El blog del Dr. Enrique Rubio

Autor: Enrique Rubio (Página 81 de 142)

ENRIQUE RUBIO GARCIA
Jefe del Servicio de Neurocirugía Valle de Hebron
Profesor Titular de Neurocirugía
Academico de España, Portugal, European Society of Neurosurgery, Word Federation of Neurosurgery.
Investigador del I Carlos III
Veintidós tesis doctorales dirigidas
250 trabajos publicados
Presidente de la academia de Neurocirugía de Barcelona
Academico de Cadiz y Jerez de la Frontera
Acadenico de Honor de Andalucia y Cataluña
log enriquerubio.net

CORONAVIRUS, INMUNOPATOGENIA VIRAL

>CORONAVIRUS, INMUNOPATOGENIA VIRAL
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los mecanismos que conducen a la inmunología y la patogenia del nuevo coronavirus SARS-CoV-2 son complejos
Un virus es capaz de penetrar a través de las barreras físicas que forma nuestro recubrimiento epitelial o mucoso, por ejemplo, en el tracto respiratorio. Y que es capaz de resistir las barreras químicas y biológicas creadas por nuestros microorganismos comensales, las células epiteliales y por las células inmunitarias que producen desagradables

ambientes ácidos, grasos y salinos o que secretan enzimas tóxicos o péptidos catiónicos que podrían destruir sus biomoléculas y con ello su integridad.
Si el virus ha sido capaz de saltarse esta barrera de elementos defensivos constitutivos y preformados ya lo tenemos en nuestro interior. Nos ha infectado. Ahora necesitamos que nuestras células sean capaces de percibirlo, que puedan iniciar la respuesta inmunitaria innata inducida y la inflamatoria con el objetivo de contenerlo y erradicarlo en menos de 96 horas. Pero en este contexto hay que tener en cuenta un detalle muy importante, el virus además de penetrar ha de dañar discretamente nuestros tejidos. Ello no debería ser ningún obstáculo para él, pues seguramente tendrá tropismo por alguna célula del epitelio, penetrará así en su interior, le secuestrará la maquinaria biosintética en su propio beneficio y generará nuevos viriones con el consiguiente estallido y necrosis de la célula infectada.
La detección de la infección
Con estas muertes celulares no programadas se van a liberan de forma masiva moléculas endógenas celulares que además van a dañar o modifica el andamiaje de los tejidos. Estas moléculas o cambios los denominamos patrones moleculares asociados al daño (también conocidos como DAMP o alarminas) y son inmunogénicos pues las células de la inmunidad innata poseen receptores que van a ser capaces de percibirlos y reconocerlos.
Pero no debemos olvidar que además del daño tenemos al extraño, al virus que ha conseguido infectarnos. Pues bien, los microorganismos patogénicos también tienen otros patrones moleculares asociados (en términos inmunológicos PAMP o MAMP) que serán reconocidos por los sensores celulares. Como los microorganismos pueden localizarse o esconderse en cualquier ubicación del individuo, sus células y especialmente las del sistema inmunitario, disponen de un gran abanico de sensores de estos patrones y los denominamos receptores que reconocen patrones (PRR). Estos numerosos PRRs pertenecen a distintas familias estructurales y así mismo cumplen funciones muy diferentes. Hay sensores que se localizan tanto en las membranas de la célula (por ejemplo, toll-like receptors o TLR, scavenger receptors o SR y los receptores de manosa de los macrófagos o MMR) como en el citoplasma de la misma (los NOD-like receptors o NLR y los RIG-like receptors o RLR), como en los humores o fluidos biológicos (la lectina que une manosa o MBL y la proteína C-reactiva o CRP). Este último tipo de PRR humorales los producen también otras células como los hepatocitos, que los liberan a la sangre para que se repartan por todo el organismo.

Estos PRRs además de la función como sensor cumplen otras dos funciones muy distintas y a la vez muy importantes para la defensa del individuo. Por un lado, la fagocitosis de los microorganismos que sean reconocidos por los neutrófilos y los macrófagos y, por otro lado, la activación del complemento, el principal ejecutor de la inmunidad innata humoral. Esta función tipo sensor va a disparar la respuesta inmunitaria innata local, la respuesta inflamatoria y la de reparación tisular. Se va a aumentar la permeabilidad de los vasos para que nuevos componentes del sistema inmunitario puedan acudir a este territorio que está siendo invadido por los virus y que la suma y la unión haga la fuerza antimicrobiana. También es muy destacable tener en cuenta que esta respuesta inflamatoria y la actividad de las células dendríticas y macrófagos presentando antígenos y estimulando a los linfocitos T, también va a llevar a la activación de la respuesta inmunitaria adaptativa. Esta última es la que en última instancia combatirá de la forma más específica, especializada y efectiva la infección del virus, este parásito intracelular y además podremos beneficiarnos de su efecto memoria ante futuras exposiciones del mismo microbio.
La respuesta antiviral intrínseca
Volvamos otra vez a fijarnos en el agente invasor, el virus, el cual debido a que es una partícula no viva y de absoluta simplicidad estructural podría ser muy resistente y esquivo a todas estas formas de reconocimiento y medidas que la respuesta inmunitaria esta generando contra el mismo. Pero nuestras células y nuestro sistema inmunitario han evolucionado a lo largo de millones de años de forma muy satisfactoria, conocedores de que existen los virus y que para poder detectarlos y contrarrestarlos son necesarias otras estrategias muy diferentes que las que generamos contra los otros tipos de microorganismos.
Yan N, Nat Immunol 2012
Y nos estamos refiriendo a la inmunidad antiviral intrínseca que restringe directamente la replicación viral y el ensamblaje, lo que hace que una célula no sea permisiva a la colonización viral. Esta inmunidad intrínseca es conferida por factores preexistentes y en gran medida por la presencia de factores inducidos por la propia infección del virus. Una de las formas más simples de impedir la actividad y replicación viral se observa en invertebrados y la denominamos inmunidad basada en el RNA al utiliza distintos tipos de RNA de interferencia que bloquearán la expresión de los genes virales e incluso inducirán su degradación. Este sistema es comparable a la regulación epigenética que realizan los microRNAs usando las enzimas Dicer y RISC o de una forma análoga al conocido sistema antiviral bacteriano CRISPR-Cas. Aumentando la complejidad evolutiva, los vertebrados hemos desarrollado otro mecanismo más complejo y eficiente, que es una inmunidad basada en proteínas y es la respuesta a los interferones (su nombre deriva de que interfiere en la capacidad infectiva de un virus). Como vamos a ver, la respuesta del interferón que desencadena alguno de los citados PRRs al detectar un virus no solo le afecta a la célula que percibe este invasor (autocrina), sino que se extenderá de forma paracrina a las células de su vecindario para que todas puedan degradar la información genética del virus e impidan la expresión de sus genes.
La respuesta del interferón
Llegado este momento es importante que veamos de forma algo más detallado en qué consiste la respuesta antiviral mediada por interferón. Los principales PRR que detectan la presencia de virus se basan en localizar ácidos nucleicos no “naturales” de la célula como dsRNA y DNA con CpG no metilados, y se localizan en las membranas de las vesículas endocíticas (dentro de la célula) y son los TLR3, 7, 8 y 9, además de los RLR citosólicos RIG-I y MDA5. Mediante un mecanismo complejo de señalización y transducción estos PRR consiguen que se fosforilen y dimericen componentes de una familia de factores de transcripción que se denominan IRF (interferon regulatory factor) y que puedan translocarse al núcleo. Una vez en el núcleo, estos IRF interaccionaran con genes que contienen en sus promotores secuencias nucleotídicas denominadas ISRE (IFN-stimulated response elements) y que conducen a la expresión de los interferones de tipo I (INF-a e IFN-b) y otros genes antivirales importantes (que ahora luego volveremos con ellos).
Gilliet M, Nat Rev immune 2008
Hay que hacer notar que este interferón que va a producir la célula no interfiere directamente con el virus, sino que va a ser secretado y las células que posean receptores para los interferones de tipo I (IFNAR) serán las que se beneficien de su producción y liberación. Afortunadamente la expresión del receptor de IFN se transcribe en ese contexto de ISRE por lo que la célula productora será una de las beneficiadas junto con otras células del microambiente. La señalización a través de los IFNAR lleva a un mecanismo similar donde intervienen otros factores de transcripción que actúan sobre las mismas secuencias ISRE y alimentan como un bucle con feedback positivo todo el proceso de señalización y protección local contra los virus.
Michalska A, Front Immunol 2018
Nos queda ver ahora cuales esas proteínas que se van a producir gracias a los interferones y son la que directamente van en contra de los virus. En primer lugar, se aumenta la expresión del complejo principal de histocompatibilidad de tipo I y la presentación de proteínas celulares (y también virales, pues el virus está dentro de la célula y usa su maquinaria metabólica) a los linfocitos T. Este proceso fundamental para la vigilancia inmunológica permite que los linfocitos detecten la producción de proteínas extrañas al organismo (como las virales) y si se da el caso, que se genere la respuesta inmunitaria adaptativa. Todo ello acompañado en un contexto que maximiza la activación de los linfocitos citotóxicos (CTL) que en última instancia serán los encargados de destruir a células infectadas por virus. Además de la activación de los CTL, la célula produce una serie de enzimas que degradan RNAs virales como la 2′,5′ oligoadenilato sintetasa, PKR que impiden la acción de factores de transcripción necesarios para la expresión de proteínas virales y proteasas que degradan las proteínas de la cápside viral que se hayan sintetizado, impidiendo el ensamblaje de nuevos viriones. De esta forma tan eficiente la inmunidad innata logra detectar los virus y no solo luchar contra ellos, sino que iniciar la activación de la respuesta inmunitaria adaptativa.
Abbas A, Cellular and Molecular Immunology, Elsevier
Pero los virus no iban a ser menos que las células de los vertebrados y su proceso evolutivo a algunos también les ha permitido adquirir mecanismos de resistencia o de evasión de la respuesta antiviral y por ende de la respuesta inmunitaria contribuyendo a la inmunopatogenia de algunas enfermedades virales. Estas estrategias son muy variadas y están asociadas a la complejidad genómica del virus. Cuantos más genes sean capaces de empaquetar en sus cápsides, seguramente más genes tendrán para bloquear la señalización de PRR y de IFNAR. Para poder entenderlo mejor, lo más conveniente será ver un ejemplo y en estos momentos tal vez el ejemplo más interesante es el coronavirus. Vayamos pues a ver los mecanismos inmunopatogénicos de los coronavirus
Un ejemplo concreto, el Coronavirus y la epidemia Covid-19

En diciembre del año 2019 la humanidad ha sufrido por tercera vez en las últimas dos décadas una nueva zoonosis causada por un coronavirus (SARS-CoV-2), provocando una epidemia que afecta a las vías respiratorias y que en algunos caos es una enfermedad muy grave, la denominada Covid-19. El avance la biología molecular y el riesgo a que se convierta en una pandemia ha intensificado los esfuerzos de los centros de investigación, las autoridades sanitarias de muchos países y de la OMS. Gracias a ello, en tan poco tiempo tenemos muchos datos epidemiológicos, conocemos la información genética del virus y se han desarrollado test diagnósticos muy sensibles y cuantitativos. Se ha podido establecer el tropismo viral sobre células epiteliales alveolares gracias a la interacción con la exopeptidasa, enzima convertidora de angiotensina (hACE2). Esta enzima transforma, preferentemente en el pulmón, al precursor de la angiotensina en una molécula activa y que se encarga de regular la presión arterial. Pero aún quedan muchas lagunas por resolver y que nos pueden ayudar a contener la epidemia, como cuál ha sido el vector, el desarrollo de algún antiviral o de una vacuna. A pesar de todo, el esfuerzo tecnológico y humano ha sido tremendo y sin parangón.
Cui J, Nat Rev Microbiol 2019
El virus y sus genes estructurales
Los Coronavirus son virus de RNA monocatenario con capacidad codificante (+ssRNA) y en este caso concreto, el tamaño del genoma de SARS-CoV-2 es de 30 kb. Teniendo en cuenta que 10 kb es el tamaño medio de los virus de RNA, este detalle sitúa a los coronavirus como los virus de RNA con genoma mas grande.
Banerjee A, Curr Clin Micro Rpt (2019)
Y tener un genoma mayor conlleva mejoras en su supervivencia y mejoras en su adaptación al hospedador lo que implica en muchos casos capacidad de escape inmunológico o cierta inmunopatogenia. Esta complejidad, en primer lugar, se asocia con una característica muy relevante a la hora de la multiplicación y la evolución viral y es que el complejo de replicación transcripción tiene actividad 3’‐5’ exorribonucleasa, lo que le confiere mayor fidelidad de copia. Luego los coronavirus mutan, seguro que mucho, pero menos de lo que cabría esperar tiendo en cuenta que es un virus de RNA. Las proteínas que están codificadas en su genoma se dividen en dos grupos, proteínas no estructurales y proteínas estructurales.
Chen Y, J Med Virol 2020
Empecemos por estas últimas, y dentro de las estructurales, en sentido 5’-3’ tenemos:
La proteína S (Spike, pincho), que formando homotrímeros crea esas estructuras que asoman sobre la nuceocápside y le permiten anclarse a su receptor (hACE2).
La proteína E (Envuelta) encargada del ensamblaje viral y la patogenia del virus.
La proteína M (Membrana) tiene tres dominios transmembrana y al unirse a la nucleocápside le confiere la estructura esférica.
La proteína N (Nucleocápside) tiene dos dominios, uno que interacciona con el RNA viral conduciendo a su correcto encapsulamiento en los viriones y otro dominio multifunción que actúa por un lado como antagonista del IFN y por otro lado como represor de los RNA de interferencia, lo cual es muy importante para evitar la acción inmunitaria antiviral y es beneficios para su replicación.
Además, los b-Coronavirus también disponen de la hemaglutinina-acetilesterasa (HE), una glicoproteína que se une a restos de azúcar en las membranas celulares e induce la fusión y penetración viral en la célula. Curiosamente, parece ser que el gen para HE fue introducido en un genoma ancestral de coronavirus por recombinación con el virus de la influenza C.
Holmes KV, N Engl J Med 2003
Los genes no estructurales y la inmunopatogenia viral
El análisis genético y molecular del SARS-CoV-2 nos permite afirmar que no es ni un mutante de cualquier coronavirus anterior ni un recombinante de coronavirus conocidos. Es un coronavirus desconocido, probablemente de un hospedador no humano que de alguna manera adquirió la capacidad de infectar a humanos y provocar la presente zoonosis.
Zhu N, N Engl J Med 2020
Sobre los genes no estructurales empezaremos abordando el papel que juegan las otras proteínas virales, así:
La nsp13 es una helicasa, una enzima vital para el desempaquetado de los genes y por ende la replicación y transcripción.
Las nsp7 a 10 son regiones críticas como reguladoras de la nsp12, que es la RNA polimerasa multidominio y que junto con la actividad de reparación del RNA (MMR) de la nsp14 le confiere estas altas tasas de fidelidad de copia.
Por otro lado, como la síntesis del mRNA del coronavirus se realiza en el citosol en lugar del núcleo, los virus de +RNA de eucariotas no pueden confiar en que las proteínas nucleares de la célula se encarguen de añadir la 7-metilguanosina (m7G) al primer nucleótido del RNA para protegerlo de las exorribonucleasas celulares (proceso que se denomina capping) y conducir a su traducción en proteínas. En este sentido, las nsp10-13-14-16 virales participan en el capping del RNA viral.
Veamos entonces las claves de la inmunopatogenia de los coronavirus que pivotan sobre el bloque de la actividad antiviral, que se pone de manifiesto gracias a la acción del resto de proteínas no estructurales:
La nsp1 de los SARS-CoV es una proteína de 20 kDa que se localiza en el citoplasma de las células infectadas y que genera una variedad de funciones únicas en los b-Coronavirus. En primer lugar, es capaz de bloquear y degradar el mRNA del IFN-b y otros mensajeros endógenos. En segundo lugar, al bloquear la fosforilación de STAT1 e I-kB y la dimerización de IRF3, inhibe las vías de transducción de señales que involucran IRF, STAT y NF-k Ello afecta también a la progresión del ciclo celular sin inducir apoptosis, favoreciendo la supervivencia viral.
La nsp3, codificada en el gran ORF1 y que genera una proteína de 200 kDa con varios dominios funcionales diferentes. Estos incluyen un dominio de unión de poli (ADP-ribosa), de proteasa (papain-like protease, PLP), otro deubiquitinasa y un último de ISGylase. La función PLP de nsp3 es la que antagoniza las respuestas IFN de tipo I, impidiendo la fosforilación, dimerización e importe al núcleo de IRF3. De forma análoga actúa sobre la vía de represión de NF-k Además, la función ISGylase contrarresta la acción del gen 15 estimulado por interferón (ISG15), que es la ISGilación. Veamos en qué consiste este proceso. La modificación postraduccional de las proteínas es una estrategia importante para la regulación del proteoma celular. La ubiquitina y otros modificadores similares a la ubiquitina como ISG15, a través de su conjugación covalente a proteínas median la regulación de los niveles de esas proteínas, las vías de señalización, el tráfico vesicular y muchos otros procesos celulares. ISG15 se codifica y se expresa como una proteína precursora de 17 kDa que se procesa proteolíticamente en su extremo C-ter para exponer una secuencia de aminoácidos, idéntica a la secuencia C-ter de la ubiquitina, y sus adiciones covalentes a las proteínas son bastante similares. Por este mecanismo se regula a la baja la vida media de las proteínas virales, disminuyendo su capacidad de ensamblaje y la viabilidad de los mismos. De forma contraria este proceso afecta aumentando la vida media de muchos genes regulados al alza como respuesta de IRF. Por este motivo esta actividad ISGylase parece una estrategia acertada de propagación viral.
Morales DJ, J Mol Biol 2013
Las otras nsp4 a nsp6 bloquean directamente la actividad antiviral que la célula debería poner en marcha inhibiendo la señalización del IFN. Algunas formas descritas por SARS-CoVs de antagonizar a los IFN de tipo I es mediante la inactivación de la traducción del hospedador; la degradación de sus mARN; interactuar negativamente con STING; antagonizar la señalización de IFN inducida por MAVS/RIG-I. Así mismo, también lo consiguen bloqueando la expresión de citocinas proinflamatorias y la generación de las vesículas que son necesarias para la formación de autofagosomas y el incremento de la presentación de péptidos virales.
Por último, la nsp16 es una 2’O metiltransferasa (2’‐O‐MTasa) que bloquea muy selectivamente la señalización a través de MDA5, un tipo de RIG-like receptor.
Tortura AL, Curr Opinion Virol 2012
La afectación de las células presentadoras de antígeno
Pero aquí non acaba la cosa, tanto los factores virales antes descritos como los del huésped afectan la virulencia de las enfermedades por coronavirus en animales. Un ejemplo de ello es que tanto Covid-19 como SARS se caracterizan por una respuesta inflamatoria exacerbada y, de hecho, la carga viral no está correlacionada con el empeoramiento de síntomas. En este contexto es vital conocer el mecanismo que desencadena que la respuesta inflamatoria del hospedador, con sobreexpresiones de citocinas, se convierta en una causa principal de daño pulmonar y posterior mortalidad en los casos severos de Covid-19. Las dianas principales de la infección por los SARS-CoV son las células epiteliales ciliadas de la vía aérea y los pneumocitos alveolares de tipo II.

