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Es necesario manifestar nuestra gratitud a estos investigadores que están descubriendo mecanismos y proporcionando los herramientas para modular la inmunidad. Esta es la clave, para el tratamiento de las enfermedades neurodegenerativas que estamos sufriendo.
Gracias a la identificación de las células inmunes T y B se han podido desarrollar los anticuerpos, uno de los pilares de la moderna medicina.

Los inmunólogos Jacques Miller, del Instituto de Investigación Médica Walter y Eliza Hall en Melbourne, Australia, y Max Cooper, de la Universidad Emory en Atlanta, Georgia, han ganado el Premio de Investigación Médica Básica Lasker 2019 por sus hallazgos sobre el papel de las células inmunes.
El dúo identificó las células T y B, componentes clave en la capacidad del sistema inmune para reconocer patógenos específicos y células cancerosas. Las células B producen anticuerpos, proteínas que pueden reconocer las firmas moleculares de los patógenos. Las T forman una defensa clave contra las células infectadas por virus y las células cancerosas.
Miller, mientras trabajaba en la Universidad de Londres en los años sesenta, identificó una población de células inmunes que se desarrollan en el timo de los ratones, los llamados linfocitos T o células T. Mostró que los ratones que carecían de timo, un órgano que no tenía una función aparente en animales adultos, eran propensos a la infección y no rechazaban los injertos de piel de otros roedores.
Cooper se basó en el descubrimiento de Miller mientras estaba en la Universidad de Minnesota en Minneapolis en la década de 1960. Determinó que las células producidas en un órgano que se encuentra en las aves, llamado bolsa de Fabricio, eran responsables de la producción de anticuerpos, y que su desarrollo era distinto del de las células T. Más tarde, Cooper y otros demostraron que los humanos y otros mamíferos producen estos linfocitos B, o células B, en la médula ósea.
Debido a que los anticuerpos tienen la capacidad de reconocer, y bloquear, casi cualquier molécula, algunas proteínas de anticuerpos se han traducido con éxito en medicamentos. El primero en desarrollarse ha merecido el Lasker de Investigación Médica Clínica 2019. Ha correspondido a H. Michael Shepard, Axel Ullrich y Dennis Slamon por el desarrollo del fármaco Herceptin (trastuzumab), el primer anticuerpo monoclonal ideado para bloquear una proteína cancerígena, la HER2.
H. Michael Shepard y Axel Ullrich, entonces en la firma de biotecnología Genentech en San Francisco, California, que luego sería adquirida por Roche, trabajaron con Dennis Slamon, un oncólogo de la Universidad de California en Los Ángeles, para desarrollar el Herceptin. Ullrich fue uno de los que identificaron independientemente el gen HER2, y él y Shepard investigaron sus efectos cancerígenos. Slamon, mientras tanto, demostró que algunos tumores de mama tenían copias adicionales del HER2 y producían en exceso su producto proteico. (Ullrich ahora está en el Instituto Max Planck de Bioquímica en Martinsried, Alemania, y Shepard, en Biooncology Consultants, en San Diego, California).
Un tercer premio, el Premio de Servicio Público Lasker-Bloomberg 2019, se ha concedido a GAVI, la Alianza de Vacunas. La organización no gubernamental de Ginebra recauda fondos para costear las vacunas en países de ingresos bajos y medianos. La organización ha ayudado a vacunar a 760 millones de niños en 73 países. El mes pasado lanzó una campaña de recaudación de fondos de 7.400 millones de dólares con el objetivo de inmunizar a 300 millones de personas para 2025.
Es evidente que la ciencia evolucióna, y que necesitamos no más datos, si no verlos en conjunto. Creo que está claro que al paso que vamos, necesitamos mucho tiempo para entender el conjunto. Pero no tenemos otra solución. Lo único que nos salva a los humanos, es la ilusión, el trabajo y una visión amplia. Es necesario esforzarse por verlo todo en conjunto.