El blog del Dr. Enrique Rubio

Categoría: INFECCIONES E INFLAMACION (Página 6 de 10)

SOBRE LAS VACUNAS CONTRA CORONAVIRUS SARS-COV-2.

ASTRAZENECA, PFIZER ,MODERNA Y JANSSEN

La actitud de nuestros investigadores para controlar la epidemia de coronavirus es algo genial y admirable. Una Legión de investigadores se han volcado para ayudar al mundo y lo están consiguiendo .

Describo a continuación los distintos tipos de vacunas

La vacuna de la Universidad de Oxford y AstraZeneca, conocida como AZD1222, cuya comercialización acaba de aprobar Reino Unido, utiliza un vector viral no replicante (adenovirus de chimpancé) que contiene genes que codifican la proteína S del coronavirus SARS-CoV-2. Al igual que las vacunas de ARNm -la de Pfizer+BioNTech y la de Moderna– se basan en una tecnología novedosa; la única vacuna con vector de adenovirus aprobada se dirige a la enfermedad del Ébola y es de Janssen, que también está ensayando una vacuna por esta vía para el coronavirus.

Los datos que avalan la seguridad y eficacia de la vacuna recién aprobada se basan en cuatro ensayos controlados llevados a cabo en 23.745 participantes en el Reino Unido, Brasil y Sudáfrica. Los resultados del análisis intermedio (11.636 personas) de la fase III se publicaron en The Lancet.

La interrupción del ensayo debido a un caso de mielitis tranversa (que finalmente se localizó en el grupo que no había recibido la vacuna) fue el primer revés que se vivió en esta carrera científica bajo los focos. Salvo la mielitis y una anemia hemolítica (también en el grupo control), que se han resuelto, no se han comunicado efectos graves en el ensayo. A diferencia de las vacunas de Pfizer y de Moderna, no se ha informado ningún caso de parálisis de Bell.

La reactogenicidad es la esperable en una vacuna, todos son síntomas leves, y quizá se presenten con algo más de frecuencia que en la vacunad de ARNm. Los estudios indican que hasta un 60% de los sujetos refirieron sensibilidad en el punto de la inyección; una de cada dos personas refieren fatiga, dolor en el lugar del pinchazo y dolor de cabeza, y más de un 30% tienen fiebre.

Los estudios indican con los datos combinados de estos estudios una eficacia del 70,4% en la prevención de la enfermedad, pero un error en el desarrollo de uno de los ensayos reveló que no todos los participantes habían recibido las dos dosis completas estipuladas. De hecho, en aquellas personas que recibieron media dosis primero y una segunda dosis después se observó una eficacia superior, del 90%, mientras que entre los que habían recibido las dos dosis completas, la eficacia en el ensayo se estableció en un 62,1%.

Hay algunas hipótesis que explicarían por qué media dosis y una entera obtendrían (si se confirma que es así) más eficacia que las dos dosis completas, y que tiene que ver con la potencial respuesta inmune provocada por el vector de la vacuna, el adenovirus, como sintetiza, Jaime Pérez Martín vocal de la Asociación Española de Vacunología. “No obstante, los datos que hay publicados no permiten afirmar claramente que sea más protectora una pauta que otra”.

El dato de eficacia contrasta con el aportado por las dos vacunas de ARN mensajero que desarrollaron Pfizer y BioNTech, por un lado, y Moderna, por otro. La primera ya está aprobada por la FDA y la EMA, y ha comenzado a administrarse en España, mientras que la de Moderna está aún a la espera del visto bueno de la agencia europea, que previsiblemente se producirá la semana que viene, tras recibir el respaldo de la FDA hace unos días. Los estudios con estas vacunas indican que frente a placebo, la inmunización protege de enfermedad en más del 90%, pero, desde la Sociedad Española Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (Sempsph) hacen hincapié en que los estudios no han comparado un tipo de vacuna con otras.

“Los datos de eficacia que se aportan –un 70% en el caso de la vacuna de AstraZeneca, y un 90% en el de Pfizer- se han obtenido frente a placebo, no son equiparables entre sí. Esto solo podría saberse si se hiciera un ensayo clínico de una frente a la otra”, enfatizan fuentes de la sociedad científica.

La aprobación británica recoge que la administración será de dos dosis de 0,5 ml que se administrarán con un intervalo de entre cuatro y doce semanas. Una característica de esta vacuna, a diferencia de la de ARNm recientemente aprobada en la Unión Europea, es que cuanto mayor sea el tiempo de separación entre la primera y la segunda dosis, mayor es la generación de anticuerpos. Aún hay que determinar si ese aumento de la separación se corresponde con una mayor protección. No obstante, en este contexto pandémico puede parecer poco oportuno esperar tres meses para obtener la inmunidad idónea.

La vacuna se indica a partir de los 18 años -dos más que la indicación de la de Pfizer y el mismo umbral mínimo establecido para la de Moderna- y su eficacia en mayores de 65 años no está tan medida como en otros estudios, si bien casi un 6% de los participantes de los ensayos se encuentran en esta franja de edad, la baja incidencia de infecciones impidió tener datos robustos de eficacia. No obstante, en este grupo poblacional se constató, a través de la medición de anticuerpos, una respuesta adecuada. El perfil de seguridad fue similar con respecto al grupo de 18 a 64 años.

Con todo, la ficha técnica de la vacuna dice que “los datos de eficacia y seguridad son limitados en individuos mayores de 65 años”. Para Pérez Martín parece plausible con esta información que el objetivo de esta vacuna sea una población más joven, si bien “es una estrategia que deben definir los expertos en salud pública británicos. No olvidemos que hay que vacunar a mucha a gente».

Además de los ensayos con los que ha logrado la aprobación británica, la compañía tiene en marcha también un ensayo de combinación de su vacuna con la rusa, conocida como Sputnik V (Ad26), basada también en un vector viral, aunque en este caso humano, con el objetivo de averiguar si mejora así la eficacia de la de AstraZeneca.

Una ventaja diferenciadora de esta vacuna frente, en concreto frente a la de Pfizer+BioNTech, son las condiciones de refrigeración necesarias para su manejo. Así, esta última requiere una temperatura de conservación de unos -75°C±15°C, aunque la multinacional estadounidense ha desarrollado un sistema para facilitar en gran medida la logística de distribución y almacenamiento hasta el punto final de administración de su vacuna gracias a una sofisticada infraestructura, con torre de control incluida, para el seguimiento permanente de los viales. La vacuna aprobada hoy de AstraZeneca -y la de Moderna-, por su parte, pueden mantenerse a una temperatura entre 2º y 8º, con lo que pueden ser almacenadas durante al menos seis meses, transportadas y manipuladas en condiciones de refregeración habituales en la vacunación y, por tanto, administradas con facilidad en los centros sanitarios.

Junto a esta característica favorable, y para lograr la mayor distribución posible de la vacuna, AstraZeneca «ha aprovechado su propia capacidad industrial y se ha asociado con más de 20 colaboradores para la distribución de la vacuna en más de 15 países apoyados por más de 20 centros de analítica para establecer cadenas de suministro en paralelo en un tiempo récord y garantizar así el acceso global a la vacuna, con el objetivo de alcanzar los 3.000 millones de dosis, según explica Per Alfredsson, vicepresidente de Operaciones Biológicas de la compañía.

 La vacuna de Janssen una dosis única

‘The New England’ publica resultados de un ensayo en fase 2 con la vacuna Ad26.COV2.S, una de las vacunas que podría administrarse en una sola dosis.

La vacuna de Janssen se basa en un vector viral (adenovirus humano) sin capacidad de replicación.

Sonia Moreno

Jue, 14/01/2021 – 08:00

El análisis intermedio del ensayo en fase 1-2a de la candidata vacunal Ad26SARS-Cov-2 que desarrolla Janssen, filial europea de Johnson & Johnson, revela un buen perfil de seguridad y reactogenidad, así como de inmunogenicidad en un esquema de una dosis y de dos dosis, según acaba de publicar The New England Journal of Medicine.

Meses antes de que Araceli Rosario Hidalgo se convirtiera en la primera española en recibir una vacuna autorizada contra la covid, en España la candidata vacunal de Janssen era la primera inmunización que se administraba a los voluntarios en el contexto de un ensayo, que posteriormente se ha continuado a la fase 3 en varios hospitales de todo el país.

Esta inmunización se basa en un vector viral sin capacidad de replicación –adenovirus humano a diferencia del de chimpancé de la vacuna de Oxford y AstraZeneca- y utiliza la misma plataforma y tecnología que la vacuna de Janssen aprobada para la prevención del Ébola.

Los resultados que recoge ahora The New England se corresponden a un ensayo realizado en doce centros de Bélgica y Estados Unidos, sobre 805 participantes repartidos en un grupo de entre 18 y 55 años, y otro grupo específico de 65 años o más. En el estudio se han recabado datos frente a placebo de la administración de una dosis baja o una dosis alta en un esquema de una sola dosis o de dos dosis.

Como es de esperar en esta fase de ensayo, los criterios de valoración principales fueron la seguridad y la reactogenicidad de cada programa de dosis.

Tras la administración de la primera dosis de vacuna, los eventos adversos más frecuentes fueron fatiga, dolor de cabeza, mialgia y dolor en el lugar de la inyección. El evento adverso sistémico más frecuente fue la fiebre. Los efectos adversos sistémicos fueron menos frecuentes entre los mayores que en los individuos más jóvenes, y en los que recibieron la dosis baja de la vacuna que en los que recibieron la dosis alta. Al contrario de lo que se ha observado con las vacunas de ARN mensajero, la reactogenicidad fue menor después de la segunda dosis.

El trabajo, que ha dirigido la viróloga holandesa Hanneke Schuitemaker, de Janssen, está ahora recopilando datos a largo plazo para comparar el régimen de dosis única con dos dosis, por lo que aún no pueden extraerse conclusiones fehacientes al cotejar ambos regímenes. No obstante, en esta publicación se informa de que una dosis única de Ad26.COV2.S provocó una respuesta humoral fuerte en la mayoría de los que la recibieron, con la presencia de unión a la proteína coronavírica S y anticuerpos neutralizantes en más del 90% de los participantes, independientemente del grupo de edad o de la dosis.

Los autores escriben que “durante 71 días de seguimiento tras la primera dosis, los títulos de anticuerpos aumentaron y se estabilizaron aún más, lo que sugiere la durabilidad de la respuesta inmune provocada por Ad26.COV2.S”.

La potencia de la vacuna tras una dosis ya se había observado previamente en modelo experimental, con primates no humanos, con un estudio que demostró protección completa frente a la replicación del SARS-CoV-2 en pulmón y en las mucosas nasales.

“Una vacuna eficaz de dosis única para la covid-19 tiene obvias ventajas logísticas sobre una vacuna de dos dosis, especialmente durante una pandemia”, escriben los autores. “Observamos que entre los participantes de 18 y 55 años, una segunda dosis de vacuna el día 57 aumentó aún más el título de anticuerpos, un hallazgo que también estaba en línea con nuestras observaciones recientes en primates no humanos”.

El estudio está analizando ahora si una segunda dosis proporciona un beneficio adicional para mejorar la eficacia o la durabilidad, especialmente en personas de edad avanzada en quienes la respuesta inmune después de la primera dosis tendió a ser moderadamente más baja que la de los participantes más jóvenes.  

Para los investigadores los hallazgos presentados en este estudio, junto con los resultados de los estudios preclínicos, respaldan la decisión de avanzar en dos ensayos de fase 3 para evaluar la eficacia de un régimen de dosis única o de dos dosis de la dosis más baja de la vacuna.

La compañía confía en poder anunciar los primeros datos de la fase 3 de su vacuna candidata administrada en dosis única a fines de enero de 2021. Si se demuestra que es eficaz con un buen perfil de seguridad, Janssen espera presentar una solicitud de autorización de uso de emergencia ante la FDA estadounidense poco después.

Gracias a todos estos investigadores

SOBRE LAS VACUNAS CONTRA CORONAVIRUS SARS-COV-2.

ASTRAZENECA, PFIZER ,MODERNA Y JANSSEN

La actitud de nuestros investigadores para controlar la epidemia de coronavirus es algo genial y admirable. Una Legión de investigadores se han volcado para ayudar al mundo y lo están consiguiendo .

Describo a continuación los distintos tipos de vacunas que se lo siento coche calle perpendicular no tiene día cuenta marca están utilizando en España crees que sea Patricia mayo

La vacuna de la Universidad de Oxford y AstraZeneca, conocida como AZD1222, cuya comercialización acaba de aprobar Reino Unido, utiliza un vector viral no replicante (adenovirus de chimpancé) que contiene genes que codifican la proteína S del coronavirus SARS-CoV-2. Al igual que las vacunas de ARNm -la de Pfizer+BioNTech y la de Moderna– se basan en una tecnología novedosa; la única vacuna con vector de adenovirus aprobada se dirige a la enfermedad del Ébola y es de Janssen, que también está ensayando una vacuna por esta vía para el coronavirus.

Los datos que avalan la seguridad y eficacia de la vacuna recién aprobada se basan en cuatro ensayos controlados llevados a cabo en 23.745 participantes en el Reino Unido, Brasil y Sudáfrica. Los resultados del análisis intermedio (11.636 personas) de la fase III se publicaron en The Lancet.

La interrupción del ensayo debido a un caso de mielitis tranversa (que finalmente se localizó en el grupo que no había recibido la vacuna) fue el primer revés que se vivió en esta carrera científica bajo los focos. Salvo la mielitis y una anemia hemolítica (también en el grupo control), que se han resuelto, no se han comunicado efectos graves en el ensayo. A diferencia de las vacunas de Pfizer y de Moderna, no se ha informado ningún caso de parálisis de Bell.

La reactogenicidad es la esperable en una vacuna, todos son síntomas leves, y quizá se presenten con algo más de frecuencia que en la vacunad de ARNm. Los estudios indican que hasta un 60% de los sujetos refirieron sensibilidad en el punto de la inyección; una de cada dos personas refieren fatiga, dolor en el lugar del pinchazo y dolor de cabeza, y más de un 30% tienen fiebre.

Los estudios indican con los datos combinados de estos estudios una eficacia del 70,4% en la prevención de la enfermedad, pero un error en el desarrollo de uno de los ensayos reveló que no todos los participantes habían recibido las dos dosis completas estipuladas. De hecho, en aquellas personas que recibieron media dosis primero y una segunda dosis después se observó una eficacia superior, del 90%, mientras que entre los que habían recibido las dos dosis completas, la eficacia en el ensayo se estableció en un 62,1%.

Hay algunas hipótesis que explicarían por qué media dosis y una entera obtendrían (si se confirma que es así) más eficacia que las dos dosis completas, y que tiene que ver con la potencial respuesta inmune provocada por el vector de la vacuna, el adenovirus, como sintetiza, Jaime Pérez Martín vocal de la Asociación Española de Vacunología. “No obstante, los datos que hay publicados no permiten afirmar claramente que sea más protectora una pauta que otra”.

El dato de eficacia contrasta con el aportado por las dos vacunas de ARN mensajero que desarrollaron Pfizer y BioNTech, por un lado, y Moderna, por otro. La primera ya está aprobada por la FDA y la EMA, y ha comenzado a administrarse en España, mientras que la de Moderna está aún a la espera del visto bueno de la agencia europea, que previsiblemente se producirá la semana que viene, tras recibir el respaldo de la FDA hace unos días. Los estudios con estas vacunas indican que frente a placebo, la inmunización protege de enfermedad en más del 90%, pero, desde la Sociedad Española Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (Sempsph) hacen hincapié en que los estudios no han comparado un tipo de vacuna con otras.

“Los datos de eficacia que se aportan –un 70% en el caso de la vacuna de AstraZeneca, y un 90% en el de Pfizer- se han obtenido frente a placebo, no son equiparables entre sí. Esto solo podría saberse si se hiciera un ensayo clínico de una frente a la otra”, enfatizan fuentes de la sociedad científica.

La aprobación británica recoge que la administración será de dos dosis de 0,5 ml que se administrarán con un intervalo de entre cuatro y doce semanas. Una característica de esta vacuna, a diferencia de la de ARNm recientemente aprobada en la Unión Europea, es que cuanto mayor sea el tiempo de separación entre la primera y la segunda dosis, mayor es la generación de anticuerpos. Aún hay que determinar si ese aumento de la separación se corresponde con una mayor protección. No obstante, en este contexto pandémico puede parecer poco oportuno esperar tres meses para obtener la inmunidad idónea.

La vacuna se indica a partir de los 18 años -dos más que la indicación de la de Pfizer y el mismo umbral mínimo establecido para la de Moderna- y su eficacia en mayores de 65 años no está tan medida como en otros estudios, si bien casi un 6% de los participantes de los ensayos se encuentran en esta franja de edad, la baja incidencia de infecciones impidió tener datos robustos de eficacia. No obstante, en este grupo poblacional se constató, a través de la medición de anticuerpos, una respuesta adecuada. El perfil de seguridad fue similar con respecto al grupo de 18 a 64 años.

Con todo, la ficha técnica de la vacuna dice que “los datos de eficacia y seguridad son limitados en individuos mayores de 65 años”. Para Pérez Martín parece plausible con esta información que el objetivo de esta vacuna sea una población más joven, si bien “es una estrategia que deben definir los expertos en salud pública británicos. No olvidemos que hay que vacunar a mucha a gente».

Además de los ensayos con los que ha logrado la aprobación británica, la compañía tiene en marcha también un ensayo de combinación de su vacuna con la rusa, conocida como Sputnik V (Ad26), basada también en un vector viral, aunque en este caso humano, con el objetivo de averiguar si mejora así la eficacia de la de AstraZeneca.

