EVOLUCION DEL HOMO
Hace dos millones de años en áfrica oriental, existían unos grupos humanos que tenían una organización no diferente a los demás grupos de animales. No se podía imaginar entonces que una parte de estos grupos iba a evolucionar de forma absolutamente diferente a como lo hacen el resto los animales. Dice Harari que estos primeros homínidos no tenían nada de especial, eran animales insignificantes que no modificaban el ambiente de forma diferente a como lo hacían el resto de los animales.
El homo sapien también pertenece una familia aunque existen grandes dudas sobre cómo evoluciona este sapiens desde otros homínidos. Durante mucho tiempo se intentó situar a este spiens como única y espontánea, pero la mayoría de los investigadores nos colocan en una gran familia; que es la de los grandes simios. Nuestros parientes próximos son los chimpancés, los gorilas y los orangutanes. Hace unos seis millones de años una hembra de simio tuvo dos hijas una se convirtió en chimpancé y la otra es nuestra abuela.
Durante 10.000 años nuestra especie ha sido la única especie humana de este planeta . Pero el significado real de la palabra humano es «un animal que pertenece al género Homo», y hubo otras muchas especies de este género además de Homo sapiens.
Desde hace unos 2,5 millones de años, y a partir de un género anterior de simios llamado Australopithecus, «simio austral», y despues de 500 millones de años, estos hombres y mujeres se desplazaron desde sus asientos primitivos a extensas áreas del norte de África, Europa y Asia y se instalaron en ellas.
Desde las calientes junglas de Indonesia, las poblaciones humanas evolucionaron en direcciones diferentes y motivados por los cambios; climáticos, alimenticios, enfermedades y en general por un nuevo medio ambiente se transformaron en distintos tipos de homínidos .
El resultado fueron varias especies distintas, a cada una de las cuales los científicos han asignado un pomposo nombre en latín.
Los humanos en Europa y Asia occidental evolucionaron en Homo neanderthalensis («hombre del valle del Neander»), eran más corpulentos, y estaban bien adaptados al clima frío de la Eurasia occidental de la época de las glaciaciones. Las regiones más orientales de Asia estaban pobladas por Homo erectus, «hombre erguido», que sobrevivió allí durante cerca de dos millones de años, lo que hace de ella la especie humana más duradera de todas. Es improbable que este récord sea batido incluso por nuestra propia especie. En la isla de Java, en Indonesia, vivió Homo soloensis, «el hombre del valle del Solo», que estaba adaptado a la vida en los trópicos. En otra isla indonesia, la pequeña isla de Flores, los humanos arcaicos experimentaron un proceso de nanismo. Probablemente estos homos llegaron a la isla Flores cuando el nivel del mar era bajo y la isla era fácilmente accesible desde el continente. Y de nuevo cuando el nivel del mar subió, algunas personas quedaron atrapadas en la isla, que se fue empobreciendo, posiblemente ya lo era de antes, y las personas corpulentas o por lo menos de estructura media, que necesitan más alimentos , fueron las primeras en morir. Los individuos más pequeños sobrevivieron mucho mejor. A lo largo de generaciones, las gentes de Flores se convirtieron en enanos. Los individuos de esta especie única, que los científicos conocen como Homo floresiensis, alcanzaban una altura máxima de solo un metro, y no pesaban más de 25 kilogramos. No obstante, eran capaces de producir utensilios de piedra, e incluso ocasionalmente consiguieron capturar a algunos de los elefantes de la isla (aunque, para ser justos, los elefantes eran asimismo una especie enana).
En 2010, en la cueva Denisova, en Siberia, se encontró un hueso del dedo fósil, cuyo análisis de ADN mostro pertenecía a una especie nueva a la que se llamo Homo denisova.
