la modulación de la microbiota sobre la función del GABA en el cerebro [22].

Ácidos grasos de cadena corta

La microbiota también participa en la hidrólisis de los distintos polisacáridos en ácidos grasos de cadena corta, como el propionato, el butirato y el acetato [23]. Estos ácidos grasos de cadena corta producidos en el intestino sí atraviesan la BHE y llegan al hipotálamo, donde regulan los niveles de GABA, glutamato o glutamina, además de aumentar la expresión de péptidos anorexígenos [24]; a su vez, contribuyen a mantener la integridad de la BHE, lo que supone otro nexo entre la microbiota y el sistema nervioso central [25,26].

Eje hipotálamo-pituitario-adrenal [26]

Las acciones de la microbiota también afectan al eje hipotálamo-pituitario-adrenal, regulando la liberación de cortisol. En los ratones libres de gérmenes se han observado respuestas exageradas de citocinas inflamatorias ante situaciones de estrés. En esta línea, existen estudios que demuestran que niveles altos de Lactobacillus rhamnosus se correlacionan con menores niveles de corticosterona, mejor control del estrés, menor depresión y menor liberación de citocinas inflamatorias [11]. Y, viceversa, otros estudios demuestran que pequeñas exposiciones a estrés pueden impactar en el perfil de la microbiota, la respuesta al estrés y la activación del eje hipotálamo-pituitario-adrenal [27].

Sistema inmune

Los patrones moleculares asociados a diferentes patógenos son la forma de presentación de la microbiota frente al sistema inmune. Uno de ellos son los lipopolisacáridos. Estos lipopolisacáridos activan las células del sistema inmune, particularmente las del sistema innato (macrófagos, neutrófilos y células dendríticas). Una vez activadas, producen citocinas inflamatorias (interleucina-1a, interleucina-1b, factor de necrosis tumoral alfa e interleucina-6) que atraviesan la BHE. En el cerebro, estas citocinas actúan sobre los receptores expresados en las neuronas y las células gliales, concretamente en la microglía, alterando su estado de activación y función. A su vez, las citocinas son capaces de actuar sobre los receptores de diferentes nervios aferentes promoviendo alteraciones de las señales desde el tubo digestivo hasta el sistema nervioso central [28]. Del mismo modo, la microbiota también es capaz de facilitar la liberación de citocinas no inflamatorias, como pueden ser las producidas por el factor estimulante de colonias de granulocitos, que son capaces de atravesar la BHE y de estimular la neurogenia en el cerebro [29], lo que se ha visto como un factor protector tras una lesión isquémica.

Microbiota: posible patogenia y solución de enfermedades neurodegenerativas

Conforme se ahonda en el entendimiento del eje intestino-cerebro empiezan a establecerse ciertos postulados que hacen creer que existe una relación entre la microbiota y las enfermedades neurodegenerativas [30]. Estudios en ratones germ free demuestran que la microbiota es fundamental para un desarrollo cognitivo normal [31,32]. En esta línea, un estudio español realizado con ratones in vivo [33] relaciona la ingesta de un oligosacárido de la leche materna (2-fucosil-lactosa) con una mejora cognitiva. Los autores demuestran que la ingestión de este oligosacárido, a través de la leche materna, tiene una acción sobre el hipocampo que mejora los patrones de memoria, las habilidades de aprendizaje y los diferentes marcadores de plasticidad sináptica  cerebral. Esto estaría en relación con la acción del oligosacárido sobre el eje microbiota-intestino-cerebro y su medicación por el nervio vago. Asimismo, la microbiota también participa en la generación de GABA, del factor neurotrófico derivado del cerebro, de la serotonina y de otras moléculas necesarias para el correcto funcionamiento del sistema nervioso central [34]. Cuando se produce una disbiosis, pueden verse alteradas las concentraciones de estas moléculas, lo que podría justificar en parte la aparición de diferentes enfermedades, como pueden ser trastornos del comportamiento, ansiedad [35], enfermedad de Alzheimer [36] o autismo [37]. Además, la microbiota interviene en la síntesis de péptidos que servirán como moléculas de adhesión para las células del huésped [38]. A veces estas moléculas serán las que generen autorreactividad y creen una reacción que dañe las propias estructuras nerviosas [25].

Estas razones llevan a pensar que la microbiota puede llegar a postularse como una de las causas responsables de diferentes enfermedades neurológicas, como la esclerosis múltiple [39], el trastorno por déficit de atención/hiperactividad [40], la enfermedad de Parkinson [41,42] o incluso la enfermedad de Alzheimer, y a que los probióticos se conviertan en una herramienta terapéutica, pero aún queda mucho por aclarar; por ejemplo, el hecho de que la mayoría de los estudios citados estén realizados en animales, con una composición de la microbiota diferente a la humana. Por ello, una de las principales dudas que surge es si estos resultados serán similares en los humanos. Para esclarecer esta hipótesis se han revisado varios estudios realizados con pacientes que presentaban patología neurológica en los cuales la administración de probióticos ha producido mejoras objetivas. Así, recientemente se ha publicado un estudio de pacientes con enfermedad de Alzheimer que, tras haber sido tratados con probióticos durante tres meses, presentaron una mejora cognitiva [43]. Nosotros hemos tenido la oportunidad de llevar a cabo un estudio piloto en el que, tras la administración de probióticos a pacientes con epilepsia farmacorresistente, se observó una efectividad (reducción del 50% o más de sus crisis) del 28,9% [44]. Estos resultados apoyan la idea de que los probióticos podrían ser en un futuro otro tratamiento para enfermedades neurológicas [45]. En la tabla se definen los conceptos de probióticos [46], prebióticos [47] o simbióticos [48], y se resumen los ensayos clínicos registrados con su uso en patología neurológica en la actualidad. Sin embargo, también hay publicado otro estudio en el que la administración de probióticos en voluntarios sanos no produce cambios en el rendimiento cognitivo [49].

Tabla. Registro de ensayos clínicos en los que se utilicen prebióticos, probióticos o simbióticos en enfermedades neurológicas.
  Producto utilizado Tiempo de administración Enfermedad Estado
del estudio
Objetivo principal
NCT02342262 B. bifidum W23, B. lactis W52, L. acidophilus W37, L. brevis W63, L. casei W56, L. salivarius W24, L. lactis W19, L. lactis W58 12 semanas Migraña Desconocido Efecto en la frecuencia e intensidad de los ataques de migraña y la permeabilidad intestinal
NCT03259971 Lactobacillus plantarum PS128 4 meses Síndrome de Rett Reclutamiento Efecto en la mejora de los movimientos, comportamiento y situación cognitiva
NCT03324399 Probiótico (no especificado) 24 semanas Esclerosis lateral amiotrófica En marcha Mejora de la fuerza,
espasticidad y calidad de vida
NCT01110447 Lactobacillus (L. paracasei, L. plantarum, L. acidophilus, L. delbrueckii subsp. bulgaricus), tres cepas de Bifidobacteria (B. longum, B. infantis, B. breve), una cepa de Streptococcus thermophilus 24 semanas Profilaxis secundaria de encefalopatía hepática Finalizado Valoración de recurrencia y necesidad de hospitalización por encefalopatía hepática
NCT02459717 125 mg de leche fermentada con múltiples probióticos (no especificados) y fibra prebiótica 4 semanas Estreñimiento
en Parkinson
Finalizado Cambio en el número de
deposiciones espontáneas completas
NCT01008293 Lactobacillus (L. casei, L. plantarum, L. acidophilus, L. delbrueckii subsp. bulgaricus), tres cepas de Bifidobacterium (B. longum, B. breve, B. infantis) y una cepa de Streptococcus salivarius subsp. thermophilus 2 meses Encefalopatía
hepática leve
Finalizado Comparar el efecto de la lactulosa frente a los probióticos en el tratamiento de la encefalopatía hepática y valorar la mejora en la calidad de vida
NCT00992290 Lactobacillus GG 8 semanas Encefalopatía
hepática
Finalizado Valorar la seguridad del
probiótico en estos pacientes
NCT01798329 Lactobacillus (L. casei, L. plantarum, L. acidophilus, L. delbrueckii subsp. bulgaricus), tres cepas de Bifidobacterium (B. longum, B. breve, B. infantis) y una cepa de Streptococcus salivarius subsp. thermophilus 15 semanas Encefalopatía
hepática
Desconocido Mejora neurocognitiva y neuropsicológica
NCT02723344 Lactobacillus reuteri 8 semanas TCE leve y síndrome de estrés postraumático Reclutando Disminución de la inflamación
encontrada en los TCE
NCT01413243 Trichuris suis ova 12 meses Esclerosis
múltiple y SCA
Finalizado Número de lesiones hiperintensas en T2 tras un año de tratamiento
NCT03117322 Agave inulina, Lactobacillus reuteri DSM 17938 4 semanas Estreñimiento en niños
con parálisis cerebral
Reclutando Cambio en las heces, en la composición de la microbiota, en el pH fecal y cambio en la frecuencia de las deposiciones
NCT03403907 Streptococcus thermophilus, Lactobacillus acidophilus, L. plantarum, L. paracasei, L. delbrueckii subsp. bulgaricus,
Bifidobacterium breve, B. longus, B. infantis
 y CD2
4 meses Epilepsia farmacorresistente Completado Reducir el número de crisis, mejorar la calidad de vida de los pacientes, valorar la evolución antiinflamatoria de las citocinas, seguridad de los probióticos
Prebiótico: sustrato utilizado selectivamente por los microorganismos del huésped y que confiere un beneficio para la salud. Probiótico: microorganismos vivos que, cuando se ingieren en las cantidades adecuadas, pueden aportar beneficios para la salud de quien los consume. Simbiótico: compuesto que combina prebiótico y probiótico en el que el prebiótico favorece selectivamente al probiótico. SCA: síndrome clínico aislado; TCE: traumatismo craneoencefálico.