Una ventaja diferenciadora de esta vacuna frente, en concreto frente a la de Pfizer+BioNTech, son las condiciones de refrigeración necesarias para su manejo. Así, esta última requiere una temperatura de conservación de unos -75°C±15°C, aunque la multinacional estadounidense ha desarrollado un sistema para facilitar en gran medida la logística de distribución y almacenamiento hasta el punto final de administración de su vacuna gracias a una sofisticada infraestructura, con torre de control incluida, para el seguimiento permanente de los viales. La vacuna aprobada hoy de AstraZeneca -y la de Moderna-, por su parte, pueden mantenerse a una temperatura entre 2º y 8º, con lo que pueden ser almacenadas durante al menos seis meses, transportadas y manipuladas en condiciones de refregeración habituales en la vacunación y, por tanto, administradas con facilidad en los centros sanitarios.

Junto a esta característica favorable, y para lograr la mayor distribución posible de la vacuna, AstraZeneca «ha aprovechado su propia capacidad industrial y se ha asociado con más de 20 colaboradores para la distribución de la vacuna en más de 15 países apoyados por más de 20 centros de analítica para establecer cadenas de suministro en paralelo en un tiempo récord y garantizar así el acceso global a la vacuna, con el objetivo de alcanzar los 3.000 millones de dosis, según explica Per Alfredsson, vicepresidente de Operaciones Biológicas de la compañía.

 La vacuna de Janssen una dosis única

‘The New England’ publica resultados de un ensayo en fase 2 con la vacuna Ad26.COV2.S, una de las vacunas que podría administrarse en una sola dosis.

La vacuna de Janssen se basa en un vector viral (adenovirus humano) sin capacidad de replicación.

Sonia Moreno

Jue, 14/01/2021 – 08:00

El análisis intermedio del ensayo en fase 1-2a de la candidata vacunal Ad26SARS-Cov-2 que desarrolla Janssen, filial europea de Johnson & Johnson, revela un buen perfil de seguridad y reactogenidad, así como de inmunogenicidad en un esquema de una dosis y de dos dosis, según acaba de publicar The New England Journal of Medicine.

Meses antes de que Araceli Rosario Hidalgo se convirtiera en la primera española en recibir una vacuna autorizada contra la covid, en España la candidata vacunal de Janssen era la primera inmunización que se administraba a los voluntarios en el contexto de un ensayo, que posteriormente se ha continuado a la fase 3 en varios hospitales de todo el país.

Esta inmunización se basa en un vector viral sin capacidad de replicación –adenovirus humano a diferencia del de chimpancé de la vacuna de Oxford y AstraZeneca- y utiliza la misma plataforma y tecnología que la vacuna de Janssen aprobada para la prevención del Ébola.

Los resultados que recoge ahora The New England se corresponden a un ensayo realizado en doce centros de Bélgica y Estados Unidos, sobre 805 participantes repartidos en un grupo de entre 18 y 55 años, y otro grupo específico de 65 años o más. En el estudio se han recabado datos frente a placebo de la administración de una dosis baja o una dosis alta en un esquema de una sola dosis o de dos dosis.

Como es de esperar en esta fase de ensayo, los criterios de valoración principales fueron la seguridad y la reactogenicidad de cada programa de dosis.

Tras la administración de la primera dosis de vacuna, los eventos adversos más frecuentes fueron fatiga, dolor de cabeza, mialgia y dolor en el lugar de la inyección. El evento adverso sistémico más frecuente fue la fiebre. Los efectos adversos sistémicos fueron menos frecuentes entre los mayores que en los individuos más jóvenes, y en los que recibieron la dosis baja de la vacuna que en los que recibieron la dosis alta. Al contrario de lo que se ha observado con las vacunas de ARN mensajero, la reactogenicidad fue menor después de la segunda dosis.

El trabajo, que ha dirigido la viróloga holandesa Hanneke Schuitemaker, de Janssen, está ahora recopilando datos a largo plazo para comparar el régimen de dosis única con dos dosis, por lo que aún no pueden extraerse conclusiones fehacientes al cotejar ambos regímenes. No obstante, en esta publicación se informa de que una dosis única de Ad26.COV2.S provocó una respuesta humoral fuerte en la mayoría de los que la recibieron, con la presencia de unión a la proteína coronavírica S y anticuerpos neutralizantes en más del 90% de los participantes, independientemente del grupo de edad o de la dosis.

Los autores escriben que “durante 71 días de seguimiento tras la primera dosis, los títulos de anticuerpos aumentaron y se estabilizaron aún más, lo que sugiere la durabilidad de la respuesta inmune provocada por Ad26.COV2.S”.

La potencia de la vacuna tras una dosis ya se había observado previamente en modelo experimental, con primates no humanos, con un estudio que demostró protección completa frente a la replicación del SARS-CoV-2 en pulmón y en las mucosas nasales.

“Una vacuna eficaz de dosis única para la covid-19 tiene obvias ventajas logísticas sobre una vacuna de dos dosis, especialmente durante una pandemia”, escriben los autores. “Observamos que entre los participantes de 18 y 55 años, una segunda dosis de vacuna el día 57 aumentó aún más el título de anticuerpos, un hallazgo que también estaba en línea con nuestras observaciones recientes en primates no humanos”.

El estudio está analizando ahora si una segunda dosis proporciona un beneficio adicional para mejorar la eficacia o la durabilidad, especialmente en personas de edad avanzada en quienes la respuesta inmune después de la primera dosis tendió a ser moderadamente más baja que la de los participantes más jóvenes.  

Para los investigadores los hallazgos presentados en este estudio, junto con los resultados de los estudios preclínicos, respaldan la decisión de avanzar en dos ensayos de fase 3 para evaluar la eficacia de un régimen de dosis única o de dos dosis de la dosis más baja de la vacuna.

La compañía confía en poder anunciar los primeros datos de la fase 3 de su vacuna candidata administrada en dosis única a fines de enero de 2021. Si se demuestra que es eficaz con un buen perfil de seguridad, Janssen espera presentar una solicitud de autorización de uso de emergencia ante la FDA estadounidense poco después.

Gracias a todos estos investigadores

CRITICA DE LA CONDUCTA EN LA PANDEMIA DEL COVID-19

CRITICA DE LA CONDUCTA EN LA PANDEMIA DEL COVID-19

La conclusión de este trabajo, sobre la Virosis cuesta trabajo entenderla.

Lo que si parece claro es que pese a las sofisticadas medidas tomadas para anular la pandemia, los factores que se imbrican deterioran los resultados, sobre todo:

Lo que se destina en esfuerzo y dinero, para controlar  la Pandemia, hacen que se abandonen el cuidado de otros procesos patológicos. Lo que hace el sistema sanitario insoportable.

La conclusión un poco vulgar es “el mundo no esta preparado para estas Pandemias”

HACE FALTA EVITARLAS

La pandemia de COVID-19 ha ejercido una enorme presión sobre países de todo el mundo, exponiendo brechas de larga data en la salud pública y exacerbando las inequidades crónicas. Aunque las investigaciones y los análisis han intentado extraer lecciones importantes sobre cómo fortalecer la preparación y la respuesta ante una pandemia, pocos han examinado el efecto que ha tenido la gobernanza fragmentada para la salud en la mitigación eficaz de la crisis. Al evaluar la capacidad de los sistemas de salud para gestionar el COVID-19 desde la perspectiva de dos enfoques clave de la política sanitaria mundial —seguridad sanitaria mundial y cobertura sanitaria universal— se pueden extraer lecciones importantes sobre cómo alinear las distintas prioridades y objetivos en el fortalecimiento de los sistemas de salud. Este documento de Política de salud compara tres tipos de sistemas de salud (es decir, con inversiones más fuertes en seguridad sanitaria mundial,

Introducción

Las respuestas nacionales al COVID-19 han variado enormemente, desde rápidas y proactivas en el mejor de los casos hasta fortuitas y negligentes en el peor. Se espera que los países hayan manejado la pandemia de manera diferente, pero COVID-19 ha llevado a todos los sistemas de salud al límite, exponiendo graves brechas en la infraestructura de salud pública, incluso en naciones que alguna vez fueron alabadas como el estándar de oro para la preparación.

Aunque se ha debatido mucho sobre cómo los países podrían haber estado mejor preparados, estos análisis han perdido en gran medida un enfoque en cómo la gobernanza de la salud fragmentada y los silos resultantes en el financiamiento de los sistemas de salud (es decir, flujos de financiamiento verticales hacia categorías de enfermedades individuales, independencia de la educación terciaria). atención desde la atención primaria, y diferencias en las prioridades de salud doméstica vs.prioridades de salud mundial) continúan obstaculizando los esfuerzos de respuesta. El análisis de la propagación del COVID-19 desde la perspectiva de la seguridad sanitaria mundial (GHS) y la cobertura sanitaria universal (CSU) ofrece una oportunidad útil para descubrir puntos ciegos en el fomento de la resiliencia del sistema de salud en el futuro. En este documento de Política de salud, buscamos comprender cómo los sistemas de salud que están fuertemente influenciados por las políticas de GHS o UHC inicialmente se han enfrentado al impacto de la pandemia de COVID-19 en curso, y concluimos con cuatro recomendaciones clave para rediseñar los sistemas de salud para una Futuro sostenible.

Sistemas de salud nacionales y mundiales fragmentados

GHS se centra en prevenir, detectar y responder a las amenazas para la salud pública, en particular protegiendo a las personas y las sociedades de todo el mundo de las amenazas de enfermedades infecciosas.

 Respaldado por el Reglamento Sanitario Internacional (RSI), el GHS guía el desarrollo de las capacidades básicas de la salud pública (es decir, la vigilancia, la comunicación de riesgos y la coordinación), pero de manera crucial no aborda las funciones de atención primaria de salud (APS), incluidos los servicios curativos, manejo y capacidad para sobrecargas clínicas.

 Mientras tanto, la cobertura universal de salud depende del acceso a servicios de salud completos, apropiados, oportunos y de calidad, sin carga financiera.

 Aunque la cobertura universal de salud habilita los sistemas de atención primaria de la salud y mejora la accesibilidad de los servicios de salud, en la práctica existe una tendencia a que las intervenciones de la cobertura universal de salud descuiden las amenazas de enfermedades infecciosas y gestionen de manera inadecuada las capacidades básicas de la salud pública mientras se centran más en los seguros médicos y los servicios de salud individuales.

 La OMS da gran prioridad tanto al SGA como a la CUS, con áreas de trabajo importantes para las emergencias sanitarias y la CUS.

Aunque la OMS aborda estas agendas en principio como aportaciones inminentemente convergentes hacia un sistema de salud sólido, la escasez de recursos y las realidades políticas obligan a los responsables de la formulación de políticas a tomar decisiones difíciles, por lo general priorizando una agenda sobre la otra. Por ejemplo, invertir en diferentes políticas podría justificarse seleccionando objetivos distintos, a menudo potencialmente convenientes, para favorecer dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.

 El «acto de la cuerda floja»

 entre los recursos inadecuados del sistema de salud y las presiones políticas nacionales e internacionales significa que los países podrían verse obligados a «elegir si aumentar la capacidad de los laboratorios o hacer que haya más enfermeras disponibles para las consultas».

 Las consecuencias de este desequilibrio de prioridades fragmentadas se ejemplificaron durante el brote del virus del Ébola en 2014-16 en África occidental, en el que murieron más personas por malaria no tratada que por la enfermedad del virus del Ébola debido a la reducción de los servicios de salud y los sistemas de salud sobrecargados.

La Comisión Lancet sobre sinergias entre la CUS, la seguridad sanitaria y la promoción de la salud ha comenzado a examinar las intersecciones entre estas tres prioridades y las agendas correspondientes.

 Este documento de Política de salud ofrece una evaluación inicial crucial para avanzar en este trabajo y ampliar nuestra comprensión de la gobernanza, las políticas y las inversiones fragmentadas para la salud mundial, y señala que los contextos están cambiando y se necesitan más análisis para sacar conclusiones definitivas.

Sistemas de salud con mayores inversiones en capacidades GHS

A pesar de que EE. UU. Recibió las calificaciones más altas de preparación para una pandemia en el Índice de seguridad sanitaria mundial, hasta la fecha ha informado el número más alto de casos y muertes por COVID-19 en el mundo.

 Aunque el país cuenta con una impresionante variedad de laboratorios públicos y privados, empresas farmacéuticas y tecnológicas innovadoras y un instituto nacional de salud pública con gran capacidad, los EE. UU. Dependen en última instancia de un sistema de atención de la salud muy fragmentado.

 Cada estado financia y opera sus propios sistemas de salud pública y vigilancia, y la nación se ha mostrado reacia a construir un sistema de salud unificado que sea financiado con fondos públicos.

 Esta ausencia de una coordinación clara, una capacidad fundamental del RSI, ha obstaculizado hasta ahora la capacidad del país para estimar y pronosticar con precisión el efecto del COVID-19, lo que ha provocado un retraso en las actividades de respuesta, incluidas las pruebas y el rastreo de contactos.

 Además, la escasez de financiación centralizada ha provocado un mal uso y una infrautilización crónicos de los recursos humanos y financieros.

Por último, las altas tasas de seguro insuficiente podrían desincentivar el uso de la atención médica y disuadir a los ciudadanos de buscar atención de emergencia, lo que provocaría enfermedades crónicas no tratadas, reduciría la capacidad de vigilancia sindrómica y socavaría la confianza general en los servicios públicos; acelerando así aún más el efecto de COVID-19. Estados Unidos es uno de los ejemplos más destacados, que muestra que la dependencia de las capacidades tradicionales del SGA para proporcionar una evaluación precisa de la preparación del sistema de salud no explica el efecto de la coordinación incoherente y la cobertura sanitaria universal y la economía política inadecuadas durante las emergencias sanitarias.

Un examen de la respuesta al COVID-19 en varios países de África sugiere de manera similar una concentración excesiva de los esfuerzos del SGA, mientras que se descuidan los pivotes sostenibles de la CUS o las inversiones cruciales en los sistemas de atención médica. Si bien la región no es monolítica, la mayoría de los países comparten la tendencia a fortalecer las competencias para la respuesta a brotes debido a brotes perennes de enfermedades infecciosas y cuentan con servicios de salud que se desarrollaron a través de iniciativas de salud global fragmentadas o prioridades de los donantes.

44 países de la región han completado una Evaluación Externa Conjunta de la OMS, lo que refleja la priorización del fortalecimiento de las capacidades nacionales de preparación después de brotes de alto perfil, como el virus del Ébola. Esta prioridad se ha reflejado inicialmente en la rápida respuesta al COVID-19.

 Por ejemplo, a fines de abril de 2020, el Centro de Control de Enfermedades de Nigeria había seguido más del 98% de los contactos de casos confirmados de COVID-19, aprovechando los 50 000 informantes comunitarios establecidos originalmente para la detección de poliomielitis.

 Mientras tanto, los Centros de África para el Control y la Prevención de Enfermedades, establecidos en 2017 por la Unión Africana y socios internacionales, continúan apoyando a los estados miembros a través de documentos de orientación, capacitación, kits de prueba y una mejor capacidad de laboratorio para confirmar casos.

A pesar de este progreso en la seguridad sanitaria, los casos de COVID-19 han aumentado rápidamente en todo el continente.

Con una gran cantidad de casos que se avecina, muchos países podrían enfrentar múltiples desafíos para finalmente controlar el virus, especialmente a la luz de las realidades sociales, como grandes poblaciones que ganan un salario diario informal, asentamientos densamente poblados y trabajadores migrantes transitorios. Estas realidades hacen que muchas intervenciones de salud pública, como el distanciamiento físico, sean inapropiadas o insostenibles. Con solo cuatro de los 55 países de la Unión Africana que han alcanzado el compromiso del 15%, que se estableció en la Declaración de Abuja en 2001, el gasto nacional en salud sigue siendo bajo en la mayoría de los países y las capacidades de atención crítica y de atención primaria, como camas y ventiladores en las unidades de cuidados intensivos, son sumamente escasos; Es probable que impulsar estas funciones de atención de la salud durante la pandemia sea demasiado tarde.

 Además, con la financiación impulsada por donantes que financian gran parte de los servicios de salud clave, como la mayoría de la atención del VIH en Nigeria y Zimbabwe, los recortes a la asistencia internacional podrían desestabilizar muchos servicios posteriores que son respaldados por inversiones aisladas en sistemas de salud.

Sistemas de salud con mayores inversiones en componentes de CUS

Mientras tanto, los países con sistemas sólidos de CSU también han luchado contra la pandemia si no implementaron de manera coherente medidas sólidas de GHS. Aunque Italia ofrece acceso universal a la atención, su provincia de Lombardía (es decir, una de las áreas más ricas de Europa) se vio afectada de manera desproporcionada por COVID-19.

 La coordinación inadecuada impidió la realización de pruebas proactivas y dejó desprotegidos a los trabajadores de la salud.

 A pesar de que la UHC brinda servicios a las personas, Lombardy marcó las capacidades básicas de GHS basadas en la comunidad, lo que podría haber mitigado los efectos del brote.

 Mientras tanto, el Reino Unido, a pesar de parecer tener un alto rango en el Índice de Seguridad Sanitaria Global y ofrecer una cobertura universal de salud generalizada, no actuó rápidamente y luchó para garantizar que su Servicio Nacional de Salud pudiera satisfacer la demanda.

