Las enfermedades mas prevalentes como la obesidad, la diabetes, las cardiovasculares o el propio envejecimiento, están ligadas a la inflamación crónica.
La inflamación es imprescindible para sobrevivir pero muy mortifiante al miso tiempo, crónica y progresiva. Tras una infección, la inflamación que se producen tras una infección es imprescindible para que se pueda resolver esa agresión producida por un virus o bacteria.
Las células del sistema inmune, entre otras funciones, se encargan de la producción de citocinas, unas sustancias inflamatorias que ayudan a reducir al invasor.
«La inflamación está detrás de un amplio abanico de enfermedades crónicas, responsables de más de la mitad de las muertes en el mundo»
Los procesos inflamatorios, tienen un inicio, un desarrollo y un desenlace.
En resolución, participan algunas sustancias como las resolvinas o las maresinas, derivadas de los ácidos grasos omega 3. El resultado final es la eliminación del patógeno y la reparación y recuperación de tejidos.
Tormenta de citoquinas
La inflamacion aguda a veces es muy peligrosa por pueden ponernos en ocasiones en un aprieto, por la ‘tormentas de citocinas’ causa de desenlace fatal por la afectación pulmonar, en los casos más graves de covid-19.
Los procesos inflamatorios están regulados fisiológicamente y son totalmente necesarios.
Pero existe otro tipo de inflamación. Menos intensa y, normalmente, no percibida de forma directa . Esta inflamación silente es conocida también como inflamación crónica de bajo nivel o inflamación sistémica crónica. Uno de los primeros indicios de esta situación se observó asociado a la obesidad. El tejido adiposo de personas obesas se encuentra inflamado, con una infiltración de macrófagos que rodean a los adipocitos. Y se comprobó que la acumulación de grasa abdominal o visceral, asociada a peor estado metabólico que la grasa subcutánea, estaba también asociada a un mayor grado de inflamación y mayor riesgo de enfermedades como la cardiovascular.
En la actualidad se reconoce que la inflamación está detrás de un amplio abanico de enfermedades crónicas, responsables de más de la mitad de las muertes en el mundo, asociadas al infarto, ictus, cáncer, diabetes, enfermedad renal crónica, hígado graso no alcohólico o enfermedades autoinmunes o neurodegenerativas.
Un equipo que cuenta con destacados investigadores ibéricos, como Lucía o Pedro Carrera-Bastos, ha publicado una excelente revisión en la revista ‘Nature Medicine’ en relación entre inflamación crónica y salud.
Un aspecto sorprendente que muestran los autores y que confirma el papel de la inflamación crónica en el desarrollo de todas estas enfermedades son los efectos colaterales observados en pacientes en tratamiento con los nuevos medicamentos biológicos. Los ensayos clínicos han mostrado cómo algunos de estos fármacos, dirigidos a reducir los niveles de algunas citocinas inflamatorias en el marco de enfermedades como la artritis reumatoide, también mostraban un menor riesgo de desarrollar Alzhéimer, infarto de miocardio, ictus, o mejoraban su sensibilidad a la insulina. La reducción de riesgo cardiovascular se producía además de forma independiente a los niveles de colesterol LDL, demostrando que la inflamación juega un papel fundamental en el infarto.
La inflamación crónica es la responsable de un conjunto de factores tanto internos como externos que inician y perpetuan este estado.
A nivel interno, alteraciones relacionadas con el envejecimiento, tales como el daño en el ADN, el acortamiento telomérico o el estrés oxidativo, favorecen la inflamación. Hay además una relación con el envejecimiento o senescencia celular. Normalmente, una célula que alcanza el fin de su ciclo vital entra en un modo denominado apoptosis o muerte celular programada. Sin embargo, algunas células pueden quedar en estado senescente. Estas células ‘zombis’ segregan sustancias proinflamatorias. EL envejecimiento de las células del sistema inmune, produce desequilibrios que afectan al funcionamiento del sistema y que favorecen la inflamación. Toda esta constelación de vínculos entre la inflamación silente y el envejecimiento se ha nominado inflamacin cronica o degeneracion
Virus y bacterias
Como factores externos, las infecciones, especialmente las crónicas o de repetición, como las causadas por virus latentes que residen con nosotros (familia del herpes o Epstein-Barr), y aquellos factores relacionados con el estilo de vida: obesidad, microbioma alterado, mala dieta, tabaquismo o alcohol, contaminación ambiental o el estrés crónico y los factores psicosociales asociados. Una palabra que los autores del estudio en ‘Nature’ utilizan es la del exposoma: el conjunto de factores ambientales, entendidos como la exposición a factores físicos, químicos, biológicos o sociales.
No tenemos marcadores claros para diagnosticar o identificar si un paciente la sufre. Desde hace años disponemos de marcadores generales de inflamación como la proteína C reactiva ultrrasensible.
Se están desarrollando en la actualidad métodos metabólicos que combinan multitud de marcadores relacionados con la inflamación, para establecer un índice de riesgo con valor predictivo que nos permita identificar este estado antes de que dé la cara en forma de infarto o de otra enfermedad.
Lo que sí que sabemos con certeza es que las personas con enfermedades metabólicas, sobrepeso o que han padecido enfermedad cardio o cerebrovascular, o afecciones neurológicas o renales, llevan años sufriendo de inflamación crónica. Y que continuarán haciéndolo, si no se toman cartas en el asunto. También sabemos que el envejecimiento se asocia a mayor riesgo de padecer inflamación silente.
Es de destacar que los traumatismos en los mayores se acompañan de este fenómeno de inflamación pero con caracteres mas graves.
Terapias antienvejecimiento
Además de llevar un estilo de vida saludable, las terapias antienvejecimiento pueden mejorar y reducir la inflamación crónica. Y pueden hacerlo por actuar en varios mecanismos que hemos mencionado.
Una serie e ofertas aun en pruebas se ofrecen como benefactoras de este tipo de inflamación, Por una parte, los senolíticos como la quercetina pueden reducir la cantidad de células ‘zombi’ envejecidas. Podemos también cuidar la longitud telomérica, básicamente con buenos estilos de vida y controlando los niveles de estrés emocional.
Ángel Durántez
Lucía o Pedro Carrera-Bastos, ‘Nature Medicine’ relación entre inflamación crónica y salud