Las investigaciones son alentadoras, pero todavía queda mucho por aclarar: ¿cuál es el mecanismo por el cual los probióticos realmente funcionan?, ¿se debe sólo a una cepa o a la simbiosis de ellas?, ¿qué dosis usamos?, ¿durante cuánto tiempo? Hay muchas preguntas sin respuesta, pero lo que está claro es que se abre un campo de investigación con muchas posibilidades.

Metal pesado

A silvery thumbnail-size chunk of osmium with a highly irregular crystalline surface.

Cristales de osmio, un metal
pesado casi el doble de denso
que el plomo.1

Un metal pesado es un miembro de un grupo de elementos químicos no muy bien definido que exhibe propiedades metálicas. Se incluyen principalmente metales de transición, algunos semimetaleslantánidos y actínidos.

Muchas definiciones diferentes han propuesto basarse en la densidad, otras en el número atómico o peso atómico, y algunas en sus propiedades químicas o de toxicidad.2​ De esta forma, la definición de metal pesado referida al peso atómico, un metal pesado es un elemento químico comprendido entre 63.55 (Cu) y 200.59 (Hg); otra manera se refiere a los metales de densidad entre 4 g/cm³ hasta 7 g/cm³ y también hay otra clasificación referida al número atómico.

El término metal pesado es considerado como una «mala denominación» en un informe técnico de la IUPAC debido a su definición contradictoria y su falta de «bases de coherencia científica».2​ Existe un término alternativo metal tóxico, para el cual tampoco existe consenso de su exacta definición.

Como se discute luego, dependiendo del contexto, los metales pesados pueden incluir elementos livianos como el carbono y pueden excluir algunos de los metales más pesados. Los metales pesados se encuentran libres y de forma natural en algunos ecosistemas y pueden variar en su concentración.

Sin embargo hay una serie de elementos que en alguna de sus formas pueden representar un serio problema medioambiental y es común referirse a ellos con el término genérico de «metales pesados». En la actualidad, existen fuentes antropogénicas de metales pesados, por ejemplo la contaminación, que los ha introducido en los ecosistemas. Por ejemplo los combustibles derivados de la basura (no orgánica) generalmente aportan estos metales, así que se debe considerar los metales pesados cuando se utilizan los residuos como combustible.

Los metales pesados tóxicos más conocidos son el mercurio, el plomo, el cadmio y el arsénico, y en raras ocasiones, algún no metal como el selenio. A veces también se habla de contaminación por metales pesados incluyendo otros elementos tóxicos más ligeros, como el berilio o el aluminio.

Relación con los organismos vivos y alimentos

Los organismos vivos requieren diferentes cantidades de metales pesados. Los humanos requieren pequeñas cantidades de hierrocobaltocobremanganesomolibdeno, y zinc. Cantidades excesivas de ellos pueden dañar nuestro organismo. Otros metales pesados como mercurioplutonio, y plomo son metales tóxicos que no tienen un efecto vital o beneficioso para el organismo, y su acumulación en el tiempo y en el cuerpo de los animales puede causar serias enfermedades, como por ejemplo saturnismo o envenenamiento por mercurio.

Algunos elementos que son normalmente tóxicos, para algunos organismos, bajo algunas condiciones pueden ser beneficiosos. Por ejemplo, el vanadio, el wolframio, incluso el cadmio.3

Metales pesados en el medio ambiente y en la salud

Otros causan corrosión, como zinc o plomo, o son malos por otros medios (por ejemplo el arsénico puede contaminar los catalizadores).

En la Unión Europea los once elementos más importantes son arsénico, cadmio, cobalto, cromo, cobre, mercurio, manganeso, níquel, plomo, estaño y talio, de los cuales sus emisiones en incineradores están reguladas. Algunos de ellos son necesarios para los humanos en pequeñas proporciones tales como cobalto, cobre, cromo, manganeso y níquel, mientras otros son carcinogénicos o tóxicos, afectando, entre otros, al sistema nervioso central (manganeso, mercurio, plomo, arsénico), los riñones o el hígado (mercurio, plomo, cadmio, cobre) o la piel, los huesos, o dientes (níquel, cadmio, cobre, cromo).5

La contaminación con metales pesados puede surgir de muchas fuentes, pero más comúnmente de la purificación de metales, por ejemplo, el smelting (proceso de extracción del metal de la piedra) extrae el metal de la piedra y del cobre para la preparación de combustible nuclear. La electro-deposición es la primera fuente de cromo y cadmio. Mediante la precipitación de estos compuestos o el intercambio de iones hacia los suelos y barros, los metales pesados se pueden localizar y quedar depositados. A diferencia de los contaminantes orgánicos, los metales pesados no decaen y presentan otros desafíos para remediarlos. Actualmente, se utilizan plantas (fitorremediación) y microorganismos para remover metales pesados, como el mercurio. Ciertas plantas que exhiben hiperacumulación pueden usarse para remover de los suelos estos metales por la concentración en biomateria.6​ En algunos diques de cola se utiliza vegetación que luego es incinerada para recobrar los metales pesados.

Uno de los mayores problemas asociados a la aparición de metales pesados es el potencial de bioacumulación y biomagnificación causando mayor exposición de estos metales a un organismo de la que podría encontrarse sola en el medio ambiente. Peces de alta mar (como el Tetractenos glaber) y aves marinas (como la Fratercula arctica) son controlados por la presencia de estos contaminantes. Los principales lugares en los que se encuentra bioacumulación son los estuarios o lugares con agua salobre, debido a que los contaminantes son arrastrados a lo largo del trayecto de los ríos y depositada en los lechos lacustres, siendo reportados niveles elevados de metales pesados en el fondo, en algas, ostras y peces de consumo humano, tal como sucede en muchas lagunas de agua salobre en México, Nigeria, Egipto, en donde se han realizado estudios del suelo, plantas, agua y tejidos animales, encontrando niveles elevados para metales pesados por encima de lo permitido por sus sistemas de salud y control ambiental en cada una de las naciones.789101112

Medicina

En el uso médico, los metales pesados están pobremente definidos2​ e incluyen a todos los metales tóxicos indistintamente de su peso atómico: los «envenenamientos por metales pesados» pueden incluir excesiva cantidad de hierromanganesoaluminiomercuriocadmio, o berilio (el cuarto elemento más liviano) o algunos como el semimetal arsénico. Esta definición puede incluir al bismuto como metal pesado, el más denso de los elementos estables, pese a su baja toxicidad.

La enfermedad de Minamata se da como resultado del envenenamiento por mercurio, la enfermedad itai-itai por envenenamiento con cadmio, y el saturnismo como envenenamiento con plomo.

Mercancías peligrosas

Los metales pesados en mercancías peligrosas son clasificados en su mayoría como «Clase 9: Materias y objetos que presentan peligros diversos» en el modelo de la ONU de clases de peligro, pero algunas veces mientras son transportados se los etiqueta como «Clase 6.1: Materias tóxicas».

Tecnología nuclear

El Burnup (combustible utilizable) del combustible nuclear, es expresado en gigavatio día por tonelada métrica de metales pesados, donde metales pesados significa actínidos como el toriouranioplutonio, etc., incluyendo material fisible y material fértil . Y no incluye elementos como el oxígeno agregado al material combustible, o material de revestimiento como el circonio, que puede ser considerado un metal pesado por otros estándares.

Conclusiones

Polucion, metales y gérmenes, forman un conglomerado que mutila los organisms y son responsables de la mayoría sino todas las enfermedade degenerativas.

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M. Gómez-EguílazJ.L. Ramón-TraperoL. Pérez-MartínezJ.R. Blanco[REV NEUROL 2019;68:111-117]PMID: 30687918DOI: https://doi.org/10.33588/rn.6803.2018223 OPEN ACCESS

Volumen 68 | Número 03 | Nº de lecturas del artículo 201.171 | Nº de descargas del PDF 3.036 | Fecha de publicación del artículo 01/02/2019
2019 Revista de Neurología

 

LUCHA O HUIDA

PERSISTENCIA DEL ESTADO DE ALARMA . LUCHA O HUIDA

Una de cada ocho personas en el mundo padece un trastorno mental

Un trastorno mental se caracteriza por una alteración clínicamente significativa de la cognición, la regulación de las emociones o el comportamiento de un individuo. Por lo general, va asociado a angustia o a discapacidad funcional en otras áreas importantes. Hay muchos tipos diferentes de trastornos mentales. También se denominan problemas de salud mental, aunque este último término es más amplio y abarca los trastornos mentales, las discapacidades psicosociales y (otros) estados mentales asociados a una angustia considerable, discapacidad funcional o riesgo de conducta autolesiva.

Retrato de mujer asiática enferma estresada con dolor de cabeza mujer deprimida sufre de vértigo mareos migraña resaca exceso de trabajo síndrome de oficina que representa el concepto de atención médica y

 

En 2019, una de cada ocho personas en el mundo (lo que equivale a 970 millones de personas) padecían un trastorno mental. Los más comunes son la ansiedad y los trastornos depresivos (1), que en 2020 aumentaron considerablemente debido a la pandemia de COVID-19; las estimaciones iniciales muestran un aumento del 26% y el 28% de la ansiedad y los trastornos depresivos graves en solo un año (2). Aunque existen opciones eficaces de prevención y tratamiento, la mayoría de las personas que padecen trastornos mentales no tienen acceso a una atención efectiva. Además, muchos sufren estigma, discriminación y violaciones de los derechos humanos.

 

Trastornos de ansiedad

En 2019, 301 millones de personas sufrían un trastorno de ansiedad, entre ellos 58 millones de niños y adolescentes (1). Los trastornos de ansiedad se caracterizan por un miedo y una preocupación excesivos y por trastornos del comportamiento conexos. Los síntomas son lo suficientemente graves como para provocar una angustia o una discapacidad funcional importantes. Existen varios tipos diferentes: trastorno de ansiedad generalizada (caracterizado por una preocupación excesiva), trastorno de pánico (que se caracteriza por ataques de pánico), trastorno de ansiedad social (con miedo y preocupación excesivos en situaciones sociales), trastorno de ansiedad de separación (que es el miedo excesivo o la ansiedad ante la separación de aquellos individuos con quienes la persona tiene un vínculo emocional profundo), etc. Existe un tratamiento psicológico eficaz, y dependiendo de la edad y la gravedad, también se puede considerar la medicación.

