INTELIGENCIA Y PESO DEL CEREBRO
Los seres humanos tenemos grandes cerebros, con un volumen en el adulto de aproximadamente 1.350 cm3, un peso de 1.500 g y conteniendo cerca de 20 billones de neuronas.
Durante mucho tiempo pensamos que el tamaño del cerebro estaba en proporción directa con la inteligencia .
Un cerebro de mayor tamaño posee ciertamente más neuronas, pero la cantidad de neuronas no define la inteligencia de un organismo. Tomemos por ejemplo el elefante: el tamaño de su cerebro es visiblemente más grande que el del ser humano, sin embargo no se le considera por ello más inteligente, aunque sí inteligente.
Por otra parte el tamaño del del cráneo de ciertos animales, era evidentemente mayor que el del hombre. Pero su rendimiento intelectual ni siguiera se parecían.
Un equipo de investigadores dirigido por el científico Jakob Pietschnig, de la Universidad de Viena, ha llevado a cabo un estudio en el que han observado 800 cerebros diferentes. Tras realizar una serie de pruebas, han llegado a la conclusión de que la inteligencia no está relacionada con el tamaño del cerebro, sino con la organización de este.
Y que el tamaño del cerebro y la inteligencia humana no van de la mano, según la agencia ‘Metronews’.
Un equipo de investigadores observó 800 cerebros diferentes para llevar a cabo su estudio. Utilizaron métodos no invasivos del cerebro, a través de resonancias magnéticas, y consultaron más de 80 estudios acerca del tema..
El resultado de la investigación, que se puede consultar en ‘ScienceDirect’, aclara que las personas que tenían un cerebro de mayor tamaño tienen una inteligencia por debajo de la media.
Al comparar el cerebro humano con el de otros mamíferos, se llega a la conclusión de que las capacidades intelectuales no son proporcionales al tamaño del cerebro. Un elefante tiene un cerebro que pesa alrededor de 5 kilos, en comparación con el de un hombre que pesa una media 1,35 kilos o el de un cachalote que pesa 9 kilos, sin embargo el humano es el que mayor inteligencia posee.
La idea que asegura que los hombres son más inteligentes, es errónea. aunque el tamaño del cerebro masculino es superior al de las mujeres, sus capacidades intelectuales divergen en ambos géneros
El tamaño no es lo que importa, es tan sólo un detalle, lo importante es la organización del cerebro. «la disposición de la corteza, el mesencéfalo y el cerebelo, así como la conexión correcta de la sustancia blanca y la sustancia gris», son responsables de la inteligencia .
Tras la muerte de Albert Einstein en 1955, varios médicos examinaron su cerebro y encontraron que era más pequeño que la media. Sin embargo, su cerebro tenía una organización más compleja, especialmente en las zonas dedicadas al razonamiento. Las versiones sobre la anatomía y fisiología del cerebro Einstein son varias y no suelen coincidir. Debido a que se cometió un fraude al robar el cerebro de este sabio sin permiso de la familia y estudiando muchos años después, en la actualidad no se tiene idea clara de si el cerebro de Einstein era de verdad distinto a los demás.
e contenido ha sido desarrollado por UE Studio, firma creativa
El funcionamiento del cerebro sigue siendo uno de los sistemas más complejos del universo. Y comprenderlo en su totalidad continúa siendo una tarea imposible, aunque es evidente que existen ya muchas razones científicas que nos acercan a comprender mejor cómo actúa este órgano, que es el eje central de nuestro sistema nervioso.
Una de las premisas de las que se había partido, con controversia incluida, era la relación entre capacidad intelectual y tamaño del cerebro. De nuevo un estudio realizado por la Universidad de Viena, y publicado en Neuroscience & Biobahavioral Reviews, reveló que tener un cerebro más grande no implica una mayor inteligencia, ya que depende de otros factores decisivos, como la conexión óptima entre la materia blanca y la materia gris. Y aunque si bien es cierto que durante el pasado siglo, gracias a múltiples factores como la mejora del perfil nutricional, el tamaño del cerebro ha aumentado tanto en hombres como en mujeres no hay una correlación simple entre estos dos factores, tal y como afirmó el neurocientífico Karl Zilles en el último simposio sobre neurociencia. Eso sí, el especialista también apuntó que las probabilidad de que las personas con un cerebro mayor sean más inteligentes es mayor que las que cuentan con un cerebro de menor tamaño.
El desarrollo del cerebro sucede desde la formación del feto hasta bien entrada la adolescencia, transcurso en el que varias funciones cerebrales llegan a su pico de desarrollo, cada una con su periodo particular de duración.
Las funciones cerebrales se desarrollan con cierta independencia unas de otras pero al mismo tiempo en conjunción.
La función cognitiva, centrada en la visión y la audición, presenta un crecimiento acelerado, comenzando desde antes del nacimiento y llegando a su punto más alto a los pocos meses de nacer. Las capacidades relacionadas con el lenguaje llegan a su pico de desarrollo a los 9 meses y continúan desarrollándose hasta los 4 años. En cambio, el desarrollo completo de las funciones cognitivas superiores, como la atención, la memoria o el pensamiento consciente, puede prolongarse hasta bien entrada la adolescencia.
Los primeros años de vida son clave en el desarrollo de un niño, por ello su alimentación, es fundamental ya que un déficit nutricional podría desencadenar ciertos problemas de desarrollo, también a nivel de cerebral.
Algunos autores en España comunican que, nuestros niños presentan carencias en nutrientes claves para su desarrollo durante los primeros años de vida, como el omega-3, yodo, hierro o vitamina D.
Pero todo esto deja de ser problemático y tan dudoso como el resto de los factores que tenemos en cuenta. Para solventarlo, debemos intentar mejorar la dieta de los niños, tratando de aumentar el consumo de alimentos ricos en omega-3, como el pescado azul.
