La conciencia da significado a lo que somos, lo que queremos, nuestro lugar en el mundo, toda nuestra experiencia.
La conciencia es lo más genuinamente humano, es la interpretación subjetiva de lo que nos pasa. Todo lo que nos sucede viene prendado de señales procedentes de nuestros sentidos y nuestro entorno, pero además viene unido a emociones y recuerdos. Como una especie de voz superpuesta, es uno de los elementos fundamentales de la existencia humana. Nuestra película interna, imprescindible para que la vida tenga sentido y valor. Quizá sea el fenómeno más misterioso del mundo.
Pero aparte de definirla, la conciencia suscita muchas preguntas para las que aún no tenemos buenas respuestas. Se suelen clasificar en fáciles y difíciles. Vayamos con las fáciles: ¿qué tiene de especial el cerebro para generar la conciencia? ¿Está además situada en alguna zona concreta? Y por supuesto, ¿cómo funciona? O, dicho de otra forma, ¿por qué una pieza de materia activa altamente organizada genera una sensación consciente? ¿Le ocurriría a cualquier otro material igualmente complejo?
Después de todo, el cerebro es como cualquier otro órgano, sujeto a las mismas leyes físicas que el corazón o el páncreas. ¿Qué lo hace diferente? Intentemos en este artículo tan solo dar alguna pincelada sobre el lugar donde reside la conciencia.
¿Dónde está la conciencia?
Un grupo de científicos de la Universidad de Oxford ha descubierto la parte del cerebro donde se encuentra la conciencia humana. … Se trata de la corteza prefrontal lateral del cerebro, el lugar donde, según ellos, se aloja la voz de la conciencia. 2 feb. 2014

El lóbulo frontal es uno de los cuatro lóbulos de la corteza cerebral y constituye una región grande que está situada en la parte delantera del cerebro, justo detrás de la frente (ver figura 1). Es el responsable de procesos cognitivos complejos, las llamadas funciones ejecutivas. Estas funciones son operaciones mentales dirigidas hacia un fin que permiten el control conductual, es decir, posibilitan que podamos elegir, planificar y tomar decisiones voluntarias y conscientes. Según Elkhonon Goldberg, el lóbulo frontal es al cerebro lo que un director a una orquesta: coordina y dirige las otras estructuras neurales del cerebro en una acción concertada1.

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La memoria de trabajo, el lenguaje, el movimiento o la autoconciencia dependen del lóbulo frontal, así como la originalidad y la creatividad (para innovar hace falta conocer, lo que indica la importancia de la memoria de trabajo).
La región ejecutiva: la corteza prefrontal
La parte anterior de la corteza frontal, la corteza prefrontal (ver figura 2), desempeña el papel decisivo en las funciones ejecutivas a través de la integración de la información, permitiendo la elección de objetivos y la organización de los planes de acción para realizarlos. Constituye una región cerebral que nos hace humanos y únicos porque es de las más recientes filogenéticamente y la última en madurar en la ontogénesis3.
Se ha demostrado que existe una relación entre el desarrollo de las funciones ejecutivas y el proceso de maduración de la corteza prefrontal. Algunos estudios demuestran que en niños de 5 años ya se han desarrollado, parcialmente, la memoria de trabajo, la inhibición y la flexibilidad cognitiva que son componentes claves de las funciones ejecutivas4.
La corteza orbitofrontal, que forma parte de la corteza prefrontal, está implicada en el procesamiento y control socioemocional, en el trabajo cooperativo y su responsabilidad en las funciones frontales se debe a sus conexiones con la amígdala y el sistema de motivación y gratificación de la dopamina.