Pero también se ha demostrado que los SARS-CoV usan DC-SIGN y L-SIGN como correceptores para la entrada. Es de señalar que cada uno estos receptores son muy expresados en algunos tipos de células presentadoras de antígenos inmaduras (APC), sobre todo células dendríticas (DC) y podría aumentar el tropismo viral y por consiguiente contribuir aún más en la inmunopatogenia de la enfermedad. La alta infectividad viral en APC inmaduras indica que hay muchos PRR en ellas y que el virus puede superar la respuesta antiviral inicial. Pero también nos revela que la maduración de las APC no sólo conlleva una bajada dramática del número de PRR sino la aparición de otros mecanismos de restricción que evitan la replicación de virus. Estas y otras APC actúan como primera defensa contra la infección viral al estimular la vigilancia inmunológica, la defensa antiviral intrínseca y el puente entre la inmunidad innata y adaptativa participando en el reclutamiento de los linfocitos de memoria y de células efectoras al sitio de infección. Además, estas APC profesionales también son una fuente importante de interferones tipo I. Así, el efecto citopático del coronavirus es un mecanismo indirecto de sobrestimulación de APC y se asocia también con la inducción de inflamación y la secreción masiva de citocinas en los pulmones como IL-1, IL-6, IL-8, TNF-a y CXCL-10 que pueden provocar daños en los tejidos y favorecer la diseminación del virus sistémica.
Por otro lado, el mecanismo de escape inmune a través de la afectación de APCs resultaría en un aclaramiento viral ineficiente, lo que puede explicar la alta patogenicidad y las manifestaciones clínicas visto en Covid-19, MERS y SARS. Luego que las APC funcionen adecuadamente es crítico para la mitigar la infección y limitar el desarrollo de la enfermedad. En este sentido, existen tres posibles candidatos terapéuticos sobre la mesa, baricitinib, fedratinib y ruxolitinib que son inhibidores potentes y selectivos de JAK aprobados para indicaciones como artritis reumatoide y mielofibrosis Los tres son potentes antiinflamatorios que inhiben la señalización JAK-STAT de los receptores de citocinas. Desde el punto de vista técnico y de desarrollo de fármacos, esta permisividad de APC sobre coronavirus nos va a ayudar en el screening in vitro de potenciales agentes terapéuticos.
Consideraciones finales
En algunos individuos, la presencia del coronavirus en las vías respiratorias va a ser la puerta de entrada a otros microorganismos oportunistas que podrían ocasionar estas neumonías severas. Esta puerta se abre por el efecto citopático directo del virus sobre las células epiteliales del tracto respiratorio y por el daño tisular local que la respuesta inflamatoria va a ocasionar. Si a esto le añadimos un sistema inmunitario ineficiente debido a los mecanismos de inmunoevasión del coronavirus, tenemos todas las papeletas para convertir a Covid-19 en una enfermedad especialmente contagiosa, perdurable en el individuo y en algunos casos grave. Los mecanismos de escape viral e inmunopatogenia no son únicos de los coronavirus y han sido descritas muchas formas diferentes de interferir en la señalización de citocinas y de sus mecanismos de transducción. Además, otros virus de las familias de adenovirus, herpes, papiloma y poxvirus, entre otros interfieren en la actividad del proteasoma y el proceso celular dedicado a la presentación antigénica o de aparición del MHC en la membrana. Otros codifican para citocinas inmunosupresoras o cambios de fenotipos de los linfocitos helper (como el shift Th1 a Th2, poco eficiente para parásitos intracelulares). Generalmente son grandes virus de DNA y aquí los coronavirus representan una buena excepción a esta regla.
Hasta el momento, Covid-19 se está comportando como un enemigo de la especie humana, con unas tasas de letalidad difícilmente asumibles y que está poniendo en jaque el movimiento de personas, la globalización y la economía mundial. Sin ninguna duda, sus efectos sobre países en vías de desarrollo serán todavía peores. Por ello, como enemigo que es de todos nosotros, requiere un esfuerzo global para combatirlo. Destinemos los recursos necesarios para comprender mejor la patogenia, desarrollar antivirales y medidas de soporte más efectivas y luchemos por conseguir la vacuna preventiva. Tomemos las medidas oportunas para contener la diseminación de la enfermedad y protejamos a los más sensibles o susceptibles a sucumbir ante el virus, pero con cautela y sin alarmar innecesariamente a la población. Pero eso sí, no deberíamos permitir que Covid-19 se convierta en la pandemia del siglo XXI como sucedió con la gripe de 1918.
Referencias
Cong, Y., Hart, B. J., Gross, R., Zhou, H., Frieman, M., Bollinger, L., … Holbrook, M. R. (2018). MERS-CoV pathogenesis and antiviral efficacy of licensed drugs in human monocyte-derived antigen-presenting cells. PLoS ONE, 13(3), 1–17. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0194868
Morales, D. J., & Lenschow, D. J. (2013). The antiviral activities of ISG15. Journal of Molecular Biology, 425(24), 4995–5008. https://doi.org/10.1016/j.jmb.2013.09.041
Cui, J., Li, F., & Shi, Z. L. (2019). Origin and evolution of pathogenic coronaviruses. Nature Reviews Microbiology, 17(3), 181–192. https://doi.org/10.1038/s41579-018-0118-9
Chen, Y., Liu, Q., & Guo, D. (2020). Emerging coronaviruses: Genome structure, replication, and pathogenesis. Journal of Medical Virology, (January), 418–423. https://doi.org/10.1002/jmv.25681
Stebbing, J., Phelan, A., Griffin, I., Tucker, C., Oechsle, O., Smith, D., & Richardson, P. (2020). COVID-19: combining antiviral and anti-inflammatory treatments. The Lancet Infectious Diseases, 2019(20), 2019–2020. https://doi.org/10.1016/S1473-3099(20)30132-8
Poulter, N. (2020). Lower Blood Pressure in South Asia? Trial Evidence. New England Journal of Medicine, 382(8), 758–760. https://doi.org/10.1056/NEJMe1917479
Zhu, N., Zhang, D., Wang, W., Li, X., Yang, B., Song, J., … Tan, W. (2020). A Novel Coronavirus from Patients with Pneumonia in China, 2019. New England Journal of Medicine, 727–733. https://doi.org/10.1056/nejmoa2001017
Totura, A. L., & Baric, R. S. (2012). SARS coronavirus pathogenesis: Host innate immune responses and viral antagonism of interferon. Current Opinion in Virology, 2(3), 264–275. https://doi.org/10.1016/j.coviro.2012.04.004
Li, F. (2013). Receptor recognition and cross-species infections of SARS coronavirus. Antiviral Research, 100(1), 246–254. https://doi.org/10.1016/j.antiviral.2013.08.014
Frieman, M., & Baric, R. (2008). Mechanisms of Severe Acute Respiratory Syndrome Pathogenesis and Innate Immunomodulation. Microbiology and Molecular Biology Reviews, 72(4), 672–685. https://doi.org/10.1128/mmbr.00015-08
Etiquetas: antiviral, citocina, coronavirus, Inmunopatogenia, interferon
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Por Rafael Sirera en Inmunopatogenia sobre 09/03/2020

CORONAVIRUS, INMUNOPATOGENIA VIRAL

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los mecanismos que conducen a la inmunología y la patogenia del nuevo coronavirus SARS-CoV-2 son complejos
Un virus es capaz de penetrar a través de las barreras físicas que forma nuestro recubrimiento epitelial o mucoso, por ejemplo, en el tracto respiratorio. Y que es capaz de resistir las barreras químicas y biológicas creadas por nuestros microorganismos comensales, las células epiteliales y por las células inmunitarias que producen desagradables

ambientes ácidos, grasos y salinos o que secretan enzimas tóxicos o péptidos catiónicos que podrían destruir sus biomoléculas y con ello su integridad.
Si el virus ha sido capaz de saltarse esta barrera de elementos defensivos constitutivos y preformados ya lo tenemos en nuestro interior. Nos ha infectado. Ahora necesitamos que nuestras células sean capaces de percibirlo, que puedan iniciar la respuesta inmunitaria innata inducida y la inflamatoria con el objetivo de contenerlo y erradicarlo en menos de 96 horas. Pero en este contexto hay que tener en cuenta un detalle muy importante, el virus además de penetrar ha de dañar discretamente nuestros tejidos. Ello no debería ser ningún obstáculo para él, pues seguramente tendrá tropismo por alguna célula del epitelio, penetrará así en su interior, le secuestrará la maquinaria biosintética en su propio beneficio y generará nuevos viriones con el consiguiente estallido y necrosis de la célula infectada.
La detección de la infección
Con estas muertes celulares no programadas se van a liberan de forma masiva moléculas endógenas celulares que además van a dañar o modifica el andamiaje de los tejidos. Estas moléculas o cambios los denominamos patrones moleculares asociados al daño (también conocidos como DAMP o alarminas) y son inmunogénicos pues las células de la inmunidad innata poseen receptores que van a ser capaces de percibirlos y reconocerlos.
Pero no debemos olvidar que además del daño tenemos al extraño, al virus que ha conseguido infectarnos. Pues bien, los microorganismos patogénicos también tienen otros patrones moleculares asociados (en términos inmunológicos PAMP o MAMP) que serán reconocidos por los sensores celulares. Como los microorganismos pueden localizarse o esconderse en cualquier ubicación del individuo, sus células y especialmente las del sistema inmunitario, disponen de un gran abanico de sensores de estos patrones y los denominamos receptores que reconocen patrones (PRR). Estos numerosos PRRs pertenecen a distintas familias estructurales y así mismo cumplen funciones muy diferentes. Hay sensores que se localizan tanto en las membranas de la célula (por ejemplo, toll-like receptors o TLR, scavenger receptors o SR y los receptores de manosa de los macrófagos o MMR) como en el citoplasma de la misma (los NOD-like receptors o NLR y los RIG-like receptors o RLR), como en los humores o fluidos biológicos (la lectina que une manosa o MBL y la proteína C-reactiva o CRP). Este último tipo de PRR humorales los producen también otras células como los hepatocitos, que los liberan a la sangre para que se repartan por todo el organismo.

