Posiblemente el médico romano Celso, ni siquiera imagino que el descubrimiento de la inflamación iba a tener tanta trascendencia como tiene en nuestros tiempos.

La inflamación: Es una respuesta inespecífica frente a las agresiones del medio, y está generada por los agentes inflamatorios. La respuesta inflamatoria ocurre sólo en tejidos conectivos vascularizados y surge con el fin defensivo de aislar y destruir al agente dañino, así como reparar el tejido u órgano dañado. Se considera por tanto un mecanismo de inmunidad innata, estereotipado, en contraste con la reacción inmune adaptativa, específica para cada tipo de agente infeccioso.[1]

La inflamación es una respuesta con gran frecuencia desmedida que solucionar problemas inhibiendo al agresor pero que muy frecuentemente se convierte en crónica y tiende a perpetuarse. No cabe duda que los estudios que se hacen sobre la inflamación son enormes, pero en mi opinión los estamos tomando focalmente y no como un todo y además los sistemas reguladores de la inmunidad la utilizan simultáneamente, los adrenérgicos y colinérgicos comó inflamatorios y antiinflamatorios. Los corticoides maestros de la antinflamación a dosis moderada son verdaderamente inflamatorios a dosis mayores, incluso la incrementan.

Intentó revisar el tema de una manera genérica. Los investigadores del tema en el mejor de los casos conocen sólo algunas secuencias en el desarrollo de la inflamación, pero el resto de sus publicaciones están fundadas en la consulta de la bibliografía, lo que conduce a un cierto desatino en las conclusiones.

Empecemos a buscar de nuevo bibliografía para intentar entender el tema en conjunto. Intentaré no usar el término estrés ya que esta sometido a las interpretaciones personales.

Por definición estrés es una respuesta organismo a los patógenos psíquicos, aunque también es entendido como agresión. De forma que utilizaremos el término  “agresión “ y la entenderemos como, física, psíquica y biológica.

Estudiar el eje hipotálamo, hipófisis, suprarrenal es imperativo para el conocimiento de la respuesta inflamatoria y antiinflamatoria

Los  glucocorticoides (GC) y las catecolaminas, son los principales mediadores del eje hipotalámico hipofisario adrenal (HHA) ante la agresión sea esta del tipo que sea, física,  psíquica o biológica que influyen y motivan la actividad de las células que regulan la actividad del sistema inmunitario. Este se pone en marcha tras un estímulo inflamatorio, ante cualquier tipo de patógeno. (1) .

Llama la atención lo importante es que es frenar exceso de inflamación y como en el eje HHA existe un antiguo y eficaz mecanismo para la inhibición de la inflamación. La activación excesiva del sistema inmune, lleva consigo de inmediato la liberación de GC que es el en antiinflamatorios más importantes [2].

La inhibición de la inflamación que es el mecanismo de defensa, es tan importante como la inflamación en sí.

Los vertebrados en general y por supuesto el hombre, ante estímulos varios entre ellos el psíquico, producen una pérdida de la homeostasis. [3].

Lo que pretende el organismo es adaptarse a la situación y lo hace de la siguiente forma:

– Activación del sistema nervioso simpático, que produce una aguda liberación de catecolaminas (adrenalina y noradrenalina)[3].

– Posterior y sostenido aumento en los niveles plasmáticos de GC [1].

– En el sistema nervioso central (SNC), una liberación del aminoácido excitador glutamato hasta alcanzar altas concentraciones en el espacio extracelular en diferentes áreas cerebrales: corteza cerebral (fundamentamente), estriado, núcleo accumbens e hipocampo [4].

La puesta en marcha de la respuesta inflamatoria se hace desde  el núcleo paraventricular del hipotálamo

CRF, que éste se estimula por estímulos que llegan por via vascular y nerviosa y a su vez estimula la neurohipófisis y produce  la síntesis y liberación a la circulación sanguínea de la hormona

adrenocorticotropa, la cual, a su vez, estimula la producción de GC y catecolaminas por parte de las glándulas adrenales.