 

Depresión

En 2019, 280 millones de personas padecían depresión, entre ellos 23 millones de niños y adolescentes (1). La depresión es distinta de las alteraciones habituales del estado de ánimo y de las respuestas emocionales breves a los problemas de la vida cotidiana. En un episodio depresivo, la persona experimenta un estado de ánimo deprimido (tristeza, irritabilidad, sensación de vacío) o una pérdida del disfrute o del interés en actividades, la mayor parte del día, casi todos los días, durante al menos dos semanas. Concurren varios otros síntomas, como dificultad de concentración, sentimiento de culpa excesiva o de autoestima baja, falta de esperanza en el futuro, pensamientos de muerte o de suicidio, alteraciones del sueño, cambios en el apetito o en el peso y sensación de cansancio acusado o de falta de energía. Las personas que padecen depresión tienen un mayor riesgo de cometer suicidio. Sin embargo, existe un tratamiento psicológico eficaz, y dependiendo de la edad y la gravedad, también se puede considerar la medicación.

 

 

Trastorno bipolar

En 2019, 40 millones de personas padecían trastorno bipolar (1). Las personas afectadas experimentan episodios depresivos alternados con períodos de síntomas maníacos. Durante el episodio depresivo, experimentan un estado de ánimo deprimido (tristeza, irritabilidad, sensación de vacío) o una pérdida del disfrute o del interés en actividades, la mayor parte del día, casi todos los días. Los síntomas maníacos pueden incluir euforia o irritabilidad, mayor actividad o energía y otros síntomas, como aumento de la verborrea, pensamientos acelerados, mayor autoestima, menor necesidad de dormir, distracción y comportamiento impulsivo e imprudente. Las personas con trastorno bipolar tienen un mayor riesgo de cometer suicidio. Sin embargo, existen opciones terapéuticas eficaces, como psicoeducación, reducción del estrés y fortalecimiento del funcionamiento social y medicación.

 

Trastorno de estrés postraumático

La prevalencia del trastorno de estrés postraumático y otros trastornos mentales es alta en entornos afectados por conflictos (3). Este trastorno puede desarrollarse después de la exposición a un suceso o serie de sucesos extremadamente amenazantes u horribles. Se caracteriza por todo lo siguiente: 1) volver a experimentar el suceso o sucesos traumáticos en el presente (recuerdos intrusivos, escenas retrospectivas o pesadillas); 2) evitar pensamientos y recuerdos del suceso o sucesos, o evitar actividades, situaciones o personas que recuerden al suceso o sucesos, y 3) percepciones persistentes de una mayor amenaza actual. Estos síntomas duran varias semanas y causan una discapacidad funcional importante. Existe un tratamiento psicológico eficaz.

 

Esquizofrenia

A escala mundial, la esquizofrenia afecta a unos 24 millones de personas, es decir, a una de cada 300 personas (1). Quienes padecen esquizofrenia tienen una esperanza de vida de 10 a 20 años por debajo de la de la población general (4). La esquizofrenia se caracteriza por una importante deficiencia en la percepción y por cambios de comportamiento. Los síntomas pueden incluir persistencia de ideas delirantes, alucinaciones, pensamiento desorganizado, comportamiento muy desorganizado o agitación extrema. Las personas que padecen esquizofrenia pueden ver entorpecidas de forma persistente sus capacidades cognitivas. Sin embargo, existen diversas opciones terapéuticas eficaces, entre las que se cuentan la medicación, la psicoeducación, las intervenciones familiares y la rehabilitación psicosocial.

 

Trastornos del comportamiento alimentario

En 2019, 14 millones de personas padecían trastornos alimentarios, de los que casi 3 millones eran niños y adolescentes (1). Los trastornos alimentarios, como la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa, se caracterizan por alteraciones en la alimentación y preocupación por los alimentos, así como por problemas notables de peso corporal y forma. Los síntomas o comportamientos dan lugar a un riesgo o daño considerables para la salud, una angustia notable o una discapacidad funcional importante. La anorexia nerviosa suele aparecer durante la adolescencia o a principios de la edad adulta, y puede provocar una muerte prematura debido a complicaciones médicas o al suicidio. Las personas con bulimia nerviosa tienen un riesgo significativamente mayor de abuso de sustancias, suicidio y complicaciones de salud. Existen opciones de tratamiento eficaces, como el tratamiento de base familiar y la terapia cognitiva.

 

Trastornos de comportamiento disruptivo y disocial

En 2019, 40 millones de personas, incluidos niños y adolescentes, sufrían un trastorno de comportamiento disocial (1). Este trastorno, también conocido como trastorno de conducta, es uno de los dos trastornos de comportamiento disruptivo y disocial, el otro es el trastorno desafiante y oposicionista. Los trastornos de comportamiento disruptivo y disocial se caracterizan por problemas de comportamiento persistentes, como comportamientos persistentemente desafiantes o desobedientes que violan de manera permanente los derechos básicos de los demás o las principales normas, reglas o leyes sociales apropiadas para la edad. La aparición de trastornos disruptivos y disociales es común durante la infancia, aunque a veces se da en otras épocas de la vida. Existen tratamientos psicológicos eficaces, que suelen involucrar a padres, cuidadores y maestros, y también la resolución de problemas cognitivos o la capacitación en habilidades sociales.

 

Trastornos del neurodesarrollo

Los trastornos del neurodesarrollo son trastornos conductuales y cognitivos que surgen durante el desarrollo y que dan lugar a dificultades considerables en la adquisición y ejecución de funciones intelectuales, motoras o sociales específicas.

 

Los trastornos del neurodesarrollo incluyen trastornos del desarrollo intelectual, trastorno del espectro autista y trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), entre otros. Este último se caracteriza por un patrón persistente de falta de atención o hiperactividad-impulsividad, que tiene un impacto negativo directo en el funcionamiento académico, ocupacional o social. Los trastornos del desarrollo intelectual se caracterizan por limitaciones significativas en el funcionamiento intelectual y el comportamiento adaptativo, que se refiere a dificultades con las habilidades conceptuales, sociales y prácticas cotidianas en la vida diaria. El trastorno del espectro autista (TEA) constituye un grupo diverso de afecciones caracterizadas por cierto grado de dificultad con la comunicación social y la interacción social recíproca, así como patrones de comportamiento, intereses y actividades restringidos, repetitivos e inflexibles.

Existen opciones terapéuticas efectivas, que incluyen intervenciones psicosociales y comportamentales, terapia ocupacional y logoterapia. Para determinados diagnósticos y grupos de edad, también se puede considerar la medicación.

 

¿Quién corre el riesgo de presentar un trastorno mental?

Existe un conjunto diverso de factores individuales, familiares, comunitarios y estructurales que, en conjunto, protegen o socavan la salud mental. Aunque la mayoría de las personas son resilientes, quienes están expuestos a circunstancias adversas, como la pobreza, la violencia, la discapacidad y la desigualdad, corren un mayor riesgo. Entre los factores de protección y de riesgo se cuentan factores psicológicos y biológicos individuales, como las habilidades emocionales y la genética. Muchos de esos factores se ven influidos por cambios en la estructura o la actividad del cerebro.

 

Sistemas de salud y apoyo social

Los sistemas de salud aún no han respondido adecuadamente a las necesidades de las personas que padecen trastornos mentales, y no cuentan con los recursos necesarios para ello. Hay una divergencia considerable en todo el mundo entre la necesidad de tratamiento y su prestación, que, cuando se da, suele ser de mala calidad. Por ejemplo, solo el 29% de las personas que padecen psicosis (5) y solo un tercio de las que sufren depresión reciben atención sanitaria de la salud mental en el ámbito del sistema de salud formal (6).

 

REACCIÓN DE LUCHA O HUIDA

Es un mecanismo automático de supervivencia que prepara al organismo para tomar estas acciones. Todas las sensaciones producidas por el cuerpo suceden por buenas razones – preparar el cuerpo para huir o luchar– y se vuelven patológicas cuando no ocurren sin ser necesarias ni por qué están sucediendo.

Que papel tienen la cronicidad de este reflejo en las patologías psiquiátricas que soporta nuestro tiempo

El pensamiento rápido ayuda a evaluar el peligro y tomar decisiones rápidas. Puede ser muy difícil concentrarse en algo aparte del peligro (o rutas de escape) cuando está activa la reacción de lucha o huida

Para activar esta respuesta de lucha o huida, las hormonas del estrés como el cortisol y la adrenalina son liberadas por las glándulas suprarrenales. Ayudan a nuestro cuerpo a movilizarse con rapidez para huir del peligro.

¿Qué función tiene el sistema nervioso simpático y parasimpático?

Sistema Nervioso Simpático: encargado de regular las respuestas corporales de activación. Sistema Nervioso Parasimpático: responsable de volver al estado de equilibrio y conservación después de la activación del sistema simpático.27 jun 2018

Es fácil ver que la respuesta de luchar o huir es esencial en algunas situaciones.

Sin duda, la capacidad del cuerpo para manipular los músculos lisos, los músculos cardíacos y las glándulas con el fin de producir reacciones más rápidas y más fuertes cuando las necesites, puede salvar la vida.

Sin embargo, también es fácil ver que, si no puedes percibir situaciones verdaderamente peligrosas con precisión, puedes encender tu respuesta de lucha o huida con más frecuencia de la necesaria. El punto aquí es que el sistema de lucha o huida, el sistema nervioso simpático, se active cuando no es necesario.

Producir sudor excesivo es bueno si necesitas huir de un oso, pero no es bueno cuando intentas causar una buena impresión en una primera cita.

