ENFERMEDADES SOMÁTICAS Y TRASTORNOS MENTALES

El hospital del Valle de Hebrón lidera el macroproyecto europeo DISCOvERIE (Desarrollo, diagnóstico y prevención de enfermedades somáticas y trastornos mentales relacionados con el género en el síndrome de intestino irritable en Europa) en el que participan 19 instituciones sanitarias, universidades, centros de investigación y empresas.

11 febrero, 2020
El Hospital del Valle de Hebron de Barcelona ha informado hoy que ha puesto en marcha el macroproyecto europeo DISCOvERIE (Desarrollo, diagnóstico y prevención de enfermedades somáticas y trastornos mentales relacionados con el género en el síndrome de intestino irritable en Europa) en el que participan 19 instituciones sanitarias, universidades, centros de investigación y empresas. El objetivo de DISCOvERIE es entender mejor la relación entre el síndrome del intestino irritable (SII) y los trastornos mentales como la ansiedad o la depresión, así como con otras enfermedades como la fibromialgia o el síndrome de fatiga crónica y sus factores de riesgo.
“El SII es un trastorno gastrointestinal crónico que se caracteriza por dolor abdominal recurrente, diarrea o estreñimiento, exceso de gases e intolerancias alimentarias y que se observa principalmente en mujeres jóvenes y de mediana edad. En Europa, se estima que hasta 85 millones de personas lo padecen de las cuales entre el 25-44% también se ven afligidas por trastornos mentales, como el trastorno de ansiedad generalizada y la depresión, que son los más comunes; y entre el 14-32% por comorbilidades somáticas como la fibromialgia y el síndrome de fatiga crónica.
Para profunditzar en la compresión del SII, sus comorbilidades y sus factores de riesgo, principal objectivo de DISCOvERIE, los investigadores realizarán una caracterización clínica, psicosocial y biológica de cientos de pacientes con SII afectados por trastornos mentales y comorbilidades somáticas con un enfoque particular en las diferencias relacionadas con la edad y el género, y el estilo de vida. Además, un grupo importante de pacientes serán seguidos por un período de hasta 3 años para identificar los factores y mecanismos que puedan influir de manera determinante en la aparición de trastornos mentales y somáticos.
“El proyecto determinará los mecanismos subyacentes de las funciones del sistema intestinal y del sistema nervioso central y su interacción con el eje periférico microbiota-intestino-cerebro”,. Otro de sus objetivos es identificar biomarcadores específicos para la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de estos pacientes, mediante un análisis integrador de los datos obtenidos.
Este conocimiento se trasladará a la práctica clínica y facilitará el desarrollo de enfoques de medicina basados en la evidencia que conduzcan a enfoques más personalizados de los tratamientos médicos. Por ejemplo, se crearán pautas clínicas para mejorar la prevención, el diagnóstico, el pronóstico, el desarrollo de las terapias y el manejo de las co y multimorbilidades. Otro de los retos es crear una Red Europea de Referencia para el SII Comórbido (COIBSnet) que integre a proveedores de atención médica en toda Europa.
El fundamento de esta investigación está basada en las siguientes consideraciones:
1 · Eje intestino-cerebro: una comunicación por explorar

