El blog del Dr. Enrique Rubio

Categoría: INFECCIONES E INFLAMACION (Página 3 de 10)

DESARROLLAN ANTICUERPOS NEUTRALIZANTES EFICACES EN LAS VARIABLES MÁS VIRULENTAS DE LA COVID-19

DESARROLLAN ANTICUERPOS NEUTRALIZANTES EFICACES EN LAS VARIABLES MÁS VIRULENTAS DE LA COVID-19

Para los médicos que hemos sufrido junto a los enfermos, la carencia de medicación efectiva, contra la mayoría de las enfermedades, virales y degenerativas, parece un regalo del cielo, la cantidad de medios, que a diario, los investigadores están desarrollando y haciendo un impresionante bien.

Empieza todo a ser mas fácil

Eso, si después de muchos muertos y mucho dolor

El manejo de lo muy pequeño, como si fueran muy grande, es para mi una afortunada sorpresa.

Se imaginan, como pueden aislar particulas tan pequeñas, casi no existen de pequeñas que son y manipularlas con tanta eficacia.

Y además, cultivarlas, asociarlas con capas protectoras para que duren y todo un largo numero de bondadosos hallazgos.

Que Dios los bendiga, por su insistencia y bondad

El trabajo

Basados en el sistema inmunitario de los dromedarios, serían útiles en inmunodeprimidos y pueden apoyar a la detección.

Micrografía electrónica de barrido de células humanas (azul) infectadas con SARS-CoV-2 (rojo). Foto: CSIC. Magnifica micrografía electrónica de barrido de células humanas (azul) infectadas con SARS-CoV-2 (rojo). Foto: CSIC.

Raquel Serrano. Madrid Mar, 26/04/2022 – 09:45

La pandemia de covid-19, causada por el síndrome respiratorio agudo severo coronavirus 2 (SARS-CoV-2), es una gran amenaza para la salud pública mundial que ya ha causado más de 6 millones de muertes debido a la ausencia de tratamientos específicos.

Durante el pasado año, se autorizaron en diferentes países varias vacunas contra la covid-19 basadas en diferentes tecnologías, así como algunos anticuerpos neutralizantes del SARS-CoV-2 generados a partir de individuos convalecientes de covid-19 y ratones humanizados.

No obstante, la aparición de variantes del SARS-CoV-2 que escapan de la neutralización inmunitaria supone un desafío para las vacunas y los anticuerpos desarrollados para detener la pandemia por covid-19. «Por tanto, es importante establecer terapias dirigidas a variantes múltiples o específicas del SARS-CoV-2. La glicoproteína del pico de la envoltura (proteína S) del SARS-CoV-2 es el objetivo clave de los anticuerpos neutralizantes», señalan en Frontiers in Immunology, investigadores del  Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC) que han obtenido, en modelo animal, anticuerpos neutralizantes eficaces frente a las variantes más virulentas del SARS-CoV-2 y que pueden utilizarse como terapia en pacientes de covid-19.

Aplicación clínica

Los anticuerpos se han obtenido mediante cultivos celulares en el laboratorio y, según los autores, «la producción ya puede escalarse para su aplicación clínica». Además, estos anticuerpos tienen un gran potencial para la detección del virus, por lo que pueden ser de «gran utilidad para diferentes formatos de test antigénicos del SARS-CoV-2».

Dirigidos por Luis Ángel Fernández y José María Casasnovas, el equipo ha seleccionado los nanoanticuerpos que mejor se unían a la región de la proteína viral S (spike) del SARS-CoV-2 y que bloqueaban la entrada del virus en la célula.

El trabajo recoge el potencial terapéutico de cuatro de estos anticuerpos y que su administración, en una única dosis, protegió de la muerte causada por la covid-19 a entre el 85-100% de los animales infectados, que se recuperaron completamente en dos semanas. «Mediante ingeniería de proteínas se han humanizado las regiones VHH de estos anticuerpos, lo que permitirá su aplicación directa en ensayos clínicos», indican.

Estos anticuerpos podrían administrarse a pacientes infectados con SARS-CoV-2 que tuvieran riesgo de evolución a enfermedad severa, por ejemplo, pacientes inmunodeprimidos, que no hayan generado inmunidad tras vacunación, o no vacunados, y paliar así las consecuencias más graves de la covid-19, incluida la muerte.

Inmunización de dromedarios

El equipo ha desarrollado estos anticuerpos partiendo de segmentos generados por inmunización de dromedarios en colaboración con Juan Alberto Corbera, de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Posteriormente fueron clonados en bacterias E. coli en los laboratorios del CNB.

Según Luis Ángel Fernández, director del grupo de Ingeniería Cacteriana del CNB, los camélidos (dromedarios, llamas y alpacas, entre otros) producen un tipo de anticuerpos capaces de reconocer al antígeno con una sola cadena de proteína, en lugar de dos como en el resto de especies animales. «Así, la zona de reconocimiento del antígeno en estos anticuerpos es de menor tamaño, y pueden alcanzar regiones en la superficie de virus y bacterias inaccesibles de otro modo».

En el laboratorio se ha aislado la zona de unión de estos anticuerpos, fragmentos de pequeño tamaño conocidos como nanoanticuerpos con gran capacidad de bloquear a virus y bacterias. «Al tener secuencias muy similares a las de los anticuerpos humanos, pueden utilizarse directamente en terapia sin generar rechazo», señala Fernández. Además, tienen algunas propiedades muy útiles, como su mayor estabilidad y resistencia a condiciones extremas.

Los ensayos ‘in vitro’ en células infectadas con SARS-CoV-2 identificaron aquellos con una mayor actividad neutralizante del virus en la plataforma de antivirales del instituto del CSIC, dirigida por Urtzi Garaigorta y Pablo Gastaminza. Los ensayos ‘in vivo’ los han realizado Miguel Ángel Martín Acebes y Juan Carlos Saizse del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA-CSIC).

El CSIC ha patentado esta tecnología y busca empresas interesadas en llevar estos anticuerpos al mercado.

Y seguro que las encontraran, porque la puesta en marcha de las investigaciones con tanta rapidez es una de las características de nuestros tiempos.

No puedo, sino decir.

Que Dios Los bendiga a todos y a nosotros también.

 

LA MICROBIOTA INTESTINAL EN LA SALUD Y ENFERMEDAD

LA MICROBIOTA INTESTINAL EN LA SALUD Y ENFERMEDAD

No hay dudas de la relación que existe entre microbioma intestinal y salud, pero también la relación con la enfermedad

Aunque esta relación es compleja. Existen datos evidentes de la relación y por consiguiente el estudio de como equilibrar esta convivencia, sin que llegue a la patología es deseable.

Varias poblaciones grandes y diversas de bacterias, virus y hongos ocupan cada superficie del cuerpo humano.1

Se estima que existen casi 30 trillones de células bacterianas viviendo dentro de cada humano.2¡

Eso equivale a una bacteria por célula humana!2

Estos microbios se conocen colectivamente como el microbioma.31

El contacto con los microbios ocurre por primera vez durante el nacimiento. Algunos factores ambientales, como la dieta y los antibióticos afectan el microbioma de un humano.31

Las diferencias en el ambiente, la dieta y el comportamiento de cada individuo, marcan las distinciones entre los microbiomas de cada persona.1

Se presume que el microbioma de cada persona es único.4

Partiendo de esta hipótesis, se han desarrollado varias investigaciones que buscan una manera de utilizar el microbioma como una herramienta de identificación, semejante a las huellas digitales.

 

 

De derecha a izquierda: Una micrografía electrónica de transmisión de un virus de bacteria (bacteriófago), una micrografía electrónica de barrido de la bacteria E. coli, una bacteria genérica (blanca) creciendo en una placa de agar, y unos hongos comestibles silvestres.

Los millones de organismos que componen el microbioma humano desempeñan un rol importante en la salud y en la enfermedad humana.

Cada tipo de microbio ocupa un lugar específico dentro del cuerpo brindando apoyo a las funciones de los órganos respectivos; por ejemplo, las bacterias que viven en los intestinos ayudan a la digestión.31 Aunque los microbios tienen un rol importante en el mantenimiento de una buena salud, también se los ve involucrados en el desarrollo y en el progreso de algunos cánceres. Por otro lado, existe una gran cantidad de evidencia que indica que el microbioma puede alterar las reacciones a los tratamientos de cáncer.

Los microbios interactúan con la salud, la enfermedad y la respuesta a los tratamientos. Asimismo, algunos tratamientos de cáncer utilizan la inflamación que a veces pueden realzar la eficacia de los tratamientos.

Sin embargo, cuando se presentan las alteraciones en el microbioma, las consecuencias pueden ser bastante negativas para la salud. Por ejemplo, las interferencias en las bacterias en los intestinos se asocian con las siguientes enfermedades:

Enfermedad del intestino inflamatorio

Síndrome del intestino irritable

Obesidad

Diabetes tipo 23

Además de la digestión, los microbios también participan en algunos procesos inmunológicos, en el metabolismo y en la reproducción.3

El microbioma y el cáncer

Existe una relación entre el microbioma humano y el desarrollo de cáncer. Inicialmente, los estudios epidemiólogos (estudios de poblaciones) indicaron que ciertos microbios tenían un rol en cáncer.

Cáncer estomacal

La relación entre la Helicobacter pylori (H. pylori), una bacteria con forma de espiral, y el desarrollo del cáncer brinda bastante información acerca de los microbios y el cáncer. Las infecciones por la H. pylori son comunes; los Centros para el control y la prevención de enfermedades (CDC) estima que dos tercios de la población de la población mundial soporta esta bacteria. Estas infecciones se contraen mediante la comida contaminada o el contacto de boca a boca.5

Una vez adentro de su anfitrión, la H. pylori penetra la capa mucosa que forra el estómago,5 una región protegida que dificulta la remoción de la bacteria por parte del sistema inmune.5Las infecciones por H. pylori no causan enfermedades en la mayoría de individuos; sin embargo, es un riesgo para aquellos individuos que sufren de úlceras o del cáncer estomacal.5 Algunos estudios poblacionales han demostrado que los individuos infectados con H. pylori tienen un riesgo de desarrollar un cáncer estomacal 8 veces mayor en comparación aquellos sin la bacteria.5El mecanismo exacto por el cual la H. pylori eleva el riesgo de desarrollar un cáncer aun no se define por completo.5 Sin embargo, existen evidencias que indican que la inflamación crónica causada por una infección por H. pylori promueve el desarrollo de cáncer.5 El CDC recomienda realizarse pruebas para detectar la presencia de la H. pylori aparte del tratamiento respectivo en el caso de una infección posterior a la cura de un cáncer gástricos para evitar la recurrencia de la enfermedad. Se recomienda lo mismo para aquellos individuos que han tenido de úlceras.5

Cáncer de seno

En el 2016, un grupo de investigadores halló a varias poblaciones de microbios en un tejido de seno.6 Los efectos de la presencia del microbioma en el tejido mamario aún no se conocen a detalle.7 No obstante, en numerosos estudios, la presencia de distintas poblaciones bacterianas se detectó en tejidos mamarios afectados por enfermedades benignas y malignas (cancerosas).67

Aun no se define si los microbiomas en el seno contribuyen al desarrollo de tumores, o si son un resultado de la enfermedad. En los laboratorios, se han desarrollado algunas hipótesis que indican una posible asociación entre ciertos tipos de bacterias con el crecimiento de tumores.67 A un grupo de ratones de laboratorio que padecían de una predisposición a desarrollar el cáncer se los infectó con Helicobacter hepaticus (H. hepaticus).6Los resultados indicaron que los ratones infectados tenían desarrollaron más tumores en las glándulas mamarias y sufrieron de más inflamación en comparación con los ratones no infectados.6Estos resultados sugieren que la H. hepaticus contribuye a la progresión de cáncer al provocar la inflamación de dichos tejidos.

Cáncer de piel

El microbioma de la piel es diverso y cambia según su ubicación en el cuerpo.7 Varios experimentos realizados con ratones de laboratorio han hallado que el microbioma puede desempeñar papeles protectores o perjudiciales en relación al desarrollo del cáncer.78 El grupo de ratones que recibieron antibióticos (para matar su microbioma) se vieron expuestos a un riesgo aumentado de desarrollar un melanoma y a una supervivencia reducida.78Estos resultados revelan que el microbioma puede proteger en contra del desarrollo de este tipo de cáncer. Por otro lado, también hay evidencia que demuestra que las «colas» (flagelos) de algunas bacterias promueven la inflamación crónica, lo cual ocasiona daños en los tejidos y como resultado, el cáncer de piel.8Los resultados de otra investigación, en la cual los roedores modelo pasaron por modificaciones genéticas que bloqueaban las reacciones a los los flagelos bacterianos,8indican que estos ratones estaban protegidos en contra de un cáncer artificial, implicando que la respuesta inflamatoria a la bacteria puede llevar al desarrollo de cáncer.8

 

Una micrografía electrónica de transmisión de una bacteria con flagelo.

 

Cáncer colorrectal

El microbioma bucal de un individuo saludablescomúnmente contiene la bacteria Fusobacterium nucleatum (F. nucleatum).9 Sin embargo, varios estudios han detectado la presencia de la F. nucleatum en adenomas colorrectales y en crecimientos tumorígenos del cáncer colorrectal en sus etapas avanzadas.9Recientemente, se descubrió que la F. nucleatum puede ser la causa  de las reacciones inflamatorias que activan a aquellos genes que promueven el cáncer.9 La activación de estos genes causa un incremento en la proliferación de las células del cáncer colorrectal.9

 

Cáncer cervical, anal y oral

Aproximadamente, el 15% de todos los cánceres humanos se pueden atribuir a un virus.10El virus del papiloma humano (VPH/HPV) es responsable por casi todos los casos de cánceres anales y cervicales.10Estos virus también pueden ser la causa de algunos cánceres de boca y cuello.10Interesantemente, en muchos individuos saludables,  los virus del papiloma humano son un componente común de los microbiomas de la piel y la mucosa.11Este tipo de virus también están asociado con el cáncer de hígado y con el cáncer de piel. Haga clic en este enlace para aprender más acerca de los virus y su relación con el cáncer.

El microbioma y el tratamiento del cáncer

La inclusión del microbioma humano dentro de la investigación acerca de los tratamientos de cáncer es relativamente reciente. Los estudios más nuevos han destacado la importancia y la relevancia del uso de los microbios en la recuperación de la enfermedad.127Interesantemente, el microbioma también puede estimular la actividad inmunológica en contra del cáncer.13Por ejemplo, se halló que la ciclofosfamida (un medicamento para tratar la leucemia y algunos linfomas) altera el ambiente microbiano de los intestinos. Como resultado, se promovió la producción de células inmunes, aumentando la eficacia de ciclofosfamida.14Para reiterar, los microbios también pueden estimular las reacciones inflamatorias que causan el cáncer. No obstante, estas reacciones inflamatorias también pueden traer beneficios y realzar la eficacia de los tratamientos contra el cáncer. Algunas terapias, como la quimioterapia de platino y la inmunoterapia CpG-oligonucleótido funcionan mediante las reacciones inflamatorias.12Un estudio reveló que un grupo de ratones de laboratorio que recibió antibióticos (matan al microbioma intestinal) no respondió con tanta eficacia a la quimioterapia de platino ni a la inmunoterapia CpG-oligonucleótido en comparación con otro grupo de ratones que mantuvo intacto su microbioma.12Estos resultados sugieren que el microbioma intestinal complementa a los efectos de las terapias que dependen de la inflamación.12

Por otro lado, la resistencia a los tratamientos de cáncer se ha visto vinculado a la presencia de ciertos tipos de bacterias intestinales. Un grupo de expertos que investigaban la farmacorresistencia en pacientes de cáncer colorrectal detectaron una cantidad elevada en el intestino de la Fusobacterium nucleatum. Se reveló que este organismo simultáneamente prevenía la muerte celular (apoptosis) de las células cancerígenas y estimulaba la autofagia, un mecanismo de supervivencia que emplean las células de cáncer. 15

Esta claro es que los microbios desempeñan un rol muy importante en el desarrollo del cáncer y en la reacción corporal al tratamiento. Adicionalmente, los investigadores esperan poder identificar los aspectos beneficiosos del microbioma para poder aprovecharse del mismo como método de luchar contra el cáncer y para deshacerse de aquellos componentes microbianos que promueven el desarrollo de la enfermedad.7

Microbioma y ejercicio fisico

Existe una mayor presencia de bacterias antiinflamatorias y menor de proinflaflamatorias entre quienes realizan actividad física, abriendo la puerta a la prevención de enfermedades.

