CONTAMINACION AMBIENTAL
La contaminación ambiental es la introducción en el medio natural de Agentes de tipo físico químico y biológico tales como el petróleo las radiaciones gases contaminantes residuos urbanos entre otras que pueden alterar las condiciones naturales del Ambiente
La historia de la contaminación se remonta a 240 años antes de la revolución industrial se confirmaron en Estados Unidos y Dinamarca al encontrar en un lugar de gran altitud de los andes peruanos una capa dentro del glaciar depositados entre el año 793 y 1989, este bloque de hielo ha proporcionado el primer registro detallado de contaminación atmosférica generada por factores humanos en américa del sur antes de la revolución industrial, los investigadores encabezados por Paulo Gabriel y con un espectómetro de masas buscaron tras ese antimonio arsénico bismuto molibdeno y especialmente plomo los resultados obtenidos arrojaron un pico en el año 1480 que coincide con la expansión del imperio Inca probablemente por el uso de bismuto en la producción de bronce .
Un segundo pico aparece en el año 1540 una década después del inicio de la colonización española en américa del sur debido al apogeo en la minería y la metalurgia en la producción de plata.
A través de la historia las sociedades que han tenido un gran desarrollo económico y social han contribuido a la contaminación del planeta y a pesar de las evidencias de que el calentamiento global y la contaminación en general afectan directamente en nuestra salud
Las enfermedades aparecen como consecuencias del agujero en la capa de ozono, la lluvia ácida, las basuras , el derretimiento de los casquetes polares , la acidificación de los océanos y en ello actúan principalmente, China, EEUU. India, China, Japón, Alemania, Irán, Corea del Sur, Arabia Saudita e Indonesia
La pandemia en el 2020 le da un respiro a nuestro planeta por la cuarentena frente al coronavirus causando estragos en la economía pero beneficiando al mundo entero algunos ejemplos de este hecho son la mejora drástica de la calidad del aire en China las aguas cristalinas de los Canales de Venecia y el cierre del agujero más grande en la capa de Ozono después de sólo un mes del inicio de la cuarentena mundial.
Esta epidemia de Coronaviirus y las medidas que se han tomado, nos dicen por los resultados, que es posible mejorara la polución del mundo
LA REVOLUCION INDUSTRIAL
La polución ambiental, está produciendo la mayoría de las enfermedades degenerativas que estamos sufriendo.
Una enfermedad degenerativa es: crónica, hay destrucción progresiva de la celularidad y perdida de la función.
Es la patología de nuestro tiempo, sucedió a la patología infecciosa.
No tenemos ningún remedio eficaz para combatirla
Se incrementan sin parar
Su comienzo sin duda tiene su origen en la revolución industrial, donde el nuevo uso de tóxicos, provoca la disbiosis que padecemos y la reacción infamatoria que esta lleva consigo
Los efectos del uso de combustibles fósiles La introducción sistemática de carbón y, más tarde, petróleo en la vida económica de la humanidad permitió acelerar las tasas de crecimiento económico porque permitía acceder a cantidades de energía muy superiores a las que podían obtenerse a través de las fuentes de energía tradicionales.
A comienzos del siglo XIX, cuando varias regiones industriales inglesas habían comenzado su industrialización el uso del petróleo fue contemplado por algunos, desde principios del siglo XX, toxico ambiental.
Junto al aumento de la contaminación atmosférica, la industria de la segunda revolución industrial generaron otros problemas ambientales, como la contaminación del agua y la generación de grandes cantidades de residuos.
