El blog del Dr. Enrique Rubio

Autor: Enrique Rubio (Página 79 de 141)

ENRIQUE RUBIO GARCIA
Jefe del Servicio de Neurocirugía Valle de Hebron
Profesor Titular de Neurocirugía
Academico de España, Portugal, European Society of Neurosurgery, Word Federation of Neurosurgery.
Investigador del I Carlos III
Veintidós tesis doctorales dirigidas
250 trabajos publicados
Presidente de la academia de Neurocirugía de Barcelona
Academico de Cadiz y Jerez de la Frontera
Acadenico de Honor de Andalucia y Cataluña
log enriquerubio.net

COVID-19

COVID-19

La inmunidad después de cualquier infección puede variar de total y para toda la vida o a ser casi inexistente.
Hasta ahora, sin embargo, solo se dispone de los primeros indicios de datos sobre la inmunidad al SARS-CoV-2, el coronavirus que causa la enfermedad COVID-19.
El médico danés Peter Panum se distinguió por descifrar esto en el caso del sarampión cuando visitó las islas Feroe (ubicadas entre Escocia e Islandia) durante un brote en 1846 y descubrió que los residentes mayores de 65 años que habían vivido el brote anterior en 1781 estaban protegidos.
La inmunidad a los coronavirus
Ocasionalmente un gran grupo de virus pasan de los animales huéspedes a los humanos: el SARS-CoV-2 es la tercera epidemia de coronavirus más importante que afecta a los humanos en los últimos tiempos, después del brote del Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SRAG) de 2002-2003 y el brote de Síndrome Respiratorio por Coronavirus del Oriente Medio (SROM), que comenzó en 2012.
Los coronavirus cada año causan infecciones respiratorias que van desde un resfriado común hasta la neumonía.
Se infectaron a dos grupos de voluntarios humanos con un coronavirus estacional y alrededor de un año después les inocularon el mismo virus o uno similar para observar si habían adquirido inmunidad.

En el primer estudio, los investigadores seleccionaron a dieciocho voluntarios que desarrollaron resfriados después de que se les inoculó una cepa de coronavirus en 1977 o 1978. A seis de los sujetos se les volvió a aplicar la prueba de tolerancia un año más tarde con la misma cepa, y ninguno se infectó, se cree que gracias a la protección adquirida con su respuesta inmune a la primera infección. Los otros doce voluntarios fueron expuestos a una cepa ligeramente diferente de coronavirus un año después y su protección fue solo parcial.

Segundo estudio en 1990, se inoculó a quince voluntarios con un coronavirus; diez se infectaron. Catorce regresaron para que se les inoculara la misma cepa un año después: mostraron síntomas menos graves y sus cuerpos replicaron menos el virus que después de la prueba de tolerancia inicial, en especial aquellos que habían mostrado una fuerte respuesta inmunitaria la primera vez.
No se han efectuado pruebas de tolerancia en humanos como esas para estudiar la inmunidad al SRAG ni al SROM. Sin embargo, las mediciones de anticuerpos en la sangre de las personas que han sobrevivido a esas infecciones indican que estas defensas persisten durante algún tiempo: dos años para el SRAG, y casi tres años para el SROM. Sin embargo, la capacidad neutralizadora de estos anticuerpos —una medida de lo bien que inhiben la replicación del virus— ya estaba disminuyendo durante los periodos de estudio.
Estos estudios forman la base para una estimación bien fundamentada de lo que podría pasar con los pacientes de la COVID-19.

Después de ser infectados con SARS-CoV-2, la mayoría de los individuos tendrán una respuesta inmune, algunos mejor que otros. La respuesta ofrecerá cierta protección a mediano plazo, por lo menos un año, y luego su eficacia podría disminuir.
Otras pruebas apoyan este modelo. Un reciente estudio arbitrado, dirigido por un equipo de la Universidad Erasmus, en los Países Bajos, publicó datos de doce pacientes que mostraban que habían desarrollado anticuerpos después de una infección con SARS-CoV-2. Análisis estadísticos de muchos casos de coronavirus estacionales en Estados Unidos con un modelo matemático para inferir que es probable tener inmunidad durante un año más o menos para los dos coronavirus estacionales más estrechamente relacionados con el SARS-CoV-2, lo cual puede ser un indicio de cómo podría comportarse también la inmunidad al SARS-CoV-2.
LA infección crea inmunidad en la mayoría o en todos los individuos y que la protección dura un año o más, entonces la infección de un número cada vez mayor de personas en una población determinada llevará a la acumulación de lo que se conoce como inmunidad de grupo. A medida que más y más personas se vuelven inmunes al virus, un individuo infectado tiene cada vez menos posibilidades de entrar en contacto con una persona susceptible de infección. Al final, la inmunidad de grupo se vuelve tan dominante que, en promedio, una persona infectada contagia a menos de una persona; en ese punto, el número de casos comienza a disminuir. Si la inmunidad de grupo está lo suficientemente extendida, entonces, incluso en ausencia de medidas diseñadas para frenar la transmisión, el virus puede contenerse, al menos hasta que la inmunidad disminuya o nazcan suficientes personas nuevas susceptibles de contraer la enfermedad.
Por el momento, los casos de la COVID-19 se han subestimado debido a las pruebas limitadas, tal vez por un factor de diez en algunos lugares, como Italia a finales del mes pasado. Si el subconteo es más o menos el mismo también en otros países, entonces la mayoría de la población del mundo (si no es que toda) todavía es susceptible a la infección, y la inmunidad de grupo es un fenómeno menor en este momento. El control del virus a largo plazo depende de que la mayoría de las personas se vuelvan inmunes, ya sea mediante la infección y la recuperación o mediante la vacunación; la magnitud de la mayoría depende de otros parámetros de la infección que aún desconocemos.
Una de las preocupaciones tiene que ver con la posibilidad de reinfección. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Corea del Sur informaron recientemente que 91 pacientes que se habían contagiado de SARS-CoV-2 y que luego dieron negativo para el virus salieron positivos en una prueba posterior. Si algunos de estos casos eran, en efecto, reinfecciones, pondrían en duda la fuerza de la inmunidad que los pacientes habían desarrollado.
Una posibilidad alternativa, que muchos científicos creen que es más probable, es que estos pacientes tuvieron un resultado de falso negativo en medio de una infección en curso, o que la infección había cedido provisionalmente y luego resurgió. Los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades de Corea del Sur está trabajando ahora para evaluar el mérito de todas estas explicaciones. Al igual que con otras enfermedades para las que puede ser difícil distinguir una nueva infección de un nuevo brote de una vieja infección, como es el caso de la tuberculosis, la cuestión podría resolverse comparando la secuencia del genoma viral del primer y segundo periodo de infección.
Por ahora, es razonable suponer que solo una minoría de la población mundial es inmune al SARS-CoV-2, incluso en las zonas más afectadas. ¿Cómo podría evolucionar este cuadro provisional a medida que se obtengan mejores datos? Los primeros indicios sugieren que podría cambiar en cualquier dirección.
Es posible que se hayan producido muchos más casos de la COVID-19 de los que se han notificado, incluso después de tener en cuenta las pruebas limitadas. Un estudio reciente (que aún no es examinado) indica que en lugar de, digamos, diez veces el número de casos detectados, Estados Unidos podría realmente tener más de cien o incluso mil veces la cifra oficial. Esta estimación es una inferencia indirecta de las correlaciones estadísticas. En emergencias, tales evaluaciones indirectas pueden ser una evidencia temprana de un hallazgo importante, o casualidades estadísticas. Pero si lo anterior es correcto, entonces la inmunidad de grupo al SARS-CoV-2 podría estar construyéndose más rápido de lo que indican las cifras comúnmente reportadas.
Por otra parte, otro estudio reciente (que tampoco ha sido examinado hasta ahora) indica que no todos los casos de infección pueden estar contribuyendo a la inmunidad de grupo. De 175 pacientes chinos con síntomas leves de la COVID-19, el 70 por ciento desarrolló fuertes respuestas de anticuerpos, pero cerca del 25 por ciento desarrolló una respuesta baja y cerca del 5 por ciento no desarrolló ninguna respuesta detectable. Dicho de otro modo, la enfermedad leve no siempre puede crear protección. De manera similar, será importante estudiar las respuestas inmunitarias de las personas con casos asintomáticos de infección por SARS-CoV-2 para determinar si los síntomas, y lo graves que sean, predicen si una persona se vuelve inmune.
El equilibrio entre estas incertidumbres se hará más claro cuando se realicen más estudios serológicos o análisis de sangre para detectar anticuerpos en un gran número de personas. Tales estudios apenas comienzan y deberían mostrar resultados pronto. Por supuesto, mucho dependerá de cuán sensibles y específicas sean las diversas pruebas: cuán bien detecten los anticuerpos del SARS-CoV-2 cuando estos estén presentes y si pueden evitar las señales espurias de los anticuerpos contra los virus relacionados.
Aún más difícil será entender lo que significa una respuesta inmunitaria para el riesgo de reinfección de un individuo y su contagio a otros. Basándose en los experimentos de los voluntarios con coronavirus estacionales y los estudios de la persistencia de los anticuerpos para el SRAG y el SROM, se podría esperar una fuerte respuesta inmunitaria al SARS-CoV-2 para protegerse completamente contra la reinfección y una más débil para protegerse contra la infección grave y así seguir frenando la propagación del virus.
No obstante, diseñar estudios epidemiológicos válidos para averiguar todo esto no es fácil: muchos científicos, incluidos varios equipos de los que formo parte, están trabajando en el tema en este momento. Una dificultad es que las personas con una infección previa pueden diferir de las personas que aún no se han infectado de muchas otras formas que podrían alterar su riesgo futuro de infección. Analizar el lugar que ocupa la exposición previa en otros factores de riesgo es un ejemplo del clásico problema que los epidemiólogos llaman “ la variable o factor de confusión”, y en la actualidad se vuelve más difícil debido a los rápidos cambios en las condiciones de la pandemia del SARS-CoV-2 que aún se está propagando.
Sin embargo, entenderlo lo más pronto posible es en extremo importante: no solo para calcular el alcance de la inmunidad de grupo, sino también para averiguar si algunas personas pueden reincorporarse a la sociedad de forma segura, sin volver a infectarse o servir de vector, y propagar el virus a los demás. Lo importante de este estudio es averiguar cuánto tiempo dura la protección.
La evidencia experimental y estadística indica que la infección por un coronavirus puede ofrecer algún grado de inmunidad contra coronavirus distintos pero relacionados. Aún no se sabe si algunas personas corren un riesgo mayor o menor de infección por el SARS-CoV-2 debido a un historial previo de exposición a coronavirus.
Y además está la cuestión de los factores que fortalecen la inmunoamplificación: a través de una variedad de mecanismos, la inmunidad a un coronavirus puede en algunos casos exacerbar una infección en lugar de prevenirla o mitigarla. Este fenómeno problemático se conoce mejor en otro grupo de virus, los flavivirus, y puede explicar por qué la administración de una vacuna contra el dengue —una infección por flavivirus— puede a veces empeorar la enfermedad.
Tales mecanismos todavía se están estudiando en el caso del coronavirus, pero la preocupación de que puedan estar en juego es uno de los obstáculos que ha frenado el desarrollo de las vacunas experimentales contra el SRAG y el SROM. La protección contra la inmunoamplificación también será uno de los mayores desafíos que enfrentan los científicos que tratan de desarrollar vacunas para la COVID-19. La buena noticia es que la investigación sobre los otros dos coronavirus ha comenzado a aclarar cómo funciona la inmunoamplificación, sugiriendo formas de evitarla, y se está llevando a cabo una extraordinaria gama de esfuerzos para encontrar una vacuna para la COVID-19, utilizando múltiples enfoques.
Se necesita más ciencia en casi todos los aspectos de este nuevo virus, pero en esta pandemia, como en las anteriores, se deben tomar decisiones con consecuencias muy importantes antes de que se disponga de datos definitivos. Dada esta urgencia, el método científico tradicional —formular hipótesis informadas y probarlas mediante experimentos y una cuidadosa epidemiología— es hiperacelerado. Dada la atención del público, ese trabajo está inusualmente en exhibición. En estas difíciles circunstancias, solo puedo esperar que este artículo muy pronto luzca desactualizado, ya que se descubra mucho más sobre el coronavirus de lo que se conoce ahora.
Marc Lipsitch (@mlipsitch) es profesor en los departamentos de Epidemiología e Inmunología y Enfermedades Infecciosas de la Escuela de Salud Pública T. H. Chan de la Universidad de Harvard, donde también dirige el Centro de Dinámica de Enfermedades Transmisibles. Credit…Santi Palacios/Associated Press…21 de abril de 2020

COVID-19

COVID-19

La inmunidad después de cualquier infección puede variar de total y para toda la vida o a ser casi inexistente.
Hasta ahora, sin embargo, solo se dispone de los primeros indicios de datos sobre la inmunidad al SARS-CoV-2, el coronavirus que causa la enfermedad COVID-19.
El médico danés Peter Panum se distinguió por descifrar esto en el caso del sarampión cuando visitó las islas Feroe (ubicadas entre Escocia e Islandia) durante un brote en 1846 y descubrió que los residentes mayores de 65 años que habían vivido el brote anterior en 1781 estaban protegidos.
La inmunidad a los coronavirus
Ocasionalmente un gran grupo de virus pasan de los animales huéspedes a los humanos: el SARS-CoV-2 es la tercera epidemia de coronavirus más importante que afecta a los humanos en los últimos tiempos, después del brote del Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SRAG) de 2002-2003 y el brote de Síndrome Respiratorio por Coronavirus del Oriente Medio (SROM), que comenzó en 2012.
Los coronavirus cada año causan infecciones respiratorias que van desde un resfriado común hasta la neumonía.
Se infectaron a dos grupos de voluntarios humanos con un coronavirus estacional y alrededor de un año después les inocularon el mismo virus o uno similar para observar si habían adquirido inmunidad.

En el primer estudio, los investigadores seleccionaron a dieciocho voluntarios que desarrollaron resfriados después de que se les inoculó una cepa de coronavirus en 1977 o 1978. A seis de los sujetos se les volvió a aplicar la prueba de tolerancia un año más tarde con la misma cepa, y ninguno se infectó, se cree que gracias a la protección adquirida con su respuesta inmune a la primera infección. Los otros doce voluntarios fueron expuestos a una cepa ligeramente diferente de coronavirus un año después y su protección fue solo parcial.

Segundo estudio en 1990, se inoculó a quince voluntarios con un coronavirus; diez se infectaron. Catorce regresaron para que se les inoculara la misma cepa un año después: mostraron síntomas menos graves y sus cuerpos replicaron menos el virus que después de la prueba de tolerancia inicial, en especial aquellos que habían mostrado una fuerte respuesta inmunitaria la primera vez.
No se han efectuado pruebas de tolerancia en humanos como esas para estudiar la inmunidad al SRAG ni al SROM. Sin embargo, las mediciones de anticuerpos en la sangre de las personas que han sobrevivido a esas infecciones indican que estas defensas persisten durante algún tiempo: dos años para el SRAG, y casi tres años para el SROM. Sin embargo, la capacidad neutralizadora de estos anticuerpos —una medida de lo bien que inhiben la replicación del virus— ya estaba disminuyendo durante los periodos de estudio.
Estos estudios forman la base para una estimación bien fundamentada de lo que podría pasar con los pacientes de la COVID-19.