Hoy día existen también otras alternativas que pueden ser de utilidad, como las leches enriquecidas en omega-3, además de vitaminas (vitamina D, vitaminas del grupo B, etc…) y minerales (calcio, hierro, etc…) que también son importantes para el crecimiento y desarrollo del niño.
Para entender hasta qué punto una ingesta adecuada puede influir en el desarrollo del cerebro durante los primeros años de vida los investigadores están analizando el impacto del consumo de un nivel de omega-3 DHA adecuado, el ácido graso más abundante en el cerebro. Las evidencias científicas muestran que es clave para el desarrollo del cerebro y de la función visual durante los primeros años de vida. Además hay resultados prometedores sobre el impacto del omega-3 DHA en el desarrollo cognitivo. Aunque los resultados son todavía controvertidos este ácido graso podría ayudar a mejorar la inteligencia no verbal, la ortografía y lectura, la comprensión oral ola memoria. Además, hay algunos estudios que apuntan que también podría tener consecuencias positivas a nivel de desarrollo social y emocional.
Por lo tanto, llegar a los niveles adecuados tanto de omega-3 DHA, como de otros nutrientes como el hierro (con influencia probada en el desarrollo de las funciones cognitivas) es vital para una correcta formación, estructura y funcionamiento del cerebro.
Dada la publicidad que en nuestros días tienen los factores externos, es necesario ser cuidadosos a la hora de dogmatizar ciertas afirmaciones. Lo que si es cierto, es que el patron de enfermedades ha cambiado desde la revolución industrial y que factores microbianos, cambio de la microbiota y factores tóxicos y ambientales, que actúan conjuntamente son fundamentales en maduración del sistema nerviosos y de nuestra biología en general. Y antes de afirmar un axioma, hay que repensarlo, y someterlo a otros criterios y metaanálisis.
¿Dónde reside la inteligencia?. A lo largo de la historia de la humanidad infinidad de investigadores han tratado de dar respuesta a esta incógnita sin, lamentablemente, demasiado éxito. Tampoco se ha encontrado una respuesta satisfactoria a lo que origina que una persona sea más inteligente que otra. Algunos científicos pensaban que el tamaño de ciertas áreas del cerebro (incluso el de dicho órgano) era la solución a la ecuación; otros, sin embargo, creían que la clave radicaba en el número de neuronas.
En la actualidad, parece que está claro que ni una cosa ni la otra, en esencia, explicarían el origen de la inteligencia del ser humano. Durante mucho tiempo se intentó categorizar: ‘tener más neuronas es mejor’, ‘tener más conexiones es mejor’… Pero, posteriormente, se ha demostrado, por ejemplo, que el cerebro de Einstein, al menos lo poco que se sabe de él, no tenía más neuronas que los demás.
“De hecho, algunos trabajos mostraron que tenía una mayor proporción de glía por neurona que en los individuos normales . La glía se ubica alrededor de las neuronas proporcionándoles soporte estructural y metabólico y el cerebro de Einstein en algunas regiones de la corteza cerebral tenía una mayor proporción de glial por neurona que el resto de las personas normales. En términos cuantitativos, es muy difícil establecer una causa-consecuencia en número de conexiones neuronales …”,).
Para empezar, ya plantea serias dificultades encontrar una definición de inteligencia que se ajuste al término en toda su amplitud. Si tomamos la definición del diccionario, la inteligencia vendría a ser la capacidad de entender, asimilar, y elaborar la información y utilizarla para resolver problemas. “En realidad, es como no decir nada”, señala Dierssen, “porque esa definición está compuesta de muchas funciones subyacentes: la memoria, la capacidad de abstracción, la capacidad de síntesis, etc.”.
El concepto, incluso, tiene una vertiente cultural innegable, lo que vendría a complicar más la cuestión en lo referente a definir el fenómeno con exactitud. Los científicos, hablan de inteligencias múltiples. “Esta teoría viene a decir que cada proceso puede ser diferente, puede estar sujeto a una variabilidad individual que seguramente depende de una variabilidad genómica”, recuerda Dierssen. Eso significa que hay personas que, por ejemplo, pueden ser más hábiles para escribir, pero puede haber otras con más aptitudes para la música, o para la pintura, o para la arquitectura…
Para ejecutar dichas tareas, además, entrarían en funcionamiento no una, sino varias áreas cerebrales casi al unísono. “La inteligencia no reside en una parte concreta de nuestro cerebro, sino que es una función que requiere de una abstracción bastante general”,. Para nosotros, por ejemplo, que trabajamos con modelos de alteraciones cognitivas, las regiones estrella de nuestros estudios son el hipocampo y la corteza cerebral. Eso no quiere decir que, cuando uno está realizando una tarea compleja, no requiera de la participación de muchas más regiones.
¿Dónde reside la inteligencia?
_“Cuando hablamos de tareas concretas (atención visual, memoria, toma de decisiones) sabemos, por múltiples trabajos realizados, que éstas van asociadas a la actividad de ciertas áreas del cerebro, de una red neuronal”,
Los avances en el campo de la _eurobiología permiten a los científicos estar cada día más cerca de obtener una respuesta definitiva
_
El cerebro humano todavía sigue siendo una gran incógnita (Propias)
JOSEP FITA
24/10/2012 00:10Actualizado a24/10/2012 09:21
¿Dónde reside la inteligencia? Esta es, sin duda, la pregunta del millón. A lo largo de la historia de la humanidad infinidad de investigadores han tratado de dar respuesta a esta incógnita sin, lamentablemente, demasiado éxito. Tampoco se ha encontrado una respuesta satisfactoria a lo que origina que una persona sea más inteligente que otra. Algunos científicos pensaban que el tamaño de ciertas áreas del cerebro (incluso el de dicho órgano) era la solución a la ecuación; otros, sin embargo, creían que la clave radicaba en el número de neuronas. Y así hasta el infinito.
