Hace unos meses tuve la suerte de encontrar en google un trabajo sobre la inervación que el sistema nervioso vegetativo ejerce sobre la inmunidad. Kevin Tracey, inmunólogo del Instituto Feinstein de Investigación Médica en Manhasset, Nueva York, descubrió la «pieza que faltaba» para saber cómo el nervio vago orquesta la inmunidad.


La investigadora  una investigadora americana, Suzane Felter de la Universidad de Rochester encontró el control que el sistema nervioso tiene sobre las células inmunes. Siguiendo el trayecto de un vaso, vio cómo una fibra nerviosa contactaba con un linfocito. Posteriormente Kevin Tracey encontró que al estimular este linfocito se producía acetilcolina, neurotransmisor que regula el equilibrio inmunitario entre otros receptores. Habíamos dado un paso enorme que corrobora, que toda nuestra biología está controlada por un gestor, y la inmunidad no podía ser diferente. Está controlada por el sistema nerviosos vegetativo.

La inmunidad que durante mucho tiempo se la consideró autónoma y dependiente del entorno, también estaba modulada para ser fiel a los requerimientos de nuestra biología. La respuesta inmunitaria que es la inflamación y que no es sino un intento por nuestra biología de reparar los daños y llegar de nuevo a la homeostasis para mantener la salud

Ante la agresión de un patógeno respondemos con la inflamación en un intento de volver al equilibrio.  Sí esto se consigue, tenemos de nuevo la salud, pero sí se perpetúa o dura tenemos un nuevo tipo de enfermedad, la inflamación crónica y la enfermedad crónica.

De hecho parece que a partir de la revolución industrial nuestro tipo de enfermar ha cambiado.

Desde la segunda mitad del siglo xix, las grandes epidemias han mermado y lo han hecho de tal manera, que podríamos decir que en nuestros días podemos controlarla, quizás no totalmente pero sí de forma importante. Las vacunas, los antibióticos y la higiene en General nos han ayudado, porque una amplia y progresiva investigación nos ha permitido el conocimiento de la higiene.

Al mismo tiempo aparecen una serie de enfermedades crónicas, que ya no tienen tanta mortalidad, pero sí morbilidad. Ya un germen no produce una enfermedad y aparentemente no son contagiosos. Se necesitan más condiciones que posiblemente vienen condicionadas el cambio importante en que estamos inmersos.  El trasfondo de estas enfermedades es una inflamación crónica. El organismo en un intento de reparar los daños persiste con la inflamación, de forma que está ya no es útil e incluso a excluido los agentes patógenos, pero no ha sabido pararse a tiempo y sus partículas empiezan a ser un problema social, económico y en General causa de nuestro maltrato, cuando estamos consiguiendo una mayor longevidad, estamos lleno de enfermedades crónicas que nos aturden. La naturaleza se mueve entre el orden y el caos, nada se puede salir de los extremos. La virtud es lo imprescindible, el termino medio.

Pero el caos no existe, sólo el orden preside el universo, lo que llamamos caos es ignorancia no sabemos qué es.

Repitiendo;  la regulación del sistema inmunitario, que desde algunos años se le llama psiconeuroinmunidad, palabra que parece acertada para describir nuestra reacción psíquica ante los patógenos, psíquicos y físicos, nos han entusiasmado con la idea de que todo en nuestra biología está regulado. Es muy probable que esta reacción no sea siempre acertada, como ocurre con toda respuesta. Pueden ser acertadas o desacertadas. Y en este último caso lo puede ser por exceso o defecto. La restitución del desequilibrio nos lleva a la salud y el desequilibrio a la enfermedad.

Hasta aquí todo parece lógico y fácil. Pero llegamos a la matriz, a los cromosomas que con su ADN, ARN, proteínas, es el dador de vida.

Cuando en los alrededores de 2001 se estableció el genoma humano, nos encontramos con que sólo el 10% de los genes tienen capacidad de formar proteínas. Y al resto se le llamó ADN basura. Recientemente los investigadores del tema, que más parecen magos, que científicos, quieren entender que esta basura de ADN, no es sino reguladora de los demás, como era de esperar.

Cabe ahora la preguntó. ¿Quién regula el ADN?, quien regula los genes. No cabe duda que la apigenetica ha abierto un camino que ha llevado un poco la contraria a Darwin, los cromosomas solo son una parte del todo, también están sometidos al entorno cambiante y no siempre bondadoso.

Cabría ahora la pregunta, quien regula este binomio “ gen-medio?

Nuestro próximo paso es encontrar el regulador de estos genes, no con una intención ilusoria, sino con tener un camino donde la reparación en General sea la necesaria, ni mucho ni poco, lo necesario.