Después de ser infectados con SARS-CoV-2, la mayoría de los individuos tendrán una respuesta inmune, algunos mejor que otros. La respuesta ofrecerá cierta protección a mediano plazo, por lo menos un año, y luego su eficacia podría disminuir.
Otras pruebas apoyan este modelo. Un reciente estudio arbitrado, dirigido por un equipo de la Universidad Erasmus, en los Países Bajos, publicó datos de doce pacientes que mostraban que habían desarrollado anticuerpos después de una infección con SARS-CoV-2. Análisis estadísticos de muchos casos de coronavirus estacionales en Estados Unidos con un modelo matemático para inferir que es probable tener inmunidad durante un año más o menos para los dos coronavirus estacionales más estrechamente relacionados con el SARS-CoV-2, lo cual puede ser un indicio de cómo podría comportarse también la inmunidad al SARS-CoV-2.
LA infección crea inmunidad en la mayoría o en todos los individuos y que la protección dura un año o más, entonces la infección de un número cada vez mayor de personas en una población determinada llevará a la acumulación de lo que se conoce como inmunidad de grupo. A medida que más y más personas se vuelven inmunes al virus, un individuo infectado tiene cada vez menos posibilidades de entrar en contacto con una persona susceptible de infección. Al final, la inmunidad de grupo se vuelve tan dominante que, en promedio, una persona infectada contagia a menos de una persona; en ese punto, el número de casos comienza a disminuir. Si la inmunidad de grupo está lo suficientemente extendida, entonces, incluso en ausencia de medidas diseñadas para frenar la transmisión, el virus puede contenerse, al menos hasta que la inmunidad disminuya o nazcan suficientes personas nuevas susceptibles de contraer la enfermedad.
Por el momento, los casos de la COVID-19 se han subestimado debido a las pruebas limitadas, tal vez por un factor de diez en algunos lugares, como Italia a finales del mes pasado. Si el subconteo es más o menos el mismo también en otros países, entonces la mayoría de la población del mundo (si no es que toda) todavía es susceptible a la infección, y la inmunidad de grupo es un fenómeno menor en este momento. El control del virus a largo plazo depende de que la mayoría de las personas se vuelvan inmunes, ya sea mediante la infección y la recuperación o mediante la vacunación; la magnitud de la mayoría depende de otros parámetros de la infección que aún desconocemos.
Una de las preocupaciones tiene que ver con la posibilidad de reinfección. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Corea del Sur informaron recientemente que 91 pacientes que se habían contagiado de SARS-CoV-2 y que luego dieron negativo para el virus salieron positivos en una prueba posterior. Si algunos de estos casos eran, en efecto, reinfecciones, pondrían en duda la fuerza de la inmunidad que los pacientes habían desarrollado.
Una posibilidad alternativa, que muchos científicos creen que es más probable, es que estos pacientes tuvieron un resultado de falso negativo en medio de una infección en curso, o que la infección había cedido provisionalmente y luego resurgió. Los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades de Corea del Sur está trabajando ahora para evaluar el mérito de todas estas explicaciones. Al igual que con otras enfermedades para las que puede ser difícil distinguir una nueva infección de un nuevo brote de una vieja infección, como es el caso de la tuberculosis, la cuestión podría resolverse comparando la secuencia del genoma viral del primer y segundo periodo de infección.
Por ahora, es razonable suponer que solo una minoría de la población mundial es inmune al SARS-CoV-2, incluso en las zonas más afectadas. ¿Cómo podría evolucionar este cuadro provisional a medida que se obtengan mejores datos? Los primeros indicios sugieren que podría cambiar en cualquier dirección.
Es posible que se hayan producido muchos más casos de la COVID-19 de los que se han notificado, incluso después de tener en cuenta las pruebas limitadas. Un estudio reciente (que aún no es examinado) indica que en lugar de, digamos, diez veces el número de casos detectados, Estados Unidos podría realmente tener más de cien o incluso mil veces la cifra oficial. Esta estimación es una inferencia indirecta de las correlaciones estadísticas. En emergencias, tales evaluaciones indirectas pueden ser una evidencia temprana de un hallazgo importante, o casualidades estadísticas. Pero si lo anterior es correcto, entonces la inmunidad de grupo al SARS-CoV-2 podría estar construyéndose más rápido de lo que indican las cifras comúnmente reportadas.
Por otra parte, otro estudio reciente (que tampoco ha sido examinado hasta ahora) indica que no todos los casos de infección pueden estar contribuyendo a la inmunidad de grupo. De 175 pacientes chinos con síntomas leves de la COVID-19, el 70 por ciento desarrolló fuertes respuestas de anticuerpos, pero cerca del 25 por ciento desarrolló una respuesta baja y cerca del 5 por ciento no desarrolló ninguna respuesta detectable. Dicho de otro modo, la enfermedad leve no siempre puede crear protección. De manera similar, será importante estudiar las respuestas inmunitarias de las personas con casos asintomáticos de infección por SARS-CoV-2 para determinar si los síntomas, y lo graves que sean, predicen si una persona se vuelve inmune.
El equilibrio entre estas incertidumbres se hará más claro cuando se realicen más estudios serológicos o análisis de sangre para detectar anticuerpos en un gran número de personas. Tales estudios apenas comienzan y deberían mostrar resultados pronto. Por supuesto, mucho dependerá de cuán sensibles y específicas sean las diversas pruebas: cuán bien detecten los anticuerpos del SARS-CoV-2 cuando estos estén presentes y si pueden evitar las señales espurias de los anticuerpos contra los virus relacionados.
Aún más difícil será entender lo que significa una respuesta inmunitaria para el riesgo de reinfección de un individuo y su contagio a otros. Basándose en los experimentos de los voluntarios con coronavirus estacionales y los estudios de la persistencia de los anticuerpos para el SRAG y el SROM, se podría esperar una fuerte respuesta inmunitaria al SARS-CoV-2 para protegerse completamente contra la reinfección y una más débil para protegerse contra la infección grave y así seguir frenando la propagación del virus.
No obstante, diseñar estudios epidemiológicos válidos para averiguar todo esto no es fácil: muchos científicos, incluidos varios equipos de los que formo parte, están trabajando en el tema en este momento. Una dificultad es que las personas con una infección previa pueden diferir de las personas que aún no se han infectado de muchas otras formas que podrían alterar su riesgo futuro de infección. Analizar el lugar que ocupa la exposición previa en otros factores de riesgo es un ejemplo del clásico problema que los epidemiólogos llaman “ la variable o factor de confusión”, y en la actualidad se vuelve más difícil debido a los rápidos cambios en las condiciones de la pandemia del SARS-CoV-2 que aún se está propagando.
Sin embargo, entenderlo lo más pronto posible es en extremo importante: no solo para calcular el alcance de la inmunidad de grupo, sino también para averiguar si algunas personas pueden reincorporarse a la sociedad de forma segura, sin volver a infectarse o servir de vector, y propagar el virus a los demás. Lo importante de este estudio es averiguar cuánto tiempo dura la protección.
La evidencia experimental y estadística indica que la infección por un coronavirus puede ofrecer algún grado de inmunidad contra coronavirus distintos pero relacionados. Aún no se sabe si algunas personas corren un riesgo mayor o menor de infección por el SARS-CoV-2 debido a un historial previo de exposición a coronavirus.
Y además está la cuestión de los factores que fortalecen la inmunoamplificación: a través de una variedad de mecanismos, la inmunidad a un coronavirus puede en algunos casos exacerbar una infección en lugar de prevenirla o mitigarla. Este fenómeno problemático se conoce mejor en otro grupo de virus, los flavivirus, y puede explicar por qué la administración de una vacuna contra el dengue —una infección por flavivirus— puede a veces empeorar la enfermedad.
Tales mecanismos todavía se están estudiando en el caso del coronavirus, pero la preocupación de que puedan estar en juego es uno de los obstáculos que ha frenado el desarrollo de las vacunas experimentales contra el SRAG y el SROM. La protección contra la inmunoamplificación también será uno de los mayores desafíos que enfrentan los científicos que tratan de desarrollar vacunas para la COVID-19. La buena noticia es que la investigación sobre los otros dos coronavirus ha comenzado a aclarar cómo funciona la inmunoamplificación, sugiriendo formas de evitarla, y se está llevando a cabo una extraordinaria gama de esfuerzos para encontrar una vacuna para la COVID-19, utilizando múltiples enfoques.
Se necesita más ciencia en casi todos los aspectos de este nuevo virus, pero en esta pandemia, como en las anteriores, se deben tomar decisiones con consecuencias muy importantes antes de que se disponga de datos definitivos. Dada esta urgencia, el método científico tradicional —formular hipótesis informadas y probarlas mediante experimentos y una cuidadosa epidemiología— es hiperacelerado. Dada la atención del público, ese trabajo está inusualmente en exhibición. En estas difíciles circunstancias, solo puedo esperar que este artículo muy pronto luzca desactualizado, ya que se descubra mucho más sobre el coronavirus de lo que se conoce ahora.
Marc Lipsitch (@mlipsitch) es profesor en los departamentos de Epidemiología e Inmunología y Enfermedades Infecciosas de la Escuela de Salud Pública T. H. Chan de la Universidad de Harvard, donde también dirige el Centro de Dinámica de Enfermedades Transmisibles. Credit…Santi Palacios/Associated Press…21 de abril de 2020

YOGA Y DEPRESIÓN

>YOGA Y DEPRESIÓN

En 2015, la Depresión fue considerada por la Organización Mundial de la Salud como el principal contribuyente a la discapacidad mundial. Los medicamentos dirigidos a los sistemas de monoamina son eficaces para reducir los síntomas del trastorno depresivo mayor (MDD), pero hasta la mitad de las personas con MDD no logran remisión solo con la farmacoterapia.
Los antidepresivos de monoamina pueden lograr en última instancia efectos terapéuticos mediante la corrección de los déficits en el sistema de ácido gamma aminobutírico (GABA), y la evidencia creciente sugiere que las intervenciones de yoga (YIs) se asocian con disminución de los síntomas depresivos y aumento de los niveles de GABA. El objetivo de este ensayo aleatorizado fue evaluar las asociaciones de un YI de 12 semanas con niveles de GABA aumentados y síntomas depresivos reducidos en pacientes con MDD.
El Yoga parece mejorar el estado de ánimo a través de la actividad aumentada de un neurotransmisor aminoácido conocido por influir en el estado de ánimo, ansiedad, y el sueño, un pequeño ensayo aleatorizado sugiere.
Los investigadores encontraron que el yoga se asoció con un estado de ánimo mejorado y aumento de los niveles de ácido gamma aminobutírico (GABA) en pacientes con MDD.
«El estudio sugiere que el aumento asociado en los niveles de GABA después de una sesión de yoga son ‘tiempo limitado’, similar al de los tratamientos farmacológicos de tal manera que completar una sesión de yoga por semana puede mantener niveles elevados de GABA,» investigador principal Chris Streeter, MD, profesor asociado de psiquiatría y neurología, Escuela de Medicina de la Universidad de Boston, Massachusetts, dijo en un comunicado de prensa.
Las investigaciones muestran que entre el 40% y el 50% de los pacientes deprimidos que son tratados solo con antidepresivos no se recuperan por completo.
«Los datos son muy sugestivos de que cuando estos pacientes comienzan a practicar yoga, mejoran»,
los médicos deberían considerar esto como una especie de ‘paquete completo'»,. No debería ser sólo ‘tomar la píldora’, debe ser ‘tomar la píldora y hacer algún tipo de reducción del estrés’, y el yoga es ciertamente aceptable», en términos de hacer la reducción del estrés.
La depresión es una condición muy frecuente y discapacitante. Los datos de la Asociación de Ansiedad y Depresión de América (ADAA, por sus millones de dólares) muestran que el trastorno afecta a unos 16 millones de personas en los Estados Unidos cada año y es la principal causa de discapacidad en todo el mundo.
Cada vez hay más evidencia de que el yoga está asociado con la disminución de los síntomas depresivos. Sin embargo, los mecanismos por los cuales el yoga ejerce este efecto son relativamente inexplorados. El sistema GABA también se ha relacionado con síntomas depresivos.
Para obtener más información, los investigadores asignaron aleatoriamente pacientes con MDD a una intervención de yoga: un grupo de dosis altas (HDG) o un grupo de dosis bajas (LDG).
Los participantes de HDG tuvieron 3 sesiones de yoga pf 90 minutos cada una y 4 sesiones de tarea de 30 minutos cada semana, mientras que las asignaturas de LDG recibieron 2 sesiones de 90 minutos cada una y 3 sesiones de tarea de 30 minutos cada una por semana.
Cada sesión de yoga incluía unos 60 minutos de yoga iyengar, 10 minutos de relajación y 20 minutos de ejercicios de respiración «coherentes», que implica tomar 5 respiraciones por minuto con la misma inhalación y exhalación.
Cada tarea consistía en 15 minutos de postura y 15 minutos de respiración coherente.
El yoga Iyengar es una forma relativamente suave del ejercicio que enfatiza la precisión y la alineación. El estilo a veces hace uso de accesorios como cinturones o mantas para minimizar el riesgo de lesiones o tensión.
Los investigadores examinaron los cambios en los niveles de GABA talámico, utilizando imágenes por resonancia magnética y espectroscopia de resonancia magnética (MRS) en varias etapas.
Los participantes del estudio se sometieron a su primera exploración cerebral antes de la aleatorización, la segunda después de 12 semanas, y la tercera inmediatamente después de una sesión de yoga de 90 minutos. El tiempo entre el segundo y el tercer escaneo fue de sólo unas pocas horas.
La región de interés era el tálamo izquierdo. Esta área está conectada funcionalmente a las regiones cerebrales asociadas con la regulación del estado de ánimo.
Los niveles de GABA aumentan y bajan con los niveles de progesterona. La progesterona se metaboliza a la alopregnanolona, que se une directamente a los receptores GABAA y modula la función del sistema GABA. La allopregnanolona tiene efectos ansiolíticos y antidepresivos.
Para asegurarse de que los participantes no se sometieron a exploraciones cuando los niveles de GABA estaban aumentando naturalmente, los investigadores midieron GABA en la primera mitad del ciclo menstrual en todas las participantes femeninas.
Durante el estudio, se monitorizó el cumplimiento con hojas de inicio de sesión en cada sesión de yoga, y los formularios semanales de autoinforme evaluaron el cumplimiento de la tarea.
El análisis incluyó 28 pacientes, edad media de unos 37 años, y alrededor del 82% de las mujeres. Los 2 grupos de estudio fueron similares en términos demográficos y estado de salud, excepto que el HDG tuvo un porcentaje significativamente mayor de mujeres posmenopáusicas (38,3% vs 6,7%) y una tendencia hacia un índice de masa corporal más bajo.
Una sesión por semana
La puntuación de referencia de Beck Depressive Inventory (BDI) fue de 24,38 para los HDG y de 27,73 para los LDG.
Al final del estudio, ambos grupos mostraron puntuaciones de BDI significativamente mejoradas(P<.05). No hubo diferencia significativa entre grupos en términos de mejores puntuaciones de depresión, pero eso podría deberse al pequeño tamaño de la muestra, dijo el Dr. Streeter. Comparando el cambio porcentual relativo en GABA, la cohorte total mostró una tendencia para el aumento de los niveles de GAMA talámica. Cuando se separan en grupos, la misma comparación mostró un aumento estadísticamente significativo en GABA para el LDG (P.032), pero no para el HDG. De los 28 sujetos, 14 tuvo un aumento en los niveles de GABA talámico y 14 tuvo una disminución en los niveles de GABA talámico. Mirando los factores que determinan el aumento de GABA, los autores encontraron que el único significativamente asociado con el aumento de los niveles de GABA fue el número de días entre la última intervención de yoga y la segunda exploración (P.022). Aumento de los niveles de GABA se observaron después de aproximadamente 4 días, pero no después de 8 días. Este hallazgo sugiere que al menos 1 sesión de yoga a la semana puede ser necesaria para mantener niveles elevados de GABA. "Miramos esto en todos los sentidos" para encontrar factores relacionados con el aumento de GABA, dijo el Dr. Streeter. "Miramos la menopausia, miramos la edad, miramos cualquier razón para explicar esto, y lo único que surgió fue el momento desde la última intervención". Los resultados también indican que "el tiempo desde la última clase de yoga hasta el escaneo puede tener una mayor asociación con mayores niveles de GABA que la asignación a la HDG o LDG," los autores señalan. Es difícil determinar si es la respiración, la postura muscular, o incluso la meditación que implica la práctica de yoga que está teniendo un efecto positivo sobre GABA, dijo el Dr. Streeter. Sin embargo, señaló, aunque es relativamente fácil ver si un individuo está respirando a la "tasa correcta" y en una "postura correcta", es mucho más difícil saber si una persona está meditando. "Una fortaleza única de este estudio es que el emparejamiento de la intervención de yoga con imágenes cerebrales proporciona una importante visión neurobiológica sobre el 'cómo' yoga puede ayudar a aliviar la depresión y la ansiedad", dijo en el comunicado de prensa la investigadora del estudio Marisa Silveri, doctora en el Hospital McLean de Belmont, Massachusetts, y profesora asociada de psiquiatría en la Escuela de Medicina de Harvard. Los autores creen que proporcionar datos basados en evidencia alentará a los pacientes con depresión a probar yoga para mejorar su salud y bienestar. Fortalezas, Debilidades Comentando los hallazgos de Medscape Medical News, la experta enyoga Shirley Telles, MBBS, MPhil, PhD, directora de investigación en Patanjali Research Foundation en Haridwar, India, dijo que "muestran una asociación interesante entre el aumento del GABA tálmico y el tiempo desde la última intervención de yoga" en pacientes con MDD. "Los resultados sugieren que el yoga combinado con la respiración coherente puede cambiar el GABA talámico favorablemente en estas personas," dijo el Dr. Telles, que no estuvo involucrado con el estudio. El Dr. Telles señaló que aunque ambos grupos practicaban yoga, los sujetos fueron asignados aleatoriamente a un grupo con diferentes intensidades de yoga. Otras fortalezas del estudio fueron un seguimiento longitudinal y el uso de exploraciones por resonancia magnética, dijo. Sin embargo, el estudio tuvo algunas limitaciones, incluyendo su pequeño tamaño de muestra, señaló. También comentando para Medscape Medical News, Heather Mason, MSc, MA, directora fundadora de Yoga in Health Care Alliance y fundadora y propietaria de The Minded Institute en Londres, Reino Unido, calificó la investigación de "seminal y emocionante". El estudio "refina aún más nuestra comprensión de cómo el yoga puede mitigar los efectos de la MDD a través de la red GABAérgica", dijo Mason, quien ha enseñado medicina mente-cuerpo a estudiantes de medicina en la Universidad de Boston y la Universidad de Harvard, pero no se asoció con el estudio actual. "Y aclara la necesidad de práctica semanal para mantener el pico de GABA que tiene éxito en la práctica de yoga", agregó. Aspectos destacados del estudio En el Centro Médico de la Universidad de Boston, 28 participantes que cumplieron con los criterios para MDD fueron asignados aleatoriamente a un HDG o un LDG (n-15) durante 12 semanas. La edad media fue de aproximadamente 37 años; aproximadamente el 82% eran mujeres. En comparación con el LDG, el HDG tuvo un porcentaje significativamente mayor de mujeres posmenopáusicas (38,3% vs 6,7%) y una tendencia hacia un índice de masa corporal más bajo. La puntuación bDI-II basal fue de 24,38 para HDG y 27,73 para LDG. Otras características demográficas y de salud basales fueron similares en ambos grupos. El HDG tenía 3 sesiones de yoga y 4 tareas cada semana, mientras que el LDG tenía 2 sesiones de yoga y 3 tareas cada semana. Cada sesión de yoga duró 90 minutos, incluyendo 60 minutos de Iyengar yoga, 10 minutos de relajación y 20 minutos de respiración coherente (5 respiraciones por minuto con igual inhalación y exhalación). Cada tarea incluía 15 minutos de entrenamiento de postura y 15 minutos de respiración coherente. Antes de la aleatorización y después de la finalización de la intervención, los participantes se sometieron a pruebas BDI-II y MRS para la determinación de los niveles de GABA en el tálamo izquierdo, que está conectado funcionalmente a las regiones del cerebro vinculadas a la regulación del estado de ánimo. Después de la segunda exploración, los participantes tuvieron una sesión de yoga, seguida de un tercer escaneo y repetir BDI-II. Participantes femeninas se sometieron a MRS durante la primera mitad de su ciclo menstrual para evitar la exploración cuando los niveles de GABA estaban aumentando naturalmente. Los miembros del personal obtuvieron y analizaron los escáneres que estaban cegados a la asignación grupal. Tanto los grupos LDG como HDG tuvieron mejoras significativas en las puntuaciones BDI-II desde la línea de base(P<.05), pero estas mejoras no difirieron significativamente entre los grupos. En el LDG, Los niveles de GABA aumentaron significativamente de la primera a la segunda y de la segunda a la tercera exploración, y también había una tendencia que sugiere aumento de los niveles de GABA en la cohorte total. El número de participantes con aumentos en los niveles de GABA en la exploración 2 se distribuyeron uniformemente entre el HDG (n-7) y el LDG (n-7). Un análisis post hoc mostró que los aumentos en la exploración 2 niveles de GABA ocurrieron en los participantes en los que el tiempo medio entre el último YI y la exploración 2 fue de 3.93 x 2.92 días, pero no en aquellos en los que el tiempo medio entre el último YI y la exploración 2 fue 7.83 -6.88 días. No hubo correlaciones significativas entre las puntuaciones de BDI-II y los niveles de GABA para el grupo total, pero los cambios en las puntuaciones de BDI-II se asociaron significativamente con cambios en las puntuaciones de GABA en el LDG (P.032), consistente con la hipótesis de déficit GABA de la depresión. El único factor significativamente asociado con el aumento de los niveles de GABA fue el número de días entre la última intervención de yoga y la segunda exploración (P.022), con el aumento de los niveles vistos después de 4 días, pero no después de 8 días desde la última sesión de yoga. Los investigadores concluyeron que sus hallazgos apoyaron tentativamente la hipótesis de que 1 de los mecanismos por los cuales el yoga más la respiración coherente mejora el estado de ánimo es mediante el aumento de la actividad del sistema GABA. La intervención de Yoga Iyengar, incluyendo la respiración coherente, se piensa para aumentar la entrada parasimpática en el cerebro, que está relacionada con el aumento de los niveles de GABA y reducción de los síntomas depresivos. Como el aumento observado en los niveles de GABA después de un YI ya no era evidente por 8 días después de un YI, puede ser necesario que los pacientes con MDD tengan al menos 1 YI semanal si van a mantener niveles elevados de GABA. Como el número de participantes con niveles de GABA aumentados en la exploración 2 se distribuyó uniformemente entre el HDG y el LDG, el tiempo desde la última clase de yoga hasta el escaneo puede tener una mayor asociación con el aumento de los niveles de GABA que con la dosis alta o baja YI. El aumento observado en los niveles de GABA de la exploración 2 a la exploración 3 también apoyaría esta hipótesis. Los efectos de las sesiones de yoga, similares a los de la farmacoterapia, son probablemente limitados por el tiempo, de acuerdo con la recomendación de la tradición de yoga para la práctica diaria. La relación entre la disminución de los niveles de progesterona y aumento de los síntomas depresivos apoya la conexión entre el sistema GABA y los síntomas depresivos. La progesterona se metaboliza a la alopregnanolona, que une directamente los receptores GABA-A para modular la función del sistema GABA, y que tiene efectos ansiolíticos y antidepresivos. Limitaciones del estudio incluyen pequeño tamaño de la muestra y mediciones MRS sólo de la presencia de GABA, y no de la ubicación celular o actividad del receptor. La ausencia de datos talámicos bilaterales impidió examinar los cambios lateralizados. Implicaciones clínicas Practicar yoga y respiración coherente se vincularon a síntomas depresivos mejorados en pacientes con MDD, y al aumento de los niveles de GABA talámico izquierdo en MRS, según un pequeño ensayo aleatorizado. Los investigadores concluyeron que sus hallazgos apoyaron tentativamente la hipótesis de que 1 de los mecanismos por los cuales el yoga más la respiración coherente mejora el estado de ánimo es mediante el aumento de la actividad del sistema GABA. Implicaciones para el equipo de atención médica: Como el aumento observado en los niveles de GABA después de un YI ya no era evidente por 8 días, puede ser necesario para los pacientes con MDD tener al menos 1 YI semanal si van a mantener niveles elevados de GABA. EARN CREDIT Medscape Education © 2020 Medscape, LLC Autores:Autor de noticias: Pauline Anderson; Autor de CME: Laurie Barclay, MDFaculty and Disclosures CME / ABIM MOC / CE Publicado: 4/17/2020 El estudio fue financiado por el Instituto de Ciencias Clínicas y Traslacionales de la Universidad de Boston y la Unidad de Investigación Clínica General del Centro Médico de la Universidad de Boston. El Dr. Streeter está certificado para enseñar Breath-Body-Mind. Los autores del estudio Richard Brown y Patricia Gerbarg enseñan pro bono y con fines de lucro Breath-Body-Mind, un programa multicomponente que incluye respiración coherente y otras prácticas mente-cuerpo coordinadas con la respiración. J Altern ComplementMed. Publicado en línea el 14 de enero de 2020.