A día de hoy, parece que está claro que ni una cosa ni la otra, en esencia, explicarían el origen de la inteligencia del ser humano. Durante mucho tiempo se intentó categorizar: ‘tener más neuronas es mejor’, ‘tener más conexiones es mejor’… Pero, posteriormente, se ha demostrado, por ejemplo, que el cerebro de Einstein, al menos lo poco que se sabe de él, no tenía más neuronas que los demás.
“De hecho, algunos trabajos mostraron que tenía menos neuronas que células gliales [éstas se ubican alrededor de las neuronas proporcionándoles soporte estructural y metabólico] en algunas regiones de la corteza cerebral comparado con personas normales. En términos cuantitativos, es muy difícil establecer una causa-consecuencia en número de neuronas, conexiones…”, explica a LaVanguardia.com Mara Dierssen, neurobióloga del Centro de Regulación Genómica de Barcelona (CRG).
Para empezar, ya plantea serias dificultades encontrar una definición de inteligencia que se ajuste al término en toda su amplitud. Si tomamos la definición del diccionario, la inteligencia vendría a ser la capacidad de entender, asimilar, y elaborar la información y utilizarla para resolver problemas. “En realidad, es como no decir nada”, señala Dierssen, “porque esa definición está compuesta de muchas funciones subyacentes: la memoria, la capacidad de abstracción, la capacidad de síntesis, etc.”.
El concepto, incluso, tiene una vertiente cultural innegable, lo que vendría a complicar más la cuestión en lo referente a definir el fenómeno con exactitud. “Para una persona que viva en un lugar remoto del planeta, quizás su inteligencia consista en saber cazar bien; pero esto, para un occidental, es algo bastante irrelevante”,.
Lo que parece encontrar cierto consenso entre los científicos es que ahora, más que de inteligencia, se debe hablar de inteligencias múltiples. “Esta teoría viene a decir que cada proceso puede ser diferente, puede estar sujeto a una variabilidad individual que seguramente depende de una variabilidad genómica”, recuerda Dierssen. Eso significa que hay personas que, por ejemplo, pueden ser más hábiles para escribir, pero puede haber otras con más aptitudes para la música, o para la pintura, o para la arquitectura…
Para ejecutar dichas tareas, además, entrarían en funcionamiento no una, sino varias áreas cerebrales casi al unísono. “La inteligencia no reside en una parte concreta de nuestro cerebro, sino que es una función que requiere de una abstracción bastante general. “Para tareas creativas, reclutamos un número muy elevado de áreas. Para los modelos de alteraciones cognitivas, las regiones estrella de nuestros estudios son el hipocampo y la corteza cerebral. Aunque cuando realizamos una tarea compleja, se requiere de la participación de muchas más regiones.
“Cuando hablamos de tareas concretas (atención visual, memoria, toma de decisiones) sabemos, a través de infinidad de trabajos realizados, que éstas van asociadas a la actividad de ciertas áreas del cerebro, de una red neuronal”, recuerda el director del Centro Cognición y Cerebro de la UPF. “Y esto pasa tanto en animales como en humanos. Dependiendo de la tarea, se activan redes totalmente diferentes a lo largo de todo el cerebro. Si son tareas de memoria se activa, generalmente, la parte frontal; si son tareas más visuales sería la parte posterior visual; si son de toma de decisiones suelen ser áreas más frontoparietales”, yo no sé cómo se eriza el turno parte está poniendo guarida de conocer el tiempo en parís, y que al grupo de ganó que se han uno llega a en el siglo noveno mar de los quiero amar sino que había pasado en el uno Blackburn o el umbral de nivel del mar negro y la causa Gray suelen graciosa por qué guapa y el dolor o dolor libro tenido ordenado en cada una de
¿Qué determina que una persona sea más inteligente que otra?
Sabemos que, hay unas vías intracelulares, redes moleculares, que cuando se activan producen una mejor consolidación de la información”, “Y de hecho se han creado ratones más inteligentes capaces de resolver mejor los laberintos”,.
Lss funciones cognitivas específicas suelen ser más relevantes en unas personas que en otras porque, esta persona tiene mejor atención visual que otra; por qué una persona tiene mejor memoria a corto plazo que otra; por qué una persona hace mejor una tarea de toma de decisiones que otra…) en general se pueden correlacionar con la actividad cerebral”, producida por la estructura cerebral subyacente. Es decir, ya sea por cuestiones genéticas o de entrenamiento, una persona ha podido desarrollar más una red, y las conexiones de dentro de dicha red, que otro individuo.
Es verdad que parte de las capacidades que posee un individuo vienen marcadas por los genes heredados. Pero no hay que menospreciar, ni mucho menos, lo que la inteligencia de una persona puede avanzar gracias al entrenamiento. El cerebro, y en concreto la corteza cerebral, está prácticamente por desarrollar cuando nacemos. Su desarrollo definitivo se va gestando gracias a los estímulos y la información que una persona va recibiendo paulatinamente del entorno. Es lo que los científicos identifican con el nombre de dependiente de actividad.
“Según la información que introduzcas en el sistema, éste modifica incluso su estructura. Cada vez que aprendemos algo , nuestro cambia su mapa de conexiones’. A la ejecución de este cambio se la llama plasticidad neuronal. Y y se puede favorecer mediante el entrenamiento.
Lo cual querría decir que no somos esclavos de la herencia genética que hayamos recibido. Pero tampoco quiere decir que nos beneficiemos de los genes heredados.