Benjamín Fernández, Cristina Tomás y Manuel Fernández Sanjurjo, autores del estudio realizado en la Universidad de Oviedo. Foto: COVADONGA DÍAZ. Benjamín Fernández, Cristina Tomás y Manuel Fernández Sanjurjo, autores del estudio realizado en la Universidad de Oviedo.

Un estudio llevado a cabo por investigadores la Universidad de Oviedo ha permitido comprobar cómo la microbiota intestinal cambia en función de si se practica ejercicio físico o no y lo hace también dependiendo de la actividad física que se practique. Esta investigación abre una puerta para entender mejor como fomentar la presencia de bacterias intestinales beneficiosas.

Son las principales conclusiones de este trabajo, liderado por profesionales de las áreas de Microbiología, Anatomía y Fisiología de la Universidad de Oviedo, pertenecientes al grupo 3BIOACTIVE, y cuyos resultados han sido publicados en Frontiers in Physiology

Esta investigación ayuda a entender cómo la actividad física puede actuar sobre las bacterias del intestino, lo que podría aplicarse, en el futuro, en la prevención de enfermedades que pueden alterar estos microorganismos, esenciales para el mantenimiento de la salud, así como en la prescripción de ejercicio físico de forma individualizada teniendo en cuenta la microbiota.

Ha sido realizada con un modelo animal, en concreto ratones de laboratorio sanos sometidos a entrenamiento de fuerza o resistencia durante cuatro semanas. Los autores del estudio eligieron estos animales porque se parecen genéticamente mucho entre sí y viven en condiciones muy controladas, lo que permite aislar el efecto real de cada tipo de ejercicio, algo mucho más complejo en humanos.

Sin embargo, sus datos han servido para comprobar como la microbiota cambia en función de si se practica ejercicio físico o no, de tal modo que se observó una menor presencia de bacterias proinflamatorias, del género ‘Ruminococcus’, en los grupos que practicaron ejercicio frente a los ratones sedentarios.

También se observó una mayor abundancia de bacterias antiinflamatorias, del género ‘Parabacteroides’, en aquellos ratones sometidos a ejercicio físico, tanto en los que practicaron fuerza como en los que ejercitaron resistencia.

Este hallazgo confirma el efecto positivo del ejercicio físico en cuanto al incremento de la presencia de bacterias relacionadas con la respuesta inflamatoria, según explica uno de los supervisores del trabajo, Felipe Lombó, profesor de Microbiología del Departamento de Biología Funcional de la Universidad de Oviedo.

Asimismo, también han podido determinar que hay bacterias que específicamente aumentan su presencia en el intestino con el entrenamiento de la fuerza y otras que lo hacen con la práctica de la resistencia.

Por ejemplo, la especie ‘Clostridium cocleatum’ presenta una abundancia mayor en los ratones que entrenaron fuerza, una especie que se ha utilizado para la prevención de infección por ‘Clostridium difficile’ en modelos murinos de enfermedad.

En el caso del entrenamiento de resistencia, observaron mayor presencia del género ‘Desulfovibrio’, asociado a la protección de las células endoteliales en ratones envejecidos.

Aunque este estudio se ha realizado en ratones, el análisis de estos efectos de los diferentes tipos de entrenamiento puede abrir la puerta a entender mejor cómo podemos fomentar la presencia de bacterias intestinales beneficiosas, no solo en la salud, sino también en la enfermedad, destaca Benjamín Fernández, profesor de Anatomía del Departamento de Morfología y Biología Celular, experto en Medicina del Deporte de la citado universidad y también supervisor del estudio.

Cristina Tomás, profesora de Fisiología del Departamento de Biología Funcional, recuerda que la práctica de ejercicio físico regular se asocia históricamente a un menor riesgo de mortalidad y a una menor incidencia de patologías crónicas muy prevalentes en los humanos en países desarrollados.

Las alteraciones de la microbiota intestinal, en este contexto, cada vez cobran mayor importancia en el desarrollo de estas patologías tan prevalentes. «Sabíamos que el ejercicio y la microbiota intestinal tienen puntos en común de incidencia en patología y salud. Sin embargo, los mecanismos exactos a través de los cuales se define el efecto protector de las bacterias que pueblan nuestro intestino era más desconocido y nuestro estudio ayuda a entenderlo un poco más», destaca la investigadora.

Esta experta subraya que, en humanos, se ha descrito que el ejercicio regular, principalmente el ejercicio de resistencia o aeróbico, modifica la diversidad y abundancia de las bacterias del intestino. Estos cambios, independientes de la dieta, suelen revertir una vez que cesa la práctica regular de la actividad física.

«El problema reside en que los datos que obtenemos con humanos pueden verse influidos por factores ambientales como la dieta, el alcohol, el consumo de drogas e incluso por características antropométricas, que también pueden modificar la microbiota intestinal. Sin embargo, los modelos animales, con sus limitaciones, nos ofrecen una mejor comprensión de los cambios en la microbiota inducidos por el ejercicio, porque podemos controlar mejor el resto de variables», añade.

Para realizar el estudio, los investigadores de la Universidad de Oviedo utilizaron 26 ratones sanos, divididos en tres grupos: ratones sedentarios, ratones sometidos a entrenamiento de resistencia en una cinta rodante y ratones sujetos a entrenamiento de fuerza en una escalera vertical.

Después de un periodo de adaptación, se entrenó a los ratones durante cuatro semanas, cinco días a la semana. Los investigadores extrajeron el ADN bacteriano a partir de muestras del ciego de estos ratones, una región del intestino en la que residen las bacterias de estos animales. El análisis de este ADN permitió clasificar las diferentes bacterias presentes en las muestras y conocer el porcentaje de cada uno de los taxones bacterianos.

«Conocer cómo la actividad física puede actuar sobre nuestras bacterias intestinales puede facilitar la prevención de muchas enfermedades en las que se ha observado alteraciones en la microbiota intestinal, desde el síndrome del intestino irritable hasta la enfermedad de Alzheimer, incluso ayudar en la búsqueda de tratamientos para cuando la enfermedad ya esté presente”, destaca Tomás.

La extrapolación de los datos de ratones a humanos debe considerarse con precaución, más aún porque las diferencias en la composición de la microbiota intestinal entre humanos y ratones puede llevar a resultados sesgados.

En biología, todo esta relacionado con toda y de ello depende la enfermedad o la salud.

Estudiar las proporciones es vital , pero su imbricación lo hace difícil.

Bibliografia.

Benjamín Fernández, Cristina Tomás y Manuel Fernández Sanjurjo, autores del estudio realizado en la Universidad de Oviedo. Foto: Covadonga Díaz.

1.a. b. c. d. e. Ursell LK, Metcalf JL, Parfrey LW, Knight R. Defining the Human Microbiome. Nutrition reviews. 2012 Aug; 70(Suppl 1): S38-S44. [PUBMED]

2.a. b. Sender R, Fuchs S, Milo R. Revised Estimates for the Number of Human and Bacteria Cells in the Body. PLoS Biol. 2016 Aug 19;14(8):e1002533. [PUBMED]

3.a. b. c. d. e. Cho I, Blaser MJ. The Human Microbiome: at the interface of health and disease. Nature reviews. Genetics. 2012 Mar 13; 13(4): 260-270. [PUBMED]

4.Franzosa EA, Huang K, Meadow JF, Gevers D, Lemon KP, Bohannan BJ, Huttenhower C. Identifying personal microbiomes using metagenomic codes. Proc Natl Acad Sci U S A. 2015 Jun 2;112(22):E2930-8. [PUBMED]

5.a. b. c. d. e. f. g. h. Helicobacter pylori and Cancer. National Cancer Institute. [https://www.cancer.gov/about-cancer/causes-prevention/risk/infectious-agents/h-pylori-fact-sheet]

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13.Viaud S, Saccheri F, Mignot G, Yamazaki T, Daillère R, Hannani D, Enot DP, Pfirschke C, Engblom C, Pittet MJ, Schlitzer A, Ginhoux F, Apetoh L, Chachaty E, Woerther PL, Eberl G, Bérard M, Ecobichon C, Clermont D, Bizet C, Gaboriau-Routhiau V, Cerf-Bensussan N, et al. The intestinal microbiota modulates the anticancer immune effects of cyclophosphamide. Science. 2013 Nov 22;342(6161):971-6. [PUBMED]

14.Viaud S, Saccheri F, Mignot G, Yamazaki T, Daillère R, Hannani D, Enot DP, Pfirschke C, Engblom C, Pittet MJ, Schlitzer A, Ginhoux F, Apetoh L, Chachaty E, Woerther PL, Eberl G, Bérard M, Ecobichon C, Clermont D, Bizet C, Gaboriau-Routhiau V, Cerf-Bensussan N, et al. The intestinal microbiota modulates the anticancer immune effects of cyclophosphamide. Science. 2013 Nov 22;342(6161):971-6. [PUBMED]

15.Yu T1, Guo F, Yu Y, Sun T, Ma D, Han J, Qian Y, Kryczek I, Sun D, Nagarsheth N, Chen Y, Chen H, Hong J, Zou W, Fang JY. Fusobacterium nucleatum Promotes Chemoresistance to Colorectal Cancer by Modulating Autophagy. Cell. 2017 Jul 27;170(3):548-563.e16. doi: 10.1016/j.cell.2017.07.008.[PUBMED]

LA MICROBIOTA INTESTINAL EN LA SALUD Y ENFERMEDAD

No hay dudas de la relación que existe entre microbioma intestinal y salud, pero también la relación con la enfermedad

Aunque esta relación es compleja. Existen datos evidentes de la relación y por consiguiente el estudio de como equilibrar esta convivencia, sin que llegue a la patología es deseable.

Varias poblaciones grandes y diversas de bacterias, virus y hongos ocupan cada superficie del cuerpo humano.1

Se estima que existen casi 30 trillones de células bacterianas viviendo dentro de cada humano.2¡

Eso equivale a una bacteria por célula humana!2

Estos microbios se conocen colectivamente como el microbioma.31

El contacto con los microbios ocurre por primera vez durante el nacimiento. Algunos factores ambientales, como la dieta y los antibióticos afectan el microbioma de un humano.31

Las diferencias en el ambiente, la dieta y el comportamiento de cada individuo, marcan las distinciones entre los microbiomas de cada persona.1

Se presume que el microbioma de cada persona es único.4

Partiendo de esta hipótesis, se han desarrollado varias investigaciones que buscan una manera de utilizar el microbioma como una herramienta de identificación, semejante a las huellas digitales.

 

 

De derecha a izquierda: Una micrografía electrónica de transmisión de un virus de bacteria (bacteriófago), una micrografía electrónica de barrido de la bacteria E. coli, una bacteria genérica (blanca) creciendo en una placa de agar, y unos hongos comestibles silvestres.

Los millones de organismos que componen el microbioma humano desempeñan un rol importante en la salud y en la enfermedad humana.

Cada tipo de microbio ocupa un lugar específico dentro del cuerpo brindando apoyo a las funciones de los órganos respectivos; por ejemplo, las bacterias que viven en los intestinos ayudan a la digestión.31 Aunque los microbios tienen un rol importante en el mantenimiento de una buena salud, también se los ve involucrados en el desarrollo y en el progreso de algunos cánceres. Por otro lado, existe una gran cantidad de evidencia que indica que el microbioma puede alterar las reacciones a los tratamientos de cáncer.

Los microbios interactúan con la salud, la enfermedad y la respuesta a los tratamientos. Asimismo, algunos tratamientos de cáncer utilizan la inflamación que a veces pueden realzar la eficacia de los tratamientos.

Sin embargo, cuando se presentan las alteraciones en el microbioma, las consecuencias pueden ser bastante negativas para la salud. Por ejemplo, las interferencias en las bacterias en los intestinos se asocian con las siguientes enfermedades:

Enfermedad del intestino inflamatorio

Síndrome del intestino irritable

Obesidad

Diabetes tipo 23

Además de la digestión, los microbios también participan en algunos procesos inmunológicos, en el metabolismo y en la reproducción.3

El microbioma y el cáncer

Existe una relación entre el microbioma humano y el desarrollo de cáncer. Inicialmente, los estudios epidemiólogos (estudios de poblaciones) indicaron que ciertos microbios tenían un rol en cáncer.

Cáncer estomacal

La relación entre la Helicobacter pylori (H. pylori), una bacteria con forma de espiral, y el desarrollo del cáncer brinda bastante información acerca de los microbios y el cáncer. Las infecciones por la H. pylori son comunes; los Centros para el control y la prevención de enfermedades (CDC) estima que dos tercios de la población de la población mundial soporta esta bacteria. Estas infecciones se contraen mediante la comida contaminada o el contacto de boca a boca.5

Una vez adentro de su anfitrión, la H. pylori penetra la capa mucosa que forra el estómago,5 una región protegida que dificulta la remoción de la bacteria por parte del sistema inmune.5Las infecciones por H. pylori no causan enfermedades en la mayoría de individuos; sin embargo, es un riesgo para aquellos individuos que sufren de úlceras o del cáncer estomacal.5 Algunos estudios poblacionales han demostrado que los individuos infectados con H. pylori tienen un riesgo de desarrollar un cáncer estomacal 8 veces mayor en comparación aquellos sin la bacteria.5El mecanismo exacto por el cual la H. pylori eleva el riesgo de desarrollar un cáncer aun no se define por completo.5 Sin embargo, existen evidencias que indican que la inflamación crónica causada por una infección por H. pylori promueve el desarrollo de cáncer.5 El CDC recomienda realizarse pruebas para detectar la presencia de la H. pylori aparte del tratamiento respectivo en el caso de una infección posterior a la cura de un cáncer gástricos para evitar la recurrencia de la enfermedad. Se recomienda lo mismo para aquellos individuos que han tenido de úlceras.5

Cáncer de seno

En el 2016, un grupo de investigadores halló a varias poblaciones de microbios en un tejido de seno.6 Los efectos de la presencia del microbioma en el tejido mamario aún no se conocen a detalle.7 No obstante, en numerosos estudios, la presencia de distintas poblaciones bacterianas se detectó en tejidos mamarios afectados por enfermedades benignas y malignas (cancerosas).67

Aun no se define si los microbiomas en el seno contribuyen al desarrollo de tumores, o si son un resultado de la enfermedad. En los laboratorios, se han desarrollado algunas hipótesis que indican una posible asociación entre ciertos tipos de bacterias con el crecimiento de tumores.67 A un grupo de ratones de laboratorio que padecían de una predisposición a desarrollar el cáncer se los infectó con Helicobacter hepaticus (H. hepaticus).6Los resultados indicaron que los ratones infectados tenían desarrollaron más tumores en las glándulas mamarias y sufrieron de más inflamación en comparación con los ratones no infectados.6Estos resultados sugieren que la H. hepaticus contribuye a la progresión de cáncer al provocar la inflamación de dichos tejidos.

Cáncer de piel

El microbioma de la piel es diverso y cambia según su ubicación en el cuerpo.7 Varios experimentos realizados con ratones de laboratorio han hallado que el microbioma puede desempeñar papeles protectores o perjudiciales en relación al desarrollo del cáncer.78 El grupo de ratones que recibieron antibióticos (para matar su microbioma) se vieron expuestos a un riesgo aumentado de desarrollar un melanoma y a una supervivencia reducida.78Estos resultados revelan que el microbioma puede proteger en contra del desarrollo de este tipo de cáncer. Por otro lado, también hay evidencia que demuestra que las «colas» (flagelos) de algunas bacterias promueven la inflamación crónica, lo cual ocasiona daños en los tejidos y como resultado, el cáncer de piel.8Los resultados de otra investigación, en la cual los roedores modelo pasaron por modificaciones genéticas que bloqueaban las reacciones a los los flagelos bacterianos,8indican que estos ratones estaban protegidos en contra de un cáncer artificial, implicando que la respuesta inflamatoria a la bacteria puede llevar al desarrollo de cáncer.8

 

Una micrografía electrónica de transmisión de una bacteria con flagelo.