La activación del eje HHA induce una respuesta de fase aguda muy similar en cualquier tipo de agresión sea infecciosa traumática o psíquica, y esta se caracteriza por dos activación glial, invasión de células inmunes, síntesis y liberación de citosinas, radical libre, prostaglandinas y factores nucleares [5,6].

De forma pues que ante un patógeno se ponen dos respuestas en marcha. Una inflamatoria y otra antiinflamatorio. Ante ambas respuesta existe una relación y de ella depende la curación o la perpetuación de reacción antiinflamatoria casi tan dañina como la misma agresión patógena.(7)..

Vamos a intentar describir de manera resumida distintos pasos que intervienen en el proceso inflamatorio en forma de dos pasos como sigue

Catecolaminas y neuroinflamación. Durante las primeras fases de la respuesta a la agresión se ha identificado a las catecolaminas liberadas por el sistema nervioso simpático como agentes potenciadores del sistema inmune

y del proceso inflamatorio, al estimular la producción de mediadores proinflamatorios como ciertas citocinas –factor de necrosis tumoral α (TNF-α) e interleucina (IL) 1β–, el factor de transcripción NFκB y el óxido nítrico (NO) ( 5).También se ha observado que la agresión puede suprimir parte de la respuesta inmune innata celular (quimiotaxis. Recientemente se ha demostrado que durante los ictus se produce una inhibición de linfocitos T y la actividad de células natural killer y de los linfocitos T citotóxicos), mientras que potencian la respuesta immune humoral, dependiendo del receptor adrenérgico, tiempo, dosis y tipo celular implicado [6].

GC y neuroinflamación. A través del eje HHA el organismo es capaz de autorregularse y de controlar el proceso inflamatorio generado, activando las propiedades antiinflamatorias de los GC liberados por la corteza adrenal.Los GC son capaces de suprimir los procesos de adhesión y migración celular, la activación de macrófagos, la presentación de antígenos, activación, proliferación, diferenciación y maduración de los linfocitos T y la función de los linfocitos B como productores de anticuerpos [9]. Sin embargo, algunos autores

han demostrado que los niveles fisiológicos de GC son inmunomoduladores en vez de mayoritariamente inmunosupresores, permiten la producción de citocinas proinflamatorias en los primeros estadios del proceso inflamatorio, y cambian posteriormente este patrón al facilitar la liberación de citocinas antiinflamatorias que resolverían el proceso inflamatorio [6,10].

Existe evidencia creciente acerca del posible papel proinflamatorio de los GC liberados tras exposición a estrés agudo y crónico. En particular, se ha demostrado que niveles crónicamente elevados de GC pueden exacerbar en el cerebro el proceso conocido como excitotoxicidad, la depleción de los niveles de adenosintrifosfato, y el daño y muerte neuronal en múltiples contextos yo manejé como hay se, el edil relacionados con el proceso inflamatorio [12,13]. Actualmente se cuestionan en parte las propiedades universalmente aceptadas de los GC como moléculas predominantemente antiinflamatorias.

Los GC, las hormonas corticoadrenales  pueden realizar efectos contrapuestos: al principio, suprimen

la inflamación periférica al atenuar la producción y liberación de citocinas, inhiben la actividad de moléculas de adhesión vascular y bloquean la actividad de los leucocitos. Los GC también exhiben capacidad antiinflamatoria en el SNC y se utilizan clínicamente por su habilidad para reducir el edema relacionado

con ciertos tumores cerebrales, la encefalitis vírica y la meningitis bacteriana; sin embargo, el tratamiento con GC no suprime la neuroinflamación subsiguiente a la exposición de ciertos estímulos agudos como la isquemia y daño cerebral, e incluso pueden empeorar la muerte celular que tiene lugar en estos escenarios patológicos. Además, los GC pueden exhibir actividad proinflamatoria en el SNC, al regular positivamente la síntesis de moléculas  proinflamatorias como prostaglandinas y leucotrienos  y exacerbar la neuroinflamación generada por la infección con el virus de la inmunodeficiencia humana [9].