La influencia genética sobre las capacidades cognitivas no suele ser global, salvo en el caso de la discapacidad intelectual, e incluso en esos casos es más pronunciada en algunos dominios cognitivos. “De igual manera, la ventaja genética suele estar concentrada en un determinado dominio cognitivo. Hay gente que tiene muy buena memoria, hay gente que tiene muy buena capacidad de abstracción. Cada uno tiene sus habilidades, sus dominios de competencia.
Teniendo en cuenta que ahora hablamos más de inteligencias múltiples que no de un concepto global del término, quizás las herramientas convencionales de medición del intelecto de una persona no tengan actualmente mucha razón de ser. “El problema que presentan los test psicométricos para medir el coeficiente intelectual, o incluso algunos test neuropsicológicos, es que se basan en medidas excesivamente sustentadas en conocimiento adquirido.
Las personas con discapacidad intelectual, aunque tengan sus capacidades intelectuales muy bien conservadas, con frecuencia no son capaces de mostrarlo en los test porque éstos son demasiado dependientes del lenguaje, que es justamente el dominio que tienen menos desarrollado”,
Lo que más usan los científicos en la actualidad son baterías de pruebas neuropsicológicas que tienen como objetivo evitar o sortear esos elementos de confusión.
Los avances en el campo de la neurobiología permiten a los científicos estar cada día más cerca de obtener una respuesta definitiva a la pregunta: ¿dónde reside la inteligencia? Sabemos que parte es heredada, que parte viene dada por el entrenamiento del individuo y que, quizás, ciertas redes moleculares, tengan también algo que decir. Podríamos atrevernos a decir que la cuenta atrás para la detección definitiva del origen de la inteligencia humana ya ha empezado.
. “Y esto pasa tanto en animales como en humanos. Dependiendo de la tarea, se activan redes totalmente diferentes a lo largo de todo el cerebro. Si son tareas de memoria se activa, generalmente, la parte frontal; si son tareas más visuales sería la parte posterior visual; si son de toma de decisiones suelen ser áreas más frontoparietales. Pero lo que determina que una persona sea más inteligente que otra , la ciencia, de hoy, no tiene una respuesta clara al respecto. Lo que sí tiene son pistas. “En nuestros estudios, no sabemos qué hace a un ratón mejor. Sabemos que, a lo mejor, hay unas vías intracelulares, redes moleculares, que cuando se activan producen una mejor consolidación de la información”,. “Y de hecho se han creado ratones más inteligentes capaces de resolver mejor los laberintos”.
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En general, se puede correlacionar la actividad cerebral con la estructura subyacente. Es decir, ya sea por cuestiones genéticas o de entrenamiento, una persona ha podido desarrollar más una red, y las conexiones de dentro de dicha red, que otro individuo”,
Es verdad que parte de las capacidades que posee un individuo vienen marcadas por los genes heredados. Pero también una persona puede avanzar gracias al entrenamiento. El cerebro, y en concreto la corteza cerebral, está prácticamente por desarrollar cuando nacemos. Su desarrollo definitivo se va gestando gracias a los estímulos y la información que una persona va recibiendo paulatinamente del entorno. Es lo que los científicos identifican con el nombre de dependiente de actividad.
“La Dr.ª, Dierssen. afirmó con pocas dudas, que cada vez que aprendemos modificados muestra estructura cerebral
Tiene sentido cuantificar la inteligencia?
Teniendo en cuenta que ahora hablamos más de inteligencias múltiples que no de un concepto global del término, quizás las herramientas convencionales de medición del intelecto de una persona no tengan actualmente mucha razón de ser. “El problema que presentan los test psicométricos para medir el coeficiente intelectual, o incluso algunos test neuropsicológicos, es que se basan en medidas excesivamente sustentadas en conocimiento adquirido”.
“En los pacientes con discapacidad intelectual, aunque en personas con los dominios cognitivos muy bien conservados, no son capaces de mostrarlo en los test porque éstos son demasiado dependientes del lenguaje, que es justamente el dominio que tienen menos desarrollado “.
Lo que más usan los científicos en la actualidad son baterías de pruebas neuropsicológicas que tienen como objetivo evitar o sortear esos elementos de confusión.
Lo que parece evidente es que, cada vez más, los avances en el campo de la neurobiología permiten a los científicos estar cada día más cerca de obtener una respuesta definitiva a la pregunta: ¿dónde reside la inteligencia? Sabemos que parte es heredada, que parte viene dada por el entrenamiento del individuo y que, quizás, ciertas redes moleculares, como apuntaba Mara Dierssen, tengan también algo que decir. Lo que sí parece claro es que la cuenta atrás para la detección definitiva del origen de la inteligencia humana ya ha empezado.
La percepción e interpretación de lo que nos rodea ha sido la justificación o el referente para múltiples y equivocadas creencias o juicios que se emiten de los objetos, personas, o seres vivos que por su tamaño color textura, olor etc. no entran en los cánones de lo socialmente pertinente, o que esta fuera de las creencias de una comunidad, privilegiando un juicio equivocado sumando en ocasiones el aval de personajes considerados con autoridad moral o científica. Como el ilustre botánico y naturalista del siglo XVIII el conde de Buffon fue el autor de la obra “Historia Natural” asocia la condición climática de América al tamaño “reducido” de especies animales, ya que expresaba que la condición menos fuerte y generosa de la tierra de América propiciaba: “No solo especies que existen en pequeño número, sino que en general todos los animales allí son incomparablemente menores que aquellos del antiguo continente, y que no hay ninguno de ellos en América que se pueda comparar al elefante, al rinoceronte, al hipopótamo, al dromedario, a la jirafa, al búfalo, al león, al tigre, etc.”