 

Cáncer colorrectal

El microbioma bucal de un individuo saludablescomúnmente contiene la bacteria Fusobacterium nucleatum (F. nucleatum).9 Sin embargo, varios estudios han detectado la presencia de la F. nucleatum en adenomas colorrectales y en crecimientos tumorígenos del cáncer colorrectal en sus etapas avanzadas.9Recientemente, se descubrió que la F. nucleatum puede ser la causa  de las reacciones inflamatorias que activan a aquellos genes que promueven el cáncer.9 La activación de estos genes causa un incremento en la proliferación de las células del cáncer colorrectal.9

 

Cáncer cervical, anal y oral

Aproximadamente, el 15% de todos los cánceres humanos se pueden atribuir a un virus.10El virus del papiloma humano (VPH/HPV) es responsable por casi todos los casos de cánceres anales y cervicales.10Estos virus también pueden ser la causa de algunos cánceres de boca y cuello.10Interesantemente, en muchos individuos saludables,  los virus del papiloma humano son un componente común de los microbiomas de la piel y la mucosa.11Este tipo de virus también están asociado con el cáncer de hígado y con el cáncer de piel. Haga clic en este enlace para aprender más acerca de los virus y su relación con el cáncer.

El microbioma y el tratamiento del cáncer

La inclusión del microbioma humano dentro de la investigación acerca de los tratamientos de cáncer es relativamente reciente. Los estudios más nuevos han destacado la importancia y la relevancia del uso de los microbios en la recuperación de la enfermedad.127Interesantemente, el microbioma también puede estimular la actividad inmunológica en contra del cáncer.13Por ejemplo, se halló que la ciclofosfamida (un medicamento para tratar la leucemia y algunos linfomas) altera el ambiente microbiano de los intestinos. Como resultado, se promovió la producción de células inmunes, aumentando la eficacia de ciclofosfamida.14Para reiterar, los microbios también pueden estimular las reacciones inflamatorias que causan el cáncer. No obstante, estas reacciones inflamatorias también pueden traer beneficios y realzar la eficacia de los tratamientos contra el cáncer. Algunas terapias, como la quimioterapia de platino y la inmunoterapia CpG-oligonucleótido funcionan mediante las reacciones inflamatorias.12Un estudio reveló que un grupo de ratones de laboratorio que recibió antibióticos (matan al microbioma intestinal) no respondió con tanta eficacia a la quimioterapia de platino ni a la inmunoterapia CpG-oligonucleótido en comparación con otro grupo de ratones que mantuvo intacto su microbioma.12Estos resultados sugieren que el microbioma intestinal complementa a los efectos de las terapias que dependen de la inflamación.12

Por otro lado, la resistencia a los tratamientos de cáncer se ha visto vinculado a la presencia de ciertos tipos de bacterias intestinales. Un grupo de expertos que investigaban la farmacorresistencia en pacientes de cáncer colorrectal detectaron una cantidad elevada en el intestino de la Fusobacterium nucleatum. Se reveló que este organismo simultáneamente prevenía la muerte celular (apoptosis) de las células cancerígenas y estimulaba la autofagia, un mecanismo de supervivencia que emplean las células de cáncer. 15

Esta claro es que los microbios desempeñan un rol muy importante en el desarrollo del cáncer y en la reacción corporal al tratamiento. Adicionalmente, los investigadores esperan poder identificar los aspectos beneficiosos del microbioma para poder aprovecharse del mismo como método de luchar contra el cáncer y para deshacerse de aquellos componentes microbianos que promueven el desarrollo de la enfermedad.7

Microbioma y ejercicio fisico

Existe una mayor presencia de bacterias antiinflamatorias y menor de proinflaflamatorias entre quienes realizan actividad física, abriendo la puerta a la prevención de enfermedades.

Benjamín Fernández, Cristina Tomás y Manuel Fernández Sanjurjo, autores del estudio realizado en la Universidad de Oviedo. Foto: COVADONGA DÍAZ. Benjamín Fernández, Cristina Tomás y Manuel Fernández Sanjurjo, autores del estudio realizado en la Universidad de Oviedo.

Un estudio llevado a cabo por investigadores la Universidad de Oviedo ha permitido comprobar cómo la microbiota intestinal cambia en función de si se practica ejercicio físico o no y lo hace también dependiendo de la actividad física que se practique. Esta investigación abre una puerta para entender mejor como fomentar la presencia de bacterias intestinales beneficiosas.

Son las principales conclusiones de este trabajo, liderado por profesionales de las áreas de Microbiología, Anatomía y Fisiología de la Universidad de Oviedo, pertenecientes al grupo 3BIOACTIVE, y cuyos resultados han sido publicados en Frontiers in Physiology

Esta investigación ayuda a entender cómo la actividad física puede actuar sobre las bacterias del intestino, lo que podría aplicarse, en el futuro, en la prevención de enfermedades que pueden alterar estos microorganismos, esenciales para el mantenimiento de la salud, así como en la prescripción de ejercicio físico de forma individualizada teniendo en cuenta la microbiota.

Ha sido realizada con un modelo animal, en concreto ratones de laboratorio sanos sometidos a entrenamiento de fuerza o resistencia durante cuatro semanas. Los autores del estudio eligieron estos animales porque se parecen genéticamente mucho entre sí y viven en condiciones muy controladas, lo que permite aislar el efecto real de cada tipo de ejercicio, algo mucho más complejo en humanos.

Sin embargo, sus datos han servido para comprobar como la microbiota cambia en función de si se practica ejercicio físico o no, de tal modo que se observó una menor presencia de bacterias proinflamatorias, del género ‘Ruminococcus’, en los grupos que practicaron ejercicio frente a los ratones sedentarios.

También se observó una mayor abundancia de bacterias antiinflamatorias, del género ‘Parabacteroides’, en aquellos ratones sometidos a ejercicio físico, tanto en los que practicaron fuerza como en los que ejercitaron resistencia.

Este hallazgo confirma el efecto positivo del ejercicio físico en cuanto al incremento de la presencia de bacterias relacionadas con la respuesta inflamatoria, según explica uno de los supervisores del trabajo, Felipe Lombó, profesor de Microbiología del Departamento de Biología Funcional de la Universidad de Oviedo.

Asimismo, también han podido determinar que hay bacterias que específicamente aumentan su presencia en el intestino con el entrenamiento de la fuerza y otras que lo hacen con la práctica de la resistencia.

Por ejemplo, la especie ‘Clostridium cocleatum’ presenta una abundancia mayor en los ratones que entrenaron fuerza, una especie que se ha utilizado para la prevención de infección por ‘Clostridium difficile’ en modelos murinos de enfermedad.

En el caso del entrenamiento de resistencia, observaron mayor presencia del género ‘Desulfovibrio’, asociado a la protección de las células endoteliales en ratones envejecidos.

Aunque este estudio se ha realizado en ratones, el análisis de estos efectos de los diferentes tipos de entrenamiento puede abrir la puerta a entender mejor cómo podemos fomentar la presencia de bacterias intestinales beneficiosas, no solo en la salud, sino también en la enfermedad, destaca Benjamín Fernández, profesor de Anatomía del Departamento de Morfología y Biología Celular, experto en Medicina del Deporte de la citado universidad y también supervisor del estudio.

Cristina Tomás, profesora de Fisiología del Departamento de Biología Funcional, recuerda que la práctica de ejercicio físico regular se asocia históricamente a un menor riesgo de mortalidad y a una menor incidencia de patologías crónicas muy prevalentes en los humanos en países desarrollados.

Las alteraciones de la microbiota intestinal, en este contexto, cada vez cobran mayor importancia en el desarrollo de estas patologías tan prevalentes. «Sabíamos que el ejercicio y la microbiota intestinal tienen puntos en común de incidencia en patología y salud. Sin embargo, los mecanismos exactos a través de los cuales se define el efecto protector de las bacterias que pueblan nuestro intestino era más desconocido y nuestro estudio ayuda a entenderlo un poco más», destaca la investigadora.

Esta experta subraya que, en humanos, se ha descrito que el ejercicio regular, principalmente el ejercicio de resistencia o aeróbico, modifica la diversidad y abundancia de las bacterias del intestino. Estos cambios, independientes de la dieta, suelen revertir una vez que cesa la práctica regular de la actividad física.

«El problema reside en que los datos que obtenemos con humanos pueden verse influidos por factores ambientales como la dieta, el alcohol, el consumo de drogas e incluso por características antropométricas, que también pueden modificar la microbiota intestinal. Sin embargo, los modelos animales, con sus limitaciones, nos ofrecen una mejor comprensión de los cambios en la microbiota inducidos por el ejercicio, porque podemos controlar mejor el resto de variables», añade.

Para realizar el estudio, los investigadores de la Universidad de Oviedo utilizaron 26 ratones sanos, divididos en tres grupos: ratones sedentarios, ratones sometidos a entrenamiento de resistencia en una cinta rodante y ratones sujetos a entrenamiento de fuerza en una escalera vertical.

Después de un periodo de adaptación, se entrenó a los ratones durante cuatro semanas, cinco días a la semana. Los investigadores extrajeron el ADN bacteriano a partir de muestras del ciego de estos ratones, una región del intestino en la que residen las bacterias de estos animales. El análisis de este ADN permitió clasificar las diferentes bacterias presentes en las muestras y conocer el porcentaje de cada uno de los taxones bacterianos.

«Conocer cómo la actividad física puede actuar sobre nuestras bacterias intestinales puede facilitar la prevención de muchas enfermedades en las que se ha observado alteraciones en la microbiota intestinal, desde el síndrome del intestino irritable hasta la enfermedad de Alzheimer, incluso ayudar en la búsqueda de tratamientos para cuando la enfermedad ya esté presente”, destaca Tomás.

La extrapolación de los datos de ratones a humanos debe considerarse con precaución, más aún porque las diferencias en la composición de la microbiota intestinal entre humanos y ratones puede llevar a resultados sesgados.

En biología, todo esta relacionado con toda y de ello depende la enfermedad o la salud.

Estudiar las proporciones es vital , pero su imbricación lo hace difícil.

Bibliografia.

Benjamín Fernández, Cristina Tomás y Manuel Fernández Sanjurjo, autores del estudio realizado en la Universidad de Oviedo. Foto: Covadonga Díaz.

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MICROGLIA

Microglía

Células microglia, la primera y principal línea de defensa del sistema nervioso central.

Las microglíasmicrogliales o células de Hortega son células neurogliales del tejido nervioso con capacidad fagocitaria y de soporte, que forman el sistema inmunitario del sistema nervioso central (SNC)1​ y que constituyen aproximadamente el 10% de las células del cerebro.2​ Se originan durante el desarrollo a partir de precursores mesenquimales que, independientemente de la circulación sanguínea, penetran en el parénquima cerebral. Durante la vida adulta se ha propuesto que se pueden renovar por división in situ, a partir de precursores de la médula ósea, o desde monocitos que alcanzan el sistema nervioso a través de la sangre. Sin embargo, la producción de microglía a partir de precursores de la médula ósea o monocitos circulantes sólo se ha observado tras irradiar el sistema nervioso central.[cita requerida] Representan el sistema fagocítico mononuclear en el sistema nervioso central.

 

Dos células de microglia con Lamelipodios de aspecto «ameboide».

Se encuentran diseminadas en la totalidad del SNC, son células de pequeño tamaño, tinción oscura y asemejan débilmente oligodendrocitos. Tienen un citoplasma escaso, un núcleo oval o triangular y prolongaciones irregulares cortas. Estas células funcionan como fagocitos eliminando sustancias de desecho y estructuras dañadas del SNC. La microglia también defiende el sistema nervioso de virus, microorganismos y tumoraciones. Cuando por cualquier razón se activan, actúan como células presentadoras de antígenos y segregan citocinas. A diferencia del resto de células neurogliales, estas células no se originan del tubo neural, sino que tienen origen mesodérmico.

Las células de microglía cumplen funciones importantes no sólo relacionadas con la eliminación de residuos o la respuesta inmune. Por ejemplo, se sabe que juegan un papel importante durante el desarrollo en la inducción de muerte celular controlada en ciertas regiones. Además, también parecen tener un papel en la angiogénesis (generación de vasos sanguíneos). También existen estudios que demuestran que las células de microglía están implicadas en la eliminación de las terminales sinápticas.
El papel más ampliamente conocido de la microglía es el de vigilar el sistema nervioso central. Las células de microglía «no activas» están continuamente analizando su entorno con sus terminaciones, que son altamente dinámicas. Cuando se produce un daño en el sistema nervioso central las células de microglía reaccionan y se acercan a la lesión. También, «activadas» modifican su morfología (normalmente ramificada) y adquieren un aspecto ameboide, debido a la proyección de Lamelipodios.
Además, las células de microglía expresan moléculas proinflamatorias que tienen por objetivo eliminar células dañadas o infectadas y a agentes patógenos que pudieran ser perjudiciales. Sin embargo, estas moléculas también pueden dañar a neuronas sanas. Por otro lado, las células de microglía son capaces de producir moléculas antiinflamatorias que consiguen frenar el proceso inflamatorio y aumentar la supervivencia de las células viables.

Contienen lisosomas y cuerpos residuales. Generalmente se la clasifica como célula de la neuroglia. Presentan el antígeno común leucocítico y el antígeno de histocompatibilidad clase II, propio de las células presentadoras de antígenos. Además presentan receptores para moléculas señal propias del encéfalo, como el glutamato y el GABA

Historia[editar]

Victor Babeș describió la activación de la microglía en un caso de la rabia en 1897, pero no sabían lo que eran. Vieron los racimos de la microglía. Franz Nissl y F.Robertson fueron los primeros en descubrir las células de microglía, y Pío del Río Hortega, un discípulo de Santiago Ramón y Cajal, fue el primero en llamar a estas células «microglía», alrededor de 1920. Debido a esto también reciben el nombre de células de Hortega.

Las nuevas técnicas descubrieron alrededor de los años 1980 que las células de microglía están relacionadas con las de macroglía.

Microgliogénesis[editar]

Durante la hematopoyesis primitiva en ratones, esto es, en la etapa embrionaria y fetal, a partir del día 6.5 post-coito (pc), surgen, en el saco vitelino, células madre hematopoyéticas (CMH) que originarán células progenitoras de distintos linajes. Entre los días 7.5 – 8.0 pc, surgen células progenitoras eritromieloides (KIT+, Ter119+ y RUNX1+). A lo largo del día 9.0 pc estas células expresan CD45, pero no marcadores mieloides (estadio A1), más tarde expresan marcadores mieloides como los receptores de quimiocinas CX3C1 (CX3CR1) y del factor estimulante de colonia 1 (CSF1R), así como la glicoproteína F4/80 (estadio A2). Además, expresan metaloproteinasas (MMP-8 y MMP-9) lo que sugiere que, a partir de ese momento, empiezan a migrar hacia el mesénquima neuronal. Mientras tanto, estas continúan madurando y, aproximadamente, en el día 14.0 pc las células adquieren una morfología ramificada. Por otro lado, durante la hematopoyesis definitiva; es decir, una vez que la aorta gonadal-mesonefro (AGM) y el hígado fetal se han vuelto los principales órganos hematopoyéticos (durante los días 10.5 y 12.5 pc, respectivamente), se forman fagocitos-mononucleares que migran hacia el cerebro, sin embargo, estos son macrófagos distintos a la microglía y residen perivascularmente, en el plexo coroideo y en meninges.

Postnatalmente, los monocitos formados en la médula ósea de huesos largos, a partir de precursores leucocitarios, migran vascularmente y colonizan los tejidos [1, 2].

Véase también[editar]

Referencias[ Esteves, Madalena; Almeida, Armando; Leite-Almeida, Hugo (1 de enero de 2020). Salgado, Antonio J., ed. Handbook of Innovations in Central Nervous System Regenerative Medicine (en inglés). Elsevier. pp. 1-28. ISBN 978-0-12-818084-6doi:10.1016/b978-0-12-818084-6.00001-5. Consultado el 21 de octubre de 2020.

