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Hoy día 17 de diciembre 2 017, aparece en la contra de LA VANGUARDIA, un prometedor artículo, donde el Doctor ángel Chamorro, director de la unidad de patología vascular cerebral del hospital clínico de Barcelona, cuenta como el ácido úrico se muestre eficaz en el tratamiento del ictus.
Durante mucho tiempo el ácido úrico fue considerado un producto de desecho del catabolismo de las purinas en el hombre, sin ningún tipo de papel fisiológico. Cuando está aumentado en el cuerpo humano es considerada un factor de riesgo en diversas patologías. Sin embargo, en los últimos años, diversos estudios han destacado la capacidad antioxidante del ácido úrico confiriéndole algunos beneficios.
Los antioxidantes son sustancias que tienen la capacidad de retardar o prevenir la oxidación en presencia de oxígeno, o sea se encargan de contrarrestar los efectos nocivos de los radicales libres, causantes de envejecimiento y de algunas otras enfermedades.
Los radicales libres son moléculas inestables que buscan su estabilidad recorriendo nuestra organismo intentando captar un electrón de las moléculas estables lo que desencadena potenciales reacciones en cadena destructoras de nuestras células.

Los antioxidantes pueden tener un origen exógeno o endógeno, los primeros son aportados principalmente por los alimentos, mientras que en los endógenos son producidos por el mismo organismo como un mecanismo de defensa intrínseco.
Varios son los antioxidantes endógenos que utiliza nuestro organismo para defenderse de los excesos de oxidación, entre ellos las enzimas y coenzimas súper oxido dimutasas, gatalasa, peroxidasas GSH y el ácido úrico.
Hasta ahora no se había aportado defecto orgánico funcionar en relación con la bajas tasas de ácido úrico en sangre. Esta presente tanto dentro de las células como en la mayoría de los fluidos corporales, lo que posiblemente le permite tener un mayor espectro de acción antioxidante dentro del cuerpo humano. De hecho, el ácido úrico es el antioxidante no enzimático más importante del cuerpo humano, con un espectro de acción amplio, siendo capaz de capturar radicales libres, iones metálicos tales como el hierro y el cobre, inhibir el daño producido por el peroxinitrito (radical libre altamente reactivo) y actuar como una sustancia oxidable capaz de aceptar electrones.
Un estudio del Hospital Clínico de Barcelona ha probado los efectos neuroprotectores del ácido úrico, lo que puede ayudar en el pronóstico de casos de infarto cerebral. El ácido úrico como antioxidante natural, podría combatir el exceso de radicales libres en el cerebro, que actúan perjudicialmente durante el infarto. Esto se interpreta como un signo de que los niveles de ácido úrico son buenos indicadores del estrés oxidativo al que se somete el organismo por la acción de factores de riesgo cardiovascular, lo que ha llevado al Hospital Clínico de Barcelona a perfilar el ácido úrico como un nuevo marcador independiente del pronóstico de la enfermedad.
Esta capacidad neuroprotectora del ácido úrico también ha sido identificada en modelos de isquemia experimental, en estos ensayos con animales la administración exógena de ácido úrico redujo el volumen de lesión y el grado de afectación neurológica de la isquemia. También en un estudio reciente se analizaron 881 pacientes consecutivos con ictus en los que se midieron los niveles de ácido úrico antes del inicio de los síntomas. En estos pacientes, tanto la afectación neurológica inicial como el tamaño final del infarto y la situación clínica en el momento del alta médica estaban inversamente relacionadas con los niveles séricos de ácido úrico, observándose también que por cada mg/dl de incremento del ácido úrico existía un 12% de incremento de la probabilidad de recuperación neurológica completa.

También en la enfermedad de Parkinson, se conocía desde hacía tiempo la utilidad en de los antioxidantes. Según un estudio realizado en 2008 por el Instituto MassGeneral para Enfermedades Neurodegenerativas y la Escuela de Salud Pública de Harvard, los niveles naturalmente elevados del antioxidante ácido úrico podrían frenar la progresión de la enfermedad de Parkinson en el ser humano
En la esclerosis múltiple, también se ha mostrado eficaz la capacidad antioxidante del ácido úrico.
Administrar ácido úrico a pacientes que han sufrido un accidente cerebrovascular, combinado con fármacos trombolíticos para disolver los coágulos de la sangre en las primeras horas, reduce las secuelas del ictus o infarto cerebral. En un estudio realizado a 421 pacientes de diez hospitales españoles que habían sufrido un ictus agudo, casi el 40% de ellos estaba libre de secuelas a los tres meses del accidente, en comparación con el 33% de los pacientes tratados con placebo, es decir, que sólo habían recibido el tratamiento trombolítico habitual. Las mujeres, los pacientes con elevados niveles de glucosa y los que habían sufrido un ictus leve, respondieron mejor al nuevo tratamiento.