Hacer que tu corazón lata más rápido y más fuerte es bueno si necesitas levantar una extremidad caída de alguien que está herido, pero no es bueno cuando estás sentado en tu escritorio tratando de terminar un informe. Ambos son una respuesta fisiológica de estrés.

«Si la respuesta al medio es excesiva o prolongada, puede surgir cualquiera de una variedad de trastornos clínicos».

En otras palabras, activar la respuesta de lucha o huida con demasiada frecuencia puede provocar graves daños a la salud.

La activación frecuente a largo plazo de la respuesta de lucha o huida es a menudo sinónimo de un fenómeno de salud llamado estrés crónico.

El estrés crónico ocurre cuando «el sistema de alarma permanece activado durante un largo período de tiempo.

 

 

 

Referencias

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(7)David S. Goldstein Cellular and Molecular Neurobiology:

 

 

LA NEUROGLIA EN LA RESPUESTA INMUNE DEL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL

LA NEUROGLIA EN LA RESPUESTA INMUNE DEL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL

Neuroglia del sistema nervioso

La neuroglia es entre otras capacidades la respuesta inmune local en base al estudio de diversas patologías infecciosas y auto-inmunes del sistema nervioso central, tanto en humanos como en modelos murinos.

Es muy posible que la neuroglia sea fundamentalmente una inflamación contra particulas de varias extirpes entre ella microbianas, pero además tenga otras propiedades como la reparadora del sistema nervioso.

La neuroglia secreta y es blanco de diferentes citocinas y quimocinas que participan en la respuesta inflamatoria del sistema nervioso ante agresiones de diversos tipos tanto biológicas como físicas. Se ha demostrado la presencia in vivo de moléculas de clase I del complejo mayor de histocompatibilidad en la microglia, los astrocitos y los oligodendrocitos pero sólo durante procesos inflamatorios, la presencia de moléculas de clase II se ha comprobado únicamente en la microglia y su identificación en los astrositos es motivo de controversia. La presencia de algunos marcadores inmunológicos en la neuroglia y los estudios funcionales ha permitido identificar mecanismos como la fagocitosis y la presentación de antígenos a los linfocitos TCD4+ por parte de la microglia, la secreción de citocinas por los astrocitos y la presencia en oligodendrocitos de receptores para estos factores solubles. Todos estos avances han permitido la comprensión de algunos mecanismos fisio-patogénicos y la posible aplicación de novedosas medidas terapéuticas en el sistema nervioso central. central, neuroinmunología (Acta Neurol Colomb 2007;23:25-30). .

El sistema nervioso central (SNC) se ha considerado como un sistema inmuno-privilegiado. Esta definición se basa en diferentes características locales como la presencia de una barrera hematoencefálica y la ausencia de drenaje linfático convencional. Además, en condiciones normales el SNC no exhibe moléculas del complejo mayor de histocompatibilidad (CMH) ni se detectan células profesionales presentadoras de antígeno.

La ruptura de la barrera hematoencefálica durante procesos patológicos como las enfermedades infecciosas o auto-inmunes permite la entrada de células sanguíneas, disparando una serie de eventos inmunes donde no sólo participan diversos componentes del sistema de defensa sino también elementos locales como la neuroglia (1). La neuroglia comprende un grupo heterogéneo de células, que sirven de soporte al tejido nervioso y facilitan diversas funciones en el cerebro y la médula espinal. Incluidos en la neuroglia se encuentran los astrocitos, la microglia y los oligodendrocitos.

El conocimiento del papel de la neuroglia en la inmunidad del SNC se basa principalmente en los datos obtenidos de pacientes con esclerosis múltiple (EM), enfermedad autoinmune que ataca el SNC (2), y en el modelo murino denominado encefalomielitis autoinmune experimental (EAE) (3). En humanos las extrapolaciones fisiopatológicas se basan en mediciones realizadas en el líquido cefalorraquídeo (LCR) y en los especímenes de autopsias del SNC.

Otras contribuciones al entendimiento de la respuesta inmune en el SNC provienen de modelos de enfermedades virales en ratones, como la infección intracerebral con coronavirus, principalmente la variante neuropatógena del virus de la hepatitis de ratón (JHMV) y el picornavirus productor de la encefalomielitis viral murina de Theiler (TMEV) (4, 5).

Las dificultades para el estudio de las células neurogliales radica en la falta de marcadores de superficie para su identificación plena, además de la existencia de una compleja red de comunicaciones establecida entre la neuroglia misma y las neuronas.

En su mayoría, los estudios in vitro con neuroglia se realizan utilizando células fetales o neonatales humanas o de ratones que, si bien, no representan los estadios maduros ni ejemplifican la red de comunicación celular permiten la definición de mecanismos específicos. En este artículo se revisan temas relacionados con los eventos inmunes en los cuales participa la neuroglia durante la defensa del SNC. En la actualidad, se reconoce a la neuroglia como una parte activa de la defensa del sistema nervioso contra las agresiones microbianas, físicas y químicas.

La microglia se considera como los macrófagos del SNC. Las células microgliales comparten con los macrófagos la función y la presencia de varios marcadores y su origen en la medula ósea (6,7).

Los macrófagos y la microglia presentan marcadores de superficie como los receptores para la fracción cristalizable (FC) de los anticuerpos como CD16, CD32, moléculas de adhesión como CD11b y CD54 (ICAM-1) y F4/80, éste último presente sólo en ratones (8).

Esta paridad en la presencia de marcadores complica la diferenciación entre microglia y macrófagos en los tejidos, sin embargo, en manos expertas pueden distinguirse por su morfología (9). Existen marcadores en humanos como CD163, el cual permite diferenciar los macrófagos perivasculares de la microglia (10). De otra parte, las células del SNC separadas por medio de digestión enzimática (ej. tripsina, colagenasa etc.) pueden diferenciarse de acuerdo con la presencia del marcador CD45, que identifica células originadas en la médula ósea (11). En condiciones normales las células con alto contenido de CD45 (CD45 alto) no se encuentran en el SNC, pero ganan acceso al romperse la barrera hematoencefálica. Las células CD45 con bajo nivel (CD45bajo) representan principalmente la microglia y las poblaciones CD45 negativas (CD45neg) que contiene principalmente oligodendrocitos, astrocitos, células endoteliales y otras poblaciones aún no identificadas

Los receptores tipo Toll (o Toll-like receptor TLRs) constituyen una familia de proteínas que forman parte del sistema inmunitario innato. Estos receptores son transmembranosos y reconocen patrones moleculares expresados por un amplio espectro de agentes infecciosos, y estimulan una variedad de respuestas inflamatorias. Además, la señalización mediada por los TLRs en las células presentadoras de antígeno (CPAs) representa una parte importante en el vínculo entre la respuesta inmune innata y la adaptativa. Proteínas de esta familia se encuentran en plantas, invertebrados, y vertebrados, ya que desempeñan un papel clave en unas vías de señalización bien conservadas.1​ Después de las defensinas, pueden ser el componente del sistema inmune más antiguo. Existen 11 TLRs en el ser humano, cada TLRs está codificado por un gen diferente.

La microglia participa en la respuesta innata en el SNC, ejemplo de ello es la expresión de receptores tipo “toll” (TLR) incluyendo el TLR4 que une el lipopolisacárido (LPS) o el TLR2 que une peptidoglicanos, ambos componentes derivados de las paredes bacterianas, inductoras Acta Neurol Colomb Vol. 23 No. 1 Marzo 2007 de la producción de citoquinas como interferones (IFN) tipo I, interleucina 1 (IL-1), IL-6, IL-12 y del factor de necrosis tumoral (TNF-α) (12), además de derivados del óxido nítrico (NO) (13), todos ellos elementos importantes de la respuesta inflamatoria. Igualmente, la expresión de múltiples receptores de quimiocinas y citocinas por parte de la microglia indica su rápida capacidad de respuesta y migración a los sitios de inflamación (14).

Como los macrófagos, la microglia presenta el marcador CD36 y otros receptores tipo “scanvengers” (SR) que median la fagocitosis (15,16), función que aumenta in vitro en presencia de glucocorticoides (17).

La microglia también participa en la respuesta inmune específica del SNC mediante la expresión de moléculas del CMH, ambas moléculas reguladas por la presencia de IFN-γ (9). La presencia en la microglia de moléculas de clase II y moléculas co-estimuladoras como CD54, CD80 y CD86 entre otras, detectadas durante procesos inflamatorios sugieren una posible función en la presentación antigénica a los linfocitos T CD4+ (18,19). Diversos estudios implican estas células en la presentación de antígenos propios de la mielina en la patogénesis de la EM.

La microglia también posee funciones inmunoreguladoras como la producción de citocinas antiinflamatorias como el factor transformador de crecimiento (TGF-ß1) y la IL-10 cuya secreción se aumenta in vitro, luego de la fagocitosis de cuerpos apoptóticos (20,21). Actualmente, la microglia es blanco activo en la búsqueda de nuevas terapias como las estatinas, para el tratamiento de la EM (22).

La formación y mantenimiento de la barrera hematoencefálica en el SNC es una de las principales funciones de los astrocitos, además, estas células secretan factores de crecimiento neural y participan en la remoción de compuestos neurotóxicos (23). No se han descrito marcadores de superficie para la identificación de los astrocitos, no obstante, existen marcadores intracelulares como la proteína ácida gliofibrilar (GFAP), el más específico de ellos, y la proteína ácida de unión a calcio o S-100 (24), que se encuentran no solamente en los astrocitos sino también en algunas neuronas. Una de las limitaciones del estudio in vitro de los astrocitos radica en la baja cantidad de células obtenidas, luego de la digestión enzimática de tejido nervioso, probablemente debido a la pérdida de sus prolongaciones citoplasmáticas. Sin embargo, los cultivos primarios de astrocitos fetales y neonatales de ratones o humanos, y los estudios in vivo con astrocitos de ratones trasgénicos han permitido la disección de sus funciones inmunes. El papel de los astrocitos en la defensa del SNC se basa en dos aspectos fundamentales: la secreción de factores solubles como (citocinas y quimocinas) y la presentación de antígenos en el contexto de las moléculas de clase II del CMH (25). Los astrocitos en condiciones normales producen IL-6, IL-10 y CXCL12 (SDF-1α/β) producción que aumenta en respuesta a estímulos/ inflamatorios (14,26,27).

