“LOS TIEMPOS NOS VAN OBLIGANDO A PASAR DE EPICÚREOS A ESTOICOS”

Admito que LA VANGUARDIA , me encanta y me instruye, pero con una frecuencia extraordinaria, como en el caso este profesor Antonio González Iglesias,catedrático de Filología de la Universidad de Salamanca

Me sorprende su ingenuidad.

Coquetear con la felicidad, la hacían los pensadores desde muy antiguo intentando modificar la conducta con posturas filosóficas, y desafortunadamente en nuestros dias todavía se trata a los enfermos psiquiátricos con consejos intentando cambiar su conducta.

Lo que mas me llama la atención es; que, pese a los malos resultados en los jóvenes suicidas, que en nuestros tiempo tiene caracteres de epidemia, se organicen grupos que intentan convencerlos de que no lo hagan.

Los suicidas no son consecuencia de la drogadicción, que también, sino, que toman droga porque no pueden soportar los ruidos de su cerebro “metafóricamente”

Porque siempre afirmo que la educación al hombre de nuestros tiempos nunca le sirvió para nada.

La búsqueda de la felicidad no esta todavía en nuestras manos, porque usamos y tenemos el mismo cerebro que el Australopitecos, al menos morfológicamente y en consecuencia el comportamiento no es diferente.

Los Jinetes de la Apocalipsis son mi martirio, siguen y siguen sin una pizca de cambio. Siempre implantando su técnica de destrucción.

La inflamación que el organismo organiza como consecuencias de la rotura de la microbiota, es el resultado del numero de enfermedades de todo tipo, incluidas las psiquiátricas, a las que llamamos degenerativas, y neurodegenerativas en el caso de las que tienen un predominio de las alteraciones nerviosas.

HACE FALTA OTRO CEREBRO

Todavía existe una diferencia a nivel de dogma entre enfermedades nerviosas y mentales y hasta que un iluminado lo aclare, esto sigue siendo poco compresible y poco tratable.

Estamos intoxicados por un mundo polucionado

Yo no tengo solución alguna, pero creo que le neuroeinflamacion tiene mucho que ver en todas las patologías.

Pero es muy posible que el cerebro no este todavía terminado o le sobren conexiones y las tenga que reparar la evolución.

La entrevista al Profesor Antonio González

Tengo 57 años: titulé un libro ‘Un ángulo me basta’. Soy epicúreo: un rincón en el mundo me basta para ser feliz. Si tienes biblioteca y jardín, lo tienes todo. Dirijo “La felicidad en la historia: de Roma a nuestros días” para la Fundación BBVA. La felicidad se enseña aprendiéndola: lea a Séneca y a Marco Aurelio

Juan Antonio González Iglesias,catedrático de Filología de la Universidad de Salamanca

Algo menos de lo que puedes

“Estaba en creciente desacuerdo con mi época –se sincera González Iglesias–, pero ya he llegado al completo desacuerdo”. Hay que secundarle en el choque del ideal avaricioso en boga del “si quieres, puedes” con la virtus clásica que aconseja ponernos el límite por debajo de lo que podríamos si quisiéramos. Los epicúreos elegían, en un día a día cargado de sensatez horaciana, hasta dónde llegar: nunca ambicionaban todo y siempre compartían lo ganado. La felicidad es así consecuencia de la fecundidad: feliz es quien crea para compartirlo. Nada que ver con la avaricia del éxito individual predicada por los apóstoles del más y más siempre. Al epicúreo le sigue bastando un rincón en el mundo donde disfrutar de un jardín, libros y algunos amigos. Y el estoico, tan oportuno ahora, nos enseña a crecernos en la renuncia frente a la adversidad.

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Qué filósofos nos ayudarán a transitar estos tiempos?

Personalmente me defino como un epicúreo poco convencional; pero la pandemia, la guerra, la inflación…, vivimos de nuevo una época semibárbara que nos va obligando a pasar de epicúreos a estoicos.

¿Malos tiempos; grandes principios?

Sencillez, naturalidad, pragmatismo: filosofía clásica. Y el estoicismo ya enseñaba resiliencia –eso que se cree tan moderno– en el mundo antiguo: caer para levantarse.

¿El fracaso es el principio del éxito?

Los clásicos preferían hablar de felicidad en su sentido etimológico de fecundidad. Es decir, hacer algo para los demás. Eso es ser fecundo ergo feliz. El éxito, tal como se entiende hoy, en cambio, no es necesariamente compartir, sino todo lo contrario.