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Texto y Atlas de Histología (tercera edición), Leslie P. Gartner, James L. Hia

 

SISTEMA INMUNITARIO DEL CEREBRO

 

Durante mucho tiempo, se penso que el sistema nervioso carecía de protección inmunitaria, pero estudios posteriores han comprometido a la inflamación de manera preferente.

Los leucocitos nos defienden frente a la infección y el cáncer, también pueden segregar sustancias capaces de destruir células irremplazables del sistema nervioso, las neuronas. El organismo evita ese ataque restringiendo el paso de las células inmunitarias desde los vasos sanguíneos hacia el sistema nervioso central. Para introducirse en el tejido nervioso, los leucocitos han de esperar el desgarro o la alteración patológica de los vasos. Sin embargo, los investigadores han demostrado recientemente que unas células fascinantes, agrupadas bajo el nombre colectivo de microglía, forman allí una extensa red defensiva. Las células de la microglía dedican la mayor parte de su tiempo a servir a las neuronas. Pero datos cada vez más convincentes nos dicen que a veces pierden tal naturaleza benéfica. Se sospecha con fundamento que estas células pueden contribuir al desarrollo o a la exacerbación de algunas afecciones: infarto cerebral, Alzheimer, esclerosis múltiple y otras enfermedades neurodegenerativas. l sistema nervioso central (SNC) es considerado un órgano inmune privilegiado, dada la existencia de su barrera hematoencefálica (BHE) que interviene en el paso de células inflamatorias y mediadores químicos entre los capilares sanguíneos al parénquima cerebral. En la actualidad se cuestiona el grado de aislamiento del SNC mediante la BHE. Se conoce la activación del sistema inmune y se ha descrito la presencia de un número muy reducido de linfocitos (1-3 mm3) en el líquido cefalorraquídeo (LCR) de pacientes sanos.

Existen en el SNC células inflamatorias propias en la microglía y los macrófagos, los cuales están involucrados en la recepción y propagación de información inflamatoria. En los últimos años se ha descrito que el sistema inmune y el proceso inflamatorio participan de forma activa en la pérdida neuronal en enfermedades del SNC agudas (por ejemplo infarto cerebral) y crónicas (esclerosis múltiple y enfermedad de Alzheimer)1.

La respuesta inflamatoria en el SNC está dada por la activación de las células de la microglía y astrocitos, expresión de mediadores inflamatorios, con una invasión controlada de células inflamatorias periféricas.

Esto ocurre por la expresión de mediadores inflamatorios, como las citoquinas y prostaglandinas que regulan las moléculas de adhesión y aumentan la permeabilidad de la BHE, promoviendo el paso de células inflamatorias periféricas, con la consecuente liberación de moléculas potencialmente tóxicas para las neuronas cerebrales1.

En el daño cerebral isquémico agudo aumenta la permeabilidad de la BHE y las células inflamatorias entran en contacto con los antígenos del SNC en el cerebro y en la periferia2.

El SNC tiene células inflamatorias propias (microglía y macrófagos) que tienen una función importante en la recepción y difusión de las señales inflamatorias.

La microglía es una población celular receptiva con un claro papel de «vigilancia inmune» del sistema nervioso y constituye el 5-15% de la población celular cerebral total. En el cerebro adulto la microglía se encuentra en reposo y posee una morfología ramificada capaz de monitorizar el ambiente cerebral, compartiendo muchas propiedades con los macrófagos3.

Cuando la microglía se activa pasa de tener función de vigilancia inmune a funciones de fagocitosis, producción de citoquinas inflamatorias y presentación de antígenos en presencia de un estímulo inmune.

Procesos asociados al envejecimiento, o a una enfermedad neurológica, pueden provocar cambios en el microambiente, donde la microglía sea más reactiva a un estímulo inmune4.

En respuesta al daño cerebral agudo, la microglía se activa rápidamente y secreta una amplia gama de mediadores inflamatorios. También es función de la glía la liberación de factores tróficos y antiinflamatorios.

Minutos después de la isquemia cerebral aguda se activa la microglía, produciendo la liberación de mediadores inflamatorios que exacerban el daño celular5. Estas moléculas secretadas por la microglía después de la isquemia sufren variaciones temporales y espaciales.

Lampl et al han observado que pacientes con infarto cerebral agudo muestran una evolución más favorable mediante el tratamiento con fármacos inhibidores de la activación de la microglía, como la minociclina6.

La minociclina es un antimicrobiano derivado de las tetraciclinas con acciones antiinflamatorias/neuroprotectoras, contribuyendo probablemente de esta manera a la citoprotección del SNC7. Otro grupo español ha descrito que la minociclina tendría capacidad neuroprotectora frente a estímulos citotóxicos8, y sería capaz de prevenir la entrada de calcio dentro de las mitocondrias, evitando de esta manera la activación de los procesos apoptóticos9.

Los astrocitos también expresan mediadores inflamatorios. Después de la isquemia cerebral aguda se produce la activación astrocitaria, incrementándose la expresión de la proteína acídica fibrilar glial (GFAP) y la llamada gliosis reactiva, donde se dan cambios funcionales y estructuralres. Los astrocitos participan en la inflamación, expresando moléculas del complejo mayor de histocompatibilidad y moléculas estimuladoras para desarrollar una respuesta Th2. Los astrocitos pueden secretar moléculas inflamatorias, como citoquinas y quimioquinas y expresar proteínas como la óxido nítrico sintasa inducible (inducible nitric oxide synthase [iNOS]). La actividad de esta enzima intensifica el daño cerebral tras la isquemia. Estos datos sugieren que los astrocitos activados y los mediadores que segregan tienen un rol fundamental en el daño celular neuronal.

La inflamación se caracteriza por la acumulación de células y mediadores inflamatorios en el cerebro isquémico. Los fagocitos periféricos, los linfocitos T, las células natural killer (NK) y los leucocitos polimorfonucleares secretan citoquinas y pueden contribuir a la inflamación en el cerebro tras la isquemia cerebral. Junto con la microglía, los leucocitos procedentes de la sangre periférica son las células inflamatorias más activas, que se acumulan en el tejido cerebral tras la isquemia cerebral, conduciendo al daño por inflamación.

Los leucocitos se adhieren a la pared de los vasos sanguíneos 4 a 6 horas después de la isquemia cerebral aguda. En el tejido cerebral después de la isquemia se producen varios pasos de interacción entre leucocitos y células endoteliales: activación endotelial, rodamiento, adhesión y migración transendotelial, que conduce a la acumulación celular en el tejido cerebral isquémico y a la liberación de mediadores proinflamatorios. La unión de la molécula de adhesión en los leucocitos, con sus respectivos ligandos en las células endoteliales, puede activar vías de señalización en ambas células. Esto produce una amplificación de la respuesta inflamatoria.

En general, las primeras células en entrar al tejido isquémico son los neutrófilos, el reclutamiento ocurre entre 6 a 12 horas después del inicio de los síntomas, progresando hasta las 24 horas y reduciéndose a continuación. Los monocitos se acumulan en el área del daño entre 12 -24 horas después del inicio del daño isquémico agudo, transformándose en macrófagos capaces de fagocitar los desechos. En periodos más tardíos otras células inflamatorias/inmunes, como linfocitos, llegan al parénquima cerebral. Quizás la entrada de leucocitos varíe en función del tipo celular y del momento en el que accedan al parénquima. Además, la presencia de leucocitos en los capilares distales a la zona de oclusión podría contribuir a la disminución del flujo sanguíneo5–10. Los leucocitos también liberan mediadores como radicales de oxígeno, proteasas citoquinas que participan del daño neuronal.

Mediadores inflamatorios

Citoquinas se denominan a más de 100 péptidos diferentes desde el punto de vista genético y estructural, que actúan mediante la unión a receptores específicos de la superficie celular. Las citoquinas son sintetizadas por diferentes tipos celulares, y reciben diferentes nombres: linfocinas si son secretadas por linfocitos y monocinas si son producidas por macrófagos. Muchas citoquinas comparten funciones por ser pleotrópicas, ya que actúan sobre diferentes tipos de células. Poseen vida media corta y actúan de forma paracrina y endocrina. La mayoría de las reacciones inflamatorias son mediadas por citoquinas que pueden aumentar el daño producido por un infarto isquémico. En el cerebro existen muchos tipos celulares capaces de secretar citoquinas (microglía, astrocitos, células endoteliales y neuronas). Las citoquinas circulantes están involucradas en la inflamación cerebral. Monocitos, linfocitos T, células NK y polimorfonucleares pueden contribuir a la inflamación del SNC:

Las principales citoquinas que actúan en el proceso de inflamación son: interleuquina 1 (IL-1), interleuquina 6 (IL-6), factor de necrosis tumoral alfa (FNT α) y factor de crecimiento transformante beta (TGF β), que son proinflamatorias, y dentro de las antiinflamatorias la interleuquina 10 (IL-10)5.

Interleuquina-1

La IL-1 es una citoquina producida principalmente por macrófagos activados, monocitos y células dendríticas. Se produce como respuesta a procesos infecciosos o en cualquier tipo de lesiones o estrés. La IL-1 se libera en respuesta a FNT α. Se conocen tres isoformas: IL-1 α, IL-1 β e IL -1 RA inhibidora de las dos anteriores.

Normalmente la IL-1 es sintetizada en el SNC por la microglía, astrocitos neuronas y células endoteliales en niveles bajos. Después de un proceso isquémico aumenta la expresión de ARNm de IL-1 β11, conduciendo a un aumento de la proteínas horas después.

En modelos animales se observó que pocos minutos después de una obstrucción cerebral transitoria aumentaron los niveles de ARNm y de la IL-1β durante la reperfusión temprana y también en las 6 a 24 horas posteriores, sugiriendo una expresión bifásica de la IL-1 β12.

Se ha correlacionado el aumento de los niveles de IL-1 seguidos a la isquemia con el aumento del volumen del infarto. Los niveles elevados de IL1 se han asociado a mal pronóstico en pacientes con infarto cerebral. Una explicación posible es que la IL-1 es un fuerte pirógeno que facilita el aumento de la temperatura corporal13.

Otro estudio de Yamasaki et al ha mostrado que la inyección intraventricular de IL-1β recombinante después de la oclusión de la arteria cerebral media (ACM) incrementa la formación de edema cerebral, el tamaño de la zona infartada y la infiltración de neutrófilos en ratas14.

La administración de IL-1 en un cerebro sano no causa ningún daño, y cuando se utiliza en cultivos celulares tampoco induce su muerte. Otros estudios proclaman cierto efecto neuroprotector, dado que cuando se adiciona IL-1 a cultivos celulares de neuronas corticales de ratones produce una atenuación en la neurotoxicidad por NMDA15. Los efectos neuroprotectores de IL-1 podrían estar parcialmente mediados por la inducción del factor de crecimiento nervioso (FCN)15

Interleuquina 6

La IL-6 es una glucoproteína secretada por macrófagos, células T, células endoteliales y fibroblastos. Su liberación está inducida por IL-1 y aumenta en respuesta al TNF-α. Como función activa la formación de inmunoglobulinas por parte de los linfocitos B.

La IL-6 puede contribuir al daño provocado por la inflamación en el cerebro, y está implicada en la regulación de la apoptosis neuronal16. Diversos estudios sugieren que la IL-6 está sobrerregulada después de la isquemia cerebral17, postulándose que posee efectos perjudiciales en la misma. En consecuencia los niveles elevados de IL-6 podrían ser un buen indicador de deterioro neurológico temprano18, y niveles elevados de IL-6 se asocian a un mayor volumen infartado19 y a un mal pronóstico20 Así se ha demostrado una asociación entre los niveles plasmáticos de IL-6 y el deterioro neurológico precoz, que es independiente del tamaño inicial, la topografía o el mecanismo del infarto18. En otro estudio español se encontró que los pacientes cuyos niveles de IL-6 son mayores a 5 pg/ml tienen una probabilidad 25 veces mayor de desarrollar un nuevo evento vascular, y una probabilidad 19 veces mayor de fallecer por un problema de origen vascular.

Factor de necrosis tumoral alfa

El TNF-α es una sustancia química del grupo de las citoquinas proinflamatorias que es liberada por células del sistema inmune. En el SNC esta citoquina constituye el principal mediador de inflamación, que induce una cascada de eventos celulares que culminan con la muerte neuronal. El TNF-α posee una variedad de funciones implicadas en la defensa inmunitaria, homeostasis celular y protección frente a varios tóxicos neurológicos21,22.

Barone et al han demostrado que después de una oclusión en la ACM la inducción de FNT-α se asocia con el aumento del déficit neurológico y el incremento del tamaño del infarto cerebral23,24.La concentración del TNF-α en el líquido cefalorraquídeo aumenta en pacientes con infarto cerebral agudo18. Las concentraciones séricas de TNF-α también aumentan en pacientes con infarto cerebral agudo18. Las concetraciones elevadas de TNF-α plasmáticas en pacientes con infartos lacunares se asociaron con deterioro neurológico y peor pronóstico.

Factor de crecimiento transformante beta

El TGF-β participa en la regulación de procesos como la proliferación y la diferenciación celular, y desempeña un papel importante en la inmunidad, el cáncer, las enfermedades cardiacas y la diabetes5.

En modelos animales de ratón se han detectado aumentos en los niveles de ARNm del TGF-β en tejidos isquémicos después de 1-6 horas desde el inicio del daño25, y que permanecen elevados hasta 15 días después de la isquemia26. Esta expresión puede coincidir con la infiltración de monocitos y macrófagos y con la proliferación microglial en tejidos dañados27.

El TGF-β puede actuar como un mediador neuroprotector en el infarto cerebral. La sobreexpresión del TGF-β brindaría una protección cerebral en modelos experimentales de infarto cerebral, induciendo una reducción de la respuesta inflamatoria28. Se ha demostrado también su efecto neuroprotector cuando se administra antes de la isquemia29. Existen reportes de que el TGF-β reduce el volumen del infarto cuando se administra en ratas una hora después de la oclusión de la ACM, mientras que su efecto neuroprotector se encuentra ausente cuando se inyecta en el centro de la lesión30. Así se ha propuesto que el TGF-β podría ejercer efecto neuroprotector mediante un bloqueo de la apoptosis, o por su participación en la recuperación del infarto isquémico, debido a que el efecto se observa en el área de penumbra y está presente en la fase de recuperación de algunas enfermedades del SNC30. El TGF-β controla la proliferación y la diferenciación celular de la mayoría de las células; además modula la angiogénesis facilitando procesos de neurorreparación, incluyendo procesos de neurogénesis y sinaptogénesis, los que están involucrados en la reorganización de la vascularización cerebral posterior a la isquemia.

Interleuquina 10

La IL-10 es una citoquina antiinflamatoria secretada por linfocitos y monocitos. Actúa mediante la inhibición de los efectos de IL-1 y TGF-β mediante la supresión de la expresión y de la activación de sus receptores. La IL-10 es sintetizada por el SNC y se encuentra sobreexpresada en infartos cerebrales experimentales31. Se han detectado concentraciones altas de IL-10 en el LCR de pacientes con infarto agudo32. Pacientes con bajos niveles de IL-10 presentan un mayor riesgo de infarto, lo que sugiere un efecto protector de la citoquina33. Por todo esto se ha propuesto la IL-10 como un potencial blanco terapéutico antiinflamatorio para el infarto cerebral. La administración exógena de IL-10 podría constituir un posible tratamiento para reducir el daño producido por el infarto cerebral. Se ha realizado con éxito en animales, mostrando efectos beneficiosos34.

Quimiocinas

Las quimiocinas son un tipo de citoquinas que regulan el tráfico leucocitario, modulan la quimiotaxis y la activación celular, por lo que desempeñan un rol importante en los procesos de inflamación del SNC, en la comunicación celular y en el reclutamiento de células inflamatorias5.

La expresión de quimiocinas es nociva después de un daño cerebral, dado que aumentan la infiltración leucocitaria35. Así, los niveles de varias quimiocinas, como la proteína quimiotáctica de monocitos (MCP-1), la fractalcina, la IL-8 y la proteína inflamatoria de macrófagos 1α, aumentan en diversos modelos experientales de isquemia, y su inhibición o deficiencia se ha asociado a un menor daño36.