Mediadores en la inflamación.

De una manera resumida se exponen los mediadores que influencian que inhiben la inflamación

Glutamato es uno de los procesos que se libera más tempranamente en el cerebro. Y lo hace al

espacio extracelular en forma de altas concentraciones de aminoácidos excitadores (glutamato y aspartato) en diversas regiones cerebrales. Tras la inmovilización en roedores, este proceso aparece

en los primeros 20 minutos de iniciada la agresión [4]. El glutamato liberado es capaz de unirse a su receptor ionotrópico tipo N-metil-D-aspartato (NMDA), cuya sobreactivación causa la entrada masiva del ión Ca2+ al citoplasma celular. El exceso de calcio intracelular desencadena el proceso conocido como excitotoxicidad,

que puede conducir al daño e incluso a la muerte celular debido a la liberación y acción de mediadores secundarios inflamatorios como factores nucleares, citocinas y prostaglandinas, entre otros.

Citocinas es uno de los principales grupos de mediadores inflamatorios relacionados con la exposición a  la agresión,  son las citocinas. Las citocinas son moléculas bioactivas solubles, liberadas por diferentes

tipos celulares en los sistemas periférico (macrófagos y linfocitos) y central (astrocitos y microglía), que pueden actuar tanto de manera sinérgica como antagónica formando una compleja red funcional., su liberación puede alterar numerosas respuestas fisiológicas y comportamentales en el SNC: las citocinas regulan la activación de los ejes HHA y meduloadrenal [20], el proceso de hipertermia y la nocicepción. También pueden producir una reducción de la ingesta de alimento y líquido y de la exploración social, de los síntomas de depresión, anomalías del sueño y déficit cognitivos [21]. La producción de citocinas se puede dividir en dos grandes perfiles, Th1 y Th2, dependiendo del tipo mayoritario de células T secretoras: los linfocitos tipo 1 (Th1) generalmente median la respuesta celular inmune a través de la activación de linfocitos citotóxicos, células natural killer y macrófagos que producen citocinas, como el interferón γ (IFN-γ), TNF-α e IL-2. El otro perfil es el que llevan a cabo los linfocitos tipo 2 (Th2), que potencian la inmunidad adquirida humoral mediada por la producción de anticuerpos y que incluye la liberación de citocinas como la IL-4, 5, 6 y 10 [22]. La exposición a diversos tipos de agresión  altera el balance Th1-Th2. En particular, ciertos mediadores del estrés, como los GC y las catecolaminas, causan una potenciación de las respuestas Th2, al suprimir selectivamente las respuestas inmunes de perfil Th1 e inhibir la producción de citocinas como el TNF-α y la IL-12 por parte de monocitos, macrófagos y células dendríticas.

Factor de necrosis tumoral α (TNF-α) Es una citocina con isoformas α y β, que derivan de dos genes diferentes, estrechamente ligada con el proceso inflamatorio. La mayoría de los estudios en el

SNC se han centrado en la isoforma α, debido a que su producción se ve aumentada tras trauma cerebral agudo, isquemia, infecciones o enfermedades neurodegenerativas [27], aumento que desempeña un importante papel en la respuesta adaptativa cerebral en estos escenarios. Sin embargo, parece claro que una

liberación excesiva de TNF-α causa daño celular [27]. El TNF-α unido a membrana se libera a su forma activa por la acción de la enzima convertidora de TNF-α (TACE). Se ha descrito que la expresión y actividad de TACE se ve aumentada en condiciones neuroinflamatorias, como el estrés agudo por immovilización, isquemia cerebral, esclerosis múltiple o trauma cerebral [28,29]. En un modelo de estrés por inmovilización, nuestro grupo de investigación ha podido demostrar un incremento temprano (una hora) en los niveles de TNF-α soluble en la corteza cerebral de rata, precedido de una regulación al alza de la actividad de la TACE [28].