Estos humanos evolucionaban en Europa y Asia, lpero la evolución en África oriental no se detuvo. La cuna de la humanidad continuó formando numerosas especies nuevas, como Homo rudolfensis, «hombre del lago Rodolfo», Homo ergaster, «hombre trabajador», y finalmente nuestra propia especie, a la que de manera inmodesta bautizamos como Homo sapiens, «hombre sabio».
Recientemente se ha hecho un nuevo descubrimiento, Homo naledi (del latín homo, «hombre», y del sesotho naledi, «estrella») es una especie de homínido extinto del género Homo que vivió en lo que ahora es Sudáfrica. La especie ha sido descrita en septiembre del 2014 por Berger y colaboradores a partir de los fósiles de al menos 15 individuos de edades diferentes encontrados en la cámara Dinaledi de la cueva Rising Star, cerca de Johannesburgo (Sudáfrica),
Los componentes de estos homínidos eran de morfología, unos altos, otros de altura media y enanos. Algunos eran cazadores temibles y otros apacibles recolectores de plantas. Su asiento era diferentes dependiendo de su ingenio y adaptación al medio, pero todos pertenecían al género Homo. Todos eran seres humanos-
La idea ampliamente divulgada de que el primer genocidio se cometio contra los neandertales, repugnaba por su gravedad. El homo en cuanto pudo mató a todo el que le molestaba.
Esto no tiene demasiado sustento, y si parece que la evolución desde el australopiteco hasta el sapien es la relación entre una dotación cromosómica, evidentemente evolucionada y los patógenos de cada tiempo que nos llevan hasta el Sapiens, sin necesidad de exterminarlos, sino como consecuencia de la evolución. La seguridad que un 3% de nuestro ADN pertenecio a los neandertales , lo sostiene y permite hablar de que fuimos alguna vez neandedrtales.
Fue la indignación lo que llevó a Joao Zilhao, arqueólogo de la facultad de Geografía e Historia de la Universitat de Barcelona. a convertirse en embajador de los neandertales.

En mayo de 1996, la revista Nature presentaba el descubrimiento en Francia de fósiles de neandertal de hace 34.000 años junto a herramientas de piedra tecnológicamente avanzadas –de tipo chatelperroniense–. Era un hallazgo sensacional. Pero los autores de la investigación concluían que los neandertales no podían haber inventado aquellas herramientas. No eran lo bastante inteligentes, tenían que haberlas copiado de los Homo sapiens.
Zilhao se propuso desmontar el prejuicio de que los neandertales no podían ser tan inteligentes como los Homo sapiens y ha publicado decenas de investigaciones que confirman, una y otra vez, que los neandertales tenían aptitudes cognitivas equivalentes a las de los Homo sapiens . Los resultados que presenta esta semana, que demuestran que hacían pinturas rupestres y se ponían collares, “deberían cerrar el debate de si los neandertales tenían pensamiento simbólico”, sentencia.
Pero, si eran tan inteligentes como los Homo sapiens, ¿por qué se extinguieron? “¡Es que no se extinguieron, son nuestros ancestros!”. Entre el 1% y el 4% del genoma de los europeos actuales es de origen neandertal, mientras que el 96% a 99% restante procede de Homo sapiens venidos de África. “Menos de un 4% no parece mucho, pero es lo esperable cuando se mezclan una población grande y una pequeña. Debía haber unos 20.000 neandertales en toda Europa y llegaron un millón o dos de africanos. Por eso el ADN neandertal está tan diluido entre los europeos actuales”.
Para Zilhao, los neandertales son Homo sapiens, no una especie distinta. Es consciente de que esta visión no es compartida por la mayoría de sus colegas. Los datos no indican que neandertales y Homo sapiens sean especies distintas”.
