LOS LIBROS GORDOS
09/09/2022 00:30
La culpa es de los libros gordos. Esos de 700, 800, 1.000 páginas. Los que no lee nadie, excepto sus editores y no siempre, los que echan para atrás incluso a algunos académicos y que te complican la vida y la fisiología. Se cargan tu columna y resulta imposible asir tal grosor cuando en la cama, antes de dormir, intentas acomodarlos entre muslos y rodillas.
Siete minutos para estar al día. Y todo el tiempo que quieras para saber más. No te pierdas Las claves del día en tu mail cada mañana¡Recíbela!
Los libros gruesos y las tapas blandas deberían estar prohibidos. No es el volumen lo peor, es la pesadez interior que generan. Cierto es que antes los libros de grosor importante gozaban de algún prestigio, lo cual no deja de ser un error.
Algunas novelas rusas, por ejemplo, que era imposible desglosar, porque ¿cómo vas a trocear Guerra y paz o Anna Karénina?, las regias encíclicas, los diccionarios. La Biblia. Los listines de teléfono, las Páginas Amarillas. Las famosas enciclopedias pagadas a plazos –¿qué habrá sido de la Larousse, nuestro particular Google durante años?– y otras reliquias en formato ladrillo.
Los libros gruesos y las tapas blandas deberían estar prohibidos
Hoy el macrotocho se aplica a cualquier género y uno se pregunta si alguna de esas novelas de gran magnitud y poca chicha no podría planificarse por entregas para facilitar el movimiento de brazos y cerebro del sufrido lector.
Y sin embargo, entre las novedades, he encontrado dos excepciones. Dos joyas que se salvan porque pueden degustarse al azar. Por un lado Philip Roth. La biografía (Debate) de Blake Bailey, y por otro Diarios y cuadernos (1941-1995) de Patricia Highsmith, publicado por Anagrama.
El último tiene mil doscientas cincuenta páginas, pero no se apuren, cuenta con la ventaja de todos los diarios: puedes saltarte una entrada insulsa o un mes desagradecido, incluso un año, y adelantarte para ver cómo acabó la historia.
Dña Nuria, como me gusta su adversion a los libros gordos, sobre todo cuando hay otras formas más soportables de mantener el conocimiento.
Que los humanos no se confundan, el conocimiento aumenta y esta al alcance de todos sin tener que tocar un tocho de 1000 paginas, y cuando usted puede estar informada desde el teléfono o el ordenador.
Recortarlo, utilizarlo, y entenderlos y consultar al mismo tiempo la bibliografía aportada.
Cuando veo esas maravillosas obras de arte, de las bibliotecas, con esos tochos, que nunca a abierto nadie, y que tampoco lo van a abrir, beso mi teléfono
Que Dios la bendiga señora