LA ANXIEDAD, ESTRÉS Y YOGA:

LA ANXIEDAD, ESTRÉS Y YOGA:
El Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH) dice que más de 40 millones de personas en los EE. UU, mayores de 18 años sufren algún trastorno relacionado con la ansiedad, y esas son solo las personas que han sido diagnosticadas, o cuyos síntomas encajan en la condición descrita. La intensidad de sus componentes, y su duración, la hacen o no soportables
Por otro lado, la ansiedad en sí misma es una respuesta humana natural que cumple un propósito. Nuestro objetivo no debe ser descartarlo por completo, solo para que sea una parte saludable y manejable de nuestras vidas. Incluso si no padeces un trastorno relacionado con la ansiedad, es probable que hayas tenido que soportarla y afrontarlo de la mejor manera. La ansiedad es parte de nuestro mundo, del mismo modo que el estrés, la tristeza y la felicidad, pero la clave es entender cómo enfrentarlos y cómo evitar que se vuelva insalubre.
QUÉ ES LA ANSIEDAD
Una suma de sensaciónes de temor y aprensión que nos pone en alerta, por tanto la ansiedad no es una sensación es una percepción que es la suma de sensaciones.
En biología, todo tiene un termino medio con una base de sustentación que depende del individuo y sus condiciones. No es distinto del tono muscular, que es un grado sutil de contractura muscular que nos permite, no partir de cero, cuando iniciamos el movimiento.
Una ansiedad excesiva o mantenida , nos lleva a esta enfermedad, la patología mas frecuente en nuestros días. Nuestros cuerpos nunca desactivan la respuesta de lucha o huida , y vivimos con los efectos físicos y emocionales de la ansiedad en el día a día, incluso cuando no hay razón o causa para ellos.
Y QUE ES EL ESTRES .
El estrés (del latín stringere ‘apretar’1 a través de su derivado en inglés stress ‘fatiga de material’) es una reacción fisiológica del organismo en el que entran en juego diversos mecanismos de defensa para afrontar una situación que se percibe como amenazante o de demanda incrementada. Fisiológica o biológica es la respuesta de un organismo a un factor de estrés tales como una condición ambiental o un estímulo.2 El estrés es el modo de un cuerpo de reaccionar a un desafío. De acuerdo con el evento estresante, la manera del cuerpo a responder al estrés es mediante el sistema nervioso simpático de activación que da lugar a la respuesta de lucha o huida. Debido a que el cuerpo no puede mantener este estado durante largos períodos de tiempo, el sistema parasimpático tiene tendencia a hacer regresar al cuerpo a condiciones fisiológicas más normales (homeostasis). En los humanos, el estrés normalmente describe una condición negativa (distrés) o por el contrario una condición positiva (eustrés), que puede tener un efecto mental, físico e incluso de bienestar o malestar en un ser humano, o incluso en otra especie de animal.
Hans Selye nació en Viena en 1907. Ya en el segundo año de sus estudios de medicina (1926) empezó a desarrollar su famosa teoría acerca de la influencia del estrés en la capacidad de las personas para enfrenarse o adaptarse a las consecuencias de lesiones o enfermedades. Descubrió que pacientes con variedad de dolencias manifestaban muchos síntomas similares, los cuales podían ser atribuidos a los esfuerzos del organismo para responder al estrés de estar enfermo. Él llamó a esta colección de síntomas Síndrome del estrés, o Síndrome de Adaptación General (GAS).

Y QUE ES EL SÍNDROME DE ADAPTACIÓN GENERAL DE SELYE,
Es una respuesta del organismo ante una situación de estrés ambiental distribuida en tres fases o etapas:
1. Fase de alarma. Ante la percepción de una posible situación de estrés, el organismo empieza a desarrollar una serie de alteraciones de orden fisiológico y psicológico (ansiedad, inquietud, etc.) que lo predisponen para enfrentarse a la situación estresante. La aparición de estos síntomas está influida por factores como los parámetros físicos del estímulo ambiental (p.e. intensidad del ruido), factores de la persona, el grado de amenaza percibido y otros como el grado de control sobre el estímulo o la presencia de otros estímulos ambientales que influyen sobre la situación.
2. Fase de resistencia. Supone la fase de adaptación a la situación estresante. En ella se desarrollan un conjunto de procesos fisiológicos, cognitivos, emocionales y comportamentales destinados a «negociar» la situación de estrés de la manera menos lesiva para la persona. Si finalmente se produce una adaptación, esta no está exenta de costos, p.e. disminución de la resistencia general del organismo, disminución del rendimiento de la persona, menor tolerancia a la frustración o presencia de trastornos fisiológicos más o menos permanentes y también de carácter psicosomático.
3. Fase de agotamiento. Si la fase de resistencia fracasa, es decir, si los mecanismos de adaptación ambiental no resultan eficientes se entra en la fase de agotamiento donde los trastornos
Con un intento de saber a que atenernos, les vamos a llamar a este conjunto de molestias AEA.
Los trastornos que la condicionan son : . fisiológicos, psicológicos o psicosociales y tienden a ser crónicos o irreversibles..
Las manifestaciones con que mostramos, AEA, son una mezcla de síntomas somaticos y psíquicos.
Cuesta trabajo definir cada una de estas manifestaciones a nivel clínico y verlas como una sucesión de acontecimientos que la van agravando, parece mas fácil. La ansiedad puede surgir como resultado del estrés. Los factores de estrés pueden hacer que una persona se sienta triste, enojada, preocupada o ansiosa, mientras que la ansiedad es específicamente la sensación de temor y aprensión.
De forma que ponerle una forma abreviada que comprenda los tres procesos, ahorraría tiempo y esfuerzo.
No obstante sabemos lo difícil que es olvidar o cambiar conceptos, y por tanto yo no me hago ninguna idea de mantenerlo. Simplemente lo propongo
Lo que sí parece claro es que la comisión de ansiedad y estrés son consecuencias organicas de daños corporales externos o internos, y “ la reaccion e intensidad, depende del huésped y toda su dotación protectora, como la magnitud y persistencia de los estimulos inductores”. Y todo ello explicaría el síndrome de adaptación.
La descripción clínica de estas patologias, se repite y es personal en la anamnesis del enfermo. Afecta a lo físico y psíquico, desde grados soportables a insufribles. En un intento de unir estos tres procesos, utilizar la antigua DISTIMIA, y graduarlas según su intensidad, nos podría aliviar el problema siempre que estuviéramos de acuerdo que enumerar los componentes de estas, llene el patrón de AEAante mucho tiempo y algunos autores todavía la usan, se les llamo a este conjunto de molestias como “ DISTIMIA” y Sus manifestaciones en estracto son:.
No me gusta lo que antes me gustaba.
No duermo bien.
Estoy dolorido.
Estoy triste.
Las molestias digestivas varias, la gran sensación de conciencia que sucede a tu alrededor, el ligero miedo o la sensación de temor: eso es ansiedad y también estrés porque es una respuesta de adaptación como el síndrome de Seyle.
El síntoma dominante en esta patología es el psíquico antes que el físico, siempre que el paciente este despierto.. Es de nuevo responsabilizar al cerebro y a su contenido, la mente, de todo lo que pasa.
Sin embargo, antes de que tu cuerpo sienta los efectos, tu cerebro ya está trabajando. La guía del Instituto Nacional de Salud Mental para los trastornos de ansiedad también ofrece esta descripción de los procesos neurológicos en el trabajo.
Varias partes del cerebro son actores clave en la producción de esta patología, u, usando tecnología de imágenes del cerebro y técnicas neuroquímicas, los científicos para han descubierto que la amígdala y el hipocampo juegan un papel importante en la mayoría de los trastornos de ansiedad.
La amígdala es una estructura en forma de almendra en lo profundo del cerebro que se cree que es un centro de comunicaciones entre las partes del cerebro que procesan las señales sensoriales entrantes y las partes que interpretan estas señales. Puede alertar al resto del cerebro de que existe una amenaza y desencadenar una respuesta de miedo o ansiedad. Los recuerdos emocionales almacenados en la parte central de la amígdala pueden desempeñar un papel en los trastornos de ansiedad que involucran miedos muy distintos, como el miedo a los perros, las arañas o el vuelo.
El hipocampo es la parte del cerebro que codifica eventos amenazantes en recuerdos. Los estudios han demostrado que el hipocampo parece ser más pequeño en algunas personas que fueron víctimas de abuso infantil o que sirvieron en combate militar. La investigación determinará qué causa esta reducción en el tamaño y qué papel desempeña en los flashbacks, los déficits en la memoria explícita y los recuerdos fragmentados del evento traumático que son comunes en el PTSD.
Las hormonas “ norepinefrina y cortisol”, . están diseñados para darle un impulso a la percepción, los reflejos y la velocidad en situaciones peligrosas. Aumentan su ritmo cardíaco, le dan más sangre a sus músculos, llevan más aire a sus pulmones y, en general, lo preparan para enfrentar cualquier amenaza que esté presente. Tu cuerpo dirige toda su atención a la supervivencia. Idealmente, todo se apaga cuando pasa la amenaza y su cuerpo vuelve a la normalidad.
DeGroat explicó que hay una serie de teorías psicológicas sobre por qué existe la ansiedad. Está el neurológico (que mencionamos anteriormente), y el psicoanalítico, que describe la ansiedad como la batalla entre el yo el ego y el superyó. En esta batalla, explica, «la ansiedad sirve como una señal de peligro para el ego y / o superego de un individuo de que un individuo tiene un riesgo elevado de actuar sobre un impulso de identificación inaceptable. Ante esta ansiedad, el ego de un individuo y / o el superyó responde tratando de administrar los impulsos de identificación de un individuo a través de medios elevados «. Básicamente, la ansiedad es una señal de advertencia de que estás a punto de hacer algo que quizás no quieras. También está la teoría cognitiva, que sugiere que la ansiedad surge cuando las distorsiones cognitivas de una persona, o patrones de pensamiento irracionales, los hacen ver todo como una amenaza física, ya sea un peligro físico real, un compañero de trabajo molesto o un oficial de policía al costado del camino. En la teoría del comportamiento, la ansiedad es una respuesta aprendida debido a la exposición a situaciones atemorizantes o atemorizantes.
Al margen de la teoría que utilicemos para explicar el AEA , el daño que provoca esta patología viene dado por su activación y repetición. La respuesta al AEA, cuando es ordenada nos protege. Esta hecha para actuar cuando es necesario y desconectarlas cuando no lo es. Exactamente como toda la biología.
La AEA es el mayor problema de enfermedad en nuestros días.
Como toda patología, necesita de un yo, un genoma y un entorno que la agreda, la consecuencia es , Lucha o huida y cuando su acción no es modulable se llama INFLAMACION O REPARACION.
Qué duda cabe que el entorno es fundamental para el desarrollo de la salud física y psíquica , pero si el cerebro está sano y tiene que estar sano siempre, es capaz de repararse y aprender, pero no mucho, que entraría en las enfermedades por autoinmunidad, ni poco que entraría e n la inmunodeficiencias, sino lo justo.
Sea la causa del proceso genética o adquirida o ambas a la vez , crean un ambiente propicio para la AEA Cualquier emoción indeseable, y mantenida , ya sea miedo, frustración o duda, podría ser un desencadenante de AEA y desarrollar patrones de comportamiento , que desarrollen patrones de pensamiento que refuercen cada evento de t vida como una amenaza, y se convertirá en una interminable ciclo.
En General podemos decir que esta patología mortifica, si persiste o se incrementa. Intentar eliminar las causas, no es entendible dada la multitud de patógenos que estamos soportando. No es un problema de verticalidad, también de transversalidad. Cuando respondo al ataque aparecen nuevos patógenos o en cantidades lesivas.
Muchas personas han vivido en un estado de ansiedad durante tanto tiempo que no conocen ningún otro sentimiento, por lo que no están conscientes de que sufren de ansiedad persistente. Reconocer la ansiedad no es fácil en este tipo de situaciones, sin embargo, identificar sus banderas rojas es una buena manera de comenzar. ¿Eres pesimista sobre las situaciones más inocuas hasta el punto que te impide tomar riesgos? ¿Encuentra su mente corriendo hacia los posibles resultados negativos que podría haber? ¿Inmediatamente atribuyes alguna circunstancia externa a un resultado positivo que podría verse como el resultado de tus esfuerzos? Si su respuesta es ‘sí’ a estas preguntas, entonces puede sufrir de ansiedad persistente.
Para algunas personas, la ansiedad es situacional. Es normal sentirse nervioso ante la perspectiva de tener que hablar en público. No es normal sentir ansiedad por tener una conversación mundana con tu barista. La ansiedad situacional es una de esas cosas que solo podemos superar enfrentándola. La ansiedad generalizada es algo que solo se puede enfrentar tratando de reescribir el patrón de pensamiento que lo provoca.
Independientemente de si vive con ansiedad o padece una afección relacionada con la ansiedad, existen formas de tratar y disminuir el impacto de la ansiedad. Comienza con reconocer los efectos de la ansiedad y luego aprender las formas correctas de sobrellevarlo.
Lo que puedes hacer sobre la ansiedad
Una vez que haya reconocido los efectos de la ansiedad, es hora de hacer algo al respecto. No tienes que tratar de mantener la cabeza fuera del agua. Hay muchos trucos y técnicas que puede usar para salir de un estado de ansiedad o aliviar la ansiedad cuando la sienta subir. Aquí hay algunos.
Pase a Técnicas de relajación: música, meditación, ejercicio, sus rituales personales
Aprender algunas buenas técnicas de relajación le servirá bien. Por ejemplo, la respiración de ritmo simple puede sonar demasiado fácil, pero es una gran manera de convencer al cuerpo para que se relaje más. Es algo que puede hacer en su escritorio en el trabajo, en su automóvil y antes o después de un evento. Respire por cuatro segundos y luego salga por seis. Cuente en su cabeza y concéntrese en su conteo y la sensación de su respiración. Repita todo el tiempo que sea necesario para relajarse un poco.
.and it comes and goes.

