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LA INMUNOTERAPIA ES EL CUARTO PILAR EN LAS TERAPIAS DEL CÁNCER.

Es un placer poder disponer de entrevistas de este tipo.

El Dr James P. Allison, Nobel de Medicina en 2018 y catedrático de Inmunología, es uno de los padres de la inmunoterapia contra el cáncer. No solo sabe muchos de cáncer a nivel practico, sino que el y dos de sus familiares lo han padecido.

Sabe de lo que habla.

Yo me atrevo a copiar su entrevista con mucho entusiasmo también.

En el futuro se combinará la inmunoterapia con vacunas para prevenir el cáncer”

Oncología – El Premio Nobel padre de la inmunoterapia James P. Allison, director ejecutivo de la Plataforma de Inmunoterapia del M. D. Anderson Cancer Center. (Foto: University of Texas MD Anderson Cancer Center) James

James P. Allison P. Allison, director ejecutivo de la Plataforma de Inmunoterapia del M. D. Anderson Cancer Center. (Foto: University of Texas MD Anderson Cancer Center)

Se le considera uno de los padres de la inmunoterapia contra el cáncer.

Le avala el Premio Nobel de Medicina de 2018, obtenido junto al japonés Tasuku Honjo, más de una docena de galardones relevantes y cientos de publicaciones científicas. El estadounidense James Patrick Allison (Texas, 1948) es catedrático de Inmunología y director ejecutivo de la Plataforma de Inmunoterapia del M. D. Anderson Cancer Center, Universidad de Texas.

El cáncer no lo conoce solo por su trabajo: lo ha padecido él mismo, su madre y su hermano. Ha dedicado toda una vida a combatirlo, con su investigación y su empeño en desarmarlo desde dentro, a través del sistema inmune, como si se tratase de una infección. En España, este tesón también fue recompensado, un par de meses antes del Nobel, con el Premio Fronteras del Conocimiento en biomedicina. Con motivo de la celebración del Día Mundial contra el Cáncer, este medio vuelve a entrevistarlo en el tercer aniversario de este reconocimiento.

Pregunta. ¿Qué le diría a un paciente de cáncer en este día tan especial?

Respuesta. Le diría que estamos en un momento en el que sabemos que el diagnóstico del cáncer, incluso en los peores tipos, no es necesariamente una sentencia de muerte. Sabemos que podemos curar ciertos cánceres y se están realizando grandes esfuerzos para ampliarlo a los que aún no responden bien. Si te diagnostican cáncer, no te rindas. Ve a un centro de cáncer, averigua sobre tu caso, interésate por los trabajos recientes en las áreas que son relevantes para cualquier paciente.

Por supuesto, si bien es posible que no haya tratamientos verdaderamente curativos, hay muchas terapias que pueden prolongar la vida, con calidad de vida, hasta que aparezcan esas nuevas curas. Hay mucha ciencia en desarrollo y se está avanzando rápido. Yo diría que es momento para el optimismo. Pero tenemos un largo camino por recorrer, que también requiere trabajar duro y necesita el apoyo del público para lograrlo.

P. ¿Cuáles son sus expectativas a corto, medio o largo plazo en la investigación del cáncer?

R. Con el uso del sistema inmune para atacar el cáncer se han logrado grandes avances en los tratamientos. A corto plazo, combinando distintas técnicas inmunológicas, podremos curar. Y uso esa palabra con cautela. Sé que no es frecuente escuchar la palabra cáncer y curar en la misma frase, pero ahora tenemos una cantidad de pacientes que se curan.

Cuando comenzamos este trabajo, la supervivencia media de los pacientes de melanoma metastásico era de siete meses para el 50% de ellos. La mitad morían en ese periodo. A los cinco años, solo el 3% seguían vivos y no había tratamiento. Era una enfermedad letal. Ahí es donde realmente comenzó la inmunoterapia. Y, con el fármaco que desarrollé [ipilimumab], por el que obtuve el premio de la Fundación BBVA, el 20% de los pacientes seguían vivos 10 años después del tratamiento. En realidad, pasados cuatro años, muy pocas personas morían a causa de su enfermedad. Podían considerarse curados. Para algunos pacientes han pasado 20 años. Cómo pasa el tiempo. Y ahí siguen.

P. Pero no se quedaron ahí. ¿Cómo superaron ese 20% de cura?

R. El 20% no era una cifra muy alta. Desarrollamos un segundo punto de control, de tal forma que, en un ensayo grande de melanoma metastásico, casi el 60% de los pacientes seguían vivos pasados seis años y medio. Esto sugiere que también están curados. Esta enfermedad era fatal antes de que la inmunoterapia apareciera en escena. Ahora, más de la mitad de los pacientes pueden esperar una vida libre de enfermedad, sin tener que preocuparse por la recurrencia. También hay éxito en otros tipos de cáncer, como el cáncer de vejiga, pulmón y riñón. Se han encontrado algo así como 30 cánceres diferentes que ahora responden, aunque con tasas de supervivencia del 30 al 40%.