La MCP-1 es un agente quimiotáctico de monocitos y su expresión induce un incremento en la infiltración de monocitos en el tejido cerebral dañado. Se ha observado un aumento de los niveles de MCP-1 en pacientes con infarto cerebral isquémico agudo37. También se ha observado que estas quimiocinas afectan la permeabilidad de la BHE, así la adición de MCP-1 aumenta 17 veces la permeabilidad de la BHE, lo cual sugiere su implicación en la apertura de la BHE en la isquemia cerebral38. Por otro lado, algunas quimiocinas actúan también como moléculas señalizadoras que regulan la actividad de la microglía.

La fractalcina es expresada principalmente por las neuronas y puede inhibir las secreciones de toxinas proinflamatorias en la microglía activada39. La fractalcina contribuye al control del tráfico leucocitario desde el torrente sanguíneo al tejido dañado. Después de la isquemia la inmunorreactividad aumenta rápidamente en las neuronas, sin daño de la penumbra isquémica, y su síntesis también es inducida en las células endoteliales del área infartada.

Ciclooxigenasa

La ciclooxigenasa (COX), o prostaglandina-endoperóxido sintasa, es una enzima que cataliza la síntesis de prostaglandinas a partir del ácido araquidónico. Se conocen dos isoformas de COX: COX1 y COX2. La COX1 se expresa en la microglía y los leucocitos durante el daño cerebral40. La COX2 se expresa en neuronas excitatorias y se encuentra regluada por variados estímulos, mediadores inflamatorios y mitógenos 41.

Los ratones deficientes de COX1 pueden ser más vulnerables a la isquemia cerebral focal42. La COX2 está involucrada en la producción de radicales libres y prostanoides tóxicos y es inducida durante la inflamación y la isquemia cerebral. Se sobreexpresa 12-24 horas después de la isquemia en neuronas y células vasculares que rodean la zona infartada. Se ha hipotetizado que los metabolitos COX 2 son dañinos. Además algunos tratamientos con inhibidores de la COX2 han demostrado mejoras en el pronóstico neurológico después de la isquemia cerebral5.

Óxido nítrico

El óxido nítrico (ON) es una importante molécula de señal involucrada en procesos fisiológicos como la comunicación neuronal, la defensa del huésped y la regulación de la presión arterial.

El ON puede causar daño en el ADN en la isquemia cerebral a través de la formación de peroxi-nitrito. Después de la isquemia el efecto vasodilatador del ON es beneficioso, porque induce vasodilatación y limita la reducción del flujo sanguíneo, es antiagregante plaquetario e inhibe la adhesión leucocitaria5.

Es sabido que después de un ACVi el paciente tiene mayor riesgo de desarrollar complicaciones. Las infecciones asociadas al ACV pueden complicar, retrasar el proceso de recuperación y aumentan el riesgo de morbimortalidad. Los mecanismos que subyacen al pobre pronóstico de estos pacientes incluyen un aumento a la susceptibilidad a las infecciones como consecuencia de la inmunosupresión, la activación de una respuesta inmune a los antígenos del SNC como consecuencia de un daño agudo y una infección, actuando como adyudante. Teeling et al proponen una explicación simple para explicar el mal pronóstico de los pacientes con ACVi, que es que la microglía en el sitio del ACV y distal a la lesión es sensibilizada por la regeneración neuronal y axonal. Esta microglía sensibilizada, similar a la de los pacientes con enfermedad de Alzehimer y esclerosis múltiple, essensibles a los efectos de la inflamación sistémica, que puede variar de un fenotipo benigno a un fenotipo agresivo proinflamatorio.

Este proceso llevará a la secreción de citoquinas y mediadores inflamatorios que exacerban el daño neuronal e impiden una buena recuperación42.

Hemorragia intracerebral

La hemorragia intracerebral (HIC) constituye la segunda causa de ACV y la más letal. Posterior al daño mecánico sufrido en el sitio del hematoma, se desarrollan procesos de daño cerebral secundario que provocan daño celular directo y cascadas inflamatorias. Estas gatillan la infiltración de granulocitos y monocitos, la activación de la microglía y la disrrupción de la BHE, la cual conlleva edema cerebral. La cascada del complemente podría desempeñar un rol central en la patogénesis del daño secundario en una HIC. El daño cerebral que sigue al clivaje del componente 3 del complemento ocurre simultaneamente, pero con mecanismos relacionados a la inflamación mediada por anafilotoxina y mediante la toxicidad directa dada por la lisis eritrocitrocitaria. La activación del complemento también es importante en la recuperación fisiológica después de HIC43.

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LA INFLAMACIÓN DEFIENDE, ATACA O LAS DOS A LA VEZ

LA INFLAMACIÓN ATACA O DEFIENDE

Es la inflamación un sistema reparador de la infección o por el contrario es un sistema destructivo.

A medida que avanzan nuestros conocimientos, podemos ver fenómenos contradictorios, como es la repacion por inflamación o por el contrario su efecto destructivos y perpetuaste.

Según esto, habría que incluir a la arteriosclerosis dentro de la enfermedad degenerativa.

La inflamación es en sí un proceso reactivo, complejo, inespecífico, que se caracteriza por modificaciones locales y coordinadas a nivel de los vasos sanguíneos (endotelio) y el tejido conectivo subyacente. Puede alterar la homeostasis general y su función es localizar, eliminar, o al menos aislar el agente o cuerpo extraño. Análisis de sangre de IA predeciría la progresión de la enfermedad neurodegenerativa

Un algoritmo de aprendizaje automático que utiliza datos genéticos de muestras de sangre de pacientes puede predecir y explicar la progresión de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Huntington.

La inflamación es inicialmente un proceso beneficioso con sistemas de control muy estrictos que permiten su resolución una vez cumplida su función. De ahí que se haya conservado a lo largo de la evolución como un sistema de alarma y defensa. La pregunta que cabe siempre es si la reparación del sistema inflamatorio  es también lesiva

Muchos autores se han preocupado de este tema pero es el Dr. Moir muerto recientemente con un tumor cerebral el que al identificar la función biológica normal de Aβ y de los depósitos de β-amiloide insolubles que el péptido puede generar: Resulta que éste péptido antimicrobiano del sistema inmunitario innato, atrapa y mata a los patógenos que invaden el cerebro. Este nuevo descubrimiento sugiere que la EA puede ser una respuesta inapropiada a una infección real o falsamente percibida en el cerebro. Este hallazgo también puede arrojar luz sobre los mecanismos patológicos asociados con otras enfermedades principales asociadas con amiloides, como la diabetes y la arteriolosclerosis.

Hortolano en su artículo sobre síndrome de Inflamación y macrófagos si estos dos elementos procesos actúan como: amigos o enemigos.

Los datos clínicos de la inflamación se han conocido desde la antigüedad Los principales signos de la inflamación en su fase aguda son: calor (a nivel local), enrojecimiento, hinchazón y en algunos casos formación de exudaciones y finalmente presión y dolor en las terminaciones nerviosas.

No cabe duda de la función de los macrófagos en este proceso. Estas son células residentes en los tejidos, que se originan a partir de los monocitos del plasma. Recientemente se ha identificado que los macrófagos, agentes del sistema inmune de mayor relevancia nivel tisular, presentan dos fenotipos, con funciones literalmente opuestas; M1 – inflamatorio y M2 – anti inflamatorio.

Ambos fenotipos son esenciales para la homeostasis del organismo, sin embargo, un desbalance de estos fenotipos se ha identificado en condiciones patológicas como la obesidad mórbida, donde se presenta prevalencia del fenotipo M1, asociado con los niveles elevados de la citoquina llamada TNF-alfa y que es una de la moléculas responsables de promover el que estos pacientes desarrollen resistencia a insulina. Esta alteración se conoce como diabetes tipo II.

En diversas enfermedades auto-inmunes como enfermedad de Chrohn, artritis reumatoide o esclerosis múltiple, entre otras, también se encuentran asociadas a una prevalencia del fenotipo M1 .

Figura 1. Fenotipos M1-inflamatorio y M2-anti-inflamatorio.

En la inflamación en su etapa aguda, justo se manifiesta cuando ocurre o se presenta la alteración o daño del tejido; las moléculas que liberan macrófagos activados en su fenotipo M1 están orientados a eliminar microbios e iniciar el proceso de reparación tisular (figura 1). Sin embargo, si esos mismos macrófagos permanecen activados por tiempos prolongados en un tejido, conservando este fenotipo M1, se les atribuye la responsabilidad de la mayor parte de los daños tisulares que se presentan en los tejidos y esa condición ya se define como inflamación crónica.

Casi dos tercios de las patologías humanas presentan alteraciones en la respuesta inflamatoria, incluyendo enfermedades como el Alzheimer, que tradicionalmente se consideraba una enfermedad degenerativa, o el cáncer, en la que el componente inflamatorio está adquiriendo cada vez mayor relevancia [1]. Incluso en la osteoporosis surgen evidencias de que esta patología también se debe posiblemente a desbalance de tipo inflamatorio, por la desregulación de los macrófagos a consecuencia de la ausencia de estrógenos, en este caso ya se acuña el término, inmunoporosis [2,3].

Estos macrófagos presentan una alta heterogeneidad y, dependiendo del microambiente que les rodee, pueden adoptar distintos estados de activación, que difieren en la expresión de receptores, funciones y producción de citoquinas y quimioquinas, lo que les permite adaptarse al medio adecuadamente.

En estas patologías cada día crecen las evidencias de la efectividad del uso de la terapia celular con células madre mesenquimales (MSCs, pos sus siglas en inglés). La terapia celular empleando MSCs o derivados de estas (medio condicionado o exosomas) demuestran un potente efecto inmunomodulador, con especial énfasis en la capacidad de estas células en promover el cambio de polarización del fenotipo M1 al M2 [4, 5].

No creo que este articulo aclare el gran problema de infección e inflamación amigos o enemigos. Pero si que están relacionados y contribuyen en la patología degenerativa

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ARTERIOSCLEROSIS Y GERMENES

ARTERIOSCLEROSIS Y GERMENES

La arterioesclerosis es un proceso en el que depósitos de material graso llamado placa se acumulan en las paredes de las arterias reduciendo o bloqueando el flujo sanguíneo Cómo aparecen las placas de ateroma en las coronarias y cómo se afecta el  flujo?

De A hacia F, formación y progresión de la placa de ateroma. En las fases iniciales (A-C) hay aumento del tamaño de la arteria por remodelado con escasa afectación de la luz y en las fases finales (D-F) se produce la estenosis de la arteria.

Los factores de riesgo clásicos de la arteriosclerosis son el tabaquismo, la diabetes, la hipertensión y los niveles elevados de colesterol, y que los factores genéticos también intervienen en el origen de la enfermedad. Sin embargo, también señalan que en algunos casos tienen lugar episodios cardiovasculares sin la presencia de los citados factores de riesgo. Desde hace un tiempo, se citan la inflamación y los agentes infecciosos como factores que también tienen un papel en el inicio del proceso aterosclerótico.

La etiología infecciosa de la arteriosclerosis hace mucho tiempo que preocupa y son varios los gérmenes que se han involucrado en su desarrollo.

No sería atrevido incluir la arterioesclerosis en las enfermedades degenerativa, donde una noxa extraña pone en marcha un sistema de reparación inapropiado.

 

 

La respuesta inflamatoria está mediada por las sustancias producidas por los macrófagos y linfocitos T. Estas sustancias (factor de crecimiento derivado de las plaquetas, factor de crecimiento de los fibroblastos, etc.) provocan una migración de células musculares lisas y su posterior proliferación. Unas células musculares lisas conservan su función contráctil y otras la pierden y son capaces de producir matriz extracelular, constituyendo la capa fibrosa que envuelve al núcleo lipídico. Los monocitos al atravesar la pared arterial se diferencian en macrófagos y sintetizan una gran cantidad de sustancias que se van a encargar de perpetuar la respuesta inflamatoria y estimular el sistema inmune. Una de sus funciones principales es fagocitar a las lipoproteínas de baja densidad (LDL), acción mediada por las LDL oxidadas (LDL-ox), la interleucina 1 y el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-*), entre otras, constituyendo las células espumosas que son el sustrato anatómico del núcleo lipídico de la placa de ateroma. Los linfocitos T son atraídos por la acción del TNF-, la interleucina 2 y el factor estimulante de colonias de los granulocitos/macrófagos. Éstos son los grandes desconocidos de todo el proceso, y actualmente una de las múltiples líneas de investigación se centra en intentar esclarecer su papel en el proceso aterosclerótico. Se sabe que los linfocitos T cooperadores (CD4) predominan en las placas maduras y que los linfocitos T supresores (CD8) predominan en las lesiones precursoras de la placa o en la periferia de las lesiones9.

Esto condiciona la adhesión y formación de un trombo que, al ocluir la luz de un vaso , va a provocar la isquemia distal a la lesión. La ruptura de la placa suele producirse por la acción de metaloproteasas, como las colagenasas producidas por los macrófagos activados de la placa que van adelgazando la capa fibrosa8

Los factores de riesgo cardiovascular clásicos (hipertensión arterial, diabetes mellitus, hipercolesterolemia, tabaco, homocisteína, predisposición genética) y otros más recientes, como determinadas infecciones, provocan una disfunción endotelial que desencadenará el fenómeno aterosclerótico. A su vez la célula endotelial es capaz de secretar citocinas y factores de crecimiento que junto a los fenómenos anteriores provoca una inflamación en el intersticio de la pared arterial.

La médula ósea ictus e infartos

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Ilustración de una acumulación de colesterol en una arteria  Getty

Las personas con factores de riesgo cardiovascular pero sin síntomas de enfermedad tienen una actividad anómala de la médula ósea que favorece el desarrollo de la aterosclerosis, según un estudio del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC). El descubrimiento cambia la visión de cómo se originan las enfermedades cardiovasculares y confirma la estrategia de prevenirlas antes de que aparezcan los síntomas.

El estudio se ha basado en datos de 745 personas aparentemente sanas con una media de edad de 50 años. Según los resultados presentados en la revista European Heart Journal, las personas con obesidad, hipertensión, nivel alto de triglicéridos o de azúcar en sangre o con nivel bajo de colesterol HDL producen un exceso de células inflamatorias en la médula ósea.

Estas células inflamatorias dañan los vasos sanguíneos, lo que alimenta un círculo vicioso en el que el daño en las arterias causa inflamación y la inflamación causa daño en las arterias. A falta de medidas de prevención o tratamiento para interrumpir el círculo vicioso, la enfermedad cardiovascular progresa y puede acabar causando ictus o infartos de miocardio.

Esta es la primera investigación que demuestra una relación tan directa entre los factores de riesgo y la activación de la médula ósea.

Los investigadores han evaluado la actividad de la médula ósea de los 745 participantes con la tecnología de imagen PET. Asimismo, se les ha examinado el estado de las arterias con PET y con resonancia magnética. El estudio forma parte del proyecto PESA-CNIC-Santander, iniciado en 2010 y programado hasta el 2029 para comprender cómo se inicia la enfermedad cardiovascular y mejorar su prevención.

Según los investigadores del CNIC, la médula ósea se activa como mecanismo de defensa cuando se acumula colesterol en la pared de las arterias. En una investigación anterior demostraron que las células inmunitarias procedentes de la médula retiran el colesterol de las arterias. Sin embargo, si la acumulación de colesterol es excesiva, el sistema inmunitario se ve desbordado y desencadena una reacción inflamatoria perjudicial.

Aterosclerosis e infección.

Varios gérmenes se han señalado como culpables del desarrollo de las placas de ateroma

Las infecciones actuarían como un factor de riesgo más en el desarrollo de la aterosclerosis. Son muchas las hipótesis que intentan explicar esta asociación

En la génesis de la aterosclerosis se han involucrado a diferentes microorganismos de entre ellos, el CMV, C. pneumoniae . H. pylori yl Virus del Herpes

Los fenómenos de respuesta inflamatoria frente a cualquier agente infeccioso pueden provocar daño endotelial que precipite la aterogénesis. La formación de inmunocomplejos y la síntesis de citocinas pueden dañar el endotelio directamente.

Modelos animales.