 Esta lucha se debió en gran parte a la mala integración de las capacidades clave del GHS, incluida la coordinación y la vigilancia del liderazgo a través del rastreo y las pruebas, así como a la negligencia de tener en cuenta la gobernanza y la economía política de sus sistemas de salud como indicadores importantes para la preparación para una pandemia.

 Además, una disminución del 50% en las admisiones a los departamentos de urgencias y accidentes hospitalarios por ataques cardíacos sugiere un aumento en las enfermedades no informadas, como resultado de una mala comunicación de riesgos y participación comunitaria.

 Por último, tanto el Reino Unido como España retrasaron las inversiones iniciales en la creación de la capacidad de prueba necesaria y el almacenamiento de equipos de protección personal, a pesar de asegurar a la población que estaban preparados.

 Cuando los sistemas de CSU no están alineados de manera efectiva con las estrategias de GHS y ​​no están debidamente documentados en evaluaciones globales, los líderes mundiales pueden correr el peligro de tener un exceso de confianza en los sistemas de salud existentes, lo que lleva a la complacencia colectiva y la politización de las respuestas de salud pública necesarias durante las crisis.

Sistemas de salud que alinean las inversiones en GHS y ​​UHC

Aunque no se excluyen mutuamente, GHS y ​​UHC tienden a tener políticas diferentes en la práctica. Hasta ahora, a los países con políticas que están estrechamente alineadas con ambos marcos les ha ido mejor y podrían estar mejor equipados para recuperarse después de COVID-19 en comparación con naciones con sistemas de salud que no están alineados con ambos marcos, que podrían tener dificultades para hacer frente a los desafíos en el largo plazo. Es importante destacar que los sistemas de salud que integraron con éxito las capacidades básicas del SGA con los servicios de atención primaria de la salud han sido particularmente eficaces para mitigar los efectos del COVID-19.

Por ejemplo, la provincia de Veneto, Italia, aprovechó su sistema de cobertura universal de salud al tiempo que aplicaba la experiencia histórica en el control de enfermedades infecciosas. A pesar de la transmisión comunitaria temprana, Veneto logró un control de la pandemia sustancialmente mejor que otras regiones de Italia, específicamente Lombardía. Es muy probable que esta diferencia se deba a medidas de salud pública, como pruebas exhaustivas y exámenes de detección proactivos, y medidas clínicas sólidas, como diagnóstico y atención domiciliaria, trabajadores de salud de primera línea con apoyo, menor fragmentación de los servicios médicos privatizados y una sólida coordinación entre los Centros de APS.

Mientras tanto, Taiwán, Vietnam, Hong Kong, Corea del Sur y Tailandia instituyeron un estricto distanciamiento físico y comunicaciones de salud pública, y sus raíces en la cobertura universal de salud han asegurado un rápido control de la pandemia hasta la fecha.

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 La cobertura del 99,9% de Taiwán del seguro de salud nacional permitió una prevención integral de epidemias, datos médicos integrados, plataformas de información unificadas y redes de seguridad para las poblaciones vulnerables.

 Los avances en la cobertura universal de salud ayudaron a Vietnam a salvaguardar la cooperación entre el gobierno y los ciudadanos que se necesitaba para fomentar una cultura de vigilancia y rastreo integral de contactos donde las pruebas masivas eran improbables.

 Singapur aprovechó la infraestructura de salud pública, los diagnósticos innovadores, los médicos de atención primaria de salud capacitados para detectar brotes y la detección, las pruebas y el tratamiento sin costo alguno.

En Kerala, India, más de 30000 trabajadores de la salud participaron eficazmente en la respuesta de emergencia, incluida la detección temprana, el rastreo de contactos expansivo, la comunicación de riesgos y la participación comunitaria.

 Para complementar este compromiso, el compromiso de Kerala con una amplia protección social a través de inversiones en educación y CUS incluyó refugios temporales para trabajadores migrantes varados, comidas preparadas para personas necesitadas, mayor capacidad de Internet y pensiones avanzadas.

 Finalmente, Costa Rica ha sido elogiada por tener inicialmente una de las tasas más bajas de letalidad por COVID-19 en las Américas, lo que se atribuye en gran parte a su sólido sistema de salud universal, la rápida respuesta liderada por los principales líderes nacionales y el fuerte apoyo institucional de Organizaciones tanto públicas como privadas.

Reimaginando la gobernanza, las políticas y las inversiones para la salud mundial

COVID-19 muestra cuán fragmentados y con fondos insuficientes están los sistemas de salud en todo el mundo. Es hora de un enfoque radicalmente reinventado de la gobernanza para la salud mundial. Gostin y Friedman han argumentado que “los sistemas nacionales de salud sólidos, una OMS del siglo XXI, un RSI sólido con cumplimiento estatal y recursos humanos y financieros sostenibles transformarían el sistema de salud mundial”.

 A partir de recomendaciones adicionales en los informes anuales de la Junta de Monitoreo de la Preparación Mundial, las funciones esenciales de salud pública (es decir, las capacidades básicas para el SGA y el RSI) deben financiarse adecuadamente e integrarse en los sistemas nacionales de salud que tienen sus raíces en la CUS para garantizar una salud inclusiva y continua. servicios antes, durante y después de los brotes.

 El marco de la cobertura universal de salud, basado en compromisos clave en la declaración política de la ONU de la Reunión de Alto Nivel sobre Cobertura Universal de Salud, debería expandirse para incluir actividades multisectoriales, de múltiples partes interesadas e integrales en todos los niveles de gobernanza para controlar los brotes mientras se mantienen los servicios de salud de rutina y abordar los determinantes sociales de la salud.

 Otros beneficios de dicho sistema incluyen la toma de decisiones diversas, una mayor demanda pública de servicios de atención médica para facilitar la detección temprana de enfermedades, un riesgo reducido de pobreza, servicios de salud accesibles localmente y una mayor confianza, que es crucial para la colaboración y el cumplimiento público con el estado. intervenciones dirigidas.

La incorporación de la visión del Grupo Sociedades más saludables para poblaciones saludables (es decir, hacer evolucionar nuestras sociedades para permitir que las personas se mantengan saludables) en los contextos de COVID-19 asegura que los determinantes sociales de la salud se reflejen en las políticas económicas y de bienestar que las acompañan, mejorando así la respuesta estrategias.

 En particular, a pesar de haber sido inicialmente elogiado por su respuesta efectiva al COVID-19, Singapur ha visto un aumento en los casos que se originan en dormitorios superpoblados que albergan a trabajadores migrantes.

Este aumento enfatiza las costosas consecuencias de pasar por alto a las comunidades marginadas, lo que indica que, sin una consideración cuidadosa de las medidas socioeconómicas para apoyar a los grupos que son susceptibles a las enfermedades y vulnerables a los efectos desproporcionados de la desigualdad socioeconómica, los brotes pueden ser inevitables. Además, la práctica estadounidense de vincular la cobertura de salud al empleo ha dejado a muchas personas especialmente vulnerables a medida que aumentan las tasas de desempleo debido a la pandemia. En reconocimiento de la importancia de los enfoques sociales para abordar las enfermedades infecciosas, algunos estados de EE. UU. Han extendido la cobertura a las comunidades de personas sin hogar y migrantes y han considerado las instalaciones psicosociales y los refugios para mujeres como servicios esenciales de COVID-19.

Aunque romper el ciclo de pánico y negligencia, que es necesario para un SGA sostenido, puede ser poco probable, volver a imaginar la CUS como la base para la solidaridad y la acción, incluso para la seguridad sanitaria y las sociedades saludables, ofrece un camino necesario a seguir en el mundo después de COVID. -19. Un sistema con programas de protección social, APS rentable, liderazgo inclusivo y financiamiento público adecuado puede garantizar servicios de calidad para todos, especialmente en contextos frágiles donde la pobreza, las viviendas superpobladas y los recursos inadecuados hacen que las comunidades sean más susceptibles.

En la recuperación de COVID-19, las consecuencias económicas y el miedo público podrían empujar a los países a favorecer los enfoques aislacionistas de la salud, favoreciendo la atención médica privatizada y las soluciones rápidas para proporcionar la ilusión de seguridad sanitaria. Los donantes y defensores deben tener cuidado con las soluciones neoliberales o excesivamente titulizadas que durante mucho tiempo han restringido tanto el SGA como la cobertura universal de salud, en lugar de respaldar sistemas de salud verdaderamente universales, financiados con fondos públicos y propiedad del país que promuevan la equidad en la salud y los determinantes de la salud en la corriente para no dejar a nadie atrás .

 Esta implementación ampliada de las capacidades del GHS que están integradas y entregadas a través de la cobertura universal de salud se puede desarrollar a lo largo de cuatro recomendaciones básicas: integración, financiamiento, resiliencia y equidad.

Integración: construir capacidades sólidas de GHS en sistemas integrales de UHC

Debido a que los sistemas nacionales “carecen de interconectividad”, los tomadores de decisiones y los expertos en salud luchan por trabajar en los “silos de autoprotección” resultantes de especialidades de salud, que a veces se mantienen claramente diferenciadas para priorizar un área del sistema de salud sobre otra.

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Posteriormente, la mala comunicación y colaboración entre las instituciones y los sistemas de salud nacionales significa que unificar las políticas de GHS y ​​UHC en todos los niveles de gobernanza es un desafío monumental. Sin embargo, los análisis ofrecen información importante sobre dónde podrían ser posibles las sinergias. Tanto el SGA como la cobertura universal de salud mitigan el riesgo, obligan a los estados a realizar el derecho humano a la salud, pueden recibir apoyo a través de esfuerzos para fortalecer los sistemas de salud y se superponen en su enfoque en la fuerza laboral de salud, el acceso a los medicamentos y la financiación o la protección de riesgos financieros.

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Es bien sabido que las habilidades y la infraestructura necesarias para los dos sistemas se refuerzan mutuamente; Existe la oportunidad de reexaminar áreas obvias, como el fortalecimiento de la capacidad de aumento nacional de la fuerza laboral de salud como una conexión entre la prevención y la prestación de atención médica o la integración de sistemas de información de salud de emergencia con redes de vigilancia de rutina y otras bases de datos nacionales.

En particular, los países con un historial deficiente de cobertura universal de salud, como EE. UU. E Irlanda, han comenzado a implementar políticas de tipo cobertura universal de salud para la respuesta a brotes, incluido el apalancamiento de fondos federales para proporcionar pruebas de COVID-19 que son universalmente gratuitas. Estas acciones también sugieren que la crisis podría ofrecer una oportunidad para adoptar reformas para la cobertura universal de salud como base para los sistemas de salud unificados y con suficiente financiamiento público.

 Esta oportunidad refleja el marco conceptual de la OMS que describe una relación cíclica entre la calidad de la cobertura universal de salud y el SGA, y el patrón parece ser cierto durante la respuesta COVID-19 en curso en los países de ingresos bajos, medios y altos.

Financiamiento: romper vías de financiamiento estrechas que impiden sistemas de salud unificados

La pandemia de COVID-19 muestra que los países de bajos ingresos que buscan construir sistemas de salud que estén unificados y con suficiente financiamiento público están bajo el poder de la financiación impulsada por los donantes, que en realidad podría estar fragmentando los servicios de salud. Kutzin y Sparkes han argumentado que fortalecer los sistemas de salud requiere un enfoque sustancial e intencional en la mejora del desempeño yendo más allá de invertir en las capacidades básicas de los sistemas de salud y reformando cómo estas capacidades operan juntas en los sistemas de salud, con financiamiento conjunto.

 Por lo tanto, los países de bajos ingresos que dependen de la asistencia internacional deberían aumentar la financiación nacional al menos al 5% del producto interno bruto y tener la flexibilidad de integrar programas verticales en un sistema de salud unificado que sea compatible con la consecución de la cobertura universal de salud.

Mientras tanto, los países de ingresos bajos, medianos y altos, incluidos el Reino Unido y los EE. UU., Deben tener la intención de abordar la negligencia deliberada y la subinversión en los sistemas de salud existentes mediante el desarrollo de estrategias innovadoras para el financiamiento interno. Estas estrategias incluyen eliminar las tarifas de los usuarios en los centros de atención primaria de la salud, garantizar que el seguro médico no esté vinculado a la situación laboral y ampliar los mecanismos de adquisición conjunta de recursos vitales; todos fueron barreras críticas para la atención y socavaron la respuesta COVID-19. El desarrollo de nuevas fuentes de financiamiento que reflejen los compromisos en la cobertura universal de salud y el SGA mantendrá los sistemas de salud unificados, disminuirá los riesgos individuales y colectivos de amenazas a la salud y reparará los mecanismos fragmentados de gobernanza de la salud.

Resiliencia: desarrollar y evaluar la resiliencia del sistema de salud

COVID-19 prueba la capacidad de los sistemas nacionales de salud para resistir las crisis de salud mientras mantienen las funciones de rutina. Kruk y sus colegas definen la resiliencia del sistema de salud como “la capacidad de los actores, instituciones y poblaciones de la salud para prepararse y responder eficazmente a las crisis; mantener las funciones básicas cuando ocurre una crisis; y, informado por las lecciones aprendidas durante la crisis, reorganizar si las condiciones lo requieren ”.

 Fundamentalmente, debido a que crisis como la de COVID-19 no ocurren en el vacío, la resiliencia requiere una colaboración intencional entre las agendas de salud y desarrollo tradicionalmente distintas, incluida la cobertura universal de salud, la Agenda de Seguridad Sanitaria Global, el enfoque de Una Salud y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.

La resiliencia del sistema de salud, que debe enmarcarse como una capacidad más que como un resultado, puede ser un poderoso indicador de adaptabilidad, capacidad de respuesta y estabilidad y, por lo tanto, es crucial evaluarla.

Debido a que los modelos tradicionales (p. Ej., Modelos de preparación para una pandemia, índices del SGA y evaluaciones externas conjuntas del RSI) no tuvieron plenamente en cuenta los diversos efectos del COVID-19, se deben desarrollar nuevos índices que exploren la resiliencia de la gobernanza del sistema de salud para hacer frente a crisis de salud. Estos modelos revisados ​​deben contextualizar cuidadosamente las dinámicas de poder explícitas e implícitas, los intereses y prioridades en competencia y las partes interesadas nuevas y emergentes.

 Además, las evaluaciones existentes, como las Evaluaciones Externas Conjuntas de la OMS y las Evaluaciones de Disponibilidad y Preparación de Servicios, pueden revisarse y llevarse a cabo juntas en modelos de resiliencia, junto con la consideración de los determinantes sociales de la salud para evaluar los efectos sobre las inequidades en salud, para desarrollar una comprensión coherente del SGA. y brechas de la CUS en la gobernanza de la salud.

Equidad: aplicar un enfoque de derechos como base necesaria para los sistemas de salud

La respuesta COVID-19 ha enfatizado la flagrante ausencia de determinantes sociales de la salud y una participación comunitaria significativa en los principales marcos para emergencias de salud, como el RSI.

En el futuro, se debe construir una agenda unificada GHS-UHC con equidad interseccional en el centro. Incorporar la visión de fomentar poblaciones saludables (como lo defiende la OMS, el Grupo Sociedades más saludables para poblaciones saludables y otras partes interesadas) con un enfoque de economía política que considere “intereses, instituciones e ideas en competencia”,

puede salvaguardar la UHC y GHS en una recesión económica mundial. Esta perspectiva incorpora los valores de no dejar a nadie atrás al proteger los derechos de los grupos más vulnerables, incluidas las poblaciones y los refugiados LGBTQ + (lesbianas, gays, bisexuales, transgénero, queer y otros), a través de políticas de salud en todos que reconstruyen sistemas de salud de manera sostenible y equitativa.

 Además, un enfoque de la salud global descolonizante, basado en los derechos y consciente del clima para la gobernanza de la salud protegería la capacidad de los países de ingresos bajos y medianos de acceder de manera equitativa a los recursos necesarios, como vacunas y equipo de protección personal, al tiempo que obliga a los países de ingresos altos países, el sector privado y los principales donantes a “contribuir con una mayor proporción de la financiación de sistemas de APS universales de calidad que atiendan a todos independientemente de la capacidad de pago”.

En última instancia, el esfuerzo colectivo por la equidad en salud requerirá que los responsables de la formulación de políticas garanticen que el liderazgo en la preparación, respuesta y recuperación para emergencias de salud coloque a grupos marginados, como mujeres y minorías, en roles de toma de decisiones.

 Por tanto, las estructuras de salud multisectoriales y de múltiples partes interesadas deberían poder equilibrar eficazmente la constelación de intereses del sector privado, demandas del sector público y mareas políticas.

Conclusión

Se necesita un trabajo urgente para marcar el comienzo de un cambio estratégico hacia programas de CSU alineados con el GHS, especialmente con la expansión de la cobertura de salud que muestra signos de desaceleración a nivel mundial, ya que el gasto público no satisface las demandas de la sociedad.

 Aunque la respuesta al COVID-19 está en curso y los contextos evolucionan constantemente, la forma en que los países responden a las pandemias depende en última instancia de la capacidad de recuperación de sus sistemas de salud, y se requiere una respuesta eficaz para controlar el brote inmediato y mitigar los efectos sanitarios posteriores.