La quimocina CXCL12

Marín ha detallado las potenciales aplicaciones del hallazgo: «Conocer cómo se distribuyen las interneuronas por la corteza cerebral y cuándo no logran hacerlo de manera adecuada puede servir para desarrollar nuevos métodos de diagnóstico precoz de enfermedades relacionadas con la pérdida de equilibrio en la corteza y, eventualmente, para su tratamiento».

CD45 Mouse anti-Human, APC, Clone: HI30, Invitrogen™: Primary Antibodies - Alphabetical Anticuerpos primarios | Fisher Scientific

Gráfico de puntos obtenido por citometría de flujo usando células derivadas de cerebro de ratón, durante el curso de una infección viral. el tejido digerido con enzimas es separado por gradiente de densidad y las células obtenidas son marcadas con el anticuerpo anti-cd45. nótese la separación en tres poblaciones de acuerdo con la expresión de cd45, cd45alta que corresponde a las células derivadas de medula ósea que infiltran el cerebro, cd45baja corresponde a la microglia y las cd45neg corresponden a oligodendrocitos, astrocitos y otras células sin identificarS Determinación de valores de linfocitos TCD3+, CD3+/CD4

La neuroglia en la respuesta inmune del sistema nervioso central se ha implicado en el proceso de diferenciación de los linfocitos B en el SNC, importante para la producción de anticuerpos in situ (28). Junto con la microglia, los astrocitos producen quimocinas atrayentes de macrófagos como CCL2 (MCP-1), CCL3 (MIP-1α) y CCL-8 (MCP-2) o atrayentes de linfocitos como CCL5 (RANTES) y CXCL10 (IP-10), todos ellas necesarias durante la respuesta inmune del SNC a noxas infecciosas (14,29). La función de los astrocitos como célula presentadora de antígeno a linfocitos TCD4+ es un tema controversial (30). La presencia de moléculas de clase II se detecta en astrocitos cultivados (31) y sólo en pocos estudios se ha demostrado la presencia de clase II, como por ejemplo, en lesiones de pacientes con EM (32). La expresión de moléculas de clase II de los astrocitos in vitro es regulada por el FNTα o el IFNγ permitiendo así la presentación de antígenos derivados de la mielina a clones de linfocitos T, sin embargo, el reconocimiento de los péptidos cortos derivados de la mielina es mejor que el reconocimiento de las proteínas completas (33). Estos hallazgos podrían implicar por que los astrocitos no poseen toda la maquinaria completa para realizar el procesamiento y la presentación antigénica en el contexto de las moléculas de clase II del CMH (34).

OLIGODENDROCITOS COMO BLANCO DE CITOCINAS TIPO TH2

Los oligodendrocitos cumplen un papel preponderante en la síntesis y mantenimiento de la capa de mielina. Los oligodendrocitos son células altamente especializadas en el trasporte y producción de lípidos y demás proteínas componentes de la mielina (35). Como otras células del SNC poseen poca capacidad de renovación y se encuentran en estado quiescente. Sin embargo, los precursores de oligodendrocitos (OPC) inducen remielinización luego de la pérdida de mielina, como consecuencia de agresiones inmunes o microbianas (36). Existen diferentes moléculas que permiten la identificación de los oligodendrocitos dependiendo de su estado de maduración. Los marcadores como la 3´-fosfodiesterasa 2´,3´- cíclica de nucleótidos (CNP) y el antígeno O4 identifican los oligodendrocitos en todos los estadios; mientras que el marcador A2B5 identifica a los OPC y las proteínas componentes de la mielina como la proteína básica de mielina (MBP), la glicoproteína de mielina del oligodendrocito (MOG), la glicoproteína asociada a la mielina (MAG) y la proteína proteolipídica (PLP) permiten la identificación de las células maduras (35). Los oligodendrocitos en condiciones normales no poseen moléculas del CMH, pero la expresión de clase I se ha observado a continuación de infecciones virales o por exposición al IFN-γ (37,38). El mecanismo efector de respuesta de los linfocitos T CD8+ en reconocimiento a las moléculas de clase I no se ha determinado in vivo, sin embargo, se ha demostrado en cultivos celulares el efecto citotóxico de los linfocitos T CD8+ sobre los oligodendrocitos (39). Aunque no se ha detectado la producción de citoquinas Astrocitos Microglia Oligodendrocitos Origen Neuroectodermo Mesenquimal Neuroectodermo ¿Mesenquimal? Función neurológica Formación de la barrera Vigilancia y defensa Formación y mantenimiento hematoencefálica Reparación tisular de la capa de mielina Soporte metabólico Principal función Secreción de citoquinas Fagocitosis Blanco de citoquinas inmune y quimoquinas Secreción quimoquinas y quimoquinas ¿Presentación a linfocitos CD4+? Presentación a linfocitos T CD4+ Principales GFAP CD45bajo/CD11b+ CD45negativo/O4+ marcadores TABLA 1. CARACTERÍSTICAS DE LA NEUROGLIA. Acta Neurol Colomb Vol. 23 No. 1 Marzo 2007 por parte de los oligodendrocitos en el SNC de individuos normales, estos sí poseen receptores para algunas de ellas como receptor para IL-4, IL-6 e IL-10 (27). Todos estos receptores unen citocinas pertenecientes al tipo Th2, las cuales podrían tener efecto protector en el sistema nervioso. Los oligodendrocitos de individuos normales igualmente también presentan el receptor para IL-12 y se han observado los receptores para IFN-γ e IL-18 durante procesos inflamatorios del SNC (27, 40, 41). Finalmente, los oligodendrocitos humanos expresan los receptores de quimocinas CXCR1, CXCR2 y CXCR3 y de este último receptor su ligando CXC1L0 (IP-10) (41). La determinación del efecto de las citoquinas sobre los oligodendrocitos permitirá conocer aspectos importantes en el sistema nervioso central sobre la supervivencia o muerte de estas células, la pérdida de mielina o la remielinización.

La neuroglia no sólo participa en los procesos clásicos como soporte y reparación del SNC es además parte activa de los procesos locales de defensa de forma directa y a través de la interacción con el sistema inmune, involucrado durante los procesos patológicos.

REFERENCIAS

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John M. González, Jaime Toro Recibido The neuroglia in the immune response of the nervous central system: 05/10/06. Revisado: 20/10/06.

 

PALEONEUROBIOLOGÍA

PALEONEUROBIOLOGÍA, CIENCIA POSMODERNA

La Neurobiología interpersonal (IPNB) es esencialmente un marco teórico asociado con el desarrollo humano y su funcionamiento para integrar un mejor entendimiento de la salud mental asi como tratamientos más efectivos para promover un bienestar mental.

IPNB tiene un extensa fundamentación científica para la salud mental y las relaciones saludables, brindando nuevos conocimientos en in las interacciones de la mente, cerebro y las relaciones.

Es desarrollada en los años 90’s por el Dr Daniel Siegel quien buscaba traer un cojunto de evidencia científica en diferentes campos sobre la mente, cerebro y las relaciones para ser integrados en un solo campo de estudio y aplicación.

La ciencia la paleoneurobiología busca descubrir los procesos mentales de nuestros antepasados.

La arqueoastronomía nos permite releer las antiguas culturas y encontrar las huellas de ese ser mítico que parece determinar nuestra visión de la realidad escatológica llamado uróboros, la posmoderna paleoneurobiología está empeñada en romper con visiones enquistadas de la evolución de la vida.

Lo que hace un sistema nervioso es construir un modelo del mundo para integrar de manera comprensible el significado de ese innumerable volumen de datos sensoriales.

El tener que imaginar lo que existió, conduce sin duda a la confusión y error

¿Cómo saber la esencia de los procesos mentales de las personas que ya no están y ni siquiera encontraron herramientas para expresarse?

Las cuevas donde se han conservado manifestaciones de quienes ya poseían imaginación son muy posteriores a los primates cuyo nivel de conciencia en el árbol de la vida es más cercano a las musarañas que a nosotros. Además, los sistemas nerviosos están conformados por tejido blando que se destruye muy poco tiempo después de la muerte de un organismo. Los fósiles, pues, aportan sólo una clave para resolver el enigma.

Harry Jerison estudió durante décadas los registros de sitios como la Sima de los Huesos en Atapuerca, provincia de Burgos, a fin de hallar claves evolutivas, estos es, cuáles fueron las presiones selectivas que permitirían no sólo el aumento de la masa cerebral de nuestros antepasados primates, sino la complejidad de sus conexiones neuronales.

El profesor Jerison trataba de encontrar una aguja en un pajar.. A partir de restos de cavidades craneanas fosilizadas se puede inferir, entre otras cosas, que los neanderthales tenían un área prefrontal exactamente del mismo tamaño que la nuestra. Los insignificantes mamíferos de hace unos 200 millones de años evolucionaron por su capacidad de construir, durante la noche, un mapa cognitivo de la realidad circundante gracias al poder de su sistema auditivo. A diferencia de reptiles como los dinosaurios, quienes sólo conocían el estímulo-respuesta y su actitud frente a los avatares cotidianos era errática, los mamíferos sabían diseñar estrategias de acción. Cuando los grandes reptiles desaparecieron hace poco menos de 70 mda, la vista comenzó a adquirir preponderancia en el concierto de instrumentos que permiten a los mamíferos, como nosotros, diagnosticar lo que pasa “allá afuera”. Su evolución fue tal que ahora somos organismos visuales.

Interpreto que la utilización variada de los órganos de los sentidos, modifico la evolución del hominido y de otros animales.

