La palabra felicidad ha estado de moda durante generaciones, tanto en bocas de poetas, como literatos, amadores y un sinfín de soñadores.
La dificultad de encontrar una definición acertada es evidente. Es más, posiblemente en el entorno intelectual en que nos desenvolvemos es imposible. Al menos que la simplifiquemos.
Ha sido el sueño de Santos;
Felicidad según Santa Teresa
He cometido el peor de los pecados, quise ser feliz
y de poetas;
Felicidad según Borges
He cometido el peor pecado que uno puede cometer. No he sido feliz
Mi definición de felicidad, o al menos la que he repetido tantas veces que la he hecho mía, es:
Felicidad es no tener dolor ni malestar interior.
Esta definición la usaba cuando me dedicaba al tratamiento del dolor que tanto mutilaba y hacia sufrir a los pacientes, quizas por ello, el dolor es un componente importante cuando esta ausente para ser feliz. No se puede ser feliz con dolor.
Cuando me retire de este menester tan terrible, para el paciente pero que también a mi me afectaba, la definición cambio. Ahora dejo para el final del escrito la que utilizo
Mulltiples palabras, conceptos y definiciones hablan de un estado, de interpretación personal del concepto de felicidad. Este concepto esta sometido a la biología y sobre todo, a esa parte de la biología que se llama psicología. De forma pues que puede haber millones de definiciones de lo que es la felicidad.
Y sobre todo está sometida al tiempo, en determinados tiempos la felicidad es más difícil. Porque sin duda alguna está sometida a avatares y a circunstancias no sometidas a nuestra voluntad y conciencia.
Podemos revisar la literatura sobre este concepto, y lo único que conseguiremos sera complicarnos la vida, porque la definición de cada concepto imprime un nuevo concepto a su vez, que suele ser también indescriptible.
Empecemos revisando la literatura, que es lo único que da alguna forma a este concepto impreciso.
La felicidad es una emoción que se produce en la persona cuando cree haber alcanzado una meta deseada.
La felicidad suele ir aparejada a una condición interna o subjetiva de satisfacción y alegría. Algunos psicólogos han tratado de caracterizar el grado de felicidad mediante diversos tests, y han llegado a definir la felicidad como una medida de bienestar subjetivo (autopercibido) que influye en las actitudes y el comportamiento de los individuos. Las personas que tienen un alto grado de felicidad muestran generalmente un enfoque del medio positivo, al mismo tiempo que se sienten motivadas a conquistar nuevas metas.
Los filósofos griegos se plantearon dos preguntas esenciales: qué es la felicidad y qué hace felices a las personas. Sus respuestas dieron lugar a tres posturas diferentes. Por una parte, se encontraban los filósofos como Aristóteles, que afirmaban que ser feliz implicaba lograr la autorrealización y alcanzar las metas que nos hemos propuesto, logrando un estado de plenitud y armonía del alma. Esta corriente filosófica se conoció como eudemonismo. Se puede uno preguntar qué es la autorrealización y sí esta palabra es extrapolable a todas las culturas.
Otro grupo de filósofos afirmaba que la felicidad significaba valerse por sí mismos, ser autosuficientes y no tener que depender de nadie. En este sentido, los seguidores del cinismo afirmaban que todos llevamos dentro los elementos necesarios para ser felices y autónomos pero para lograrlo necesitamos seguir una vida sencilla y acorde a la naturaleza. Esto habría que preguntarlo a personas lesionadas de manera crónica,con manifestaciones físicas y psíquicas de disconfor.
Por su parte, los estoicos iban un paso más allá y afirmaban que solo se puede alcanzar la verdadera felicidad cuando se es ajeno a las comodidades materiales y se sigue una vida basada en la razón, la virtud y la imperturbabilidad. Este concepto es injuriante.-¿ como me puedo acomodar en lo incómodo y además siempre?.
Por último, la tercera corriente de la filosofía griega que se dedicó a analizar la felicidad fue el hedonismo. Para su máximo representante, Epicuro, la felicidad significaba experimentar placer, tanto a nivel físico como intelectual, huyendo del sufrimiento. No obstante, también indicaba que la clave para ser feliz radicaba en evitar los excesos, porque estos terminan provocando angustia. Epicuro apuntaba que se debe cultivar el espíritu sobre los placeres de la carne y que es imprescindible hallar un punto medio. Esto último lo entiendo mejor, el interpretó como una búsqueda diaria y sin interrupción de caminos para huir de los sufrimientos, y aunque me parece más romántico que real por lo menos tiene una forma.