NFκB y la isoforma inducible de la sintasa de NO (iNOS) [29].

Interleucina 1β (IL-1β) La IL-1β es una citocina proinflamatoria que se ha identificado como agente fundamental del proceso neurogenerativo inducido en múltiples modelos de neuroinflamación [30].

La exposición a diversos agentes patógenos induce la síntesis a nivel sistémico de IL-1β [31,32]. Por su parte, la IL-1β media la producción de catecolaminas y GC [31], y se ha implicado en déficit cognitivos y síntomas de depresión [33] inducidos por patógenos por.

Interleucina 6 (IL-6) La interleucina 6 (IL-6) es una citocina pleiotrópica producida por células inmunes y no inmunes. El aumento en la producciónde IL-6 se ha asociado con una desregulación de la homeostasis interna tras traumatismo cerebral, sepsis y otras enfermedades inflamatorias. Tras sepsis e inflamación local, la IL-6 se considera como el producto final en la cascada de citocinas responsable de la hipertermia [35].

Es importante el concepto Endotoxemia, que refleja el daño tisular, por reacciones inmunes/inflamatorias y estrés físico/psicológico incrementan la producción de IL-6. De este modo, la concentración plasmática de IL-6 se ve aumentada en humanos y roedores expuestos a agresión psicológico [36]. En el cerebro, la IL-6 actúa como neuromodulador capaz de inhibir ciertos componentes de la respuesta a estrés, tales como la ansiedad, sin afectar al resto.

Factor nuclear κB (NFκB) El NFκB es un factor nuclear heterodimérico (dos subunidades proteicas, p50 y p65 principalmente, aunque hay otras subunidades posibles) que se expresa ubicuamente en todo el SNC y fuera de él [39]. En el citoplasma se encuentra en estado latente, unido a una tercera subunidad inhibitoria (IκB). Estímulos de diversa naturaleza, como la exposición a virus o bacterias, radiación ultravioleta, radicales libres y citocinas, ponen en marcha una serie de reacciones en cadena que desembocan en la fosforilación del complejo IκB por parte de una proteína con actividad cinasa IKK. Esta fosforilación del complejo inhibitorio causa su posterior degradación por ubiquitinación y permitiendo la liberación del factor κB. Una vez activado, se trasloca al núcleo, donde reconoce regiones específicas de ADN situadas en el promotor de genes diana, entre los que se incluyen algunos que codifican para proteínas implicadas en el daño oxidativo/ proinflamatorio, como la enzima óxido nítrico sintasa inducible (iNOS) o la isoforma 2 de la ciclooxigenasa (COX-2) [39].

Óxido nítrico sintasa inducible (iNOS): óxido nítrico (NO) y peroxinitrito (ONOO–)Esta enzima se ha implicado en los fenómenos de citotoxicidad que tienen lugar en múltiples sistemas celulares y en numerosas neuropatologías (epilepsia, isquemia, Alzheimer, Parkinson, corea de Huntington) debido a las elevadas concentraciones tóxicas de NO que libera en su actividad [42,43].Se han descrito tres isoformas de la enzima óxido nítrico sintasa (NOS), neuronal (nNOS o NOS1), inducible (iNOS o NOS2

Ciclooxigenasas (COX): prostanoides Las isoformas de ciclooxigenasa (COX) son responsables de la síntesis de los endoperóxidos, PGG2 y PGH2, que se transforman a los diferentes prostanoides por la acción de enzimas prostaglandinasintasas específicas de tejido.La isoforma 2 (COX-2) es capaz de formar niveles de prostaglandinas como PGE2 o PGD2 de 10 a 20 veces superior que los niveles de PG basales, producidos por COX-1 en procesos patológicos con un claro componente proinflamatorio asociado. La COX-2 es una enzima considerada como inducible menos en ciertas regiones cerebrales, como el córtex prefrontal, el hipocampo o la amígdala, donde su expresión es constitutiva. La COX-2 se ve sobreactivada en diversas patologías del SNC como la isquemia, enfermedad de Alzheimer y ciertos tipos de epilepsia [51-53]. Su participación en procesos de daño cerebral se evaluó mediante la inhibición farmacológica de COX-2 o la deleción de su gen, estrategias que ofrecen neuroprotección en modelos animales de neuropatologías [54]. La activación de COX-2 puede ser neurotóxica debido a la elevada producción de prostaglandinas tóxicas como PGE2 (molécula capaz de inducir la masiva liberación de el aminoácido excitador glutamato y generar la muerte apoptótica de astrocitos [55]), y porque en su actividad genera altos niveles de especies reactivas de oxígeno, responsables del daño oxidativo/nitrosativo celular [56].