El tamaño del cerebro de los mamíferos aumentó de tamaño, explica Jerison, y se llenó de receptores sensoriales. Así, el reto era integrar todos los sentidos para adquirir la capacidad de reconocer un objeto que, en teoría, podía definirse mediante un número casi infinito de diferentes tipos de receptores. La solución consistió en desarrollar una manera básica y visual, que compartimos muchas especies, cuyo propósito es representar el mundo que percibimos a cada momento, usar dicha imagen para reconocer objetos y establecer una jerarquía entre ellos.

Mientras que el cerebro de los reptiles es en esencia un mecanismo reflejo ante la realidad circundante, en el cerebro de los mamíferos surgió la capacidad de darse cuenta de sí mismo y de que hay un mundo real en movimiento. Así aparecieron especies con la habilidad de procesar estímulos mediante una representación perceptual y consciente del mundo.

Para Jerison la función prístina de la conciencia fue generar una imagen de infinidad de objetos, sin importar qué tipo de receptores sensoriales se utilicen para reconocerlos, pero entendiendo el significado de cada uno de ellos. Los reptiles jamás llegarían a tal conclusión dado que su sistema nervioso reacciona sin buscar mayor significado, mientras que el cerebro de los mamíferos logró transformar el estímulo en un “objeto” existente en el espacio tiempo y pudo, en consecuencia, enfrentarlo de manera activa porque significa algo en cada ocasión.

El profesor Jerison insistió en afirmar que el cerebro humano no es más que un viejo marrullero, como aquel equipo de veteranos por los que, uno por uno, no darías un quinto pero que, en conjunto, suelen dar el campanazo. Dicho de otra manera, entender cada trozo de información sensorial coherente (bytes) e incoherente (bits) nos llevaría a la debacle, nuestro dispositivo se colapsaría y ya habríamos desaparecido de la faz de la Tierra. De acuerdo con el paleoneurobiólogo, lo que hace un sistema nervioso es construir un modelo del mundo para integrar de manera comprensible el significado de ese innumerable volumen de datos sensoriales. Lo individual no vale, pero el conjunto es armonioso.

En la medida que el tiempo evolutivo siguió su curso la capacidad de imaginar modelos mejoró y, por ende, fue más fácil reconocer cierto patrón en diversas clases de datos (desde el zumbido de un mosquito hasta el estallido de un relámpago, por ejemplo). Dado que es imposible reconocer cada dato, lo que el modelo nos permite imaginar es su ubicación en la escena (si el mosquito ya hizo de la suyas o apenas se acerca amenazante, si la tormenta es inminente o habrá de disiparse). Sabemos que el mundo que percibimos es únicamente el modelo que hemos podido crearnos de él (algunos somos más sensibles que otros al ataque nocturno de insectos), si bien no es el mundo mismo.

La autoconciencia nos deja distinguir el conocimiento que adquirimos por el lenguaje articulado y el que proviene de los sentidos. Los esquizofrénicos que escuchan voces y los paranoicos que se sienten perseguidos por alguna fuerza del mal han perdido esta capacidad de entender y enfrentar la realidad. Algo similar sucede con lo sueños y las experiencias místicas, donde no estamos seguros de que el acontecer sea real o no. Para Jerison, cuando parece que abandonamos nuestro cuerpo en un evento extático de hecho lo que sucede es el derrumbe de nuestra habilidad para ir y venir entre los sentidos externos (datos sensoriales) y el sentido del lenguaje.

Todo esto que no es mas mas que imaginar el pasado, es muy entretenido, pero seguro que falso.

Nuestro cerebro todavía no esta preparado para imaginar en serio

Por Carlos Chimal19 febrero 2014

el Dr Daniel Siegel Que es la Neurobiología

 

 

TRATAMIENTO CON CÉLULAS MANIPULADAS

TRATAMIENTO CON CÉLULAS MANIPULADAS

El inmunólogo y pionero en la terapia con células CAR-T confía en que este tipo de tratamientos llegue también a otras patologías no oncológicas.

“Todo empezó con la guerra”, afirma el profesor Carl June. La guerra a la que se refiere es la de Vietnam. June iba a estudiar en Stanford Ingeniería química, como su padre, pero le llamaron a filas y para esquivar los arrozales optó por entrar en la Academia Naval. La Marina se hizo cargo de sus estudios de Medicina, necesitaban especialistas en trasplante de médula ósea para tratar potenciales accidentes en los submarinos nucleares. “Pero cuando la Unión Soviética cayó en 1989, ya no había motivos para tener tantos submarinos nucleares, así que el interés y el dinero se concentraron en la investigación en traumatismos y enfermedades infeccciosas”. De esta forma, June irrumpió en el campo de la malaria y el sida. Cuando acabó su vinculación con el ejército, tenía experiencia en terapia celular y en enfermedades infecciosas, aunque en realidad lo que él quería era investigar en cáncer. Su mujer había sido diagnosticada de cáncer de ovario que desgraciadamente no superó, un hecho vital que marcó el curso de su trabajo. En 1999, June empezó a aplicar, ya en la Universidad de Pensilvania, sus conocimientos sobre el VIH para intentar estimular al sistema inmune frente a la enfermedad. Así surgió un programa de entrenamiento para que ciertas células inmunitarias, los linfocitos T, atacaran con mayor precisión y potencia a las células tumorales. Mediante ingeniería genética modificaron linfocitos T para que expresaran un marcador, un receptor antigénico quimérico (CAR, en su acrónimo inglés). “Como sabía mucho sobre el VIH, fuimos los únicos que utilizamos este tipo de virus [modificado para que no cause enfermedad] para colocar la molécula CAR en las células T y resulta que era una buena forma. Tuve suerte. Haberme formado en diferentes disciplinas resultó ser una ventaja muy grande y algo que nunca hubiera planeado. Fue un accidente causado por la guerra”, resume con sencillez.

La terapia con células CAR-T de June cosechó resultados sorprendentes en sus primeros ensayos iniciados en 2010 con pacientes afectados por leucemia linfocítica crónica refractaria y recidivante, incluida poco después una niña de seis años que ahora es una adolescente sin rastro de la enfermedad. Hoy, hay varias compañías farmacéuticas que comercializan células CAR-T para diversas indicaciones, todas de cáncer hematológico. En España, un total de 15 hospitales están autorizados para administrarlas a los pacientes, mediante un proceso que implica extraer los linfocitos del paciente, modificarlos genéticamente en un laboratorio e introducirlos de nuevo en el enfermo para que ataquen a las células enfermas.

En la Universidad de Pensilvania, June dirige el Centro de Inmunoterapias Celulares de la Facultad de Medicina Perelman y el Instituto Parker de Inmunoterapia del Cáncer, donde un gran equipo busca cómo extender ese tratamiento de ingeniería celular al cáncer sólido, en concreto, a tumores difíciles de tratar, como el de ovario o el de páncreas. También piensa en utilizar la fuerza de la terapia CAR-T en enfermedades distintas al cáncer, como la fibrosis cardiaca o la esclerosis múltiple. El inmunólogo está convencido de que será posible, porque hoy laboratorios en todo el mundo investigan en esa dirección. Lo dice con el aplomo de quien ha participado en carreras de bicicleta Everesting, donde se pedalea sin parar hasta recorrer la altura del Monte Everest. Entrevistamos al profesor June a su paso por Madrid para impartir una conferencia en la Fundación Ramón Areces sobre cómo se están utilizando estas herramientas para diseñar la próxima generación de terapias basadas en células T modificadas.

PREGUNTA. Hace poco se han conocido algunos casos de enfermos con leucemia que gracias a la terapia células CAR-T llevan más de diez años sin rastro de la enfermedad; eso se suma a las largas remisiones mantenidas en otros pacientes con linfoma avanzado que recibieron esta terapia. ¿Se puede decir que las células CAR-T curan el cáncer?
RESPUESTA. El cáncer es una enfermedad muy amplia: tenemos cientos de tipos de células en el organismo y cada uno de ellos puede convertirse en cáncer. La terapia con células CAR-T está aprobada en varios tipos de cáncer de la sangre [leucemia, linfoma, mieloma múltiple]. Puesto que empezamos a tratar a algunos de esos pacientes hace diez años y siguen en remisión podemos decir que están curados, pero el 90% de los cánceres no son hematológicos, así que aún investigamos para llevar la terapia CAR-T a otros tipos de tumores, como ciertos tipos de cáncer cerebral, de páncreas o de mama. Los resultados aún no son tan sorprendentes como en los cánceres hematológicos, pero soy optimista, porque hay miles de laboratorios que ahora trabajan en esto.

P. ¿Qué barreras deben superarse antes de que esta terapia pueda funcionar en otros tumores?
R. Son muchas, es más difícil que en el cáncer hematológico, porque el cáncer sólido tiene más formas de apagar el sistema inmunológico; cuenta con muros, algunos hechos con tejido cicatricial, para evitar que los invasores entren. En el cáncer de la sangre, las células CAR-T no tienen que atravesar una pared para llegar hasta la célula tumoral. Por esto estamos trabajando en diversos enfoques, como combinar las células CAR-T con un virus capaz de infectar al tumor para ayudar a los linfocitos a entrar. De hecho, esta investigación la llevamos a cabo con un equipo de Barcelona, con Ramón Alemany, quien desarrolló el virus oncolítico, y Sònia Guedan, que estuvo haciendo un posgrado en mi laboratorio de Pensilvania. Tenemos un ensayo clínico abierto en cáncer de ovario. También vamos a ensayar el cáncer de páncreas con esta estrategia combinada. Y creo que habrá muchos más estudios en esta línea. Es una forma de derribar los muros, que parece muy prometedora. Hay muchas investigaciones aquí en España y en todo el mundo para tratar de hacer que funcione en el cáncer sólido. Y está funcionando en ratones y está empezando a funcionar en algunos ensayos en humanos, por ejemplo, se han visto datos emocionantes en un reciente ensayo sobre cáncer cerebral infantil en Stanford. Hay mil ensayos ahora, sin embargo, es importante recordar que estamos en el campo de la investigación. De momento, la terapia CAR-T solo está aprobada para el cáncer de sangre.