Solo cabe preguntarse que incidencia externa modificó o fue modificando para pasar desde los Neandertales hasta el sapìens
Las especies humanas comparten varias características distintivas, A pesar de sus muchas diferencias. La más notable es que los humanos tienen un cerebro extraordinariamente grande en comparación con el de otros animales. Los mamíferos que pesan 60 kilogramos tienen en promedio un cerebro de 200 centímetros cúbicos. Los primeros hombres y mujeres, de hace 2,5 millones
A pesar de sus muchas diferencias, todas las especies humanas comparten varias características distintivas. La más notable es que los humanos tienen un cerebro extraordinariamente grande en comparación con el de otros animales. Los mamíferos que pesan 60 kilogramos tienen en promedio un cerebro de 200 centímetros cúbicos. Los primeros hombres y mujeres, de hace 2,5 millones de años, tenían un cerebro de unos 600 centímetros cúbicos. Los sapiens modernos tienen un volumen cerebral promedio de 1.200-1.400 centímetros cúbicos. El cerebro de los neandertales era aún mayor.
El hecho de que la evolución seleccionara a favor de cerebros mayores nos puede parecer, digamos, algo obvio. Estamos tan prendados de nuestra elevada inteligencia que asumimos que cuando se trata de potencia cerebral, más tiene que ser mejor. Pero si este fuera el caso, la familia de los felinos también habría engendrado gatos que podrían hacer cálculos. ¿Por qué es el género Homo el único de todo el reino animal que ha aparecido con estas enormes máquinas de pensar?
El hecho es que un cerebro colosal es un desgaste colosal en el cuerpo. No es fácil moverlo por ahí, en especial cuando está encerrado en un cráneo enorme. Es incluso más difícil de aprovisionar. En Homo sapiens, el cerebro supone el 2-3 por ciento del peso corporal total, pero consume el 25 por ciento de la energía corporal cuando el cuerpo está en reposo. En comparación, el cerebro de otros simios requiere solo el 8 por ciento de la energía en los momentos de reposo. Los humanos arcaicos pagaron por su gran cerebro de dos maneras. En primer lugar, pasaban más tiempo en busca de comida. En segundo lugar, sus músculos se atrofiaron. Al igual que un gobierno que reduce el presupuesto de defensa para aumentar el de educación, los humanos desviaron energía desde los bíceps a las neuronas. No es en absoluto una conclusión inevitable que esto sea una buena estrategia para sobrevivir en la sabana. Un chimpancé no puede ganar a Homo sapiens en una discusión, pero el simio puede despedazar al hombre como si fuera una muñeca de trapo.
Hoy en día nuestro gran cerebro nos compensa magníficamente, porque podemos producir automóviles y fusiles y nos permiten desplazarnos mucho más deprisa que los chimpancés y dispararles desde una distancia segura en lugar de pelear con ellos. Pero coches y armas son un fenómeno reciente. Durante más de dos millones de años, las redes neuronales humanas no cesaron de crecer, aunque dejando aparte algunos cuchillos de pedernal y palos aguzados, los humanos tenían muy poca cosa que mostrar. ¿Qué fue entonces lo que impulsó la evolución del enorme cerebro humano durante estos dos millones de años? Francamente, no lo sabemos.
Otro rasgo humano singular es que andamos erectos sobre dos piernas. Al ponerse de pie es más fácil examinar la sabana en busca de presas o de enemigos, y los brazos que son innecesarios para la locomoción quedan libres para otros propósitos, como lanzar piedras o hacer señales. Cuantas más cosas podían hacer con las manos, más éxito tenían sus dueños, de modo que la presión evolutiva produjo una concentración creciente de nervios y de músculos finamente ajustados en las palmas y los dedos. Como resultado, los humanos pueden realizar tareas muy intrincadas con las manos. En particular, puede producir y usar utensilios sofisticados. Los primeros indicios de producción de utensilios datan de hace unos 2,5 millones de años, y la fabricación y uso de útiles son los criterios por los que los arqueólogos reconocen a los humanos antiguos.
