Jorge Luis Borges (Argentina, 1899 – 1986) fue uno de los escritores más reverenciados del siglo XX. En su obra, planteó la multiplicidad del tiempo y el espacio, así como la presencia de un lector activo, co-creador del texto.
Escribió cuentos, ensayos y poemas que han pasado a ser parte esencial de la literatura moderna, pues son textos que permiten la constante reflexión.
1. El amenazado
Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir.
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz.
La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única.
¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras,
la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas,
la serena amistad, las galerías de la biblioteca, las cosas comunes,
los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se
levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz.
Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
Ya los ejércitos me cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)
El nombre de una mujer me delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo.
«El amenazado» es uno de los poemas más populares de Jorge Luis Borges. Aquí, el hablante lírico expresa el estado de vulnerabilidad que le causa el amor. De este modo, todas aquellas cosas en las que depositaba su estabilidad como su vida social, erudición, trabajo e, incluso, su vida diaria, parecen estar en riesgo por una mujer.
Se describe el enamoramiento como una condición que absorbe todo en la vida de una persona, pues se transforma en el centro de los pensamientos y la existencia.
La frase «estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo» se ha convertido en uno de los versos románticos más recordados del autor. Encierra aquella emoción que siente alguien cuando está comenzando una relación signada por la intensidad y el deseo.
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2. Ajedrez
II
Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y de blancos días.Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonía?
Para Borges resultaba fundamental el estudio de la religión y de temas ontológicos. En su visión, la infinidad del universo implica que el ser humano jamás terminará de comprenderlo. Por ello, surge la ficción como una búsqueda constante en la que se pregunta por el tiempo y la eternidad.
De este modo, muchos de sus textos se cuestionan sobre el origen de la vida. En «Ajedrez» prima lo lúdico y la estructura del laberinto, donde nos muestra el “juego de la vida”, ya que a través del ajedrez plantea una realidad superior que desconocemos.
3. Remordimiento
He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer. No he sido
feliz. Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz. Cumplidano fue su joven voluntad. Mi mente
se aplicó a las simétricas porfías
del arte, que entreteje naderías.Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
La sombra de haber sido un desdichado.
«Remordimiento» fue escrito después de la muerte de su madre, con quien mantenía una estrecha relación. Fue un golpe muy duro para el autor y el contacto con la muerte le llevó a replantearse su vida.
Así, reflexiona sobre lo más importante en la existencia del ser humano y concluye que es la búsqueda de felicidad. El tiempo del que se dispone en el mundo es breve, por lo que debe ser aprovechado al máximo. El autor declara: «Mis padres me engendraron para el juego / arriesgado y hermoso de la vida» y es un regalo que debe ser apreciado.
4. El ciego
I
Lo han despojado del diverso mundo,
de los rostros, que son lo que eran antes.
De las cercanas calles, hoy distantes,
y del cóncavo azul, ayer profundo.
De los libros le queda lo que deja
la memoria, esa forma del olvido
que retiene el formato, el sentido,
y que los meros títulos refleja.
El desnivel acecha. Cada paso
puede ser la caída. Soy el lento
prisionero de un tiempo soñoliento
que no marca su aurora ni su ocaso.
Es de noche. No hay otros. Con el verso
debo labrar mi insípido universo.
Borges heredó de su padre una deficiencia visual que lo acompañó durante toda su vida y fue empeorando con los años. En 1938, tras un accidente, el problema aumentó y hacia el final de sus días estaba completamente ciego.
A pesar de esto, continuó escribiendo por dictado y se mantuvo vigente hasta sus últimos días. En este poema se refiere a una condición que le impedía disfrutar de lo que más amaba en la vida: los libros.
Sin embargo, la literatura sigue siendo parte de su imaginario. El hablante afirma » con el verso / debo labrar mi insípido universo». Con ello, afirma el poder de las palabras sobre la realidad, pues en su oscuridad lo siguen acompañando.
5. Las cosas
El bastón, las monedas, el llavero,
la dócil cerradura, las tardías
notas que no leerán los pocos días
que me quedan, los naipes y el tablero,un libro y en sus páginas la ajada
violeta, monumento de una tarde
sin duda inolvidable y ya olvidada,
el rojo espejo occidental en que ardeuna ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,
láminas, umbrales, atlas, copas, clavos,
nos sirven como tácitos esclavos,ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
no sabrán nunca que nos hemos ido.
Los objetos eran elementos vitales en la obra del autor, pues encerraban diversos significados dentro de sus composiciones.
En este poema hace un recuento de aquellos elementos que lo acompañan en su vida diaria y que se han convertido en parte esencial de su existencia. De este modo, alude a la manera que tienen las personas de acumular objetos a los que cargan de significado, aunque por sí mismos no son más que cosas materiales.