Nobel a la inmunoterapia en cáncer

El científico tejano del que se burlaban sus colegas

Tratamientos del cáncer más allá de la quimioterapia

Lo que se está haciendo ahora es combinar distintos tratamientos para subir esos porcentajes al 60% o tan alto como podamos conseguir. Para el melanoma se quiere alcanzar el 100%. La buena noticia es que conocemos las reglas básicas. Sabemos que se puede hacer. Solo tenemos que estudiar los cambios que ocurren en los tumores a nivel celular y molecular e identificar firmas que nos dirán lo que necesitamos.

P. ¿El futuro está en esa combinación de tratamientos?

R. Los tres pilares originales de la terapia contra el cáncer son la cirugía, la radiación y la quimioterapia. Deberíamos aceptar la inmunoterapia como la cuarta, porque las otras tres pueden tener un efecto tumoral. A menudo, no son curativas, debido a que se producen mutaciones en el tumor y al hecho de que cuando se acaba la administración de los medicamentos, o cuando se detiene una cirugía, ya no hay más terapia. Pero el sistema inmunológico difiere. Una vez que tu cuerpo genera un tipo de células llamadas células T, los soldados del sistema inmunológico salen y matan a las células cancerosas. Y los tienes para el resto de tu vida.

Sabemos que con cirugía, radiación y quimioterapia, podemos destruir células tumorales, lo que conduce a la preparación de las células T.

Por desgracia, con la radiación y muchas quimioterapias, para eliminar un tumor por completo, se ataca a las células cancerosas, pero las células inmunitarias también mueren.

En cuanto un medicamento se elimina del cuerpo, se acabó el tratamiento. Y si no has eliminado todo el tumor, este puede ganar.

Pero con el sistema inmunológico puedes continuar trabajando durante los años que sean necesarios. Debemos estudiar cómo combinar de manera apropiada las dos formas, las terapias convencionales y la inmunoterapia. Creo que estamos a medio plazo y que iremos más allá en los próximos tres a cinco años, que comenzaremos a ver otro gran avance con tasas de supervivencia aún mayores.

P. Se cumplen tres años de nuestra entrevista anterior, cuando obtuvo el Premio Fronteras del Conocimiento de biomedicina y luego el Premio Nobel de fisiología o medicina. ¿Cómo ha avanzado su investigación desde entonces?

R. Todavía estamos haciendo pequeños descubrimientos. En nuestro laboratorio, con la oncóloga e inmunóloga Padmanee Sharma, quien dirige la mayor parte, de este trabajo, tratamos a los pacientes con nuevos agentes y luego obtenemos biopsias del tumor que estudiamos en profundidad. Así vemos nuevos tratamientos; nuevas combinaciones y qué efectos van teniendo; si se obtienen células T; si hay más células importantes, como macrófagos y células mieloides; cuáles combaten los tumores o cuáles los ayudan y mantienen. Necesitamos saber qué está pasando y si, cuando aplicas un medicamento, aumentas las células buenas o las malas. Con esto esperamos acelerar el progreso.

Son ensayos clínicos muy pequeños, con unas 10-12 personas, pero nos dan una idea bastante buena de la efectividad de un fármaco, mientras vamos hacia un ensayo más grande. Así vemos si funcionan distintas combinaciones de estas terapias muy rápidamente. Tenemos en curso o planeado hacerlo en cáncer de próstata, riñón y vejiga.

Hay dos tipos de cáncer que realmente aún no han respondido en absoluto:

EL GLIOBLASTOMA (CÁNCER CEREBRAL) Y EL CÁNCER DE PÁNCREAS.

Son cánceres muy letales. Queremos tratarlos para ver si funciona con pequeños ensayos en los que observamos lo que sucede en el tumor. Como decimos en béisbol, si vas a por una carrera igual consigues un sencillo. Y nuestro juego es en términos de una mayor supervivencia.

P. ¿Qué supuso el Nobel para la inmunoterapia?

R. Una de las cosas que hizo el Premio Nobel fue legitimar la inmunoterapia como una forma de tratar el cáncer. Antes había mucho escepticismo, a pesar de que hay datos que demuestran que puede ser útil en algunos tipos de cáncer. Incluso después del Premio Nobel, todavía algunos decían: qué terapia tan bonita. Pero tú sabes que funciona y que es el cuarto pilar en las terapias del cáncer. Y funciona por sí misma. Esto atrajo a la gente. Antes habría cientos de personas trabajando en ello. Ahora hay decenas de miles de personas en laboratorios académicos y en empresas. Soy optimista, porque ahora hay mucho entusiasmo e interés en este campo.

