NUEVA ESPECIE HUMANA EN FILIPINAS
La noción de homínido está vinculada a la evolución del ser humano. El término se utiliza para nombrar al ejemplar que pertenece al orden de los primates superiores, que tienen al ser humano (Homo sapiens) como la única especie que sobrevive.
La palabra Homo (del latín homo, ‘hombre’, ‘humano’) es un género de primates homínidos de la tribu Hominini. Se caracteriza por ser bípedo y plantígrado, con pies no prensiles con primer dedo alineado con los restantes, hipercefalización y una verticalización completa del cráneo.
La clasificación de los seres humanos como uno más de los animales que pueblan la Tierra se establece siguiendo las mismas pautas que para éstos: el hombre pertenece al tipo cordados, clase mamíferos, orden primates, suborden catirrinos, infraorden antropomorfos, familia homínidos, en la cual se incluyen el género Homo y la especie sapiens. Los más de dos mil restos fósiles humanos hallados hasta el momento han hecho que las denominaciones aludan, unas veces, al origen geográfico del yacimiento (hombre de Neandertal, por la localidad alemana de este nombre) y otras, a la posición que ocupa dentro del árbol genealógico de la especie humana.
Los primeros homínidos aparecieron a finales de la era terciaria, hace aproximadamente unos quince millones de años. Como miembro del orden de los primates, el ser humano comparte hasta un 99 % de macromoléculas con los otros individuos del mismo orden; por tanto, debe de existir un antepasado común entre nuestra especie y los Australopithecus, el género más parecido al Homo. Los australopitecos, o monos meridionales, han sido localizados en África meridional y oriental, y su cronología abarcaría de los 6,5 millones de años de los Preaustralopithecus a un millón de años cuando se extinguieron. A lo largo de este largo período pueden subclasificarse en varios grupos y subgrupos, que se diferencian por sus características morfológicas.
La clasificación de los seres humanos como uno más de los animales que pueblan la Tierra se establece siguiendo las mismas pautas que para éstos: el hombre pertenece al tipo cordados, clase mamíferos, orden primates, suborden catirrinos, infraorden antropomorfos, familia homínidos, en la cual se incluyen el género Homo y la especie sapiens. Los más de dos mil restos fósiles humanos hallados hasta el momento han hecho que las denominaciones aludan, unas veces, al origen geográfico del yacimiento (hombre de Neandertal, por la localidad alemana de este nombre) y otras, a la posición que ocupa dentro del árbol genealógico de la especie humana.
Los primeros homínidos aparecieron a finales de la era terciaria, hace aproximadamente unos quince millones de años. Como miembro del orden de los primates, el ser humano comparte hasta un 99 % de macromoléculas con los otros individuos del mismo orden; por tanto, debe de existir un antepasado común entre nuestra especie y los Australopithecus, el género más parecido al Homo. Los australopitecos, o monos meridionales, han sido localizados en África meridional y oriental, y su cronología abarcaría de los 6,5 millones de años de los Preaustralopithecus a un millón de años cuando se extinguieron. A lo largo de este largo período pueden subclasificarse en varios grupos y subgrupos, que se diferencian por sus características morfológicas.
Algunas de las principales especies conocidas
El ser humano actual es el único superviviente del género homo, habiéndose extinguido el resto de especies que nos han acompañado o precedido a lo largo de la historia. Pero estas han sido múltiples. Aunque existen más e incluso se especula que pueden haber otros antepasados o especies extintas que aún no conocemos, a continuación os indicamos algunas de las más reconocidas.
Hay que tener en cuenta las especies que vamos a indicar son las que hasta hace poco considerábamos homínidos pero que ahora entrarían dentro de los homininos, con lo que no vamos a hacer referencia a especies como el chimpancé, el gorila, el orangután o los gibones.
1. Ardipithecus ramidus
Si bien probablemente es el más desconocido de los que vamos a comentar, el Ardipithecus ramidus es el más antiguo de nuestros antepasados bípedos que se conocen, con lo que su descubrimiento tiene importancia. Su representante más conocido es Ardi, de los restos del cual se ha recuperado gran parte.