Estos PRRs además de la función como sensor cumplen otras dos funciones muy distintas y a la vez muy importantes para la defensa del individuo. Por un lado, la fagocitosis de los microorganismos que sean reconocidos por los neutrófilos y los macrófagos y, por otro lado, la activación del complemento, el principal ejecutor de la inmunidad innata humoral. Esta función tipo sensor va a disparar la respuesta inmunitaria innata local, la respuesta inflamatoria y la de reparación tisular. Se va a aumentar la permeabilidad de los vasos para que nuevos componentes del sistema inmunitario puedan acudir a este territorio que está siendo invadido por los virus y que la suma y la unión haga la fuerza antimicrobiana. También es muy destacable tener en cuenta que esta respuesta inflamatoria y la actividad de las células dendríticas y macrófagos presentando antígenos y estimulando a los linfocitos T, también va a llevar a la activación de la respuesta inmunitaria adaptativa. Esta última es la que en última instancia combatirá de la forma más específica, especializada y efectiva la infección del virus, este parásito intracelular y además podremos beneficiarnos de su efecto memoria ante futuras exposiciones del mismo microbio.
La respuesta antiviral intrínseca
Volvamos otra vez a fijarnos en el agente invasor, el virus, el cual debido a que es una partícula no viva y de absoluta simplicidad estructural podría ser muy resistente y esquivo a todas estas formas de reconocimiento y medidas que la respuesta inmunitaria esta generando contra el mismo. Pero nuestras células y nuestro sistema inmunitario han evolucionado a lo largo de millones de años de forma muy satisfactoria, conocedores de que existen los virus y que para poder detectarlos y contrarrestarlos son necesarias otras estrategias muy diferentes que las que generamos contra los otros tipos de microorganismos.
Yan N, Nat Immunol 2012
Y nos estamos refiriendo a la inmunidad antiviral intrínseca que restringe directamente la replicación viral y el ensamblaje, lo que hace que una célula no sea permisiva a la colonización viral. Esta inmunidad intrínseca es conferida por factores preexistentes y en gran medida por la presencia de factores inducidos por la propia infección del virus. Una de las formas más simples de impedir la actividad y replicación viral se observa en invertebrados y la denominamos inmunidad basada en el RNA al utiliza distintos tipos de RNA de interferencia que bloquearán la expresión de los genes virales e incluso inducirán su degradación. Este sistema es comparable a la regulación epigenética que realizan los microRNAs usando las enzimas Dicer y RISC o de una forma análoga al conocido sistema antiviral bacteriano CRISPR-Cas. Aumentando la complejidad evolutiva, los vertebrados hemos desarrollado otro mecanismo más complejo y eficiente, que es una inmunidad basada en proteínas y es la respuesta a los interferones (su nombre deriva de que interfiere en la capacidad infectiva de un virus). Como vamos a ver, la respuesta del interferón que desencadena alguno de los citados PRRs al detectar un virus no solo le afecta a la célula que percibe este invasor (autocrina), sino que se extenderá de forma paracrina a las células de su vecindario para que todas puedan degradar la información genética del virus e impidan la expresión de sus genes.
La respuesta del interferón
Llegado este momento es importante que veamos de forma algo más detallado en qué consiste la respuesta antiviral mediada por interferón. Los principales PRR que detectan la presencia de virus se basan en localizar ácidos nucleicos no “naturales” de la célula como dsRNA y DNA con CpG no metilados, y se localizan en las membranas de las vesículas endocíticas (dentro de la célula) y son los TLR3, 7, 8 y 9, además de los RLR citosólicos RIG-I y MDA5. Mediante un mecanismo complejo de señalización y transducción estos PRR consiguen que se fosforilen y dimericen componentes de una familia de factores de transcripción que se denominan IRF (interferon regulatory factor) y que puedan translocarse al núcleo. Una vez en el núcleo, estos IRF interaccionaran con genes que contienen en sus promotores secuencias nucleotídicas denominadas ISRE (IFN-stimulated response elements) y que conducen a la expresión de los interferones de tipo I (INF-a e IFN-b) y otros genes antivirales importantes (que ahora luego volveremos con ellos).
Gilliet M, Nat Rev immune 2008
Hay que hacer notar que este interferón que va a producir la célula no interfiere directamente con el virus, sino que va a ser secretado y las células que posean receptores para los interferones de tipo I (IFNAR) serán las que se beneficien de su producción y liberación. Afortunadamente la expresión del receptor de IFN se transcribe en ese contexto de ISRE por lo que la célula productora será una de las beneficiadas junto con otras células del microambiente. La señalización a través de los IFNAR lleva a un mecanismo similar donde intervienen otros factores de transcripción que actúan sobre las mismas secuencias ISRE y alimentan como un bucle con feedback positivo todo el proceso de señalización y protección local contra los virus.
Michalska A, Front Immunol 2018
Nos queda ver ahora cuales esas proteínas que se van a producir gracias a los interferones y son la que directamente van en contra de los virus. En primer lugar, se aumenta la expresión del complejo principal de histocompatibilidad de tipo I y la presentación de proteínas celulares (y también virales, pues el virus está dentro de la célula y usa su maquinaria metabólica) a los linfocitos T. Este proceso fundamental para la vigilancia inmunológica permite que los linfocitos detecten la producción de proteínas extrañas al organismo (como las virales) y si se da el caso, que se genere la respuesta inmunitaria adaptativa. Todo ello acompañado en un contexto que maximiza la activación de los linfocitos citotóxicos (CTL) que en última instancia serán los encargados de destruir a células infectadas por virus. Además de la activación de los CTL, la célula produce una serie de enzimas que degradan RNAs virales como la 2′,5′ oligoadenilato sintetasa, PKR que impiden la acción de factores de transcripción necesarios para la expresión de proteínas virales y proteasas que degradan las proteínas de la cápside viral que se hayan sintetizado, impidiendo el ensamblaje de nuevos viriones. De esta forma tan eficiente la inmunidad innata logra detectar los virus y no solo luchar contra ellos, sino que iniciar la activación de la respuesta inmunitaria adaptativa.
Abbas A, Cellular and Molecular Immunology, Elsevier
Pero los virus no iban a ser menos que las células de los vertebrados y su proceso evolutivo a algunos también les ha permitido adquirir mecanismos de resistencia o de evasión de la respuesta antiviral y por ende de la respuesta inmunitaria contribuyendo a la inmunopatogenia de algunas enfermedades virales. Estas estrategias son muy variadas y están asociadas a la complejidad genómica del virus. Cuantos más genes sean capaces de empaquetar en sus cápsides, seguramente más genes tendrán para bloquear la señalización de PRR y de IFNAR. Para poder entenderlo mejor, lo más conveniente será ver un ejemplo y en estos momentos tal vez el ejemplo más interesante es el coronavirus. Vayamos pues a ver los mecanismos inmunopatogénicos de los coronavirus
Un ejemplo concreto, el Coronavirus y la epidemia Covid-19

En diciembre del año 2019 la humanidad ha sufrido por tercera vez en las últimas dos décadas una nueva zoonosis causada por un coronavirus (SARS-CoV-2), provocando una epidemia que afecta a las vías respiratorias y que en algunos caos es una enfermedad muy grave, la denominada Covid-19. El avance la biología molecular y el riesgo a que se convierta en una pandemia ha intensificado los esfuerzos de los centros de investigación, las autoridades sanitarias de muchos países y de la OMS. Gracias a ello, en tan poco tiempo tenemos muchos datos epidemiológicos, conocemos la información genética del virus y se han desarrollado test diagnósticos muy sensibles y cuantitativos. Se ha podido establecer el tropismo viral sobre células epiteliales alveolares gracias a la interacción con la exopeptidasa, enzima convertidora de angiotensina (hACE2). Esta enzima transforma, preferentemente en el pulmón, al precursor de la angiotensina en una molécula activa y que se encarga de regular la presión arterial. Pero aún quedan muchas lagunas por resolver y que nos pueden ayudar a contener la epidemia, como cuál ha sido el vector, el desarrollo de algún antiviral o de una vacuna. A pesar de todo, el esfuerzo tecnológico y humano ha sido tremendo y sin parangón.
Cui J, Nat Rev Microbiol 2019
El virus y sus genes estructurales
Los Coronavirus son virus de RNA monocatenario con capacidad codificante (+ssRNA) y en este caso concreto, el tamaño del genoma de SARS-CoV-2 es de 30 kb. Teniendo en cuenta que 10 kb es el tamaño medio de los virus de RNA, este detalle sitúa a los coronavirus como los virus de RNA con genoma mas grande.
Banerjee A, Curr Clin Micro Rpt (2019)
Y tener un genoma mayor conlleva mejoras en su supervivencia y mejoras en su adaptación al hospedador lo que implica en muchos casos capacidad de escape inmunológico o cierta inmunopatogenia. Esta complejidad, en primer lugar, se asocia con una característica muy relevante a la hora de la multiplicación y la evolución viral y es que el complejo de replicación transcripción tiene actividad 3’‐5’ exorribonucleasa, lo que le confiere mayor fidelidad de copia. Luego los coronavirus mutan, seguro que mucho, pero menos de lo que cabría esperar tiendo en cuenta que es un virus de RNA. Las proteínas que están codificadas en su genoma se dividen en dos grupos, proteínas no estructurales y proteínas estructurales.
Chen Y, J Med Virol 2020
Empecemos por estas últimas, y dentro de las estructurales, en sentido 5’-3’ tenemos:
La proteína S (Spike, pincho), que formando homotrímeros crea esas estructuras que asoman sobre la nuceocápside y le permiten anclarse a su receptor (hACE2).
La proteína E (Envuelta) encargada del ensamblaje viral y la patogenia del virus.
La proteína M (Membrana) tiene tres dominios transmembrana y al unirse a la nucleocápside le confiere la estructura esférica.
La proteína N (Nucleocápside) tiene dos dominios, uno que interacciona con el RNA viral conduciendo a su correcto encapsulamiento en los viriones y otro dominio multifunción que actúa por un lado como antagonista del IFN y por otro lado como represor de los RNA de interferencia, lo cual es muy importante para evitar la acción inmunitaria antiviral y es beneficios para su replicación.
Además, los b-Coronavirus también disponen de la hemaglutinina-acetilesterasa (HE), una glicoproteína que se une a restos de azúcar en las membranas celulares e induce la fusión y penetración viral en la célula. Curiosamente, parece ser que el gen para HE fue introducido en un genoma ancestral de coronavirus por recombinación con el virus de la influenza C.
Holmes KV, N Engl J Med 2003
Los genes no estructurales y la inmunopatogenia viral
El análisis genético y molecular del SARS-CoV-2 nos permite afirmar que no es ni un mutante de cualquier coronavirus anterior ni un recombinante de coronavirus conocidos. Es un coronavirus desconocido, probablemente de un hospedador no humano que de alguna manera adquirió la capacidad de infectar a humanos y provocar la presente zoonosis.
Zhu N, N Engl J Med 2020
Sobre los genes no estructurales empezaremos abordando el papel que juegan las otras proteínas virales, así:
La nsp13 es una helicasa, una enzima vital para el desempaquetado de los genes y por ende la replicación y transcripción.
Las nsp7 a 10 son regiones críticas como reguladoras de la nsp12, que es la RNA polimerasa multidominio y que junto con la actividad de reparación del RNA (MMR) de la nsp14 le confiere estas altas tasas de fidelidad de copia.
Por otro lado, como la síntesis del mRNA del coronavirus se realiza en el citosol en lugar del núcleo, los virus de +RNA de eucariotas no pueden confiar en que las proteínas nucleares de la célula se encarguen de añadir la 7-metilguanosina (m7G) al primer nucleótido del RNA para protegerlo de las exorribonucleasas celulares (proceso que se denomina capping) y conducir a su traducción en proteínas. En este sentido, las nsp10-13-14-16 virales participan en el capping del RNA viral.
Veamos entonces las claves de la inmunopatogenia de los coronavirus que pivotan sobre el bloque de la actividad antiviral, que se pone de manifiesto gracias a la acción del resto de proteínas no estructurales:
La nsp1 de los SARS-CoV es una proteína de 20 kDa que se localiza en el citoplasma de las células infectadas y que genera una variedad de funciones únicas en los b-Coronavirus. En primer lugar, es capaz de bloquear y degradar el mRNA del IFN-b y otros mensajeros endógenos. En segundo lugar, al bloquear la fosforilación de STAT1 e I-kB y la dimerización de IRF3, inhibe las vías de transducción de señales que involucran IRF, STAT y NF-k Ello afecta también a la progresión del ciclo celular sin inducir apoptosis, favoreciendo la supervivencia viral.
La nsp3, codificada en el gran ORF1 y que genera una proteína de 200 kDa con varios dominios funcionales diferentes. Estos incluyen un dominio de unión de poli (ADP-ribosa), de proteasa (papain-like protease, PLP), otro deubiquitinasa y un último de ISGylase. La función PLP de nsp3 es la que antagoniza las respuestas IFN de tipo I, impidiendo la fosforilación, dimerización e importe al núcleo de IRF3. De forma análoga actúa sobre la vía de represión de NF-k Además, la función ISGylase contrarresta la acción del gen 15 estimulado por interferón (ISG15), que es la ISGilación. Veamos en qué consiste este proceso. La modificación postraduccional de las proteínas es una estrategia importante para la regulación del proteoma celular. La ubiquitina y otros modificadores similares a la ubiquitina como ISG15, a través de su conjugación covalente a proteínas median la regulación de los niveles de esas proteínas, las vías de señalización, el tráfico vesicular y muchos otros procesos celulares. ISG15 se codifica y se expresa como una proteína precursora de 17 kDa que se procesa proteolíticamente en su extremo C-ter para exponer una secuencia de aminoácidos, idéntica a la secuencia C-ter de la ubiquitina, y sus adiciones covalentes a las proteínas son bastante similares. Por este mecanismo se regula a la baja la vida media de las proteínas virales, disminuyendo su capacidad de ensamblaje y la viabilidad de los mismos. De forma contraria este proceso afecta aumentando la vida media de muchos genes regulados al alza como respuesta de IRF. Por este motivo esta actividad ISGylase parece una estrategia acertada de propagación viral.
Morales DJ, J Mol Biol 2013
Las otras nsp4 a nsp6 bloquean directamente la actividad antiviral que la célula debería poner en marcha inhibiendo la señalización del IFN. Algunas formas descritas por SARS-CoVs de antagonizar a los IFN de tipo I es mediante la inactivación de la traducción del hospedador; la degradación de sus mARN; interactuar negativamente con STING; antagonizar la señalización de IFN inducida por MAVS/RIG-I. Así mismo, también lo consiguen bloqueando la expresión de citocinas proinflamatorias y la generación de las vesículas que son necesarias para la formación de autofagosomas y el incremento de la presentación de péptidos virales.
Por último, la nsp16 es una 2’O metiltransferasa (2’‐O‐MTasa) que bloquea muy selectivamente la señalización a través de MDA5, un tipo de RIG-like receptor.
Tortura AL, Curr Opinion Virol 2012
La afectación de las células presentadoras de antígeno
Pero aquí non acaba la cosa, tanto los factores virales antes descritos como los del huésped afectan la virulencia de las enfermedades por coronavirus en animales. Un ejemplo de ello es que tanto Covid-19 como SARS se caracterizan por una respuesta inflamatoria exacerbada y, de hecho, la carga viral no está correlacionada con el empeoramiento de síntomas. En este contexto es vital conocer el mecanismo que desencadena que la respuesta inflamatoria del hospedador, con sobreexpresiones de citocinas, se convierta en una causa principal de daño pulmonar y posterior mortalidad en los casos severos de Covid-19. Las dianas principales de la infección por los SARS-CoV son las células epiteliales ciliadas de la vía aérea y los pneumocitos alveolares de tipo II.