«Las CAR-T está empezando a funcionar, en el campo de la investigación, en tumores como el de páncreas, cerebral y de ovario»

P. Sin dejar el campo de la investigación, también se está trabajando en otras enfermedades diferentes al cáncer, como el lupus, por ejemplo. ¿Cómo podrían ayudar este tipo de tratamientos?
R. Las células CAR-T aplicadas al cáncer activan el sistema inmunitario, pero también puede ser interesante desactivarlo, por ejemplo, en el caso de las enfermedades autoinmunes o para evitar el rechazo en un trasplante de riñón. Si se pudiera diseñar una célula que desactivara específicamente la respuesta contra el órgano trasplantado, tendríamos un tratamiento más seguro para el paciente, que no contraería ni siquiera infecciones. En esa dirección se está investigando mucho con las llamadas células T reguladoras (Tregs). Acabamos de empezar un ensayo en la Universidad de Pensilvania con este tratamiento. En el lupus que menciona, se ha tratado ya a algunos pacientes en un ensayo, en la Universidad de Erlangen, en Alemania, con resultados emocionantes.

También hemos publicado datos en ratones donde hemos tratado la fibrosis cardíaca. Y hay muchas enfermedades en las que se generan cicatrices, por ejemplo, en los pulmones.

El profesor Carl H. June. El profesor Carl H. June.

Vamos a ver cómo se utilizan las células manipuladas para muchos tipos de enfermedades aparte del cáncer. Todavía es pronto, pero creo que podremos tratar con células modificadas incluso patologías como la esclerosis múltiple o la enfermedad de Alzheimer, donde se acumulan proteínas en el cerebro. Casi todas las enfermedades tienen algún tipo de componente de inflamación, y podemos intentar dirigir células modificadas para que actúen sobre las moléculas que causan el daño.

P. Volviendo a las actuales células CAR-T. Es cierto que están añadiendo vida a un grupo de pacientes, pero no siempre funcionan, ¿cómo mejorarlas?
R. Hay varias estrategias para aumentar su eficacia. Por un lado, están las combinaciones, como la de los virus oncolíticos que comentaba para alcanzar mejor a los tumores. También está la idea de manipular a la célula T para que sea más potente, convertirla en un especie súper célula T, mediante la modificación de sus genes.

Otra categoría de investigación, en la que nosotros y otros estamos trabajando, es conseguir que la célula CAR-T luche contra el microambiente del tumor, que es lo que lo protege y favorece su crecimiento.

Y también se avanza en conseguir que los linfocitos T tengan el mismo efecto que los anticuerpos que inhiben los llamados puntos de control (checkpoint), la inmunoterapia que se emplea ahora en algunos tipos de cáncer. Esta es un área muy prometedora, pues se obtendrían una célula CAR-T que de forma local, una vez en el tumor, secrete los anticuerpos. Una de mis colaboradoras, Marcela Maus, que ahora está en Harvard, trabaja con células CAR-T que segregan BiTE [del inglés, anticuerpo biespecífico de células T], un anticuerpo que tiene dos especificidades, es muy complejo. Se une a una célula T y a la célula tumoral. De esta forma, la célula CAR-T cuenta con su propio anticuerpo dirigido al tumor y aporta ese anticuerpo biespecífico que puede dirigirse al microambiente del tumor. Como ve, hay mucha investigación y muy esperanzadora en este campo.

P. Además, existe la posibilidad de utilizar otras células diferentes los linfocitos T.
R. Sí, como las células asesinas naturales (CAR-NK) y también los hay macrófagos, que llamamos CAR-Ms. Tenemos un ensayo en la Universidad de Pensilvania con macrófagos, que literalmente se comen las células tumorales. Mientras que las células T hacen agujeros en la célula tumoral provocando que muera, los macrófagos las eliminan por fagocitosis. Esperamos que, dado que acaban de forma diferente con el tumor, puedan ser dos aproximaciones sinérgicas.

«Podremos tratar con células modificadas enfermedades como la esclerosis múltiple o la de Alzheimer»

P. Un problema de estas terapias es su alto coste, que también dificulta el acceso a todos los pacientes que lo necesiten, ¿podrá superarse?
R. El problema es que la logística de la fabricación es muy complicada y se necesita a profesionales altamente cualificados, pero hay ejemplos que nos indican que esto no tiene que ser siempre así. El caso de los coches, por ejemplo, con Henry Ford, se fabricaban con trabajadores en una línea de montaje y ahora el 80% o más de un coche está fabricado por robots. Tendrá que llegar la automatización de la fabricación celular, lo que reducirá su coste drásticamente. Y otro forma de abordar el problema también será utilizar en lugar de las propias células T del paciente, células ya listas, cultivadas en grandes lotes y disponibles para cualquier enfermo. Esto también haría más accesible.

P. ¿Veremos pronto esos avances?
R. Creo que sí, sin lugar a dudas, porque es una cuestión de ingeniería, no hace falta ningún descubrimiento científico. Es como aprender a hacer teléfonos móviles mejores y más baratos. Ahora estamos en esa etapa de conseguir que la fabricación de la terapia celular se abarate y terminará haciéndose directamente en el hospital, sin esperar tantos días para su producción. Ahora ya sabe que extraen la sangre del paciente, la envían a un centro de fabricación, cuando están listas, congelan las células y las envían de vuelta, para que el médico las infunda en el paciente. Todo eso se hará en un futuro en el lugar donde está el paciente, de forma más sencillo y mucho menos costosa.

Carl H.June es director del Centro de Inmunoterapias Celulares de la Universidad de Pensilvania.

Foto: ÁNGEL NAVARRETE.

Sonia Moreno. Madrid Vie, 09/09/2022 – 17:47

 

NEUROBIOLOGIA DE LAS EMOCIONES

 

Las emociones y sentimientos se presentan de manera universal sin importar raza género o edad son uno de los ejes que nos definen como humanos junto al lenguaje y el raciocinio

Paul Ekman un psicólogo estadounidense estudio la universalidad de las emociones.

Hacía numerosos viajes por el mundo y encontró que las emociones dependen de la cultura, que son replicables en cada región geográfica por distinta que sea :

Una sonrisa es siempre una sonrisa la ira se presenta de una forma estereotipada algunos ejemplos entre otros muchos esto nos lleva a pensar que las emociones deben tener un origen biológico evolutivo y secundariamente mundo social.

El estudio de las emociones es antiguo y apasionante en un principio con una aproximación filosófica para dar paso a las teorías fisiológicas de los últimos siglos

Según Aristoteles, la mente trabaja como un carro conducido por dos caballos uno que representa el componente afectivo digamos que es el caballo bueno y el otro el el caballo malo

Aristóteles en su retórica desarrolla de manera mucho más completa y moderna la teoría emocional, la emoción es toda afección del alma acompañada de placer o de dolor y en la que el placer y el dolor son la advertencia del valor que tiene para la vida la situación misma

René Descartes y Espinoza son dos de los tres grandes filósofos racionalistas del siglo 17 ambos vivían en Ámsterdam Holanda a unas cuadras de distancia si bien su época y región geográfica era similar ambos diferían en un concepto fundamental de las emociones René descartes sostenían una hipótesis denominada dualismo ontológico que postula que el alma y el cuerpo se encuentran separados.

El Alma es etérea inmortal es divina mientras que el Cuerpo es terrenal imperfecto y pertenece a los hombres

Espinoza tenía una visión mucho más neurobiológica y sostenía que la mente humana es la idea del cuerpo humano o sea uno mismo una postura que retomaría fuerza en el siglo 21 gracias al neurólogo

Antonio Damásio, el estudio filosófico de las emociones dio paso al estudio psicológico y ulteriormente el neurocientífico.

La primera descripción del sistema límbico fue hecha por Pierre Paul Broca en 1878 bajo el nombre de gran lóbulo límbico o rinencéfalo engloba la región medial de los hemisferios cerebrales en donde incluye estructuras como la amígdala el hipocampo el tálamo anterior y media singular y áreas del hipotálamo los cuales forman un limbo o anillo alrededor del tallo cerebral.

Sin embargo broca consideraba que el lóbulo límbico en el sustrato anatómico de la facción esto debido al gran tamaño que poseía en animales inferiores filogenéticamente es Philip Bar en 1928 quien señala el hipotálamo como centro crítico para la coordinación del comportamiento emocional. Bard extirpó ambos hemisferios cerebrales corteza con sustancia blanca y ganglios basales de gatos y observó que los gatos presentaban un comportamiento de no fue intenso con dilatación pupilar erección de los pelos del dorso y cola, arqueo del dorso y aumento de la presión arteria.

Sin embargo esta reacción no se presentaba cuando también se separaba el hipotálamo y su unión con el mesencéfalo. Bar concluye que mientras la experiencia subjetiva de la emoción podría depender de una corteza cerebral intacta la expresión de los componentes emocionales coordinados no implican necesariamente dichos procesos corticales pero si al hipotálamo

Walter Rudolf que es alumno de Philip Bar ganó el premio nobel de fisiología en1949 por la descripción de la organización funcional del hipotálamo como coordinador de las actividades delos órganos internos.

Experimentaba en gatos despiertos estimulando distintas áreas del hipotálamo y observando las conductas resultantes encontró que al estimular la zona lateral del hipotálamo se producía una respuesta estereotipada de enojo y rabia en los gatos mientras que se estimulaba la porción medial ocurría lo contrario El concepto de sistema límbico nace entre 1930 y 1940 al hacerse evidente que existía un sistema encargado de las emociones y de la expresión de las mismas. Toma este nombre por la similitud de estructuras por las descritas por Broca más de medio siglo antes.