Conocido con el nombre de “segundo cerebro”, el intestino tiene 200 millones de neuronas (sistema nervioso entérico), alberga miles de millones de bacterias intestinales y se comunica constantemente con nuestro cerebro y viceversa. Pero en caso de alteración de la microbiota intestinal, el proceso inflamatorio asociado puede interrumpir esta comunicación bidireccional. Esta disfunción del eje intestinocerebro podría estar implicada en el desarrollo de trastornos neuropsiquiátricos1.
Gracias a los trabajos de investigación llevados a cabo sobre el eje intestinocerebro, se van desvelando poco a poco los procesos que emplean las bacterias intestinales para comunicarse con el cerebro. Hoy en día sabemos que los intercambios entre el cerebro y el intestino se realizan a través de cuatro vías principales: neuronal, hormonal, inmunitaria y metabólica. Ambos “órganos” se comunican a través del nervio vago, que viaja desde el cerebro hasta el abdomen y desempeña un papel importante en numerosas funciones vitales como la frecuencia cardíaca. De hecho, los pacientes que han sufrido la ablación de este nervio tendrían un menor riesgo de sufrir trastornos neurológicos.
¿Qué es el eje intestino-cerebro2?
Las bacterias intestinales se comunican con el cerebro mediante la producción de moléculas químicas llamadas “neurotransmisores” (serotonina, dopamina, GABA3…). Estas moléculas microbianas no actúan directamente en el cerebro ya que éste se encuentra aislado y protegido por una membrana denominada “barrera hematoencefálica”. Los neurotransmisores producidos por las bacterias intestinales podrían ejercer su acción en las células de la pared intestinal haciendo que éstas transmitan el mensaje al sistema nervioso central a través de las neuronas del tracto digestivo conectadas con el cerebro. Los ácidos grasos de cadena corta (AGCC) son sustancias biológicas, algunas de ellas beneficiosas y protectoras, producidas por las bacterias del colon durante la fermentación de la fibra alimentaria4. Tienen un papel muy importante en la comunicación entre ambos órganos al actuar directamente en el cerebro.
Vías alternativas
Existen otras vías posibles de comunicación: el sistema inmunitario y la circulación sanguínea. Con ayuda de los AGCC, las bacterias intestinales son capaces de estimular algunos glóbulos blancos, células encargadas de defender nuestro organismo. Estas producen mensajeros químicos (citoquinas) que pueden atravesar la pared intestinal, viajar por la sangre y cruzar la barrera hematoencefálica. Luego actúan en el cerebro, particularmente en áreas implicadas en la regulación de la respuesta al estrés. El cerebro, a su vez, ejerce una acción en el intestino mediante la modulación de las secreciones, la motilidad y la circulación sanguínea, lo que acaba afectando a la permeabilidad intestinal5.
¿Existe algún vínculo entre la microbiota y la función cerebral?
Todos los estudios que se han llevado a cabo en animales muestran que las bacterias intestinales influyen en el desarrollo del cerebro a lo largo de la vida: formación de nuevas neuronas en el cerebro, establecimiento de nuevas conexiones neuronales6, implicación en la velocidad de las señales eléctricas transportadas por neuronas, memorización, conducta social, regulación de la secreción de la hormona del estrés (cortisol)… Sin las bacterias, nuestro cerebro se vería alterado y sería más vulnerable a agentes infecciosos o moléculas tóxicas7.

2 · ¿ trastornos del desarrollo?
Las alteraciones de la microbiota en los primeros años de vida, periodo en el que se están desarrollando nuestra flora intestinal y nuestro cerebro, pueden modificar las estructuras y funciones cerebrales y favorecer la aparición de trastornos del desarrollo. El trastorno del espectro
autista (TEA) es un conjunto de alteraciones heterogéneas relacionadas con anomalías del desarrollo cerebral. Podrían deberse a una alteración de la microbiota inducida durante el embarazo y los primeros años de vida: algunos síntomas digestivos, frecuentemente asociados a la enfermedad, sugieren que la microbiota podría ser un elemento clave en la comprensión del TEA.
Los síntomas de la enfermedad aparecen en una etapa temprana de la vida y se traducen especialmente en un déficit de comunicación, alteraciones en las relaciones sociales y la conducta, así como en la aparición de comportamientos repetitivos. En comparación con la población general, las personas afectadas suelen ser mucho más propensas a sufrir trastornos gastrointestinales (diarrea, dolor abdominal, estreñimiento), cuya severidad parece estar relacionada, en algunos casos, con la de los síntomas de la enfermedad.
¿“Perfiles” microbianos?
Los niños autistas tendrían una flora menos diversa que los niños sanos, con una baja cantidad de ciertas bacterias conocidas por sus efectos beneficiosos como Bifidobacterium, pero una abundancia de otras (Lactobacillus, Clostridium…). Además, en el intestino de los niños autistas habría una proporción de Candida (particularmente Candida albicans) más alta de lo normal. Este hongo produce amoníaco y toxinas que podrían influir en la función cerebral y agravar los trastornos intestinales bacterianos.
Diversos factores de riesgo
En los animales existe una relación entre una alimentación materna rica en grasa y un desequilibrio de la microbiota intestinal (disbiosis), así como la aparición de trastornos autistas en la descendencia. Los niños nacidos por cesárea y a los que se les administró numerosos antibióticos tendrían también un mayor riesgo de desarrollar este tipo de trastornos. En definitiva, podemos destacar como aspecto positivo que el amamantamiento durante los 6 primeros meses de vida del lactante (como mínimo) disminuye el riesgo de desarrollar más adelante este tipo de trastornos.
La microbiota: ¿una esperanza terapéutica?
Actualmente se están explorando varias pistas de investigación. Los probióticos podrían mejorar los trastornos gastrointestinales y aliviar los síntomas autistas, al igual que algunos antibióticos. El trasplante fecal10 en niños y adolescentes también resultaría útil para disminuir la aparición de conductas autistas y trastornos intestinales asociados7, a pesar de tener un riesgo infeccioso importante. En definitiva, la alimentación presenta un interés indiscutible: la administración de suplementos de omega-3 podría mejorar la conducta y una dieta sin gluten ni proteína láctea, así como una dieta rica en grasa pero pobre en azúcares (dieta cetogénica), podrían aumentar la sociabilidad y la capacidad de relacionarse y reducir la frecuencia de estereotipias.