Pero andar erguido tiene su lado negativo. El esqueleto de nuestros antepasados primates se desarrolló durante millones de años para sostener a un animal que andaba a cuatro patas y tenía una cabeza relativamente pequeña. Adaptarse a una posición erguida era todo un reto, especialmente cuando el andamiaje tenía que soportar un cráneo muy grande. La humanidad pagó por su visión descollante y por sus manos industriosas con dolores de espalda y tortícolis.
Sin embargo esto se queda en el aire, cuando conocemos que la artrosis raquídea en concreto la sufren los vivientes desde hace 300 millones de años y los restos de los dinosauros que hemos observado, tienen una espondilosis importante. Solo los murciélagos y el oso perezoso, no han mostrado estigmas de artrosis
Las mujeres pagaron más. Una andadura erecta requería caderas más estrechas, lo que redujo el canal del parto, y ello precisamente cuando la cabeza de los bebés se estaba haciendo cada vez mayor. La muerte en el parto se convirtió en un riesgo importante para las hembras humanas. A las mujeres que parían antes, cuando el cerebro y la cabeza del niño eran todavía relativamente pequeños y flexibles, les fue mejor y vivieron para tener más hijos. Por consiguiente, la selección natural favoreció los nacimientos más tempranos. Y, en efecto, en comparación con otros animales, los humanos nacen prematuramente, cuando muchos de sus sistemas vitales están todavía subdesarrollados. Un potro puede trotar poco después de nacer; un gatito se separa de la madre para ir a buscar comida por su cuenta cuando tiene apenas unas pocas semanas de vida. Los bebés humanos son desvalidos, y dependientes durante muchos años para su sustento, protección y educación.
Este hecho ha contribuido enormemente tanto a las extraordinarias capacidades sociales de la humanidad como a sus problemas sociales únicos. Las madres solitarias apenas podían conseguir suficiente comida para su prole y para ellas al llevar consigo niños necesitados. Criar a los niños requería la ayuda constante de otros miembros de la familia y los vecinos. Para criar a un humano hace falta una tribu. Así, la evolución favoreció a los que eran capaces de crear lazos sociales fuertes. Además, y puesto que los humanos nacen subdesarrollados, pueden ser educados y socializados en una medida mucho mayor que cualquier otro animal. La mayoría de los mamíferos surgen del seno materno como los cacharros de alfarería vidriada salen del horno de cochura: cualquier intento de moldearlos de nuevo los romperá. Los humanos salen del seno materno como el vidrio fundido sale del horno. Pueden ser retorcidos, estirados y modelados con un sorprendente grado de libertad. Esta es la razón por la que en la actualidad podemos educar a nuestros hijos para que se conviertan en cristianos o budistas, capitalistas o socialistas, belicosos o pacifistas.
Suponemos que un cerebro grande, el uso de utensilios, capacidades de aprendizaje superiores y estructuras sociales complejas son ventajas enormes. Resulta evidente que estas hicieron del ser humano el animal más poderoso de la Tierra. Pero los humanos gozaron de todas estas ventajas a lo largo de dos millones de años, durante los cuales siguieron siendo criaturas débiles y marginales. Así, los humanos que vivieron hace un millón de años, a pesar de su gran cerebro y de sus utensilios líticos aguzados, vivían con un temor constante a los depredadores, raramente cazaban caza mayor, y subsistían principalmente mediante la recolección de plantas, la captura de insectos, la caza al acecho de pequeños animales y comiendo la carroña que dejaban otros carnívoros más poderosos.
Esto es fundamental para comprender nuestra historia y nuestra psicología. La posición del género Homo en la cadena alimentaria estuvo, hasta fecha muy reciente, firmemente en el medio. Durante millones de años, los humanos cazaban animales más pequeños y recolectaban lo que podían, al tiempo que eran cazados por los depredadores mayores. Fue solo hace 400.000 años cuando las diversas especies de hombre empezaron a cazar presas grandes de manera regular, y solo en los últimos 100.000 años (con el auge de Homo sapiens) saltó el hombre a la cima de la cadena alimentaria.