Pero también se ha demostrado que los SARS-CoV usan DC-SIGN y L-SIGN como correceptores para la entrada. Es de señalar que cada uno estos receptores son muy expresados en algunos tipos de células presentadoras de antígenos inmaduras (APC), sobre todo células dendríticas (DC) y podría aumentar el tropismo viral y por consiguiente contribuir aún más en la inmunopatogenia de la enfermedad. La alta infectividad viral en APC inmaduras indica que hay muchos PRR en ellas y que el virus puede superar la respuesta antiviral inicial. Pero también nos revela que la maduración de las APC no sólo conlleva una bajada dramática del número de PRR sino la aparición de otros mecanismos de restricción que evitan la replicación de virus. Estas y otras APC actúan como primera defensa contra la infección viral al estimular la vigilancia inmunológica, la defensa antiviral intrínseca y el puente entre la inmunidad innata y adaptativa participando en el reclutamiento de los linfocitos de memoria y de células efectoras al sitio de infección. Además, estas APC profesionales también son una fuente importante de interferones tipo I. Así, el efecto citopático del coronavirus es un mecanismo indirecto de sobrestimulación de APC y se asocia también con la inducción de inflamación y la secreción masiva de citocinas en los pulmones como IL-1, IL-6, IL-8, TNF-a y CXCL-10 que pueden provocar daños en los tejidos y favorecer la diseminación del virus sistémica.
Por otro lado, el mecanismo de escape inmune a través de la afectación de APCs resultaría en un aclaramiento viral ineficiente, lo que puede explicar la alta patogenicidad y las manifestaciones clínicas visto en Covid-19, MERS y SARS. Luego que las APC funcionen adecuadamente es crítico para la mitigar la infección y limitar el desarrollo de la enfermedad. En este sentido, existen tres posibles candidatos terapéuticos sobre la mesa, baricitinib, fedratinib y ruxolitinib que son inhibidores potentes y selectivos de JAK aprobados para indicaciones como artritis reumatoide y mielofibrosis Los tres son potentes antiinflamatorios que inhiben la señalización JAK-STAT de los receptores de citocinas. Desde el punto de vista técnico y de desarrollo de fármacos, esta permisividad de APC sobre coronavirus nos va a ayudar en el screening in vitro de potenciales agentes terapéuticos.
Consideraciones finales
En algunos individuos, la presencia del coronavirus en las vías respiratorias va a ser la puerta de entrada a otros microorganismos oportunistas que podrían ocasionar estas neumonías severas. Esta puerta se abre por el efecto citopático directo del virus sobre las células epiteliales del tracto respiratorio y por el daño tisular local que la respuesta inflamatoria va a ocasionar. Si a esto le añadimos un sistema inmunitario ineficiente debido a los mecanismos de inmunoevasión del coronavirus, tenemos todas las papeletas para convertir a Covid-19 en una enfermedad especialmente contagiosa, perdurable en el individuo y en algunos casos grave. Los mecanismos de escape viral e inmunopatogenia no son únicos de los coronavirus y han sido descritas muchas formas diferentes de interferir en la señalización de citocinas y de sus mecanismos de transducción. Además, otros virus de las familias de adenovirus, herpes, papiloma y poxvirus, entre otros interfieren en la actividad del proteasoma y el proceso celular dedicado a la presentación antigénica o de aparición del MHC en la membrana. Otros codifican para citocinas inmunosupresoras o cambios de fenotipos de los linfocitos helper (como el shift Th1 a Th2, poco eficiente para parásitos intracelulares). Generalmente son grandes virus de DNA y aquí los coronavirus representan una buena excepción a esta regla.
Hasta el momento, Covid-19 se está comportando como un enemigo de la especie humana, con unas tasas de letalidad difícilmente asumibles y que está poniendo en jaque el movimiento de personas, la globalización y la economía mundial. Sin ninguna duda, sus efectos sobre países en vías de desarrollo serán todavía peores. Por ello, como enemigo que es de todos nosotros, requiere un esfuerzo global para combatirlo. Destinemos los recursos necesarios para comprender mejor la patogenia, desarrollar antivirales y medidas de soporte más efectivas y luchemos por conseguir la vacuna preventiva. Tomemos las medidas oportunas para contener la diseminación de la enfermedad y protejamos a los más sensibles o susceptibles a sucumbir ante el virus, pero con cautela y sin alarmar innecesariamente a la población. Pero eso sí, no deberíamos permitir que Covid-19 se convierta en la pandemia del siglo XXI como sucedió con la gripe de 1918.
Referencias
Cong, Y., Hart, B. J., Gross, R., Zhou, H., Frieman, M., Bollinger, L., … Holbrook, M. R. (2018). MERS-CoV pathogenesis and antiviral efficacy of licensed drugs in human monocyte-derived antigen-presenting cells. PLoS ONE, 13(3), 1–17. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0194868
Morales, D. J., & Lenschow, D. J. (2013). The antiviral activities of ISG15. Journal of Molecular Biology, 425(24), 4995–5008. https://doi.org/10.1016/j.jmb.2013.09.041
Cui, J., Li, F., & Shi, Z. L. (2019). Origin and evolution of pathogenic coronaviruses. Nature Reviews Microbiology, 17(3), 181–192. https://doi.org/10.1038/s41579-018-0118-9
Chen, Y., Liu, Q., & Guo, D. (2020). Emerging coronaviruses: Genome structure, replication, and pathogenesis. Journal of Medical Virology, (January), 418–423. https://doi.org/10.1002/jmv.25681
Stebbing, J., Phelan, A., Griffin, I., Tucker, C., Oechsle, O., Smith, D., & Richardson, P. (2020). COVID-19: combining antiviral and anti-inflammatory treatments. The Lancet Infectious Diseases, 2019(20), 2019–2020. https://doi.org/10.1016/S1473-3099(20)30132-8
Poulter, N. (2020). Lower Blood Pressure in South Asia? Trial Evidence. New England Journal of Medicine, 382(8), 758–760. https://doi.org/10.1056/NEJMe1917479
Zhu, N., Zhang, D., Wang, W., Li, X., Yang, B., Song, J., … Tan, W. (2020). A Novel Coronavirus from Patients with Pneumonia in China, 2019. New England Journal of Medicine, 727–733. https://doi.org/10.1056/nejmoa2001017
Totura, A. L., & Baric, R. S. (2012). SARS coronavirus pathogenesis: Host innate immune responses and viral antagonism of interferon. Current Opinion in Virology, 2(3), 264–275. https://doi.org/10.1016/j.coviro.2012.04.004
Li, F. (2013). Receptor recognition and cross-species infections of SARS coronavirus. Antiviral Research, 100(1), 246–254. https://doi.org/10.1016/j.antiviral.2013.08.014
Frieman, M., & Baric, R. (2008). Mechanisms of Severe Acute Respiratory Syndrome Pathogenesis and Innate Immunomodulation. Microbiology and Molecular Biology Reviews, 72(4), 672–685. https://doi.org/10.1128/mmbr.00015-08
Etiquetas: antiviral, citocina, coronavirus, Inmunopatogenia, interferon
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Por Rafael Sirera en Inmunopatogenia sobre 09/03/2020

Los inmunomoduladores evitan las complicaciones por coronavirus»

Los inmunomoduladores evitan las complicaciones por coronavirus»

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El doctor Manel Juan (1964), jefe de la sección de Inmunología Clínica del Servicio de Inmunología del Hospital Clínic de Barcelona, desgrana en esta entrevista cómo los inmunomoduladores podrían ayudar a contener la “excesiva” respuesta del sistema inmunitario al coronavirus SARS-CoV-2 y evitar el desarrollo de complicaciones.
¿En qué estado se encuentra el Hospital Clínic?
Por los datos que recibimos, está en un nivel de presión alto, pero no creciente.
¿Cree que es momento para empezar a “desescalar” el confinamiento o cree que es necesario todavía un confinamiento total como estas dos semanas?
Me parece lógico mantener estas condiciones, aunque no soy epidemiólogo.
En las medidas de desconfinamiento, tiene un papel importante la inmunidad de la población. ¿Cuánto tiempo podría durar la inmunidad una vez el paciente ha superado la infección?
No lo sabemos exactamente, pero es de esperar que serían bastantes meses. Es lo que se espera, es posible que incluso puedan ser años. Es una infección que podemos extrapolar a otras que parece que de promedio tienen un número de meses importante de protección, pero no se puede concretar nada porque el virus ha aparecido a finales de diciembre. Por ahora, parece que los pacientes que se infectaron en China están protegidos.
Si, a priori, no muta excesivamente, ¿puede ayudar?
Sin duda, es un elemento importante para mantener la respuesta.
Hay muchos proyectos en marcha para encontrar una vacuna. ¿Cuándo cree que podrían estar a punto?
Esperamos una vacuna en los próximos meses, en uno o dos. Después, lo que tardemos en demostrar la efectividad, que se podría extender hasta finales de año o principios de siguiente.
Y los tratamientos, ¿cuándo cree que podrá encontrarse alguno efectivo?
El tratamiento es para que los pacientes no empeoren y se están haciendo avances. De todas las maneras, lo determinante es que llegue la vacuna o haya inmunidad. Se están intentando también antivirales, pero en el momento que se dan los síntomas ya está cayendo la carga vírica.
¿Cuál es el motivo por el que la enfermedad genera complicaciones?
Se supone que hay motivos de base genética, pero sobre todo parece que hay una experiencia antigénica previa que condiciona al sistema inmunitario, que es el responsable de estas complicaciones. Pero no se conoce exactamente cuál, y es lo que estamos tratando de investigar. El problema que tenemos con esta infección no es tanto la infección en sí, que también, sino que, como consecuencia de intentar eliminarla, el sistema inmunitario tiene una respuesta muy exagerada y eso es lo que genera la inflamación de los pulmones -neumonía- e impide poder respirar. Este exceso de respuesta en la mayoría de los casos es suficiente para eliminar el virus, pero hay a quien le produce problemas respiratorios. Por tanto, hay que buscar la manera de bajar la respuesta en aquellos que desarrollan complicaciones.
¿La detección precoz puede evitar el desarrollo de complicaciones?
Para evitar las complicaciones, por ahora, no parece. Si hay tratamiento, sí que podría ayudar. Pero es sobre todo para que no haya expansión de la enfermedad. La detección precoz permite confinar a la gente y que no afecte a más gente.
¿Durante cuánto tiempo una persona asintomática que da positivo puede ser contagiosa?
Desde la infección pueden ser unos 14 días, es lo más razonable. En algunos casos menos.
Desde el punto de vista del sistema inmunitario, y a la vista del mayor número de fallecimientos en la población de mayores, ¿qué diferencia hay entre personas jóvenes y personas mayores de 60 años?
Básicamente el problema está en la experiencia antigénica. Es decir, el contacto previo que ha habido con elementos infecciosos es lo que acaba generando esto. A lo largo de la vida vamos acumulando contactos con elementos extraños, que generan enfermedades. Estos contactos, que van variando –hay microorganismos diversos-, cambian nuestro funcionamiento. Es un campo no perfectamente conocido. Con el envejecimiento sabíamos que hay una tendencia a perder respuesta, pero también sabemos que se generan estructuras que hacen que pueda haber hiper respuesta. De hecho, la mayoría de estas enfermedades, que se llaman autoinmunes –por exceso de respuesta contra algo que es propio- aparecen tarde en la edad, y te indican que cuando eres joven controlas la respuesta inmune. Este exceso de respuesta no sabemos exactamente por qué es, pero está relacionado con el envejecimiento y esto es lo que explicaría que este grupo de pacientes no solo sean más débiles porque son personas mayores, sino que además tienen en el sistema inmune una respuesta menos controlada.
¿Y hay alguna manera de bajar la respuesta y evitar las complicaciones?
Están los inmunomoduladores, que buscan bajar, modular y controlar esta respuesta. Han aparecido diferentes vías. Por un lado, vías muy generales, con las que se intenta bajar la respuesta de manera global con fármacos más genéricos. Por otro, vías extraordinariamente específicas, con las que se intenta bajar uno de los elementos que produce el exceso de respuesta. Entre los elementos más característicos que provocan este exceso de respuesta están las citocinas, que son como pequeñas hormonas que funcionan de transmisión de información entre las células del sistema inmunitario.
¿Qué tipo de tratamientos hay?
Para estas citocinas tenemos desde hace tiempo fármacos biológicos, que son anticuerpos monoclonales en la mayoría de casos. Los anticuerpos son muy específicos y se pueden generar para bloquear una citocina. Si se bloquea esta citocina o su receptor, bloqueas toda la información de esta citocina que llega al sistema inmunitario y haces que frene en su respuesta. La pregunta es, ¿con una sola citocina bloqueada de todas las que hay se puede conseguir bajar este exceso de respuesta, esta inflamación? Y la respuesta es que, mayoritariamente, sí. De hecho, el freno de esta respuesta puede ser suficiente. Con el freno del sistema inmunitario también hay un problema, y es que el sistema inmunitario se activa porque quieres eliminar el virus, y si lo frenas antes de que elimine el virus, el virus volverá a crecer. Por eso, los inmunomoduladores más específicos pueden ser los mejores. Los inmunomoduladores más genéricos, como los corticoides, pueden permitir que el virus crezca y por eso solo se están reservando para los casos más graves, cuando se dan situaciones en las que hay una persona que puede morir por la inflamación generada por la respuesta del sistema inmunitario o se puede recuperar, aunque incremente el virus.
¿Ya se están aplicando estos fármacos?
Sí. Hay muchas líneas de investigación, se están haciendo ensayos clínicos. También es verdad que estos fármacos se usan para enfermedades habituales, pero no muy frecuentes, y no son como la aspirina: ya no solo por el precio, sino por la disposición. Y lo que está pasando es que tenemos tantos pacientes que se nos han acabado. La complicación es que se fabrica solo en determinados países, y estos países han de permitir su exportación para que lleguen al resto. Quizás nos deberíamos replantear si en lugar de solo comprar, también deberíamos desarrollar capacidad para fabricarlos.
¿Tienen efectos secundarios?
Los inmunomoduladores “selectivos” –fármacos biológicos- se están aplicando porque son muy seguros y no tienen prácticamente efectos secundarios. Los más “genéricos”, como los corticoides, sí que afectan y tienen efectos secundarios.
¿Y los antivirales son efectivos? Antes explicaba que cuando aparecen los síntomas es cuando ya está cayendo la carga vírica.
El mejor momento para dar antivirales sería cuando no hay síntomas -entre cuatro y siete días después del contacto-. El problema es a quién dar antivirales porque la mayoría de la gente no sabe si ha estado en contacto con un contagiado. Es una situación complicada. Lo que se está haciendo ahora es dar antivirales justo cuando empiezan los síntomas para ver si se puede reducir la carga y mejorar el estado de las personas, pero los resultados son medios, tirando a débiles. Pero bueno, sí que aporta.
Se han generado algunas dudas sobre si las personas asintomáticas pueden desarrollar la misma inmunidad que los sintomáticos.
Por lo que sabemos, en general, del sistema inmunitario sería falso. Sería el primer caso que una infección no genera inmunidad. Los inmunólogos no tenemos constancia de infecciones asintomáticas en que no haya una respuesta inmunitaria. En este caso, los datos que nos aportan van en el mismo sentido, que sería falso, pero no se puede descartar que no aparezca algún día alguien que se ha infectado, ha sido asintomático y después se ha vuelto a infectar.
¿La virulencia del virus también remitiría si alguien se reinfecta?
En principio, sí. Sería igual que cuando se dan los antivirales al inicio, cuando todavía no hay síntomas y así evitas desarrollarlos. De hecho, ya se ha demostrado que parece que es efectivo dar un preventivo antiviral, aunque generan efectos secundarios. En estos casos, las personas se infectan, pero no generan ninguna sintomatología porque el virus desaparece. Pues de manera similar, el sistema inmunitario de un inmunizado, cuando se infecta, de inmediato da una respuesta y elimina el virus. Para que haya un cuadro clínico debe de haber un crecimiento del virus sin respuesta: cuando hay mucha carga vírica, la respuesta empieza a producirse –porque si se hubiera producido antes no hubiera crecido el virus-, se descontrola y, cae la carga vírica, pero se da el problema respiratorio.
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REFERENCIA
Manel Juan, jefe de la sección de Inmunología Clínica del Servicio de Inmunología del Hospital Clínic de Barcelona/
Javier Gallego | BARCELONA
Última actualización:12-04-2020 | 13:26 H/

Creada:12-04-2020

Inmunidad de rebaño

INMUNIDAD «DE REBAÑO» O «DE MANADA

El concepto de inmunidad colectiva se refiere a una situación en la que suficientes personas de una población adquieren inmunidad contra una infección.
La inmunidad colectiva se refiere a una situación en la que suficientes personas de una población adquieren inmunidad contra una infección para poder detener eficazmente la propagación de dicha enfermedad.
Para la inmunidad de grupo no importa si proviene de la vacunación o de personas que han tenido la enfermedad. Lo crucial es que sean inmunes.
Con la nueva infección por coronavirus, llamada COVID-19, a medida que se infecten más gente y que se recupere, será inmune a futuras infecciones.
«Cuando alrededor del 70% de la población se haya infectado y recuperado, las posibilidades de que se produzcan brotes de la enfermedad son mucho menores porque la mayoría de las personas son resistentes a la infección», según Martin Hibberd, profesor de Enfermedades Infecciosas Emergentes de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres.
El brote de la enfermedad causada por el nuevo coronavirus ha puesto sobre la mesa un concepto conocido como inmunidad «de rebaño» o «de manada», también conocida como inmunidad colectiva o de grupo, y ha hecho que muchos se pregunten si podría desempeñar un papel en la progresión de la pandemia.
Con el nuevo brote de coronavirus, los datos actuales sugieren que una persona portadora del virus infecta de media a entre dos y tres personas más. Esto significa que, si no se toman otras medidas, la inmunidad de grupo se activaría cuando entre el 50% y el 70% de la población sea inmune.
Matthew Baylis, profesor del Instituto de Infecciones, Ciencias Veterinarias y Ecológicas de la Universidad de Liverpool. Dice que * Al reducirse el número de personas que infecta una persona, gracias a medidas de distanciamiento social como el cierre de escuelas, el teletrabajo, el lavado frecuente de manos y evitando las grandes aglomeraciones, se puede bajar el umbral en el que la inmunidad de grupo se pone en marcha.
«Desde un punto de vista epidemiológico, el truco es reducir el número de personas con las que estamos en contacto (…) para disminuir el número de contactos que infectamos y que la inmunidad de grupo comience antes.
El punto óptimo, añadió, es cuando una persona infectada infecta, de media, a una o menos de una persona.
Referencia
Martin Hibberd, profesor de Enfermedades Infecciosas Emergentes de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres

LA INFLAMACIÓN AMIGO O ENEMIGO

LA INFLAMACIÓN AMIGO O ENEMIGO

Es la inflamación un sistema reparador de la infección o por el contrario es un sistema destructivo
La inflamación es en sí un proceso reactivo, complejo, inespecífico, que se caracteriza por modificaciones locales y coordinadas a nivel de los vasos sanguíneos (endotelio) y el tejido conectivo subyacente. Puede alterar la homeostasis general y su función es localizar, eliminar, o al menos aislar el agente o cuerpo extraño.
La inflamación es inicialmente un proceso beneficioso con sistemas de control muy estrictos que permiten su resolución una vez cumplida su función. De ahí que se haya conservado a lo largo de la evolución como un sistema de alarma y defensa. La pregunta que cabe siempre es si la reparación del sistema inflamatorio no es también lesiva
Muchos autores se han preocupado de este tema pero es el Dr. Moir muerto recientemente con un tumor cerebral el que al identificar la función biológica normal de Aβ y de los depósitos de β-amiloide insolubles que el péptido puede generar: Resulta que éste péptido antimicrobiano del sistema inmunitario innato, atrapa y mata a los patógenos que invaden el cerebro. Este nuevo descubrimiento sugiere que la EA puede ser una respuesta inapropiada a una infección real o falsamente percibida en el cerebro. Este hallazgo también puede arrojar luz sobre los mecanismos patológicos asociados con otras enfermedades principales asociadas con amiloides, como la diabetes y la arteriolosclerosis.