Con los efectos de factores sociopolíticos adicionales, como las crisis prolongadas, la raza, el género, el cambio climático, el estado económico y los diferentes contratos sociales entre los ciudadanos y sus gobiernos, la influencia de las prioridades en competencia en la gobernanza para la salud global debe integrarse en la preparación tradicional. y orientación de respuesta. Un marco reinventado para la salud mundial que prioriza la integración del sistema de salud en todos los dominios de la cobertura universal de salud y el SGA, la financiación de la salud innovadora y unificada, los indicadores de resiliencia intersectoriales y la equidad como valor fundamental ofrece un camino necesario a seguir. Las autoridades nacionales que desarrollan las prioridades del sistema de salud y los financiadores, que controlan el gasto, el establecimiento de la agenda y la priorización de la inversión, no pueden continuar como de costumbre. Para reconstruir un futuro más sostenible después de COVID-19, Integrar las capacidades centrales de GHS en sistemas de UHC holísticos y financiados con fondos públicos es el siguiente paso claro. No podemos seguir saltando de una epidemia a otra ignorando la voluntad política necesaria para invertir en los cimientos de la salud para todos. Al final, los sistemas de salud verdaderamente universales e integrales en todos los países, que tienen capacidades básicas integradas para la salud pública y están alineados en todos los niveles de gobernanza, serán nuestra defensa más sólida contra la próxima gran pandemia.

Estrategia de búsqueda y criterios de selección

Se realizaron búsquedas en PubMed y Google Scholar de artículos publicados entre el 1 de enero de 2015 y el 31 de julio de 2020. Los términos de búsqueda incluyeron «seguridad sanitaria global» O «cobertura sanitaria universal» Y «COVID-19» Y «fortalecimiento de los sistemas de salud» O «preparación y respuesta ”O“ gobernanza ”O“ financiamiento ”O“ resiliencia ”O“ equidad ”. Se identificaron más artículos mediante una técnica de bola de nieve. Solo incluimos artículos en inglés que discutían una combinación de conceptos clave, incluida la respuesta al COVID-19, la preparación para una pandemia, la seguridad sanitaria mundial, la cobertura sanitaria universal, la gobernanza para la salud global y el fortalecimiento del sistema de salud, y literatura que examina los impulsores políticos o sociales y implicaciones de diferentes agendas de políticas de salud. Se excluyeron los artículos que se centraban exclusivamente en emergencias de salud anteriores o políticas y programas de salud global que solo eran relevantes principalmente antes de 2015 para garantizar la relevancia contextual de la pandemia de COVID-19 y las prioridades actuales en la salud global. Finalmente, complementamos nuestra búsqueda de literatura académica con una búsqueda de literatura gris utilizando términos de búsqueda similares, incluidos informes de la OMS y planes de respuesta estratégicos nacionales, para analizar y brindar reflejos auténticos del panorama en rápida evolución para guiar a las partes interesadas clave en la pandemia actual de COVID-19.

NUEVA ZELANDA Y EL CORONAVIRUS

NUEVA ZELANDA LO HA HECHO TAN BIEN FRENTE AL CORONAVIRUS QUE HA LOGRADO ERRADICAR HASTA LA GRIPE

No hay nadie en este mundo que no esté deseando encontrar un sistema que detenga la pandemia del coronavirus Covid19 .

Y los procedimientos utilizados, son exactamente iguales en todo el mundo. “Aislarse” y sin embargo la incidencia de virus oscila, incluso en los países más desarrollados, sube cuando quiere y baja como le da la gana.

Sin embargo en Nueva Zelanda, esto no es así. Prácticamente no sufren epidemia.

Posiblemente son mas ordenados y disciplinados. Pero eso lo han hecho muchos otros paises sin éxito.

Inglaterra, Alemania, España y otros paises, donde las olas se suceden, pese a los consejos de las autoridades, y merced al incumplimiento de ellas.

Quiero decir con esto, que hay algo más , que se nos escapa, para explicar el devenir de la pandemia.

De entre todos los países que han servido de ejemplo y modelo al resto de la humanidad por su gestión del coronavirus, sólo un grupo muy reducido han sostenido su éxito a lo largo del tiempo. De entre todos ellos, Nueva Zelanda brilla con luz propia. El archipiélago ha sostenido los contagios por debajo de los 2.100 (población: 4.800.000) y los muertos por debajo de los 25. Entre mayo y diciembre sólo ha registrado tres fallecidos atribuibles al coronavirus.

Ha exterminado a la epidemia. Y de paso a la gripe.

El efecto secundario. Lo ilustra un estudio preliminar, no revisado, publicado en The Lancet esta semana. Frente a los abultados excesos de mortalidad identificados en otros países, muy en especial en Europa, Nueva Zelanda ha contado menos muertos este año que en los precedentes. Desde la instauración del confinamiento y hasta nuestros días el número de fallecidos absoluto registrado por las autoridades neozelandesas ha caído un 11% respecto a la media de los cinco años anteriores.

123 muertes por cada millón de habitantes vs. 138. Similares conclusiones se pueden extraer tomando como referencia un periodo de tiempo más amplio (2011-2019).

¿Por qué? Debemos atribuirlo a las medidas destinadas a contener la epidemia. Hasta la 13ª semana del año, es decir, marzo, justo antes de que el gobierno cerrara el país, el volumen de fallecidos apenas se desviaba de la media histórica. El confinamiento y las restricciones hundieron los accidentes de tráfico, la contaminación, los suicidios, los accidentes laborales y un amplio número de muertes relacionadas con el día a día de cualquier sociedad. Nada que no sucediera en otros países.

EN MAGNET

Una «burbuja social» de diez personas: la idea para recuperar los contactos tras el confinamiento

Lo peculiar. Sucede que Nueva Zelanda fue tan efectiva en la supresión del virus que también acabó con otros problemas de salud pública. Entre ellos la gripe. La reducción de la mortalidad se mantuvo por debajo de la media histórica, explican los autores, incluso «durante un periodo habitualmente marcado por el aumento de los fallecimientos debido a la gripe estacional y a la neumonía». Tan prolongada reducción, concluyen, «se debe a la ausencia de la gripe en Nueva Zelanda en 2020».

Las medidas. ¿A qué podemos atribuir el éxito? Primero cerró sus fronteras de forma inmediata e impuso cuarentenas obligatorias, aún vigentes, para todos aquellos viajeros que aterrizaran en las islas. Segundo, a su estrategia de testeo. Si bien no ha hecho más pruebas por millón de habitantes que otros países, sí ha hecho más pruebas por número de casos positivos. Dicho de otro modo: su positividad ha sido siempre muy baja.

Esto, como sabemos, es crucial, dado que permite a los gobiernos dibujar un mapa muy preciso de la epidemia y atajar los casos allí donde se encuentren. Nueva Zelanda elaboró un estricto protocolo de trazabilidad y aislamiento desde muy temprano, y también diseño un sistema de «burbujas sociales» que limitó los contactos de personas contagiadas. A esto debemos sumar factores exógenos: un archipiélago remoto y una distribución habitacional muy dispersa, muy poco densa.

Drástico. Partiendo de una epidemia más controlada que sus pares europeos, Nueva Zelanda siguió la estrategia de los países asiáticos, más exitosos en la gestión del coronavirus: la «eliminación» del virus. Cuando el pasado mes de noviembre un sólo caso fue identificado en Auckland, la principal ciudad del país, el gobierno recomendó a todos los trabajadores quedarse en sus casas. También identificó y siguió los movimientos de la persona contagiada. Una respuesta drástica y rapidísima.

Es decir, Nueva Zelanda se ha beneficiado a largo plazo de su éxito inicial. La epidemia está controlada, lo que hace más sencillo identificar y atajar los pocos casos que surgen. Pese a todo, sí ha habido un celo que otros países no se han permitido. Auckland salió del último nivel de alerta y restricciones (reuniones limitadas, aforos reducidos, confinamientos parciales, etcétera) a mediados de agosto, cuando el país contaba… 37 casos activos. Una cifra que Europa ni ha rozado desde la primavera.

El resultado de todo este proceso ha sido no sólo un volumen de fallecimientos atribuibles a la epidemia muy bajo, sino una caída de la mortandad a todos los niveles. Las comparaciones son dolorosas: España cuenta 70.000 más fallecidos que en años precedentes (29% al alza); Reino Unido, en torno a las 60.000 (20% al alza). Incluso Alemania, el estado europeo que mejor había sorteado la pandemia, ya registra un exceso del 5%. Nueva Zelanda mira desde la absoluta lejanía.

Posiblemente olvidamos que mucha gente tiene otro tipo de inmunidad, que es la que manda y permite o no que el germen anide.

Hace falta un receptor, para que el germen penetre desde las mucosas y basta que este receptor, este bloqueado o no exista, para que no anide el germen, o que exista una inmunidad cruzada. O otros tipos de inmunidad.

Lo que a mi me perece que existe algo mas que el aislamiento para que no nos infecte el virus.

En todo el país africano, existe una menor invasión de esta pandemia, y las medidas sanitarias, son claramente menores, aunque si estan muy invadidos por otros gérmenes.

Lo que quiero decir es que las ventanas materiales externas para el virus, no son suficientes.

Imaginemos, que bloqueamos los receptores virales ACE2, con la pulverización en las mucosas, de algún preparado, que no haga daño al resto de las mucosas, y que destruya al virus, o que se produzca mas cantidad inmediata de IgA, la gamma globulina que primero ataca al virus y que se produce de preferencia en la mucosa nasal.

O antivirales, que lleguen a tener el éxito de los antibióticos

Es posible que esto no sea posible por el momento, pero permítanme soñar

Mohorte

16 diciembre 2020, 13:14 – Actualizado 17 diciembre 2020, 17:52

No hay nadie en este mundo que no esté deseando encontrar un sistema que detenga la pandemia del coronavirus Covid19 .

Y los procedimientos utilizados, son exactamente iguales en todo el mundo. “Aislarse” y sin embargo la incidencia de virus oscila, incluso en los países más desarrollados, sube cuando quiere y baja como le da la gana.

Sin embargo en Nueva Zelanda, esto no es así. Prácticamente no sufren epidemia.

Posiblemente son mas ordenados y disciplinados. Pero eso lo han hecho muchos otros paises sin éxito.

Inglaterra, Alemania, España y otros paises, donde las olas se suceden, pese a los consejos de las autoridades, y merced al incumplimiento de ellas.

Quiero decir con esto, que hay algo más , que se nos escapa, para explicar el devenir de la pandemia.

De entre todos los países que han servido de ejemplo y modelo al resto de la humanidad por su gestión del coronavirus, sólo un grupo muy reducido han sostenido su éxito a lo largo del tiempo. De entre todos ellos, Nueva Zelanda brilla con luz propia. El archipiélago ha sostenido los contagios por debajo de los 2.100 (población: 4.800.000) y los muertos por debajo de los 25. Entre mayo y diciembre sólo ha registrado tres fallecidos atribuibles al coronavirus.

Ha exterminado a la epidemia. Y de paso a la gripe.

El efecto secundario. Lo ilustra un estudio preliminar, no revisado, publicado en The Lancet esta semana. Frente a los abultados excesos de mortalidad identificados en otros países, muy en especial en Europa, Nueva Zelanda ha contado menos muertos este año que en los precedentes. Desde la instauración del confinamiento y hasta nuestros días el número de fallecidos absoluto registrado por las autoridades neozelandesas ha caído un 11% respecto a la media de los cinco años anteriores.

123 muertes por cada millón de habitantes vs. 138. Similares conclusiones se pueden extraer tomando como referencia un periodo de tiempo más amplio (2011-2019).

¿Por qué? Debemos atribuirlo a las medidas destinadas a contener la epidemia. Hasta la 13ª semana del año, es decir, marzo, justo antes de que el gobierno cerrara el país, el volumen de fallecidos apenas se desviaba de la media histórica. El confinamiento y las restricciones hundieron los accidentes de tráfico, la contaminación, los suicidios, los accidentes laborales y un amplio número de muertes relacionadas con el día a día de cualquier sociedad. Nada que no sucediera en otros países.

EN MAGNET

Una «burbuja social» de diez personas: la idea para recuperar los contactos tras el confinamiento

Lo peculiar. Sucede que Nueva Zelanda fue tan efectiva en la supresión del virus que también acabó con otros problemas de salud pública. Entre ellos la gripe. La reducción de la mortalidad se mantuvo por debajo de la media histórica, explican los autores, incluso «durante un periodo habitualmente marcado por el aumento de los fallecimientos debido a la gripe estacional y a la neumonía». Tan prolongada reducción, concluyen, «se debe a la ausencia de la gripe en Nueva Zelanda en 2020».

Las medidas. ¿A qué podemos atribuir el éxito? Primero cerró sus fronteras de forma inmediata e impuso cuarentenas obligatorias, aún vigentes, para todos aquellos viajeros que aterrizaran en las islas. Segundo, a su estrategia de testeo. Si bien no ha hecho más pruebas por millón de habitantes que otros países, sí ha hecho más pruebas por número de casos positivos. Dicho de otro modo: su positividad ha sido siempre muy baja.

Esto, como sabemos, es crucial, dado que permite a los gobiernos dibujar un mapa muy preciso de la epidemia y atajar los casos allí donde se encuentren. Nueva Zelanda elaboró un estricto protocolo de trazabilidad y aislamiento desde muy temprano, y también diseño un sistema de «burbujas sociales» que limitó los contactos de personas contagiadas. A esto debemos sumar factores exógenos: un archipiélago remoto y una distribución habitacional muy dispersa, muy poco densa.

Drástico. Partiendo de una epidemia más controlada que sus pares europeos, Nueva Zelanda siguió la estrategia de los países asiáticos, más exitosos en la gestión del coronavirus: la «eliminación» del virus. Cuando el pasado mes de noviembre un sólo caso fue identificado en Auckland, la principal ciudad del país, el gobierno recomendó a todos los trabajadores quedarse en sus casas. También identificó y siguió los movimientos de la persona contagiada. Una respuesta drástica y rapidísima.

Es decir, Nueva Zelanda se ha beneficiado a largo plazo de su éxito inicial. La epidemia está controlada, lo que hace más sencillo identificar y atajar los pocos casos que surgen. Pese a todo, sí ha habido un celo que otros países no se han permitido. Auckland salió del último nivel de alerta y restricciones (reuniones limitadas, aforos reducidos, confinamientos parciales, etcétera) a mediados de agosto, cuando el país contaba… 37 casos activos. Una cifra que Europa ni ha rozado desde la primavera.

El resultado de todo este proceso ha sido no sólo un volumen de fallecimientos atribuibles a la epidemia muy bajo, sino una caída de la mortandad a todos los niveles. Las comparaciones son dolorosas: España cuenta 70.000 más fallecidos que en años precedentes (29% al alza); Reino Unido, en torno a las 60.000 (20% al alza). Incluso Alemania, el estado europeo que mejor había sorteado la pandemia, ya registra un exceso del 5%. Nueva Zelanda mira desde la absoluta lejanía.

Posiblemente olvidamos que mucha gente tiene otro tipo de inmunidad, que es la que manda y permite o no que el germen anide.

Hace falta un receptor, para que el germen penetre desde las mucosas y basta que este receptor, este bloqueado o no exista, para que no anide el germen, o que exista una inmunidad cruzada. O otros tipos de inmunidad.

Lo que a mi me perece que existe algo mas que el aislamiento para que no nos infecte el virus.

En todo el país africano, existe una menor invasión de esta pandemia, y las medidas sanitarias, son claramente menores, aunque si estan muy invadidos por otros gérmenes.

Lo que quiero decir es que las ventanas materiales externas para el virus, no son suficientes.

Imaginemos, que bloqueamos los receptores virales ACE2, con la pulverización en las mucosas, de algún preparado, que no haga daño al resto de las mucosas, y que destruya al virus, o que se produzca mas cantidad inmediata de IgA, la gamma globulina que primero ataca al virus y que se produce de preferencia en la mucosa nasal.

O antivirales, que lleguen a tener el éxito de los antibióticos

Es posible que esto no sea posible por el momento, pero permítanme soñar

Mohorte

16 diciembre 2020, 13:14 – Actualizado 17 diciembre 2020, 17:52

NUEVA ZELANDA LO HA HECHO TAN BIEN FRENTE AL CORONAVIRUS QUE HA LOGRADO ERRADICAR HASTA LA GRIPE

No hay nadie en este mundo que no esté deseando encontrar un sistema que detenga la pandemia del coronavirus Covid19 .

Y los procedimientos utilizados, son exactamente iguales en todo el mundo. “Aislarse” y sin embargo la incidencia de virus oscila, incluso en los países más desarrollados, sube cuando quiere y baja como le da la gana.

Sin embargo en Nueva Zelanda, esto no es así. Prácticamente no sufren epidemia.

Posiblemente son mas ordenados y disciplinados. Pero eso lo han hecho muchos otros paises sin éxito.

Inglaterra, Alemania, España y otros paises, donde las olas se suceden, pese a los consejos de las autoridades, y merced al incumplimiento de ellas.

Quiero decir con esto, que hay algo más , que se nos escapa, para explicar el devenir de la pandemia.

De entre todos los países que han servido de ejemplo y modelo al resto de la humanidad por su gestión del coronavirus, sólo un grupo muy reducido han sostenido su éxito a lo largo del tiempo. De entre todos ellos, Nueva Zelanda brilla con luz propia. El archipiélago ha sostenido los contagios por debajo de los 2.100 (población: 4.800.000) y los muertos por debajo de los 25. Entre mayo y diciembre sólo ha registrado tres fallecidos atribuibles al coronavirus.

Ha exterminado a la epidemia. Y de paso a la gripe.

El efecto secundario. Lo ilustra un estudio preliminar, no revisado, publicado en The Lancet esta semana. Frente a los abultados excesos de mortalidad identificados en otros países, muy en especial en Europa, Nueva Zelanda ha contado menos muertos este año que en los precedentes. Desde la instauración del confinamiento y hasta nuestros días el número de fallecidos absoluto registrado por las autoridades neozelandesas ha caído un 11% respecto a la media de los cinco años anteriores.

