La evolución filogenética del sistema vegetativo concretamente del nervio vago, se ha complicado y al mismo tiempo perfeccionado, al valorara la rama mielinizada de este nervio, que inerva preferente del diafragma hacia arriba, y explicaría el añadido a una simple teoría que creía que el vago y el simpático se contraponen pero no colaboran. En la actualidad se piensa que al margen de la gestión que el vago y el simpático tienen sobre nuestras vísceras, también intervienen en nuestras relaciones sociales y esto lo hace la rama mielinizada del vago, de forma que ante cualquier agresión actuaría esta rama mielinizada y su fracaso conduciría a la actuación del vago antiguo y no mielinizado.
La acción contrapuesta del vago simpático es conocida desde mucho tiempo y explica cómo ambo regulan el movimiento intestinal, la vejiga, los pulmones y el corazón. Una se prepara para la lucha y la otra para el reposo. Pero este nervio antiguo, el vago, también actúa para facilitar las relaciones sociales. La expresión facial es vital para las relaciones, de forma que una expresión adecuada puede evitar una confrontación. Los nervios craneales III, V, VII, VIII y por supuesto el X, están inervados por la rama mielinizada del vago y controlan la expresión facial entre otras funciones.
Es decir nuestras reacciones emocionales están reguladas como esta toda nuestra biología. De manera inconsciente nuestra biología modula nuestros impulsos y les da el tono necesario, eso sí, cuando existe el equilibrio adecuado en el sistema vegetativo.
De igual forma la inflamación puede ser regulada también por estimulación del vago y esto está demostrado en nuestros tiempos.
Los núcleos del vago dorsales y ventrales adaptados a la evolución han permitido a los animales más diferenciados, acompañar a la reacción visceral un comportamiento social adecuado que evidentemente sirve para el equilibrio.
Llama la atención lo importante que ha sido para la filosofía oriental la búsqueda interior para encontrar el equilibrio, personal y social. Es una regulación de un estadio intermedio de la inteligencia.
Para tener ideas y ejecutarlas hace falta verter toda energía en el equilibrio visceral y social lo que permite la paz interior, condición imprescindible para el equilibrio.
No se puede tener paz con un desequilibrio visceral y social, hace falta partir del equilibrio para tener éxito en la búsqueda. Es decir, como ya sabíamos cada sustrato del sistema nervioso controla y regula al inferior, o de aparición anterior.
El cerebro de los reptiles tendría ya un programa de control emocional, antes incluso de que apareciera el lóbulo de las emociones. Y todo ello estaría de muy lejos favoreciendo al lóbulo prefrontal, para que cuando apareciera, tuviera el campo allanado y poder pensar y crear.
Aunque sea apartarse del estamos diciendo, cabe preguntarse por la enorme felicidad que encontraban los místicos anulando todo lo material y buscando en su interior. Y así las distintas religiones, y otros grupos no religiosos, han llegado siempre a la misma conclusión.
No puedo perder mi energía en simplezas, porque mi interior es tan rico, que una vez descubierto tengo un grado de felicidad suficiente.
La teoría polivagal ha explicado con bastante éxito, la evolución del vago muy probablemente tras el desarrollo de la rama mielinizada del mismo. No ha aparecido un nuevo sistema vegetativo, es el primitivo el que está tomando autonomía y arreglando aunque sólo sea parcialmente los problemas de la convivencia y la búsqueda del bienestar.
La llegada de múltiples patógenos de una manera progresiva hacen que nuestro sistema inmunitario fabrique neuromoduladores de una manera desmedida, y que esta producción se eternice llegando y aumentando de manera progresiva las enfermedades. Las enfermedades crónicas nos están diezmando y cada día son más frecuentes y martirizan más. Sólo es explicable esta proliferación por la pérdida del equilibrio en su regulación.
No es pensable que podamos luchar con la cantidad de patógenos de todo los tipos con lo que nos enfrentamos de manera progresiva, es necesario potenciar nuestras capacidades inmunitarias y regularlas de manera adecuada para que controlen de forma exquisita la reacción ante los patógenos.
El beneficio que una serie de procesos como, la artritis reumatoide, la epilepsia resistente, la depresión y lana cefaleas se benefician de la estimulación del nervio vago, nos lleva la curiosidad hacia como procesos tan diferentes se benefician de esta maniobra. Tracey demostró cómo los linfocitos están directamente estimulados por fibras nerviosas, así como también sabemos que por vía humoral también se puede alcanzar la inflamación y modularla.
Entender mejor la regulación del sistema inmunitario y del sistema de conducta social de una manera clara nos pone en postura para controlar la enfermedad crónica.
Estamos viviendo mas, pero ternemos mas tiempo para enfermar. Cabe preguntarse una vez mas, si nuestro organismo y nuestro cerebro en particular tienen mañas para reparar todo aquello que le hace enfermar y devolvernos una paz que necesitamos para pensar y encontrar la felicidad o algo que se le parezca.