3 · Los trastornos de ansiedad

Este trastorno afecta a más de uno de cada cinco individuos (de 18 a 65 años) al menos una vez en la vida14. Tener antecedentes familiares aumenta la vulnerabilidad, pero las personas no predispuestas tampoco son inmunes. La ansiedad crónica está asociada, al menos en parte, a procesos inflamatorios producidos posiblemente por bacterias intestinales. Un estado de preocupación constante y excesiva difícil de controlar, ataques de pánico imprevisibles y recurrentes, trastornos obsesivos compulsivos, síndrome de estrés postraumático: los trastornos de ansiedad corresponden a diversas enfermedades que comparten un rasgo en común: el miedo. Presos de su angustia, los enfermos intentan emplear estrategias de evitación desproporcionadas.
Entre otras causas figura nuevamente la disbiosis intestinal ya que podría causar un aumento de la permeabilidad de la pared intestinal y una alteración de la respuesta al estrés, así como un aumento de la actividad inflamatoria.
Todos los caminos conducen a la microbiota15
Existe un consenso en torno a la influencia de las bacterias intestinales en este proceso. Sin embargo, según las investigaciones, la microbiota podría ejercer un efecto ansiogénico o, por el contrario, un efecto ansiolítico16. De hecho, la toma de antibióticos, que altera y empobrece la flora digestiva, estaría asociada a la aparición de trastornos de ansiedad o de forma inversa, a una disminución del nivel de ansiedad en animales.
Una flora analizadas “a ciegas”
En animales, los antibióticos disminuirían la ansiedad durante la administración del tratamiento. La otra cara de la moneda: una alteración precoz de la microbiota intestinal debida a la toma de antibióticos podría causar una modificación de la conducta que persistiría en la edad adulta17,18. Ciertas cepas probióticas tendrían, por otro lado, un efecto ansiolítico. En conclusión, un trasplante de microbiota fecal podría reducir el nivel de ansiedad19. Todos estos resultados quedan de momento pendientes de confirmación en el ser humano
¿Cómo mejorar si dieta para mantener la serenidad?
Los alimentos fermentados como el queso, los yogures, el kéfir, el kombucha o la salsa de soja son excelentes suplementos ricos en probióticos y prebióticos. Podrían actuar como antiinflamatorios al reforzar la integridad de la barrera intestinal y al mejorar la composición y las funciones de las bacterias intestinales, estimulando las células inmunitarias en el tracto digestivo. Los probióticos disminuyen la frecuencia y la severidad de los síntomas de ansiedad en ratas; en el hombre, reducen la concentración de cortisol en orina21. La leche fermentada produce modificaciones en la actividad de las áreas cerebrales responsables de las emociones y del dolor en personas sanas y sin trastornos psiquiátricos.