Hortolano en su artículo sobre síndrome de Inflamación y macrófagos si estos dos elementos procesos son actúan como: amigos o enemigos.
Los datos clínicos de la inflamación se han conocido desde la antigüedad Los principales signos de la inflamación en su fase aguda son: calor (a nivel local), enrojecimiento, hinchazón y en algunos casos formación de exudaciones y finalmente presión y dolor en las terminaciones nerviosas.
No cabe duda de la función de los macrófagos en este proceso. Estas son células residentes en los tejidos, que se originan a partir de los monocitos del plasma. Recientemente se ha identificado que los macrófagos, agentes del sistema inmune de mayor relevancia nivel tisular, presentan dos fenotipos, con funciones literalmente opuestas; M1 – inflamatorio y M2 – anti inflamatorio.
Ambos fenotipos son esenciales para la homeostasis del organismo, sin embargo, un desbalance de estos fenotipos se ha identificado en condiciones patológicas como la obesidad mórbida, donde se presenta prevalencia del fenotipo M1, asociado con los niveles elevados de la citoquina llamada TNF-alfa y que es una de la moléculas responsables de promover el que estos pacientes desarrollen resistencia a insulina. Esta alteración se conoce como diabetes tipo II.
En diversas enfermedades auto-inmunes como enfermedad de Chrohn, artritis reumatoide o esclerosis múltiple, entre otras, también se encuentran asociadas a una prevalencia del fenotipo M1 . Pero posiblemente lo es también mostró muchas enfermedades crónicas y degenerativas otro
Figura 1. Fenotipos M1-inflamatorio y M2-anti-inflamatorio.
En la inflamación en su etapa aguda, justo se manifiesta cuando ocurre o se presenta la alteración o daño del tejido; las moléculas que liberan macrófagos activados en su fenotipo M1 están orientados a eliminar microbios e iniciar el proceso de reparación tisular (figura 1). Sin embargo, si esos mismos macrófagos permanecen activados por tiempos prolongados en un tejido, conservando este fenotipo M1, se les atribuye la responsabilidad de la mayor parte de los daños tisulares que se presentan en los tejidos y esa condición ya se define como inflamación crónica.
Casi dos tercios de las patologías humanas presentan alteraciones en la respuesta inflamatoria, incluyendo enfermedades como el Alzheimer, que tradicionalmente se consideraba una enfermedad degenerativa, o el cáncer, en la que el componente inflamatorio está adquiriendo cada vez mayor relevancia [1]. Incluso en la osteoporosis surgen evidencias de que esta patología también se debe posiblemente a desbalance de tipo inflamatorio, por la desregulación de los macrófagos a consecuencia de la ausencia de estrógenos, en este caso ya se acuña el término, inmunoporosis [2,3].
Estos macrófagos presentan una alta heterogeneidad y, dependiendo del microambiente que les rodee, pueden adoptar distintos estados de activación, que difieren en la expresión de receptores, funciones y producción de citoquinas y quimioquinas, lo que les permite adaptarse al medio adecuadamente.
En estas patologías cada día crecen las evidencias de la efectividad del uso de la terapia celular con células madre mesenquimales (MSCs, pos sus siglas en inglés). La terapia celular empleando MSCs o derivados de estas (medio condicionado o exosomas) demuestran un potente efecto inmunomodulador, con especial énfasis en la capacidad de estas células en promover el cambio de polarización del fenotipo M1 al M2 [4, 5].
No creo que este articulo aclare el gran problema de infección e inflamación amigos o enemigos. Pero si que están relacionados y contribuyen en la patología degenerativa
Bibliografía:

[1] Hortolano S. Inflamación y macrófagos: amigos o enemigos https://www.sebbm.es/web/images/archivos/archivos_tinymce/sonsoleshortelano_enero2014.pdf Consultado el 23/01/2020
[2] Yang, D. H., & Yang, M. Y. (2019). The Role of Macrophage in the Pathogenesis of Osteoporosis. International journal of molecular sciences, 20(9), 2093.
[3] Srivastava, R. K., Dar, H. Y., & Mishra, P. K. (2018). immunoporosis: immunology of Osteoporosis—Role of T Cells. Frontiers in immunology, 9, 657.
[4] Zhang, Q. Z., Su, W. R., Shi, S. H., Wilder‐Smith, P., Xiang, A. P., Wong, A., … & Le, A. D. (2010). Human gingiva‐derived mesenchymal stem cells elicit polarization of m2 macrophages and enhance cutaneous wound healing. Stem cells, 28(10), 1856-1868.
[5] Sicco, C. L., Reverberi, D., Balbi, C., Ulivi, V., Principi, E., Pascucci, L., … & Pozzobon, M. (2017). Mesenchymal stem cell‐derived extracellular vesicles as mediators of anti‐inflammatory effects: Endorsement of macrophage polarization. Stem cells translational medicine, 6(3), 1018-1028.

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Un compuesto que inhibe la enzima principal del coronavirus

Creado un compuesto que inhibe la enzima principal del coronavirus
El producto impide que el patógeno haga copias de su genoma y se multiplique
Coronavirus SARS-CoV-2, observados con un microscopio electrónico de transmisión (NIAID-RML / Reuters)
Científicos de Alemania han descubierto cómo es la enzima principal del coronavirus del Covid-19 y han obtenido un compuesto para inhibirla. Ya han ensayado el compuesto en células pulmonares humanas y en ratones, en los que han comprobado que no es tóxico y que se puede administrar directamente a los pulmones por inhalación. Los investigadores tienen previsto desarrollar un fármaco a partir de estos resultados, pero advierten que no llegará a tiempo para contener la epidemia actual de Covid-19.
El trabajo, presentado en la rev ista Science , se ha basado en la principal proteasa del nuevo coronavirus SARS-CoV-2. Se trata de una enzima que el virus necesita para hacer copias de su genoma y multiplicarse. “Si conseguimos inhibir [esta] proteasa, podremos detener la replicación viral”, declara Rolf Hilgenfeld, director de la investigación, en un comunicado difundido por la Universidad de Lübeck.
Hilgenfeld, que ha estudiado los coronavirus desde 1998, había desarrollado antes inhibidores de las proteasas de varios virus de esta familia. El 11 de enero, el día después de publicarse el genoma del nuevo coronavirus, su equipo empezó a buscar a contrarreloj qué región de este genoma contiene las instrucciones para fabricar la proteasa Mpro.
Investigación pionera
Se trata de la primera molécula que ataca específicamente el nuevo virus
Una vez encontrado el gen que buscaban, lo introdujeron en un cultivo de laboratorio para producir grandes cantidades de la enzima –concretamente, introdujeron el gen en una bacteria E. coli , que actuó como fábrica de la enzima–. El 1 de febrero, llevaron cristales de la enzima al sincrotrón Bessy, en Berlín, para averiguar cómo es su estructura tridimensional.
A partir de esta estructura, han modificado un compuesto desarrollado antes contra otros coronavirus para que se adapte de manera óptima a la enzima del SARS-CoV-2. El nuevo compuesto, llamado 13b, ha sido sintetizado en Changchun (China) por Diazong Lin, que había sido investigador postdoctoral en el laboratorio de Hingelfeld.
Según los resultados presentados en Science , el compuesto 13b ha mostrado actividad en cultivos de células pulmonares humanas infectadas con el SARS-CoV-2. En un experimento con ratones, se ha observado que se acumula en concentraciones apreciables en los pulmones sin causar efectos secundarios cuando se administra por inhalación.
Tras estos resultados, los investigadores tienen previsto asociarse a una compañía farmacéutica para desarrollar un medicamento que pueda llegar a los pacientes. A diferencia de los
tratamientos farmacológicos que se han empezado a ensayar en pacientes con Covid-19, basados en medicamentos ya aprobados para otras enfermedades
y cuya seguridad ya ha sido evaluada, un fármaco basado en el compuesto 13b deberá demostrar que es seguro además de eficaz. Por lo tanto, hará falta más tiempo para hacer los ensayos clínicos necesarios y que pueda ser aprobado.
JOSEP CORBELLA, BARCELONA 21/03/2020 00:35 | Actualizado a 21/03/2020 10:46

GÉRMENES Y MACRÓFAGOS EN LAS ENFERMEDADES NEURODEGENERATIVAS

GÉRMENES Y MACRÓFAGOS EN LAS ENFERMEDADES NEURODEGENERATIVAS

Es muy probable que las enfermedades degenerativas y concretamente las neurodegenerativas, tengan un patrón microbiano y desde aquí desarrollen una respuesta inmunitaria que sea responsable de la destrucción cerebral
De forma pues que podríamos fabricar un algoritmo donde se comprendiera una alteración de la flora microbiana de las cavidades lo que llamaríamos rotura de la microbiota, los gérmenes desencantados por su ambiente emigran a otra regiones donde desencadenan una respuesta inmunitaria y este conjunto desencadena a su vez una enfermedad.
A este algoritmo le llamaremos “ ENDIQUELA” qué el lenguaje gitano significa “ explicame lo que ves ”. Es algo así como no te quedes sólo de los iconos de morfológica hay algo más.
De una manera escalonada podríamos describir alguna de estas enfermedades y empezaremos por enfermedad dramática y terrible. De Ca
El Alzheimer (AL) es una enfermedad neurodegenerativa, y la causa principal y más conocida Enfermedades demenciales, cuya característica principal es la pérdida de memoria. Su relación
con la proteína amiloide y tau es indiscutible. Su acumulo en el lóbulo temporal entre otras zonas del cerebro mutila la funciones cognoscitiva y produce demencia.
La Esclerosis Múltiple, (EM) también es una enfermedad neurodegenerativa, y afecta a los nervios, destruye la mielina que es su aislante Los nervios están envueltos en mielina que los aisla y permite su función. Cuando se desmielinizan, y este aislante se rompe o desaparece, las señales nerviosas no llegan correctamente, y poco a poco impiden la conducción nerviosa.
Que relación existe entre AL y AM ? Aparentemente ninguna, pero ahora se ha descubierto que la molécula causante de la enfermedad de AL, una proteína llamada beta-amiloide, causante de la degeneración neuronal, es capaz de curar e incluso revertir los efectos de la EM.
Esto supone un nuevo y alentador método de tratamiento, según afirman , en la Universidad de Stanford, en California, cuyo trabajo ha sido publicado en la revista Science Traslational Medicine. Como ellos mismos dicen, esta molécula debería agravar los daños en la mielina, ya que es tóxica para las neuronas. Sin embargo, cuando realizaron un experimento inyectando la proteína beta-amiloide en las cavidades corporales de ratones con EM , esta molecula consiguió retrasar el inicio de la parálisis típica de esta enfermedad, e incluso se llego a revertir.
La beta-amiloide sería capaz de luchar contra la reacción inflamatoria autoinmune que causa la EM.
Lo más raro del asunto es que en otras investigaciones anteriores a esta se había descubierto que la proteína beta-amiloide y su precursor se encuentran en las lesiones de la EM . De hecho, la proteína se identificaba como un marcador de daño en la mielina, por eso en la investigación se pensaba que la molécula dañaría más a la mielina, y no al contrario.
Lawrence Steinman, ya había usado ratones en otros estudios para desarrollar fármacos contra la EM, como el natalizumab, un potente medicamento que modifica la activación y proliferación de células inmunes externas al sistema nervioso central, impidiendo que estas afecten a las células nerviosas, ya que la EM, al ser autoinmune, lo que provoca es que el mismo sistema inmunitario ataque a las células del sistema nervoso.
Por ello, sabiendo esto sobre las células inmunes externas, analizaron que pasaría con la administración de la proteína beta-amiloide fuera del cerebro, concretamente se inyectó en el vientre de los ratones y no en el cerebro. Aunque los sistemas inmunes de estos ratones estaban preparados para atacar al aislante nervioso o mielina, con la administración de la beta-amiloide se produjo todo lo contrario. Así lo expresa Steinman: “Esta es la primera vez que la beta amiloide demuestra tener propiedades antiinflamatorias”
En definitiva, la beta-amiloide fuera del sistema nervioso central tendría propiedades como antiinflamatorio, todo lo contrario a lo que produce cuando se encuentra dentro del mismo cerebro o de los nervios.
El juego inflamatorio en enfermedades degenerativas, llegan siempre a las misma situaciones, un problema de inflamación y reparación complejo e imbricado.
No es la primera vez que se analizan las propiedades de la beta amiloide, El Hospital General de Massachusetts (MGH,), evidencio que la proteína beta-amiloide se deposita en forma de placas en el cerebro de pacientes con enfermedad de AL y se la considera una parte normal del sistema inmune innato, primera línea de defensa del cuerpo contra la infección.
Su estudio, publicado en ‘Science Translational Medicine’, concluye que la expresión de beta-amiloide humana resulta protectora contra las infecciones potencialmente letales en ratones, en el C elegans y en células cerebrales humanas en cultivo. “Se ha pensado que la neurodegeneración en la enfermedad de AlL es causada por el comportamiento anormal de moléculas de beta-amiloide, que son conocidas por reunirse en resistentes estructuras de fibrillas llamadas placas amiloides en el cerebro de los pacientes
En 2010 , Moir y Rudolph Tanzi, director del MGH-MIND y concluyeron que la beta-amiloide tenía muchas de las cualidades de un péptido antimicrobiano (AMP) y se trata de una pequeña proteína innata del sistema inmune que protege contra una amplia gama de patógenos.
En ese estudio se compararon formas sintéticas de A-beta con un conocido AMP llamado LL-37 y se encontró que la beta inhibe el crecimiento de varios patógenos importantes, a veces igual de bien o mejor que LL-37. La beta amiloide de los cerebros de los pacientes de AL también suprimió el crecimiento del hongo ‘Candida’ cultivado para esa investigación y, posteriormente, otros grupos han documentado la acción de A-beta sintético contra los virus de influenza y herpes.
En este nuevo trabajo, los investigadores encontraron que los ratones transgénicos que expresan A-beta humano sobrevivieron significativamente más tiempo después de inducir la infección por ‘Salmonella’ en sus cerebros frente a los ratones sin alteración genética. Los ratones que carecen de la proteína precursora de amiloide murieron incluso más rápidamente.
La expresión de la beta transgénica parece proteger a los gusanos ‘C.elegans’ de cualquier infección por ‘Candida’ o ‘Salmonella’. Del mismo modo, la expresión de beta humana protegio las células neuronales cultivadas de ‘Candida’. De hecho, la beta amiloide humano expresado por células vivas parece ser mil veces más potente contra la infección que el beta amiloide sintético utilizado en estudios previos.
Esa superioridad parece referirse a propiedades de beta amiloides que se han considerado parte de la patología en la enfermedad AL, la propensión de moléculas pequeñas a combinarse en lo que se denominan oligómeros y luego se agregan en placas de beta-amiloide.
Las preparaciones sintéticas de beta amiloide utilizadas en los estudios anteriores no inclujeron oligómeros; pero en el actual estudio, el oligómero de beta amiloide humano no sólo mostró una actividad antimicrobiana aún más fuerte, sino que también se observó su agregación en los tipos de fibrillas que forman las placas de beta-amiloide para atrapar los microbios en los modelos de ratones y gusanos redondos.
Tanzi explica que “se sabe que AMP juega un papel en las patologías de una amplia gama de enfermedades inflamatorias”. “Por ejemplo, LL-37, que ha sido nuestro modelo para la actividad antimicrobiana de beta amiloide, ha sido implicado en varias enfermedades al final de la vida, incluyendo artritis reumatoide, lupus y aterosclerosis. El tipo de desregulación de la actividad de AMP que puede causar inflamación mantenida en esos trastornos podría contribuir a las acciones neurodegenerativas de beta amiloide en la enfermedad de AL.
Moir añade: “Nuestros resultados plantean la intrigante posibilidad de que puede surgir la patología de AL, cuando el cerebro se percibe a sí mismo como bajo el ataque de los patógenos invasores, aunque se necesitan estudios adicionales. No parece probable que las vías inflamatorias del sistema inmune innato puedan ser posibles dianas de tratamiento. Si se validan, nuestros datos también justifican la necesidad de tener precaución con terapias dirigidas a la eliminación total de las placas de beta-amiloide. Las terapias basadas en la disminución de amiloides, pero no en la eliminación de beta amiloide en el cerebro podría ser una estrategia mejor”.
El siguiente paso es la búsqueda de microbios en los cerebros de pacientes de AL y enfermedades degenerativas en general, que puedan haber desencadenado la deposición de amiloide como una respuesta protectora, llevando más tarde a la muerte de las células nerviosas. “Si podemos identificar a los culpables –ya sean bacterias, virus u hongos– podemos ser capaces de dirigirnos a ellos terapéuticamente para la prevención primaria de la enfermedad”, concluye Tanzi