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Otro ilustre científico Pierre Paul Broca quien estudió con dedicación el cerebro, descubrió uno de los principios más notables de su funcionamiento vinculados a la comunicación verbal que se realiza con el hemisferio izquierdo y actividades que realizan los hemisferios cerebrales, así por sus investigaciones sobre el lóbulo frontal izquierdo de la corteza cerebral se le conoce como área de Broca. Sin embargo una de sus creencias fue la importancia del tamaño del cerebro y su relación con la inteligencia humana. Para estudiarlo formó una importante colección de cerebros debidamente conservados en múltiples frascos que se encuentran en una sala del museo de L´Homme en París, entre las diferencias que pretendía encontrar era la superioridad de los hombres frente a las mujeres, y la de los blancos frente a las demás razas. Los estudios de la Universidad de Pennsylvania y otras instituciones prestigiadas han demostrado que el tamaño del cerebro no importa sino su contenido es decir la presencia de materia blanca y gris que permite diferentes habilidades. Los necesarios estudios sobre el cerebro son tan importantes como el remitir a evidencias científicas muchas de nuestras creencias empíricas.
Es un tema sobre el que aún no hay un consenso científico al 100%, pero los datos señalan que no hay una relación directa entre el tamaño del cerebro y la inteligencia. Ni siquiera entre el tamaño relativo del cerebro respecto al resto del cuerpo.
El funcionamiento del cerebro sigue siendo uno de los sistemas más complejos del universo. Y comprenderlo en su totalidad continúa siendo una tarea imposible, aunque es evidente que existen ya muchas razones científicas que nos acercan a comprender mejor cómo actúa este órgano, que es el eje central de nuestro sistema nervioso.
Una de las premisas de las que se había partido, con controversia incluida, era la relación entre capacidad intelectual y tamaño del cerebro. De nuevo un estudio realizado por la Universidad de Viena, y publicado en Neuroscience & Biobahavioral Reviews, reveló que tener un cerebro más grande no implica una mayor inteligencia, ya que depende de otros factores decisivos, como la conexión óptima entre la materia blanca y la materia gris. Y aunque si bien es cierto que durante el pasado siglo, gracias a múltiples factores como la mejora del perfil nutricional, el tamaño del cerebro ha aumentado tanto en hombres como en mujeres no hay una correlación simple entre estos dos factores, tal y como afirmó el neurocientífico Karl Zilles en el último simposio sobre neurociencia. Eso sí, el especialista también apuntó que las probabilidad de que las personas con un cerebro mayor sean más inteligentes es mayor que las que cuentan con un cerebro de menor tamaño.
El desarrollo del cerebro sucede desde la formación del feto hasta bien entrada la adolescencia, transcurso en el que varias funciones cerebrales llegan a su pico de desarrollo, cada una con su periodo particular de duración.
Las funciones cerebrales se desarrollan con cierta independencia unas de otras pero al mismo tiempo en conjunción.
La función cognitiva, centrada en la visión y la audición, presenta un crecimiento acelerado, comenzando desde antes del nacimiento y llegando a su punto más alto a los pocos meses de nacer. Las capacidades relacionadas con el lenguaje llegan a su pico de desarrollo a los 9 meses y continúan desarrollándose hasta los 4 años. En cambio, el desarrollo completo de las funciones cognitivas superiores, como la atención, la memoria o el pensamiento consciente, puede prolongarse hasta bien entrada la adolescencia.
Los primeros años de vida son clave en el desarrollo de un niño, por ello su alimentación, es fundamental ya que un déficit nutricional podría desencadenar ciertos problemas de desarrollo, también a nivel de cerebral.
Algunos autores en España comunican que, nuestros niños presentan carencias en nutrientes claves para su desarrollo durante los primeros años de vida, como el omega-3, yodo, hierro o vitamina D.
Pero todo esto deja de ser problemático y tan dudoso como el resto de los factores que tenemos en cuenta. Para solventarlo, debemos intentar mejorar la dieta de los niños, tratando de aumentar el consumo de alimentos ricos en omega-3, como el pescado azul.
Hoy día existen también otras alternativas que pueden ser de utilidad, como las leches enriquecidas en omega-3, además de vitaminas (vitamina D, vitaminas del grupo B, etc…) y minerales (calcio, hierro, etc…) que también son importantes para el crecimiento y desarrollo del niño.
Para entender hasta qué punto una ingesta adecuada puede influir en el desarrollo del cerebro durante los primeros años de vida los investigadores están analizando el impacto del consumo de un nivel de omega-3 DHA adecuado, el ácido graso más abundante en el cerebro. Las evidencias científicas muestran que es clave para el desarrollo del cerebro y de la función visual durante los primeros años de vida. Además hay resultados prometedores sobre el impacto del omega-3 DHA en el desarrollo cognitivo. Aunque los resultados son todavía controvertidos este ácido graso podría ayudar a mejorar la inteligencia no verbal, la ortografía y lectura, la comprensión oral ola memoria. Además, hay algunos estudios que apuntan que también podría tener consecuencias positivas a nivel de desarrollo social y emocional.
Por lo tanto, llegar a los niveles adecuados tanto de omega-3 DHA, como de otros nutrientes como el hierro (con influencia probada en el desarrollo de las funciones cognitivas) es vital para una correcta formación, estructura y funcionamiento del cerebro.
Dada la publicidad que en nuestros días tienen los factores externos, es necesario ser cuidadosos a la hora de dogmatizar ciertas afirmaciones. Lo que si es cierto, es que el patron de enfermedades ha cambiado desde la revolución industrial y que factores microbianos, cambio de la microbiota y factores tóxicos y ambientales, que actúan conjuntamente son fundamentales en maduración del sistema nerviosos y de nuestra biología en general. Y antes de afirmar un axioma, hay que repensarlo, y someterlo a otros criterios y metaanálisis.