Así, hace un llamado al lector, al mostrarle que el individuo es capaz de estar toda la vida creando una colección infinita que no tiene sentido.
6. Las causas
Los ponientes y las generaciones.
Los días y ninguno fue el primero.
La frescura del agua en la garganta
de Adán. El ordenado Paraíso.
El ojo descifrando la tiniebla.
El amor de los lobos en el alba.
La palabra. El hexámetro. El espejo.
La Torre de Babel y la soberbia.
La luna que miraban los caldeos.
Las arenas innúmeras del Ganges.
Chuang-Tzu y la mariposa que lo sueña.
Las manzanas de oro de las islas.
Los pasos del errante laberinto.
El infinito lienzo de Penélope.
El tiempo circular de los estoicos.
La moneda en la boca del que ha muerto.
El peso de la espada en la balanza.
Cada gota de agua en la clepsidra.
Las águilas, los fastos, las legiones.
César en la mañana de Farsalia.
La sombra de las cruces en la tierra.
El ajedrez y el álgebra del persa.
Los rastros de las largas migraciones.
La conquista de reinos por la espada.
La brújula incesante. El mar abierto.
El eco del reloj en la memoria.
El rey ajusticiado por el hacha.
El polvo incalculable que fue ejércitos.
La voz del ruiseñor en Dinamarca.
La escrupulosa línea del calígrafo.
El rostro del suicida en el espejo.
El naipe del tahúr. El oro ávido.
Las formas de la nube en el desierto.
Cada arabesco del calidoscopio.
Cada remordimiento y cada lágrima.
Se precisaron todas esas cosas
para que nuestras manos se encontraran.
Borges consideraba la literatura como una construcción en la que podían encontrarse ecos de otros textos que la inspiraron. Así, la creación se plantea como un trabajo en el que se cruzan múltiples influencias.
En su ensayo Otras inquisiciones (1952) afirmó que «el libro no es un ente incomunicado: es una relación, es un eje de innumerables relaciones”. Por ello, en su obra siempre se encuentran presentes referencias a otros libros, autores, mitos e infinidad de elementos de la religión, la cultura y el arte.
En «Las causas» hace un repaso histórico en el que demuestra su erudición al nombrar diversos hechos y objetos que forman parte del imaginario de la humanidad.
Asimismo, esta lista sirve para explicar su teoría sobre la circularidad del tiempo, pues todo aquello tuvo que suceder en el mundo para que él pudiera encontrar finalmente a su amada.
7. Remordimiento por cualquier muerte – Jorge Luis Borges
Libre de la memoria y de la esperanza,
ilimitado, abstracto, casi futuro,
el muerto no es un muerto: es la muerte.
Como el Dios de los místicos,
de Quien deben negarse todos los predicados,
el muerto ubicuamente ajeno
no es sino la perdición y ausencia del mundo.
Todo se lo robamos,
no le dejamos ni un color ni una sílaba:
aquí está el patio que ya no comparten sus ojos,
allí la acera donde acechó su esperanza.
Hasta lo que pensamos podría estarlo pensando él también;
nos hemos repartido como ladrones
el caudal de las noche y de los días.
En este poema, se refiere a la defunción de una persona desconocida que en sí misma encierra el concepto de muerte. Así, alude al binomio: vida-muerte, pues son dos polos que se cruzan constantemente. En su visión, los vivos le roban la existencia a quienes perecieron. De esta manera, hay una especie de deuda hacia quienes se han ido y tiene que ver con disfrutar del mundo que los otros dejaron.
Funes el memorioso es un cuento del escritor argentino Jorge Luis Borges. Apareció en Ficciones, una colección de cuentos y relatos publicada en 1944.
El protagonista sufre de hipermnesia, un síntoma del síndrome del sabio , al no dormir no eliminamos recuerdos El cuento narra el encuentro de un estudiante porteño con Ireneo Funes, un joven de Fray Bentos, Uruguay, con rarezas como la de no darse con nadie y la de saber siempre la hora, como un reloj.
Postrado como consecuencia de un accidente que tuvo a los 19 años, primero perdió el conocimiento y luego, al recobrarlo, comenzó a ser capaz de recordar todo objeto y todo fenómeno con una memoria prodigiosa y detallada, cualquiera que fuese su antigüedad. Si antes podía saber la hora sin ver el reloj, ahora Funes decía
:Más recuerdos tengo yo que los que habrá tenido todos los hombres desde que el mundo es mundo.
Mi memoria es como vaciadero de basuras.
El autor sostiene que, a fin de cuentas, Funes carecía de la capacidad del pensamiento:
Pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer. En el abarrotado mundo de Funes no había sino detalles, casi inmediatos.
Ireneo Funes murió en 1889, de una congestión pulmonar, a los 21 años