123 muertes por cada millón de habitantes vs. 138. Similares conclusiones se pueden extraer tomando como referencia un periodo de tiempo más amplio (2011-2019).

¿Por qué? Debemos atribuirlo a las medidas destinadas a contener la epidemia. Hasta la 13ª semana del año, es decir, marzo, justo antes de que el gobierno cerrara el país, el volumen de fallecidos apenas se desviaba de la media histórica. El confinamiento y las restricciones hundieron los accidentes de tráfico, la contaminación, los suicidios, los accidentes laborales y un amplio número de muertes relacionadas con el día a día de cualquier sociedad. Nada que no sucediera en otros países.

EN MAGNET

Una «burbuja social» de diez personas: la idea para recuperar los contactos tras el confinamiento

Lo peculiar. Sucede que Nueva Zelanda fue tan efectiva en la supresión del virus que también acabó con otros problemas de salud pública. Entre ellos la gripe. La reducción de la mortalidad se mantuvo por debajo de la media histórica, explican los autores, incluso «durante un periodo habitualmente marcado por el aumento de los fallecimientos debido a la gripe estacional y a la neumonía». Tan prolongada reducción, concluyen, «se debe a la ausencia de la gripe en Nueva Zelanda en 2020».

Las medidas. ¿A qué podemos atribuir el éxito? Primero cerró sus fronteras de forma inmediata e impuso cuarentenas obligatorias, aún vigentes, para todos aquellos viajeros que aterrizaran en las islas. Segundo, a su estrategia de testeo. Si bien no ha hecho más pruebas por millón de habitantes que otros países, sí ha hecho más pruebas por número de casos positivos. Dicho de otro modo: su positividad ha sido siempre muy baja.

Esto, como sabemos, es crucial, dado que permite a los gobiernos dibujar un mapa muy preciso de la epidemia y atajar los casos allí donde se encuentren. Nueva Zelanda elaboró un estricto protocolo de trazabilidad y aislamiento desde muy temprano, y también diseño un sistema de «burbujas sociales» que limitó los contactos de personas contagiadas. A esto debemos sumar factores exógenos: un archipiélago remoto y una distribución habitacional muy dispersa, muy poco densa.

Drástico. Partiendo de una epidemia más controlada que sus pares europeos, Nueva Zelanda siguió la estrategia de los países asiáticos, más exitosos en la gestión del coronavirus: la «eliminación» del virus. Cuando el pasado mes de noviembre un sólo caso fue identificado en Auckland, la principal ciudad del país, el gobierno recomendó a todos los trabajadores quedarse en sus casas. También identificó y siguió los movimientos de la persona contagiada. Una respuesta drástica y rapidísima.

Es decir, Nueva Zelanda se ha beneficiado a largo plazo de su éxito inicial. La epidemia está controlada, lo que hace más sencillo identificar y atajar los pocos casos que surgen. Pese a todo, sí ha habido un celo que otros países no se han permitido. Auckland salió del último nivel de alerta y restricciones (reuniones limitadas, aforos reducidos, confinamientos parciales, etcétera) a mediados de agosto, cuando el país contaba… 37 casos activos. Una cifra que Europa ni ha rozado desde la primavera.

El resultado de todo este proceso ha sido no sólo un volumen de fallecimientos atribuibles a la epidemia muy bajo, sino una caída de la mortandad a todos los niveles. Las comparaciones son dolorosas: España cuenta 70.000 más fallecidos que en años precedentes (29% al alza); Reino Unido, en torno a las 60.000 (20% al alza). Incluso Alemania, el estado europeo que mejor había sorteado la pandemia, ya registra un exceso del 5%. Nueva Zelanda mira desde la absoluta lejanía.

Posiblemente olvidamos que mucha gente tiene otro tipo de inmunidad, que es la que manda y permite o no que el germen anide.

Hace falta un receptor, para que el germen penetre desde las mucosas y basta que este receptor, este bloqueado o no exista, para que no anide el germen, o que exista una inmunidad cruzada. O otros tipos de inmunidad.

Lo que a mi me perece que existe algo mas que el aislamiento para que no nos infecte el virus.

En todo el país africano, existe una menor invasión de esta pandemia, y las medidas sanitarias, son claramente menores, aunque si estan muy invadidos por otros gérmenes.

Lo que quiero decir es que las ventanas materiales externas para el virus, no son suficientes.

Imaginemos, que bloqueamos los receptores virales ACE2, con la pulverización en las mucosas, de algún preparado, que no haga daño al resto de las mucosas, y que destruya al virus, o que se produzca mas cantidad inmediata de IgA, la gamma globulina que primero ataca al virus y que se produce de preferencia en la mucosa nasal.

O antivirales, que lleguen a tener el éxito de los antibióticos

Es posible que esto no sea posible por el momento, pero permítanme soñar

Mohorte

16 diciembre 2020, 13:14 – Actualizado 17 diciembre 2020, 17:52

La mucosa nasal


La mucosa nasal

La fosa nasal está recubierta de una membrana mucosa que, en su parte más alta, está formada por un epitelio que contiene células que producen el moco y células ciliadas recubiertas de finos pelos, llamados cilios vibrátiles (véase la figura de abajo). Bajo el epitelio se halla una rica red de vasos sanguíneos capilares.

La mucosa nasal es fundamental para el correcto funcionamiento de todo el aparato respiratorio.

La nariz calienta y humidifica más de 12.000 litros de aire al día.
Funciona mediante diversos mecanismos de defensa: su epitelio y la densa red de capilares, el moco, los cilios vibrátiles que desplazan el moco, las células del sistema inmunitario y numerosas sustancias capaces de bloquear bacterias, virus y sustancias nocivas.

La nariz es también una primera línea de defensa del sistema inmunitario.

La mucosa nasal es la primera línea de defensa de la nariz

El moco atrapa las sustancias nocivas (virus, bacterias, polvo, polen, etc.) en la superficie de la mucosa y los cilios vibràtiles desplazan el moco hacia la faringe para eliminarlo.

Científicos españoles intentan reforzar las mucosas nasales y orales para evitar que el virus del COVID-19 penetre

Científicos españoles intentan reforzar las mucosas nasales y orales para evitar que el virus del COVID-19 penetre Corte mediante mucotomo de mucosa bucal porcina para estudios ex vivo. – UNIVERSIDAD DE GRANADA MADRID, 6 Nov. (EUROPA PRESS) – Científicos de la Universidad de Granada (UGR), en colaboración con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad de Barcelona (UB), trabajan en un proyecto que pretende reforzar las mucosas nasales…

De las medidas utilizadas, no se han obtenido éxitos:

Los micronutrientes, como las vitaminas D y C o el zinc, son fundamentales para el buen funcionamiento del sistema inmunológico y desempeñan un papel vital para la salud y el bienestar nutricional. En la actualidad, no hay ninguna indicación sobre el uso de suplementos de micronutrientes como tratamiento de la COVID-19. 

Se han estudiado los efectos de la hidroxicloroquina y la cloroquina —fármacos empleados para tratar el paludismo, el lupus eritematoso y la artritis reumatoide— como posibles terapias contra la COVID-19. Los datos actuales indican que no reducen la mortalidad de los pacientes de COVID-19 hospitalizados ni son de ayuda para las personas con síntomas moderados de esta enfermedad*. En general, se considera que es seguro tomar hidroxicloroquina o cloroquina para tratar el paludismo y las enfermedades autoinmunes, pero que si se toman sin estar indicadas y sin supervisión médica pueden ocasionar efectos secundarios graves, por lo que deben evitarse.

La dexametasona se debe reservar para los enfermos que más la necesitan. No es conveniente acumular existencias de este fármaco.

Se ha comprobado que la dexametasona no mejora la salud de los pacientes con síntomas leves. Este fármaco es un corticosteroide que se utiliza por sus propiedades antiinflamatorias e inmunosupresoras. Además, se ha observado que, a dosis diarias de 6 miligramos durante 10 días, mejora la salud de algunos pacientes de COVID-19 conectados a respiradores. 

No es conveniente llevar mascarilla para hacer ejercicio físico, porque podría reducir la capacidad de respirar con comodidad. Además, la mascarilla se puede humedecer más rápidamente con el sudor, lo cual puede dificultar la respiración y promover el crecimiento de microorganismos. Lo importante para protegerse durante el ejercicio físico es mantenerse al menos a un metro de distancia de las demás personas. 

El virus que causa la COVID-19 no se contagia a través del agua o mientras se nada. Sin embargo, sí se puede transmitir con el contacto cercano con una persona infectada.

La probabilidad de que el virus de la COVID-19 se propague con los zapatos e infecte a personas es muy baja. Como medida de precaución, especialmente en hogares donde haya bebés y niños pequeños que gateen o jueguen en el suelo, considere dejar los zapatos a la entrada de su casa. Esto ayudará a prevenir el contacto con la suciedad o cualquier desecho que pueda ser transportado en las suelas de los zapatos.

El virus que causa la COVID-19 pertenece a una familia de virus llamados Coronaviridae. Los antibióticos no funcionan contra los virus.

Algunas personas que enferman de COVID-19 también pueden desarrollar una infección bacteriana como complicación. En este caso, un proveedor de atención sanitaria puede recomendar antibióticos.

Actualmente no existe ningún medicamento autorizado para curar la COVID-19.

Utilizar mascarillas médicas durante mucho tiempo puede ser incómodo, pero no provoca intoxicación por CO2 ni hipoxia. Una vez puesta la mascarilla médica, compruebe que está bien colocada y que le permite respirar con normalidad. No reutilice una mascarilla desechable y cámbiela cuando se humedezca.

La mayoría de las personas que contraen la COVID-19 presentan síntomas leves o moderados y pueden recuperarse con medidas de apoyo. Si tiene tos, fiebre y dificultades para respirar, busque atención médica pronto, pero llame antes por teléfono al centro de salud. Si tiene fiebre y vive en una zona con paludismo o dengue, busque atención médica inmediatamente.  

Los pimientos picantes (chiles) son muy sabrosos, pero su consumo no previene ni cura la COVID-19. El mejor modo de protegerse contra el nuevo coronavirus es mantener una distancia de al menos 1 metro respecto a otras personas y lavarse las manos con frecuencia y a fondo. También es beneficioso para la salud general seguir una dieta equilibrada, mantener una adecuada hidratación, hacer ejercicio de forma habitual y dormir bien. 

Hasta la fecha no existe ningún dato ni información que indique que las moscas domésticas puedan transmitir el virus causante de la COVID-19. Dicho virus se propaga fundamentalmente a través de las minúsculas gotas generadas cuando una persona infectada tose, estornuda o habla. También es posible infectarse si se toca una superficie contaminada y a continuación se lleva uno la mano a los ojos, la nariz o la boca sin lavarse antes las manos. Para protegerse se recomienda mantener una distancia de al menos 1 metro del resto de personas y desinfectar las superficies que se toquen a menudo. Lávese las manos con frecuencia y a fondo y evite tocarse los ojos, la boca o la nariz. 

El metanol, el etanol y la lejía son sustancias tóxicas: beberlas puede provocar discapacidad o incluso la muerte. Algunos productos de limpieza contienen metanol, etanol o lejía para eliminar el virus de las superficies, pero nunca deben beberse. No solo no destruirían los virus presentes en el organismo sino que dañarían los tejidos y órganos internos.

Para protegerse contra la COVID-19, desinfecte los objetos y superficies, especialmente los que toque a menudo. Para ello puede utilizar lejía diluida o alcohol. Asegúrese de lavarse las manos con frecuencia y a fondo y no tocarse los ojos, la boca ni la nariz. 

Los virus no se desplazan por las ondas electromagnéticas ni las redes de telefonía móvil. La COVID-19 se está propagando en numerosos países en los que no existe una red 5G.

La COVID-19 se transmite a través de gotículas minúsculas de secreciones respiratorias expulsadas cuando una persona infectada tose, estornuda o habla. También es posible infectarse si se toca una superficie contaminada y posteriormente se lleva uno la mano a los ojos, la boca o la nariz. 

Puede contraer la COVID-19, por muy soleado o cálido que sea el clima. Se han notificado casos de COVID-19 en países cálidos. Para protegerse, lávese las manos con frecuencia y a fondo y evite tocarse los ojos, la boca y la nariz.

Puede recuperarse de la enfermedad por coronavirus (COVID-19). Y contraer el nuevo coronavirus no significa que vaya a conservarlo de por vida.

La mayoría de las personas que contraen la COVID-19 pueden recuperarse y eliminar el virus de sus cuerpos. Si contrae la enfermedad, asegúrese de tratar sus síntomas. Si tiene tos, fiebre y dificultad para respirar, busque rápidamente atención médica, pero antes llame por teléfono a su centro de salud. La mayoría de los pacientes se recuperan gracias a los cuidados de apoyo.

El hecho de poder contener la respiración durante diez segundos o más sin toser o sentir molestias,no significa que no tenga la enfermedad por coronavirus (COVID-19) o cualquier otra enfermedad pulmonar.

Los síntomas más comunes de la COVID-19 son la tos seca, el cansancio y la fiebre. Algunas personas pueden desarrollar formas más graves de la enfermedad, como la neumonía. La mejor manera de saber si tiene el virus que produce la enfermedad de la COVID-19 es someterse a una prueba de laboratorio. No podrá salir de dudas llevando a cabo este ejercicio de respiración, que incluso podría resultar peligroso. 

 Beber alcohol no protege de la COVID19 y podría ser peligroso

El consumo frecuente o excesivo de alcohol puede aumentar el riesgo de sufrir problemas de salud. 

Aunque algunas pruebas indican que enjuagarse la nariz regularmente con solución salina puede acelerar la recuperación tras un resfriado común, no se ha demostrado que prevenga las infecciones respiratorias.

El ajo es un alimento saludable que puede tener algunas propiedades antimicrobianas. Sin embargo, no se han obtenido pruebas de que comerlo proteja contra el virus que causa el brote actual.

El nuevo coronavirus (2019-nCoV) puede infectar a personas de todas las edades, si bien se ha observado que las personas mayores y las que padecen algunas enfermedades (como el asma, la diabetes o las cardiopatías) tienen más probabilidades de enfermarse gravemente cuando adquieren la infección.

La OMS aconseja a las personas de todas las edades que tomen medidas para protegerse del virus, por ejemplo, mediante una buena higiene de manos y respiratoria.

Los antibióticos son eficaces contra las bacterias, pero no contra los virus.

Puesto que el nuevo coronavirus (2019-nCoV) es un virus, no deben utilizarse antibióticos ni para prevenir ni para tratar la infección.

Sin embargo, si resulta usted infectado por este virus y le hospitalizan, es posible que le administren antibióticos para que no contraiga infecciones bacterianas.

Por el momento, no se recomienda ningún medicamento específico para prevenir o tratar la infección por el nuevo coronavirus (2019-nCoV).

Como conclusión provisional, estamos casi a la misma altura que en los tiempos precristianos para evitar el contagio.

Aislarse, pero ojo se necesita la colaboración del ciudadano, no de algunos, sino de todos. Esta demostrado que tras las aglomeraciones, aparece un nuevo brote, entres una y dos semanas después.

Hace falta inducir en el cerebro del ciudadano, que depende de el, el contagio y la colaboración es imprescindible, que es lo mismo que decirle que colabore desinteramente con los demás.

Y esto no sabemos hacerlo. INTRODUCIR UN GEN DE COLABORACION ES A LO QUE ASPITA LA HUMANIDAD.

Para el virus y para seguir viviendo. Y esto solo lo obtendrá el hombr evolucionando

Mientras tanto confiemos en la vacuna.

Pero y si pudieramos introducir en las vías de penetración alguna sustancia que mutile al virus. Y evite su contagio, seria por lo menos magnifico.

Esto no parece tan dificil, aunque si lo ha sido hasta ahora.

Por tanto hay que insistir,

LOS RECEPTORES NASALES PARA EL CORONAVIRUS

LOS RECEPTORES NASALES PARA EL CORONAVIRUS

El virus se propaga por el sistema nervioso desde la mucosa olfativa, pero los nervios de la mucosa no tienen receptores ACE2, que uiliza el COVID-19 para adherirse a las células.

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En esta sección de una célula de la mucosa olfativa vista al microscopio electrónico se observan en rojo las partículas del coronavirus (el color no es real).

Dada la anatomía de las fosas nasales , el coronavirus lo tiene fácil para entrar dentro del sistema nervioso.

La lámina cribosa del ETMOIDE, da paso a múltiples fibrillas del nervio olfatorio

La pérdida temporal del olfato, o anosmia, es el principal síntoma neurológico y uno de los primeros y más comunes indicadores de COVID-19.

Los pulmones, corazón, riñones, intestino, testículos y cerebro (SNC), expresan receptores ACE2 y son posibles objetivos de COVID-19, estando además documentado el virus en muestras del líquido que baña al SNC, el líquido cefalorraquídeo2. Los receptores ACE2 son los que usa COVID-19 para adherirse a las células, pero estas no existen en las terminaciones nasales del nervio Olfatorio en la mucosa olfatoria

En un artículo publicado en la revista ‘Science Advances’, el equipo de investigación encontró que las neuronas sensoriales olfativas no expresan el gen que codifica la proteína del receptor ACE2, que el SARS-CoV-2 utiliza para entrar en las células humanas. En cambio, la ACE2 se expresa en células que proporcionan apoyo metabólico y estructural a las neuronas sensoriales olfativas, así como a ciertas poblaciones de células madre y células de vasos sanguíneos.

