LIBERTAD Y PASIONES EN EL HOMBRE
Jean-Didier Vincent :
Hace 550 millones de años se produjo una gran revolución entre las especies: la aparición de los vertebrados. Al contrario que los invertebrados, estos animales poseen un sistema nervioso ligado al cerebro. Éste último está situado en la parte frontal de la cabeza, donde se centralizan la mayoría de los sistemas sensoriales: vista, oído, olfato, gusto, etcétera. Este sistema les permite sentir lo que sucede en su cuerpo: sed, hambre, sufrimiento…Todo ello transforma su comportamiento. Con el tiempo, los vertebrados (primero el pez, después el anfibio, el reptil, el pájaro, el mamífero, el primate, el mono, y por último, el hombre), desarrollarán estrategias para satisfacer estas necesidades corporales. Ya no tienen sólo sensaciones, sino también sentimientos.
A lo largo de la evolución, las especies se tienen o están en contacto con más emociones, las cuales alcanzan su punto álgido en el hombre, en el que pueden transformarse en pasiones. La pasión es la conciencia pensada de la emoción: mi emoción, soy capaz de leerla en la fisonomía del otro y esta «lectura» se piensa sobre lo que yo mismo siento. Soy un individuo, un ser totalmente singular porque soy capaz de conocer lo que el otro siente (odio o amor) a través de mi propia emoción, y expresarla. Por eso «el hombre es el animal mas apasionado
¿Qué lugar ocupa la libertad en el hombre si está gobernado por sus pasiones?
Según los actuales defensores del creacionismo y su intelligent design [2], el hombre es la criatura, el producto, el juguete de un capricho o de una inteligencia superior. En este caso, la libertad no existe. La biología nos enseña exactamente lo contrario. El hombre es el más individualista de los animales. Lo propio del ser humano es estar abandonado a sí mismo, y siempre posee un cierto grado de libertad. Aunque esté desbordado por su emoción, o cegado por el odio, un asesino siempre puede elegir no atacar. Esta libertad es la que hace la dignidad de ser una persona.
Es cierto que se trata de una libertad vigilada. El grado de libertad de un recién nacido irakí solo en el mundo después del bombardeo de su ciudad no es fabuloso. El ser humano es «antropótrofo»: se alimenta del ser humano. Un niño educado completamente solo desde su nacimiento, sin que su mirada se cruce con la de otro ser humano, nunca será un hombre. Necesita que su madre le hable, lo palpe, que, de una manera u otra, le haga sentir que le quiere, que está ahí. De igual modo, no podrá hablar por sí mismo, aunque su cerebro esté programado para esta función.
Para hacerse persona, el niño debe sumergirse en un baño de humanidad según una verdadera trayectoria: paso de la imitación del otro a la de sí mismo, y de esta a la conciencia de sí mismo. Todo se construye con la ayuda de los demás.
¿Su sed de ciencia sigue siendo inextinguible?
Un científico lo es toda su vida. Me he jubilado del CNRS, pero sigo postulando nuevas teorías. Actualmente trabajo en la olfación, un sentido un tanto ignorado. La olfación tiene una propiedad particular, que no comparten los demás sentidos sensoriales: está dotado de plasticidad y de capacidad de neurogénesis (dar nacimiento a nuevas neuronas).
Durante mucho tiempo se creyó que nacíamos con un número determinado de neuronas, de células tan especializadas que no podían dividirse, estando abocadas a la desaparición de forma ineluctable. Recientemente nos hemos dado cuenta de que cada día, cientos de miles de nuevas células neuronales se crean en el interior del cerebro. Después viajan a través de la parte avanzada del cerebro (que sirve a la olfación) y reemplazan las antiguas neuronas en el bulbo olfatorio. Es probable que otras zonas cerebrales, en concreto aquellas asociadas a la memoria, también experimenten esta renovación. Así, el cerebro no es algo paralizado, condenado a un declive irreversible.
¿Tiene otros proyectos?
Hace tiempo que voy regularmente a África, donde intento levantar la Universidad digital francófona mundial, una iniciativa del jeque malí Modibo Diarra, un antiguo navegador interplanetario de la NASA. Gracias al satélite, los estudiantes reciben en directo cursos de profesores instalados en Francia, con quienes pueden hablar en tiempo real a través de una pantalla gigante. Se trata sobre todo de formar profesores o enfermeras en las zonas subsaharianas. Ellos son la clave de un nuevo inicio para este continente sacrificado.
Emmanuel Thévenon
Periodista
Para profundizar
Biologie des passions, ed. Odile Jacob, París, 1986 (Biología de las pasiones, ed. Anagrama)
Casanova, la contagion du plaisir, ed. Odile Jacob, París, 1990
La Chair et le Diable, ed. Odile Jacob, París, 1996
La vie est une fable, ed. Odile Jacob, París, 1998.
Qu’est-ce que l’homme ?, en colaboración con Luc Ferry, ed. Odile Jacob, París, 2000.
Pour une nouvelle physiologie du goût, éd. Odile Jacob, Paris, 2000.
Biologie de la compassion, ed. Plon, París, 2003