James Papez un neuroanatomista estadounidense en 1937 propone un modelo de sistema límbico donde las distintas estructuras se proyectaban hacia el hipotálamo el cual se encargaba de regular la expresión de las emociones Papez le otorga un papel central en la generación de las emociones al hipocampo esto debido a que en su investigación principalmente la realizada con perros con rabia a los cuales les realizaba disección post morten y en los que encontró lesiones extensas sobre todo en el hipocampo por lo que el investigador pensó que era la estructura principalmente relacionada si bien el circuito de Papez se aproximó de forma interesante al modelo moderno no incluyó una de las estructuras más implicadas con la regulación emocional la Amígdala

En el circuito de Papez original de 1937el estímulo emocional llega directamente al tálamo y del tálamo puede tomar dos vías una vía larga que va hacia las cortezas y se encarga de la formación propiamente del sentimiento y una vía corta que se dirige al hipotálamo y entra en este circuito que se encarga de la respuesta del cuerpo.

Este concepto aún se mantiene con algunos cambios, la estructura que olvidó James “la Amígdala”

Henrik Clubber y Paul Viewsy en 1939 estudiaban el efecto de las lesiones extensas del lóbulo temporal en simios y se dieron cuenta que la lesión de la amígdala provocaba una serie de síntomas entre los que destacaban que los animales fueran extremadamente dóciles y que no tuvieran miedo a las serpientes, dicho síndrome es considerado ahora el síndrome de Kluver Bucy y se acompaña también de hiperrealidad, agnosia visual e hiper sexualidad

Klubber y Bucy en realidad estaban experimentando con mezcalina para ver cómo se producían las alucinaciones, ellos eran usuarios pues bastante frecuentes de ésta de esta sustancia y en su búsqueda decidieron extirpar los lóbulos temporales de monos Rhesus con mezcalina sin embargo no encontraron que las alucinaciones cambiaran sino que encontraron que estos monos dejaban detener miedo y que tenían una actitud extremadamente dócil vamos el descubrimiento que ellos hicieron fue un gran golpe de suerte sin embargo esto no solamente se limitada monos Rhesus también los seres humanos pueden tener lesiones en la amígdala, por ejemplo el trastorno de Urban Weed produce una calcificación y la atrofia bilateral de los lóbulos temporales anteromedial . En los pacientes con dicha enfermedad presentan problemas importantes en la evaluación del miedo por ejemplo no pueden reconocer expresiones faciales de miedo y presentan dificultad para experimentar dicha emoción por ejemplo veamos este esta imagen en esta imagen se puede ver claramente como un paciente dibuja una persona feliz dibujo una persona triste dibuja una persona sorprendida enojada disgustada sin embargo cuando le piden que dibuje el miedo le cuesta mucho mucho mas trabajo.

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Actualmente el sistema límbico no tiene un acuerdo general sobre qué partes lo conforman se considera que presenta dos niveles de organización el lóbulo límbico que la porción cortical de gran tamaño que incluye el área supra callosa es el giro singular el giro parahipocámpico el uncus y el giro del hipocampo y distintos núcleos subcorticales entre los que encontramos núcleos del hipotálamo núcleos amígdala linos núcleo medio dorsal del tálamo núcleo acepta el núcleo accumbens área tegmental ventral estos dos últimos forman también parte del sistema de recompensa incluso la corteza prefrontal forma parte del sistema límbico realmente no es tan importante de alimentar el sistema límbico como una conjunto de estructuras sino una parte mucho más funcional si bien no existe una vía única lineal para la activación emocional y posterior construcción sentimental podemos considerar que existe una vía corta o inferior y una vía larga .

En términos generales la primera la corta se encarga de la ejecución rápida da una respuesta estereotipada la respuesta propiamente emocional y comprende al tálamo la amígdala núcleos del tallo cerebral e hipotálamo mientras que la segunda, la larga se encarga de una respuesta más compleja conteniendo conteniendo un análisis extenso cortical de los distintos estímulos y esta es la vía implicada en el origen de los sentimientos de la percepción subjetivade lo que se siente .

El sistema límbico como se conoce actualmente cuyo principal preceptor es Macklin en 1951 incluye a la amígdala como parte de este sistema con una parte importante del sistema para esto utilizaremos un ejemplo clásico qué pasaría si vas caminando por el bosque y te encuentras a un Oso, primero todas las referencias que te están diciendo eso es un oso llegarán al tálamo y del tálamo tendrá una vía larga y la vía corta, la vía corta en la que explicará a continuación del tálamo este impulso pasa a la amígdala en la amígdala tenemos tres núcleos principales el núcleo lateral el núcleo basolateral y el núcleo central propiamente este estímulo pasó del núcleo lateral al baso lateral y después al central sin embargo en cada uno va a tener una particularidad por ejemplo el núcleo lateral es un núcleo que hace potenciación a largo plazo que le recuerda las memorias esto quiere decir que el núcleo lateral realmente forman memorias que están relacionadas sobre todo el miedo pero también a otras emociones. Esto quiere decir que las primeras sensaciones, se encuentra en el núcleo lateral y no en Hipocampo.

Dónde estabas que estabas haciendo quién eso sí se encarga el hipocampo del análisis contextual pero el núcleo lateral es suficiente pará aprender de hecho en el condicionamiento clásico de Pávlov por estímulos aversivos es el núcleo lateral el que se encarga de condicionar al animal para que no vuelva a ser la misma cosa que le está produciendo una aversión, también si uno pone antagonistas del glutamato en el núcleo lateral se inhibe esta propiedad del núcleo para formar memorias del núcleo lateral. El impulso va a pasar al núcleo vaso lateral aunque se desconoce mucho acerca del nucleo vasolateral y por lo pronto sólo se considera una vía de paso posteriormente pasa al núcleo central y el núcleo central es como una central de trenes va a mandar trenes hacia todas partes. En un principio vamos a ver la vía corta, los trenes que manda hacia el hipotálamo.

Desde los experimentos de Phili Bar este este conjunto de respuestas estereotipadas ante un estímulo esto quiere decir que la emoción en este caso sería la sudoración la taquicardia el saltar y el intentar se cubrirse la cara. al ver peligro, formar todas estas respuesta estereotipadas requerimos desistimos núcleos con distintasfunciones el núcleo para ventricular delhipotálamo libera en la hipófisis ACTH y va a activar el sistema corticoides y glucocorticoide para el estrés también el hipotálamo tiene proyecciones diferentes hacia la médula espinal que directamente van a regular pues a las proyecciones espinales que se encargan de funciones motoras entonces inclusive al hipotálamo que está orquestando este salto

Al mismo tiempo aumenta la frecuencia cardíaca para que pueda correr más rápido, la dilatación vascular la liberación de glucocorticoides .

No todos los estimulos que nos dan miedo desencadenarán todo este proceso pues entonces viviríamos pues demasiado agitados. Esto no es totalmente falso pero no es lo usual.

El núcleo central va a activar distintos núcleos subcorticales que se encargan de regular la atención entre ellos el locus serbios y los núcleos del rafe loco celureo, es liberando noradrenalina y los núcleos de rafe de serotonina ambos están implicados en la generación de atención en la generación del despertar.

La vía larga probablemente se encuentre mucho más implicada en el aspecto moral del sentimiento en la construcción de que es un sentimiento.

El sentimiento es lo que uno está sintiendo, no es que uno se echa a correr sino es el miedo eso es propiamente de los seres humanáoslas partes más importantes de la corteza cerebral que están implicadas con la generación de sentimientos son la corteza prefrontal entre ellas la regiónorbital y la región mediana y la corteza del cíngulo y la corteza de la ínsula también ahora los núcleos de rafe y en los rubios activan de forma pues de abajo hacia arriba de núcleos subcorticales a la corteza activan a la corteza cerebral y a la vez la corteza cerebral regula la activación de los núcleos de rafe y asi esta asegurada atención toda la atención que tiene el sujeto en este momento se dirige al oso y a cómo escapar.

También la corteza prefrontal va a regular al hipotálamo ya lo que supraóptico y paraventricular del mismo para que liberen más ACTH o dejen deliberarse ACTH y liberen más oxitocina pensemos que te espantan pero en realidad pues se espantan por accidente y entonces rápidamente uno dice bueno esto no es tan importante entonces libera más oxitocina se deja deliberarse rh disminuye la frecuencia cardíaca y entonces te pones más tranquilo hay distintos modelos de donde se crea propiamente el sentimiento sin embargo uno muy importante es que se crea en la Insula puesto que se postula que es la encargada de regular y es la la encargada de recibir a aferencia tanto de la corteza prefrontal como de núcleos subcorticales y la amígdala que propiamente le van a decir a la ínsula, primero corre y después ten miedo en lugar de ser al revés

Posiblemente este escrito tiene mucho de fabulación , pero en la práctica, la situación es muy seria y o la resuelves o pierdes la vida.

Cuando tienen esto de reflejo y cuanto de adquirido . Hay hombres capaces de torear un toro, o de luchar con un oso, y otros que se quedarían quieto y que pase lo que Dios quiera.

No esta mal la frase torera de “Que Dios reparta suerte”

Referencias

    1. ↑ b Saavedra Torres, J.S. et al. (2015): «Correlación funcional del sistema límbico con la emoción, el aprendizaje y la memoria», en Morfolia, Vol. 7, N.º 2.
    2.  Richard S. Snell. Neuroanatomia cliníca de Snell. septima. Barcelona, Wolters Kluwer; 2010.
    3.  André Parent., Malcolm B. Carpenter. Carpenter’s Human Neuroanatomy. Novena. 1996.
    4.  MacLean, P. D. (31 de enero de 1990). The Triune Brain in Evolution: Role in Paleocerebral Functions (en inglés). Springer Science & Business Media. ISBN 9780306431685. Consultado el 27 de junio de 2017.
    5.  MedlinePlus (ed.). Sistema límbico.
    6.  Manual MSD (ed.). Sistema límbico (Versión para profesionales)
    7. Antonio Damasio Buscando a Spinosa

 

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