CONFESIONES DEL PSIQUIATRA CARL ERIK.

Especializado en adicciones y bioética

Neoyorquino, profesor en la Universidad de Columbia, Nueva York, Casado con un hijo.

Cree que es importante que los ciudadanos se impliquen en temas políticos, el aislamiento es uno de los factores depresivos. Es budista zen practicante.

El valor de este relato es que lo hace un alcohólico de familia alcohólica pero además Psiquiatra que se dedica al tema de la adicción.

Foto: Beowulf Sheehan Carl Erik

Las adicciones han arruinado las vidas de incontables millones de personas; se trata de una enfermedad ancestral aún incomprendida y que seguimos sin saber abordar de manera efectiva. Fisher vivió en propia carne lo que significa ser alcohólico, un problema que había afectado a su familia durante generaciones. Esa doble vertiente de experto y paciente le ha llevado a bucear en el problema, en su historia y en las diferentes maneras de abordarlo. Con una honestidad y una profundidad encomiables ha escrito Nuestra historia de la adicción (Tendencias), donde cuenta su propio caso y todo lo que sabemos, muy poco, de cómo tratarlas. “Necesitamos una visión más amplia y sobre todo compasiva ante un problema común”. Él, en su consulta privada, aplica técnicas complementarias e integrativas para tratar las adicciones.

Yo era un joven psiquiatra adicto al alcohol; como lo eran mis padres, ambos.

¿Cuándo empezó a beber?

A los 16 años en una fiesta pasé de cero a cien, quería ser aceptado en el clan de los chicos guais y me di cuenta de que beber me funcionaba, me ayudaba a eliminar la ansiedad, las inseguridades y esa idea de que no encajaba.

Pudo estudiar la carrera de Medicina.

Sí, era un médico joven en la ciudad de Nueva York, un académico que ganaba un montón de premios, y me sentía en la cima del mundo.

¿Era un triunfador alcohólico?

Sí, y eso es así para muchas personas, que pueden llegar a perder su salud y su serenidad, pero se aferran al trabajo, que para mí tenía que ver con quién yo creía que era, y me demostraba que estaba sano.

¿Un problema hereditario o aprendido?

Ambos. Nuestro pasado y nuestra biología nos influyen, pero podemos revertirlo.

Cuénteme su experiencia como médico y como paciente.

Cuando en mi primer año de prácticas trataba a pacientes con problemas hepáticos o que venían a urgencia con la garganta fracturada de tanto vomitar, pensaba: “Este podrías ser tú”.

Empezaba a ser consciente.

Sí, y eso me ayudó a reconocer la profundidad y la fuerza de la negación. El alcoholismo es muy común, hay mucho dolor, y eso es lo que lleva a las personas a las adicciones.

¿Qué pasos siguió usted?

Pasé muchos años intentando superarlo solo y no funcionó. Tuve la suerte de poder entrar en un programa de médicos con adicciones; no lo hubiera logrado sin esa ayuda.

Alcohólicos Anónimos parece un buen camino.

Es un programa fantástico, pero la evidencia científica nos dice que el abordaje de talla única no es el correcto. Necesitamos más curiosidad sobre las diferentes formas como la gente crece y cambia.

¿Las adicciones son una enfermedad que se ha tratado como dejadez personal?

Sí, los adictos son los grandes abandonados, pero el término enfermedad es muy reduccionista porque en las adicciones también contribuyen cuestiones culturales y sociales.

Son muchas las adicciones.

Alcohol, drogas, juego, trabajo, sexo, comida, al móvil… La adicción es un problema al que puede ayudar la medicina, pero que va más allá de la medicina.

¿La adicción está en todos nosotros?

Sí, y desde siempre. El gran misterio desde hace 500 o 600 años es por qué la gente sigue recurriendo a ellas cuando la necesidad de parar es vital.

El adicto es una persona que llega a este vicio por múltiples causas ya sean familiares ambientales pero sobre todo por una insuficiencia vital y le obliga a proyectarse con el alcohol y la pregunta es qué estructura cerebral se altera para necesitar una droga qué ayude a eliminar el disconfor.

Un adicto no lo es cualquiera necesita una serie de condiciones que van desde un ambiente familiar o social, una cultura que depende de los medios pero sobre todo por un cerebro que se lo permite..

Tengo la impresión de que la educación no sirve para mucho y los medios sociales que te preocupas del tema llegan donde puede llegar.

Ha sido la maldición de los tiempos la historia nos informa de las epidemias de drogadicción, moduladas por un entorno tanto físico como psíquico que empuja al individuo a drogarse. Pero con unas condiciones personales qué hacen que la misma condición que lleva a algunos individuos de la misma familia y la misma educación hacer Pacífico y normales, otros de la misma familia y de la misma educación necesitan de la adicción.