El ácido úrico es un compuesto de desecho del metabolismo humano relacionado con la gota –un tipo de artritis que se manifiesta con un dolor intenso-, la diabetes o problemas cardíacos. Sin embargo, parece ser una sustancia que actúa como neuroprotector en el infarto cerebral. “Llevamos 12 años estudiando el comportamiento del infarto cerebral en pacientes a través de diferentes técnicas”, explica el Dr. Chamorro. “Hemos observado tanto en animales como en humanos, que los sujetos que habían sufrido un ictus y tenían el ácido úrico elevado, se recuperaban mejor. Actúa como un potente antioxidante, evitando la formación de radicales libres cuando la arteria se tapa”, matiza.
De esta forma, los investigadores del Clínic colocan al ácido úrico en primera línea de tratamiento para el ictus agudo, proponiendo un cambio el abordaje terapéutico actual de una enfermedad que sufren 12 mil personas en Cataluña, 100 mil en España y 1 millón de europeos al año.
El Dr. Chamorro señaló que el estudio podría explicar por qué las mujeres sufren más discapacidad después de un accidente cerebrovascular que los hombres. “Los niveles de ácido úrico en mujeres es 2mg menor que el de los hombres, por lo tanto están menos equipadas para combatir el estrés oxidativo propio del ictus. Por eso el nuevo tratamiento podría ser más efectivo en ellas”.
La mitad de los pacientes del estudio eran mujeres y la edad media fue de 76. La mayoría tenía otros problemas de salud y fueron tratados en 10 unidades de ictus de toda España. Todos los pacientes recibieron el activador del plasminógeno tisular tPA como tratamiento trombolítico y fueron asignados al azar para recibir el ácido úrico o placebo. El Hospital Clínic de Barcelona está trabajando en un nuevo estudio con fondos europeos para validar los resultados de este estudio en una muestra mayor de pacientes.
Los cuadros patológicos vasculares cerebrales, se acompañan sistemáticamente de inflamación, y el organismo reacciona con un método amplio y complejo del sistema inmunitario, en un intento de reparar los daños. Pero es objetivo que está inflamación en la forma aguda incrementa el daño. De forma que la terapia de estar dirigida a reparar el cuadro de isquemia cerebral, y el edema cerebral que acompaña a los ictus, sean isquémicos o hemorrágicos-
En la tesis doctoral de la Doctora Silvia Núñez Videgaray, y dirigida por mí. Estudio 50 casos de hematomas cerebrales que acompañaban a la contusión cerebral traumática, aparecía un edema cerebral que circunscribía al hematoma y que desde los primeros días, iba aumentando por lo menos durante la semana siguiente. Midió de una manera secuencial el volumen del hematoma y de edema que le acompañaba. Y a medida que el hematoma disminuía de volumen, aumentaba el edema. De forma que el pronóstico estaban relación con el aumento del edema y no con el volumen del hematoma. Esto ocurría tanto serían evacuados quirúrgicamente los hematomas, como si no lo eran. El edema aparece siempre y es muy difícil controlarlo.
La inflamación cerebral con todo su cortejo agudo y crónico aparece siempre en la lesiones cerebrales agudas, tanto traumáticas como vasculares.
De forma que me parece muy acertado ingenioso, utilizar antiinflamatorios, o parte de ellos como es el caso de los antioxidantes en la lesiones vasculares cerebrales.
En la actualidad la inflamación es el centro de la patología. Cuando es aguda pone en peligro la vida del paciente y en utilizar todos los recursos. Desde los antidemás, alardes comprensivas quirúrgicas. Pero la inflamación crónica es mutilante irresponsable del estrés postraumático. Repito; sea traumático, vascular, infeccioso y posiblemente también metabólico. La atracción del fenómeno inflamatorti, nos está mostrando, que esto es más complejo de lo que pensábamos.
Le doy la enhorabuena desde aquí, al Dr. Chamorro, por haber conseguido disminuir el daño que provoca el ictus, inhibiendo la reacción de los radicales libres, con un procedimiento tan sencillo como utilizar el ácido úrico. Esto no va a disminuir la incidencia de ictus, pero sí va a mejorar los resultados.
Queda ahora por saber, como evitar que disminuya el calibre de los vasos cerebrales de manera progresiva y que siempre conducen al ictus sobre todo por isquemia. El ictus hemorrágico es otra cosa, se rompen arterias. Por aneurismas, malformaciones vasculares cerebrales, o porque la reperfusión que sigue a la isquemia cerebral, aumenta de tal forma el flujo local cerebral, que rompe el vaso y produce hemorragia.
Sea como sea, que la inflamación, aguda o crónica está siempre presente. El control de esta mejorarán los resultados.