La evidencia del posible papel patogénico del CMV en la aterosclerosis proviene de los experimentos en animales realizados por Fabricant y Hajjar12,28. En los años cuarenta, Paterson y Cottral5 descubrieron una asociación entre la aterosclerosis y el virus de la enfermedad de Mareck. Posteriormente, Fabricant inyectó virus de la enfermedad de Mareck a pollos sanos y les sometió a una dieta rica en colesterol, escogiendo como controles a pollos no infectados pero alimentados con la dieta rica en lípidos. En las autopsias había lesiones aterosclerosas en toda la pared arterial de los pollos infectados, mientras que estas lesiones eran mínimas o inexistentes en los sanos. También observó que estas lesiones eran más extensas en aquellos pollos infectados y alimentados con la dieta rica en colesterol. La vacunación previa de los pollos contra el virus de la enfermedad de Mareck les protegía frente al acúmulo de lípidos en la pared arterial34.

Los experimentos de Hajjar en la década de los ochenta demostraron que la infección de pollos con el virus de la enfermedad de Mareck provocaba un mayor acúmulo de colesterol, ésteres de colesterol, triglicéridos y fosfolípidos en las paredes aórticas12 .

EL H. PYLORI es una bacteria microaerofílica, gramnegativa, de forma espiral, que reside en las células de la mucosa gástrica y que se transmite por un mecanismo fecal-oral. Está presente en prácticamente el 100% de las úlceras duodenales y en el 60% de las úlceras gástricas. La infección por H. pylori se adquiere habitualmente en la infancia y los anticuerpos frente a ella persistirán hasta edades avanzadas de la vida, por lo que la prevalencia de anticuerpos frente a Helicobacter en la población general es muy alta, alrededor del 40% a los 50 años de edad17. Helicobacter Pylori - Banco de fotos e imágenes de stock - iStock

CITOMEGALOVIRUS (CMV) Cuando infecta una célula se producen cambios en la misma que conducen a su muerte. Cuando estos cambios no se producen se habla de infección abortiva. Experimentalmente esta forma de infección puede conseguirse infectando una célula con una cepa de CMV que tiene tropismo para infectar células de otras especies, por ejemplo, infectar células humanas con CMV obtenido de células de pollo infectadas. La infección abortiva de CMV induce la expresión de los productos de genes inmediatos, como IE2-84, que se unen al p53 inhibiendo su acción y provoca que la célula no finalice el ciclo celular11. La infección abortiva por CMV inhibe el fenómeno de apoptosis necesario para el recambio celular en los tejidos. El CMV parece más relacionado con la aterosclerosis desarrollada tras el trasplante cardíaco, así como con el fenómeno de reestenosis tras una angioplastia coronaria Infección congénita por citomegalovirus: síntomas, diganóstico y  tratamiento | Faros HSJBCN

HERPES VIRUS .

Se ha demostrado que las infecciones por este virus disminuyen la actividad lisosómica y citoplásmica de la hidrólisis de colesterol, provocando su acumulación en la placa de ateroma12. Parece que la infección por virus de la familia herpes facilita el acúmulo de colesterol en el interior de las células musculares lisas mediante un aumento de la captación de las LDL-ox. Asimismo, las infecciones víricas condicionan un estado procoagulante en el endotelio y el mecanismo más importante sería la exposición al torrente circulatorio del factor tisular, que es un poderoso coagulante33. Herpesvirus Fotos e Imágenes de stock - Alamy

.

CHLAMYDIA PNEUMONIAE

Chlamydia pneumoniae es una bacteria gramnegativa, de crecimiento intracelular. Se transmite a través de las secreciones respiratorias y se cree que persiste en el interior de los macrófagos alveolares. Es el segundo patógeno causante de neumonías atípicas, responsable del 10% de los casos. La primoinfección por C. pneumoniae suele ocurrir en edades tempranas de la vida y las reinfecciones son extraordinariamente frecuentes. Aproximadamente el 50% de los mayores de 50 años tienen serología positiva frente a C. pneumoniae y su prevalencia se correlaciona con la edad, el nivel socioeconómico, el hábito tabáquico y las epidemias periódicas. Es mucho más frecuente en los varones37.

Los resultados de los estudios seroepidemiológicos muestran una asociación fuerte entre serología positiva frente a C. pneumoniae y aterosclerosis, con una OR > 217.La mayoría de ellos están realizados en cardiopatía isquémica clásica (angina de pecho, infarto de miocardio) y algunos en patología cerebrovascular. El trabajo de Saikku, publicado en 19882, marcó la pauta para el desarrollo de trabajos ulteriores. En este estudio, realizado en una población de 40 enfermos con infarto agudo de miocardio, en 30 con cardiopatía isquémica crónica y en 41 controles, cerca del 70% de los pacientes con infarto de miocardio tenía serología positiva frente a C. pneumoniae a títulos >1:128. El 50% de los que padecían cardiopatía isquémica crónica tenían niveles de IgG e IgA significativamente mayores que los controles. No se encontraron diferencias entre los pacientes con infarto y aquellos con angina de pecho. Sin embargo, no todos los trabajos muestran una asociación positiva a pesar de los títulos altos de anticuerpos frente a Chlamydia39. Chlamydia Fotos e Imágenes de stock - Alamy

Estudios patológicos

Existen numerosas evidencias patológicas que relacionan la infección por C. pneumoniae con la arterioesclerosis de cualquier localización.Thom et al40 encontraron correlación entre los niveles de anticuerpos y la severidad de las lesiones angiográficas. En diferentes estudios de muestras obtenidas por necropsia se ha encontrado la bacteria en las placas de ateroma, pero también en las células musculares lisas y en las células espumosas, mientras que no se evidenciaba en las paredes arteriales sanas17. La mayoría de estos estudios identifican a la Chlamydia por técnicas de inmunohistoquímica o PCR. También ha sido posible detectar la bacteria en muestras in vivo en carótidas, aorta abdominal, arterias periféricas y, recientemente, en válvulas aórticas no reumáticas41,42. En algunos estudios se ha llegado a aislar la bacteria mediante cultivo en líneas celulares.

En trece estudios publicados que demuestran la presencia de C. pneumoniae en muestras patológicas en función de la presencia de ADN, antígenos o cuerpos elementales, la infección local se confirmó en un 52% de las lesiones ateromatosas por sólo un 5% de los controles con arterias sanas17. Aunque ello no significa que en las lesiones haya bacterias viables, en ocasiones se ha conseguido su cultivo en muestras patológicas.

Los mecanismos propuestos para explicar esta asociación han sido diversos. Algunos trabajos encuentran que aquellos con títulos elevados de anticuerpos frente a Chlamydia presentan concentraciones plasmáticas elevadas de proteína C reactiva y de fibrinógeno43,44. Asimismo, la infección podría desencadenar la liberación de mediadores químicos por parte de los macrófagos (interleucina 1, interferón *, FNT-*) que estimulan la respuesta inflamatoria.

Al igual que con H. pylori, el daño endotelial en la infección por Chlamydia puede desencadenarse por una reacción cruzada frente a determinantes antigénicos similares, en este caso las HSP6045.

A pesar de estas evidencias, no es posible establecer si la infección por C. pneumoniae desencadena el proceso aterosclerótico o, por el contrario, acelera este proceso una vez iniciado por los factores de riesgo ateroscleróticos clásicos.

Ensayos de intervención terapéutica Ensayos de intervención terapéutica

Un estudio experimental en ratas en las que se realizaba un trasplante cardíaco sugiere que la administración de ganciclovir a ratas portadoras de CMV disminuye los efectos de la vasculopatía del trasplante35.

Algunos estudios realizados en receptores humanos de trasplante cardíaco infectado por CMV sugieren que la administración profiláctica de ganciclovir reduce la incidencia de enfermedad vascular relacionada con el virus36, pero hasta la fecha no hay trabajos que permitan establecer la eficacia de ganciclovir en la reducción de la incidencia de aterosclerosis.

Es extraordinariamente difícil distinguir entre infecciones agudas o crónicas y, dentro de estas últimas, entre reagudizaciones y cronicidad. Esto es debido a que los métodos de detección no son fiables y a que las formas clínicas son superponibles. Existen diversos métodos de identificación en el laboratorio. El método de fijación de complemento no es útil, puesto que no diferencia entre las distintas especies de Chlamydia debido a que el lipopolisacárido de la cubierta es muy similar en todas ellas. Las técnicas de inmunofluorescencia son las más utilizadas en los estudios, pero son muy complejas y requieren experiencia a la hora de interpretarlas. Las técnicas mediante PCR no están muy extendidas y su sensibilidad no es muy buena. El cultivo es extraordinariamente difícil, requiere medios celulares y su sensibilidad es menor que las técnicas serológicas.

Otro problema añadido es la falta de unanimidad a la hora de definir los títulos de anticuerpos. Si bien existe consenso en que la infección aguda se caracteriza por un aumento en los títulos de IgM seguido más tarde de una pequeña elevación en los títulos de IgG o bien una seroconversión de al menos un aumento de cuatro veces los títulos de IgG, no está clara la distinción entre infección crónica persistente y reinfección. Se ha dado valor a la elevación persistente de IgA específica junto con aumento de IgG como marcador de infección crónica debido a que la vida media de la IgA es más corta que la de IgG38

Hasta la fecha sólo existen dos grandes estudios de intervención terapéutica en humanos, aunque actualmente hay varios trabajos en desarrollo que intentan demostrar un efecto beneficioso del tratamiento con antibióticos. El primer estudio de Gurfinkel et al50 (estudio ROXIS) evaluó el posible papel protector de la Roxitromicina en la prevención de nuevos episodios isquémicos. Seleccionaron 202 pacientes (la mayoría varones) que habían sufrido un infarto agudo de miocardio o un episodio de angina inestable. Se distribuyeron aleatoriamente en dos grupos, para recibir roxitromicina, 150 mg dos veces al día durante treinta días, o placebo. El período de seguimiento del estudio fue de seis meses y como eventos finales se estimaron la muerte por cardiopatía isquémica, nuevo episodio de infarto o isquemia recurrente. El análisis de los eventos por separado demostró una cierta tendencia beneficiosa, pero no estadísticamente significativa. Cuando se analizaron los tres eventos finales juntos se obtuvo una tasa significativamente menor de sucesos en el grupo activo que en el placebo (1% frente a 10%, p = 0,032).

El otro gran estudio realizado por Gupta et al51 incluyó a 213 varones que habían sufrido un infarto de miocardio. Los enfermos fueron divididos en tres grupos según los títulos de anticuerpos frente a C. pneumoniae. Un grupo con serología negativa, otro con títulos entre 1/8 y 1/32 y el último con títulos superiores o igual a 1/64. A este último grupo se les subdividió aleatoriamente en tres subgrupos: unos recibieron azitromicina 500 mg/día durante tres días, otros recibieron dos tandas de azitromicina de tres días, separados entre sí tres meses, y el último grupo recibió placebo. El período de seguimiento fue de 18 meses. El primer objetivo del trabajo era comparar la reducción de los títulos de anticuerpos. Los objetivos secundarios eran analizar la disminución de episodios coronarios: muerte de causa cardíaca, infarto de miocardio no fatal, angina inestable e infarto no-Q o angina inestable susceptible de coronariografía. Después de seis meses un 43% de los que recibieron antibiótico redujeron sus títulos de anticuerpos hasta 1/16 frente a un 10% de los que recibieron placebo (p < 0,02). Analizando los objetivos secundarios encontraron que en el grupo tratado con azitromicina el riesgo de acontecimientos clínicos era cuatro veces inferior a los no tratados (p = 0,03).

Conclusiones

Es posible que los procesos infecciosos puedan intervenir en la patogenia del fenómeno aterosclerótico. La hipótesis de respuesta a la lesión desarrollada por Ross permite apreciar la aterosclerosis como un fenómeno inflamatorio. Esta hipótesis, hoy globalmente aceptada, nos ofrece posibles vías de actuación de agentes infecciosos perpetuando o provocando el fenómeno inflamatorio que va a desembocar en la placa de ateroma. Hasta la fecha las mayores evidencias favorecen al CMV y Chlamydia pneumoniae. Por el contrario, hay escasas evidencias que apoyen el papel de Helicobacter pylori en el desarrollo de aterosclerosis.

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JOSEP CORBELLA BARCELONA 22/03/2022 11:48

 

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EL VIRUS DE EPSTEIN-BARR Y LA ESCLEROSIS MÚLTIPLE

EL VIRUS DE EPSTEIN-BARR Y LA ESCLEROSIS MÚLTIPLE

Herpesvirus

Virus de la familia Herpesviridae, con genoma constituido por un fragmento grande y lineal de DNA bicatenario de 100-230 Kb. Es un virus de la clase I, según la clasificación de Baltimore. Los viriones están constituidos por una cápside icosaédrica, rodeada de una envoltura lipoproteica, que contiene glucoproteínas, con un tamaño aproximado de 150 nm.

El espacio que existe entre la cápside y la envoltura se denomina matriz y contiene proteínas y enzimas de origen viral. Como todos los virus con envoltura, los herpesvirus son sensibles a los ácidos, disolventes y detergentes, y a la desecación. Frecuentemente, el genoma posee algunas secuencias del DNA repetidas e invertidas, que flaquean algunas de sus regiones. Esto posibilita que se puedan invertir, de forma independiente, dichas regiones, dando lugar a distintas configuraciones o isómeros genómicos diferentes. Los herpesvirus son ubicuos, se transmiten principalmente por el contacto íntimo y muchas personas sufren la infección a una edad temprana. Pueden causar infecciones líticas, persistentes, latentes o con transformación celular. Infectan células mucoepiteliales (herpesvirus neurotrópicos) o del sistema inmune (herpesvirus linfotrópicos).

Entran en la célula por la fusión de la envoltura vírica con la membrana plasmática celular o por endocitosis.

El genoma viral se replica y las partículas virales se ensamblan en el núcleo celular. La envoltura vírica proviene de la membrana nuclear de la célula. El virus se libera por exocitosis o por lisis celular. Además, son comunes a todos los herpesvirus las siguientes características: la capacidad de diseminación de célula a célula, de establecer infecciones latentes, de reactivarse en condiciones de inmunodepresión y de causar una inmunodepresión temporal en el hospedador. Existen seis tipos de herpesvirus humanos:

1) el herpes simple (HSV) causa infecciones líticas en la mayoría de las células, infecciones persistentes en linfocitos y monocitos e infecciones latentes en neuronas. Existen dos tipos de HSV que, aunque comparten muchos antígenos comunes, se diferencian en las glucoproteínas de la envoltura y en la gran cantidad de rasgos biológicos.

2) El HSV-I se asocia habitualmente a infecciones que afectan a regiones corporales situadas por encima de la cintura.

3) El HSV-II, a las que se encuentran por debajo (zona genital y perianal). El HSV suele causar infecciones localizadas y recurrentes. Penetra en el organismo a través de la mucosa, donde puede replicarse de forma activa y provocar lesiones vesiculares.

El fluido vesicular contiene un gran número de viriones activos. A partir de estas lesiones, que pueden curar sin dejar cicatriz, el virus se disemina hacia las células adyacentes y hacia las neuronas que las inervan. En las neuronas, la partícula viral es transportada al núcleo y se inicia una infección latente. Distintos estímulos (estrés, fiebre, inmunodepresión, ciclo menstrual, frío, radiaciones solares…) pueden activar el virus latente en la neurona, de forma que este regresa por el nervio a la zona cutánea correspondiente, causando de nuevo lesiones vesiculares. Causan estomatitis, queratitis, eczemas y panadizos, lesiones genitales y meningitis. El aciclovir, que inhibe el DNA polimerasa viral, es el medicamento más eficaz frente al HSV.

4) El herpesvirus de la varicela-zóster (VZV) causa la varicela, y su recidiva, el herpes zóster. Posee muchos rasgos comunes con el HSV, pero, a diferencia de este, la vía de contagio más habitual del VZV es la respiratoria. La varicela comienza como una infección primaria, en la mucosa respiratoria, y, mediante el torrente circulatorio y linfático, llega a las células del sistema retículoendotelial. La infección continúa con la típica erupción dérmica vesicular generalizada, que se desarrolla en brotes sucesivos. Los niños con varicela no requieren ningún tipo de tratamiento. Sin embargo, esta infección primaria, en el adulto suele ser más acentuada que la del niño, pudiéndose agravar con cuadros de neumonía intersticial. Tras la infección primaria, el VZV entra en una fase de latencia en neuronas. En personas de edad o en pacientes inmunodeprimidos, el VZV puede reactivarse y emigrar, a lo largo de los nervios, hasta la piel, donde causa una erupción vesicular dolorosa conocida como herpes zóster. Se observa, por tanto, en personas que ya han padecido la varicela.