¿Dónde reside la inteligencia?. A lo largo de la historia de la humanidad infinidad de investigadores han tratado de dar respuesta a esta incógnita sin, lamentablemente, demasiado éxito. Tampoco se ha encontrado una respuesta satisfactoria a lo que origina que una persona sea más inteligente que otra. Algunos científicos pensaban que el tamaño de ciertas áreas del cerebro (incluso el de dicho órgano) era la solución a la ecuación; otros, sin embargo, creían que la clave radicaba en el número de neuronas.
En la actualidad, parece que está claro que ni una cosa ni la otra, en esencia, explicarían el origen de la inteligencia del ser humano. Durante mucho tiempo se intentó categorizar: ‘tener más neuronas es mejor’, ‘tener más conexiones es mejor’… Pero, posteriormente, se ha demostrado, por ejemplo, que el cerebro de Einstein, al menos lo poco que se sabe de él, no tenía más neuronas que los demás.
“De hecho, algunos trabajos mostraron que tenía una mayor proporción de glía por neurona que en los individuos normales . La glía se ubica alrededor de las neuronas proporcionándoles soporte estructural y metabólico y el cerebro de Einstein en algunas regiones de la corteza cerebral tenía una mayor proporción de glial por neurona que el resto de las personas normales. En términos cuantitativos, es muy difícil establecer una causa-consecuencia en número de conexiones neuronales …”,).
Para empezar, ya plantea serias dificultades encontrar una definición de inteligencia que se ajuste al término en toda su amplitud. Si tomamos la definición del diccionario, la inteligencia vendría a ser la capacidad de entender, asimilar, y elaborar la información y utilizarla para resolver problemas. “En realidad, es como no decir nada”, señala Dierssen, “porque esa definición está compuesta de muchas funciones subyacentes: la memoria, la capacidad de abstracción, la capacidad de síntesis, etc.”.
El concepto, incluso, tiene una vertiente cultural innegable, lo que vendría a complicar más la cuestión en lo referente a definir el fenómeno con exactitud. Los científicos, hablan de inteligencias múltiples. “Esta teoría viene a decir que cada proceso puede ser diferente, puede estar sujeto a una variabilidad individual que seguramente depende de una variabilidad genómica”, recuerda Dierssen. Eso significa que hay personas que, por ejemplo, pueden ser más hábiles para escribir, pero puede haber otras con más aptitudes para la música, o para la pintura, o para la arquitectura…
Para ejecutar dichas tareas, además, entrarían en funcionamiento no una, sino varias áreas cerebrales casi al unísono. “La inteligencia no reside en una parte concreta de nuestro cerebro, sino que es una función que requiere de una abstracción bastante general”,. Para nosotros, por ejemplo, que trabajamos con modelos de alteraciones cognitivas, las regiones estrella de nuestros estudios son el hipocampo y la corteza cerebral. Eso no quiere decir que, cuando uno está realizando una tarea compleja, no requiera de la participación de muchas más regiones.
¿Dónde reside la inteligencia?
_“Cuando hablamos de tareas concretas (atención visual, memoria, toma de decisiones) sabemos, por múltiples trabajos realizados, que éstas van asociadas a la actividad de ciertas áreas del cerebro, de una red neuronal”,
Los avances en el campo de la _eurobiología permiten a los científicos estar cada día más cerca de obtener una respuesta definitiva
_
El cerebro humano todavía sigue siendo una gran incógnita (Propias)
JOSEP FITA
24/10/2012 00:10Actualizado a24/10/2012 09:21
¿Dónde reside la inteligencia? Esta es, sin duda, la pregunta del millón. A lo largo de la historia de la humanidad infinidad de investigadores han tratado de dar respuesta a esta incógnita sin, lamentablemente, demasiado éxito. Tampoco se ha encontrado una respuesta satisfactoria a lo que origina que una persona sea más inteligente que otra. Algunos científicos pensaban que el tamaño de ciertas áreas del cerebro (incluso el de dicho órgano) era la solución a la ecuación; otros, sin embargo, creían que la clave radicaba en el número de neuronas. Y así hasta el infinito.
A día de hoy, parece que está claro que ni una cosa ni la otra, en esencia, explicarían el origen de la inteligencia del ser humano. Durante mucho tiempo se intentó categorizar: ‘tener más neuronas es mejor’, ‘tener más conexiones es mejor’… Pero, posteriormente, se ha demostrado, por ejemplo, que el cerebro de Einstein, al menos lo poco que se sabe de él, no tenía más neuronas que los demás.
“De hecho, algunos trabajos mostraron que tenía menos neuronas que células gliales [éstas se ubican alrededor de las neuronas proporcionándoles soporte estructural y metabólico] en algunas regiones de la corteza cerebral comparado con personas normales. En términos cuantitativos, es muy difícil establecer una causa-consecuencia en número de neuronas, conexiones…”, explica a LaVanguardia.com Mara Dierssen, neurobióloga del Centro de Regulación Genómica de Barcelona (CRG).
Para empezar, ya plantea serias dificultades encontrar una definición de inteligencia que se ajuste al término en toda su amplitud. Si tomamos la definición del diccionario, la inteligencia vendría a ser la capacidad de entender, asimilar, y elaborar la información y utilizarla para resolver problemas. “En realidad, es como no decir nada”, señala Dierssen, “porque esa definición está compuesta de muchas funciones subyacentes: la memoria, la capacidad de abstracción, la capacidad de síntesis, etc.”.
