MUSICOFILIA.
Oliver Sacks, un neurólogo inglés de nuestros tiempos muerto recientemente por las metástasis de un tumor de retina . Su afición a la música le hizo preocuparse de los problemas que tenían los pacientes con trastornos de la audición de musica y consiguió en varios libros sobre este tema atraer a los científicos y a los profanos.
Oliver Sacks, no solo fue un buen neurologo, sino un amante de la música. De las muchas cosas que hizo este doctor, fue enjuiciar la visión de la música desde muchos puntos vistas, pero al que mas acertado fue el de considerar muchas manifestaciones musicofilicas como crisis temporales epilépticas.
Parece en mi opinión que su afición a la literatura supero su amor a las ciencias y contagia al lector de esta tendencia.
Describir los libros de Sacks, se puede eternizar, de forma que puede considerarse este articulo como cientificio-musico-anecdotario
Secundando a este autor, empiezo por describir un novelista famoso «Arthur C. Clarke, que imagino unos extraterrestres que nos habían invadido a los terráqueos y que no conocían el sentido de la música. Ello me parece tan interesante que creó vale la pena describir este cuadro que podríamos llamar “amusia”.
«Arthur C. Clarke, en 1953, escribió una novela de ciencia ficción “El fin de la infancia» («Childhood’s End») Llena de imaginación, donde una raza alienígena llamada los superseñores invaden la tierra , de una manera pacífica .Su llegada supone el final de todas las guerras, ayudando a organizar un nuevo orden mundial, llevando el planeta a una utopía. Controlan el mundo desde sus naves espaciales. Décadas más tarde los superseñores se muestran como son, y su impacto lleva a una utopía final, pero al coste de la identidad de la humanidad y finalmente del mismo planeta.
En el fin de la infancia Arthur C. Clarke, el líder de los superseñores, Karellen, se ponía en contacto con los terráqueos, a través de un cristal unidireccional para que no puedan verle, promete a los humanos revelar la apariencia de su especie en cincuenta años. Cuando termina este tiempo, Karellen y sus tripulantes superseñores se revelan físicamente a la humanidad. Su aspecto es la, tradicional imagen de los diablos con alas, cuernos y colas. Eran más altos que los seres humanos, y proporcionalmente más corpulentos. Muy sensibles a la luz del día, eran capaces de respirar el aire terrestre por breves periodos de tiempo.
La idea de Karellen. Es transformar la humanidad de forma que pueda dar el salto a su siguiente nivel evolutivo: los niños se transfigurarán a través de un tremendo desarrollo de las facultades Psíquicas.
La tarea de Karellen era restringir las acciones de la humanidad para crear una sociedad estable de manera que, cuando llegara el momento que los superseñores llaman Breakthrough Total, un tremendo desarrollo de la percepción extrasensorial y la telequinesis para los niños, la humanidad no se destruya a sí misma.
Uno de los episodios más interesante de esta novela es cuando los superseñores asisten a un concierto al final del cual y después de una atenta escucha, felicitan al director de la orquesta por su ejecucion , aunque todo aquello les parece absurdo. No entienden que les ocurre a los humanos cuando escuchan música, pues a ellos no sienten nada. Ellos como especie carecen de música. Los superseñores no están dotados y no han aprendido ni saben lo que es la música.
En los humanos la música tiene una enorme influencia, sin que sepamos porque nuestro amor a esta aficción. Posiblemente el desarrollo de este arte viene determinado con la cultura en que vivimos y por nuestro talento y debilidades individuales, pero la podemos considerar como algo innato, de tal forma que Wilson introdujo la música en nuestra afinidad por las cosas vivas “ biofilia “ y la música sería una forma de biofilia ya que se percibe como algo vivo.
Varios autores se han ocupado del estudio de la música y otros varios, no la han valorado. Darwin ponía en duda la utilidad de la música para el hombre y Steven Pinker decía, que la música era un pastel de queso auditivo y que biológicamente no servía para nada. Decía además que en las artes no poseen ninguna función adaptativa y es posible que sea un producto secundario de otros rasgos y una pericia tecnológica.