P. Con la pandemia hemos visto lo complejo que es el sistema inmune y cómo coevoluciona con el virus, al infectarnos o al contraatacarlo con una vacuna. ¿Ocurre también esto en el cáncer?

R. Sí. En la Universidad de Washington (EEUU) hay científicos trabajando en ello,  como Bob Schreiber, que ha realizado estudios muy elegantes, durante más de diez años sobre la evolución de los tumores que están bajo el ataque del sistema inmunológico.

Ha demostrado que, cuando las células T comienzan a atacar un tumor, éste tiende a deshacerse de la molécula que las células T estaban atacando. Y lo hacen eliminando el gen o mutándolo para que las células T no puedan reconocerlo.

Esto es exactamente lo que sucede en las variantes del covid.

El virus, en este caso, no pierde la molécula porque no puede pensar. Los anticuerpos atacan la proteína de la espícula, que es la que usa para unirse a las células que infecta. Pero hay mutaciones que pueden hacer que los anticuerpos ya no se unan a esta proteína y así evadir las vacunas. Hasta ahora, realmente no ha escapado ninguna variante. Pero las vacunas son menos efectivas. Es decir, mientras que antes las vacunas eran totalmente preventivas a la infección, con las nuevas variantes, enfermas. No mucho, porque todavía funcionan.

P. ¿Qué opina de las nuevas vacunas de ARN mensajero?

R. Son una demostración magnífica del poder de la ciencia básica para tratar un problema clínico importante.

Las vacunas en el pasado han consistido en virus inactivados, como la del poliovirus, que era un virus atenuado. Se inyecta todo el virus y para hacerlo crecer se incluyen contaminantes.

Pero esta nueva vacuna contiene solo la pieza de ARN que codifica para la molécula que quieres obtener anticuerpos. Es una pieza limpia de ARN sintetizada químicamente.

Se introduce en una burbuja de fosfolípidos, que es básicamente una burbuja de seda.

Se inyecta el ARN, el propio cuerpo produce la proteína del virus durante un tiempo y luego el sistema inmunológico produce anticuerpos contra ella.

Con toda la controversia sobre los contaminantes, lo que tenemos ahora es el virus más limpio que se haya usado en la historia de la humanidad. Es asombroso.

P. ¿Puede aprovecharse esta tecnología de ARN para diseñar vacunas contra el cáncer?

R. Antes de la pandemia ya se trabajaba en este tipo de vacunas y en otras usando péptidos que hacen lo mismo, excepto que inmunizas con una proteína.

Toda la atención se ha centrado en la covid, pero se volverán a investigar las vacunas contra el cáncer.

Para algunos cánceres, se pueden hacer vacunas terapéuticas, no necesariamente preventivas, porque no sabemos cómo será la respuesta.

Para el melanoma y algunas otras vacunas contra el cáncer hay grandes objetivos.

Estas vacunas se pueden combinar con otras terapias que están ahora en la clínica para que la cura sea mejor.

En algunos tipos de cáncer, como los cánceres familiares con una tendencia genética, espero (aún no hay datos reales) que funcionen las vacunas preventivas para ciertas mutaciones, como el síndrome de Lynch, que provoca cáncer de intestino.

Este es el camino hacia el futuro, la visión a más de diez años. A largo plazo, se quiere combinar la inmunoterapia con vacunas para prevenir el cáncer. Creo que esto se conseguirá. Pero, de momento, se apunta hacia las vacunas terapéuticas. Fotos: La ceremonia de los Premios Nobel 2018, en imágenes | Internacional | EL PAÍS

James P. Allison (7 de agosto de 1948) es un inmunólogo estadounidense. Ocupa la cátedra de Inmunología y es el director ejecutivo de la plataforma de inmunoterapia en el M. D. Anderson Cancer Center. Sus descubrimientos se orientan hacia nuevos tratamientos para los tipos de cáncer más letales en humanos. Dirige el consejo científico asesor del Cancer Research Institute (CRI). Sus investigaciones se centran en los mecanismos de desarrollo y activación de las células T, el desarrollo de estrategias novedosas de inmunoterapia ante tumores, y es reconocido como la primera persona en aislar el complejo proteico receptor de antígeno de los Linfocitos T.1​ En 2017, fue galardonado con el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Biomedicina. En 2018, ganó el Premio Nobel de Fisiología o Medicina junto con Tasuku Honjo.2

Referencias[editar]

 «James Allison»Cancer Research Institute. Cancer Research Institute. Consultado el 4 de agosto de 2016.

 Devlin, Hannah (1 de octubre de 2018). «James P Allison and Tasuku Honjo win Nobel prize for medicine»The Guardian. Consultado el 1 de octubre de 2018.

Mar de Miguel. Madrid

Jue, 03/02/2022 – 17:45