El Dr. DeGroat sugirió la visualización como una técnica de relajación; que también menciono como un mecanismo . Imagine que se encuentra en el entorno más relajante en el que posiblemente pueda pensar, ya sea en su casa en la cama o en la playa en los trópicos. Donde sea que creas que estarías más relajado, detente y ponte realmente allí. Si estás en la playa, explicó, pregúntate qué tan cálido es, y si hay nubes en el cielo. ¿Estás solo? ¿Es tranquilo o puedes escuchar el océano? El objetivo aquí no es solo dibujar una imagen bonita y relajante en tu cabeza, sino también hacer que tu cerebro trabaje en esos detalles: cuanto más haces, más lejos estarás de lo que sea que haya desencadenado tu ansiedad.
Puede obtener un beneficio similar de la música, el ejercicio o la meditación. La música relajante puede ayudarte a despejar tu ansiedad o ayudarte a reenfocarte después de un ataque de ansiedad. El ejercicio es similar, pero en lugar de simplemente desviar tu mente, en realidad tiene un beneficio neurológico (además de uno fisiológico). Gil explicó que las endorfinas liberadas en nuestros cerebros durante el ejercicio nos hacen más felices, y la sensación de logro que obtenemos de la actividad regular puede ayudar a frenar la ansiedad. La meditación, especialmente la meditación guiada, también puede ayudar, ya que todo el asunto es calmar la mente y descartar los pensamientos errantes que provocan ansiedad y estrés . La meditación puede ayudar a tener presente el presente, en lugar de dejar que el fondo salga a relucir. Yoga: armoniza tu cuerpo y tu mente
Esta milenaria disciplina es uno de los mejores sistemas de cuidado integral que existen. En el yoga, cuerpo, mente y espíritu se fortalecen y serenan con la práctica de las asanas, la respiración y la meditación.

Qué es el yoga
Las asanas ayudan al yogui a purificar cuerpo y mente.
Más que una práctica, el yoga es un estilo de vida que sana, cuida y fortalece el cuerpo, la mente y el espíritu mediante la práctica de las asanas, la respiración y la meditación. Practicado en la India desde hace miles de años, se ha convertido en uno de los sistemas de acondicionamiento físico y espiritual con más adeptos en nuestros días.
El hinduismo es una de las culturas más complejas del mundo. El yoga forma parte de su tradición religiosa, espiritual, cultural y social. Hay textos de hace miles de años que ya hablan sobre prácticas de meditación, respiración, trascendencia del yo y una serie de posturas que ayudan al yogui a purificar su cuerpo: las asanas.
Existen más de cien tipos de yoga. En occidente se conocen y se practican diversos estilos que derivan del Hatha Yoga, uno de los más dinámicos. Los hay más espirituales, como el Yoga Kundalini, o más físicos y exigentes, como el Yoga Bikram, que se practica en una habitación caliente (a la temperatura normal en la India). Incluso existe un yoga facial para relajar y tonificar los músculos de la cara.
En qué consiste el yoga
Durante una sesión de yoga, que suelen durar entre una hora y una hora y media, se practican diferentes asanas o posturas armonizadas con la respiración, beneficiosas tanto para el cuerpo como para la mente. Las asanas tienen diferentes grados de dificultad, desde las más sencillas para principiantes, hasta las más extremas que practican los alumnos avanzados.
La mayoría de las clases suele comenzar con un calentamiento llamado “Saludos al Sol”, que comprende una sucesión dinámica de posiciones que se inician de pie y nos hacen bajar hasta el suelo para calentar y lubricar músculos y articulaciones. Todo ello combinado con la respiración, que nos ayuda a generar calor y energía corporal.
Después del calentamiento se comienza con las asanas o posiciones estáticas, siempre realizando una postura y su contrapostura para trabajar el cuerpo y la musculatura de forma equilibrada. Si la clase es dinámica, como en el caso del Yoga Flow, Power, Dinámico o Asthanga, las asanas se harán en movimiento, de forma fluida.
Todas las clases de yoga terminan con una relajación de unos 10 o 15 minutos en la que se devuelve al cuerpo y a la mente a la calma. Según el estilo de yoga o el profesor, también puede hacerse una meditación final.
El yoga puede practicarse en un centro especializado o club deportivo o, una vez que se ha aprendido la técnica correcta y las asanas, seguir una práctica personal (sadana), lo que nos permite hacer ejercicio y calmar nuestra mente estemos donde estemos.

El yo y mis conciencias

YO Y MIS CONCIENCIAS

MI CONCIENCIA SOY YO. PERO NO SOY SÓLO CONCIENCIA HAY MUCHO MÁS QUE NO PERCIBO PERO TAMBIÉN CONTROLA MI CONCIENCIA, La punta del iceberg que se puede ver por encima del agua representa la mente consciente.
La parte del iceberg que se sumerge debajo del agua, pero es aún visible es el preconsciente.
El grueso del iceberg está oculto debajo de la línea de flotación y representa el inconsciente.

También podemos definir la conciencia diciendo que es el conocimiento que el ser humano tiene de su propia existencia, de sus estados y de sus actos.
Conocimiento responsable y personal de una cosa determinada, como un deber o una situación.
Hay «conciencia cívica; conciencia social; todavía nos falta un poco de conciencia y sensibilidad ecológica; un acto es criminal cuando ofende los estados fuertes y definidos de la conciencia colectiva»
¿Qué es conciencia y consciencia?
La consciencia es la capacidad del ser humano para percibir la realidad y reconocerse en ella, mientras que la conciencia es el conocimiento moral de lo que está bien y lo que está mal. Ambos términos derivan de la misma raíz etimológica: el vocablo latín conscientĭa.

En los tiempos que vivimos no se puede hablar de conciencia sin mencionar a Freud
Teoría de la Personalidad de Freud: consciente, inconsciente, Yo, Superyó y Ello

El Psicoanalista Sigmund Freud creía que el comportamiento y la personalidad derivan de la interacción constante y única de fuerzas psicológicas conflictivas que operan en tres diferentes El Yo. La teoría psicoanalítica de la mente consciente e inconsciente a menudo se explica utilizando una metáfora del iceberg: El conocimiento consciente es la punta del iceberg, mientras que el inconsciente está representado por el hielo oculto debajo de la superficie del agua.

La Mente según Freud
Muchos de nosotros hemos experimentado lo que comúnmente se conoce como un acto fallido. Estos errores se cree que revelan pensamientos o sentimientos inconscientes.
La visión psicoanalítica sostiene que hay fuerzas internas, inconscientes o fuera de nuestra conciencia que dirigen de alguna forma nuestro comportamiento.
El inconsciente incluye pensamientos, emociones, recuerdos, deseos y motivaciones que se encuentran fuera de nuestro conocimiento, sin embargo, continúan ejerciendo una influencia en nuestro comportamiento.

Sigmund Freud fue el fundador de la teoría psicoanalítica. Mientras que sus ideas se consideraron algo impactantes en su tiempo, hoy en día continúan creando debate y controversia, incluso ahora, su obra tuvo una profunda influencia en una serie de disciplinas, incluyendo la psicología, la sociología, la antropología, la literatura y el arte.
El término psicoanálisis se utiliza para referirse a muchos aspectos del trabajo y la investigación de Freud, incluyendo la terapia freudiana y la metodología de investigación que utiliza para desarrollar sus teorías.
Freud se basó en gran medida de sus observaciones y estudios de casos de sus pacientes cuando formuló su teoría del desarrollo de la personalidad.
Los Tres niveles de la mente según Freud
Antes de que podamos entender la teoría de la personalidad de Freud, debemos primero entender su punto de vista de cómo está organizada la mente.
Según Freud, la mente se puede dividir en tres niveles diferentes:
LA MENTE CONSCIENTE
INCLUYE TODO AQUELLO DE LO QUE SOMOS CONSCIENTES. Este es el aspecto de nuestro proceso mental que nos permite pensar y hablar de forma racional. A parte de esto, incluye nuestra memoria, que no siempre es parte de la conciencia, pero se puede recuperar fácilmente en cualquier momento y se pone en nuestro conocimiento. Freud llamó a esto el preconsciente.
LA MENTE PRECONSCIENTE
ES LA PARTE DE LA MENTE QUE REPRESENTA LA MEMORIA ORDINARIA. Si bien no somos conscientes de esta información en cualquier momento dado, podemos recuperarla y tirar de ella en la conciencia cuando sea necesario.
LA MENTE INCONSCIENTE
ES DONDE GUARDAMOS NUESTROS SENTIMIENTOS, PENSAMIENTOS, IMPULSOS Y LOS RECUERDOS QUE SE ENCUENTRAN FUERA DE NUESTRO CONOCIMIENTO CONSCIENTE. La mayor parte de los contenidos del inconsciente, según Freud, son inaceptables o desagradables, como los sentimientos de dolor, ansiedad o conflicto. Para él, el inconsciente puede influir en nuestra conducta y experiencia, a pesar de que no somos conscientes de estas influencias subyacentes.
De este modo, Freud comparó estos tres niveles de la mente con un iceberg:
La clasificación que hizo Freud de la conciencia es la de una estructura jerarquizada que contiene en su interior los depósitos del conocimiento

La punta del iceberg que se puede ver por encima del agua representa la mente consciente.
La parte del iceberg que se sumerge debajo del agua, pero es aún visible es el preconsciente.
El grueso del iceberg está oculto debajo de la línea de flotación y representa el inconsciente.

¿En qué consisten el Ello, el Yo y el Superyó?
Cada persona posee también una cierta cantidad de energía psicológica que forma las tres estructuras básicas de la personalidad: el ello, el yo y el superyó. Estas tres estructuras tienen funciones diferentes y actúan en distintos niveles de la mente.
Según Sigmund Freud, cada componente añade su propia contribución única a la personalidad y los tres elementos trabajan juntos para formar comportamientos humanos complejos.
De acuerdo con esta la teoría, ciertos aspectos de nuestra personalidad son más primitivos y que nos pueden presionar para actuar sobre nuestros impulsos más básicos. Otras partes de la personalidad pueden lograr contrarrestar estos impulsos y se esfuerzan por hacer que se ajusten a las exigencias de la realidad.
Vamos a ver cada una de estas partes clave de la personalidad, cómo funcionan de forma individual y cómo interactúan.
EL ELLO
Es el único componente de la personalidad que está presente desde el nacimiento.
Este aspecto de la personalidad es completamente inconsciente e incluye los comportamientos instintivos y primitivos.
Según Freud, el Ello es la fuente de toda la energía psíquica, por lo que es el componente principal de la personalidad.
El ello es impulsado por el principio del placer, que se esfuerza por lograr la satisfacción inmediata de todos los deseos, deseos y necesidades. Si estas necesidades no se satisfacen inmediatamente, el resultado es un estado de ansiedad o tensión.
Por ejemplo, un aumento de la sed o el hambre debe producir un intento inmediato de comer o beber.
El Ello es muy importante desde los momentos más tempranos de la vida, ya que asegura que se satisfagan las necesidades de un bebé. Si el bebé tiene hambre o se siente incómodo, él o ella van a llorar hasta que las demandas del Ello sean satisfechos.
Sin embargo, el inmediato el cumplimiento de estas necesidades no siempre es realista ni posible. Si estuvimos gobernados enteramente por el principio del placer, conforme nos hacemos mayores podríamos cogeríamos sin más las cosas que queremos sin importarnos las otras personas, para satisfacer nuestros propios deseos.

Este tipo de comportamiento sería tanto perjudicial como socialmente inaceptable. Según Freud, el Ello intenta resolver la tensión creada por el principio del placer a través del proceso primario, que consiste en la formación de una imagen mental del objeto deseado como una manera de satisfacer la necesidad.

El Yo
Es el componente de la personalidad que se encarga de tratar con la realidad.
El Yo se desarrolla a partir del Ello y asegura que los impulsos del Ello puedan expresarse de una manera aceptable en el mundo real.
Las funciones del Yo son utilizadas en el consciente, el preconsciente y el inconsciente de la mente.
El Yo funciona basándose en el principio de la realidad, que se esfuerza por satisfacer los deseos del Ello de forma realista y socialmente adecuada. El principio de realidad sopesa los costos y beneficios de una acción antes de decidirse a actuar sobre los impulsos o abandonar. En muchos casos, los impulsos del Ello pueden ser satisfechos a través de un proceso de retraso de la gratificación. El Yo finalmente permitirá el comportamiento que busca el Ello, pero sólo en el lugar y momento adecuado.
El Yo también descarga la tensión creada por los impulsos no satisfechos a través de un proceso secundario, en el que el Yo trata de encontrar un objeto en el mundo real que coincida con la imagen mental creada por el proceso primario del Ello.

EL SUPERYÓ
El último componente de la personalidad descrito por Freud es el Superyó.
El Superyó es el aspecto de la personalidad que contiene todos nuestros estándares morales interiorizados e ideales que adquirimos de ambos padres y de la sociedad; nuestro sentido del bien y el mal.
El Superyó nos proporciona directrices para hacer juicios.
El Superyó comienza a surgir en torno a los cinco años.
Existen dos partes fundamentales del Superyó:
El ideal del Yo, que incluye las reglas y normas para el buen comportamiento. Incluyen aquellos que son aprobados por las figuras de autoridad de los padres y otros. Aquí se encontrarían los sentimientos de orgullo, valor y logro.
La conciencia, que incluye información acerca de las cosas que son consideradas por los padres y la sociedad. Se trata de comportamientos que a menudo están prohibidos y dan lugar a malas consecuencias, castigos o sentimientos de culpa y remordimientos.
El Superyó actúa para perfeccionar y civilizar nuestro comportamiento. Trabaja para suprimir todos los impulsos inaceptables del Ello y se esfuerza por hacer que los actos de Yo se encuadren en las normas sociales, más que en principios realistas. El Superyó está presente en el consciente, preconsciente e inconsciente.
La interacción entre el Ello, el Yo y el Superyó
Con tantas fuerzas en competencia, es fácil ver cómo podría surgir un conflicto entre el Ello, el Yo y el Superyó. Freud utilizó el término fuerza del ego para referirse a la capacidad del ego para funcionar a pesar de estas fuerzas en duelo. Una persona con buena fuerza del Yo es capaz de gestionar eficazmente estas presiones, mientras que aquellos con muy poca fuerza del Yo, pueden llegar a ser demasiado inflexibles o antisociales.
Según Freud, la clave de una personalidad sana es un equilibrio entre el Ello, el Yo y el Superyó
La teoría de a Maclen del cerebro Triuno, nos conducen a pensar que las estructuras nerviosas contienen y de una manera casi aleatoria distinta modalidades de arquitectura neural y posiblemente de disposición difusa capaces de soportar distintas modalidades de conducta que soportan diferentes grados del perfeccionamiento y nos llevarían desde el cerebro de los reptiles capaces de soportar conductas elementales que podrían corresponder con el Ello, el lóbulo límbico soportando el Yo y por último la estructura nobles del cerebro donde se aloja el Superyó posiblemente es también la conciencia que sería el encéfalo fundamental
Esta sería una buena forma de conformar a Freud y a Mclean
Una anatomía
Cerebro triuno
Una fisiología
El yo, el ello y el Superyó
LA MENTE
CONSCIENTE
PRECONSCIENTE
INCONSCIENTE
Y quedaría todo disciplinadamente como un esquema pero aún por demostrar

Es muy posible que estos tres esquemas, físico, psíquico e intelectual tengan una buena expresión didáctica, y aproximarnos así a la forma de depósitos de nuestro intelecto.
La pregunta severa viene después.
Como se pasa de uno al otro de los cerebros triuno, y como y donde se localizan funcionalmente y como es su depósito físico y sobre todo como se controla su inteligente uso
Todavía en ello estamos.