La música necesita gran participación de sistemas cerebrales, no existe un centro musical en el cerebro sino que es producto de redes difusas
A la altura en que se encuentra la evolución, los humanos somos una especie tan lingüística como musical, y la musica es una apreciación estructural inconsciente, una reacción emocional intensa y profunda.
La capacidad de escuchar o imaginar la música puede también afectarse por ciertas lesiones cerebrales, y dada la complejidad de los mecanismo que reciben el sonido y que lo procesan, es lógico que estos mecanismos se alteren por muy diversos motivos, tales como lesiones cerebrales de índoles varias y la mecánica musical puede volverse incontrolable y la repetición convertirse en obsesiva.
La música se puede constituir en forma de ataques, a su vez motivados por múltiples lesiones cerebrales, pero además para la ejecución de los instrumentos hace falta destreza que también puede alterarse.
De forma que la capacidad intelectual y emocional puede alterarse y el individuo puede permanecer indiferente a todo lo que le rodean a excepción de lo referente a la música.
La cosa se complica cuando el sonido se acompaña de otras sensaciones, cuando escucha música y a ésto se le llama Sinestesia. Cuando el individuo escucha música puede también sentir sabores o ver colores.
William james habla de cómo la música calma al animal, nos consuela, nos emociona de una manera positiva. Y tiene en ocasiones un efecto terapéutico . Esto ocurre en lesiones cerebrales difusas, tales como las enfermedades neurodegenerativas. Alzheimer. Parkinson, etc. O formar parte del autismo.
Oliver Sack, se queja en su libro Músicofilia, de lo poco que al médico le preocupa, la reacción del paciente ante la música. En la actualidad existe una apasionada dedicación acerca de la estructura nerviosa de la percepción y la imaginería musical. También es de temer lo importante que para la industria es la producción musical y su difusión, lo que hace que el componente económico que acompaña a la música, pueda favorecer la adicción a esta.
Esto potencia lo que estamos viendo en nuestros tiempos, el ser humano se adiciona a todo y posiblemente esto le ha pasado largamente a los homínidos que nos han precedido.
Voy a describir algunos casos del libro de Oliver Sack, Músicofilia, que son interesantes y al ser el autor un pretigioso neurólogo y muy aficionado a la música, tienen gran valor científico sus estudios.
Cuenta el caso de Tony Cicoria, un cirujano americano, que en medio de una tormenta de otoño, habla por teléfono y un rayo de alcanzar tras un destello luminoso cuenta que el rayo le golpeó la cara y le atravesó el cráneo, y que lo que recuerda inmediatamente es que volaba hacia atrás.
El cuenta con cierto detalle cómo conservó la conciencia. Cayó al suelo y se dijo asimismo “mierda estoy muerto”. La persona que lo rodean algunos profesionales de la sanidad le resucitaron y posiblemente durante este tiempo, que debió estar en coma, tuvo una sensación maravillosa y breve y que enseguida se recuperó.
No parece que hubiera secuelas muy evidentes, pero si que el estaba algo aletargado y tenía dificultades para recordar. Las pruebas a las que fue sometido no estaban alteradas. Dos semanas más tarde estaba capacitado para hacer una vida normal, pero inmediatamente sintió una insaciable necesidad de escuchar música de piano.
No tenía cultura musical aunque si había asistido de niño a algunas lecciones de piano.
Inmediatamente empezó a comprar música de piano interesándose sobre todo por una composición de Bladimir Ashkenazy que interpretaba la polonesa militar de Chopin, al mismo tiempo que sentía el deseo de interpretarlas.
A partir de entonces empieza a oír música en su cabeza, que le producía la sensación de estar soñando y el vestido de smoking y en un escenario, interpretaba algo que él mismo había escrito.
A partir de entonces cada vez que se sentaban al piano, para tocar a Chopin, su propia música regresaba y se apoderaba de el.