Esta especie caminaba solo sobre sus piernas, pero tenía algunas dificultades anatómicas que hacía que no poseyera una alta capacidad de desplazamiento: los pulgares de los pies no eran aún paralelos al resto de dedos como el de nuestros pies sino oponible. Si bien poseian una dentición similar a la de los simios, lo cierto es que era mucho más reducida. Aún eran de pequeño tamaño, y existía dimorfismo sexual en que los machos eran más grandes que las hembras.
2. Australopithecus anamensis
Una de las especies de australopithecus más antigua y de la que se conservan muy pocos restos, se trata de un homínido con características aún muy semejantes a las de los simios. El esmalte de su dentición hace pensar que su alimentación no era únicamente de fruta sino que posiblemente fuera omnívoro. Su dentición aún conservaba molares y premolares asimétricos, y poseía una mandíbula robusta en el que se aposentaban unos largos incisivos y caninos. Se considera evolución de los ardipithecus.
3. Australopithecus afarensis
Este tipo de australopithecus es el que probablemente tenga mayor popularidad, siendo la archiconocida Lucy miembro de esta especie. La capacidad craneal aumentaba con respecto a sus antepasados con un volumen craneal de alrededor de 480 cm cúbicos, pudiendo llegar a un tamaño similar al de un chimpancé actual pero en un cuerpo relativamente más pequeño (el promedio no superaría el metro y medio en el caso de los machos, más grandes que las hembras).
Aunque bípedos, la forma de manos y pies deja claro que aún estaban adaptados a la vida arborícola. Los caninos están bastante empequeñecidos en comparación a otras especies anteriores. Se cree que su alimentación era principalmente a base de fruta, no siendo su dentición especialmente apta para el consumo de carne.
4. Homo habilis
Se trata del primer representante del género Homo, el homo habilis se caracteriza por la presencia cráneos más redondeados aunque aún con cierto prognatismo. De pequeño tamaño, se considera que es el primero de los homininis que emplea herramientas de manera habitual (si bien algo toscas de piedra, en forma de lascas).
Su capacidad craneal era de alrededor de 600 cm cúbicos. Se sabe que cazaban, algo que deja ver que probablemente ya empezaban a desarrollarse habilidades cognitivas, estratégicas y comunicativas más complejas.
5. Homo erectus
De huesos más gruesos y capacidad craneal superior a las de sus antepasados (con un volumen de entre 800 y 1000 cm cúbicos), su pelvis se asemeja ya al del ser humano actual. Se asocia a esta especie el inicio del dominio del fuego, así como la elaboración de las primeras hojas bifaces. Eran cazadores nómadas y sociables, cooperando con otros grupos para cazar.
Se ccree que las últimas poblaciones pudieron haber llegado a coexistir con el Homo sapiens en Asia, y fue probablemente una de las primeras especies de homínido que viajaron fuera de África hacia Eurasia.
6. Homo antecessor
Con una capacidad algo mayor que la de erectus (de entre 1000 y 1100 cm cúbicos), se caracteriza por ser la primera especie considerada europea (sus restos han sido principalmente hallados en Atapuerca). Físicamente, eran gráciles (si bien la mayoría de restos son de infantes) y tenían características faciales parecidas a las del Homo sapiens. Su altura era bastante mayor que la de otras especies, llegando al metro ochenta.
Se cree que puede ser antepasado del neandertal y tal vez de nuestra propia especie, siendo probablemente el último nexo entre nuestras dos especies. Asimismo, se ha observado que cometía canibalismo.
7. Homo neanderthalensis
La última especie homínida que se extinguió, desconociéndose aún los motivos exactos, y que convivió y compartió espacio con el ser humano actual durante mucho tiempo, hasta hace unos 30.000 años. El hombre de neanderthal era una especie adaptada al clima de una Europa prácticamente glacial. Tenían arco superciliar prominente, la frente algo más achatada que los miembros de nuestra especie, y el cráneo algo más proyectado hacia atrás.
De gran fortaleza física aunque de una altura menor (alrededor de 1,65m), su capacidad craneal (aproximadamente de 1500cm cúbicos) incluso superaba a la nuestra (alrededor de 1400). Se sabe que poseían elementos culturales avanzados, practicando ceremonias tales como el enterramiento. También cuidaban de ancianos y enfermos, y sus herramientas estaban bastante desarrolladas a pesar de ser aparentemente simples. Poseían probablemente un sistema de lenguaje no apoyado totalmente en la articulación de sonidos con la boca y la faringe, y eran grandes conocedores del medio.