Los hallazgos sugieren que la infección de tipos de células no neuronales puede ser responsable de la anosmia en los pacientes con COVID-19 y ayudan a informar los esfuerzos para entender mejor el progreso de la enfermedad.

«Nuestros hallazgos indican que el nuevo coronavirus cambia el sentido del olfato en los pacientes no al infectar directamente las neuronas sino al afectar la función de las células de apoyo», explica el autor principal del estudio, Sandeep Robert Datta.

Esto implica que en la mayoría de los casos, es poco probable que la infección por SARS-CoV-2 dañe de forma permanente los circuitos neurales olfativos y conduzca a una anosmia persistente, una afección que se asocia con una variedad de problemas de salud mental y social, sobre todo con la depresión y la ansiedad.

La mayoría de los pacientes de COVID-19 experimentan algún nivel de anosmia, la mayoría de las veces temporal, de acuerdo con los datos emergentes. Los análisis de los registros sanitarios electrónicos indican que los pacientes con COVID-19 tienen 27 veces más probabilidades de sufrir pérdidas de olor, pero sólo entre 2,2 y 2,6 veces más probabilidades de tener fiebre, tos o dificultades respiratorias, en comparación con los pacientes sin COVID-19.

Algunos estudios han insinuado que la anosmia en COVID-19 difiere de la anosmia causada por otras infecciones virales, incluso por otros coronavirus. Por ejemplo, los pacientes con COVID-19 suelen recuperar el sentido del olfato en el transcurso de semanas, mucho más rápido que los meses que pueden tardar en recuperarse de la anosmia causada por un subconjunto de infecciones virales que se sabe que dañan directamente las neuronas sensoriales olfativas. Además, muchos virus causan una pérdida temporal del olfato al desencadenar problemas respiratorios superiores como la congestión nasal. Algunos pacientes con COVID-19, sin embargo, experimentan anosmia sin ninguna obstrucción nasal.

La mucosa olfativa aparece con la mayor carga viral, pero los médicos también hallaron sus restos más allá. También encontraron material genético del virus en otras partes del sistema del olfato, como el bulbo olfativo, que forma parte nominalmente del cerebro, y en el tubérculo olfativo, el centro de procesamiento sensorial ya alojado en la propia corteza cerebral. “En algunos casos, confirmamos la presencia del virus en el cerebro visualizándolo mediante el uso de tinciones, que representan proteínas del virus,

Charité y coautora del estudio, la doctora Helena Radbruch, “el virus se mueve de célula nerviosa a célula nerviosa hasta que llega al cerebro”. Sin embargo, no han encontrado su rastro en las terminaciones nerviosas que, desde la mucosa y el bulbo, acaban en el cerebro. Así que no descartan otras opciones, como la de la propagación por medio de los vasos sanguíneos. Eso podría explicar que hayan encontrado restos de coronavirus en otras partes, como el cerebelo, que no intervienen en el olor.

 “La probabilidad de hallar el virus en la mucosa olfativa es inversa a la duración de la enfermedad”. Esto apunta a que el impacto del coronavirus sobre el sistema nervioso se produce ya desde el inicio. “Las cefaleas y la anosmia aparecen en los dos o tres primeros días”, añade. Para este neurólogo, este trabajo en el que no ha intervenido apunta a que el virus podría llegar al sistema nervioso central, pero “les falta demostrar la segunda parte, hallarlo en el cerebro”.

De lo que se deduce es que el defecto olfatorio no se produce porque el virus anide en las terminaciones naturales del olfatorio, sino por fenómeno inflamatorio o metabólico adlátere.

Bibliografia

FRANK HEPPNER. director del departamento de neuropatología de charité, el hospital universitario de berlín

LAS PANDEMIAS DE GRIPE DE 1957 Y 1968

LAS PANDEMIAS DE GRIPE DE 1957 Y 1968

La gran epidemia mundial de gripe ocurrida en 1918 es quizás la mayor que conoce la historia pero otras epidemias también han producido terribles daños .

Informo de las epidemias de gripe en China en los años 1957 y 1968, que están bien descritas y bien detalladas en este articulo

 La epidemia de gripe mundial de Marineros de la marina británica en la cama debido a la gripe en un almacén cerca de Ipswich, Reino Unido, que se transformó en una enfermería para 850 marineros, el 19 de septiembre de 1957

1918 qué pasa claro que algo te gustó hoy La epidemia de gripe mundial de 1918

El virus surgió en China en el invierno de 1957 y se propagó rápidamente por todo el mundo a través de barcos, aviones y trenes. En abril, desencadenó una gran epidemia en Hong Kong, donde unas 250 000 personas estaban infectadas, y en junio la India había visto más de un millón de casos. Poco después, tocó tierra en el Reino Unido, y en septiembre se estaban registrando brotes en Inglaterra, Gales y Escocia. Los médicos generales estaban «sorprendidos por la extraordinaria infectividad de la enfermedad» y la súbita con la que atacaba a grupos de edad más jóvenes. Sin embargo, mientras algunos miembros del Colegio de Médicos Generales pidieron al Gobierno del Reino Unido que emitió una advertencia sobre los peligros que presenta el virus y coordinara una respuesta nacional, el Ministerio de Salud se desmintó. En su lugar, el virus se le permitió ejecutar su curso.

El brote de 1957 no fue causado por un coronavirus —el primer coronavirus humano no se descubriría hasta 1965— sino por un virus de la gripe. Sin embargo, en 1957, nadie podía estar seguro de que el virus que había sido aislado en Hong Kong era una nueva cepa pandémica o simplemente un descendiente del virus de la gripe pandémica anterior de 1918-19.

El resultado fue que a medida que el recuento semanal de muertes del Reino Unido se montó, alcanzando alrededor de 600 en la semana que terminó el 17 de octubre de 1957, hubo pocos titulares histéricos de periódicos sensacionalos y no hubo llamadas para el distanciamiento social. En cambio, el ciclo noticioso estuvo dominado por el lanzamiento del Sputnik por parte de la Unión Soviética y las secuelas del incendio en el reactor nuclear Windscale en el Reino Unido.

Para cuando esta pandemia de gripe —conocida coloquialmente en ese momento como «gripe asiática»— había concluido en abril siguiente, se estima que 20 000 personas en el Reino Unido y 80 000 ciudadanos en los Estados Unidos habían muerto. En todo el mundo, la pandemia, provocada por un nuevo subtipo de gripe H2N2, causaría más de 1 millón de muertes.

La posterior pandemia de gripe de 1968 —o «gripe de Hong Kong» o «gripe mao» como algunos tabloides occidentales la apodaron— tendría un impacto aún más dramático, matando a más de 30 000 personas en el Reino Unido y a 100 000 personas en los Estados Unidos, con la mitad de las muertes entre individuos menores de 65años,lo contrario de las muertes por COVID-19 en la pandemia actual. Sin embargo, mientras que en el apogeo del brote en diciembre de 1968,  The New York Times  describió la pandemia como «una de las peores en la historia de la nación», hubo pocos cierres de escuelas y las empresas, para la mayoría, continuaron operando con normalidad.

La relativa despreocupación sobre dos de las mayores pandemias de gripe del siglo XX: la Enciclopedia Británica estima que la pandemia de 1968, debido a un virus de la gripe H3N2, fue responsable de entre 1 millón y 4 millones de muertes en todo el mundo, presenta un marcado contraste y, para algunos críticos, una reprimenda a la respuesta actual al COVID-19 y las respuestas más agudas a los brotes de otros patógenos nuevos, como la gripe aviar y porcina. «Cuando la histeria está plagada, podríamos probar algo de historia», opinó Simon Jenkins en un artículo en The Guardian  titulado «Why I’m taking the coronavirus hype with a pis of salt». «La pandemia [1968] arrasó durante tres años, pero en gran medida se olvida en gran medida hoy en día», comentó  The Wall Street Journal,«un testimonio de cómo las sociedades están abordando ahora una crisis similar de una manera muy diferente».

El último testimonio del supuesto estoicismo de generaciones anteriores, según esta línea de pensamiento, es la pandemia de gripe 1918-19, en la que al menos 50 millones de personas en todo el mundo perecieron, pero que resultaron en pocos monumentos públicos y fue en gran parte «olvidada» por la colectividad de la sociedad.

Pero, ¿eran realmente más estocódicos en 1918, 1957 y 1968? ¿O hubo otros factores que podrían explicar las respuestas sociales y emocionales amortiguadas a estas pandemias? ¿Y qué deben hacer los historiadores de lecturas funcionalistas y, posiblemente, selectivas de la historia que buscan extraer lecciones morales del pasado?

Para responder a estas preguntas es necesario comprender el origen de la preocupación moderna por las pandemias. Antes de mediados del siglo XIX, pocos comentaristas médicos usaban el término pandemia. Eso sólo comenzó a cambiar en la década de 1890 con la llegada de la peste bubónica desde el sur de China ,lo que se conoció como la Tercera Pandemia de la Plaga— y la pandemia de gripe rusa que estalló en San Petersburgo en 1889 y que se vio que se extendió rápidamente a Berlín, Londres y Nueva York a través de conexiones de barcos y ferrocarriles.

Sin embargo, tal vez El factor crucial de Quizás  fue la forma en que la epidemiología victoriana y la ciencia de las estadísticas vitales hicieron que la forma pandémica de la gripe fuera «visible» para los médicos del Reino Unido que habían sido escépticos de la gripe, entonces vistos por algunos como un término italiano sospechoso para el resfriado común.

Las estadísticas se habían utilizado durante mucho tiempo en los negocios de seguros y anualidades, pero no fue hasta la década de 1840 que William Farr, el principal estadístico de la Oficina General de Registro en el Reino Unido, comenzó a utilizar las estadísticas de manera sistemática para medir las variaciones en la salud de las poblaciones y la ocurrencia de epidemias. Una de las herramientas más poderosas en el kit de Farr fue la «tasa de mortalidad excesiva», calculada restando el número de muertes observadas durante una epidemia del promedio durante las estaciones no epidémicas.

En 1847-48, Farr había observado que la gripe aumentó las muertes respiratorias en Londres en unos 5000 en comparación con los años no epidémicos. Sin embargo, debido a la dificultad de distinguir la gripe de otras enfermedades respiratorias, los médicos habían atribuido sólo 1157 muertes a la gripe y el resto al asma, la bronquitis y la neumonía.

Para persuadir a los médicos de su error y convencerlos de que la gripe debe tomarse tan en serio como el cólera y otras enfermedades notificables, Farr tabuó el exceso de muertes respiratorias y las convirtió en una característica regular de las tablas anuales de mortalidad. De esta manera, pensó, las estadísticas estimularían la reforma sanitaria y el «desterrado pánico».

Lo que Farr no podría haber previsto es que al hacer más visibles para la profesión médica los riesgos que presenta la gripe y otras formas de enfermedad respiratoria, sus innovaciones estadísticas tendrían el efecto contrario. Esto se debió en parte a que ahora era posible medir los intervalos entre los picos en exceso de muertes por enfermedades respiratorias y mostrar que las pandemias de gripe se produjeron en oleadas, con la segunda y la tercera oleada que con frecuencia resultan en enfermedades más graves, y más muertes, que la primera. Ante todo este conocimiento, los oficiales médicos de salud podrían alertar a las poblaciones sobre la amenaza pandémica con anticipación y emitir consejos sobre el aislamiento y las medidas de distanciamiento social diseñadas para reducir los picos o, como diríamos hoy, aplanar la curva.

Otro factor crucial fueron los medios de comunicación: gracias a la expansión de las comunicaciones telegráficas y al crecimiento de los periódicos de mercado masivo a finales del período victoriano, ahora se hizo posible telegrafiar noticias de la propagación de la infección antes de su llegada, de ahí la afirmación de The Lanceten 1890 de que el «temor» de la gripe rusa había sido «iniciado por el telégrafo».

Algunos críticos de la respuesta del Gobierno del Reino Unido a COVID-19 han nivelado cargos similares en la prensa sensacionalista actual y en los modeladores de enfermedades cuya previsión inicial de que, a falta de medidas represivas, el síndrome respiratorio agudo grave corona 2 podría dar lugar a la muerte de 500 000 personas en el Reino Unido se ha acreditado ampliamente con persuadir al Gobierno del Reino Unido para que revierta el curso e instituye un cierre estricto. Pero, ¿es realmente necesario, se preguntan, arriesgarse a hundir al Reino Unido en una depresión económica mediante medidas de bloqueo diseñadas para prevenir una ola de mortalidad, dado que las muertes atribuadas a COVID-19 están ampliamente en línea con las observadas en años pandémicos anteriores? No hubo pánico en 1957 y 1968, se lleva a cabo este argumento, así que ¿por qué el pánico hoy?

Es cuestionable si las muertes atribuidas a COVID-19 son comparables a las registradas durante las anteriores pandemias de gripe, dado que entre marzo y principios de mayo de 2020, la Oficina de Estadísticas Nacionales del Reino Unido registró 55 000 muertes en exceso en comparación con el mismo período del año anterior. Además, no será posible obtener una contabilidad exacta del exceso total de muertes debidas a COVID-19 en 2020 antes de 2021 como muy pronto y para entonces, suponiendo que no se implemente una vacuna mientras tanto, es muy probable que muchas miles más hayan muerto a causa de COVID-19. Sin embargo, los críticos de la respuesta del Gobierno del Reino Unido tal vez tengan razón al señalar el papel de la epidemiología y la modelización estadística en la propagación del miedo.

A diferencia de la actualidad, en 1957 los epidemiólogos no tenían la capacidad de rastrear la aparición de un patógeno novedoso en China, de hecho, la OMS perdió la señal inicial, lo que significa que la primera vez que los expertos en gripe sabían de la pandemia de la «gripe asiática» fue cuando The New York Times  publicó el informe sobre el brote en Hong Kong. En 1957, los virólogos no entendían los mecanismos genéticos detrás de la aparición de nuevas cepas pandémicas, de ahí la confusión inicial sobre si este virus de la gripe era una variación del virus de la gripe H1N1 de 1918.

Más importante aún, al darse cuenta de que la gripe se asociaba generalmente con infecciones leves o inapparentes y que las cuarentenas no eran prácticas, las autoridades de salud pública de los Estados Unidos y el Reino Unido no hicieron ningún esfuerzo para mitigar la propagación de la infección mediante, por ejemplo, la introducción de controles fronterizos o medidas estrictas de aislamiento. Los gobiernos tampoco consideraron suprimir el número de reproducción básica para ganar tiempo para los hospitales y los trabajadores de primera línea de salud: como Hugh Pennington, entonces un joven estudiante de medicina en el St Thomas’ Hospital, Londres, Reino Unido, recordó en un artículo reciente en la London Review of Books, esto se debió a que las unidades decuidados intensivos aún no se establecieron en 1957 y la tecnología del respirador era rudimentaria. Tampoco, cuando la segunda oleada de la pandemia llegó en el otoño de 1957, fueron hospitales abrumados por los pacientes. Del mismo modo, una revisión de los ingresos hospitalarios en Pittsburgh, Baltimore y Nueva York, EE. UU., durante la pandemia de 1968 encontró que aunque el número de pacientes aumentó en un 3%, los hospitales afrontaron la afluencia. De hecho, la única estrategia real considerada por las autoridades sanitarias en el Reino Unido y los Estados Unidos fue la vacunación, pero las vacunas llegaron demasiado tarde tanto en las pandemias de gripe de 1957 como en las de 1968 para marcar la diferencia.

Sin embargo, no todo el mundo estaba contento con la pasividad del Gobierno del Reino Unido. «El público parece tener la impresión de que no se puede hacer nada para evitar la calamidad que se ve amenazada por el avance de la gripe en el Lejano Oriente», argumentó el Dr. Kitching en una carta al BMJ  en junio de 1957. «Por el contrario, hay mucho que el Gobierno puede hacer; actuando a la vez pueden salvar cientos de miles de vidas».

Pero el ministerio de salud no estaba escuchando. En cambio, temiendo que la prensa tendría un día de campo si emitiera una advertencia prominente sobre la pandemia, dejó que los oficiales médicos locales de salud decidieran el curso de acción más apropiado. «La evaluación general parece ser que eventualmente [la gripe] afectará hasta el 20 por ciento de la población», escribió el entonces ministro de salud junior John Vaughan-Morgan. «Este es un tema enviado por el cielo para la prensa durante la ‘temporada tonta'».

Vaughan-Morgan tenía razón al estar preocupado por la reacción de la prensa. A finales de julio de 1957, el Daily Mail  emitió una terrible advertencia sobre un «nuevo brote de gripe asiática» cuando una niña de 1 año enfermó en Fulham. The Guardian  renunció a su fresco tono editorial para una lectura en el titular: «Crash Fight Against Asian ‘Flu'».

Sin embargo, esos titulares eran la excepción y, en su mayor parte, los periódicos parecen haberse comportado de manera responsable durante la pandemia. Los editores también eran reacios a ser vistos a avivar los temores públicos, una reflexión tal vez de mayores ansiedades debido a la Guerra Fría y el lanzamiento del Sputnik, así como un mayor respeto por los expertos médicos y la deferencia a la autoridad.