El filósofo o holandés modelo de sensatez, Spinoza, pensaba que para ser felices es necesario que nos despojemos de las cadenas que implican las pasiones y que lleguemos a comprender el mundo que nos rodea, solo así dejaremos de sentir miedo y odio. Los racionalistas afirmaban que la clave radica en conocer la realidad, este conocimiento nos permite aceptar los sucesos y, por ende, ser más felices. Ni mas ni menos que ser consciente de nuestro subconsciente. Tener conciencia plena, de mi interior y del exterior y poder controlarlos.
A mediados del siglo XIX surgió una corriente filosófica muy interesante denominada “Nuevo Pensamiento” para la cual la felicidad era una actitud mental, una decisión. Según estos filósofos, todos estamos buscando constantemente un camino que nos permita ser más felices, pero la clave radica en aceptar nuestra condición, nuestra historia de vida y nuestro pasado. Cuando tomamos esa decisión conscientemente, nos acercamos a la felicidad.
Matthieu Ricard, un biólogo molecular que dejó su carrera para abrazar el budismo, nos desvela otro de los secretos de la felicidad. Ricard recibió el título del “hombre más feliz del mundo” cuando neurocientíficos de la Universidad de Wisconsin escanearon su cerebro y obtuvieron resultados que lo situaban muy por encima de los demás en la escala de felicidad. Según Ricard, el altruismo y la aceptación del presente son las claves para alcanzar la felicidad auténtica, pero es necesario ser perseverantes a lo largo del camino. También indica que debemos focalizarnos en nuestro interior, en vez de concentrarnos en el exterior, e ir poniendo en práctica pequeños cambios que nos proporcionen alegría interna.
Me gustaría preguntar al Dr. Ricard, como puedo ver en mi interior, lo desapacible. Que órgano de los sentidos utilizó para ello, y en qué lugar, y durante cuánto tiempo. Desde luego haciendo cursos acelerados en grandes ciudades sobre meditación “no”. Les aseguro que esto es útil el primer día el resto de los días es una falacia.
Mihaly Csikszentmihalyi, considerado el investigador más importante del mundo en el ámbito de la Psicología Positiva, cree que la felicidad es un producto, el resultado de un estado de flujo. El flujo sería una experiencia en la cual nos mantenemos muy motivados, absortos en lo que estamos haciendo, hasta tal punto que perdemos la noción del tiempo. Cuando ese estado de flujo representa un reto y conduce al crecimiento personal, también nos reporta satisfacción y felicidad. Que la vida es un flujo continuo está claro, ppero con unas fluctuaciones dependientes de agente concienciables y no concienciables. Y cuando no se conciencia un patógeno es muy difícil evitarlo.
Nietzsche, admite que el ser humano no ha sido concebido para ser feliz, sino que está destinado a sufrir. Los modernos estudios de Tracey, demuestran que en la inflamación crónica determinadas citosinas, imprescindibles para la curación, inducen depresiones. El equilibrio es imprescindible, pero éste está relacionado con el manejo que hace el sistema vegetativo del hombre sobre circunstancias externas cambiantes. Y como la reacción de nuestra biología modifica nuestra genómica y la hace comportarse de manera inadecuada. Lo que podríamos llamar epigenética.
El concepto de felicidad no es una idea meramente filosófica exenta de repercusiones en nuestra vida cotidiana. De hecho, la imagen que tengamos de la felicidad influye en nuestra actitud ante la vida e incluso puede hacer que seamos más o menos felices.
A grandes rasgos, se puede hacer referencia a tres grandes posturas sobre el concepto de felicidad, posturas que provienen de las grandes corrientes filosóficas pero que se han popularizado y forman parte de las creencias de muchas personas.
Escépticos: son aquellos que están convencidos de que la felicidad no existe o es imposible alcanzarla por lo que ni siquiera la buscan.
Limitados: son quienes afirman que no existe la felicidad sino momentos felices por lo que debemos darnos por satisfechos las pocas veces que esta toca a nuestra puerta.
Optimistas: son personas que piensan que la felicidad existe y se puede conquistar de manera definitiva.
Dependiendo de la postura que asumamos, desarrollaremos una actitud más o menos proactiva ante la vida, esperaremos a que la felicidad toque a nuestra puerta o, al contrario, saldremos a buscarla.