Receptores toll-like (TLR) La familia de receptores toll-like (TLR) es la principal reguladora de la respuesta inmune innata. Reconocen patrones moleculares específicos asociados a patógenos (por ejemplo, LPS) y desencadenan la repuesta inmune del organismo hospedador frente a infecciones de patógenos. Durante esta respuesta, también se activa NFκB y ciertas citocinas proinflamatorias, como IL-12 [61].

Estudios recientes han demostrado un papel fundamental de los TLR en la respuesta adrenal a estrés tras un estímulo inflamatorio.

Factores antiinflamatorios ante la agresión la llamada el VÍA 15d-PGJ2/PPARγ

La prostaglandina 15-deoxi-prostaglandina J2 (15d-PGJ2), metabolito no enzimático de la prostaglandina

PGD2. Es quizás la más representativa como factor antiinflamatoria Font Además, esta prostaglandina es el principal ligando endógeno de la isoforma γ de la subfamilia de los receptores nucleares activados por los proliferadores de peroxisomas (PPARγ).

Receptores activados por proliferadores de peroxisomas (PPAR)

Los PPAR constituyen una subfamilia dentro de la superfamilia e receptores nucleares para hormonas (tiroidea, glucocorticoides, mineralocorticoides, ácido retinoico, esteroides sexuales, vitamina D, etc.) [66]. Actúan como factores de transcripción activados por ligando (sea endógeno o exógeno), se unen al ADN en regiones específicas (conocidas como elementos de respuesta a PPAR o PPRE) y regulan la expresión de diversos genes relacionados con el metabolismo lipídico y glucídico y con los procesos inflamatorios y de diferenciación celular.

PPARγ y sus ligandos parecen ser reguladores fundamentales de la fisiología cerebral y son potenciales dianas terapéuticas para el tratamiento de distintas condiciones patológicas dentro del SNC. De este modo, se ha podido demostrar la eficacia neuroprotectora del tratamiento con agonistas PPARγ en una gran cantidad de modelos animales neuropatológicos (isquemia,enfermedad de Alzheimer enfermedad de Parkinson) [65].

Además, han aparecido ciertos estudios que demuestran la utilidad de estos compuestos en el tratamiento de ciertos gliomas y astrocitomas, y en la regulación de la proliferación y tráfico de linfocitos T, hito fundamental en la evolución de enfermedades la de raíz autoinmune, como la esclerosis múltiple [65].

Después de resumir este magnífico trabajo nos quedamos común y relativamente clara de que no existe un equilibrio entre lo inflamatorios y antiinflamatorio. Se modulan dependiendo de múltiples circustancias entre otras de patógeno agresor.

Llama la atención este trabajo publicado ácido Ocho años donde ya se conocía la actividad que tiene el sistema vegetativo y sobre todo el freno que el vago hace sobre determinados casos de inflamación, no no son mencionados

En mi opinión es imprescindible pensar en la modulación que el sistema nervioso NC tiene sobre la inmunidad. Esta no tiene un comportamiento autónomo estar como toda nuestra  biología sometida al mando del sistema nervioso. Toda la pléyade de señales que se elaboran a partir de una lesión, no son sino secuencia lógicas y casi matemáticas de un intento de nuestro organismo por reparar los daños y volver a la salud. Homeostasis

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