Cuando se ve el brazo de una persona que se hace Cutting te quedas sorprendido de la estupidez del cuadro.

Qué quiere hacer la persona que se lesiona los brazos y por supuesto le da dolor, para tomar esta actitud.

Más explicable es el suicida tengo tanto ruido en mi cabeza que prefiero no vivir.

Pero nuestra sociedad trata de arreglar estos desmanes con palabras y no es este el camino. Es necesario comprender la fisiopatología del acontecimiento y la localización anatómica de las estructuras cerebrales que no están funcionando adecuadamente

Los fenómenos psíquicos tienen un sustrato orgánico sin los cuales no se producen. Pero sobre todo necesitan el control del lóbulo frontal el lóbulo de la recompensa, para permitirlas.

El cambio de Estado anímico que proporciona unas copas de vino es hasta cierto punto explicable pero lo que no lo de hacerse cortes en los brazos o suicidarse porque no se puede soportar el ruido de mi cerebro. No es entendible.

Cuando se parte de una verdad a media cualquier cosa es válida pero no verdadera.

Es casi un tema filosófico.

De hecho, filósofos, teólogos y científicos han estudiado esa zona gris entre el control y la impotencia. Y creo que nunca vamos a ver el final de la adicción. La respuesta es la aceptación tanto en el plano individual como en el humano.

La curación que se obtiene en algunos de estos individuos mediante lesiones frontales desde hace ya 150 años, nos demuestra que esto es orgánico que hay algo que no permite al cerebro controlar los desmanes del cerebro medio que envía a la corteza cerebral de manera continuada y repetitiva mensajes incompatibles con el equilibrio.

La palabra y consejos de experto dudo mucho que sea capaz de organizar lo alterado.

Pero no se quien es capaz de orquestarlo.

Lo peor de todo es que una corporación de malvados y con el objetivo de enriquecerse, facilitan el proyecto, pero en un ambiente idoneo

¿No hay una cura?

Yo hace muchos años que no bebo, pero la adicción está en mí. Creo que la noción de cura­ puede ser muy peligrosa, es algo que aceptar, con lo que trabajar para la transformación, para poder amigarnos con el sufrimiento.

¿Los médicos adictos también recaen?

Los médicos en rehabilitación debemos firmar un contrato de cinco años sin alcohol para no perder la licencia médica y hacer seguimiento. La mayoría lo consiguen, pero muchos vuelven a beber transcurridos esos años.

¿Tiene idea de por qué?

Tiene que ver con la forma en que las personas trabajan con su propio dolor y lidian con todos los desafíos del mundo actual. La adicción es una característica de nuestro sistema psicológico. La cuestión es cómo doy sentido al mundo, y hay que plantear estas cuestiones dentro de la psicoterapia.

¿Es posible superar las adicciones sin los otros?

No creo ni que sea posible vivir sin los otros. Parte de mi recuperación fue poder compartir mi experiencia y saber que yo no era el único que estaba herido.

Ahora se empieza a consumir cannabis a muy corta edad.

En la historia ha habido diferentes epidemias de drogas. Ahora el cannabis no solo está más expandido, sino que cada vez es más fuerte. Muchos jóvenes acaban psicóticos.

¿Hay que prohibir las drogas?

No funciona, se ha intentado muchas veces, todas las sociedades usan drogas, tiene que haber una tolerancia bien controlada, mucha regulación e información cabal.

Ha humanizado usted al psiquiatra.

“Nunca pensé que usted pudiera haber tenido los problemas que yo tengo, y eso me da esperanza”, me dicen los pacientes. Ser adicto no significa que estés roto para siempre, la investigación demuestra que muchas personas tienen una increíble capacidad de transformar su vida, y esto me encanta.

Esto en la historia no ha dado resultados validos y si los agrava determinados acontecimientos como las epidemias y no solo por su maldad y condiciones sociales, sino porque alteran el funcionamiento de la fisiología cerebral, por lo menos, que también participan otras estructuras corporales.

Como se puede entender que una lesión fontal o talamica, haga que el enfermo terriblemente dolorido por una patología, que le impide seguir viviendo, permita que se olvide del dolor “no tiene ya sentimiento de dolor aunque si persiste la sensación del daño.

Mi axioma es, con cuidado, “no cuente con la voluntad de un adicto”

Este escrito como puede entender el lector, si los hay, es el resultado de lo que dice “EL PSIQUIATRA CARL ERIK” y lo que pienso yo

IMA SANCHÍS 19/11/2022