En este sentido es particularmente revelador un experimento realizado en la Universidad de Hertfordshire. Estos psicólogos reclutaron a un grupo de personas y las dividieron en aquellas que creían que eran afortunadas y las que creían que tenían mala suerte. A todas se les propuso la misma tarea: contar el número de fotografías que aparecía en un periódico.
Curiosamente, quienes creían que tenían buena suerte terminaban en apenas unos segundos, mientras que quienes consideraban que eran desafortunados invertían mucho tiempo en terminar la tarea. La diferencia estribaba en que las “personas afortunadas” veían inmediatamente un anuncio que señalaba: “deje de contar, el periódico tiene 43 fotografías”. Las “personas desafortunadas” no vieron este anuncio y contaron las fotografías hasta el final.
Este experimento nos indica que la buena o la mala suerte también es una cuestión de actitud, de estar abiertos a las oportunidades. Obviamente, lo mismo vale para la felicidad. Creo que esto es una simpleza, y es veraz sólo en el momento del experimento. Pero pasado el experimento, esto nos sirve para nada, salvo para ser publicado. Esto ocurre en solo momento. Si me creo desgraciado mi elección será desafortunada. No diferente a la elección que sucede a la ingesta de drogas, también es desafortunada e incierta.
Para acercarnos al campo romántico nos es válida la aceptación de la felicidad como un estado de satisfacción plena, una definición simple pero que tiene profundas implicaciones desde el punto de vista práctico:
La felicidad es un estado subjetivo, cada persona la experimenta de una manera distinta
La felicidad puede estar provocada por diferentes cosas o situaciones, dependiendo del significado que cada persona le confiera a estas
La felicidad puede ser un estado duradero, pero también puede caducar.
Esto se puede entender con más facilidad acerca de la felicidad: sólo que no tiene ninguna utilidad;
. Depende de cada persona, su origen es plural y su duración es incalculable
Quizás el concepto de que la felicidad no es una meta, sino un camino a recorrer. Es más conservador y está algo más en nuestras manos.
Definiciones de la felicidad.
Una serie de definiciones sobre esta entidad son sobrecogedoras, pero no tienen más veracidad que un cuento de niños.
“Felicidad según Santa Teresa, He cometido el peor de los pecados, quise ser feliz”. Santa Teresa, modelo de Santa y de enamorada de Dios, dice esto porque a ellá no le interesa la felicidad, le interesa el sufrimiento que la acerca a Dios y esa es su realización. Es el aprendizaje del amor a Dios. Tiene una mente plena de la búsqueda de Dios
“La felicidad según Borges He cometido el peor pecado que uno puede cometer. No he sido feliz”. El bueno de Borges, patinó sentimentalmente toda su vida. Y estuvo también obsesionado con el desacierto. Sin embargo me parece acertado en otras afirmaciones.
“Yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón. Al cabo de los años he observado que la belleza, como la felicidad, es frecuente. No pasa un día en que no estemos, un instante, en el paraíso”.
Múltiples definiciones sobre felicidad no son disarmónicas, es cuestión de palabras, el sentido siempre es el mismo:
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Existen dos maneras de ser feliz en esta vida, una es hacerse el idiota y la otra serlo.
Sigmund Freud (1856-1939) Médico austriaco.
¿Qué hace falta para ser feliz? Un poco de cielo azul encima de nuestras cabezas, un vientecillo tibio, la paz del espíritu.
André Maurois (1885-1967) Novelista y ensayista francés.
Sería muy poco feliz si pudiera decir hasta qué punto lo soy.
William Shakespeare (1564-1616) Escritor británico.
Si quieres ser feliz, como me dices, no analices, muchacho, no analices.
Joaquín Bartrina (1850-1880) Poeta español.
Nadie puede ser feliz si no se aprecia a sí mismo.
Jean Jacques Rousseau (1712-1778) Filósofo francés.
Dad al hombre salud y metas a alcanzar y no se detendrá a pensar sobre si es o no feliz.
George Bernard Shaw (1856-1950) Escritor irlandés.
Las personas felices no tienen historia.
Simone de Beauvoir (1908-1986) Novelista e intelectual francesa.
No eres ambicioso: te contentas con ser feliz.
Jorge Luis Borges (1899-1986) Escritor argentino.
El hombre feliz es más raro que un cuervo blanco.
Juvenal (67-127) Poeta satírico romano..
Para terminar provisionalmente, podría concluir diciendo que los tiempos que estamos viviendo la felicidad es un romance mas que un acierto.
Periódicamente acepto una definición de este concepto y en la actualidad me vale el de:
“Felicidad es aguantar.”