CORONAVIRUS, INMUNOPATOGENIA VIRAL

>CORONAVIRUS, INMUNOPATOGENIA VIRAL
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los mecanismos que conducen a la inmunología y la patogenia del nuevo coronavirus SARS-CoV-2 son complejos
Un virus es capaz de penetrar a través de las barreras físicas que forma nuestro recubrimiento epitelial o mucoso, por ejemplo, en el tracto respiratorio. Y que es capaz de resistir las barreras químicas y biológicas creadas por nuestros microorganismos comensales, las células epiteliales y por las células inmunitarias que producen desagradables

ambientes ácidos, grasos y salinos o que secretan enzimas tóxicos o péptidos catiónicos que podrían destruir sus biomoléculas y con ello su integridad.
Si el virus ha sido capaz de saltarse esta barrera de elementos defensivos constitutivos y preformados ya lo tenemos en nuestro interior. Nos ha infectado. Ahora necesitamos que nuestras células sean capaces de percibirlo, que puedan iniciar la respuesta inmunitaria innata inducida y la inflamatoria con el objetivo de contenerlo y erradicarlo en menos de 96 horas. Pero en este contexto hay que tener en cuenta un detalle muy importante, el virus además de penetrar ha de dañar discretamente nuestros tejidos. Ello no debería ser ningún obstáculo para él, pues seguramente tendrá tropismo por alguna célula del epitelio, penetrará así en su interior, le secuestrará la maquinaria biosintética en su propio beneficio y generará nuevos viriones con el consiguiente estallido y necrosis de la célula infectada.
La detección de la infección
Con estas muertes celulares no programadas se van a liberan de forma masiva moléculas endógenas celulares que además van a dañar o modifica el andamiaje de los tejidos. Estas moléculas o cambios los denominamos patrones moleculares asociados al daño (también conocidos como DAMP o alarminas) y son inmunogénicos pues las células de la inmunidad innata poseen receptores que van a ser capaces de percibirlos y reconocerlos.
Pero no debemos olvidar que además del daño tenemos al extraño, al virus que ha conseguido infectarnos. Pues bien, los microorganismos patogénicos también tienen otros patrones moleculares asociados (en términos inmunológicos PAMP o MAMP) que serán reconocidos por los sensores celulares. Como los microorganismos pueden localizarse o esconderse en cualquier ubicación del individuo, sus células y especialmente las del sistema inmunitario, disponen de un gran abanico de sensores de estos patrones y los denominamos receptores que reconocen patrones (PRR). Estos numerosos PRRs pertenecen a distintas familias estructurales y así mismo cumplen funciones muy diferentes. Hay sensores que se localizan tanto en las membranas de la célula (por ejemplo, toll-like receptors o TLR, scavenger receptors o SR y los receptores de manosa de los macrófagos o MMR) como en el citoplasma de la misma (los NOD-like receptors o NLR y los RIG-like receptors o RLR), como en los humores o fluidos biológicos (la lectina que une manosa o MBL y la proteína C-reactiva o CRP). Este último tipo de PRR humorales los producen también otras células como los hepatocitos, que los liberan a la sangre para que se repartan por todo el organismo.

Estos PRRs además de la función como sensor cumplen otras dos funciones muy distintas y a la vez muy importantes para la defensa del individuo. Por un lado, la fagocitosis de los microorganismos que sean reconocidos por los neutrófilos y los macrófagos y, por otro lado, la activación del complemento, el principal ejecutor de la inmunidad innata humoral. Esta función tipo sensor va a disparar la respuesta inmunitaria innata local, la respuesta inflamatoria y la de reparación tisular. Se va a aumentar la permeabilidad de los vasos para que nuevos componentes del sistema inmunitario puedan acudir a este territorio que está siendo invadido por los virus y que la suma y la unión haga la fuerza antimicrobiana. También es muy destacable tener en cuenta que esta respuesta inflamatoria y la actividad de las células dendríticas y macrófagos presentando antígenos y estimulando a los linfocitos T, también va a llevar a la activación de la respuesta inmunitaria adaptativa. Esta última es la que en última instancia combatirá de la forma más específica, especializada y efectiva la infección del virus, este parásito intracelular y además podremos beneficiarnos de su efecto memoria ante futuras exposiciones del mismo microbio.
La respuesta antiviral intrínseca
Volvamos otra vez a fijarnos en el agente invasor, el virus, el cual debido a que es una partícula no viva y de absoluta simplicidad estructural podría ser muy resistente y esquivo a todas estas formas de reconocimiento y medidas que la respuesta inmunitaria esta generando contra el mismo. Pero nuestras células y nuestro sistema inmunitario han evolucionado a lo largo de millones de años de forma muy satisfactoria, conocedores de que existen los virus y que para poder detectarlos y contrarrestarlos son necesarias otras estrategias muy diferentes que las que generamos contra los otros tipos de microorganismos.
Yan N, Nat Immunol 2012
Y nos estamos refiriendo a la inmunidad antiviral intrínseca que restringe directamente la replicación viral y el ensamblaje, lo que hace que una célula no sea permisiva a la colonización viral. Esta inmunidad intrínseca es conferida por factores preexistentes y en gran medida por la presencia de factores inducidos por la propia infección del virus. Una de las formas más simples de impedir la actividad y replicación viral se observa en invertebrados y la denominamos inmunidad basada en el RNA al utiliza distintos tipos de RNA de interferencia que bloquearán la expresión de los genes virales e incluso inducirán su degradación. Este sistema es comparable a la regulación epigenética que realizan los microRNAs usando las enzimas Dicer y RISC o de una forma análoga al conocido sistema antiviral bacteriano CRISPR-Cas. Aumentando la complejidad evolutiva, los vertebrados hemos desarrollado otro mecanismo más complejo y eficiente, que es una inmunidad basada en proteínas y es la respuesta a los interferones (su nombre deriva de que interfiere en la capacidad infectiva de un virus). Como vamos a ver, la respuesta del interferón que desencadena alguno de los citados PRRs al detectar un virus no solo le afecta a la célula que percibe este invasor (autocrina), sino que se extenderá de forma paracrina a las células de su vecindario para que todas puedan degradar la información genética del virus e impidan la expresión de sus genes.
La respuesta del interferón
Llegado este momento es importante que veamos de forma algo más detallado en qué consiste la respuesta antiviral mediada por interferón. Los principales PRR que detectan la presencia de virus se basan en localizar ácidos nucleicos no “naturales” de la célula como dsRNA y DNA con CpG no metilados, y se localizan en las membranas de las vesículas endocíticas (dentro de la célula) y son los TLR3, 7, 8 y 9, además de los RLR citosólicos RIG-I y MDA5. Mediante un mecanismo complejo de señalización y transducción estos PRR consiguen que se fosforilen y dimericen componentes de una familia de factores de transcripción que se denominan IRF (interferon regulatory factor) y que puedan translocarse al núcleo. Una vez en el núcleo, estos IRF interaccionaran con genes que contienen en sus promotores secuencias nucleotídicas denominadas ISRE (IFN-stimulated response elements) y que conducen a la expresión de los interferones de tipo I (INF-a e IFN-b) y otros genes antivirales importantes (que ahora luego volveremos con ellos).
Gilliet M, Nat Rev immune 2008
Hay que hacer notar que este interferón que va a producir la célula no interfiere directamente con el virus, sino que va a ser secretado y las células que posean receptores para los interferones de tipo I (IFNAR) serán las que se beneficien de su producción y liberación. Afortunadamente la expresión del receptor de IFN se transcribe en ese contexto de ISRE por lo que la célula productora será una de las beneficiadas junto con otras células del microambiente. La señalización a través de los IFNAR lleva a un mecanismo similar donde intervienen otros factores de transcripción que actúan sobre las mismas secuencias ISRE y alimentan como un bucle con feedback positivo todo el proceso de señalización y protección local contra los virus.
Michalska A, Front Immunol 2018
Nos queda ver ahora cuales esas proteínas que se van a producir gracias a los interferones y son la que directamente van en contra de los virus. En primer lugar, se aumenta la expresión del complejo principal de histocompatibilidad de tipo I y la presentación de proteínas celulares (y también virales, pues el virus está dentro de la célula y usa su maquinaria metabólica) a los linfocitos T. Este proceso fundamental para la vigilancia inmunológica permite que los linfocitos detecten la producción de proteínas extrañas al organismo (como las virales) y si se da el caso, que se genere la respuesta inmunitaria adaptativa. Todo ello acompañado en un contexto que maximiza la activación de los linfocitos citotóxicos (CTL) que en última instancia serán los encargados de destruir a células infectadas por virus. Además de la activación de los CTL, la célula produce una serie de enzimas que degradan RNAs virales como la 2′,5′ oligoadenilato sintetasa, PKR que impiden la acción de factores de transcripción necesarios para la expresión de proteínas virales y proteasas que degradan las proteínas de la cápside viral que se hayan sintetizado, impidiendo el ensamblaje de nuevos viriones. De esta forma tan eficiente la inmunidad innata logra detectar los virus y no solo luchar contra ellos, sino que iniciar la activación de la respuesta inmunitaria adaptativa.
Abbas A, Cellular and Molecular Immunology, Elsevier
Pero los virus no iban a ser menos que las células de los vertebrados y su proceso evolutivo a algunos también les ha permitido adquirir mecanismos de resistencia o de evasión de la respuesta antiviral y por ende de la respuesta inmunitaria contribuyendo a la inmunopatogenia de algunas enfermedades virales. Estas estrategias son muy variadas y están asociadas a la complejidad genómica del virus. Cuantos más genes sean capaces de empaquetar en sus cápsides, seguramente más genes tendrán para bloquear la señalización de PRR y de IFNAR. Para poder entenderlo mejor, lo más conveniente será ver un ejemplo y en estos momentos tal vez el ejemplo más interesante es el coronavirus. Vayamos pues a ver los mecanismos inmunopatogénicos de los coronavirus
Un ejemplo concreto, el Coronavirus y la epidemia Covid-19

En diciembre del año 2019 la humanidad ha sufrido por tercera vez en las últimas dos décadas una nueva zoonosis causada por un coronavirus (SARS-CoV-2), provocando una epidemia que afecta a las vías respiratorias y que en algunos caos es una enfermedad muy grave, la denominada Covid-19. El avance la biología molecular y el riesgo a que se convierta en una pandemia ha intensificado los esfuerzos de los centros de investigación, las autoridades sanitarias de muchos países y de la OMS. Gracias a ello, en tan poco tiempo tenemos muchos datos epidemiológicos, conocemos la información genética del virus y se han desarrollado test diagnósticos muy sensibles y cuantitativos. Se ha podido establecer el tropismo viral sobre células epiteliales alveolares gracias a la interacción con la exopeptidasa, enzima convertidora de angiotensina (hACE2). Esta enzima transforma, preferentemente en el pulmón, al precursor de la angiotensina en una molécula activa y que se encarga de regular la presión arterial. Pero aún quedan muchas lagunas por resolver y que nos pueden ayudar a contener la epidemia, como cuál ha sido el vector, el desarrollo de algún antiviral o de una vacuna. A pesar de todo, el esfuerzo tecnológico y humano ha sido tremendo y sin parangón.
Cui J, Nat Rev Microbiol 2019
El virus y sus genes estructurales
Los Coronavirus son virus de RNA monocatenario con capacidad codificante (+ssRNA) y en este caso concreto, el tamaño del genoma de SARS-CoV-2 es de 30 kb. Teniendo en cuenta que 10 kb es el tamaño medio de los virus de RNA, este detalle sitúa a los coronavirus como los virus de RNA con genoma mas grande.
Banerjee A, Curr Clin Micro Rpt (2019)
Y tener un genoma mayor conlleva mejoras en su supervivencia y mejoras en su adaptación al hospedador lo que implica en muchos casos capacidad de escape inmunológico o cierta inmunopatogenia. Esta complejidad, en primer lugar, se asocia con una característica muy relevante a la hora de la multiplicación y la evolución viral y es que el complejo de replicación transcripción tiene actividad 3’‐5’ exorribonucleasa, lo que le confiere mayor fidelidad de copia. Luego los coronavirus mutan, seguro que mucho, pero menos de lo que cabría esperar tiendo en cuenta que es un virus de RNA. Las proteínas que están codificadas en su genoma se dividen en dos grupos, proteínas no estructurales y proteínas estructurales.
Chen Y, J Med Virol 2020
Empecemos por estas últimas, y dentro de las estructurales, en sentido 5’-3’ tenemos:
La proteína S (Spike, pincho), que formando homotrímeros crea esas estructuras que asoman sobre la nuceocápside y le permiten anclarse a su receptor (hACE2).
La proteína E (Envuelta) encargada del ensamblaje viral y la patogenia del virus.
La proteína M (Membrana) tiene tres dominios transmembrana y al unirse a la nucleocápside le confiere la estructura esférica.
La proteína N (Nucleocápside) tiene dos dominios, uno que interacciona con el RNA viral conduciendo a su correcto encapsulamiento en los viriones y otro dominio multifunción que actúa por un lado como antagonista del IFN y por otro lado como represor de los RNA de interferencia, lo cual es muy importante para evitar la acción inmunitaria antiviral y es beneficios para su replicación.
Además, los b-Coronavirus también disponen de la hemaglutinina-acetilesterasa (HE), una glicoproteína que se une a restos de azúcar en las membranas celulares e induce la fusión y penetración viral en la célula. Curiosamente, parece ser que el gen para HE fue introducido en un genoma ancestral de coronavirus por recombinación con el virus de la influenza C.
Holmes KV, N Engl J Med 2003
Los genes no estructurales y la inmunopatogenia viral
El análisis genético y molecular del SARS-CoV-2 nos permite afirmar que no es ni un mutante de cualquier coronavirus anterior ni un recombinante de coronavirus conocidos. Es un coronavirus desconocido, probablemente de un hospedador no humano que de alguna manera adquirió la capacidad de infectar a humanos y provocar la presente zoonosis.
Zhu N, N Engl J Med 2020
Sobre los genes no estructurales empezaremos abordando el papel que juegan las otras proteínas virales, así:
La nsp13 es una helicasa, una enzima vital para el desempaquetado de los genes y por ende la replicación y transcripción.
Las nsp7 a 10 son regiones críticas como reguladoras de la nsp12, que es la RNA polimerasa multidominio y que junto con la actividad de reparación del RNA (MMR) de la nsp14 le confiere estas altas tasas de fidelidad de copia.
Por otro lado, como la síntesis del mRNA del coronavirus se realiza en el citosol en lugar del núcleo, los virus de +RNA de eucariotas no pueden confiar en que las proteínas nucleares de la célula se encarguen de añadir la 7-metilguanosina (m7G) al primer nucleótido del RNA para protegerlo de las exorribonucleasas celulares (proceso que se denomina capping) y conducir a su traducción en proteínas. En este sentido, las nsp10-13-14-16 virales participan en el capping del RNA viral.
Veamos entonces las claves de la inmunopatogenia de los coronavirus que pivotan sobre el bloque de la actividad antiviral, que se pone de manifiesto gracias a la acción del resto de proteínas no estructurales:
La nsp1 de los SARS-CoV es una proteína de 20 kDa que se localiza en el citoplasma de las células infectadas y que genera una variedad de funciones únicas en los b-Coronavirus. En primer lugar, es capaz de bloquear y degradar el mRNA del IFN-b y otros mensajeros endógenos. En segundo lugar, al bloquear la fosforilación de STAT1 e I-kB y la dimerización de IRF3, inhibe las vías de transducción de señales que involucran IRF, STAT y NF-k Ello afecta también a la progresión del ciclo celular sin inducir apoptosis, favoreciendo la supervivencia viral.
La nsp3, codificada en el gran ORF1 y que genera una proteína de 200 kDa con varios dominios funcionales diferentes. Estos incluyen un dominio de unión de poli (ADP-ribosa), de proteasa (papain-like protease, PLP), otro deubiquitinasa y un último de ISGylase. La función PLP de nsp3 es la que antagoniza las respuestas IFN de tipo I, impidiendo la fosforilación, dimerización e importe al núcleo de IRF3. De forma análoga actúa sobre la vía de represión de NF-k Además, la función ISGylase contrarresta la acción del gen 15 estimulado por interferón (ISG15), que es la ISGilación. Veamos en qué consiste este proceso. La modificación postraduccional de las proteínas es una estrategia importante para la regulación del proteoma celular. La ubiquitina y otros modificadores similares a la ubiquitina como ISG15, a través de su conjugación covalente a proteínas median la regulación de los niveles de esas proteínas, las vías de señalización, el tráfico vesicular y muchos otros procesos celulares. ISG15 se codifica y se expresa como una proteína precursora de 17 kDa que se procesa proteolíticamente en su extremo C-ter para exponer una secuencia de aminoácidos, idéntica a la secuencia C-ter de la ubiquitina, y sus adiciones covalentes a las proteínas son bastante similares. Por este mecanismo se regula a la baja la vida media de las proteínas virales, disminuyendo su capacidad de ensamblaje y la viabilidad de los mismos. De forma contraria este proceso afecta aumentando la vida media de muchos genes regulados al alza como respuesta de IRF. Por este motivo esta actividad ISGylase parece una estrategia acertada de propagación viral.
Morales DJ, J Mol Biol 2013
Las otras nsp4 a nsp6 bloquean directamente la actividad antiviral que la célula debería poner en marcha inhibiendo la señalización del IFN. Algunas formas descritas por SARS-CoVs de antagonizar a los IFN de tipo I es mediante la inactivación de la traducción del hospedador; la degradación de sus mARN; interactuar negativamente con STING; antagonizar la señalización de IFN inducida por MAVS/RIG-I. Así mismo, también lo consiguen bloqueando la expresión de citocinas proinflamatorias y la generación de las vesículas que son necesarias para la formación de autofagosomas y el incremento de la presentación de péptidos virales.
Por último, la nsp16 es una 2’O metiltransferasa (2’‐O‐MTasa) que bloquea muy selectivamente la señalización a través de MDA5, un tipo de RIG-like receptor.
Tortura AL, Curr Opinion Virol 2012
La afectación de las células presentadoras de antígeno
Pero aquí non acaba la cosa, tanto los factores virales antes descritos como los del huésped afectan la virulencia de las enfermedades por coronavirus en animales. Un ejemplo de ello es que tanto Covid-19 como SARS se caracterizan por una respuesta inflamatoria exacerbada y, de hecho, la carga viral no está correlacionada con el empeoramiento de síntomas. En este contexto es vital conocer el mecanismo que desencadena que la respuesta inflamatoria del hospedador, con sobreexpresiones de citocinas, se convierta en una causa principal de daño pulmonar y posterior mortalidad en los casos severos de Covid-19. Las dianas principales de la infección por los SARS-CoV son las células epiteliales ciliadas de la vía aérea y los pneumocitos alveolares de tipo II.