De hecho, Charles Graves, el hermano del novelista Robert Graves, recordó cómo cuando la noticia del brote de gripe llegó a su editor, Icon, puso en suspenso la publicación de su libro Invasión por virus,  citando preocupaciones sobre «asustar al público». El resultado fue que no fue hasta 1968 que Icon finalmente accedió a publicar el título, habiendo sido tranquilizó mientras tanto que la gripe en 1957 «no era un verdadero asesino». En su libro Graves comparó las pandemias de 1957 y 1968 con la pandemia de gripe de 1918-19 y preguntó «¿Podría volver a suceder?» Su respuesta fue sí y que el Reino Unido tuvo suerte de que las recientes pandemias hubieran sido de un «tipo suave» de gripe. Cerró asegurando a los lectores que era poco probable que la historia se repitiera antes de 1998, «para cuando la profesión médica sabrá mucho más sobre la inmunización que lo hizo en 1918, o lo hace ahora».

Graves tenía razón en ambos casos, pero equivocó al pensar que un mejor conocimiento médico de las vacunas y el modelado estadístico reduciría la ansiedad pública por las pandemias.

Mark Honigsbaum es un historiador médico y autor de The Pandemic Century: A History of Global Contagion from the Spanish Flu to Covid 19 (publicado por W H Allen el 4 de junio de 2020).

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LAS DRUSAS MACULARES LA DMAE

BORRAR LAS DRUSAS MACULARES PARA PREVENIR LA DMAE
Las drusas maculares aparecen entre la membrana basal del epitelio pigmentario de la retina (EPG) y la membrana de Bruch.
Se presentan como nódulos de color blanco o amarillo, de diferentes tamaños y, si no se asocian a una lesión de la mácula, no suelen producir síntomas. Son los residuos en definitiva que el cuerpo no es capaz de eliminar a través de la circulación sanguínea y se almacenan pudiendo aparecer en el nervio óptico o en la mácula del ojo (zona central de la retina que nos permite percibir los detalles).28 ene. 2018
Las inyecciones de líquido subretiniano son una terapia emergente para eliminar drusas maculares y prevenir la degeneración macular asociada a la edad (DMAE).

Hasta fechas recientes poco se podía hacer para eliminar las drusas, que en muchos casos son un paso inicial en la degeneración macular asociada a la edad (DMAE), una enfermedad que altera la visión y que, en sus formas más graves, progresa a ceguera. “Las drusas mayores de 125 micras tienen riesgos”, advierte Hugo Quiróz-Mercado, exdirector del Laboratorio de Cirugía Experimental del Hospital Luis Sánchez de la Asociación para la Prevención de la Ceguera (México). Este oftalmólogo relata que las drusas pueden verse incluso en pacientes con agudeza visual 20/20 y ya operados de cataratas.
“A los pacientes podemos decirles que no fumen, que coman zanahorias, que cuiden su salud, pero su visión irá deteriorándose hasta desembocar en una degeneración macular húmeda, que es la que ocasiona la grave y rápida disminución de la agudeza visual”. De hecho, supone en torno al 10 por ciento de todas las DMAE, pero en el 90 por ciento de los casos conduce a ceguera legal.
“Los depósitos que se forman bajo el epitelio pigmentario retiniano (EPR) tienen una fisiopatología muy compleja desde el punto de vista bioquímico y genético, pero siempre me ha interesado la posibilidad de hacer algo por estos pacientes bioquímica o quirúrgicamente”, ha explicado durante el congreso FacoElche 20/20 al exponer las alternativas disponibles -muchas de ellas experimentales- para poder tratar estas drusas. Grosso modo, las drusas son unos depósitos amarillos que se forman entre el EPR y la membrana de Bruch, y que dependiendo de su tipología producen manchas borrosas o negras en el campo visual.
A día de hoy se ensayan diferentes terapias a base de inyecciones subretinianas, energía láser subumbral, vitrectomía pars plana y medicamentos para la DMAE húmeda. “No es ninguna locura introducir líquido subretiniano en los agujeros maculares, pues se ha visto que da elasticidad a la retina”, avanza el experto, que confía menos en el láser subumbral porque, a pesar de disminuir las drusas los pacientes siguen desembocando en una DMAE húmeda o seca. No obstante cree que separando los pacientes con drusas de los que tienen depósitos drusoides, podría tratarse con más precisión. La tomografía de coherencia óptica (OCT) revela que el 14 por ciento de los pacientes con drusas tienen oculta una membrana neovascular coroidea –vasos sanguíneos nuevos y dañinos que crecen en la coroides-. Eso podría ser el impedimento para prevenir la DMAE con láser subumbral.
También quiso repasar lo que ocurre con otras cirugías que logran eliminar drusas, aunque con casos individualizados. Así, un paciente con agudeza visual (AV) de 20/60 y drusas al que se le desprende la retina y presenta una AV de 20/100, pero al año de la operación su AV es de 20/25 y las drusas han disminuido.
“Estamos viendo que en pacientes con agujero macular las drusas se modifican, o sea, que algo pasa con la cirugía”, incide el oftalmólogo, recordando el estudio de otro paciente a quien le desaparecieron las drusas en el ojo intervenido por agujero macular (pasó de AV 20/200 a 20/25), pero en el ojo no operado siguió con 20/100. “Y con el síndrome de tracción vítreomacular pasa algo muy interesante. Al 60 por ciento de los pacientes que además tienen drusas les desaparecen simplemente haciéndoles la vitrectomía. La explicación podría ser que al quitar el vítreo se oxigena la retina.
Uno de los objetivos futuros es saber qué sucede en el espacio subretiniano a nivel molecular
“Aún no sabemos realmente qué estímulos creamos en el EPR para que se regenere y desaparezcan las drusas” . Quiróz-Mercado se pregunta qué sucede en el espacio subretiniano a niveles moleculares. Provocando desprendimiento de retina en ratones se elevan las fibulinas, pequeños péptidos relacionados con la presencia de drusas. Y en una investigación del Hospital de la Ceguera demuestran que las fibulinas están estrechamente relacionadas con las anti-integrinas y otros péptidos de la matriz intracelular. “Estamos a punto de desembocar en un tratamiento experimental sobre la presencia de drusas”, confía el experto.
En otros campos de investigación ya se ha visto que las fibulinas inhiben el cáncer de mama y de colon, así como la angiogénesis característica de cáncer y procesos neurodegenerativos
Otros tratamientos singulares que alcanzan resultados pioneros son la inyección subretinal de solución salina balanceada para irrigación oftálmica, que inicialmente muestra beneficios superiores a la terapia génica; o, en algunos casos, si no desaparecen las drusas con la inyección, los pacientes podrían beneficiarse de cirugía, con vitrectomía. “Sería interesante que pudiéramos inyectar una sustancia con péptidos mediadores que propicien un mejor funcionamiento del EPR”, sugiere el experto.
Aparecen aquí nuevas pistas. El uso de terapias anti-integrinas en diabetes se relaciona con el estrés oxidativo, pero también con la neurodegeneración en retinopatía diabética. En algunos trabajos se ha visto menos isquemia cuando se usa terapia anti-integrinas en modelos animales. En el laboratorio experimental de Quiróz-Mercado utilizaron células neuronales y de EPR y se comprobó una sobrevida celular si se someten a estrés con un ácido determinado, incluso con peróxido. Secuencialmente otros investigadores han visto con el mismo tratamiento una protección de las mitocondrias, o un efecto neuroprotector de las anti-integrinas. Esto último también se ha experimentado cultivando células de epitelio pigmentario humano, incluso se ha visto en expresión genética.
Ellos han provocado daño en el nervio óptico de ratas y las han tratado con y sin integrinas, resultando que las células ganglionales están más preservadas en el grupo de las anti-integrinas. En 2017, su equipo de investigación logró mejorar la visión con una terapia anti-integrinas en 12 pacientes que presentaban drusas y disminución de la agudeza visual.
Un estudio multicéntrico de la Universidad de Miami concluye que todos los pacientes que recibieron inyección intravítrea de anti-integrinas mejoraron la agudeza visual.

ANTICUERPOS MONOCLONALES CONTRA EL CORONAVIRUS

ANTICUERPOS MONOCLONALES CONTRA EL CORONAVIRUS

Científicos del Reino Unido prueban un nuevo fármaco que garantiza la inmunidad inmediata

Científicos británicos han iniciado pruebas con un anticuerpo monoclonal capaz de evitar que el coronavirus desencadene Covid y que podría usarse en sujetos en riesgo.

Una forma en que el sistema inmunitario del cuerpo ataca las sustancias extrañas es mediante la producción de un gran número de anticuerpos. Un anticuerpo es una proteína que se adhiere a una proteína específica llamada antígeno. Los anticuerpos circulan por todo el cuerpo hasta que encuentran y se adhieren al antígeno. Una vez unidos, pueden forzar a que otras partes del sistema inmunitario destruyan a las células que contienen el antígeno.

Los investigadores pueden diseñar anticuerpos que tengan como objetivo específico a un antígeno en particular, como a alguno que se encuentre en las células cancerosas. Luego, ellos pueden hacer muchas copias de ese anticuerpo en el laboratorio. Estos se conocen como anticuerpos monoclonales (mAbs o Moabs).

Los anticuerpos monoclonales se utilizan para tratar muchas enfermedades, incluidos algunos tipos de cáncer. Para producir un anticuerpo monoclonal, los investigadores primero tienen que identificar el antígeno adecuado para atacar. Encontrar los antígenos adecuados para las células cancerosas no siempre es fácil, y hasta ahora los mAbs han demostrado ser más útiles contra algunos tipos de cáncer que con otros.

Los anticuerpos monoclonales son proteínas artificiales que actúan como anticuerpos humanos en el sistema inmunitario. Hay cuatro maneras diferentes en que se pueden producir y se nombran en función de lo que están compuestos.

Los mAbs puros son anticuerpos que no tienen ningún medicamento o material radiactivo unido a ellos. Actúan por sí solos. Estos son el tipo más común de mAbs utilizados para tratar el cáncer

Algunos aumentan la respuesta inmunitaria de una persona contra las células cancerosas uniéndose a ellas y actuando como un marcador para que el sistema inmunitario del cuerpo las destruya. Un ejemplo es alemtuzumab (Campath®),que se utiliza para tratar a algunos pacientes con leucemia linfocítica crónica (CLL). El alemtuzumab se une al antígeno CD52 que se encuentra en las células llamadas linfocitos (que incluyen las células de la leucemia). Una vez que se adhiere, el anticuerpo atrae a las células inmunitarias para destruir estas células.

Algunos mAbs puros aumentan la respuesta inmune al tener como blanco a los puestos de control del sistema inmunitario.

Otros mAbs puros funcionan principalmente uniéndose y bloqueando antígenos en células cancerosas (u otras células cercanas) que ayudan a las células cancerosas a crecer o propagarse. Por ejemplo, trastuzumab (Herceptin) es un anticuerpo contra la proteína HER2. Las células cancerosas de mama y estómago a veces tienen grandes cantidades de esta proteína en sus superficies. Cuando se activa la HER2, esta ayuda a que estas células crezcan. El trastuzumab se une a estas proteínas y evita que se activen.

Anticuerpos monoclonales conjugados

Los mAbs conjugados se combinan con un medicamento de quimioterapia o una partícula radiactiva. Estos mAbs se utilizan como un dispositivo de búsqueda para llevar a una de estas sustancias directamente a las células cancerosas. El mAb circula por todo el cuerpo hasta que puede encontrar y engancharse al antígeno dirigido. Luego suministra la sustancia tóxica donde más se necesita. Esto disminuye el daño a las células normales en otras partes del cuerpo. Los mAbs conjugados también se conocen a veces como anticuerpos marcados, etiquetados cargados. 

Anticuerpos radiomarcados: los anticuerpos radiomarcados tienen pequeñas partículas radiactivas unidas a ellos. El ibritumomab tiuxetan (Zevalin) es un ejemplo de un mAb radiomarcado. Este es un anticuerpo que actúa contra el antígeno CD20 que se encuentra en linfocitos llamados células B. El anticuerpo proporciona radiactividad directamente a las células cancerosas. Está hecho de un medicamento mAb (rituximab) y de una sustancia radiactiva (Yttrium-90). El tratamiento con este tipo de anticuerpos a veces se conoce como radioinmunoterapia (RIT). La medicina y la radiación se administran directamente a las células blanco porque el mAb busca el objetivo, luego la radiación afecta al objetivo y a las células cercanas hasta cierto punto.

Anticuerpos quimioetiquetados: estos mAbs tienen medicamentos de quimioterapia (u otros) potentes que se adhieren a ellos. Algunos ejemplos son:

Brentuximab vedotina (Adcetris), un anticuerpo que tiene como blanco al antígeno CD30 (encontrado en linfocitos), adherido a un medicamento de quimio llamado MMAE.

Ado-trastuzumab emtansina (Kadcyla, también llamado TDM-1), un anticuerpo que tiene como blanco a la proteína HER2, adherido a un medicamento de quimio llamado DM1.

Anticuerpos monoclonales biespecíficos

Estos medicamentos están compuestos por partes de dos mAbs diferentes, lo que significa que pueden adherirse a dos proteínas diferentes al mismo tiempo. Un ejemplo es blinatumomab (Blincyto) que se utiliza para tratar algunos tipos de leucemia. Una parte del blinatumomab se adhiere a la proteína CD19 que se encuentra en algunas células de leucemia y linfoma. Otra parte se une a CD3, una proteína que se encuentra en las células inmunes llamadas células T. Al unirse a ambas de estas proteínas, este medicamento junta a las células cancerosas y a las células inmunes, lo que se cree provoca que el sistema inmunitario ataque a las células cancerosas.

Hoy en muchos periódicos se publica algo deseable.

Crear anticuerpos y aplicarlos al COVID 19.

Seria genial y posiblemente estos anticuerpos q monoclonales, que son muy conocidos, se puedan aplicar a otras enfermedades

Científicos británicos están probando un nuevo fármaco que podría evitar que alguien que ha estado expuesto al coronavirus desarrolle la enfermedad Covid-19, que según los expertos podría salvar muchas vidas, según publica el diario The Guardian.

La terapia con anticuerpos conferiría inmunidad instantánea contra la enfermedad y podría administrarse como tratamiento de emergencia a los pacientes hospitalizados y a los residentes de residencias para ayudar a contener los brotes.

Las personas que viven en hogares donde alguien ha contraído Covid podrían ser inyectadas con este nuevo fármaco para asegurarse de que no se infecten también. También podría administrarse a estudiantes universitarios, entre quienes el virus se ha propagado rápidamente porque viven, estudian y socializan juntos.

La doctoraCatherine Houlihan, viróloga de University College London Hospitals NHS Trust (UCLH) que dirige un estudio llamado Storm Chaser sobre este fármaco, ha asegurado a The Guardian que «si podemos demostrar que este tratamiento funciona y prevenir que las personas que están expuestas al virus continúen para desarrollar Covid-19, sería una adición muy importante al arsenal de armas que se están desarrollando para combatir este terrible virus».

El fármaco ha sido desarrollado por UCLH y AstraZeneca , la compañía farmacéutica que también, junto con la Universidad de Oxford, ha creado una vacuna que se espera que la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios apruebe para su uso en Gran Bretaña la próxima semana.

El equipo espera que el ensayo demuestre que el cóctel de anticuerpos protege contra el Covid-19 durante entre seis y 12 meses. Los participantes del ensayo lo reciben en dos dosis, una tras otra. Si se aprueba, se ofrecerá a alguien que haya estado expuesto al Covid en los ocho días anteriores a la primera prueba.

Podría estar disponible como muy pronto marzo o abril si es aprobado por el regulador de medicamentos después de haber revisado la evidencia del estudio. El ensayo involucra a UCLH, varios otros hospitales británicos y una red de 100 sitios en todo el mundo. Este mes, el hospital de University College se convirtió en el primer sitio en el mundo en reclutar pacientes para el ensayo de control aleatorio y darles la inyección o un placebo.

«Hasta la fecha, hemos inyectado a 10 participantes (personal, estudiantes y otras personas) que estuvieron expuestos al virus en el hogar, en un entorno de atención médica o en residencias de estudiantes», dijo Houlihan. Ella y sus colegas siguen de cerca a los participantes para ver cuál de ellos desarrolla Covid-19.

La protección inmediata que promete el medicamento podría jugar un papel vital en la reducción del impacto del virus hasta que todos estén inmunizados. El programa de vacunación está en marcha utilizando la vacuna de Pfizer / BioNTech y se espera que dure hasta el próximo verano.

El sistema de Salud británico aceleró el despliegue de la vacuna esta semana después de las críticas de los jefes de los hospitales , los líderes de médicos generales y el ex secretario de salud Jeremy Hunt de que estaba tardando demasiado.

«La ventaja de este medicamento es que le proporciona anticuerpos inmediatos», dijo Houlihan. «Podríamos decirles a los participantes del ensayo que han estado expuestos: sí, pueden vacunarse. Pero no les diríamos que eso los protegería de la enfermedad, porque para entonces ya es demasiado tarde porque las vacunas de Pfizer y Oxford no confieren inmunidad total durante aproximadamente un mes.

Paul Hunter, profesor de medicina de la Universidad de East Anglia especializado en enfermedades infecciosas, dijo que el nuevo tratamiento podría reducir significativamente el número de muertes por Covid.

«Si está lidiando con brotes en entornos como residencias de ancianos, o si tiene pacientes que están particularmente en riesgo de contraer Covid grave, como los ancianos, entonces esto podría salvar muchas vidas. Siempre que se confirme en los ensayos de fase 3, podría desempeñar un papel importante para mantener con vida a las personas que de otro modo morirían. Así que debería ser algo importante», dijo.

«Si tuvo un brote en un hogar de ancianos, es posible que desee utilizar este tipo de cócteles de anticuerpos para controlar el brote lo antes posible al administrar el medicamento a todos en el hogar de ancianos, residentes y personal. Del mismo modo, si vive con su abuela anciana y usted o alguien más en la casa se infecta, entonces podría darle esto para protegerla», añade.