¿Los virus son inmortales?

¿Los virus son inmortales?

De nuevo el tópico de si el virus es un ser vivo o no lo es

La comunidad científica no tiene claro si los virus son o no organismos vivos. Pueden ser estructuras al límite de la vida. Pero lo que sí son con toda seguridad agentes infecciosos, que necesitan de un organismo vivo para multiplicarse, es decir, parásitos. No son células pero infectan a todo tipo de organismos vivos: animales, plantas, hongos, bacterias y protozoos, ¡hasta se han encontrado parasitando a otros virus! Son tan pequeños –100 nanómetros de media o lo que es lo mismo, una milésima parte del grosor de un cabello- que no pueden observarse con el microscopio óptico, solo cuando se inventó el microscopio electrónico, en 1931, que es capaz de ver objetos minúsculos, pudimos tener una imagen de ellos. Al observar al microscopio electrónico los virus extraídos de un organismo infectado se pudo comprobar que aparecían múltiples partículas. Cada una de esas partículas víricas era extraordinariamente sencilla, estaba formada por una cubierta hecha de proteína y llamada cápside en cuyo interior se protege el material genético que puede ser ADN o ARN. En algunos tipos de virus las partículas tienen también un envoltorio lipídico, es decir formado por lo que normalmente llamamos grasas, que roban de las membranas de las células que infectan.

1) El virus de la gripe se une a una célula epitelial diana. 2) La célula engulle el virus mediante endocitosis. 3) Se libera el contenido del virus. El ARN vírico se introduce en el núcleo, donde la polimerasa de ARN lo replica. 4) El ARN mensajero (ARNm) del virus sirve para fabricar proteínas víricas. 5) Se fabrican nuevas partículas víricas y se liberan al líquido extracelular. La célula, que no muere en el proceso, sigue fabricando nuevos virus. CNX OPENSTAX, CC BY

Un virus puede existir como ente individual pero en cuanto entra en un organismo vivo, si es competente para multiplicarse, replicarse, lo hará en muy poco tiempo creando múltiples copias de sí mismo. Así que cuando en ciencia nos referimos a un virus que infecta un organismo no hablamos de una sola de esas partículas sino de una población de partículas.

Son o no inmortales la respuesta no es fácil Para ser mortal -o inmortal en este caso- un organismo debe, primero, estar vivo y, no está del todo claro que los virus lo estén. Es verdad que los virus tienen estructura genética, evolucionan por selección natural y se reproducen creando réplicas, aunque no idénticas, de sí mismos pero no están compuestos de células y, según la teoría celular, esas son las estructuras básicas de la vida así que sin ellas no podría considerarse que un virus sea un ser vivo. Hay otro argumento más en contra de considerarlos seres vivos, los virus no tienen metabolismo propio, necesitan las células de los organismos que infectan para replicarse.

Una partícula de virus tiene una existencia muy corta fuera de un ser vivo pero cuando entra en un hospedador empieza a replicarse a un ritmo fortísimo. Sabemos, por ejemplo, que en un individuo infectado por el virus del VIH o de la hepatitis C puede haber entre 10.000 millones y 100.000 millones de virus. Su vida media es de 6 a 24 horas pero como se replican tan rápido esas poblaciones enormes están en continua renovación. Y eso quiere decir que nunca estamos hablando de un solo virus sino de poblaciones de virus en equilibrio que en virología se conocen con el nombre de León del este no tenemos que y tengan también algo hacia lo ha oído el salto del consenso de colágeno yamasaki y, en la especies víricas. Así que la respuesta a la pregunta de si son inmortales es que si estamos hablando de un solo virus o partícula vírica, por supuesto que no es inmortal, está claro que desaparece. Pero dado que realmente no podemos hablar de un solo virus sino de una población de virus esa sí podría no desaparecer nunca si a la muerte de su hospedador se hubiera transmitido ya a otro huésped. No será exactamente la misma entidad porque se replica en copias que no son idénticas pero a menos que evolucione tanto como para convertirse en otro virus diferente seguirá siendo el mismo virus. En mi opinión no hay nada inmortal pero lo más cercano a la inmortalidad sería ese conjunto de mutantes que sin parar de replicarse van poco a poco cambiando en el tiempo para seguir manteniéndose ellos mismos y en condiciones óptimas podrían perdurar indefinidamente. Ello sucedería hasta el momento en que no tuvieran ningún ser vivo al que parasitar, entonces desaparecerían.
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Por qué existen los virus?
La razón de su existencia es anterior a la nuestra. Nosotros existimos porque antes hubo microbios y, entre ellos, los virus, que son la forma más elemental de transmisión genética.

“El virus que infecta mucho, como este,

Muy probablemente la pandemia por este virus está cambiando nuestra conciencia está cambiando nuestra conciencianuestras conciencias; pero sí que ya habían cambiado. Porque hoy no toleramos la muerte con la resignación de antaño frente a otras epidemias. Hemos demostrado que estamos dispuestos a sacrificar nuestra prosperidad por salvar a la población de riesgo sin importar su porcentaje. Y damos fe quienes hemos vivido pandemias con tasas de mortalidad más altas frente a las que los gobiernos reaccionaban, sin embargo, con resignación y un cómodo pésame. Hoy podemos hablar de tardanza en la respuesta, pero no de inoperancia. Y si ya no toleramos ni una muerte evitable, sólo una gestión epidemiológica mundial que, como pide Macip, coordine las soberanías sanitarias logrará impedir las del próximo virus.
Por qué existen los virus?
La razón de su existencia es anterior a la nuestra y la explica. Nosotros existimos porque antes hubo microbios y, entre ellos, los virus, que son la forma más elemental de transmisión genética.
¿La transmiten y de paso nos matan?
Su misión no es matarnos –los virus que nos enferman sólo son un 1% del total– sino, como la todo organismo, propagarse. Y sólo pueden propagarse si infectan una célula.
¿Nos sirven de algo o sólo nos atacan?
Sólo nos enferman de paso en el cumplimiento de su misión difusora; pero nos han hecho posibles, porque transportan información genética entre individuos y especies. Y también nos han dotado así de la que nos ha hecho mejores.
¿Cómo?
Utilizamos su información para mejorar nuestra adaptación al medio y sus cambios.
Cell publicó que un virus infectó nuestro cerebro y originó la conciencia.
He leído que usted recoge esa hipótesis en su libro, Homo rebellis , y no la descarto. Al fin y al cabo, la conciencia es otro gran instrumento de adaptación humana al medio al permitirnos anticipar sus cambios: el cerebro es una máquina de anticipar.
¿Por qué los virus nos hacen mejores?
Porque la mutación es parte de la vida, que es adaptarse: siempre habrá virus nuevos.
¿Por qué sabemos tan poco del virus de la Covid-19?
Porque es nuevo y eso es lo fascinante de los virus. Tienen una estructura muy simple: total son cuatro genes y cuatro proteínas.
Los chinos lo deconstruyeron rápido.
En cambio, no es tan fácil averiguar cómo actúa. Y este ha mutado para que las proteínas de su cáscara se adhieran fácilmente a las células de nuestro aparato respiratorio.
¿Los de la gripe no tienen esa capacidad?
Ni esos ni otros coronavirus como el SARS. Tan sólo la mutación de un trocito de gen le ha dado al de la Covid-19 habilidades inesperadas que han logrado que, mientras el SARS quedó localizado, este sea ya una pandemia.
¿Qué habilidades exclusivas tiene este?
Los infectados de la Covid-19 generan más carga viral que los del SARS y se unen con más facilidad a las células de los pulmones.
En cambio su letalidad es menor: ¿qué ¬relación tienen la tasa de contagio y la de -letalidad de un virus?
Los virus más letales, como el ébola, se contagian poco y no provocan pandemias. En cambio, los menos letales son los más contagiosos.
¿Y los muy contagiosos matan menos?
Sí y eso es importante. Y lógico; porque si un virus mata rápido no le da tiempo a contagiar a muchas personas.
Los muertos ya no contagian.
No tienen tiempo de contagiarlo. Así que los virus se autorregulan.
Menos mal.
Los suaves, como este, tienen un período de máximo contagio en el que el infectado con¬tagia sin darse cuenta, porque no detecta los síntomas. Pero, sí algún día alguien diseñara un virus a la vez muy infeccioso y muy letal…
¿Nos liquidaba a todos?
Sería mucho peor que ahora.
¿Podríamos diseñar ese Armagedón?
De hecho, diseñamos virus en el laboratorio para saber cómo se convierten en más o menos letales o contagiosos.
¿Alguien podría haber diseñado en un laboratorio el virus de la Covid-19?
Este no ha sido diseñado.
¿Cómo lo sabe?
Porque se han estudiado los genes y se aprecia una evolución lógica de sus parientes; y sus predecesores son iguales, pero con algún rasgo diferente. Se ve que en él no ha habido ningún trabajo de laboratorio.
Todos nos alegramos de oírlo.
La naturaleza es lo bastante sabia como para crear virus nuevos buscando las combinaciones mejores. El virus de 1918 fue tan terrible como la guerra. Y nadie lo había diseñado. Por tanto, no hace falta crearlos en el laboratorio para que sean letales.
¿La Covid-19 disminuirá con el calor?
Hay países ahora con calor y pandemia. Tal vez se propague menos con temperaturas altas; pero no desaparece. Hay que vigilar.
¿Puede mutar a peor?
Por suerte, este muta poco. El de la gripe, en cambio, es diferente cada año. Este es bastante estable, lo que puede ser bueno para nuestra inmunidad. Si se generan anticuerpos y el virus no cambia, significa que estás protegido contra él mucho tiempo.
¿Si se va en verano, volverá en otoño?
Los de la gripe sí vuelven; pero suelen volver debilitados; pero el de 1918 volvió mucho más letal; aunque no es comparable aquella situación a la nuestra. Lo importante ahora es salvar al máximo de gente hasta que haya vacunas y para eso hay que espaciar el ritmo de infecciones con el confinamiento.
¿Y si hubiéramos confinado sólo a la población de riesgo?
El virus es imprevisible También mata a gente joven y sana. Dentro de un año sabremos quién acertó en sus estrategias.

Referencias.

Ana Grande Pérez. Doctora en Biología, profesora titular del Área de Genética de la Universidad de Málaga y coordinadora de Encuentros con la Ciencia-Málag

LLUÍS AMIGUET

08/04/2020 00:45 Actualizado a 08/04/2020 06:51

El mundo después del coronavirus

: El mundo después del coronavirus

Esta tormenta pasará. Sin embargo, las elecciones que haremos nos cambiarán la vida en los próximos años