8. Homo sapiens
Nuestra especie es la más reciente de las citadas hasta el momento. Sin arcos superciliares y de una capacidad craneal elevada (aunque como hemos visto en los neandertales, algo menor que la suya), los humanos modernos mostraron una gran facilidad para conquistar todo tipo de ecosistemas. Las primeras construcciones creadas fueron probablemente obra de nuestra especie, y uno de los principales elementos más distintivos es que con este grupo aparecen las pinturas rupestres (si bien algunos autores consideran que muchas también son atribuibles a los neandertales).
Los sapiens aparecimos en África, emigrando primero a Asia y luego a Europa (donde se encontraría con los neandertales) en algún momento entre hace 200000 y 150000 años.
9. Otras especies
Estas son solo algunas de las pocas que han recibido mayor reconocimiento por parte de la sociedad y que resultan más conocidas para la mayoría de nosotros. Sin embargo, hay muchas más. Además de las anteriores, por el momento, se han estudiado otras tales como las que siguen, si bien la consideración de unas u otras como especies diferenciadas o como subespecies no siempre está clara:
• Australopithecus garhi
• Australopithecus africanus
• Paranthropus aethiopicus
• Paranthropus robustus
• Paranthropus boisei
• Kenyanthropus platyops
• Homo gautengensis
• Homo georgicus
• Homo ergaster
• Homo heidelbergensis
• Homo floresiensis
• Homo rudolfensis
• Homo rhodesiensis
• Homo helmei
• Homo sapiens idaltu
En la Isla de Luzón, Filipinas, vivió hace más de 50.000 años, este hominido, del que no se sabe cómo llegó allí ni quiénes eran sus antepasados
Los dientes del ‘Homo luzonensis’ se parecen a los de nuestra propia especie, pero los huesos de sus pies y manos recuerdan a los de los primitivos australopitecos (Callao Cave Archaeology Project)
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Estos homínidos vivían totalmente aislados y los restos encontrados, muestran dientes similares a los nuestros, pero manos y pies propios de los primitivos australopitecos, una combinación jamás vista. Cómo eran, cómo llegaron a la isla y de dónde vinieron es un completo misterio.
Bautizados como Homo luzonensis , constituyen una nueva especie humana y representan una nueva pieza de difícil encaje en el puzle de la evolución por sus extrañas características. Los ha descubierto una investigación internacional liderada desde el Museo Nacional de Historia Natural de Francia en París y la Universidad de Filipinas en Ciudad Quezón que publica la revista Nature .
“Este hallazgo es una nueva prueba significativa para mejorar nuestro conocimiento de la evolución humana, especialmente en Asia, donde fue claramente mucho más compleja, y mucho más interesante, de lo que pensábamos anteriormente”, según afirma Florent Détroit, investigador del Museo Nacional de Historia Natural de Francia
Sólo conocemos dos especies humanas que salieron de África hasta llegar al Sudeste Asiático: los Homo erectus, hace entre 1,5 millones y 2 millones de años, y los Homo sapiens, nuestra propia especie, que hace 50.000 años ya había llegado hasta Australia.
En las últimas décadas que la historia fue más complicada que la de dos únicas migraciones, de H. erectus, y más tarde de H. sapiens. En 2004, en la isla de Flores, en Indonesia, se descubrió otra extraña especie humana, el Homo floresiensis. Comparado con los hobbits de J.R.R. Tolkien por su baja estatura, de poco más de un metro, se estima que sus restos más modernos datan de hace más de 60.000 años y que sus ancestros pudieron llegar a la isla de Flores decenas de miles de años antes.
Se han descubierto nuevos restos humanos en la isla de Luzón, en Filipinas, en la Cueva del Callao. Son siete dientes, un trozo de fémur y múltiples huesos de pies y manos de hace más de 50.000 años y que pertenecieron a tres individuos: dos adultos y un niño. El fósil más antiguo, un hueso de un pie, tiene como mínimo 67.000 años de antigüedad.
