LA INTEGRINA-BETA 1 PROPAGA EL CORONAVIRUS EN EL ORGANISMO

Los virus necesitan una puerta para penetrar las células que invaden. El virus del Covi 19, posiblemente como muchos otros tienen puertas de entrada en la célula, de hecho entra por las mucosas y no por la piel, pero posiblemente tienen varias puertas de entrada.

El conocimiento y bloqueo de estas puertas de entrada daría lugar a nuevos antivirales, de los que estamos muy necesitados.

MOLECULAS DE ADHESION Y PIEL

Las moléculas de adhesión celular son glicoproteínas que se encuentran en la superficie de la mayoría de las células, median la adhesión célula a célula o la adhesión de la célula con la matriz extracelular Por ser receptores fluctúan entre estados de alta y baja afinidad con sus respectivos ligandos, los que tienen características de especificad para cada molécula de adhesión.

Todas las moléculas estructuralmente tienen un dominio extracelular, un dominio transmembrana, y un dominio intracelular El dominio extracelular en ciertas moléculas se desprende de la célula y se solubiliza en el suero, como en el caso de las selectinas.

Las moléculas de adhesión al unirse a su ligando o receptor específico, producen un cambio conformacional en el dominio extracelular que afecta la función de las células, produciendo cambios intracelulares en el citoesqueleto o en su composición química. Esto puede ocurre como una respuesta fisiológica o una respuesta patológica. Las moléculas de adhesión además están involucradas en la embriogénesis, crecimiento celular diferenciación celular etc.

Las moléculas de adhesión comprende cuatro grandes familias:

a. receptores de la familia de integrinas,

b. receptores de la superfamilia de inmunoglobulinas,

c. receptores de la familia de las selectinas y

d. receptores de la familia de las cadherinas.

Algunos autores consideran que son seis familias e incluyen a los receptores del ácido hialurónico o isoformas de CD44 y a los receptores de la proteína tirosinfosfatasa3-4.

FUNCIONES DE LAS MOLÉCULAS DE ADHESIÓN

Presentación antigénica y activación linfocitaria

El linfocito T reconoce mediante su receptor específico (TCR), al antígeno de la célula presentadora de antígenos (CPA). Esta unión es altamente específica, pero de baja afinidad y debe ser estabilizada mediante moléculas de adhesión. Una de las interacciones más importantes es mediada por LFA-1, que es una integrina y por sus ligandos ICAM-1, ICAM-2 e ICAM-3 que pertenecen a la superfamilia de la inmunoglobulinas. También interaccionan otras moléculas como CD2/LFA-3, CD28/B7 y VLA-4/ VCAM-1, para lograr una adhesión adecuada.

Las moléculas de adhesión no sólo son sistemas de anclaje, sus interacciones adhesivas modifican la conducta biológica de las células, así por ejemplo LFA-1, W-2, CD28, CD44 e ICAM-3 transducen señales intracelulares y son coestimulatorias para la producción de Interleuquina 2 (IL2), para la expresión de antígenos de activación y la proliferación de linfocitos después del reconocimiento antigénico.

Científicos Belgas, han descubierto la unión a la integrina beta-1 promueve la entrada del virus en la célula

«La unión a la integrina beta-1 promueve la entrada del virus en la célula. Una vez dentro, la célula sirve de fábrica para construir nuevos virus y luego esos virus pueden propagarse para infectar otras células u otros individuos»,

Científicos de la Universidad católica de Lovaina (Bélgica) han descubierto que la integrina-beta 1 es una de las múltiples llaves que esconden las células y que utiliza el coronavirus para introducirse y propagarse por el cuerpo humano.

Para atravesar la membrana plasmática que recubre las células, el coronavirus utiliza las proteínas presentes en las células como «cerraduras» que logran abrir para introducirse, reproducirse e infectar al resto, comenzado así el proceso de infección vírica.

Para llegar a esta conclusión, los científicos emplearon la técnica microscopía de fuerza atómica, que consiste en fijar un solo virus en el extremo de una caña de pescar y lanzarlo sobre la superficie de células vivas y posteriormente ejercer una fuerza para separar el virus de la superficie en caso de que se adhiera, comenta el experto. Así, los científicos observaron que la integrina beta-1 funcionaba de receptor e interactuaba con el virus.

El ingenio de los investigadores roza la brujeria, o por lo menos un alto poder imaginativo

Tras cinco años de investigación se abre la puerta al desarrollo de tratamientos que impidan que esta «cerradura» sea activada por el virus.

«Cada descubrimiento de una nueva llave abre nuevas posibilidades para contrarrestar el virus, por ejemplo, intentando bloquear esta nueva puerta y ver que moléculas pueden bloquearla», detalla Alsteens.

Queda, por tanto, ver las infinitas posibilidades de este descubrimiento que podría incluso ayudar a lograr tratamientos más precisos contra el cáncer, en concreto, las conocidas como terapias con virus oncolíticos.

Estos tratamientos consisten en la introducción de un virus genéticamente modificado directamente en el tumor del paciente, infectando las células cancerosas y dejando ilesas las sanas. En estos casos, la integrina-beta 1 serviría para facilitar la introducción de estos combatientes.

Bibliografía.

David Alsteens, profesor del Instituto de Ciencia y Tecnología Biomolecular de la Universidad de Lovaina .

Moleculas de adhesion y piel sanguineti ac1, Rodríguez-tafur jm2.