La tesis de la desmaterialización Algunos autores vienen sosteniendo desde la década de 1970 (y, de manera más insistente, a raíz de la “nueva economía” creada por el boom de la tecnología de la información y las comunicaciones durante la década de 7 1990) que las etapas avanzadas del desarrollo generan una tendencia hacia la desmaterialización de la economía. Se ha sugerido así que existe algo parecido a una “curva de Kuznets ambiental” (Gráfico 3). En una hipótesis que ha estimulado gran cantidad de investigaciones sobre el tema, el economista Simon Kuznets había sugerido previamente que el nivel de desigualdad en la distribución de la renta seguía una curva con forma de “U” invertida a lo largo del proceso de desarrollo: en las etapas iniciales del proceso (en los inicios de la industrialización), la desigualdad tendía a aumentar; tras alcanzar ésta un máximo, etapas posteriores del proceso registraban una disminución de las desigualdades en la distribución de la renta. Gráfico 3. La curva de Kuznets ambiental Fuente: Roca y Padilla (2003), p. 75. Los partidarios de la curva de Kuznets ambiental sugieren que, si bien la primera y la segunda revolución industriales generaron un aumento de la presión sobre el medio ambiente, la tercera revolución industrial (con su corolario de predominio del sector servicios en la estructura del PIB y el empleo) tiende a reducir dicha presión. ¿Cuáles serían los motivos? En primer lugar, que, tras la crisis mundial generada por la escalada de los precios del petróleo durante la década de 1970, varias de las economías punteras se volvieron más eficientes en su uso del petróleo, siendo capaces de reducir su intensidad energética. Pero, además, y en segundo lugar, la “nueva economía” de los servicios y las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones crearían las condiciones para un 8 desarrollo más limpio, al tratarse de sectores que, por su propia naturaleza, tenderían a generar un impacto ambiental menor que el de los sectores líderes de la primera o la segunda revolución industrial. Una evidencia poco concluyente Aunque se necesita un mayor número de estudios empíricos que contrasten esta hipótesis teórica, la impresión general que se extrae del estado actual de la cuestión es que la tercera revolución industrial no ha supuesto una tendencia clara hacia la desmaterialización de la economía o hacia una reducción del impacto ambiental de ésta última. Para empezar, ni siquiera está claro que el sector servicios haya ganado tanto peso dentro de las economías desarrolladas como en ocasiones se sugiere. A partir de datos extraídos de la economía sueca en las décadas finales del siglo XX (en un ejercicio probablemente extrapolable al resto de economías desarrolladas), la historiadora económica Astrid Kander ha encontrado que el aparente dominio del sector servicios no refleja un dominio del mismo en términos de crecimiento de su producción real, sino sobre todo una mejora de sus términos de intercambio intersectoriales. Los términos de intercambio intersectoriales reflejan el precio de los bienes de un sector (en este caso, el sector servicios) en relación al precio del resto de bienes producidos en la economía (sectores primario y secundario). Trabajos teóricos han mostrado que los términos de intercambio del sector servicios pueden mejorar como consecuencia de las peculiares características del mismo: mientras la industria tiende a registrar un crecimiento sostenido de la productividad, basado en cambio tecnológico y conducente a descensos de los precios de los bienes industriales, los servicios experimentan un crecimiento de la productividad inferior, ya que, por su propia naturaleza, muchos de ellos (educación, sanidad) no son susceptibles de un cambio tecnológico tan acentuado y son intensivos en mano de obra. En estas condiciones, el ascenso del sector servicios en las economías desarrolladas es probablemente menos fulgurante de lo que aparenta, ya que en parte es una ilusión estadística derivada de la evolución de los términos de intercambio intersectoriales.
A continuación, no está claro que estas economías desarrolladas estén desmaterializándose. Como ha mostrado el economista ecológico Óscar Carpintero, los requerimientos totales de materiales de la economía española no han dejado de aumentar a lo largo del periodo 1955-2000 (Cuadro 2). Es decir, los requerimientos totales de materiales no sólo crecieron durante las dos primeras décadas del periodo (cuando España 9 registró la culminación de su industrialización sobre la base del ciclo tecnológico de la segunda revolución industrial), sino también más adelante, conforme los servicios pasaban a representar la mayor parte del empleo y el PIB del país. Cuadro 2. Evolución de los inputs directos utilizados por la economía