4 · Trastornos del estado de ánimo
La depresión y la bipolaridad son trastornos mentales graves y relativamente comunes, a veces acompañados de ideas suicidas. La depresión afecta a más de uno de cada cinco individuos a lo largo de su vida. La bipolaridad, de difícil diagnóstico, afecta entre un 1 y un 2,5% de la población. Ambas enfermedades estarían relacionadas con una disbiosis intestinal y en algunos casos mostrarían una correlación con la severidad de los síntomas.
La depresión
Se manifiesta por una tristeza inusual, pérdida de la capacidad de disfrute de la vida, incapacidad para realizar tareas cotidianas, gran fatiga y se acompaña de un aumento de la concentración de cortisol22, lo que supone una alteración de la respuesta al estrés.
En animales, la ausencia de microbiota intestinal (o la alteración de ésta) se asocia con síntomas depresivos y con un desequilibrio de los neurotransmisores(serotonina, dopamina, GABA…). Por otra parte, ciertas moléculas que favorecen el proceso inflamatorio, presentes en exceso en la sangre y producidas por bacterias intestinales, parecen estar directamente relacionadas con el desarrollo de la depresión23. Los estudios realizados en el hombre, escasos hasta el momento, ponen en evidencia un perfil bacteriano: recientemente, un grupo de investigadores descubrió que bajas cantidades de ciertos géneros bacterianos (Coprococcus y Faecalibacterium) en el intestino estaban relacionadas con un sentimiento de mala calidad de vida en los pacientes depresivos.
Equilibrio intestinal, equilibrio mental
La administración de algunos psicobióticos, especialmente Lactobacillus y Bifidobacteria (bacterias que pertenecen a la familia Firmicutes y que están presentes en baja cantidad en las personas afectadas), podría ser beneficiosa y complementaría el tratamiento antidepresivo y ansiolítico empleado actualmente. Los primeros resultados obtenidos son prometedores: una ingesta prolongada de psicobióticos produciría una disminución de los síntomas depresivos y de la angustia psicológica, sin causar efectos secundarios24.
¿Cómo modificar la cesta de la compra?
Parece que los productos procesados y con un alto contenido de azúcar pueden predisponer a la depresión. En pacientes depresivos, los prebióticos y especialmente los galactooligosacáridos que contienen las alubias rojas, garbanzos, alcachofas…tendrían una acción beneficiosa mediante la estimulación del crecimiento de bifidobacterias25. Favorecer el consumo de frutas, verduras y pescado (rico en omega-3) permitiría reequilibrar la microbiota, regular los procesos inflamatorios y, por tanto, influir de manera positiva en el estado de ánimo. La cúrcuma podría disminuir la concentración de cortisol en la saliva y aumentar la diversidad de la flora intestinal, ejerciendo efectos positivos sobre la mente y el comportamiento.

Bibliografía

https://www.diariomedico.com/salud/valle-de-hebron-lidera-un-macroproyecto-para-desentranar-la-relacion-entre-intestino-irritable-y-trastornos-mentales.html

8 Li Q et al. The Gut Microbiota and Autism Spectrum Disorders. Front Cell Neurosci. 2017 Apr 28. doi: 10.3389/fncel.2017.00120
9 Qiao Y, Wu M, Feng Y, Zhou Z, Chen L, Chen F. Alterations of oral microbiota distinguish children with autism spectrum disorders from healthy controls. Scientific Reports, 2018. 10.1038/s41598-018-19982-y
10 Greffe de matière fécale issue de donneur(s) sain(s)visant à rétablir l’équilibre des micro-organismes intestinaux chez le patient receveur
14 www.anxiete.fr
15 Aslam H et al. Fermented foods, the gut and mental health: a mechanistic overview with implications for depression and anxiety. Nutr Neurosci
16 https://dumas.ccsd.cnrs.fr/dumas-01845349/document
17 Leclercq S, Mian FM, Stanisz AM et al. Low-dose penicillin in early life induces longterm changes in murine gut microbiota, brain cytokines and behavior. Nat Commun 2017; 8 : 15062 doi : 10.1038/ncomms15062
18 Tochitani S, Ikeno T, Ito T et al. Administration of non- absorbable antibiotics to pregnant mice to perturb the maternal gut microbiota is associated with alterations in offspring behaviour. PLoS One. 2016 Jan 20;11(1):e0138293. doi: 10.1371/journal.pone.0138293
19 Bercik P et al. The intestinal microbiota affects central levels of brain-derived neurotropic factor and behavior in mice. Gastroenterology 2011 ; 141 : 599-609
20 Misra S, Mohanty D. Psychobiotics: A new approach for treating mental illness? Critical Reviews in Food Science
and Nutrition, DOI: 10.1080/10408398.2017.1399860. 2017
21 Aslam H et al. Fermented foods, the gut and mental health: a mechanistic overview with implications for depression and anxiety. Nutr Neurosci
22 http://www.euro.who.int/fr/health-topics/noncommunicable-diseases/menta…
23 Hayley S, Audet MC, Anisman H. Inflammation and the microbiome: implications for depressive disorders. Current Opinion in Pharmacology, 2016, https://doi.org/10.1016/j.coph.2016.06.001
24 Vlainić JV, Šuran J, Vlainić T, Vukorep AL. Probiotics as an Adjuvant Therapy in Major Depressive Disorder. Curr Neuropharmacol. 2016;14(8):952-958
25 Dinan TG, et al. Feeding melancholic microbes: MyNewGut recommendations on diet and mood. Clin Nutr. 2018 Nov 17