TENGO QUE ADMITIR QUE LOS LIBROS QUE HE LEÍDO DE HARARI ME HAN FASCINADO
Aunque reconozco que mas de lo mismo puede intoxicar
En los anteriores libros de harari , ya se veía su interés por la adivinanza y efectivamente puede adivinar muchas cosas que son de lógica y otras que son de sabio. Pues lo que no ha ocurrido está en el campo de la imaginación
Estoy de acuerdo cuando dice que la humanidad se enfrenta a una crisis mundial. Quizá la mayor crisis de nuestra generación. Las decisiones que tomen los ciudadanos y los gobiernos en las próximas semanas moldearán el mundo durante los próximos años. No sólo moldearán los sistemas sanitarios, sino también la economía, la política y la cultura. Debemos actuar con rapidez y resolución. Debemos tener en cuenta, además, las consecuencias a largo plazo de nuestras acciones. Al elegir entre alternativas, hay que preguntarse no sólo cómo superar la amenaza inmediata, sino también qué clase de mundo queremos habitar una vez pasada la tormenta. Sí, la tormenta pasará, la humanidad sobrevivirá, la mayoría de nosotros seguiremos vivos… pero viviremos en un mundo diferente. Pero la humanidad siempre ha sido un calvario, y es necesario ser acertado en su manejo ya que nos puede conducir a severos desastres
Posiblemente los gérmenes podrían ser la causa fundamental que haría desaparecer nuestra especie. Para el manejo de esta pandemia, nos han sorprendido la cantidad de medidas y la rapidez con que se les ha tomado que evidentemente están contribuyendo a manejar el problema con acierto que nos están ayudando a conservar la vida .
Las decisiones que en tiempos normales llevarían años de deliberación se aprueban en cuestión de horas. Tecnologías incipientes o incluso peligrosas se introducen a toda prisa, porque son mayores los riesgos de no hacer nada. Países enteros hacen de cobayas en experimentos sociales a gran escala. ¿Qué ocurre cuando todo el mundo trabaja desde casa y se comunica sólo a distancia? ¿Qué ocurre cuando escuelas y universidades dejan de ser presenciales? En tiempos normales, los gobiernos, las empresas y los juntas educativas no aceptarían nunca llevar a cabo semejantes experimentos. Pero no son estos tiempos normales.
En este momento de crisis, nos enfrentamos a dos elecciones particularmente importantes. La primera es entre vigilancia totalitaria y empoderamiento ciudadano. La segunda es entre aislamiento nacionalista y solidaridad mundial.
Con el fin de detener la epidemia, toda la población debe seguir ciertas pautas. Hay dos formas principales de lograrlo. Un método es que el gobierno vigile a la población y castigue a quienes incumplan las reglas. Hoy, por primera vez en la historia humana, la tecnología hace posible vigilar a todo el mundo todo el tiempo. En me llamó profundamente la atención la comparación que hace Harari con la que tomaban los Rusos hace cincuenta años, el KGB no podía seguir a 240 millones de ciudadanos soviéticos las 24 horas del día, ni aspirar a procesar de modo eficaz toda la información reunida. No había policías suficientes para manejar al pueblo y le resultaba sencillamente imposible colocar a un agente tras cada persona. En la actualidad potentes algoritmos, pueden sustituir a peligrosos espías.
La vigilancia parece ser la herramienta más útil en esta pandemia y el caso más notable es China. Escudriñando los teléfonos de los ciudadanos, haciendo uso de cientos de millones de cámaras con reconocimiento facial y obligando a las personas a controlar su temperatura y situación médica e informar sobre ellas, las autoridades chinas no sólo son capaces de determinar rápidamente quiénes son los posibles portadores del coronavirus, sino también de seguir sus movimientos e identificar a quienes entran en contacto con ellos. Toda una gama de aplicaciones para el móvil advierten a los ciudadanos de la proximidad de personas infectadas.
Esta tecnología se aplican en todas partes de manera progresiva, y aunque empezó o Asia oriental. El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu ha permitido el desarrollo de técnicas antiterroristas para seguir el paciente con coronavirus autorizó recientemente el despliegue por parte del Servicio de Seguridad General de la tecnología de vigilancia normalmente reservada a la lucha contra el terrorismo para seguir a pacientes con coronavirus. Y pese a la negativa del parlamento, Netanyahu la impuso con un “decreto de emergencia”.
Hay que elegir entre vigilancia totalitaria y empoderamiento ciudadano;
Cabría argumentar que todo esto no tiene nada de nuevo. En los últimos años, los gobiernos y las empresas han recurrido a tecnologías cada vez más sofisticadas para rastrear, vigilar y manipular a las personas. Sin embargo, si no tenemos cuidado, la epidemia podría marcar un importante hito en la historia de la vigilancia. No sólo porque cabe la posibilidad de que normalice el despliegue de los instrumentos de vigilancia masiva en países que hasta ahora los habían rechazado, sino también porque supone una drástica transición de una vigilancia “epidérmica” a una vigilancia “hipodérmica”.
Hasta la fecha, cuando tocábamos la pantalla del móvil y clicábamos sobre un enlace, el gobierno quería saber sobre qué clicaba exactamente nuestro dedo. Sin embargo, con el coronavirus, el objeto de atención se desplaza. El gobierno quiere saber ahora la temperatura del dedo y la presión sanguínea bajo la piel.
Uno de los problemas a los que nos enfrentamos a la hora de comprender en qué punto nos encontramos en relación con la vigilancia es que ninguno de nosotros sabe exactamente cómo somos vigilados ni que ocurrirá en los próximos años. La tecnología de la vigilancia se desarrolla a una velocidad de vértigo y lo que parecía ciencia ficción hace 10 años es hoy una noticia desfasada. Hagamos un experimento mental. Imaginemos un hipotético gobierno que exige a todos los ciudadanos que llevemos una pulsera biométrica para vigilar la temperatura corporal y el ritmo cardíaco las 24 horas del día. Los algoritmos estatales almacenan y analizan los datos resultantes. De ese modo sabrán que estamos enfermos antes incluso de que lo sepamos nosotros mismos, y también sabrán dónde hemos estado y con quién nos hemos reunido. Sería posible reducir de modo drástico las cadenas de infección e incluso frenarlas por completo. Presumiblemente semejante sistema sería capaz de detener en seco la epidemia en un plazo de días. Maravilloso, ¿verdad?
El inconveniente, claro está, es que legitimaría un nuevo y espantoso sistema de vigilancia. Si alguien sabe, por ejemplo, que he clicado en un enlace de Fox News en lugar de hacerlo en uno de la CNN, aprenderá algo acerca de mis opiniones políticas y quizás incluso de mi personalidad. Ahora bien, si puede vigilar lo que me sucede con la temperatura corporal, la presión sanguínea y el ritmo cardíaco mientras veo las imágenes, puede aprender lo que me hace reír, lo que me hace llorar y lo que realmente me enfurece.
Resulta crucial recordar que la ira, la alegría, el aburrimiento y el amor son fenómenos biológicos como la fiebre y la tos. La misma tecnología que identifica la tos podría también identificar las risas. Si las empresas y los gobiernos empiezan a recopilar datos biométricos en masa, pueden llegar a conocernos mucho mejor de lo que nos conocemos nosotros mismos, y entonces no sólo serán capaces de predecir nuestros sentimientos sino también manipularlos y vendernos lo que quieran, ya sea un producto o un político. Semejante vigilancia biométrica haría que las tácticas de hackeo de datos de Cambridge Analytica parecieran de la Edad de Piedra. Imaginemos a Corea del Norte en 2030, cuando todos los ciudadanos deban llevar una pulsera biométrica las 24 horas del día. Si al escuchar un discurso del Gran Líder la pulsera capta señales de ira, ya podemos despedirnos de todo.
Esto es extremadamente duro y fuerte
Es posible, por supuesto, defender la vigilancia biométrica como medida temporal adoptada durante un estado de emergencia. Una medida que desaparecería una vez concluida la emergencia. Sin embargo, las medidas temporales tienen la desagradable costumbre de durar más que las emergencias; sobre todo, si hay siempre una nueva emergencia acechando en el horizonte. Mi país natal, Israel, por ejemplo, declaró durante su guerra de independencia de 1948 un estado de emergencia con el que se justificaron una serie de medidas temporales, desde la censura de prensa y la confiscación de tierras hasta unas normas especiales para hacer pudin (no es broma). La guerra de independencia se ganó hace mucho tiempo, pero Israel nunca ha suspendido el estado de emergencia y no ha logrado abolir muchas de las medidas “temporales” de 1948 (clementemente, el decreto de emergencia acerca del pudín se abolió en 2011).
Podríamos decir que la dictadura es la complicación de la democracia o por lo menos que con gran frecuencia la democracia terminan en dictadura

Incluso cuando las infecciones por coronavirus se reduzcan a cero, algunos gobiernos ávidos de datos podrían argumentar que necesitan mantener los sistemas de vigilancia biométrica porque temen una segunda oleada de la epidemia, o porque una nueva cepa de ébola se está extiendo por el África central, o porque… ya ven por dónde va la cosa. En los últimos años se está librando una gran batalla en torno a nuestra intimidad. La crisis del coronavirus podría ser el punto de inflexión en ella. Porque, cuando a la gente se le da a elegir entre la intimidad y la salud, suele elegir la salud.
La policía del jabón
En el hecho de pedir a la gente que elija entre intimidad y salud reside, en realidad, la raíz misma del problema. Porque se trata de una falsa elección. Podemos y debemos disfrutar tanto de la intimidad como de la salud. Es posible proteger nuestra salud y detener la epidemia de coronavirus sin tener que instituir regímenes de vigilancia totalitarios, sino más bien empoderando a los ciudadanos. En las últimas semanas, algunos de los esfuerzos que más éxito han tenido a la hora de contener la epidemia han sido los organizados por Corea del Sur, Taiwán y Singapur. Aunque esos países hicieron uso de las aplicaciones de seguimiento, han confiado mucho más en las pruebas exhaustivas, la información veraz y la cooperación voluntaria de una población bien informada.
La vigilancia centralizada y los castigos severos no son la única forma de hacer cumplir unas pautas beneficiosas. Cuando se comunica hechos científicos a la población y ésta confía en que las autoridades públicas les transmitirán esos hechos, los ciudadanos pueden hacer lo correcto sin necesidad de la vigilancia de un Gran Hermano. Una población automotivada y bien informada suele ser mucho más poderosa y eficaz que una población controlada e ignorante.
Consideremos, por ejemplo, el hecho de lavarnos las manos con jabón. Ha sido uno de los mayores avances de la historia de la higiene humana. Ese sencillo acto salva millones de vidas todos los años. Aunque es algo que damos por hecho, no fue hasta el siglo XIX cuando los científicos descubrieron la importancia de lavarse las manos con jabón. Antes, incluso médicos y enfermeras pasaban de una operación quirúrgica a otra sin lavarse las manos. Hoy miles de millones de personas lo hacen diariamente, no porque tengan miedo de la policía del jabón, sino porque entienden los hechos. Me lavo las manos con jabón porque sé cosas acerca de los virus y las bacterias, entiendo que esos pequeños organismos causan enfermedades y sé que el jabón puede acabar con ellos.
Cuando yo ejercía como neurocirujano con gran frecuencia contábamos el número de veces que nos lavamos las manos cada día y el número era de alrededor de 60
Sin embargo, para lograr tal nivel de conformidad y cooperación, se precisa confianza. La gente tiene que confiar en la ciencia, las autoridades públicas y los medios de comunicación. En los últimos años, los políticos irresponsables han socavado de forma deliberada la confianza en la ciencia, las autoridades públicas y los medios de comunicación. Ahora esos mismos políticos irresponsables podrían verse tentados de tomar la senda del autoritarismo, argumentando que no cabe confiar en que la población haga lo correcto.
Si gobiernos y empresas reúnen datos biométricos en masa, sabrán más de nosotros que nosotros mismos
Por lo general, una confianza que se ha erosionado durante años no puede reconstruirse de la noche a la mañana. Sin embargo, no son éstos tiempos normales. En un momento de crisis, las mentes también pueden cambiar con rapidez. Podemos mantener amargas discusiones con nuestros hermanos durante años, pero cuando ocurre alguna emergencia descubrimos de repente una reserva oculta de confianza y amistad, y corremos a ayudarnos mutuamente. En lugar de construir un régimen de vigilancia, no es demasiado tarde para reconstruir la confianza de la gente en la ciencia, las autoridades públicas y los medios de comunicación. No cabe duda de que debemos hacer uso también de las nuevas tecnologías, pero esas tecnologías deberían empoderar a los ciudadanos. Estoy a favor de controlar mi temperatura corporal y mi presión sanguínea, pero esos datos no deberían utilizarse para crear un gobierno todopoderoso. Esos datos deberían hacer que yo pueda tomar decisiones personales más informadas, y también que el gobierno responda de sus decisiones.
Si pudiera hacer un seguimiento de mi propia situación médica las 24 horas del día, no sólo sabría si me he convertido en un peligro para la salud de otras personas, sino también qué costumbres contribuyen a mi propia salud. Y si pudiera acceder a estadísticas fiables sobre la propagación del coronavirus y analizarlas, me encontraría en capacidad de juzgar si el gobierno me está diciendo la verdad y si está adoptando las políticas adecuadas para combatir la epidemia. Siempre que se hable de vigilancia, debemos recordar que la misma tecnología de vigilancia no sólo puede utilizarse por los gobiernos para vigilar a los individuos, sino también por los individuos para vigilar a los gobiernos.
Por lo tanto, la epidemia de coronavirus constituye un importante test de ciudadanía. En días venideros, la elección de todos debería ser confiar en los datos científicos y los expertos en salud, en lugar de hacerlo en teorías conspirativas sin fundamento alguno y en políticos interesados. Si no tomamos la decisión correcta, quizá nos encontremos renunciando a nuestras más preciadas libertades, convencidos de que ésa es la única manera de salvaguardar nuestra salud.
Necesitamos un plan mundial
La segunda elección importante a la que debemos enfrentamos es entre el aislamiento nacionalista y la solidaridad mundial. Tanto la propia epidemia como la crisis económica resultante son problemas mundiales. Sólo pueden resolverse eficazmente mediante la cooperación mundial.
En primer lugar, para derrotar el virus necesitamos ante todo compartir globalmente la información. Es la gran ventaja de los seres humanos sobre los virus. Un coronavirus en China y un coronavirus en Estados Unidos no pueden intercambiar consejos sobre cómo infectar a los humanos. Sin embargo, China puede enseñar a Estados Unidos muchas lecciones valiosas sobre los coronavirus y cómo tratarlos. Lo que un médico italiano descubre en Milán a primera hora de la mañana puede salvar vidas en Teherán por la tarde. Cuando el gobierno del Reino Unido duda entre diversas políticas, puede obtener consejo de los coreanos que ya se enfrentaron a un dilema similar hace un mes. Ahora bien, para que eso suceda, necesitamos un espíritu de cooperación y confianza mundial.
Los países deben estar dispuestos a compartir información de forma abierta y buscar humildemente asesoramiento, y ser capaces de confiar en los datos y las ideas que reciben. También necesitamos un esfuerzo mundial para producir y distribuir equipos médicos; sobre todo, kits de pruebas y respiradores. En lugar de que cada país trate de actuar localmente y acumule todos los equipos que pueda acaparar, el esfuerzo mundial coordinado aceleraría enormemente la producción de equipos susceptibles de salvar vidas y aseguraría una distribución más justa. Así como los países nacionalizan sectores clave durante una guerra, la guerra humana contra el coronavirus nos exige que “humanicemos” las cadenas de producción cruciales. Un país rico con pocos casos de infectados debería estar dispuesto a enviar los preciados equipos a un país más pobre con muchos casos, convencido de que, si más tarde necesita ayuda, otros países se la brindarán.
Los países deben estar dispuestos a compartir información de forma abierta
Consideremos un esfuerzo mundial similar para reunir personal médico. Los países hoy menos afectados podrían enviar personal médico a las regiones más afectadas del mundo, tanto para ayudarlos en sus momentos de necesidad como para adquirir una valiosa experiencia. Si más adelante el foco de la epidemia se desplaza, la ayuda podría empezar a fluir en la dirección opuesta.
La cooperación mundial es esencial también en el frente económico. Dada la naturaleza global de la economía y las cadenas de suministro, si cada gobierno obra por su cuenta haciendo caso omiso de los demás, el resultado será el caos y el agravamiento de la crisis. Necesitamos un plan de acción mundial, y lo necesitamos sin tardanza.
Una parálisis colectiva se ha apoderado de la comunidad internacional. No parece que haya adultos en la sala
Otro requisito es alcanzar un acuerdo mundial sobre los viajes. La suspensión de todos los viajes internacionales durante meses causará tremendas dificultades y obstaculizará la guerra contra el coronavirus. Los países deben cooperar para permitir que al menos un pequeño grupo de viajeros esenciales sigan cruzando las fronteras: científicos, médicos, periodistas, políticos, empresarios. Se puede conseguir mediante un acuerdo mundial sobre preselección de viajeros en el país de origen. Si sólo se permite subir a un avión a viajeros cuidadosamente seleccionados, se estará más dispuesto a aceptarlos en el país de destino.
Por desgracia, los países apenas toman hoy alguna de esas medidas. Una parálisis colectiva se ha apoderado de la comunidad internacional. No parece que haya adultos en la sala. La celebración de una reunión de emergencia de los dirigentes mundiales para trazar a un plan de acción común habría sido deseable hace ya muchas semanas. Sólo a mediados de marzo lograron los dirigentes del G-7 organizar una videoconferencia, sin que por otra parte saliera de ella ningún plan en ese sentido.
En anteriores crisis mundiales (como la crisis económica de 2008 y la epidemia del ébola de 2014), Estados Unidos asumió el papel de líder mundial. Sin embargo, el actual gobierno estadounidense ha renunciado a la labor de liderazgo. Ha dejado bien claro que la grandeza de Estados Unidos le importa mucho más que el futuro de la humanidad.
Esa administración ha abandonado incluso a sus aliados más estrechos. Cuando prohibió todos los viajes procedentes de la Unión Europea, ni siquiera se molestó en notificarla con antelación, y mucho menos en llevar a cabo una consulta sobre una medida tan drástica. Ha escandalizado a Alemania ofreciendo supuestamente mil millones de dólares a una empresa farmacéutica de ese país para comprar los derechos monopólicos de una nueva vacuna contra la covid-19. Incluso si el actual gobierno estadounidense cambiara finalmente de rumbo y presentara un plan de acción mundial, pocos seguirían a un dirigente que nunca asume ninguna responsabilidad, nunca admite ningún error y que acostumbra a atribuirse siempre todos los méritos y achacar toda la culpa a los demás.
Toda crisis es una oportunidad: esperemos que la actual epidemia contribuya a que la humanidad se dé cuenta del peligro que supone la desunión