Este salto espectacular desde la zona media a la cima tuvo consecuencias enormes. Otros animales de la cumbre de la pirámide, como leones y tiburones, evolucionaron hasta alcanzar tal posición de manera muy gradual, a lo largo de millones de años. Esto permitió que el ecosistema desarrollara frenos y equilibrios que impedían que los leones y los tiburones causaran excesivos destrozos. A medida que los leones se hacían más mortíferos, las gacelas evolucionaron para correr más deprisa, las hienas para cooperar mejor y los rinocerontes para tener más mal genio. En cambio, la humanidad alcanzó tan rápidamente la cima que el ecosistema no tuvo tiempo de adecuarse. Además, tampoco los humanos consiguieron adaptarse. La mayoría de los depredadores culminales del planeta son animales majestuosos. Millones de años de dominio los han henchido de confianza en sí mismos. Sapiens, en cambio, es más como el dictador de una república bananera. Al haber sido hasta hace muy poco uno de los desvalidos de la sabana, estamos llenos de miedos y ansiedades acerca de nuestra posición, lo que nos hace doblemente crueles y peligrosos. Muchas calamidades históricas, desde guerras mortíferas hasta catástrofes ecológicas, han sido consecuencia de este salto demasiado apresurado.
Un paso importante en el camino hasta la cumbre fue la domesticación del fuego. Algunas especies humanas pudieron haber hecho uso ocasional del fuego muy pronto, hace 800.000 años. Hace unos 300.000 años, Homo erectus, los neandertales y Homo sapiens usaban el fuego de manera cotidiana. Ahora los humanos tenían una fuente fiable de luz y calor, y un arma mortífera contra los leones que rondaban a la busca de presas. No mucho después, los humanos pudieron haber empezado deliberadamente a incendiar sus inmediaciones. Un fuego cuidadosamente controlado podía convertir espesuras intransitables e improductivas en praderas prístinas con abundante caza. Además, una vez que el fuego se extinguía, los emprendedores de la Edad de Piedra podían caminar entre los restos humeantes y recolectar animales, nueces y tubérculos quemados.
Pero lo mejor que hizo el fuego fue cocinar. Alimentos que los humanos no pueden digerir en su forma natural (como el trigo, el arroz y las patatas) se convirtieron en elementos esenciales de nuestra dieta gracias a la cocción. El fuego no solo cambió la química de los alimentos, cambió asimismo su biología. La cocción mataba gérmenes y parásitos que infestaban los alimentos. A los humanos también les resultaba más fácil masticar y digerir antiguos platos favoritos como frutas, nueces, insectos y carroña si estaban cocinados. Mientras que los chimpancés invierten cinco horas diarias en masticar alimentos crudos, una única hora basta para la gente que come alimentos cocinados.
El advenimiento de la cocción permitió que los humanos comieran más tipos de alimentos, que dedicaran menos tiempo a comer, y que se las ingeniaron con dientes más pequeños y un intestino más corto. Algunos expertos creen que hay una relación directa entre el advenimiento de la cocción, el acortamiento del tracto intestinal humano y el crecimiento del cerebro humano. Puesto que tanto un intestino largo como un cerebro grande son extraordinarios consumidores de energía, es difícil tener ambas cosas. Al acortar el intestino y reducir su consumo de energía, la cocción abrió accidentalmente el camino para el enorme cerebro de neandertales y sapiens.[1]
El fuego abrió también la primera brecha importante entre el hombre y los demás animales. El poder de casi todos los animales depende de su cuerpo: la fuerza de sus músculos, el tamaño de sus dientes, la envergadura de sus alas. Aunque pueden domeñar vientos y corrientes, son incapaces de controlar estas fuerzas naturales, y siempre están limitados por su diseño físico. Las águilas, por ejemplo, identifican las columnas de corrientes térmicas que se elevan del suelo, extienden sus alas gigantescas y permiten que el aire caliente las eleve hacia arriba. Pero las águilas no pueden controlar la localización de las columnas, y su capacidad de carga máxima es estrictamente proporcional a su envergadura alar.