Pero también se ha demostrado que los SARS-CoV usan DC-SIGN y L-SIGN como correceptores para la entrada. Es de señalar que cada uno estos receptores son muy expresados en algunos tipos de células presentadoras de antígenos inmaduras (APC), sobre todo células dendríticas (DC) y podría aumentar el tropismo viral y por consiguiente contribuir aún más en la inmunopatogenia de la enfermedad. La alta infectividad viral en APC inmaduras indica que hay muchos PRR en ellas y que el virus puede superar la respuesta antiviral inicial. Pero también nos revela que la maduración de las APC no sólo conlleva una bajada dramática del número de PRR sino la aparición de otros mecanismos de restricción que evitan la replicación de virus. Estas y otras APC actúan como primera defensa contra la infección viral al estimular la vigilancia inmunológica, la defensa antiviral intrínseca y el puente entre la inmunidad innata y adaptativa participando en el reclutamiento de los linfocitos de memoria y de células efectoras al sitio de infección. Además, estas APC profesionales también son una fuente importante de interferones tipo I. Así, el efecto citopático del coronavirus es un mecanismo indirecto de sobrestimulación de APC y se asocia también con la inducción de inflamación y la secreción masiva de citocinas en los pulmones como IL-1, IL-6, IL-8, TNF-a y CXCL-10 que pueden provocar daños en los tejidos y favorecer la diseminación del virus sistémica.
Por otro lado, el mecanismo de escape inmune a través de la afectación de APCs resultaría en un aclaramiento viral ineficiente, lo que puede explicar la alta patogenicidad y las manifestaciones clínicas visto en Covid-19, MERS y SARS. Luego que las APC funcionen adecuadamente es crítico para la mitigar la infección y limitar el desarrollo de la enfermedad. En este sentido, existen tres posibles candidatos terapéuticos sobre la mesa, baricitinib, fedratinib y ruxolitinib que son inhibidores potentes y selectivos de JAK aprobados para indicaciones como artritis reumatoide y mielofibrosis Los tres son potentes antiinflamatorios que inhiben la señalización JAK-STAT de los receptores de citocinas. Desde el punto de vista técnico y de desarrollo de fármacos, esta permisividad de APC sobre coronavirus nos va a ayudar en el screening in vitro de potenciales agentes terapéuticos.
Consideraciones finales
En algunos individuos, la presencia del coronavirus en las vías respiratorias va a ser la puerta de entrada a otros microorganismos oportunistas que podrían ocasionar estas neumonías severas. Esta puerta se abre por el efecto citopático directo del virus sobre las células epiteliales del tracto respiratorio y por el daño tisular local que la respuesta inflamatoria va a ocasionar. Si a esto le añadimos un sistema inmunitario ineficiente debido a los mecanismos de inmunoevasión del coronavirus, tenemos todas las papeletas para convertir a Covid-19 en una enfermedad especialmente contagiosa, perdurable en el individuo y en algunos casos grave. Los mecanismos de escape viral e inmunopatogenia no son únicos de los coronavirus y han sido descritas muchas formas diferentes de interferir en la señalización de citocinas y de sus mecanismos de transducción. Además, otros virus de las familias de adenovirus, herpes, papiloma y poxvirus, entre otros interfieren en la actividad del proteasoma y el proceso celular dedicado a la presentación antigénica o de aparición del MHC en la membrana. Otros codifican para citocinas inmunosupresoras o cambios de fenotipos de los linfocitos helper (como el shift Th1 a Th2, poco eficiente para parásitos intracelulares). Generalmente son grandes virus de DNA y aquí los coronavirus representan una buena excepción a esta regla.
Hasta el momento, Covid-19 se está comportando como un enemigo de la especie humana, con unas tasas de letalidad difícilmente asumibles y que está poniendo en jaque el movimiento de personas, la globalización y la economía mundial. Sin ninguna duda, sus efectos sobre países en vías de desarrollo serán todavía peores. Por ello, como enemigo que es de todos nosotros, requiere un esfuerzo global para combatirlo. Destinemos los recursos necesarios para comprender mejor la patogenia, desarrollar antivirales y medidas de soporte más efectivas y luchemos por conseguir la vacuna preventiva. Tomemos las medidas oportunas para contener la diseminación de la enfermedad y protejamos a los más sensibles o susceptibles a sucumbir ante el virus, pero con cautela y sin alarmar innecesariamente a la población. Pero eso sí, no deberíamos permitir que Covid-19 se convierta en la pandemia del siglo XXI como sucedió con la gripe de 1918.
Referencias
Cong, Y., Hart, B. J., Gross, R., Zhou, H., Frieman, M., Bollinger, L., … Holbrook, M. R. (2018). MERS-CoV pathogenesis and antiviral efficacy of licensed drugs in human monocyte-derived antigen-presenting cells. PLoS ONE, 13(3), 1–17. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0194868
Morales, D. J., & Lenschow, D. J. (2013). The antiviral activities of ISG15. Journal of Molecular Biology, 425(24), 4995–5008. https://doi.org/10.1016/j.jmb.2013.09.041
Cui, J., Li, F., & Shi, Z. L. (2019). Origin and evolution of pathogenic coronaviruses. Nature Reviews Microbiology, 17(3), 181–192. https://doi.org/10.1038/s41579-018-0118-9
Chen, Y., Liu, Q., & Guo, D. (2020). Emerging coronaviruses: Genome structure, replication, and pathogenesis. Journal of Medical Virology, (January), 418–423. https://doi.org/10.1002/jmv.25681
Stebbing, J., Phelan, A., Griffin, I., Tucker, C., Oechsle, O., Smith, D., & Richardson, P. (2020). COVID-19: combining antiviral and anti-inflammatory treatments. The Lancet Infectious Diseases, 2019(20), 2019–2020. https://doi.org/10.1016/S1473-3099(20)30132-8
Poulter, N. (2020). Lower Blood Pressure in South Asia? Trial Evidence. New England Journal of Medicine, 382(8), 758–760. https://doi.org/10.1056/NEJMe1917479
Zhu, N., Zhang, D., Wang, W., Li, X., Yang, B., Song, J., … Tan, W. (2020). A Novel Coronavirus from Patients with Pneumonia in China, 2019. New England Journal of Medicine, 727–733. https://doi.org/10.1056/nejmoa2001017
Totura, A. L., & Baric, R. S. (2012). SARS coronavirus pathogenesis: Host innate immune responses and viral antagonism of interferon. Current Opinion in Virology, 2(3), 264–275. https://doi.org/10.1016/j.coviro.2012.04.004
Li, F. (2013). Receptor recognition and cross-species infections of SARS coronavirus. Antiviral Research, 100(1), 246–254. https://doi.org/10.1016/j.antiviral.2013.08.014
Frieman, M., & Baric, R. (2008). Mechanisms of Severe Acute Respiratory Syndrome Pathogenesis and Innate Immunomodulation. Microbiology and Molecular Biology Reviews, 72(4), 672–685. https://doi.org/10.1128/mmbr.00015-08
Etiquetas: antiviral, citocina, coronavirus, Inmunopatogenia, interferon
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Por Rafael Sirera en Inmunopatogenia sobre 09/03/2020

CORONAVIRUS, INMUNOPATOGENIA VIRAL

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los mecanismos que conducen a la inmunología y la patogenia del nuevo coronavirus SARS-CoV-2 son complejos
Un virus es capaz de penetrar a través de las barreras físicas que forma nuestro recubrimiento epitelial o mucoso, por ejemplo, en el tracto respiratorio. Y que es capaz de resistir las barreras químicas y biológicas creadas por nuestros microorganismos comensales, las células epiteliales y por las células inmunitarias que producen desagradables

ambientes ácidos, grasos y salinos o que secretan enzimas tóxicos o péptidos catiónicos que podrían destruir sus biomoléculas y con ello su integridad.
Si el virus ha sido capaz de saltarse esta barrera de elementos defensivos constitutivos y preformados ya lo tenemos en nuestro interior. Nos ha infectado. Ahora necesitamos que nuestras células sean capaces de percibirlo, que puedan iniciar la respuesta inmunitaria innata inducida y la inflamatoria con el objetivo de contenerlo y erradicarlo en menos de 96 horas. Pero en este contexto hay que tener en cuenta un detalle muy importante, el virus además de penetrar ha de dañar discretamente nuestros tejidos. Ello no debería ser ningún obstáculo para él, pues seguramente tendrá tropismo por alguna célula del epitelio, penetrará así en su interior, le secuestrará la maquinaria biosintética en su propio beneficio y generará nuevos viriones con el consiguiente estallido y necrosis de la célula infectada.
La detección de la infección
Con estas muertes celulares no programadas se van a liberan de forma masiva moléculas endógenas celulares que además van a dañar o modifica el andamiaje de los tejidos. Estas moléculas o cambios los denominamos patrones moleculares asociados al daño (también conocidos como DAMP o alarminas) y son inmunogénicos pues las células de la inmunidad innata poseen receptores que van a ser capaces de percibirlos y reconocerlos.
Pero no debemos olvidar que además del daño tenemos al extraño, al virus que ha conseguido infectarnos. Pues bien, los microorganismos patogénicos también tienen otros patrones moleculares asociados (en términos inmunológicos PAMP o MAMP) que serán reconocidos por los sensores celulares. Como los microorganismos pueden localizarse o esconderse en cualquier ubicación del individuo, sus células y especialmente las del sistema inmunitario, disponen de un gran abanico de sensores de estos patrones y los denominamos receptores que reconocen patrones (PRR). Estos numerosos PRRs pertenecen a distintas familias estructurales y así mismo cumplen funciones muy diferentes. Hay sensores que se localizan tanto en las membranas de la célula (por ejemplo, toll-like receptors o TLR, scavenger receptors o SR y los receptores de manosa de los macrófagos o MMR) como en el citoplasma de la misma (los NOD-like receptors o NLR y los RIG-like receptors o RLR), como en los humores o fluidos biológicos (la lectina que une manosa o MBL y la proteína C-reactiva o CRP). Este último tipo de PRR humorales los producen también otras células como los hepatocitos, que los liberan a la sangre para que se repartan por todo el organismo.

Estos PRRs además de la función como sensor cumplen otras dos funciones muy distintas y a la vez muy importantes para la defensa del individuo. Por un lado, la fagocitosis de los microorganismos que sean reconocidos por los neutrófilos y los macrófagos y, por otro lado, la activación del complemento, el principal ejecutor de la inmunidad innata humoral. Esta función tipo sensor va a disparar la respuesta inmunitaria innata local, la respuesta inflamatoria y la de reparación tisular. Se va a aumentar la permeabilidad de los vasos para que nuevos componentes del sistema inmunitario puedan acudir a este territorio que está siendo invadido por los virus y que la suma y la unión haga la fuerza antimicrobiana. También es muy destacable tener en cuenta que esta respuesta inflamatoria y la actividad de las células dendríticas y macrófagos presentando antígenos y estimulando a los linfocitos T, también va a llevar a la activación de la respuesta inmunitaria adaptativa. Esta última es la que en última instancia combatirá de la forma más específica, especializada y efectiva la infección del virus, este parásito intracelular y además podremos beneficiarnos de su efecto memoria ante futuras exposiciones del mismo microbio.
La respuesta antiviral intrínseca
Volvamos otra vez a fijarnos en el agente invasor, el virus, el cual debido a que es una partícula no viva y de absoluta simplicidad estructural podría ser muy resistente y esquivo a todas estas formas de reconocimiento y medidas que la respuesta inmunitaria esta generando contra el mismo. Pero nuestras células y nuestro sistema inmunitario han evolucionado a lo largo de millones de años de forma muy satisfactoria, conocedores de que existen los virus y que para poder detectarlos y contrarrestarlos son necesarias otras estrategias muy diferentes que las que generamos contra los otros tipos de microorganismos.
Yan N, Nat Immunol 2012
Y nos estamos refiriendo a la inmunidad antiviral intrínseca que restringe directamente la replicación viral y el ensamblaje, lo que hace que una célula no sea permisiva a la colonización viral. Esta inmunidad intrínseca es conferida por factores preexistentes y en gran medida por la presencia de factores inducidos por la propia infección del virus. Una de las formas más simples de impedir la actividad y replicación viral se observa en invertebrados y la denominamos inmunidad basada en el RNA al utiliza distintos tipos de RNA de interferencia que bloquearán la expresión de los genes virales e incluso inducirán su degradación. Este sistema es comparable a la regulación epigenética que realizan los microRNAs usando las enzimas Dicer y RISC o de una forma análoga al conocido sistema antiviral bacteriano CRISPR-Cas. Aumentando la complejidad evolutiva, los vertebrados hemos desarrollado otro mecanismo más complejo y eficiente, que es una inmunidad basada en proteínas y es la respuesta a los interferones (su nombre deriva de que interfiere en la capacidad infectiva de un virus). Como vamos a ver, la respuesta del interferón que desencadena alguno de los citados PRRs al detectar un virus no solo le afecta a la célula que percibe este invasor (autocrina), sino que se extenderá de forma paracrina a las células de su vecindario para que todas puedan degradar la información genética del virus e impidan la expresión de sus genes.
La respuesta del interferón
Llegado este momento es importante que veamos de forma algo más detallado en qué consiste la respuesta antiviral mediada por interferón. Los principales PRR que detectan la presencia de virus se basan en localizar ácidos nucleicos no “naturales” de la célula como dsRNA y DNA con CpG no metilados, y se localizan en las membranas de las vesículas endocíticas (dentro de la célula) y son los TLR3, 7, 8 y 9, además de los RLR citosólicos RIG-I y MDA5. Mediante un mecanismo complejo de señalización y transducción estos PRR consiguen que se fosforilen y dimericen componentes de una familia de factores de transcripción que se denominan IRF (interferon regulatory factor) y que puedan translocarse al núcleo. Una vez en el núcleo, estos IRF interaccionaran con genes que contienen en sus promotores secuencias nucleotídicas denominadas ISRE (IFN-stimulated response elements) y que conducen a la expresión de los interferones de tipo I (INF-a e IFN-b) y otros genes antivirales importantes (que ahora luego volveremos con ellos).
Gilliet M, Nat Rev immune 2008
Hay que hacer notar que este interferón que va a producir la célula no interfiere directamente con el virus, sino que va a ser secretado y las células que posean receptores para los interferones de tipo I (IFNAR) serán las que se beneficien de su producción y liberación. Afortunadamente la expresión del receptor de IFN se transcribe en ese contexto de ISRE por lo que la célula productora será una de las beneficiadas junto con otras células del microambiente. La señalización a través de los IFNAR lleva a un mecanismo similar donde intervienen otros factores de transcripción que actúan sobre las mismas secuencias ISRE y alimentan como un bucle con feedback positivo todo el proceso de señalización y protección local contra los virus.
Michalska A, Front Immunol 2018
Nos queda ver ahora cuales esas proteínas que se van a producir gracias a los interferones y son la que directamente van en contra de los virus. En primer lugar, se aumenta la expresión del complejo principal de histocompatibilidad de tipo I y la presentación de proteínas celulares (y también virales, pues el virus está dentro de la célula y usa su maquinaria metabólica) a los linfocitos T. Este proceso fundamental para la vigilancia inmunológica permite que los linfocitos detecten la producción de proteínas extrañas al organismo (como las virales) y si se da el caso, que se genere la respuesta inmunitaria adaptativa. Todo ello acompañado en un contexto que maximiza la activación de los linfocitos citotóxicos (CTL) que en última instancia serán los encargados de destruir a células infectadas por virus. Además de la activación de los CTL, la célula produce una serie de enzimas que degradan RNAs virales como la 2′,5′ oligoadenilato sintetasa, PKR que impiden la acción de factores de transcripción necesarios para la expresión de proteínas virales y proteasas que degradan las proteínas de la cápside viral que se hayan sintetizado, impidiendo el ensamblaje de nuevos viriones. De esta forma tan eficiente la inmunidad innata logra detectar los virus y no solo luchar contra ellos, sino que iniciar la activación de la respuesta inmunitaria adaptativa.
Abbas A, Cellular and Molecular Immunology, Elsevier
Pero los virus no iban a ser menos que las células de los vertebrados y su proceso evolutivo a algunos también les ha permitido adquirir mecanismos de resistencia o de evasión de la respuesta antiviral y por ende de la respuesta inmunitaria contribuyendo a la inmunopatogenia de algunas enfermedades virales. Estas estrategias son muy variadas y están asociadas a la complejidad genómica del virus. Cuantos más genes sean capaces de empaquetar en sus cápsides, seguramente más genes tendrán para bloquear la señalización de PRR y de IFNAR. Para poder entenderlo mejor, lo más conveniente será ver un ejemplo y en estos momentos tal vez el ejemplo más interesante es el coronavirus. Vayamos pues a ver los mecanismos inmunopatogénicos de los coronavirus
Un ejemplo concreto, el Coronavirus y la epidemia Covid-19