5) El virus de Epstein-Barr (EBV) es la causa principal de la mononucleosis infecciosa, y parece ser que interviene como cofactor en la patogenia del linfoma de Burkitt africano y en otros carcinomas. El receptor celular para el EBV se corresponde con el receptor para el componente C3d del sistema del complemento. Por ello, este virus infecta principalmente a linfocitos B, aunque también puede afectar a células epiteliales de la faringe. El virus activo es excretado por las células epiteliales de la faringe, hacia la sangre y la saliva. La infección se transmite a través de la saliva. El EBV actúa como agente mitogénico de linfocitos B, capaz de inmortalizar dichas células. Los linfocitos T supresores se activan y proliferan en respuesta a los linfocitos B, infectados por el EBV. Estos linfocitos T atípicos (denominados células de Downey) se ven en gran número en la sangre de las personas con mononucleosis infecciosa y su presencia suele ser la base del diagnóstico de la enfermedad. Además, la intensa respuesta de linfocitos T causa el característico aumento de tamaño de los ganglios linfáticos, bazo e hígado, que se observa durante la infección.

6) El citomegalovirus (CMV) es un patógeno humano, bastante frecuente, que resulta especialmente importante en pacientes inmunodeprimidos. Infecta células epiteliales y puede permanecer latente en monocitos y leucocitos. Se puede transmitir por el contacto íntimo, trasplantes y transfusiones.

Ilustración del virus de Epstein-Barr

FUENTE DE LA IMAGEN,SCIENCE PHOTO LIBRARY

Ilustración del virus de Epstein-Barr. Este virus se transmite principalmente a través de la saliva, por el beso o beber del mismo vaso.

Desde hace mucho tiempo se sospechaba que el virus común de Epstein-Barr (VEB) puede desencadenar la esclerosis múltiple.

Un nuevo estudio de científicos de la Universidad de Harvard en Estados Unidos provee la evidencia más sólida hasta la fecha de que efectivamente juega un papel clave como desencadenante de esa enfermedad.

Una investigación llevada a cabo con más de 10 millones de reclutas militares estadounidenses mostró que prácticamente todos los casos de esclerosis múltple están precedidos por una infección con el virus.

Alberto Ascherio, profesor de epidemiología y nutrición en la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard afirma: «Este es un gran paso porque sugiere que la mayoría de los casos de esclerosis múltiple podrían prevenirse al detener la infección por VEB, y que enfocarse en el VEB podría conducir al descubrimiento de una cura para la esclerosis múltiple».

EL VEB Y LA ESCLEROSIS MÚLTIPLE

La esclerosis múltiple, que afecta a 2,8 millones de personas en el mundo, es una enfermedad inflamatoria crónica del sistema nervioso central en el que el sistema inmune ataca las vainas de mielina que protegen las neuronas del cerebro y la médula espinal. Cuando esta cubierta de los nervios se daña, los impulsos nerviosos disminuyen o se detienen.

Ilustración de la mielina dañada en una neurona de una persona con esclerosis múltiple

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

En la esclerosis múltiple hay daños en las vainas de mielina que protegen las neuronas del cerebro y la médula espinal.

Es una afección de por vida que puede llegar a causar una discapacidad seria, aunque en ocasiones puede ser leve.

Aunque su causa no se conoce, uno de los principales sospechosos es el VEB, un tipo de virus del herpes que infecta aproximadamente al 95% de los adultos.

El virus de Epstein-Barr se transmite principalmente a través de la saliva, por ejemplo, al besar o beber del mismo vaso.

Este virus es la causa de la mononucleosis, también conocida como fiebre glandular o «enfermedad del beso», y establece una infección latente de por vida en el huésped.

La dificultad para establecer una relación causal entre el virus de Epstein-Barr y la esclerosis múltiple es que este virus infecta aproximadamente al 95% de la población.

La esclerosis múltiple, en cambio es relativamente rara y la aparición de los síntomas comienza unos 10 años después de la infección por el virus de Epstein-Barr, según señaló en un comunicado la Escuela de Salud Pública T.H. Chan.

Se requieren estudios de grandes cantidades de individuos para establecer si personas que no han sido infectadas con el virus tienen menos probabilidades de desarrollar esclerosis múltiple.

Para determinar la conexión entre el virus y la esclerosis múltiple, los investigadores analizaron muestras de suero tomadas cada dos años a los reclutas.

De esta manera determinaron el estado del virus de Epstein-Bar de los reclutas en el momento de la primera muestra y la relación entre la infección por el virus y la aparición de la esclerosis múltiple durante el periodo de servicio activo.

Los niveles séricos de la cadena ligera de neurofilamentos, un biomarcador de la degeneración nerviosa típica de la esclerosis múltiple, solo aumentaron tras la infección por el VEB.

Estos resultados, «no pueden explicarse por ningún factor de riesgo conocido de la esclerosis múltiple y sugieren que el VEB es la principal causa» de esa enfermedad, de acuerdo a los investigadores. FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

La esclerosis múltiple es una afección de por vida que puede llegar a causar una discapacidad seria, aunque en ocasiones puede ser leve.

El riesgo de esclerosis múltiple aumentó 32 veces después de la infección por el VEB, pero no cambió después de la infección por otros virus.

Ascherio señaló que el retraso entre la infección por VEB y la aparición de la esclerosis múltiple puede deberse en parte a que los síntomas de la enfermedad no se detectaron durante las primeras etapas y en parte a la relación en evolución entre el VEB y el sistema inmunitario del huésped, que se estimula repetidamente cada vez que el virus latente se reactiva.

«Actualmente no hay forma de prevenir o tratar eficazmente la infección por VEB, pero una vacuna contra el VEB o medicamentos antivirales específicos que ataquen el virus podrían, en última instancia, prevenir o curar la esclerosis múltiple», afirmó Ascherio.

Los investigadores William Robinson y Lawrence Steinman, de la Universidad de Stanford, escribieron un artículo de comentario que acompaña al estudio.

Robinson y Steinman señalan que «estos hallazgos brindan datos convincentes que implican al virus de Epstein-Barr como el desencadenante del desarrollo de la esclerosis múltiple».

No existe actualmente una vacuna contra el virus Epstein-Barr, pero varios laboratorios, incluyendo Moderna, trabajan en una vacuna de ese tipo.

Para Clare Walton, investigadora principal de la Sociedad de Esclerosis Múltiple en Reino Unido, MS Society, el estudio no prueba en forma concluyente una relación de casualidad.

«Ahora hay evidencia sustancial que sugiere un vínculo entre el virus de Epstein-Barr y la esclerosis múltiple, especialmente cuando se observa una infección sintomática (es decir, fiebre glandular o mononucleosis infecciosa)», afirmó Walton en un comunicado.

«Como muestra este nuevo estudio, también está surgiendo evidencia que sugiere que el vínculo puede ser causal. Sin embargo, se deben requerir uno o más factores adicionales para desencadenar la esclerosis múltiple ya que a pesar de que 9 de cada 10 personas en todo el mundo están infectadas con VEB, la mayoría no desarrolla esclerosis múltiple».

La investigadora señaló que, en su opinión, «en última instancia, no podremos estar seguros de que el VEB esté causando la esclerosis múltiple hasta que podamos ver qué impacto tiene la prevención de la infección por VEB en la incidencia de la esclerosis mútiple».

«Y aunque la investigación sobre las vacunas contra el VEB está en marcha, todavía se encuentra en una etapa inicial. Es genial ver que la investigación sobre este tema crucial está cobrando impulso».

Pero esta vez está claro que el virus de Epstein bar interviene en la esclerosis múltiple que tanto lesiona y daña.

La forma de cómo actúa el virus y por porque demora su actuación aún no es conocida, y seguro que necesita de otras oportunidades para actuar. Pero ya tenemos algo concreto y la posibilidad de que una vacuna termine con esta enfermedad.

Ya es bastante

Bibliografia.

– Clare Walton, investigadora principal de la Sociedad de Esclerosis Múltiple en Reino Unido, MS Society

-Alberto Ascherio, profesor de epidemiología y nutrición en la Escuela de Salud Pública

– Chan William Robinson y Lawrence Steinman, de la Universidad de Stanford

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GENERALIDADES DE LOS VIRUS

GENERALIDADES DE LOS VIRUS.

Las publicaciones recientes, sobre la posibilidad de que el virus de EL VIRUS DE EPSTEIN-BARR Y LA ESCLEROSIS MÚLTIPLE estén relacionados, me anima a revisar el tema de los virus

Los virus son las estructuras biológicas más abundantes de la Tierra. Hay muchos más virus que animales, plantas o incluso bacterias.

Estas estructuras, las cuales necesitan infectar células vivas para completar su ciclo de “vida” y replicarse, son también una de las formas de vida más pequeñas, pues, aunque depende del virus en cuestión, suelen medir unos 100 nanómetros. Es decir, en un solo milímetro cabrían unos 10.000 virus puestos en fila.

Y uno de los mayores logros en este campo fue el de conseguir una clasificación de los virus en distintos tipos dependiendo de las características de su material genético.

¿Qué es un virus?

Parece una pregunta fácil de responder, pero nada más lejos de la realidad. Y es que para empezar, ni siquiera está todavía claro si pueden considerarse seres vivos o no. Son uno de los mayores misterios de la naturaleza y están en la frontera entre lo “vivo” y lo “no vivo”.

Un virus es una partícula infectiva, es decir, una estructura de naturaleza orgánica que necesita infectar una célula viva para completar su ciclo de replicación, muy sencilla a nivel anatómico. Y es que estructuralmente, un virus es simplemente una membrana proteica que recubre su material genético.

Este material genético puede adoptar formas distintas, lo que permite clasificar los virus en distintos tipos (cosa que veremos más adelante), pero lo importante es tener en cuenta que en estos genes es donde está codificada toda la información que el virus necesita para replicarse y para desarrollar todo el proceso infectivo.

Cada virus está especializado en parasitar una especie concreta, pues no pueden “vivir” por sí solos. Para replicarse (como habrás visto, en ningún momento hemos dicho reproducirse) los virus necesitan penetrar al interior de células vivas, donde se aprovechan de sus proteínas para generar copias de sí mismos, dañando a la célula en cuestión por el camino y, por lo tanto, haciéndonos generalmente enfermar.

David Baltimore, biólogo estadounidense ganador del premio Nobel, ideó una clasificación para los virus en función de las características de su material genético.

David Baltimore, el biólogo creador de esta clasificación, se dio cuenta de que los virus podían agruparse dependiendo de su tipo de genoma (si el material genético está en forma de ADN o de ARN) y del método de replicación que seguían. De este modo, realizó una clasificación en 7 grupos donde podía entrar cualquier virus conocido por la ciencia.

El genoma, que es el conjunto de genes de un organismo, solo puede encontrarse en dos formas: ADN o ARN. El ADN es el más conocido ya que es el que tienen nuestras células y las de la mayoría de seres vivos que conocemos. Pero el ARN también existe.

El ADN (Ácido desoxirribonucleico) y el ARN (Ácido ribonucleico) son los dos tipos de ácido nucleicos, es decir, cadenas de nucleótidos que, al formarse, conforman los genes, en los cuales está codificada absolutamente toda la información del organismo portador.

El ADN es una doble cadena, mientras que el ARN es de cadena simple. El ADN nace de la combinación de cuatro bases nitrogenadas: adenina, timina, guanina y citosina. En el ARN, en cambio, la timina es sustituida por el uracil. Además, el azúcar que lo componen es diferente: en el ADN es una desoxirribosa y en el ARN, una ribosa. De ahí el nombre.

Sea como sea, lo que es importante tener en cuenta es que la inmensa mayoría de veces, la información genética está en forma de ADN. Nuestras células también tienen ARN, pero este sirve para sintetizar proteínas o transportar aminoácidos. Sin embargo, algunos virus (los más primitivos) utilizan el ARN como base de la información genética.

Esto es muy importante, pues la principal diferenciación entre virus se da en función de si su material genético está en forma de ADN o de ARN. Una vez entendidas las diferencias, podemos pasar a ver los siete grupos de virus.

¿Cuáles son los principales tipos de virus?

Dependiendo de si su genoma está en forma de ADN, de cómo se estructura y de qué mecanismos sigue el virus para replicarse, podemos clasificar cualquier virus dentro de uno de los siguientes tipos.

Grupo I: Virus de ADN bicatenario

El grupo I son los virus de ADN bicatenario. Esto significa que estos virus tienen su genoma en forma de ADN de doble cadena. Su principal característica es que penetran en el interior de la célula huésped (a la que parasitan) antes de empezar a replicarse.

Dependen enormemente de la célula que infectan ya que necesitan su polimerasa, una enzima que utilizamos los seres vivos para replicar nuestro genoma, algo imprescindible para regenerar y dividir células. Al necesitar la polimerasa del huésped, si el virus quiere replicarse, tiene que esperar a que la propia célula haga copias de su material genético, pues en ese momento es cuando se sintetizan más enzimas de este tipo.

Las familias de virus más famosas de este grupo son “Herpesviridae”, “Papoviridae” y “Adenoviridae”, con especies conocidas como el virus de la varicela, el virus del Papiloma Humano (VPH) o el Adenovirus, respectivamente.

Virus ADN Bicatenario

Grupo II: Virus de ADN monocatenario

Normalmente, el ADN está en forma de doble cadena ya que así mantiene la estabilidad, pero hay virus que consiguen ser funcionales con una sola cadena de ADN, algo poco común en la naturaleza. Esto es posible gracias a que su material genético tiene una forma circular.

Las familias de virus más famosas de este grupo son “Circoviridae”, “Anelloviridae” y “Parvoviridae”, con especies conocidas como el Circovirus porcino, el Torque Teno Virus (TTV) o el Parvovirus, respectivamente.

Virus ADN monocatenario

El grupo III son virus de ARN bicatenario, es decir, de doble cadena. Normalmente, el ARN se encuentra en forma de cadena simple, pero hay virus que han desarrollado uno bicatenario. En este sentido, al ser de doble cadena, siguen dependiendo de las polimerasas de la célula huésped tanto como los del grupo I.

Su característica diferencial es que cada gen codifica para una sola proteína, algo poco común en la mayoría de virus, pues normalmente un mismo gen, dependiendo de cómo se traduzca, puede dar lugar a proteínas distintas.

Las familias de virus más famosas de este grupo son “Birnaviridae” y “Reoviridae”, con especies conocidas como el Virus de la enfermedad bursal infecciosa o el Rotavirus (el virus que más frecuentemente provoca infecciones gastrointestinales en humanos y una de las enfermedades más contagiosas del mundo), respectivamente.

Grupo IV: Virus de ARN monocatenario positivo

Virus ARN monocatenario positivo

El grupo IV son virus de ARN monocatenario positivo, lo que significa que su genoma consiste en una cadena simple de ARN (lo más habitual para este tipo de ácido nucleico) en “sentido positivo”, lo cual, básicamente implica que puede ser leído directamente por los ribosomas, unas enzimas que permiten el paso de genes a proteínas.

Las familias de virus más famosas de este grupo son “Coronaviridae”, “Picornaviridae”, “Flaviviridae” y “Astroviridae”, con especies tan conocidas como el propio Covid-19, el virus del resfriado común, el Virus del Dengue o el Astrovirus, respectivamente.

Grupo V: Virus de ARN monocatenario negativo

El grupo V son virus de ARN monocatenario negativo, lo que significa que, al igual que el anterior grupo, consiste en ácido nucleico de tipo ARN y de simple cadena, pero en este caso en “sentido negativo”. Esto implica básicamente que el paso de genes a proteínas no puede darse directamente. Antes de que puedan actuar los ribosomas, se necesita una polimerasa para que transforme este ARN original en uno de nuevo (en sentido positivo) que ya puedan leer los ribosomas para dar lugar a las proteínas.

Las familias de virus más famosas de este grupo son “Paramyxoviridae”, “Orthomyxoviridae”, “Rhabdoviridae” y “Filoviridae” con especies representativas como por ejemplo el virus del Sarampión, los virus de la gripe, el virus de la rabia o el virus del ébola, respectivamente.