¿La única virtus ahora es triunfar?

Nuestros clásicos son más elegantes y efectivos enseñándonos a vivir que toda esa literatura de autoayuda con injertos orientales que inunda las librerías…

¿Oriente y Occidente no dialogaron?

Por supuesto: el epicureísmo, de hecho, es el budismo occidental, que intenta evitar el mal y buscar el bien de forma meditada.

¿La felicidad se puede enseñar?

Saber vivir es un arte que se enseña y se aprende, de paso, ejercitándolo… Y con el ejemplo: la lectura –yo ahora recomiendo a Marco Aurelio y Séneca– y la historia. Lean historia, como los clásicos: para entendernos a nosotros mismos y entre nosotros.

¿Marco Aurelio escribía aforismos: era un tuitero avant la lettre ?

Marco Aurelio estaba en un punto de llegada y nosotros, en el de partida…

Que Marco Aurelio nos ilumine, pues…

Su primera lección es no prestar atención ni a los rumores ni a las calumnias…

Retiro, pues, lo de que era tuitero: las redes viven del narcisismo.

El estoicismo, en cambio, defiende la intimidad y el equilibrio interior. Y es un gran enemigo de los chismes y los rumores…Ese qué dirán que a tantos narcisos esclaviza hoy.

¿Higiene anti- fake ?

La virtus se ejercita a diario digamos que como los músculos en un gimnasio: para evitar lo malo y encontrar lo bueno, que es lo bello y ético. Y esa búsqueda siempre es la de la verdad. Marco Aurelio ayuda a recuperar la verdad tras el relativismo posmoderno.

¿Las Meditaciones no son ante todo la busca de un equilibrio?

Un centro, con permiso de Batiatto, de gravedad permanente. Y para conseguirlo tenemos que evitar vivir disociados de la naturaleza: hemos de caminar en el bosque y meter los pies en el río. Horacio lo describe: “No me entusiasma, mozo, el lujo persa/Las trenzadas coronas con ramas de los tilos…/”.

¿Equilibrio frente a acumulación?

Y habla de su vino, hecho por él allí, en su casa: “Me basta su sencilla gracia que no requiere ornatos/Él se sobra a sí mismo y a todos bien nos sienta/A ti también. Mientras vas llenando a la sombra ejemplar de los parrales/mi copa una vez más/Esto sí es lujo”.

¿Elogio de la sencillez y la proximidad?

Aquí tenemos dos categorías antropológicas: Horacio, el poeta, y su mecenas ante quien defiende la sencilla virtud del vino hecho en su casa. No es el mejor ni el más caro porque él vive retirado de vanidades y ambiciones, pero ofrece lo mejor que tiene.

¿El señor de su destino no es quien más posee sino quien menos ambiciona?

Lo estoico en esencia es vivir con algo menos de lo que puedes. Es decir, ponerte límites tú a ti mismo antes de que te los pongan la religión, los padres, los profesores… Lo defenderé en línea el próximo día 15 para todos.  Pueden seguirlo clickando aquí (https://www.fbbva.es/eventos/la-felicidad-fruto-perfecto-de-la-cultura-clasica/)

¿Ponerse límites es liberarse?

De la avaricia, la soberbia y la ambición y de quienes las sufren y no se ponen límites.

¿Si no te limitas, otros deciden tus límites?

Ponerte límites te libra del “más y más”, del “tú lo puedes todo“ y el “si quieres, puedes”.

¿Los estoicos nos aconsejan no quererlo todo, sino solo lo necesario?

Y formándote día a día en la virtus también decides hasta dónde quieres y vas a llegar.

Eso es ir hoy contra corriente.

Y lo sabio para ser feliz es querer llegar a menos de lo que podrías si quisieras.

¿Eso no es predicar el conformismo?

Eso es ser libre para ser feliz: es ser estoico.

¿Nos impone su aurea mediocritas ?

Ese verso horaciano se suele leer mal. No está elogiando la “mediocridad dorada”, sino el “justo medio”. Del mismo modo, el carpe diem no es una invitación al desmadre de un hedonismo destructivo, sino todo lo contrario: saber valorar lo bueno de cada momento en su justa medida.

¿Marco Aurelio supo?

Fue tal vez el mejor emperador que tuvo Roma. Yo lo leí en una antología que editó Georges Pompidou, presidente de la República Francesa… ¡Un político que edita filosofía! ¡Qué sana envidia!

LLUÍS AMIGUET

08/09/2022 00:00Actualizado a 08/09/2022 14:51

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