Fig 2. Representación de la corteza prefrontal.
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Desde la perspectiva educativa, es importante analizar el aprendizaje de las funciones ejecutivas del cerebro, dada su responsabilidad en la dirección y regulación de la conducta del alumno. El autocontrol y la capacidad de inhibir la respuesta instintiva constituyen factores críticos en la optimización del rendimiento académico (y no sólo académico).
El lóbulo frontal en acción: novedad y rutina
Diversos experimentos han demostrado que el lóbulo frontal se activa más cuando la tarea es novedosa. En un estudio5 se pedía a los participantes el verbo adecuado que representaba a un sustantivo que era presentado visualmente. Mediante la tecnología PET (tomografía por emisión de positrones) se observó un mayor flujo sanguíneo en el lóbulo frontal. Sin embargo, cuando los participantes seguían con el experimento y el proceso se convertía en rutinario, el flujo sanguíneo desaparecía. Al introducir una nueva tarea similar a la inicial, se observó un aumento del flujo sanguíneo frontal que no alcanzó los máximos iniciales. Esta investigación demostraba la importancia del papel desempañado por el lóbulo frontal en el procesamiento cognitivo novedoso. Cuando las tareas realizadas ya son conocidas la participación del lóbulo frontal es menor, asumiendo el control el resto de la neocorteza.
En otro estudio6 se midió el flujo sanguíneo cerebral (mediante la misma tecnología que el anterior) a participantes a los que se presentó una tarea novedosa y se observó que el lóbulo frontal derecho se activó más que el izquierdo. La práctica continuada de las tareas hacía que el lóbulo frontal izquierdo se activara más que el derecho. Esto sugiere que en el proceso de aprendizaje existe un desplazamiento del control cognitivo desde el hemisferio derecho al izquierdo conforme la tarea novedosa inicial se hace más familiar. Además, se comprobó una mayor activación en las partes posteriores de la corteza respecto a las frontales mientras se asimilaba la experiencia. Este estudio resultó de suma importancia porque también determinó que el lóbulo frontal (especialmente el derecho) es el responsable de mantener la atención continua. Y el que permite a nuestros alumnos, aburridos ante nuestras explicaciones, evitar la desconexión cuando creen que puede existir alguna información importante. Una muestra más de la confrontación continua entre el cerebro inconsciente (más emocional y automático) y la consciencia (más racional y no automática).
Autocontrol
En un artículo anterior 7, analizábamos los experimentos realizados por Walter Mischel sobre el aplazamiento de la recompensa en niños de 4 años de edad. La investigación demostró una correlación entre la incapacidad para controlar los impulsos básicos en la infancia y connotaciones socioemocionales y académicas negativas en la adolescencia. En concreto, las pruebas de aplazamiento de la recompensa de los niños de 4 años de edad predecían mejor que el cociente intelectual los resultados en las pruebas SAT (Test de Aptitud Académica).
Los experimentos de Mischel y similares sugerían cómo mejorar el autocontrol: cuando se dieron instrucciones a los niños impulsivos sobre cómo obviar la recompensa (en aquellos casos las golosinas) se observó que eran capaces de inhibir el impulso. La impulsividad infantil se puede educar de forma progresiva: el niño comienza obedeciendo las instrucciones del entorno familiar y educativo para luego darse a sí mismo las instrucciones necesarias para ejecutarlas. La dependencia inicial va generando la propia autonomía, construyendo una voluntad que no es innata, que depende del desarrollo y que constituye un factor crítico en la madurez social.
¿Por qué hay niños que son capaces de aplazar la recompensa con 4 años y otros no? Según Allan Schore 8, las interacciones sociales tempranas entre la madre y el niño son cruciales para el desarrollo normal de la corteza orbitofrontal durante los primeros meses de vida. Al gran crecimiento del cerebro durante el primer año, hay que añadir la influencia de los cuidadores sobre el bebé que afecta a las conexiones entre el cerebro ejecutivo (lóbulo frontal) y el cerebro emocional (sistema límbico).
Resumiendo, el niño necesita al adulto para que sea un guía válido que permita ayudarle en el proceso de reflexión y vaya induciendo creencias positivas sobre su capacidad.
Emociones y sentimientos en la toma de decisiones
Continuamente abogamos, como objetivo educativo esencial, por la enseñanza de la gestión emocional, asumiendo con naturalidad la presencia de emociones positivas y negativas aunque intentando cultivar las primeras en detrimento de las segundas. Las emociones y lo sentimientos que de ellas se derivan9 son componentes imprescindibles en los procesos de razonamiento, toma de decisiones y experiencias sociales. Aquí tiene un gran valor el habla interior: ¿Cómo realicé el ejercicio?, ¿qué consecuencias tuvo su resolución?, ¿qué emociones recuerdo de aquel suceso?,… Según Antonio Damasio , “el hecho de que los sentimientos sean acontecimientos mentales nos ayuda a resolver problemas no rutinarios que implican creatividad, juicio y toma de decisiones que requieren la presentación y manipulación de enormes cantidades de conocimuiento”.10
Somos conscientes que cuando manifestamos emociones positivas podemos focalizar la atención en las tareas deseadas, mientras que las emociones negativas (por ejemplo, la tristeza) pueden ralentizar el proceso de razonamiento. Además, las emociones desempeñan un papel importante en la cooperación. Como comentábamos anteriormente, el aprendizaje de comportamientos cooperativos implica a la corteza orbitofrontal y su falta de desarrollo en los niños hace que les sea difícil cooperar. La cooperación se aprende conviviendo, compartiendo y comprendiendo, que es lo que posibilita el lento desarrollo del lóbulo frontal a diferencia de otras especies. Aunque existen predisposiciones genéticas, el verdadero aprendizaje se obtiene en la escuela de la vida.
Consideraciones pedagógicas finales
Otro de los conceptos relevantes en el marco global de las funciones ejecutivas es el de la responsabilidad, que ha de ser aceptada y asumida por los alumnos. Cuando son capaces de identificar en qué pueden influir o no, aumenta la probabilidad de que acepten las consecuencias de su comportamiento.
Es muy importante tener objetivos, saber planificar, llevar a cabo estos planes y saber también evaluar los resultados, pero para ello hay que afrontar las dificultades que puedan surgir y aprender de los errores. Es conveniente que a los niños (especialmente a los más pequeños) se les recuerde los objetivos continuamente y, mediante la motivación adecuada, facilitar la atención que podemos favorecer elogiando los progresos y estableciendo rutinas para desarrollar las tareas. Lo novedoso estimula la atención y fomenta una actitud proactiva.
Impulsividad, hiperactividad, descontrol, falta de atención,…caracterizan a muchos de los niños en la actualidad, por lo que el aprendizaje de los sistemas ejecutivos se nos antoja imprescindible como objetivo educativo primordial. La toma de decisiones adecuadas requiere autocontrol, flexibilidad cognitiva, planificación o perseverancia. Como el desarrollo del lóbulo frontal depende de la interacción social, el proceso educativo resulta clave en la maduración del individuo. La educación cambia el cerebro y el cerebro va a cambiar mucho la futura educación.