Grupo VI: Virus de ARN monocatenario retrotranscrito

Virus ARN Monocatenario retrotranscrito

El grupo VI son virus de ARN monocatenario positivos, igual que los del grupo IV, pero con una característica que los diferencia. Y es que estos virus, pese a ser de ARN, cuando quieren replicarse, lo transforman en ADN mediante una enzima conocida como transcriptasa inversa (de ahí su nombre).

Estos virus hacen este cambio de ARN a ADN ya que de este modo pueden incluir su genoma en medio del de la célula huésped, es decir, insertar su material genético para que la célula, al replicar su genoma, por el camino también replique el del virus. Esto es un gran éxito evolutivo para los virus, pues les permite permanecer durante mucho tiempo dentro del genoma de la propia célula y pasar “desapercibidos” hasta que deciden que es el momento de empezar a replicarse.

Las familias de virus más famosas de este grupo son “Retroviridae”, “Metaviridae” o “Pseudoviridae”, con especies conocidas como por ejemplo el virus del VIH (responsable del SIDA), el Metavirus o el Psuedovirus, respectivamente.

Grupo VII: Virus de ADN bicatenario retrotranscrito

El grupo VII son virus de ADN bicatenario, igual que los del grupo I, aunque en este caso realizan una retrotranscripción similar a la que hemos visto en el grupo anterior pero en sentido inverso. En este caso, antes de replicarse, el genoma del virus forma un círculo que sirve para producir RNA, el cual es necesario para sintetizar proteínas. Después, cuando es hora de replicarse, este RNA vuelve a convertirse en ADN mediante la transcriptasa inversa.

Este grupo no existía en la clasificación original, pero tuvo que crearse ya que este mecanismo de replicación es el que sigue el virus de la Hepatitis B. Por el momento, solo se conocen dos familias que incluyen virus de este tipo: “Hepadnaviridae” (es el que tiene el virus de la Hepatitis B) y “Caulimoviridae”, una familia de virus que infectan plantas.

Referencias bibliográficas

Cáceres Martínez, J., Vasquez Yeomans, R. (2004) “Cómo clasificar y nombrar a los virus”. Research Gate.

Gelderblom, H.R. (1996) “Structure and Classification of Viruses”. Medical Microbiology.

Villarreal, L. (2005) “Are Viruses Alive?”. Scientific American.

Palomar, L. (2013) “Clasificación viral”. Universidad Nacional Autónoma de México.

 

FLURONA

FLURONA

Este término recién acuñado nos dice que LA GRIPE ESTACIONAL REAVIVA LA POSIBILIDAD DE COINFECCIONES CON LA COVID

La coinfección de SARS-CoV-2 y gripe es una posibilidad de momento anecdótica, que debe vigilarse a medida que avanza la gripe estacional. Pruebas de PCR en un cribado realizado en Vitoria.

Israel identifica su primer caso de flurona, covid y gripe simultáneas

Los casos por flurona fueron detectados por primer vez en Estados Unidos durante el primer año de pandemia de coronavirus.

Recreación del virus SARS-CoV-2. Recreación del virus SARS-CoV-2.Pixabay

Israel ha detectado su primer caso de contagio simultáneo de coronavirus y virus de la gripe, conocido como flurona en un mujer embarazada sin vacunar, ha confirmado este domingo a Efe el Ministerio de Sanidad israelí. La mujer fue dada de alta el pasado 30 de diciembre después de ser tratada por síntomas leves derivados de esta doble infección, añadió el digital ‘Times of Israel’.

Los casos por flurona fueron detectados por primer vez en Estados Unidos durante el primer año de pandemia de coronavirus.

Un diario digital israelí daba la noticia de su primer caso de “flurona” en una embarazada tratada por síntomas leves de la infección por SARS-CoV-2 y virus de la gripe. El término (combinación de “flu” y “coronavirus”) no ha sido muy bien recibido por los especialistas que ven más una forma de crear confusión que de informar sobre el ya conocido fenómeno de la coinfección vírica.

Así lo expresa Rafael Cantón, jefe del Servicio de Microbiología Clínica del Hospital Universitario Ramón y Cajal, de Madrid, quien recuerda que las coinfecciones de virus respiratorios son posibles, “al igual que hay pacientes que se coinfectan por virus y bacteria”. En ello abunda África González, catedrática de Inmunología en la Universidad de Vigo: “El término de flurona parece aludir a un nuevo virus, que surge a partir de fragmentos de dos virus diferentes, cuando no es así en absoluto; es un nombre que puede inducir a error”.

La inmunóloga expone que en general, “las coinfecciones víricas son raras en personas sanas, pues la presencia de un virus en el organismo suele desplazar a otros”. Lo habitual es que se produzcan en personas cuyo sistema inmune esté debilitado o comprometido. “Tomando como ejemplo el caso de Israel, se trata de una mujer sin vacunar y embarazada; hay que recordar que la gestación es un momento de especial vulnerabilidad ante las infecciones. De ahí la insistencia de vacunar a las embarazadas”.

Detección de gripe y VRS

Al principio de la pandemia ya se habían comunicado algunos casos de coinfección con la variante de Wuhan del coronavirus y la gripe. Cantón comenta que, de momento, en su servicio no han detectado ningún caso, si bien, al igual que se está haciendo en otros hospitales en España, están preparados para ello. “Desde el verano del año pasado pusimos a punto los sistemas de detección de ambos virus [SARS-CoV-2 y gripe], y también el del virus respiratorio sincitial [VRS, que causa la bronquiolitis] en las dos poblaciones con mayor riesgo: menores de cinco año y mayores de 70. Los servicios de Microbiología estamos haciendo la labor de detección de estos virus respiratorios”, y aclara que, desde un punto de vista de manejo epidemiológico, “los pacientes con covid-19 no deberían estar en la misma planta que los que tienen gripe. Y en caso de conifección, deberían permanecer en la planta de pacientes con covid”.

También coincide en destacar es algo infrecuente Antoni Trilla, jefe de Medicina Preventiva del Hospital Clínic de Barcelona y catedrático en la Universidad de Barcelona. “De momento, se han detectados pocos casos, pero es cierto que estamos en el inicio de la epidemia de gripe estacional”.

Pronóstico

En la primera ola de la pandemia preocupaba que la coinfección por SARS-CoV-2 y el virus gripal se tradujera en que la covid-19 cursara de forma más grave, en especial, entre aquellas personas más susceptibles. “Ahora la situación es muy distinta: estamos vacunados y la variante predominante, ómicron, parece ser algo más leve. Desde luego lo ideal es no estar infectado por los dos virus, pero, en principio, no tiene por qué ser una situación de especial riesgo, a no ser que existan comorbilidades o vulnerabilidad asociada a la edad”.

El virólogo Raúl Ortiz de Lejarazu, exdirector del Centro Nacional de Gripe de Valladolid (Valladolid NIC), explica sobre el pronóstico en los casos de coinfección que “los resultados que hay no son concluyentes: algunos casos resultan más graves y bastantes evolucionan de forma benigna, por lo que no hay conclusiones definitivas. En general se especula con que uno de los dos virus actúa como ‘conductor’ (driver) o virus principal de la infección y el otro es solo ‘pasajero’ o ‘acompañante’ (passenger) sin contribuir con mayor gravedad. Ocurre eso mismo en otras coinfecciones víricas (VPH, polio). Hay incluso coinfecciones de tres virus respiratorios. El mayor problema que plantean las coinfecciones es su diagnóstico virológico, ya que a veces la coinfección de uno de los dos virus puede enmascarar la excreción del otro y retrasar o enmascarar su diagnóstico”.

Más del 70% de usuarios de la farmacia se vacunó de la gripe en la anterior campaña

¿Existe la posibilidad de coinfección con dos variantes del coronavirus?

Triple examen en la vuelta al cole: virus sincitial, gripe y SARS-CoV-2

En cuanto al tratamiento de la coinfección, Ortiz de Lejarazu añade que “en Medicina no existen enfermedades, existen los enfermos, así que el tratamiento es integral del enfermo, si la presentación clínica es leve o moderada: tratamiento sintomático. Si es más importante podrían administrarse antivirales frente a la gripe (oseltamivir, baloxavir, etc.) y si requiere hospitalización, se le atendería primero con las medidas protocolizadas de soporte ventilatorio y tratamiento integral del paciente con arreglo a lo que el equipo clínico decida que es más conveniente para las circunstancias de cada caso. En Medicina cada paciente es un mundo”.

Una vez más las vacunas -de la covid-19 y, cuando está indicada, de la gripe- son la principales, que no perfectas, medidas protectoras. Trilla comenta que “este año han mejorado mucho los porcentajes de vacunación de la gripe en población de riesgo. Quizá con eso y con las medidas preventivas que ya hemos desplegado para la covid (como la mascarilla) la epidemia de gripe no se acelere mucho ni llegue a picos muy altos. No obstante, aún no sabemos qué magnitud alcanzará. Todo apunta a que lo ocurrido el año pasado, en que prácticamente no hubo gripe, sea algo excepcional. Desde luego, sería de gran ayuda que no fuera una epidemia intensa, para no saturar aún más el sistema sanitario. Nuestro peor escenario es que los casos elevados de gripe estresaran más el sistema”. El catedrático de Medicina Preventiva confía en que el pico de esta última ola de la covid-19 baje rápido y no coincida en el tiempo con el de la epidemia gripal, aunque si finalmente coinciden, lo esperable es que “haya mucha gente con gripe, mucha con ómicron y algunos casos de coinfección”.

La epidemia estacional, en Europa

Los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), aportados por Ortiz de Lejarazu, indican que hace poco más de una semana la epidemia estacional de gripe se ha iniciado en Europa. “Estamos a las puertas de la epidemia anual por número de casos y por proporción de diagnósticos”, resalta y lamenta que en España la notificación de gripe esté “resentida e incompleta ya que no figuran todos los diagnósticos que deberían constar de todas las comunidades autónomas españolas por problemas logísticos, de reorganización y cambio en el sistema de vigilancia que tenía España hasta antes de la covid-19”.

A medida que avance la epidemia, se podrá determinar el impacto de la vacunación antigripal (cuya composición cambia anualmente) en el control de la enfermedad respiratoria.

Al respecto, Ortiz de Lejarazu explica que “los virus de gripe H3 que circulan por España y Europa son diferentes al de la vacuna de este año. Algo que está sucediendo con cierta frecuencia en los últimos años con los virus de la gripe del subtipo H3N2, porque existen varios clados (clanes) diferentes de virus cocirculando”.

Así se desprende del último informe del Sistema de Vigilancia de Gripe y otros virus respiratorios de España del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII): “Se han caracterizado 115 virus de la gripe A(H3N2), todos ellos del grupo 3C.2a1b.2a.2 (grupo Bangladesh)” […] “Según el último informe del ECDC [Centro Europeo de Control de Enfermedades] de caracterización de los virus de la gripe en Europa, este grupo de virus ha demostrado ser antigénicamente diferente al grupo al que pertenece el virus que se ha utilizado para elaborar la vacuna de la temporada 2021-22”.

Autores

Inmunología – Nuevo estudio en ‘Journal of Translational Medicine’

Rafael Cantón, jefe del Servicio de Microbiología Clínica del Hospital Universitario Ramón y Cajal, de Madrid

Pilar Pérez/Sonia Moreno Lun, 03/01/2022 – 16:10

EL CORONAVIRUS PUEDE DESENCADENAR AUTOANTICUERPOS SEIS MESES DESPUÉS DE LA INFECCIÓN

 

No parece dudoso que este virus tiene connotaciones especiales, no solo nos está diezmando sino además ahora empieza a demostrarse que provoca una autoinmunidad que prolonga la enfermedad y la complica

La cronicidad de esta enfermedad parece debida a autoinmunidad

Investigadores del Cedars-Sinai ahondan en los mecanismos inmunológicos que explican la covid persistente. El cansancio, el malestar general y los dolores de cabeza, entre los síntomas más frecuentes de los pacientes con covid persistente

El coronavirus puede desencadenar una respuesta inmunitaria que dura mucho más allá de la infección y la recuperación iniciales, incluso entre personas que experimentan síntomas leves o son asintomáticas. Investigadores del Cedars-Sinai, en California (Estados Unidos), ahondan en los mecanismos que explican la covid persistente y su relación con manifestaciones autoinmunes. Sus hallazgos se publican en el último número de la revista Journal of Translational Medicine.

La infección por un virus u otro patógeno provoca la liberación de anticuerpos que detectan sustancias extrañas y evitan que invadan las células. Sin embargo, en algunos casos, el organismo produce autoanticuerpos que pueden atacar los propios órganos y tejidos.

El equipo de Justyna Fert-Bober y Susan Cheng, del Instituto Smidt del Corazón, describe en personas con infección previa por SARS-CoV-2 una amplia variedad de autoanticuerpos hasta seis meses después de haberse recuperado por completo. Este estudio es el primero en reportar no solo una presencia elevada de autoanticuerpos después de una infección leve o asintomática, sino su persistencia en el tiempo.

«Estos patrones de desregulación inmunológica podrían ser la base de los diferentes tipos de síntomas persistentes que vemos en las personas que continúan desarrollando la afección, que ahora se conoce como covid-19 de larga duración», señala la investigadora principal Justyna Fert-Bober. Sus hallazgos «ayudan a explicar qué hace que la covid-19 sea una enfermedad especialmente única».

Para su estudio, se reclutó a 177 personas (65% mujeres y con edad media de 35 años) con evidencia confirmada de una infección previa por SARS-CoV-2. Se evaluó la reactividad de los autoanticuerpos a 91 autoantígenos previamente vinculados a una variedad de enfermedades autoinmunes clásicas. Después, compararon los resultados con los de muestras de sangre tomada antes de la pandemia de 53 personas sanas.

Todos aquellos con infección confirmada por SARS-CoV-2 tenían niveles elevados de autoanticuerpos. Los investigadores encontraron señal de actividad de autoanticuerpos que se han encontrado en personas con enfermedades como el lupus y la artritis reumatoide, generalmente relacionados con inflamación crónica y lesiones en tejidos específicos como articulaciones, piel y tejido nervioso.

Hombres y mujeres

Algunos de los autoanticuerpos se han relacionado con enfermedades autoinmunes que suelen afectar más frecuentemente a las mujeres. En este estudio, sin embargo, los hombres tenían una mayor cantidad de autoanticuerpos elevados que las mujeres.

Así,  mientras que la respuesta general de autoanticuerpos fue más prominente en mujeres después de una infección asintomática, la amplitud y extensión de la reactividad de autoanticuerpos fue más pronunciada en los hombres después de una infección al menos levemente sintomática.

«Comprender las diferencias entre hombres y mujeres ayudará a desarrollar intervenciones efectivas»

«Por un lado, este hallazgo es paradójico dado que las enfermedades autoinmunes suelen ser más comunes en las mujeres», afirma Fert-Bober. «Por otro lado, también es algo esperado, dado todo lo que sabemos acerca de que los hombres son más vulnerables a las formas más graves de covid-19».

«es esencial una mayor comprensión de la naturaleza de la activación de anticuerpos desencadenada entre hombres y mujeres expuestos al SARS-CoV-2 para desarrollar intervenciones efectivas contra las secuelas inmunomediadas de la covid-19».

Además, el equipo del Cedars Sinai quiere ampliar el estudio para buscar los tipos de autoanticuerpos que pueden estar presentes y persistir en personas con covid de larga duración. Debido a que este estudio se realizó en personas infectadas antes de la llegada de las vacunas, también examinarán si los autoanticuerpos se generan de manera similar en personas vacunadas infectadas por el virus.

Es impredecible conocer este problema en profundidad, ya que nos va en ello la cronicidad de un nuevo proceso

La infección por SARS-CoV-2 desencadena e impulsa estas respuestas variables, y es imprescindible identificar formas de tratar e incluso prevenir que estos efectos se desarrollen en personas en riesgo ”.

Autores del trabajo

Cedars-Sinai,  covid persistente y su relación con manifestaciones autoinmunes.  Journal of Translational Medicine.

Justyna Fert-Bober y Susan Cheng, del Instituto Smidt del Corazón

 

 

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