La música estaba en lo profundo de su ser. Llega del cielo como decía Mozart. Es incesante nunca se agota.
A los tres meses de haber sido alcanzado por un rayo, Cicoria, hasta entonces una persona normal estaba poseído por la música y no tenía tiempo para nada más.
Cicoria pensó que este acontecimento musical , le había salvado con algún propósito. El no había sido religioso, o al menos especialmente practicante y si pensó que la adicción a la música podría ser la reencarnación, y había sido dotado de un don especial y así tener un medio metafóricamente celestial. Con frecuencia está Músicofilia, le llegaban como un ataque de notas sin interrupción y sin descanso.
Volviendo al Dr. Cicoria, añadió a su afición a libros musicales, a contratar un profesor y viajar por el mundo entero para asistir a conciertos. Se convirtió en solitario y sin amigos.
En las consultas que tiene con el Dr. Sacks, comentó que se había vuelto tras el accidente muy espiritual y se hace también aficionado a leer libros sobre la experiencia cercanas a la muerte y por supuesto de los impactos de rayos. Llegó a reunir toda una biblioteca sobre la bobina de inducción inventada por Nicola Tesla.
El resto de su vida sólo tuvo en ocasiones, la sensación de ver un aura de luz o energía alrededor del cuerpo de la gente . Se aficionó también a la motocicleta
con la que tuvo un grave accidente del que se recuperó, el resto de su vida persistio su pasión por interpretar y componer música.
Son varios los casos que Sacks, describe de personas notables que suifrieron
Episodios de interés, por el arte en general y por la música en particular.
Una química investigadora, Salimah M., empezó a sufrir episodios en los que se veia en una playa que conocía de antes y durante estos episodios, podía hablar y relacionarse perfectamente.
Tras una crisis epiléptica, le descubren un voluminoso tumor temporal derecho, que exripan parcialmente y a partir de entonces, de ser una mujer muy preocupada por el orden sobre todo, pasa a ser de una indiferencia , que su marido describe, “como una gata feliz” . Y sobre todo le aparece una desproporcionada pasión por la música . De no haberse preocupado por la música, pasó a abandonar sus deberes y dedicarse apasionadamente, a oír, tocar, y asistir a espectáculos musicales. La música que antes no le decía nada, ahora le apasionaba y la hacía llorar. Era adicta al música, decia, después de la intervención me sentí renacer, cambio mi visión de la vida e hizo que apreciara cada minuto.
Al igual que otros casos de musicofilia, y tras una lesión focalizada en los lóbulos temporales, los pacientes pasaron a tener una desmedida afición a la música aunque no sufrían crisis epilépticas.
O. Sacks, cuenta que tras la publicación del caso del Dr. Cicoria, ha recibido múltiples carta de pacientes, que sin antecedentes traumático alguno ni dolencias conocidas, se han encontrado de repentina e inesperadas acciones o dotes creativas musicales o artísticas.
Ataques musicales.
La aparición de crisis de audición musical forman parte frecuentemente de las crisis epilépticas del lóbulo temporal, pero no siempre. Es muy frecuente encontrar personas que tienen crisis musicales sín una motivación externa, aunque una buena anamnesis recoge episodios que podían ser crisis temporales.
John S. Sólidamente os locura musican emitida por un violín era relajante y familiar. Que era una melodía clásica muy hermosa. Un compañero que observó una de la primera crisis, puedo ver que este Sr. Estaba confuso y buscaba a tientas el control de la música que oia, para apagarlo. En una de las crisis, tuvo convulsiones. No se observó ninguna alteración en el escáner pero sí la familia aportó que este paciente había subido a los quince años un traumatismo grave.
Suele repetirse el patrón de audición de la música, le es familiar y agradable pero es incapaz de reconocerla. Este patrón de musicofilia se repite con frecuencia.
Bibliografía
Clarke, Arthur C. (2008). El fin de la infancia. cartoné. Barcelona: Ediciones Minotauro. ISBN 978-84-450-7700-9.
MUSICOFILIA. Oliver Sacks,