CARTA A DÑA. PIEDAD BONNETT.

Poeta y novelista que padeció el suicidio de su hijo.

Y aun asi sigue creyendo en la ética y en la belleza del mundo

Era esquizofrénico. Se destapó, como suele ocurrir, entre los 18 y los 19 años. Daniel fue un chico funcional, un gran artista, pero la vida tenía para él un peso adicional enorme.

Acepté. Se suicidó a los 28 años. Respeto el suicidio como una opción personal. Daniel renunció al futuro porque no podía soportar la vida cotidiana, oía voces que le hablaban, sufría paranoias.

Utilizo la publicación de la Vanguardia, para confortar a mi manera a esta señora tan dolida con la muerte de su hijo.

Le ofrezco algo más fácil que un poema, la buena medicina y sobre todo la preventiva, pero no la de la calle, sino la de los buenos médicos, aunque no sepan decirlo tan bellamente.

Necesitamos reconstruir nuestro cerebro que el pobre no está bien terminado

Copio parte de la entrevista y añado un comentario

Vivimos en una sociedad cruel. Con la medicación adecuada muchos de esos indigentes serían funcionales, como lo fue Daniel, que hizo una obra maravillosa.

Contó el suicidio de su hijo en Lo que no tiene nombre.

Recibí cientos de cartas de madres que habían pasado por lo mismo, pero las que más me impresionaron fueron las de chicos y chicas sensibles y descontentos con su vida, con su aspecto, con la exigencia desmedida de la sociedad, y eso les coloca en el abismo.

Recibió una avalancha de dolor terrible.

Comprendí el mal que hace el silencio. Para la mayoría de esos jóvenes su malestar es un secreto, decían que si lo contaban los considerarían tontos o peligrosos.

¿Vivimos una epidemia de melancolía?

Tenemos que volver a encontrar lugares de sosiego y de introspección. Demasiado ruido, no hay el silencio necesario para un proceso de reencuentro con nosotros mismos. Pero es complejo, porque estos jóvenes no pueden escapar a la época en la que viven.

Y donde esta esto señora. Cada dia mas ruido, mas técnicas, mas drogas, mas despropósitos eso si con mucha elegancia, y con vosotros los poetas que contáis sueños

¿Alguna creencia que la consuele?

Creo en la sabiduría cósmica, algo que la naturaleza nos está mostrando. Un orden que no alcanzamos a comprender. Pero no creo en lo divino, sino más bien en la divina indiferencia. Un orden indiferente al ser humano.

Ha reflexionado sobre la familia…

Pienso que la hemos sacralizado en exceso. Todos sentimos la necesidad de crear ese núcleo de apoyo, pero la familia está llena de perturbaciones, está en el centro del conflicto humano, y alrededor de esa verdad hay mucho silencio y mucha violencia.

¿Por qué?

Cuanto más cerca está el prójimo, más tenemos que tolerar. Y eso nos produce una gran violencia interna, vivimos llenos de asuntos por saldar, de reproches que reprimimos.

En la familia cada cual tiene sus secretos.

Compartirlos nos haría bien. El amor es la luz por excelencia, pero es mucho más difícil de lo que creemos. Nunca entenderemos del todo al otro, ni siquiera a nosotros mismos.

¿El mayor reto al que nos enfrentamos?

El demonio interior. Lo dramático de esta sociedad es el nivel de banalidad. Lo que más me asombra es cómo hay personas que se insertan en un orden prefijado y viven vidas de una medianía espantosa. Me aterrorizan las personas que no tienen hondura.

No es para menos.

Somos el producto de una civilización que se llena con cosas. Seres a la deriva, un hormiguero, cada uno corriendo a hacer sus tareas, esquivando a depredadores y al pasar del tiempo. Pero también somos capaces de la mayor solidaridad. Lo feo es bello.

¿Como la vejez?

Mis padres tienen 95 y 99 años, así que conozco a fondo la decrepitud: terrible y dolorosa, pero a partir de los 70 se abre una etapa creativa, de paz y descubrimientos.