española, 1955-2000 1955 1975 1991 2000 Miles de toneladas 111.836 340.804 502.049 673.379 Toneladas per cápita 3,9 9,6 12,9 16,6 Fuente: Carpintero (2003A), p. 34. Gráfico 4. Evolución de las emisiones atmosféricas en España, 1980-2001 (1980 = 100) Fuente: Roca y Padilla (2003), p. 77. La evidencia disponible sobre emisiones de contaminantes atmosféricos es más ambigua. Las emisiones de algunos gases contaminantes, como el dióxido de carbono, aumentaron de manera sostenida en España entre 1980 y 2002 (Gráfico 4). (Es preciso insistir en que éste se corresponde ya con un periodo de clara “terciarización” de la economía española.) Ello se debió a las emisiones realizadas por sectores que, como la producción de electricidad y el transporte, desempeñaban un 10 papel clave en el funcionamiento de la economía española. En cambio, en otros países, como Suecia, donde se aplicaron de manera más temprana políticas encaminadas a reducir el impacto ambiental de las producciones industriales, el resultado ha sido un claro descenso de las emisiones de gases contaminantes desde la década de 1970. También otras economías altamente desarrolladas, como Estados Unidos o el Reino Unido, lograron en las décadas finales del siglo XX reducir sus niveles generales de emisión de gases contaminantes (Gráficos 5 y 6). Incluso en España encontramos una reducción reciente de algunos gases contaminantes: no dióxido de carbono, pero sí, por ejemplo, dióxido de azufre (Cuadro 3). Gráfico 5. Emisiones de contaminantes atmosféricos en Estados Unidos Fuente: Baumol y Oates (1995), p. 455. La evidencia es, por lo tanto, ambigua y deben evitarse las conclusiones tajantes. 11 Cuadro 3. Las emisiones de dióxido de azufre por sectores en España 1990 Miles de Tm. % sobre total 2001 Miles de Tm. % sobre total % variación Producción y transformación de energía 1.607 74 1.034 73 –36 Combustión industrial 341 16 238 17 –30 Otros 234 11 154 11 –34 Total 2.182 100 1.425 100 –35 Fuente: Roca y Padilla (2003), p. 80. Gráfico 6. Las emisiones y el grado de concentración de contaminantes atmosféricos en Reino Unido Fuente: Elsom (1995), p. 481. 12 Desmaterialización relativa y “efecto rebote” La evidencia disponible sugiere que, en el mejor de los casos, las economías desarrolladas tienden a presentar una tendencia hacia la desmaterialización relativa, esto es, una reducción de la cantidad de materiales necesaria para lograr una unidad adicional de PIB. En economías en vías de desarrollo pero con rápido crecimiento en la actualidad (como China), es probable que ni siquiera se haya registrado esta tendencia hacia la desmaterialización relativa. En cualquier caso, la variable clave en términos de política económica es la desmaterialización en términos absolutos, ya que no resulta tranquilizador saber que cada unidad de PIB se logra con un impacto ambiental menor si, en realidad, el PIB crece tan deprisa que el impacto ambiental total crece sostenidamente a lo largo del tiempo. En parte con objeto de ilustrar este extremo, los economistas ecológicos hablan de “efecto rebote”: los servicios y las nuevas tecnologías pueden, en principio, crear las condiciones para un desarrollo más limpio y respetuoso con el medio ambiente, al reducir los requerimientos de recursos ambientales por unidad de PIB. Sin embargo, estos servicios y nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, en la medida en que estimulan el crecimiento del conjunto de la economía, favorecen una expansión de la demanda de recursos ambientales en términos absolutos. Por ejemplo, la informática permite que se use menos papel (ya que es posible transmitir y asimilar información directamente desde la pantalla); es probable, además, que un trabajador administrativo equipado con ordenador y conexión a Internet utilice menos papel por cada operación realizada que un trabajador administrativo del pasado. Sin embargo, el trabajador administrativo del presente tiende a utilizar una cantidad total de papel superior porque la escala de su actividad (el número total de operaciones realizadas) es muy superior. Hay un efecto rebote: los mismos cambios tecnológicos que caeteris paribus favorecerían la reducción de los requerimientos materiales abren unas posibilidades de expansión económica que terminan creando nuevos requerimientos de materiales. Además, en ocasiones, las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones pueden ir asociadas a formas de organización empresarial que, paradójicamente, generen impactos ambientales superiores. Un estudio comparativo del supermercado tradicional y una empresa de abastecimiento por Internet en Estados Unidos en torno al año 2000 revela que ésta última generó un impacto ambiental superior para abastecer a un número semejante de hogares. Ello se debía a que sus costes