El fármaco implica una combinación de anticuerpos de acción prolongada conocida como AZD7442, que ha sido desarrollada por AstraZeneca. En lugar de anticuerpos producidos por el cuerpo para ayudar a combatir una infección, AZD7442 usa anticuerpos monoclonales, que se han creado en un laboratorio.

En documentos sobre un ensayo clínico que AstraZeneca ha registrado en Estados Unidos, explica que está investigando «la eficacia de AZD7442 para la profilaxis posexposición de Covid-19 en adultos. La proteína pico Sars-CoV-2 contiene el RBD [dominio de unión al receptor] del virus, que permite que el virus se una a los receptores de las células humanas. Al dirigirse a esta región de la proteína de spike del virus, los anticuerpos pueden bloquear la unión del virus a las células humanas y, por lo tanto, se espera que bloqueen la infección».

En un ensayo separado, llamado Provent, la UCLH está investigando si el medicamento también podría proteger a las personas con sistemas inmunitarios comprometidos, como las que se someten a quimioterapia para el cáncer, que han estado recientemente expuestas al virus pero no han recibido una vacuna o en quienes no ha resultado en inmunidad debido a su condición subyacente. Tanto las pruebas Provent como Storm Chaser están ahora en la fase 3.

El doctor Nicky Longley, consultor de enfermedades infecciosas de UCLH, que dirige el segundo estudio, ha asegurado que "reclutaremos personas mayores o en cuidados a largo plazo, y que padecen afecciones como el cáncer y el VIH que pueden afectar la capacidad de su sistema inmunológico para responder a una vacuna. Queremos asegurarle a cualquiera para quien una vacuna no funcione que podemos ofrecer una alternativa que es igual de protectora "

TRASTORNOS DEL MOVIMIENTO EN COVID-19 EN 2020:

TRASTORNOS DEL MOVIMIENTO EN COVID-19 EN 2020:

El trabajo aunque publicado en la revista la LANCET, es un popurri, pero se pueden extraer, dos conclusiones, que dramatizan el pronostico de los enfermos infectados.

Existe una relación entre el coronavirus y la enfermedad del Parkinson.

Determinados fármacos bloquean la Alfa-sinucleína

La epidemia coronavirus , nos han  sorprendido, no solo porque están apareciendo síndromes de Parkinson en pacientes infectados por el virus, sino también, porque a los enfermos con síntomas del virus y Pakinson,  los empeora, y el bloqueo determinados fármacos el “Ambroxol”, un agente secretolítico utilizado en el tratamiento de enfermedades respiratorias, aumenta la actividad de la GCasa y, por lo tanto, reduce la α-sinucleína.

El COVID-19 en personas con enfermedad de Parkinson,  empeora los síntomas parkinsonianos entre los infectados,

El COVID- 19 parecían tener una mayor tasa de mortalidad en los pacientes con enfermedad de Parkinson que además, mostraban más estrés, síntomas depresivos y ansiedad durante el período de encierro que antes de este período

El ambroxol, un agente secretolítico utilizado en el tratamiento de enfermedades respiratorias, aumenta la actividad de la GCasa y, por lo tanto, reduce la α-sinucleína.

Las concentraciones de algunos marcadores metabólicos y proteínas específicas (como los oligómeros de α-sinucleína y la tau hiperfosforilada) en el LCR se alteraron en los que recibieron nilotinib, lo que aumenta la posibilidad de que se puedan utilizar como posibles biomarcadores de la respuesta al fármaco en futuros ensayos de fase 3

Varios estudios que investigan el efecto de COVID-19 en personas con enfermedad de Parkinson han sugerido que los síntomas parkinsonianos empeoraron entre los infectados, que aquellos con enfermedad de Parkinson más avanzada tenían un mayor riesgo de compromiso pulmonar, que los pacientes hospitalizados con enfermedad de Parkinson y COVID- 19 parecían tener una mayor tasa de mortalidad y que los pacientes con enfermedad de Parkinson mostraban más estrés, síntomas depresivos y ansiedad durante el período de encierro que antes de este período.

 Un informe de caso que vincula la infección por coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV-2) con la enfermedad de Parkinson de nueva aparición ha llevado a una mayor conciencia de esta asociación potencial y también de su plausibilidad biológica subyacente.

En medio de la pandemia, varios ensayos clínicos de seguridad y prueba de concepto han dado pequeños pasos hacia la identificación de terapias que modifican la enfermedad. Dirigirse a la α-sinucleína, ya sea a través de inmunizaciones activas o pasivas, ganó considerable atención en los últimos años por su potencial para ralentizar la neurodegeneración, ya que la disfunción de la proteína es un factor importante de la neurodegeneración. En un primer estudio aleatorizado de fase 1 en humanos de inmunizaciones subcutáneas con PD01A (es decir, una inmunoterapia activa que usa un péptido corto dirigido a α-sinucleína oligomérica), 21 de los 24 pacientes originales completaron todas las inmunizaciones iniciales y de refuerzo durante más de 4 años de seguimiento.

 La inmunización condujo a un aumento en los títulos de anticuerpos sin evidencia de neuroinflamación por imágenes ni efectos adversos clínicos significativos, lo que impulsó a los investigadores a pasar a la siguiente fase del estudio.

Las mutaciones con pérdida de función en el gen de la glucocerebrosidasa que codifica la β-glucocerebrosidasa (GCasa) lisosomal representan un factor de riesgo importante para la enfermedad de Parkinson y pueden conducir a la acumulación de α-sinucleína. El ambroxol, un agente secretolítico utilizado en el tratamiento de enfermedades respiratorias, aumenta la actividad de la GCasa y, por lo tanto, reduce la α-sinucleína. En un estudio abierto que utilizó una dosis creciente de ambroxol oral, 18 de los 23 pacientes con enfermedad de Parkinson moderadamente grave completaron el estudio.

El ambroxol se toleró bien y se detectó en el LCR, con un aumento de la actividad GCasa del LCR. Aunque se sugirió una mejora en las puntuaciones motoras clínicas con el fármaco, se requerirán ensayos controlados aleatorios futuros para mostrar su efecto sobre la progresión motora.

La inyección subcutánea o la infusión de apomorfina (un agonista de la dopamina no selectivo) a través de minibombas se ha utilizado en pacientes con enfermedad de Parkinson avanzada para aliviar los estados inactivos. Ahora se han investigado vías alternativas de administración de apomorfina. Un estudio multicéntrico, aleatorizado, doble ciego en pacientes con enfermedad de Parkinson y más de 2 horas de descanso por día comparó una dosis eficaz de película sublingual de apomorfina titulada individualmente a 10-35 mg con un placebo (54 frente a 55 pacientes).

Hubo una mejora significativamente mejor en las puntuaciones motoras de la Escala de Calificación de la Enfermedad de Parkinson Unificada de la Sociedad de Trastornos del Movimiento (desde antes de la dosis hasta 30 minutos después de la dosis) en la semana 12 en los participantes que recibieron apomorfina que en los que recibieron placebo. El 31% de los participantes que tomaban el fármaco informaron efectos secundarios orofaríngeos de leves a moderados, y el 17% interrumpió el tratamiento. La seguridad y eficacia a largo plazo de esta formulación de apomorfina como terapia a demanda para episodios inactivos en pacientes con enfermedad de Parkinson aún debe evaluarse más a fondo.

La reutilización de medicamentos continúa atrayendo interés, ya que esta estrategia puede reducir potencialmente el tiempo y el costo y mejorar el apoyo regulatorio para una traducción clínica exitosa. El nilotinib se ha utilizado para tratar la leucemia mieloide crónica. En un ensayo de fase 2 de un solo centro, doble ciego, controlado con placebo, 75 pacientes con enfermedad de Parkinson moderadamente grave fueron aleatorizados en grupos de placebo, nilotinib (150 mg) o nilotinib (300 mg) (administración oral diaria durante un año) .

Aunque hubo más efectos secundarios adversos en los grupos de nilotinib que en el grupo de placebo, el fármaco fue generalmente seguro y detectable en el LCR. Las concentraciones de algunos marcadores metabólicos y proteínas específicas (como los oligómeros de α-sinucleína y la tau hiperfosforilada) en el LCR se alteraron en los que recibieron nilotinib, lo que aumenta la posibilidad de que se puedan utilizar como posibles biomarcadores de la respuesta al fármaco en futuros ensayos de fase 3.

Los enfoques de secuenciación de próxima generación para desentrañar las causas genéticas subyacentes de los trastornos raros del movimiento pueden proporcionar un diagnóstico definitivo y facilitar los estudios fisiopatológicos para identificar nuevos objetivos terapéuticos. Para desentrañar las causas monogénicas de la distonía (una enfermedad clínica y genéticamente heterogénea), se realizó la secuenciación del exoma completo en 764 pacientes con distonía y 346 padres sanos en un estudio colaborativo internacional en el que participaron 33 centros.

Los autores lograron identificar variantes genéticas causales o probables en 135 (19%) de las 728 familias, y variantes diagnósticas en 11 genes que no estaban vinculados previamente a la distonía. La mayoría de las variantes identificadas se encuentran en genes relacionados con trastornos del neurodesarrollo. En esencia, la aplicación de la secuenciación del exoma en un gran número colectivo de pacientes con distonía mejora el diagnóstico, facilita la correlación genotipo-fenotipo, potencialmente guía las pruebas genéticas y mejora el manejo clínico de los pacientes con distonía.

Los trastornos de expansión repetida se han relacionado con un fenotipo clínico amplio. Un estudio examinó a 100 portadores confirmados genéticamente de ataxia cerebelosa con neuropatía y síndrome de arreflexia vestibular, que se debe a expansiones de repetición bialélica en RFC1 (subunidad 1 del complejo del factor de replicación).

 Los investigadores encontraron que una tos seca espasmódica se asocia comúnmente con trastornos de expansión repetidos, y que la neuropatía sensorial era la única manifestación en algunos pacientes.

Aunque otros investigadores han informado mutaciones RFC1 en atrofia de múltiples sistemas.

De manera similar, ahora se han informado expansiones repetidas de GGC en NOTCH2NLC , que causa enfermedad de inclusión intranuclear neuronal, en pacientes con enfermedad de Parkinson y temblor esencial que no muestran disfunción cognitiva o evidencia de imagen de enfermedad de inclusión intranuclear.

 Se necesita un alto índice de sospecha y conciencia para realizar pruebas genéticas adecuadas en pacientes que presentan trastornos del movimiento.

Como conclusión, existe una relación entre los virus y el empeoramiento y aparición de la enfermedad y síndrome de Parkinson.

Lancet Neurol. 2020; 19 : 908-, P10-12,01 DE ENERO DE 2021

TIPOS DE ENFERMEDAD DE PARKINSON

Alfa sinucleina


TIPOS DE ENFERMEDAD DE PARKINSON

La enfermedad de Parkinson puede formar parte de un síndrome extrapiramidal producido por un germen sobre el que se deposita una proteína llamada cuerpos de Levy . Y lesiona preferentemente las zonas dopaminérgicas. Algunos actores están afirmando, qué tras la epidemia de coronavirus que estamos padeciendo, otra epidemia en pacientes crónicos de  tipo extrapiramidal aparecerá y de hecho ya hay algunos casos descritos.  Y ello no es extraño qué varios parénquimas estén afectados al mismo tiempo. Los artículos que vienen a continuación , podrían  explicar este postulado

A menudo, las personas afectadas por la enfermedad de Parkinson comienzan teniendo síntomas que difieren mucho de un paciente a otro, una circunstancia que ha suscitado numerosas especulaciones. Una reciente investigación ha apuntado la existencia de dos subtipos de la enfermedad, según el lugar del organismo en el que comience: el cerebro o el sistema nervioso autónomo periférico.
Mediante tomografía por emisión de positrones e imágenes de resonancia magnética, los investigadores examinaron a 37 pacientes con enfermedad de Parkinson de novo. También se incluyó en el estudio a 22 personas que aún no habían sido diagnosticadas pero tenían un alto riesgo de desarrollar la enfermedad.
Los resultados del estudio demuestran que algunos pacientes tenían dañado el sistema dopaminérgico del cerebro antes de que se produjeran lesiones en el sistema nervioso autónomo periférico. En otros pacientes, las pruebas revelaron daños en el sistema nervioso autónomo periférico (intestinales y cardíacos) antes de que el daño en el sistema dopaminérgico cerebral fuera visible.
Y ALGUNOS  pacientes con enfermedad de Parkinson tienen un microbioma intestinal distinto al de las personas sanas, podría ser particularmente interesante, en el caso de la enfermedad de Parkinson iniciada fuera del cerebro, estudiar el microbioma intestinal del paciente porque podría ser factible frenar la patología mediante un tratamiento dirigido al microbioma.

¿Que se afecta primero en la enfermedad de Parkinson, el cerebro o el cuerpo ¿ 

La enfermedad de Parkinson se caracteriza por la presencia de agregados de α-sinucleína intraneuronales anormales, que pueden propagarse de una célula a otra de forma priónica. Sin embargo, sigue siendo incierto dónde se originan los agregados iniciales de α-sinucleína. Hemos planteado la hipótesis de que la enfermedad de Parkinson comprende dos subtipos. Un tipo de cerebro primero (de arriba hacia abajo), donde la patología de la α-sinucleína surge inicialmente en el cerebro con una extensión secundaria al sistema nervioso autónomo periférico; y un tipo de cuerpo primero (de abajo hacia arriba), donde la patología se origina en el sistema nervioso autónomo entérico o periférico y luego se disemina al cerebro. También planteamos la hipótesis de que el trastorno de conducta del sueño REM aislado (iRBD) es un fenotipo prodrómico para el tipo de cuerpo primero. Usando imágenes multimodales, Probamos la hipótesis cuantificando la disfunción neuronal en estructuras correspondientes a la afectación de las etapas I, II y III de Braak en tres grupos distintos de pacientes. Incluimos 37 consecutivos pacientes de novo con enfermedad de Parkinson en este estudio PET de casos y controles. Los pacientes con enfermedad de Parkinson se dividieron en 24 casos RBD negativos (PD RBD− ) y 13 casos RBD positivos (PD RBD + ) y un grupo comparador de 22 pacientes iRBD. Usamos 11 C-donepezil PET / CT para evaluar la inervación colinérgica (parasimpática), gammagrafía con 123 I-metayodobencilguanidina (MIBG) para medir la inervación simpática cardíaca, resonancia magnética sensible a neuromelanina para medir la integridad de las neuronas pigmentadas del locus coeruleus y 18PET con F-dihidroxifenilalanina (FDOPA) para evaluar la capacidad de almacenamiento de dopamina putaminal. El volumen del colon y los tiempos de tránsito se evaluaron con tomografías computarizadas y marcadores radiopacos. Los datos de imágenes de los tres grupos se interrogaron con ANOVA y pruebas de Kruskal-Wallis corregidas para múltiples comparaciones. 

Los PD RBD y PD RBD + grupos mostraron marcadas reducciones similares en la captación de putaminal FDOPA-específico, mientras que dos tercios de los pacientes tenían IRBD exploraciones normales ( P  < 10 -13 , ANOVA). Cuando se compara con los PD RBD pacientes, los PD RBD + pacientes y IRBD demostraron una reducción cardíaca media MIBG: relaciones de mediastino ( P  < 10 -5 , ANOVA) y el colon11 Valores de captación estándar de C-donepezilo ( P  = 0,008, ANOVA). El grupo PD RBD + tendió a una reducción media del locus coeruleus: pons de la resonancia magnética en comparación con PD RBD- ( P  = 0,07, prueba t ). 

En comparación con los otros grupos, el grupo PD RBD + también tenía volúmenes de colon agrandados ( P  < 0,001, ANOVA) y tiempos de tránsito colónico retrasados ​​( P  = 0,01, Kruskal-Wallis). Los datos del paciente combinados de iRBD y PD RBD + fueron compatibles con una trayectoria de cuerpo primero, caracterizada por la pérdida inicial de la señal MIBG cardíaca y 11Señal de donepezilo C-colónico seguida de pérdida de captación de FDOPA putaminal. Por el contrario, los datos de PD RBD− fueron compatibles con una trayectoria de cerebro primero, caracterizada por una pérdida primaria de la captación de FDOPA putaminal seguida de una pérdida secundaria de la señal de MIBG cardíaca y de la señal de 11 C-donepezil. Estos hallazgos apoyan la existencia de subtipos de la enfermedad de Parkinson

Esta investigación me parece buena, pero los gérmenes, seguro que van por donde pueden y en poco tiempo

Si asientan de forman preferente, lo hacen en las grandes cavidades y de preferencia en el intestino y cuando las condiciones les son adversas y aumenta la porosidad intestinal, se va a donde un antígeno receptor se lo permita.

Primero el  cerebro y después el cuerpo.  O todo a la vez

University Press

[Brain 2020; 143: 3077-88]Horsager J, Andersen KB, Knudsen K, Skjærbæk C, Fedorova TD, Okkels N, et al.

https://academic.oup.com/journals/pages/open_access/funder_policies/chorus/standard_publication_model )

Jacob Horsager Katrine B. Andersen Karoline Knudsen Casper Skjærbæk Tatyana D Fedorova Niels Okkels Eva Schaeffer Sarah K Bonkat Jacob Geday Marit Otto … Mostrar más

Brain , Volumen 143, Número 10, octubre de 2020, páginas 3077–3088, https://doi.org/10.1093/brain/awaa238

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