Los restos de ‘Homo luzonensis’ se han encontrado en la Cueva del Callao, en la isla de Luzón (Filipinas) (Callao Cave Archaeology Project)
Las características de los restos no encajan con ninguna especie humana conocida. Los dientes son sencillos, con pocas protuberancias, parecidos a los de los Homo sapiens, y pequeños. En cambio, las falanges son curvadas, propias de especies arborícolas y similares a las de los australopitecos, que precedieron al género Homo en África. En conjunto, por sus extraordinarios rasgos, sus descubridores defienden que estos inusuales humanos de Luzón fueron una especie distinta: los Homo luzonensis.
Por el tamaño de sus dientes y huesos, probablemente los Homo luzonensis no eran muy altos, aunque hay que tener precaución al extraer conclusiones de los restos que han hallado por ahora. Sus pies y manos arcaicos, no son razones de peso para pensar que los Homo luzonensis llevaran una vida medio arbórea como los australopitecos. “Aunque se cree que era bípedo y tenia falanges curvadas, estas pudieron ser consecuencia de una deriva evolutiva en esta población, aislada genéticamente del resto de humanos en la isla de Luzón.
En otro yacimiento en el cercano Valle del Cagayán, las excavaciones también han arrojado pruebas de que hubo un asentamiento de humanos hace 700.000 años que utilizaban herramientas de piedra para descuartizar animales, entre ellos rinocerontes. Sin embargo, en este yacimiento no se han encontrado fósiles del H. luzonensis ni de ninguna otra especie humana.
En base a las pruebas existentes, los investigadores proponen dos escenarios para la llegada de los ancestros de los H. luzonensis a la isla de Luzón, que se encuentra totalmente aislada de otras masas de tierra.
Una posibilidad es que los individuos hallados fueran descendientes de los primeros Homo sapiens que salieron de África, ya que se sabe que eran capaces de navegar en el océano desde hace más de 50.000 años. Tras llegar a Luzón, quizá evolucionaron algunas decenas de miles de años de forma acelerada, al carecer de intercambio genético con otros humanos, lo que hizo que emergieran sus extraños rasgos.
Otra opción es que los Homo luzonensis sean en realidad descendientes de Homo erectus que de algún modo llegaron a Luzón, se establecieron y sobrevivieron durante cientos de miles de años, hasta la época de los sapiens. Algunos expertos cuestionan que los Homo erectus fueran suficientemente inteligentes como para navegar y sostienen que se extendieron a algunas islas accidentalmente, a bordo de balsas improvisadas hechas de restos de árboles arrancados en tsunamis. “Pero el caso es que cada vez tenemos más evidencias de que se instalaron con éxito en varias islas del Sudeste Asiático en el pasado remoto, así que probablemente no fue tan accidental”, rebate Florent Détroit.
“Teniendo en cuenta toda la información que tenemos hoy sobre la prehistoria y el registro fósil de homínidos en Asia, así como la edad del Homo luzonensis, mi sensación es que debieron de descender de Homo erectus de Asia, quizá de China. Pero tenemos que trabajar más en este aspecto”, argumenta Détroit. A favor de esta hipótesis juegan los restos del Valle del Cagayán de hace 700.000 años, una época en la que aún no existían los Homo sapiens.
Secuenciar el ADN del Homo luzonensis ayudaría a zanjar la cuestión. Sin embargo, por la humedad y la elevada temperatura de las islas del Sudeste Asiático, apenas queda material genético que se pueda analizar. “Estas condiciones son las peores para la preservación del ADN. Pero los métodos de la genética están progresando tan rápido que creo que será posible extraer ese ADN tan degradado en un futuro cercano”, apunta Détroit.
“Este hallazgo es una llamada de atención a la evolución humana en esta región, que apenas se conoce”, valora José María Bermúdez de Castro, coordinador del programa de paleobiología del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH). También ayuda poner en perspectiva la evolución de nuestro linaje en comparación con otras especies animales. “Somos muy antropocentristas. Tradicionalmente pensábamos que éramos superiores a cualquier otra especie. Por supuesto, esto no es cierto. Somos iguales que las otras especies y estamos sujetos a las mismas leyes evolutivas. Si quedamos aislados en una isla, sufrimos los mismos cambios evolutivos que otras especies. También evolucionamos hasta formas extravagantes o diferentes de lo que consideramos la normalidad”,