El concepto, incluso, tiene una vertiente cultural innegable, lo que vendría a complicar más la cuestión en lo referente a definir el fenómeno con exactitud. “Para una persona que viva en un lugar remoto del planeta, quizás su inteligencia consista en saber cazar bien; pero esto, para un occidental, es algo bastante irrelevante”,.
Lo que parece encontrar cierto consenso entre los científicos es que ahora, más que de inteligencia, se debe hablar de inteligencias múltiples. “Esta teoría viene a decir que cada proceso puede ser diferente, puede estar sujeto a una variabilidad individual que seguramente depende de una variabilidad genómica”, recuerda Dierssen. Eso significa que hay personas que, por ejemplo, pueden ser más hábiles para escribir, pero puede haber otras con más aptitudes para la música, o para la pintura, o para la arquitectura…
Para ejecutar dichas tareas, además, entrarían en funcionamiento no una, sino varias áreas cerebrales casi al unísono. “La inteligencia no reside en una parte concreta de nuestro cerebro, sino que es una función que requiere de una abstracción bastante general. “Para tareas creativas, reclutamos un número muy elevado de áreas. Para los modelos de alteraciones cognitivas, las regiones estrella de nuestros estudios son el hipocampo y la corteza cerebral. Aunque cuando realizamos una tarea compleja, se requiere de la participación de muchas más regiones.
“Cuando hablamos de tareas concretas (atención visual, memoria, toma de decisiones) sabemos, a través de infinidad de trabajos realizados, que éstas van asociadas a la actividad de ciertas áreas del cerebro, de una red neuronal”, recuerda el director del Centro Cognición y Cerebro de la UPF. “Y esto pasa tanto en animales como en humanos. Dependiendo de la tarea, se activan redes totalmente diferentes a lo largo de todo el cerebro. Si son tareas de memoria se activa, generalmente, la parte frontal; si son tareas más visuales sería la parte posterior visual; si son de toma de decisiones suelen ser áreas más frontoparietales”, yo no sé cómo se eriza el turno parte está poniendo guarida de conocer el tiempo en parís, y que al grupo de ganó que se han uno llega a en el siglo noveno mar de los quiero amar sino que había pasado en el uno Blackburn o el umbral de nivel del mar negro y la causa Gray suelen graciosa por qué guapa y el dolor o dolor libro tenido ordenado en cada una de
¿Qué determina que una persona sea más inteligente que otra?
Sabemos que, hay unas vías intracelulares, redes moleculares, que cuando se activan producen una mejor consolidación de la información”, “Y de hecho se han creado ratones más inteligentes capaces de resolver mejor los laberintos”,.
Lss funciones cognitivas específicas suelen ser más relevantes en unas personas que en otras porque, esta persona tiene mejor atención visual que otra; por qué una persona tiene mejor memoria a corto plazo que otra; por qué una persona hace mejor una tarea de toma de decisiones que otra…) en general se pueden correlacionar con la actividad cerebral”, producida por la estructura cerebral subyacente. Es decir, ya sea por cuestiones genéticas o de entrenamiento, una persona ha podido desarrollar más una red, y las conexiones de dentro de dicha red, que otro individuo.
Es verdad que parte de las capacidades que posee un individuo vienen marcadas por los genes heredados. Pero no hay que menospreciar, ni mucho menos, lo que la inteligencia de una persona puede avanzar gracias al entrenamiento. El cerebro, y en concreto la corteza cerebral, está prácticamente por desarrollar cuando nacemos. Su desarrollo definitivo se va gestando gracias a los estímulos y la información que una persona va recibiendo paulatinamente del entorno. Es lo que los científicos identifican con el nombre de dependiente de actividad.
“Según la información que introduzcas en el sistema, éste modifica incluso su estructura. Cada vez que aprendemos algo , nuestro cambia su mapa de conexiones’. A la ejecución de este cambio se la llama plasticidad neuronal. Y y se puede favorecer mediante el entrenamiento.
Lo cual querría decir que no somos esclavos de la herencia genética que hayamos recibido. Pero tampoco quiere decir que nos beneficiemos de los genes heredados.
La influencia genética sobre las capacidades cognitivas no suele ser global, salvo en el caso de la discapacidad intelectual, e incluso en esos casos es más pronunciada en algunos dominios cognitivos. “De igual manera, la ventaja genética suele estar concentrada en un determinado dominio cognitivo. Hay gente que tiene muy buena memoria, hay gente que tiene muy buena capacidad de abstracción. Cada uno tiene sus habilidades, sus dominios de competencia.
Teniendo en cuenta que ahora hablamos más de inteligencias múltiples que no de un concepto global del término, quizás las herramientas convencionales de medición del intelecto de una persona no tengan actualmente mucha razón de ser. “El problema que presentan los test psicométricos para medir el coeficiente intelectual, o incluso algunos test neuropsicológicos, es que se basan en medidas excesivamente sustentadas en conocimiento adquirido.
Las personas con discapacidad intelectual, aunque tengan sus capacidades intelectuales muy bien conservadas, con frecuencia no son capaces de mostrarlo en los test porque éstos son demasiado dependientes del lenguaje, que es justamente el dominio que tienen menos desarrollado”,
Lo que más usan los científicos en la actualidad son baterías de pruebas neuropsicológicas que tienen como objetivo evitar o sortear esos elementos de confusión.
Los avances en el campo de la neurobiología permiten a los científicos estar cada día más cerca de obtener una respuesta definitiva a la pregunta: ¿dónde reside la inteligencia? Sabemos que parte es heredada, que parte viene dada por el entrenamiento del individuo y que, quizás, ciertas redes moleculares, , tengan también algo que decir. Podríamos atrevernos a decir que la cuenta atrás para la detección definitiva del origen de la inteligencia humana ya ha empezado.
