Los probióticos se definen como microorganismos vivos que en cantidades adecuadas y con la cepa correcta confieren un beneficio a la salud. Algunas de las especies más utilizadas son Lactobacillus Bifidobacterium. Los lactobacilos particularmente se han utilizado de forma milenaria para conservar alimentos en forma de fermentos

En el año 2002, la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió los probióticos como «microorganismos vivos que, cuando son suministrados en cantidades adecuadas, promueven beneficios en la salud del organismo anfitrión».​ Más adelante, en 2014, se publica una serie de aclaraciones para el uso adecuado del término probiótico: seguros, pero actualmente se conoce que pueden causar efectos secundarios adversos en casos raros, que pueden llegar a ser graves. ​A lo largo del tiempo se identificaron otras cepas benéficas, como Escherichia coli,  cepa Nissle 1917 o Lactobacillus casei, de la cepa Shirota.

Los primeros datos con esta combinación han observado mayor supervivencia libre de progresión y actividad inmunitaria en carcinoma metastásico de células renales.

La inmunoterapia con inhibidores de los puntos de control parece reforzarse con la administración de probióticos específicos. FOTO: DM. La inmunoterapia con inhibidores de los puntos de control parece reforzarse con la administración de probióticos específicos. FOTO: DM. Raquel Serrano. Madrid

La combinación de un probiótico -un producto bioterapéutico vivo denominado CBM588- con la inmunoterapia puede mejorar las respuestas antitumorales en pacientes con cáncer metastásico de células renales, según los resultados de un ensayo clínico de fase 1 que se publica en Nature Medicine.

Estos hallazgos subrayan el potencial terapéutico de modular las bacterias dentro del intestino para aumentar la inmunoterapia en pacientes con cáncer y, consecuentemente, el papel -cada vez más relevante- de los distintos probióticos para reforzar el tratamiento de diversas patologías, entre las que también se encontraría la covid-19-

La microbiota, colección de microorganismos en el intestino, participa en la regulación del sistema inmunitario. Se sabe además que la composición específica del microbioma modula la eficacia de la inmunoterapia en pacientes con cáncer.

Un desequilibrio entre las cepas de bacterias en el intestino se asocia con enfermedades como la enfermedad inflamatoria intestinal (EII), y algunas bacterias específicas se relacionan con un mayor riesgo de cáncer a través de la producción de toxinas cancerígenas o la resistencia a las terapias antitumorales.

En el nuevo ensayo clínico fase 1, el equipo de las investigadoras Sumanta Pal y Sarah Highlander, del Instituto de Investigación Traslacional, en Phoenix, Arizona, Estados Unidos,  se ha estudiado una cohorte de 29 pacientes (con una edad media de 66 años, de los que el 72 % eran hombres) que presentaban con carcinoma metastásico de células renales.

Los pacientes fueron aleatorizados para recibir una combinación estándar de inhibidores de puntos de control inmunitarios, una forma de inmunoterapia basada en los ‘check points’, con o sin suplementos orales con el probiótico anteriormente citado que modula el microbioma intestinal, incluidas las bifidobacterias, ya que se ha observado previamente que las especies de bifidobacterium se asocian con una mejor respuesta a los inhibidores del punto de control inmunitario.

El equipo ha detectado que los pacientes que recibieron el probiótico CBM588 «lograron respuestas mejoradas y duraderas al tratamiento con inhibidores del punto de control inmunitario, sin diferencias en la toxicidad en comparación con el grupo de control», señalan las investigadoras.

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El análisis de las muestras de heces de estos pacientes también ha confirmado un aumento en el número de especies de bifidobacterias en los respondedores clínicos y se asoció con una mayor supervivencia libre de progresión y activación inmunitaria.

Estos datos «parecen respaldar el potencial de CBM588 para mejorar los resultados de los pacientes con cáncer que se someten a inmunoterapia. Sin embargo, los resultados deberán confirmarse en estudios más amplios, así como en tipos de tumores adicionales».

Referencias

 Olveira Fuster G, González-Molero I (mayo de 2007). «[Probiotics and prebiotics in clinical practice].[Article in Spanish]»Nutr Hosp (Revisión). 22 Suppl 2: 26-34. PMID 17679291.

 FAO/WHO Working Group (abril-mayo de 2002). «Guidelines for the Evaluation of Probiotics in Food». Consultado el 10 de marzo de 2017.

 Hill, Colin; Guarner, Francisco; Reid, Gregor; Gibson, Glenn R.; Merenstein, Daniel J.; Pot, Bruno; Morelli, Lorenzo; Canani, Roberto Berni et al. (2014-08). «The International Scientific Association for Probiotics and Prebiotics consensus statement on the scope and appropriate use of the term probiotic»Nature Reviews Gastroenterology & Hepatology (en inglés) 11 (8): 506-514. ISSN 1759-5045doi:10.1038/nrgastro.2014.66.

Sumanta Pal y Sarah Highlander, del Instituto de Investigación Traslacional, en Phoenix, Arizona, Estados Unidos