Si el vacío dejado por Estados Unidos no es ocupado por otros países, no sólo será mucho más difícil detener la actual epidemia, sino que su legado seguirá envenenando las relaciones internacionales en los próximos años. Sin embargo, toda crisis es también una oportunidad. Esperemos que la actual epidemia contribuya a que la humanidad se dé cuenta del grave peligro que supone la desunión mundial.
Debemos tomar una decisión. ¿Viajaremos por la senda de la desunión o tomaremos el camino de la solidaridad mundial? Elegir la desunión no sólo prolongará la crisis, sino que probablemente dará lugar a catástrofes aún peores en el futuro. Elegir la solidaridad mundial no sólo será una victoria contra el coronavirus, sino también contra todas las futuras crisis y epidemias que puedan asolar a la humanidad en el siglo XXI.
Copyright @ Yuval Noah Harari. Usado bajo licencia. Todos los derechos reservados.
Traducción del artículo publicado en Financial Times: Juan Gabriel López Guix
El artículo de Harari me parece no tiene desperdicio yo tendría mucho cuidado con esto que similar a la canción andaluza, * ni contigo ni sin ti mis males tienen remedio, contigo porque me matas y sin ti porque me muero *
Yo no sé si Yuval Noah Harari quiere decir que nos pongamos de acuerdo los humanos de este mundo, pero si es lo que pretende la equivocación está asegurada esto no se arregla con voluntad ni tampoco con dictadura
Hace falta un cerebro nuevo , el que tenemos no sabe hacer esas cosas

LA INFLAMACIÓN EN LOS VIRUS DEL COVID 19

>LA INFLAMACIÓN EN LOS VIRUS DEL COVID 19 Imagen celular de citocinas
La tormenta de citocinas es un posible efecto secundario controlado en las UCIs
El coronavirus nos han sorprendido como lo han hecho a lo largo de la historia las distintas epidemia que han paralizado y diezmado el mundo.
Incluso los que somos muy mayores no habíamos visto nunca nada parecido.
La epidemia de gripe de 1918, fue tan mortificante y letal que yo a nivel personal pensaba que marcaba el límite entre las enfermedades infecciosas y las degenerativas. Después de esta epidemia, los gérmenes tendrán poca cabida en las enfermedades. Pues no es así, los gérmenes siguen mandando y para ello tenemos pocas terapias efectivas salvo las técnicas de prevenir una epidemia o mitigarla antes de que termine con el mundo.
¿Como algo tan pequeño como un virus puede tener tanta capacidad lesiva.
Hasta tal punto es agresivo, que la única terapia que tenemos contra él, es aislarnos y aislarlo, y para ello hay que parar el mundo.
Los virus, actúan en una primera fase invadiendo al organismo y de una segunda fase que es la reacción inflamatoria de rechazo, que en ocasiones es más severa y dañina.
Esta forma de actuar es inespecífica y una serie de condiciones son necesarias en la actuación de los virus, que son difíciles de explicar, así:
Los españoles y los italianos morimos por el Covid 19, mucho más que en otros países, y esto se debe a que somos genéticamente idénticos italianos y españoles y diferentes a los demás
Hay una diferencia en nuestros genes que los hace más sensible a los Covid 19. Después de la invasión del virus el organismo los sufre primero, como una invasión y segundo reacciona con el sistema inmunitario la inflamación.
Porque la mortalidad entre los españoles y los italianos, es diferente, y lo es porque nuestro sistema inmunológico es muy fuerte
El virus produce sobre el afectado dos tipo de enfermedades que son .:
Síndrome de activación macrofágica
Y síndrome anti fosfolípidos
Que son reacciones inflamatorias importante que se tratan con antiinflamatorio, concretamente con interleucinas dando lugar a una reacción inflamatoria tan potente que se le llama se llama ” tormentas de citoquinas “
De forma pues que algo tan débil como un virus es capaz de desencadenar una reacción inflamatoria enorme que termina con la vida del paciente y lo hace fundamentalmente por una obstrucción inflamatoria de los pulmones que impiden la ventilación
El autor principal de la maldad que esta enfermedad es el macrófago, al que hay que tratar lo más precozmente posible y ante el que se desencadenen la tormenta de citoquinas con corticoides y anticoagulantes
Los síndromes inflamatorios no son específicos de los de los virus. Y una serie de procesos infecciosos y no infeccioso son capaces de desencadenar una reacción inflamatoria a veces con resultados fatales.
Explosión de inflamación o TORMENTA DE CITOCINAS
Reacción inmunitaria grave por la que el cuerpo libera muy rápidamente demasiadas citocinas en la sangre. Las citocinas cumplen una función importante en las respuestas inmunitarias normales, pero son dañinas cuando el cuerpo produce de una vez cantidades grandes de ellas. La tormenta de citocinas puede ser consecuencia de una infección, una afección autoinmunitaria u otra afección. A veces también ocurre después del tratamiento con algunos tipos de inmunoterapia. Los signos y síntomas incluyen fiebre alta, inflamación (enrojecimiento e hinchazón), cansancio intenso y náuseas. Algunas veces, la tormenta de citocinas es grave y en peligro la vida por fallo multiorgánicos ,dos de ellos son de los mas frecuentes: se el
Síndrome de activación macrofágica en adultos con enfermedad reumática

El síndrome de activación macrofágica (SAM) es una reacción patológica inflamatoria sistémica, frecuentemente fatal y comúnmente no diagnosticada, que se acompaña de una falla multiorgánica y puede desencadenarse asociada a enfermedades reumáticas, neoplásicas, infecciosas o a drogas. Más descrita en niños que en adultos, probablemente en muchas ocasiones se relaciona con alteraciones genéticas aún no descritas. Sus síntomas y signos han sido definidos. El no sospecharlo conlleva a no diagnosticarlo y como consecuencia a un incremento importante del riesgo de mortalidad en el paciente; es por esto que el diagnóstico es un reto y el tratamiento debe de ser temprano y agresivo.

Puede haber insuficiencia orgánica múltiple que podría desencadenarse en asociación con enfermedades y / o fármacos reumáticos, neoplásicos o infecciosos. Se ha informado más en niños que en adultos, probablemente porque a menudo se asocia con anomalías genéticas no descritas aún, no descritas, anomalías genéticas. En la mayoría de los casos, el defecto genético no se reconoce en adultos o tiene una etiología diferente. Se han definido los signos y síntomas del síndrome de activación de macrófagos. No sospechar su presencia puede llevar a no hacer el diagnóstico y, por lo tanto, a un aumento de la mortalidad. El diagnóstico es un desafío, el tratamiento debe iniciarse temprano y ser agresivo para reducir la alta tasa de mortalidad.
El (SAM) no se suele buscar en el adulto y como consecuencia los resultados resultados suelen ser fatales. Requiere identificación y tratamiento temprano para reducir el riesgo de mortalidad. Todavía necesita ser estudiado para definir el defecto genético u otras causas que pueden ser responsables del desarrollo del síndrome.
Como es frecuente en las enfermedades raras recibe varios nombres que ayudan a la confusión, así desde el Síndrome de activación de macrófagos, se pasa a la Hemofagocitosis linfohistiocítica reactiva que suele ser familiar

La linfocitosis familiar es una activación inmune patológica con signos y síntomas de inflamación severa, que fue reconocida en 1952 como una enfermedad de la niñez. En 1977, el síndrome de activación macrofágica (SAM) se reporta en casos aislados que presentan insuficiencia hepática y coagulopatía de consumo1, posteriormente el SAM es descrito como un problema relacionado con artritis reumatoide juvenil2. En 1993, se describe en detalle y de forma específica en 24 niños 3. Hoy en día está bastante bien caracterizado constituyéndose como una entidad clínica asociada o desencadenada por drogas, infecciones, cáncer o enfermedades reumáticas o existiendo como una enfermedad aislada sin desencadenante4. El SAM ha sido descrito más frecuentemente en niños que en adultos, pero ha habido un incremento de pacientes adultos reportados5.
El SAM es un cuadro clínico similar a los síndromes hemofagocíticos, que por una deficiencia primaria o por un defecto en la apoptosis de macrófagos activados ocurre una perpetuación de la respuesta inflamatoria. Este defecto primario ha sido descrito en muchos casos, en otros su etiología aún está por definirse. El SAM ocurre cuando existe una función macrofágica mal controlada, una actividad celular citotóxica reducida y una disminución de los linfocitos T tóxicos y células asesinas naturales. Algunas citoquinas y amplificaciones de respuesta inflamatoria han sido descritas6. La apoptosis de macrófagos activados se logra por la vía de la perforina poro-granzima B serina proteasa. La reducción del número o función de células NK o una anormalidad genética del camino de la granzima-perforina llevan a un SAM.
En artritis idiopática juvenil (AIJ), lupus eritematoso y otras enfermedades reumáticas existe un incremento de la incidencia del SAM7,8. El SAM, frecuentemente se confunde con la inflamación de la sepsis o con la exacerbación de la enfermedad subyacente9. El síndrome ha sido descrito por 2 grupos diferentes, la Sociedad de Histiocitosis y por los reumatólogos pediatras. Las guías para el diagnóstico han sido publicadas por las 2 tendencias y están en proceso de definición para el lupus eritematoso sistémico (LES) y la AIJ sistémica10,11. Recientemente, los 2 grupos se reunieron y han definido la nomenclatura, así como los criterios diagnósticos12–14. El diagnóstico se basa en la presencia de criterios clínicos y criterios de laboratorio, ya establecidos por la Sociedad de Hemofagocitosis Linfohistiocítica15. Ravelli et al., elaboraron los criterios para SAM asociado a AIJ11.

Descripción: el SAM tiene un comienzo agudo y sus manifestaciones clínicas son: fiebre elevada y persistente (94%), cambios neuropsiquiátricos, esplenomegalia (59%), hepatomegalia (88%), linfadenomegalia (48%), eritema en la piel (65%), disminución del número células de 2 o 3 líneas celulares a nivel de sangre periférica, anemia (82%), trombocitopenia (88%), (>150.000 plaquetas); leucopenia (56%), enzimas hepáticas (transaminasas) elevadas (46%), fibrinógeno bajo por consumo (100%), hipertrigliceridemia (80%), tiempo de protrombina y trombina prolongados y ferritina muy elevada (100%) (en paréntesis están los porcentajes de estas características que están descritos en los criterios para SAM asociado a la AIJ por A. Ravelli11). En un artículo reciente, se reconoce la linfocitosis hemofagocítica como un desorden en incremento de diagnóstico en el adulto16.
Recientemente se ha sugerido que los niveles séricos (determinados por ELISA) del receptor específico recogedor de desperdicios (scavenger) de macrófagos el sCD163 soluble, es un marcador específico para macrófago en pacientes que tienen una activación macrofágica inadecuada, estando muy elevados y sirviendo su determinación para el seguimiento de la activación y de la actividad de la enfermedad17,18. De igual manera, la determinación de niveles del receptor soluble para el receptor de interleucina-2 (sIL-2R), se ha usado como marcador18.
En lo concerniente a la imaginología se han descrito cambios para varios sistemas y estructuras relacionadas con la respuesta inflamatoria excesiva en los órganos afectados19. La radiología de tórax demuestra un compromiso intersticial que es compatible con inflamación local o puede estar relacionado con una hemorragia intersticial. En la resonancia de cráneo se pueden ver imágenes de alta densidad o de falta de tejido en casos con compromiso del cerebro, estos hallazgos se han descrito en pacientes con síndrome de inmunodeficiencia adquirida, los hemos visto en nuestros pacientes.
A pesar de estar establecidos los criterios, aún requieren ser validados, para enfermedades diferentes a la AIJ sistémica. Se presentan situaciones que complican hacer el diagnóstico, entre otras, al comienzo de la enfermedad pudiera o no existir actividad fagocítica en la médula ósea, hígado o bazo (estos dos últimos no se consideran para las biopsias). La hemofagocitosis puede no detectarse en estas etapas tempranas y puede ser no específica en caso de una transfusión de sangre. Se puede confundir con actividad de la enfermedad subyacente o con sepsis. La elevación de triglicéridos, la determinación de células asesinas naturales y la citotoxidad de las células T, o los CD163 o los receptores para interleucina-2, no son procedimientos que se hacen de rutina en los laboratorios. La ferritina, tampoco es una prueba de rutina, ni se realiza de urgencia y pueden pasar varios días antes de obtenerse los resultados. Lo que hace que sea importante considerar el diagnóstico de SAM, como se podrá notar en los casos a continuación.
La mortalidad del SAM es alta, de 32 a 80% dependiendo de la serie revisada. La falta de conocimiento de la existencia de este síndrome, el retraso en el diagnóstico y el comienzo tardío de medidas terapéuticas pueden ser las responsables de esta alta mortalidad. Silva, presentó un número pequeño de pacientes donde coincide la alta mortalidad con el retraso en el diagnóstico, de allí la necesidad de un diagnóstico temprano20.
El virus de Epstein Barr es uno de los más descritos y hasta se lo ha responsabilizado como desencadenante. El National Institute of Health tiene una página web donde están citados los casos asociados a infecciones. Por otra parte, las enfermedades subyacentes, el carcinoma, la leucemia, la enfermedad linfoproliferativa, el LES, la dermatomiositis juvenil, la AIJ y la artritis reumatoide (AR), se asocian al SAM. Puede ocurrir con cualquier medicamento como desencadenante, la aspirina u otros antiinflamatorios no esteroideos, la segunda inyección de sales de oro, la sulfasalazina, el metotrexate21 y los anticonvulsivantes. Llama la atención que el SAM esté asociado a los biológicos anti factor de necrosis tumoral, el infliximab, etanercept o los antiinterleucina-1, el anakinra, ya que estas son las citoquinas que se disparan en los procesos de inflamación y esta última se utiliza hoy en día en muchos centros, como la terapia de elección del síndrome. Teóricamente los anti-TNF podrían ser considerados como terapia, por la misma descripción fisiopatológica del proceso, pero se ha despertado una gran discusión en ese aspecto por la paradójica respuesta descrita con estos tratamientos, algunos pacientes tuvieron la inducción del SAM con terapia anti-TNF22,23. Por otra parte, una dramática respuesta a etanercept ocurrió en un niño de 7 años de edad con AIJ24. Se describe el paciente EG, en nuestra serie que desarrolla el síndrome después de iniciado el tratamiento con anti-TNF como medicamento único25.
El tratamiento está dirigido ante todo a la eliminación de la causa que indujo el síndrome. Luego se comienza el tratamiento con pulsos de metilprednisolona a la dosis de 30mg por kg de peso o hasta un gramo al día durante 3 a 5 días, dependiendo de la gravedad del SAM y de la respuesta a las dosis iniciales. Se puede usar prednisona por vía oral a razón de uno o 2mg por kg de peso por día, en dosis única o dividida para más efecto, según la gravedad de la enfermedad. Se puede repetir el pulso en caso de respuesta insuficiente. La ciclosporina se ha usado con éxito por su efecto estabilizador de la membrana del macrófago o su función sobre los linfocitos ayudadores26,27. También se han utilizado las inmunoglobulinas y el etopósido (este último, sobre todo por la Sociedad de Hemofagocitosis). Hoy en día es muy utilizado el anakinra, que es un antagonista al receptor humano de interleucina-1 (IL-1Ra). El tocilizumab, es un anticuerpo monoclonal humanizado recombinado contra el receptor anti interleukina-6 (IL-6), se usa en el tratamiento de algunos pacientes que no toleran la interleucina-1 o no les es accesible).

Pero los casos del Covid 19 la solución en la fase de neumonía, es la de poner dosis altas de corticoides, usando como indicador la Ferritina, marcador de la inflamación y heparina de bajo peso molecular a dosis anticoagulante

De forma pues que tenemos una serie de enfermedades poco frecuentes que se caracteriza por la explosión de citoquinas e inflamación del parénquima sobre todo de vías respiratorias. Que probablemente son responsables de la alta mortalidad de esta epidemia del coronavirus.

Probablemente las unidades de cuidados intensivos tienen es esto muy en cuenta, el embargo la alta letalidad de estos pacientes se debe a la neumonía.

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