Cuando los humanos domesticaron el fuego, consiguieron el control de una fuerza obediente y potencialmente ilimitada. A diferencia de las águilas, los humanos podían elegir cuándo y dónde prender una llama, y fueron capaces de explotar el fuego para gran número de tareas. Y más importante todavía, el poder del fuego no estaba limitado por la forma, la estructura o la fuerza del cuerpo humano. Una única mujer con un pedernal o con una tea podía quemar todo un bosque en cuestión de horas. La domesticación del fuego fue una señal de lo que habría de venir
A pesar de los beneficios del fuego, hace 150.000 años los humanos eran todavía criaturas marginales. Ahora podían asustar a los leones, caldearse durante las noches frías e incendiar algún bosque. Pero considerando todas las especies juntas, aun así no había más que quizá un millón de humanos que vivían entre el archipiélago Indonesio y la península Ibérica, un mero eco en el radar ecológico.
Nuestra propia especie, Homo sapiens, ya estaba presente en el escenario mundial, pero hasta entonces se ocupaba únicamente de sus asuntos en un rincón de África. No sabemos con exactitud dónde ni cuándo animales que pueden clasificarse como Homo sapiens evolucionaron por primera vez a partir de algún tipo anterior de humanos, pero la mayoría de los científicos están de acuerdo en que, hace 150.000 años, África oriental estaba poblada por sapiens que tenían un aspecto igual al nuestro. Si uno de ellos apareciera en una morgue moderna, el patólogo local no advertiría nada peculiar. Gracias a la bendición del fuego tenían dientes y mandíbulas más pequeños que sus antepasados, a la vez que tenían un cerebro enorme, igual en tamaño al nuestro.
Los científicos también coinciden en que hace unos 70.000 años sapiens procedentes de África oriental se extendieron por la península Arábiga y, desde allí, invadieron rápidamente, todo el contmente euroasiático
La autodomesticación humana es una hipótesis que defiende que, entre los motores de la evolución humana, se encontrarían los mismos seres humanos, que debieron de seleccionar entre sus congéneres a los que tenían actitudes más sociales. Investigadores de la Universidad de Barcelona, coordinados por Cedric Boeckx, profesor Icrea del Departamento de Filología Catalana y Lingüística General, han encontrado evidencia genética de este proceso evolutivo.
El estudio, que se publica en PloS One, compara los genomas de los humanos modernoscon los de algunas especies domesticadas y los de sus parientes evolutivos, con el fin de encontrar genes coincidentes relacionados con rasgos de la domesticación, como por ejemplo una fisonomía más grácil o la docilidad.
Los resultados muestran un número significativo de genes relacionados con la domesticación que se solapan entre animales domésticos y humanos modernos, pero no con los neandertales. Según los investigadores, estos resultados refuerzan la hipótesis de la autodomesticación humana y «ayudan a revelar información sobre uno de los aspectos que nos hace humanos: nuestro instinto social».
La autodomesticación se daría en algunas especies que muestran rasgos anatómicos y de comportamiento característicos de los animales domésticos en comparación con sus parientes salvajes. La diferencia es que en este caso la domesticación habría tenido lugar sin la intervención de ninguna otra especie. Distintos estudios han planteado la hipótesis de que los humanos -y otras especies, como los bonobos- se domesticaron a sí mismos. El objetivo de esta investigación ha sido buscar evidencia biológica de esta práctica estudiando un nuevo tipo de datos: los genomas de nuestros ancestros ya extinguidos, como los neandertales o el hombre de Denisova.