Se ha tratado de decir que la conciencia involucra a todo el sistema nervioso, pero no es exacto. Es evidente que la médula espinal no está involucrada, porque si se corta, la persona parapléjica continúa teniendo emociones y sensaciones. También es evidente que tampoco está en el cerebelo, que contiene algunos de los circuitos neuronales más antiguos en términos evolutivos y que tiene mucho que ver con el control motor, la postura y los movimientos.
El cerebelo contiene casi un 70% del total de las neuronas del encéfalo. Sin embargo, si alguna parte del cerebelo se pierde, o es afectada por un infarto cerebral, apenas ocurre nada con la conciencia. Un paciente en estas circunstancias puede experimentar dificultades de movimiento, de coordinación… pero no pierde ningún aspecto de su conciencia.

Estado vegetativo: conscientes, pero sin poder comunicarse
El aparato cerebelar funciona como una especie de colección de baterías en paralelo. Es decir, son una serie de unidades relativamente independientes que se ocupan de distintas tareas y van pasándose de una a otra el resultado de su trabajo sin estar integradas. No hay circuitos de retorno y, por tanto, la actividad eléctrica va fundamentalmente en un único sentido. Sin embargo, la conciencia se caracteriza por una integración (palabra clave en la conciencia) muy íntima, de ida y vuelta y en todas direcciones.
Esta capacidad de integración se encuentra en la materia gris que constituye la corteza cerebral. La conciencia tiene que ver con las láminas superpuestas de la zona del neocórtex. Las sensaciones se generan allí. Se puede acotar un poco más porque, cuando se muestran a los sujetos imágenes que les producen sensaciones, el estudio por resonancia magnética funcional revela que se activa una zona cortical concreta denominada zona caliente, situada en la zona parietal occipital y temporal.
Las cortezas auditivas, visuales y somatosensoriales no forman la experiencia del sujeto, sino que procesan la señal y la pasan a la zona caliente trasera, que es la que produce la percepción consciente. Si se estimula esa zona, se produce toda una serie de sensaciones y experiencias, como ver destellos de luz, formas geométricas, distorsiones de rostros, alucinaciones auditivas o visuales, sensación de irrealidad, necesidad de mover una extremidad específica, etc. Estimular la corteza frontal, sin embargo, no genera experiencia directa.
Pérdida de la experiencia consciente
Si por causa de enfermedades o traumas se pierden incluso pequeñas zonas del córtex posterior, se puede llegar a perder grandes aspectos de la experiencia consciente. Los pacientes, por ejemplo, pueden ser incapaces de reconocer caras, no ser capaces de observar el movimiento, el color o el propio espacio. Esa zona posterior del córtex no se integra durante el sueño y, por eso, aunque las neuronas se disparan, no hay conciencia.
La conciencia es un inmenso regalo que constituye los sonidos, los sentimientos, las emociones, los deseos
Tan solo hemos dado unas ideas sobre la localización de la conciencia, sin entrar en modelos de funcionamiento, pero no queremos terminar sin aludir a las llamadas preguntas difíciles, tal y como las denomina David Chalmers. Así, todas ellas podrían resumirse en: ¿por qué todo se siente como si procediera de dentro? Podemos expresarlo de varias formas más: ¿por qué la calidad de las experiencias difiere? ¿Por qué una Luna llena se siente tan diferente del llanto de un niño? ¿Por qué los organismos capaces de percibir tienen experiencias fenomenológicas? ¿Por qué se perciben algunos estados internos como tales estados y hablamos del dolor o el calor, en lugar de que sucedan y no se perciban como no los percibe un objeto? Estas preguntas difíciles persistirán incluso cuando todas las funciones cerebrales estén explicadas.
La conciencia es un inmenso regalo que constituye los sonidos, los sentimientos, las emociones, los deseos. Da significado a lo que somos, lo que queremos, nuestro lugar en el mundo, toda nuestra experiencia. El sentido fundamental de nuestra existencia misma. Se ha llegado a decir que deberíamos cambiar el cartesiano “pienso luego existo” por “tengo conciencia luego existo”.

El lóbulo frontal:
Jesús C. Guillén 12 agosto, 2012