Dos trabajos tocan el mismo tema e invita a la meditación.

¿Quien tiene la razón o los dos ¿

La fiebre alta podría suavizar algunos síntomas del autismo en niños. Según un estudio realizado a 30 niños con autismo en el Instituto Kennedy Krieger de Baltimore (EE UU).

La fiebre restablece las comunicaciones entre las células en zonas del cerebro autista, devolviendo al niño la capacidad de interactuar. El autismo y los 'despertares' de la fiebre

Ruth Christ Sullivan publicó por primera vez los beneficios de la fiebre en 1980 en Parents Speak, su columna en el Journal of Autism and Developmental Disorders.

Posteriormente en un brote de infección de las vías respiratorias superiores en una guardería del Hospital Bellevue. Los niños autistas que estaban allí internados y tuvieron fiebres entre 38,8 y 40,5 grados C socializaron con otros niños y adultos como nunca los habían visto antes.

La mayoría de las mejoras desaparecieron unos días después, cuando la temperatura volvió a la normalidad. También ha habido informes ocasionales de mejoras breves pero muy notables tras procedimientos estresantes, como una extracción de sangre.

“Durante un brote de fiebre, bastantes personas con autismo se vuelven más comunicativas y abiertas y mejoran en sus síntomas y se manifiesta de forma diferente”

Las características que presentan:

Estan mas tranquilos. Tienen menos estereotipias, mejor sueño y más concentración.

Esta mejoría es transitoria, nunca curan el autismo.

Un estudio prospectivo que comparaba el comportamiento de los niños con TEA durante fiebres superiores a 38 grados frente al comportamiento de niños con TEA y sin fiebre .

Los padres observaron menos irritabilidad, menos hiperactividad, menos actos repetitivos y menos habla inapropiada durante el período con fiebre. Estas diferencias no dependían del estado de letargo, la intensidad de la fiebre ni la gravedad de la enfermedad. La publicación de este estudio generó una avalancha espontánea de informes de otros padres sobre el efecto de la fiebre en el alivio del autismo y otros trastornos.

Esto ha sido ratificado en la literatura, aunque también lo contrario

«Durante la fiebre el cambio es muy evidente, experimentan un mayor estado de alerta, una disminución del aislamiento social y comportamiento autolesivo, un aumento del comportamiento verbal y un intento de intento de acercarse y comunicarse con los adultos».

En otra descripción: «Cuando los autistas tienen una fiebre moderada, invariablemente muestran patrones de comportamiento normales, incluyendo un mayor deseo o capacidad de comunicarse». Los cambios más llamativos suceden cuando la temperatura corporal aumenta entre 1,5 y 2,5 grados.

Cuando se les provoco calor desde fuera metiendo a los niños en una sauna, una sala de vapor o en baños calientes, no hubo resultados consistentes

La respuesta a la fiebre no es similar en todos los niños con TEA.

Catherine Lord describió las características de los jóvenes que tienen más probabilidades de experimentar el efecto fiebre.

Simons Simplex Collection mostro datos de 2.152 niños con autismo que participaron en el proyecto de investigación.

Los padres de 362 niños, el 17%, informaron de que sus hijos o hijas habían experimentado el efecto fiebre. Como grupo, esos niños también tenían menos habilidades cognitivas no verbales, menos lenguaje y más comportamientos repetitivos que los niños que no experimentaron el efecto fiebre.

Otros estudios han encontrado que el número de niños beneficiados era mayor, del 30-40% o incluso del 80%.

Dentro de ese grupo que sí presenta cambios positivos hay un grupo que mejora unas horas antes de la aparición de la fiebre y son los que tienen las mejoras más notables durante la fiebre y los más propensos a tener efectos duraderos después de que la fiebre disminuya. Son en torno 10% de los que tienen el ‘efecto fiebre’.

 

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LO Lo conrtrario Llama la atendion que también se publica algo diferente

La fiebre durante el embarazo con mayor riesgo de autismo

Una investigación llevada a cabo con 96.000 niños relaciona episodios de fiebre de la madre durante el embarazo con el aumento del riesgo de que el niño sea diagnosticado con trastorno del espectro autista (TEA).

Vinculan la fiebre durante el embarazo con mayor riesgo de autismo

Los síntomas del autismo se hacen evidentes sobre los dos años de edad y pueden durar hasta la edad adulta.

La fiebre de la madre durante el embarazo, especialmente durante el segundo trimestre, podría aumentar el riesgo de que el niño sea diagnosticado con trastorno del espectro autista (TEA).

Esa es la conclusión que arroja un estudio que acaba de ser publicado en la revista científica ‘Molecular Psychiatry y que podría arrojar algo de luz a las causas de una condición neurológica que, pese a las numerosas investigaciones, continúa siendo muy desconocida.