¿Cuando el gozo está en el presente?

Lo descubrimos tarde. Siente que estás vivo, siente el frío, el calor, vive cada segundo con intensidad. No pases corriendo por la vida.

Así debería ser siempre.

Goza naturalmente cada cosa que se te va dando y sufre naturalmente cada cosa que se te va dando. Y acepta la muerte de un hijo como algo que la vida te trae. Acéptalo, acéptalo. No te reveles. No te des contra las paredes.

Aceptación, es tan difícil.

Esta vida no tiene el sentido que nos vendieron, debes construirte tu propio sentido, es la única posibilidad. Y no te aferres a la felicidad, aférrate a ti, estate contigo.

Y esto como se hace, pregúntele a un obsesivo si puede de manera voluntaria abandonar su adicción a lo que sea. Esto me parece injusto hasta el pensarlo.

Regáleme uno de sus versos…

No hay cicatriz, por brutal que parezca, que no encierre belleza. Una historia puntual se cuenta en ella, algún dolor. Pero también su fin. Las cicatrices, pues, son las costuras de la memoria.

La epidemia de suicidios en los jóvenes que estamos sufriendo, es terrible y además no tenemos armas para luchar con ella.

De nuevo siento su dolor, pero por favor busque en algo que, nos de algún resultado, la investigación del cerebro, el método que usted propone no ha sido nunca eficaz y dudo que lo sea en el futuro

Los desórdenes que estamos viviendo, solo se explican como una maldición de quien sea.

Hacer un ejercicio mental para contener el desorden de nuestros jóvenes, es por lo menos una una ineficacia. Estos ante sus problemas psíquicos. ni tienen nada de voluntad, ni esta puede hacer nada.

Esto Sra. Es orgánico y orgánico hasta los cromosomas y la voluntad no sabe ni como empezar.

Cuando entendamos que lo que estamos viviendo, lo proporciona un cerebro deficientemente desarrollado, empezaremos a buscar donde esta el daño.

Este cerebro no ha funcionado nunca bien. Sobre todo en ponerse de acuerdo.

El hombre no sabe ponerse de acuerdo y posiblemente en su evolución hubo un momento que al aumentar su numero aparecieron desavenencias que aun no se han reparado.

El sistema de las emociones y memorias, esta hecho a retazos y desde luego no terminado y es el, con sus deficiencias el que nos induce a esta vida sin armonía y con dolor, que estamos viviendo.

Desproporciones sociales, guerras, adicciones de todo tipo y sobre todo los terribles suicidios, no se quitan con la voluntad personal.

Si algo, con la ayuda de la medicina, evidentemente muy desarrollada, pero ni mucho menos suficiente.

Pero mientras no encontremos la estructura que modifica nuestra actitud en la adversidad. Podremos escribir lo que nos imaginemos.

Pero recuerde esto es absolutamente orgánico y posiblemente desorganizado aún más, por un ambiente cargado de polución físicas y sobre todo psíquica, que estas nuestras estructuras emocionales no saben reparar.

Necesitamos otro cerebro o un añadido que tenga capacidad para modular los entuertos del tipo que sean.

Mientras tanto, seguiremos machacando al que las sufre con el “TU PUEDES”

Y además querida señora, los demonios que menciona, son de verdad, es mas fácil esta concepción que pensar en términos poéticos.

La única defensa del pobre ser humano, es que no puede hacer mas. No esta aun terminado.

Pero seguro que lo conseguiremos, pero mientras tanto nos quedan muchos sufrimientos.

Donde esta la voluntad de los que luchan en Ucrania, no saben ni el porqué, pero siempre hay un demonio que los dirige que como decía una vez su Santidad el Papa Francisco, es muy inteligente. “Pero es un demonio”

Que Dios nos proteja y mientras mi sentido pésame por lo que sufre Dña Piedad.

Ima Sanchis La Vanguardia