• Boeckx:»Los humanos, comparados con los neandertales, presentan un fenotipo más grácil»
«Uno de los motivos que llevó a los científicos a decir que los humanos se domesticaron ellos mismos reside en nuestro comportamiento: los humanos modernos son más dóciles y tolerantes, como las especies domésticas, y nuestras capacidades de cooperación y la conducta social son rasgos esenciales de la cognición moderna», ha explicado Cedric Boeckx. «El otro motivo es que los humanos, comparados con los neandertales, presentan un fenotipo más grácil que se parece a lo que vemos en los animales domésticos en comparación con sus primos salvajes».
Para identificar indicadores del proceso de la autodomesticación en humanos, los investigadores crearon una lista de genes relacionados con rasgos domésticos en humanos, a partir de la comparación con el genoma de los neandertales y los homínidos de Denisova. Después, compararon esta lista de genes con el genoma de algunos animales domésticos y el de sus parientes salvajes, como por ejemplo los perros respecto a los lobos y los bueyes respecto a los bisontes.
Los resultados mostraron que el número de genes que coincidían solo era relevante entre los humanos y las especies domesticadas. «Los genes de humanos modernos seleccionados podrían ser esenciales en elproceso de domesticación, ya que estas interacciones aportan datos sobre rasgos fenotípicos relevantes».
Intersección entre humanos modernos y especies domesticadas
Los investigadores también utilizaron otras medidas estadísticas, como por ejemplo grupos control, para confirmar los resultados. La idea era descartar que la coincidencia de los genes de los humanos modernos con los de las especies domésticas fuera aleatoria, así que se compararon también con el genoma de los grandes simios. «Los resultados muestran que los genes relacionados con la domesticación de los animales domésticos no coinciden en chimpancés, orangutanes y gorilas. Por lo tanto, parece que hay una interacción especial entre los humanos y los animales domésticos, lo cual vemos como evidencia de la autodomesticación».
Los investigadores señalan que aún se necesitan más experimentos para saber qué rasgos anatómicos, cognitivos y conductuales están relacionados con estos genes. «Suponemos que incluirán las características anatómicas, cognitivas y de conducta que motivaron la idea de la autodomesticación entre los investigadores. Creemos que las coincidencias que hemos encontrado nos permiten explicar nuestra cognición especial y también por qué somos notablemente cooperativos, pero aún se debe estudiar el tema más a fondo. En cierto modo, lo que hemos hecho es reducir el conjunto de genes que se deben analizar experimentalmente».
Cuando Homo sapiens llegó a Arabia, la mayor parte de Eurasia ya estaba colonizada por otros humanos. ¿Qué les ocurrió? Existen dos teorías contradictorias. La «teoría del entrecruzamiento» cuenta una historia de atracción, sexo y mezcla. A medida que los inmigrantes africanos se extendían por todo el mundo, se reprodujeron con otras poblaciones humanas, y las personas actuales son el resultado de ese entrecruzamiento.
En síntesis la evolución del homo ha sido y es compleja de adivinar, lo que si parece cierto es el paso de unos homos no demasiado inteligentes pero con anatomía craneal similar a la nuestra, al homo sapiens sapiens, capaz de todo y que se hizo y es el dueño de la civilización y del que es de esperar cosas notables.

Bibliografia
Sapiens y Homo Deus. Yuval N Harari . Debate 2016
The origin of modern human behavior: critique of the models and their test implications Christopher S Henshilwood, Curtis W Marean, Philip Chase, Iain Davidson, Clive Gamble, Trenton W Holliday, Richard G Klein, Sally Mc Brearty, João Zilhão, Christopher S Henshilwood, Curtis W Marean 2003/12
Nuevas evidencias de que el ser humano se domesticó a sí mismo
Un estudio realizado por la Universidad de Barcelona,que se publica en PloS One, muestra nuevas evidencias que refuerzan la hipótesis de la autodomesticación humana. El equipo de investigación ha encontrado genes relacionados con la domesticación que se solapan entre animales domésticos y humanos modernos pero no con sus parientes evolutivos.
Redacción | dmredaccion@diariomedico.com | 16/02/2018 10:47