En diciembre del año 2019 la humanidad ha sufrido por tercera vez en las últimas dos décadas una nueva zoonosis causada por un coronavirus (SARS-CoV-2), provocando una epidemia que afecta a las vías respiratorias y que en algunos caos es una enfermedad muy grave, la denominada Covid-19. El avance la biología molecular y el riesgo a que se convierta en una pandemia ha intensificado los esfuerzos de los centros de investigación, las autoridades sanitarias de muchos países y de la OMS. Gracias a ello, en tan poco tiempo tenemos muchos datos epidemiológicos, conocemos la información genética del virus y se han desarrollado test diagnósticos muy sensibles y cuantitativos. Se ha podido establecer el tropismo viral sobre células epiteliales alveolares gracias a la interacción con la exopeptidasa, enzima convertidora de angiotensina (hACE2). Esta enzima transforma, preferentemente en el pulmón, al precursor de la angiotensina en una molécula activa y que se encarga de regular la presión arterial. Pero aún quedan muchas lagunas por resolver y que nos pueden ayudar a contener la epidemia, como cuál ha sido el vector, el desarrollo de algún antiviral o de una vacuna. A pesar de todo, el esfuerzo tecnológico y humano ha sido tremendo y sin parangón.
Cui J, Nat Rev Microbiol 2019
El virus y sus genes estructurales
Los Coronavirus son virus de RNA monocatenario con capacidad codificante (+ssRNA) y en este caso concreto, el tamaño del genoma de SARS-CoV-2 es de 30 kb. Teniendo en cuenta que 10 kb es el tamaño medio de los virus de RNA, este detalle sitúa a los coronavirus como los virus de RNA con genoma mas grande.
Banerjee A, Curr Clin Micro Rpt (2019)
Y tener un genoma mayor conlleva mejoras en su supervivencia y mejoras en su adaptación al hospedador lo que implica en muchos casos capacidad de escape inmunológico o cierta inmunopatogenia. Esta complejidad, en primer lugar, se asocia con una característica muy relevante a la hora de la multiplicación y la evolución viral y es que el complejo de replicación transcripción tiene actividad 3’‐5’ exorribonucleasa, lo que le confiere mayor fidelidad de copia. Luego los coronavirus mutan, seguro que mucho, pero menos de lo que cabría esperar tiendo en cuenta que es un virus de RNA. Las proteínas que están codificadas en su genoma se dividen en dos grupos, proteínas no estructurales y proteínas estructurales.
Chen Y, J Med Virol 2020
Empecemos por estas últimas, y dentro de las estructurales, en sentido 5’-3’ tenemos:
La proteína S (Spike, pincho), que formando homotrímeros crea esas estructuras que asoman sobre la nuceocápside y le permiten anclarse a su receptor (hACE2).
La proteína E (Envuelta) encargada del ensamblaje viral y la patogenia del virus.
La proteína M (Membrana) tiene tres dominios transmembrana y al unirse a la nucleocápside le confiere la estructura esférica.
La proteína N (Nucleocápside) tiene dos dominios, uno que interacciona con el RNA viral conduciendo a su correcto encapsulamiento en los viriones y otro dominio multifunción que actúa por un lado como antagonista del IFN y por otro lado como represor de los RNA de interferencia, lo cual es muy importante para evitar la acción inmunitaria antiviral y es beneficios para su replicación.
Además, los b-Coronavirus también disponen de la hemaglutinina-acetilesterasa (HE), una glicoproteína que se une a restos de azúcar en las membranas celulares e induce la fusión y penetración viral en la célula. Curiosamente, parece ser que el gen para HE fue introducido en un genoma ancestral de coronavirus por recombinación con el virus de la influenza C.
Holmes KV, N Engl J Med 2003
Los genes no estructurales y la inmunopatogenia viral
El análisis genético y molecular del SARS-CoV-2 nos permite afirmar que no es ni un mutante de cualquier coronavirus anterior ni un recombinante de coronavirus conocidos. Es un coronavirus desconocido, probablemente de un hospedador no humano que de alguna manera adquirió la capacidad de infectar a humanos y provocar la presente zoonosis.
Zhu N, N Engl J Med 2020
Sobre los genes no estructurales empezaremos abordando el papel que juegan las otras proteínas virales, así:
La nsp13 es una helicasa, una enzima vital para el desempaquetado de los genes y por ende la replicación y transcripción.
Las nsp7 a 10 son regiones críticas como reguladoras de la nsp12, que es la RNA polimerasa multidominio y que junto con la actividad de reparación del RNA (MMR) de la nsp14 le confiere estas altas tasas de fidelidad de copia.
Por otro lado, como la síntesis del mRNA del coronavirus se realiza en el citosol en lugar del núcleo, los virus de +RNA de eucariotas no pueden confiar en que las proteínas nucleares de la célula se encarguen de añadir la 7-metilguanosina (m7G) al primer nucleótido del RNA para protegerlo de las exorribonucleasas celulares (proceso que se denomina capping) y conducir a su traducción en proteínas. En este sentido, las nsp10-13-14-16 virales participan en el capping del RNA viral.
Veamos entonces las claves de la inmunopatogenia de los coronavirus que pivotan sobre el bloque de la actividad antiviral, que se pone de manifiesto gracias a la acción del resto de proteínas no estructurales:
La nsp1 de los SARS-CoV es una proteína de 20 kDa que se localiza en el citoplasma de las células infectadas y que genera una variedad de funciones únicas en los b-Coronavirus. En primer lugar, es capaz de bloquear y degradar el mRNA del IFN-b y otros mensajeros endógenos. En segundo lugar, al bloquear la fosforilación de STAT1 e I-kB y la dimerización de IRF3, inhibe las vías de transducción de señales que involucran IRF, STAT y NF-k Ello afecta también a la progresión del ciclo celular sin inducir apoptosis, favoreciendo la supervivencia viral.
La nsp3, codificada en el gran ORF1 y que genera una proteína de 200 kDa con varios dominios funcionales diferentes. Estos incluyen un dominio de unión de poli (ADP-ribosa), de proteasa (papain-like protease, PLP), otro deubiquitinasa y un último de ISGylase. La función PLP de nsp3 es la que antagoniza las respuestas IFN de tipo I, impidiendo la fosforilación, dimerización e importe al núcleo de IRF3. De forma análoga actúa sobre la vía de represión de NF-k Además, la función ISGylase contrarresta la acción del gen 15 estimulado por interferón (ISG15), que es la ISGilación. Veamos en qué consiste este proceso. La modificación postraduccional de las proteínas es una estrategia importante para la regulación del proteoma celular. La ubiquitina y otros modificadores similares a la ubiquitina como ISG15, a través de su conjugación covalente a proteínas median la regulación de los niveles de esas proteínas, las vías de señalización, el tráfico vesicular y muchos otros procesos celulares. ISG15 se codifica y se expresa como una proteína precursora de 17 kDa que se procesa proteolíticamente en su extremo C-ter para exponer una secuencia de aminoácidos, idéntica a la secuencia C-ter de la ubiquitina, y sus adiciones covalentes a las proteínas son bastante similares. Por este mecanismo se regula a la baja la vida media de las proteínas virales, disminuyendo su capacidad de ensamblaje y la viabilidad de los mismos. De forma contraria este proceso afecta aumentando la vida media de muchos genes regulados al alza como respuesta de IRF. Por este motivo esta actividad ISGylase parece una estrategia acertada de propagación viral.
Morales DJ, J Mol Biol 2013
Las otras nsp4 a nsp6 bloquean directamente la actividad antiviral que la célula debería poner en marcha inhibiendo la señalización del IFN. Algunas formas descritas por SARS-CoVs de antagonizar a los IFN de tipo I es mediante la inactivación de la traducción del hospedador; la degradación de sus mARN; interactuar negativamente con STING; antagonizar la señalización de IFN inducida por MAVS/RIG-I. Así mismo, también lo consiguen bloqueando la expresión de citocinas proinflamatorias y la generación de las vesículas que son necesarias para la formación de autofagosomas y el incremento de la presentación de péptidos virales.
Por último, la nsp16 es una 2’O metiltransferasa (2’‐O‐MTasa) que bloquea muy selectivamente la señalización a través de MDA5, un tipo de RIG-like receptor.
Tortura AL, Curr Opinion Virol 2012
La afectación de las células presentadoras de antígeno
Pero aquí non acaba la cosa, tanto los factores virales antes descritos como los del huésped afectan la virulencia de las enfermedades por coronavirus en animales. Un ejemplo de ello es que tanto Covid-19 como SARS se caracterizan por una respuesta inflamatoria exacerbada y, de hecho, la carga viral no está correlacionada con el empeoramiento de síntomas. En este contexto es vital conocer el mecanismo que desencadena que la respuesta inflamatoria del hospedador, con sobreexpresiones de citocinas, se convierta en una causa principal de daño pulmonar y posterior mortalidad en los casos severos de Covid-19. Las dianas principales de la infección por los SARS-CoV son las células epiteliales ciliadas de la vía aérea y los pneumocitos alveolares de tipo II.

Pero también se ha demostrado que los SARS-CoV usan DC-SIGN y L-SIGN como correceptores para la entrada. Es de señalar que cada uno estos receptores son muy expresados en algunos tipos de células presentadoras de antígenos inmaduras (APC), sobre todo células dendríticas (DC) y podría aumentar el tropismo viral y por consiguiente contribuir aún más en la inmunopatogenia de la enfermedad. La alta infectividad viral en APC inmaduras indica que hay muchos PRR en ellas y que el virus puede superar la respuesta antiviral inicial. Pero también nos revela que la maduración de las APC no sólo conlleva una bajada dramática del número de PRR sino la aparición de otros mecanismos de restricción que evitan la replicación de virus. Estas y otras APC actúan como primera defensa contra la infección viral al estimular la vigilancia inmunológica, la defensa antiviral intrínseca y el puente entre la inmunidad innata y adaptativa participando en el reclutamiento de los linfocitos de memoria y de células efectoras al sitio de infección. Además, estas APC profesionales también son una fuente importante de interferones tipo I. Así, el efecto citopático del coronavirus es un mecanismo indirecto de sobrestimulación de APC y se asocia también con la inducción de inflamación y la secreción masiva de citocinas en los pulmones como IL-1, IL-6, IL-8, TNF-a y CXCL-10 que pueden provocar daños en los tejidos y favorecer la diseminación del virus sistémica.
Por otro lado, el mecanismo de escape inmune a través de la afectación de APCs resultaría en un aclaramiento viral ineficiente, lo que puede explicar la alta patogenicidad y las manifestaciones clínicas visto en Covid-19, MERS y SARS. Luego que las APC funcionen adecuadamente es crítico para la mitigar la infección y limitar el desarrollo de la enfermedad. En este sentido, existen tres posibles candidatos terapéuticos sobre la mesa, baricitinib, fedratinib y ruxolitinib que son inhibidores potentes y selectivos de JAK aprobados para indicaciones como artritis reumatoide y mielofibrosis Los tres son potentes antiinflamatorios que inhiben la señalización JAK-STAT de los receptores de citocinas. Desde el punto de vista técnico y de desarrollo de fármacos, esta permisividad de APC sobre coronavirus nos va a ayudar en el screening in vitro de potenciales agentes terapéuticos.
Consideraciones finales
En algunos individuos, la presencia del coronavirus en las vías respiratorias va a ser la puerta de entrada a otros microorganismos oportunistas que podrían ocasionar estas neumonías severas. Esta puerta se abre por el efecto citopático directo del virus sobre las células epiteliales del tracto respiratorio y por el daño tisular local que la respuesta inflamatoria va a ocasionar. Si a esto le añadimos un sistema inmunitario ineficiente debido a los mecanismos de inmunoevasión del coronavirus, tenemos todas las papeletas para convertir a Covid-19 en una enfermedad especialmente contagiosa, perdurable en el individuo y en algunos casos grave. Los mecanismos de escape viral e inmunopatogenia no son únicos de los coronavirus y han sido descritas muchas formas diferentes de interferir en la señalización de citocinas y de sus mecanismos de transducción. Además, otros virus de las familias de adenovirus, herpes, papiloma y poxvirus, entre otros interfieren en la actividad del proteasoma y el proceso celular dedicado a la presentación antigénica o de aparición del MHC en la membrana. Otros codifican para citocinas inmunosupresoras o cambios de fenotipos de los linfocitos helper (como el shift Th1 a Th2, poco eficiente para parásitos intracelulares). Generalmente son grandes virus de DNA y aquí los coronavirus representan una buena excepción a esta regla.
Hasta el momento, Covid-19 se está comportando como un enemigo de la especie humana, con unas tasas de letalidad difícilmente asumibles y que está poniendo en jaque el movimiento de personas, la globalización y la economía mundial. Sin ninguna duda, sus efectos sobre países en vías de desarrollo serán todavía peores. Por ello, como enemigo que es de todos nosotros, requiere un esfuerzo global para combatirlo. Destinemos los recursos necesarios para comprender mejor la patogenia, desarrollar antivirales y medidas de soporte más efectivas y luchemos por conseguir la vacuna preventiva. Tomemos las medidas oportunas para contener la diseminación de la enfermedad y protejamos a los más sensibles o susceptibles a sucumbir ante el virus, pero con cautela y sin alarmar innecesariamente a la población. Pero eso sí, no deberíamos permitir que Covid-19 se convierta en la pandemia del siglo XXI como sucedió con la gripe de 1918.
Referencias
Cong, Y., Hart, B. J., Gross, R., Zhou, H., Frieman, M., Bollinger, L., … Holbrook, M. R. (2018). MERS-CoV pathogenesis and antiviral efficacy of licensed drugs in human monocyte-derived antigen-presenting cells. PLoS ONE, 13(3), 1–17. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0194868
Morales, D. J., & Lenschow, D. J. (2013). The antiviral activities of ISG15. Journal of Molecular Biology, 425(24), 4995–5008. https://doi.org/10.1016/j.jmb.2013.09.041
Cui, J., Li, F., & Shi, Z. L. (2019). Origin and evolution of pathogenic coronaviruses. Nature Reviews Microbiology, 17(3), 181–192. https://doi.org/10.1038/s41579-018-0118-9
Chen, Y., Liu, Q., & Guo, D. (2020). Emerging coronaviruses: Genome structure, replication, and pathogenesis. Journal of Medical Virology, (January), 418–423. https://doi.org/10.1002/jmv.25681
Stebbing, J., Phelan, A., Griffin, I., Tucker, C., Oechsle, O., Smith, D., & Richardson, P. (2020). COVID-19: combining antiviral and anti-inflammatory treatments. The Lancet Infectious Diseases, 2019(20), 2019–2020. https://doi.org/10.1016/S1473-3099(20)30132-8
Poulter, N. (2020). Lower Blood Pressure in South Asia? Trial Evidence. New England Journal of Medicine, 382(8), 758–760. https://doi.org/10.1056/NEJMe1917479
Zhu, N., Zhang, D., Wang, W., Li, X., Yang, B., Song, J., … Tan, W. (2020). A Novel Coronavirus from Patients with Pneumonia in China, 2019. New England Journal of Medicine, 727–733. https://doi.org/10.1056/nejmoa2001017
Totura, A. L., & Baric, R. S. (2012). SARS coronavirus pathogenesis: Host innate immune responses and viral antagonism of interferon. Current Opinion in Virology, 2(3), 264–275. https://doi.org/10.1016/j.coviro.2012.04.004
Li, F. (2013). Receptor recognition and cross-species infections of SARS coronavirus. Antiviral Research, 100(1), 246–254. https://doi.org/10.1016/j.antiviral.2013.08.014
Frieman, M., & Baric, R. (2008). Mechanisms of Severe Acute Respiratory Syndrome Pathogenesis and Innate Immunomodulation. Microbiology and Molecular Biology Reviews, 72(4), 672–685. https://doi.org/10.1128/mmbr.00015-08
Etiquetas: antiviral, citocina, coronavirus, Inmunopatogenia, interferon
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Por Rafael Sirera en Inmunopatogenia sobre 09/03/2020

Los inmunomoduladores evitan las complicaciones por coronavirus»

Los inmunomoduladores evitan las complicaciones por coronavirus»