energéticos de 13 embalaje y empaquetado por unidad de producto eran superiores (al usarse frecuentemente servicios de “correo exprés” para cantidades pequeñas) y a que la empresa de comercio electrónico utilizaba un eficaz pero complejo sistema de distribución basado en el suministro desde un centro a subestaciones intermedias que, a su vez, abastecían a los hogares (Cuadro 4). Cuadro 4. Comparación de costes ambientales del sistema tradicional (supermercado) y el comercio electrónico (cifras de la empresa Webvan), circa 2000 Supermercado Webvan Diferencia Número de hogares abastecidos 10.000 10.000 Distancia media de la ruta completa (millas) 5 62 +57 Número de viajes al mes 8 4 –4 Porcentaje de la ruta dedicada a las compras 25 100 +75 Distancia total recorrida al mes (millas) 100.000 97.600 –2.400 Combustible utilizado (galones) 3.994 6.177 +2.183 Emisiones de CO2 340.000 10.022.300 +9.682.300 Emisiones de partículas 8.000 387.960 +379.960 Fuente: Carpintero (2003B), p. 69. Tras la industrialización y el desarrollo: las políticas contra el deterioro ambiental La obtención de altos niveles de bienestar como consecuencia de la industrialización ha favorecido, en la mayor parte de países desarrollados, cambios ideológicos y políticos en torno a la cuestión ambiental. Mientras que, en sociedades con bajos niveles de vida, el deterioro ambiental es un tema secundario en relación a las estrategias para el desarrollo económico, la obtención de niveles de vida elevados va acompañada de la aparición de nuevas mentalidades más sensibles a la cuestión ambiental. Estos nuevos vientos pueden incluso traducirse en la aparición de nuevos movimientos 14 sociales, como los grupos ecologistas, y nuevos partidos políticos, como los partidos “verdes”. Tres casos de contaminación atmosférica Para profundizar en el análisis de estas respuestas sociales y políticas al deterioro ambiental, comparemos en perspectiva histórica tres zonas industriales: la cuenca del Ruhr en Alemania, Japón y el llamado “Triángulo Sulfúrico” que comprendía focos industriales en tres países limítrofes del antiguo bloque soviético (República Democrática Alemana, Polonia y Checoslovaquia). Los tres casos se caracterizaron por una creciente intensidad industrial durante los dos primeros tercios del siglo XX. El carbón, el hierro y el acero se encontraban en buena medida en la base de estos complejos industriales. Se trató así de industrializaciones muy exigentes en términos energéticos, que utilizaban grandes cantidades de combustible fósil por unidad de producto. En torno a 1960, los niveles de contaminación atmosférica habían llegado a ser preocupantes en las tres zonas. Las continuas emisiones de humo y dióxido de azufre tenían un fuerte efecto ambiental, llegando a causar problemas de salud a las poblaciones locales. (De hecho, algunas estimaciones han sugerido que la tasa de mortalidad fue en estas regiones algo superior a lo que lo habría sido en ausencia de contaminación atmosférica.) Durante varias décadas, éste fue el precio a pagar por economías regionales dinámicas en las que se creaban puestos de trabajo y se alcanzaban altos niveles de vida. A partir de 1960, sin embargo, una sociedad cada vez más próspera se preguntaba si no se trataba de un precio demasiado alto. Comparando las respuestas locales a la contaminación La respuesta dada por estas tres zonas al problema ambiental dependió de sus características políticas. En Japón y en Alemania existían gobiernos locales que debían responder ante sus ciudadanos y, por ello, conforme la presión de los grupos ecologistas y otros grupos sociales preocupados por la cuestión ambiental se hizo más intensa, los gobiernos buscaron soluciones políticas. En Japón, el buen entendimiento entre elites empresariales, funcionarios de la administración y asesores académicos generó entre 1965 y 1985 lo que algunos autores han denominado “el 15 milagro medioambiental japonés”: una sustancial reducción de los niveles de contaminación sin detener por ello la máquina del crecimiento económico. En el Triángulo Sulfúrico, en cambio, el carácter autoritario y centralizado del sistema político bloqueó la capacidad de respuesta ante el problema ambiental. En nombre del progreso de la industrialización y del prestigio nacional, las empresas de la región continuaron generando elevados niveles de contaminación atmosférica de acuerdo con los planes de producción diseñados por el Estado. Mientras la cercana región alemana del Ruhr logró reducir sus niveles de contaminación a partir de 1970, el Triángulo Sulfúrico continuó registrando altos niveles hasta el colapso del sistema comunista en torno a 1990. El problema de la capa de ozono Algunos importantes problemas ambientales requieren soluciones políticas más complejas porque tienen