. “Y esto pasa tanto en animales como en humanos. Dependiendo de la tarea, se activan redes totalmente diferentes a lo largo de todo el cerebro. Si son tareas de memoria se activa, generalmente, la parte frontal; si son tareas más visuales sería la parte posterior visual; si son de toma de decisiones suelen ser áreas más frontoparietales. Pero lo que determina que una persona sea más inteligente que otra , la ciencia, de hoy, no tiene una respuesta clara al respecto. Lo que sí tiene son pistas. “En nuestros estudios, no sabemos qué hace a un ratón mejor. Sabemos que, a lo mejor, hay unas vías intracelulares, redes moleculares, que cuando se activan producen una mejor consolidación de la información”,. “Y de hecho se han creado ratones más inteligentes capaces de resolver mejor laberintos”, añade la neurobióloga del CRG Mara Dierssen
En general, se puede correlacionar la actividad cerebral con la estructura subyacente. Es decir, ya sea por cuestiones genéticas o de entrenamiento, una persona ha podido desarrollar más una red, y las conexiones de dentro de dicha red, que otro individuo”,
Es verdad que parte de las capacidades que posee un individuo vienen marcadas por los genes heredados. Pero también una persona puede avanzar gracias al entrenamiento. El cerebro, y en concreto la corteza cerebral, está prácticamente por desarrollar cuando nacemos. Su desarrollo definitivo se va gestando gracias a los estímulos y la información que una persona va recibiendo paulatinamente del entorno. Es lo que los científicos identifican con el nombre de dependiente de actividad.
“La Dr.ª, la Dierssen. afirmó con pocas dudas es que cada vez que aprendemos modificados muestra estructura cerebral
Eso quiere decir que uno no está sentenciado (hablamos de casos que no sean extremos) por la herencia genética que haya recibido. Ni al contrario: uno no se tiene que sentir un privilegiado, en toda la extensión de la palabra, por los genes heredados.
Tiene sentido cuantificar la inteligencia?
Teniendo en cuenta que ahora hablamos más de inteligencias múltiples que no de un concepto global del término, quizás las herramientas convencionales de medición del intelecto de una persona no tengan actualmente mucha razón de ser. “El problema que presentan los test psicométricos para medir el coeficiente intelectual, o incluso algunos test neuropsicológicos, es que se basan en medidas excesivamente sustentadas en conocimiento adquirido”.
“En los pacientes con discapacidad intelectual, aunque estamos con personas con los dominios cognitivos muy bien conservados, pero que no son capaces de mostrarlo en los test porque éstos son demasiado dependientes del lenguaje, que es justamente el dominio que tienen menos desarrollado”, concluye.
Lo que más usan los científicos en la actualidad son baterías de pruebas neuropsicológicas que tienen como objetivo evitar o sortear esos elementos de confusión.
La respuesta definitiva, más cerca
Lo que parece evidente es que, cada vez más, los avances en el campo de la neurobiología permiten a los científicos estar cada día más cerca de obtener una respuesta definitiva a la pregunta: ¿dónde reside la inteligencia? Sabemos que parte es heredada, que parte viene dada por el entrenamiento del individuo y que, quizás, ciertas redes moleculares, como apuntaba Mara Dierssen, tengan también algo que decir. Lo que sí parece claro es que la cuenta atrás para la detección definitiva del origen de la inteligencia humana ya ha empezado.
La percepción e interpretación de lo que nos rodea ha sido la justificación o el referente para múltiples y equivocadas creencias o juicios que se emiten de los objetos, personas, o seres vivos que por su tamaño color textura, olor etc. no entran en los cánones de lo socialmente pertinente, o que esta fuera de las creencias de una comunidad, privilegiando un juicio equivocado sumando en ocasiones el aval de personajes considerados con autoridad moral o científica. Como el ilustre botánico y naturalista del siglo XVIII el conde de Buffon fue el autor de la obra “Historia Natural” asocia la condición climática de América al tamaño “reducido” de especies animales, ya que expresaba que la condición menos fuerte y generosa de la tierra de América propiciaba: “No solo especies que existen en pequeño número, sino que en general todos los animales allí son incomparablemente menores que aquellos del antiguo continente, y que no hay ninguno de ellos en América que se pueda comparar al elefante, al rinoceronte, al hipopótamo, al dromedario, a la jirafa, al búfalo, al león, al tigre, etc.”
Otro ilustre científico Pierre Paul Broca quien estudió con dedicación el cerebro, descubrió uno de los principios más notables de su funcionamiento vinculados a la comunicación verbal que se realiza con el hemisferio izquierdo y actividades que realizan los hemisferios cerebrales, así por sus investigaciones sobre el lóbulo frontal izquierdo de la corteza cerebral se le conoce como área de Broca. Sin embargo una de sus creencias fue la importancia del tamaño del cerebro y su relación con la inteligencia humana. Para estudiarlo formó una importante colección de cerebros debidamente conservados en múltiples frascos que se encuentran en una sala del museo de L´Homme en París, entre las diferencias que pretendía encontrar era la superioridad de los hombres frente a las mujeres, y la de los blancos frente a las demás razas. Los estudios de la Universidad de Pennsylvania y otras instituciones prestigiadas han demostrado que el tamaño del cerebro no importa sino su contenido es decir la presencia de materia blanca y gris que permite diferentes habilidades. Los necesarios estudios sobre el cerebro son tan importantes como el remitir a evidencias científicas muchas de nuestras creencias empíricas.
Es un tema sobre el que aún no hay un consenso científico al 100%, pero los datos señalan que no hay una relación directa entre el tamaño del cerebro y la inteligencia. Ni siquiera entre el tamaño relativo del cerebro respecto al resto del cuerpo.
Biografía,
El cerebro humano todavía sigue siendo una gran incógnita