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El doctor Manel Juan (1964), jefe de la sección de Inmunología Clínica del Servicio de Inmunología del Hospital Clínic de Barcelona, desgrana en esta entrevista cómo los inmunomoduladores podrían ayudar a contener la “excesiva” respuesta del sistema inmunitario al coronavirus SARS-CoV-2 y evitar el desarrollo de complicaciones.
¿En qué estado se encuentra el Hospital Clínic?
Por los datos que recibimos, está en un nivel de presión alto, pero no creciente.
¿Cree que es momento para empezar a “desescalar” el confinamiento o cree que es necesario todavía un confinamiento total como estas dos semanas?
Me parece lógico mantener estas condiciones, aunque no soy epidemiólogo.
En las medidas de desconfinamiento, tiene un papel importante la inmunidad de la población. ¿Cuánto tiempo podría durar la inmunidad una vez el paciente ha superado la infección?
No lo sabemos exactamente, pero es de esperar que serían bastantes meses. Es lo que se espera, es posible que incluso puedan ser años. Es una infección que podemos extrapolar a otras que parece que de promedio tienen un número de meses importante de protección, pero no se puede concretar nada porque el virus ha aparecido a finales de diciembre. Por ahora, parece que los pacientes que se infectaron en China están protegidos.
Si, a priori, no muta excesivamente, ¿puede ayudar?
Sin duda, es un elemento importante para mantener la respuesta.
Hay muchos proyectos en marcha para encontrar una vacuna. ¿Cuándo cree que podrían estar a punto?
Esperamos una vacuna en los próximos meses, en uno o dos. Después, lo que tardemos en demostrar la efectividad, que se podría extender hasta finales de año o principios de siguiente.
Y los tratamientos, ¿cuándo cree que podrá encontrarse alguno efectivo?
El tratamiento es para que los pacientes no empeoren y se están haciendo avances. De todas las maneras, lo determinante es que llegue la vacuna o haya inmunidad. Se están intentando también antivirales, pero en el momento que se dan los síntomas ya está cayendo la carga vírica.
¿Cuál es el motivo por el que la enfermedad genera complicaciones?
Se supone que hay motivos de base genética, pero sobre todo parece que hay una experiencia antigénica previa que condiciona al sistema inmunitario, que es el responsable de estas complicaciones. Pero no se conoce exactamente cuál, y es lo que estamos tratando de investigar. El problema que tenemos con esta infección no es tanto la infección en sí, que también, sino que, como consecuencia de intentar eliminarla, el sistema inmunitario tiene una respuesta muy exagerada y eso es lo que genera la inflamación de los pulmones -neumonía- e impide poder respirar. Este exceso de respuesta en la mayoría de los casos es suficiente para eliminar el virus, pero hay a quien le produce problemas respiratorios. Por tanto, hay que buscar la manera de bajar la respuesta en aquellos que desarrollan complicaciones.
¿La detección precoz puede evitar el desarrollo de complicaciones?
Para evitar las complicaciones, por ahora, no parece. Si hay tratamiento, sí que podría ayudar. Pero es sobre todo para que no haya expansión de la enfermedad. La detección precoz permite confinar a la gente y que no afecte a más gente.
¿Durante cuánto tiempo una persona asintomática que da positivo puede ser contagiosa?
Desde la infección pueden ser unos 14 días, es lo más razonable. En algunos casos menos.
Desde el punto de vista del sistema inmunitario, y a la vista del mayor número de fallecimientos en la población de mayores, ¿qué diferencia hay entre personas jóvenes y personas mayores de 60 años?
Básicamente el problema está en la experiencia antigénica. Es decir, el contacto previo que ha habido con elementos infecciosos es lo que acaba generando esto. A lo largo de la vida vamos acumulando contactos con elementos extraños, que generan enfermedades. Estos contactos, que van variando –hay microorganismos diversos-, cambian nuestro funcionamiento. Es un campo no perfectamente conocido. Con el envejecimiento sabíamos que hay una tendencia a perder respuesta, pero también sabemos que se generan estructuras que hacen que pueda haber hiper respuesta. De hecho, la mayoría de estas enfermedades, que se llaman autoinmunes –por exceso de respuesta contra algo que es propio- aparecen tarde en la edad, y te indican que cuando eres joven controlas la respuesta inmune. Este exceso de respuesta no sabemos exactamente por qué es, pero está relacionado con el envejecimiento y esto es lo que explicaría que este grupo de pacientes no solo sean más débiles porque son personas mayores, sino que además tienen en el sistema inmune una respuesta menos controlada.
¿Y hay alguna manera de bajar la respuesta y evitar las complicaciones?
Están los inmunomoduladores, que buscan bajar, modular y controlar esta respuesta. Han aparecido diferentes vías. Por un lado, vías muy generales, con las que se intenta bajar la respuesta de manera global con fármacos más genéricos. Por otro, vías extraordinariamente específicas, con las que se intenta bajar uno de los elementos que produce el exceso de respuesta. Entre los elementos más característicos que provocan este exceso de respuesta están las citocinas, que son como pequeñas hormonas que funcionan de transmisión de información entre las células del sistema inmunitario.
¿Qué tipo de tratamientos hay?
Para estas citocinas tenemos desde hace tiempo fármacos biológicos, que son anticuerpos monoclonales en la mayoría de casos. Los anticuerpos son muy específicos y se pueden generar para bloquear una citocina. Si se bloquea esta citocina o su receptor, bloqueas toda la información de esta citocina que llega al sistema inmunitario y haces que frene en su respuesta. La pregunta es, ¿con una sola citocina bloqueada de todas las que hay se puede conseguir bajar este exceso de respuesta, esta inflamación? Y la respuesta es que, mayoritariamente, sí. De hecho, el freno de esta respuesta puede ser suficiente. Con el freno del sistema inmunitario también hay un problema, y es que el sistema inmunitario se activa porque quieres eliminar el virus, y si lo frenas antes de que elimine el virus, el virus volverá a crecer. Por eso, los inmunomoduladores más específicos pueden ser los mejores. Los inmunomoduladores más genéricos, como los corticoides, pueden permitir que el virus crezca y por eso solo se están reservando para los casos más graves, cuando se dan situaciones en las que hay una persona que puede morir por la inflamación generada por la respuesta del sistema inmunitario o se puede recuperar, aunque incremente el virus.
¿Ya se están aplicando estos fármacos?
Sí. Hay muchas líneas de investigación, se están haciendo ensayos clínicos. También es verdad que estos fármacos se usan para enfermedades habituales, pero no muy frecuentes, y no son como la aspirina: ya no solo por el precio, sino por la disposición. Y lo que está pasando es que tenemos tantos pacientes que se nos han acabado. La complicación es que se fabrica solo en determinados países, y estos países han de permitir su exportación para que lleguen al resto. Quizás nos deberíamos replantear si en lugar de solo comprar, también deberíamos desarrollar capacidad para fabricarlos.
¿Tienen efectos secundarios?
Los inmunomoduladores “selectivos” –fármacos biológicos- se están aplicando porque son muy seguros y no tienen prácticamente efectos secundarios. Los más “genéricos”, como los corticoides, sí que afectan y tienen efectos secundarios.
¿Y los antivirales son efectivos? Antes explicaba que cuando aparecen los síntomas es cuando ya está cayendo la carga vírica.
El mejor momento para dar antivirales sería cuando no hay síntomas -entre cuatro y siete días después del contacto-. El problema es a quién dar antivirales porque la mayoría de la gente no sabe si ha estado en contacto con un contagiado. Es una situación complicada. Lo que se está haciendo ahora es dar antivirales justo cuando empiezan los síntomas para ver si se puede reducir la carga y mejorar el estado de las personas, pero los resultados son medios, tirando a débiles. Pero bueno, sí que aporta.
Se han generado algunas dudas sobre si las personas asintomáticas pueden desarrollar la misma inmunidad que los sintomáticos.
Por lo que sabemos, en general, del sistema inmunitario sería falso. Sería el primer caso que una infección no genera inmunidad. Los inmunólogos no tenemos constancia de infecciones asintomáticas en que no haya una respuesta inmunitaria. En este caso, los datos que nos aportan van en el mismo sentido, que sería falso, pero no se puede descartar que no aparezca algún día alguien que se ha infectado, ha sido asintomático y después se ha vuelto a infectar.
¿La virulencia del virus también remitiría si alguien se reinfecta?
En principio, sí. Sería igual que cuando se dan los antivirales al inicio, cuando todavía no hay síntomas y así evitas desarrollarlos. De hecho, ya se ha demostrado que parece que es efectivo dar un preventivo antiviral, aunque generan efectos secundarios. En estos casos, las personas se infectan, pero no generan ninguna sintomatología porque el virus desaparece. Pues de manera similar, el sistema inmunitario de un inmunizado, cuando se infecta, de inmediato da una respuesta y elimina el virus. Para que haya un cuadro clínico debe de haber un crecimiento del virus sin respuesta: cuando hay mucha carga vírica, la respuesta empieza a producirse –porque si se hubiera producido antes no hubiera crecido el virus-, se descontrola y, cae la carga vírica, pero se da el problema respiratorio.
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REFERENCIA
Manel Juan, jefe de la sección de Inmunología Clínica del Servicio de Inmunología del Hospital Clínic de Barcelona/
Javier Gallego | BARCELONA
Última actualización:12-04-2020 | 13:26 H/

Creada:12-04-2020

Inmunidad de rebaño

INMUNIDAD «DE REBAÑO» O «DE MANADA

El concepto de inmunidad colectiva se refiere a una situación en la que suficientes personas de una población adquieren inmunidad contra una infección.
La inmunidad colectiva se refiere a una situación en la que suficientes personas de una población adquieren inmunidad contra una infección para poder detener eficazmente la propagación de dicha enfermedad.
Para la inmunidad de grupo no importa si proviene de la vacunación o de personas que han tenido la enfermedad. Lo crucial es que sean inmunes.
Con la nueva infección por coronavirus, llamada COVID-19, a medida que se infecten más gente y que se recupere, será inmune a futuras infecciones.
«Cuando alrededor del 70% de la población se haya infectado y recuperado, las posibilidades de que se produzcan brotes de la enfermedad son mucho menores porque la mayoría de las personas son resistentes a la infección», según Martin Hibberd, profesor de Enfermedades Infecciosas Emergentes de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres.
El brote de la enfermedad causada por el nuevo coronavirus ha puesto sobre la mesa un concepto conocido como inmunidad «de rebaño» o «de manada», también conocida como inmunidad colectiva o de grupo, y ha hecho que muchos se pregunten si podría desempeñar un papel en la progresión de la pandemia.
Con el nuevo brote de coronavirus, los datos actuales sugieren que una persona portadora del virus infecta de media a entre dos y tres personas más. Esto significa que, si no se toman otras medidas, la inmunidad de grupo se activaría cuando entre el 50% y el 70% de la población sea inmune.
Matthew Baylis, profesor del Instituto de Infecciones, Ciencias Veterinarias y Ecológicas de la Universidad de Liverpool. Dice que * Al reducirse el número de personas que infecta una persona, gracias a medidas de distanciamiento social como el cierre de escuelas, el teletrabajo, el lavado frecuente de manos y evitando las grandes aglomeraciones, se puede bajar el umbral en el que la inmunidad de grupo se pone en marcha.
«Desde un punto de vista epidemiológico, el truco es reducir el número de personas con las que estamos en contacto (…) para disminuir el número de contactos que infectamos y que la inmunidad de grupo comience antes.
El punto óptimo, añadió, es cuando una persona infectada infecta, de media, a una o menos de una persona.
Referencia
Martin Hibberd, profesor de Enfermedades Infecciosas Emergentes de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres

LA INFLAMACIÓN AMIGO O ENEMIGO

LA INFLAMACIÓN AMIGO O ENEMIGO

Es la inflamación un sistema reparador de la infección o por el contrario es un sistema destructivo
La inflamación es en sí un proceso reactivo, complejo, inespecífico, que se caracteriza por modificaciones locales y coordinadas a nivel de los vasos sanguíneos (endotelio) y el tejido conectivo subyacente. Puede alterar la homeostasis general y su función es localizar, eliminar, o al menos aislar el agente o cuerpo extraño.
La inflamación es inicialmente un proceso beneficioso con sistemas de control muy estrictos que permiten su resolución una vez cumplida su función. De ahí que se haya conservado a lo largo de la evolución como un sistema de alarma y defensa. La pregunta que cabe siempre es si la reparación del sistema inflamatorio no es también lesiva
Muchos autores se han preocupado de este tema pero es el Dr. Moir muerto recientemente con un tumor cerebral el que al identificar la función biológica normal de Aβ y de los depósitos de β-amiloide insolubles que el péptido puede generar: Resulta que éste péptido antimicrobiano del sistema inmunitario innato, atrapa y mata a los patógenos que invaden el cerebro. Este nuevo descubrimiento sugiere que la EA puede ser una respuesta inapropiada a una infección real o falsamente percibida en el cerebro. Este hallazgo también puede arrojar luz sobre los mecanismos patológicos asociados con otras enfermedades principales asociadas con amiloides, como la diabetes y la arteriolosclerosis.

Hortolano en su artículo sobre síndrome de Inflamación y macrófagos si estos dos elementos procesos son actúan como: amigos o enemigos.
Los datos clínicos de la inflamación se han conocido desde la antigüedad Los principales signos de la inflamación en su fase aguda son: calor (a nivel local), enrojecimiento, hinchazón y en algunos casos formación de exudaciones y finalmente presión y dolor en las terminaciones nerviosas.
No cabe duda de la función de los macrófagos en este proceso. Estas son células residentes en los tejidos, que se originan a partir de los monocitos del plasma. Recientemente se ha identificado que los macrófagos, agentes del sistema inmune de mayor relevancia nivel tisular, presentan dos fenotipos, con funciones literalmente opuestas; M1 – inflamatorio y M2 – anti inflamatorio.
Ambos fenotipos son esenciales para la homeostasis del organismo, sin embargo, un desbalance de estos fenotipos se ha identificado en condiciones patológicas como la obesidad mórbida, donde se presenta prevalencia del fenotipo M1, asociado con los niveles elevados de la citoquina llamada TNF-alfa y que es una de la moléculas responsables de promover el que estos pacientes desarrollen resistencia a insulina. Esta alteración se conoce como diabetes tipo II.
En diversas enfermedades auto-inmunes como enfermedad de Chrohn, artritis reumatoide o esclerosis múltiple, entre otras, también se encuentran asociadas a una prevalencia del fenotipo M1 . Pero posiblemente lo es también mostró muchas enfermedades crónicas y degenerativas otro
Figura 1. Fenotipos M1-inflamatorio y M2-anti-inflamatorio.
En la inflamación en su etapa aguda, justo se manifiesta cuando ocurre o se presenta la alteración o daño del tejido; las moléculas que liberan macrófagos activados en su fenotipo M1 están orientados a eliminar microbios e iniciar el proceso de reparación tisular (figura 1). Sin embargo, si esos mismos macrófagos permanecen activados por tiempos prolongados en un tejido, conservando este fenotipo M1, se les atribuye la responsabilidad de la mayor parte de los daños tisulares que se presentan en los tejidos y esa condición ya se define como inflamación crónica.
Casi dos tercios de las patologías humanas presentan alteraciones en la respuesta inflamatoria, incluyendo enfermedades como el Alzheimer, que tradicionalmente se consideraba una enfermedad degenerativa, o el cáncer, en la que el componente inflamatorio está adquiriendo cada vez mayor relevancia [1]. Incluso en la osteoporosis surgen evidencias de que esta patología también se debe posiblemente a desbalance de tipo inflamatorio, por la desregulación de los macrófagos a consecuencia de la ausencia de estrógenos, en este caso ya se acuña el término, inmunoporosis [2,3].
Estos macrófagos presentan una alta heterogeneidad y, dependiendo del microambiente que les rodee, pueden adoptar distintos estados de activación, que difieren en la expresión de receptores, funciones y producción de citoquinas y quimioquinas, lo que les permite adaptarse al medio adecuadamente.
En estas patologías cada día crecen las evidencias de la efectividad del uso de la terapia celular con células madre mesenquimales (MSCs, pos sus siglas en inglés). La terapia celular empleando MSCs o derivados de estas (medio condicionado o exosomas) demuestran un potente efecto inmunomodulador, con especial énfasis en la capacidad de estas células en promover el cambio de polarización del fenotipo M1 al M2 [4, 5].
No creo que este articulo aclare el gran problema de infección e inflamación amigos o enemigos. Pero si que están relacionados y contribuyen en la patología degenerativa
Bibliografía:

[1] Hortolano S. Inflamación y macrófagos: amigos o enemigos https://www.sebbm.es/web/images/archivos/archivos_tinymce/sonsoleshortelano_enero2014.pdf Consultado el 23/01/2020
[2] Yang, D. H., & Yang, M. Y. (2019). The Role of Macrophage in the Pathogenesis of Osteoporosis. International journal of molecular sciences, 20(9), 2093.
[3] Srivastava, R. K., Dar, H. Y., & Mishra, P. K. (2018). immunoporosis: immunology of Osteoporosis—Role of T Cells. Frontiers in immunology, 9, 657.
[4] Zhang, Q. Z., Su, W. R., Shi, S. H., Wilder‐Smith, P., Xiang, A. P., Wong, A., … & Le, A. D. (2010). Human gingiva‐derived mesenchymal stem cells elicit polarization of m2 macrophages and enhance cutaneous wound healing. Stem cells, 28(10), 1856-1868.
[5] Sicco, C. L., Reverberi, D., Balbi, C., Ulivi, V., Principi, E., Pascucci, L., … & Pozzobon, M. (2017). Mesenchymal stem cell‐derived extracellular vesicles as mediators of anti‐inflammatory effects: Endorsement of macrophage polarization. Stem cells translational medicine, 6(3), 1018-1028.

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