un carácter transfronterizo. Se necesitan en esos casos acuerdos multilaterales en virtud de los cuales todos los países se comprometan a dejar de generar impactos ambientales negativos. (En ausencia de estos acuerdos, los países que continuaran generando impacto ambiental negativo podrían aprovecharse de la mayor concienciación ambiental de los países que sí decidieran reducir su impacto.) El caso de la capa de ozono ilustra que este tipo de acuerdo es posible. En lo alto de la estratosfera, la luz solar y el oxígeno reaccionan formando ozono, que absorbe el 99 por ciento de la radiación ultravioleta que penetra en la atmósfera y, por tanto, cumple una función crucial a la hora de proteger la vida sobre la Tierra. Esta capa de ozono se ha visto crecientemente amenazada durante la segunda mitad del siglo XX como consecuencia de la emisión de clorofluorocarburos (CFC), que en su momento constituyeron un gran paso adelante para la industria química debido a su gran estabilidad y su ausencia de reacción ante casi cualquier otra sustancia. Sin embargo, esto, que era una virtud para el mundo empresarial, terminó poniendo en jaque al medio ambiente, ya que, una vez en la estratosfera, la radiación ultravioleta directa descomponía los CFC liberando agentes que rompían a su vez las moléculas de ozono. A partir de 1985, la comunidad internacional tomó conciencia de este serio problema y un gran número de países acordaron prohibir el uso de CFC antes de finales de la década. Aún con todo, los CFC son tan estables y se mantienen 16 durante tan largo tiempo en la atmósfera que los CFC emitidos en el pasado continuarán destruyendo ozono hasta finales del siglo XXI. Otros problemas, como la lluvia ácida o el efecto invernadero, muestran las dificultades que pueden surgir para generar soluciones políticas a problemas transfronterizos. La combustión de carbón y la circulación de automóviles (con la consiguiente combustión de derivados del petróleo) generaron a lo largo del siglo XX emisiones de óxido de azufre y óxido de nitrógeno. A diferencia de la mayoría de contaminantes, estas emisiones permanecen en la atmósfera el tiempo suficiente para desplazarse miles de kilómetros. La resultante lluvia ácida hacía que ciertas zonas vieran su flora, su fauna y sus suelos amenazados por los efectos ambientales de una industrialización que, en realidad, estaba teniendo lugar en otras partes. (Ya en la década de 1960, científicos escandinavos detectaron este problema en los ríos y lagos del sur de Suecia y Noruega como consecuencia de la lluvia ácida generada por las industrias británicas.) Por su parte, el efecto invernadero consiste en el aumento de la concentración de los llamados “gases de invernadero” (en especial, dióxido de carbono y metano) en la atmósfera. Los gases de invernadero son importantes porque favorecen que la Tierra no sea un lugar gélido (al estilo de Marte), pero su creciente concentración puede estar generando un proceso de calentamiento global. Es difícil contrastar esta hipótesis porque el cambio climático sólo puede observarse en el muy largo plazo y carecemos de series estadísticas tan largas. Sin embargo, la mayoría de los expertos auguran para el siglo XXI aumentos en la temperatura media del orden de 1 a 5 grados centígrados. Las consecuencias para la actividad agropecuaria, la conservación de la biodiversidad o la propia salud humana pueden ser importantes. Desde finales del siglo XX, cuando comenzó a tomarse conciencia de estos dos problemas, la comunidad internacional ha avanzado de manera lenta en la adopción de respuestas coordinadas. Muchas economías han encontrado complicado sacrificar, aunque fuera parcialmente, pilares como la combustión de carbón o la circulación (y fabricación) de vehículos. El mismo proceso político que, a nivel local, puede permitir que las demandas ambientales de la población se traduzcan en soluciones políticas a problemas ambientales locales (como en el Ruhr o en Japón) puede hacer 17 que, en un contexto de problemas ambientales transfronterizos, algunos países, ante la presión de grupos empresariales y trabajadores de sectores económicos clave, dificulten el avance de la cooperación internacional. Los distintos protocolos en torno a la lluvia ácida proporcionan un ejemplo, como también lo hace la negativa de Estados Unidos a firmar el protocolo de Kyoto de 1997, por el cual se pretendía fijar compromisos para frenar el efecto invernadero. A ello se une el hecho de que continúa librándose un debate científico importante en torno a la lluvia ácida y al calentamiento global, de tal modo que algunas voces reclaman no tomar medidas drásticas a escala mundial mientras no exista un mayor consenso dentro de la propia comunidad científica.
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