El trabajo, que ha sido llevada a cabo por un grupo multidisciplinar de investigadores procedente de la Universidad de Columbia (Estados Unidos) y del Instituto de Salud Pública de Noruega, sostiene la teoría de que los agentes infecciosos que provocan la respuesta inmune de una mujer embarazada pueden interrumpir el desarrollo del cerebro del feto en un momento crítico, lo que podría conducir a trastornos como el autismo.

Los hijos nacidos de mujeres que habían padecido episodios de fiebre a lo largo del segundo trimestre de embarazo tenían hasta un 40% más de probabilidades de ser diagnosticados de TEA

Se analizaron la información procedente de la base de datos del Norwegian Mother and Child Cohort Study (MoBa) de cerca de 96.000 niños (51,4% varones) nacidos en Noruega entre los años 1999 y 2009, entre los que se diagnosticaron un total de 583 casos de TEA. Encontraron que el 16% de las madres de los niños refirieron en algún momento del embarazo uno o más episodios de fiebre de diversa importancia.

La información se recogió durante los embarazos y poco después del nacimiento, por lo que se redujo al mínimo los posibles sesgos por recuerdo de las madres. El equipo utilizó modelos de regresión logística para buscar asociaciones entre la fiebre durante cada trimestre y el riesgo de TEA.

Los hijos nacidos de mujeres que habían padecido uno o dos episodios en el embarazo tenían hasta 1,3 probabilidades más de ser diagnosticados de TEA. Al analizar los datos por trimestres encontraron que los hijos nacidos de mujeres que habían padecido episodios de fiebre a lo largo del primer trimestre de embarazo tenían hasta un 34% más de probabilidades de ser diagnosticados de TEA; una cifra que aumentaba hasta el 40% durante el segundo, para descender hasta un tímido 15% en el tercer y último trimestre.

Mecanismos biologicos .

La fiebre aumenta la temperatura del cerebro humano.

Un aumento de un grado centígrado acelera el metabolismo de las neuronas en un 11% por lo que el hipotálamo regula estrechamente las temperaturas del cuerpo y del cerebro y las mantiene entre 36,6 y 37,1 C y usa métodos como la sudoración, la vasodilatación o las tiritonas para mantenerlo bajo control. Cuando una infección bacteriana o vírica requiere que el hipotálamo aumente la temperatura corporal hasta un nuevo punto de referencia llamado fiebre, los mecanismos de enfriamiento se suprimen. Cuando la temperatura se estabiliza en el nuevo punto de referencia, el de la fiebre, el flujo sanguíneo a la piel vuelve a equilibrar la ganancia y la pérdida de temperatura, y el niño no siente ni frío ni calor. Cuando la fiebre se desploma (crisis febril) los vasos sanguíneos de la piel se dilatan bruscamente y la sudoración es profusa.

Una segunda posibilidad son las proteínas de choque de calor. Las personas producen estas proteínas durante la fiebre para proteger las células del daño.

Una tercera explicación son los cambios en el sistema inmunitario que a su vez actuarían sobre el sistema nervioso.

Un estudio en ratones, publicado en 2020 en Nature, descubrieron que, en unos experimentos que imitan una infección bacteriana, se libera una molécula inmunitaria llamada IL-17a que suprime la actividad de una pequeña región de la corteza cerebral vinculada a los déficits de comportamiento social en modelos animales. Los investigadores comenzaron estudiando ratones que presentaban alteraciones de comportamiento debido a la exposición a la inflamación durante la gestación. Inyectaron a estos ratones un componente bacteriano llamado LPS, que induce una respuesta febril, y descubrieron que las interacciones sociales de los animales volvían temporalmente a la normalidad. Este efecto sobre el comportamiento no es necesariamente el resultado de la fiebre, sino el resultado de la producción de citoquinas.

Se deduce que el sistema inmunitario envía directamente sus mensajeros al cerebro, donde funcionan como si fueran moléculas cerebrales, para cambiar el funcionamiento de los circuitos y la forma de los comportamientos.

Otra posible explicación son los aminoácidos. La glutamina es normalmente el aminoácido más abundante en la sangre, pero su concentración es sistemáticamente baja en el plasma de los niños con TEA, y a menudo baja en su cerebro.

Los niños con un alto nivel de glutamina en el cerebro debido a alteraciones en el ciclo de la urea raramente muestran un comportamiento autista.

En infecciones leves experimentales, disminuye la concentración de aminoácidos plasmáticos, sobre todo de glutamina. Los aminóacidos liberados de los músculos por el catabolismo de sus proteínas son tomados ávidamente por parte de las células inmunitarias, el hígado y el cerebro. Sin embargo, los músculos liberan sus aminoácidos libres mucho antes de que sus proteínas se descompongan por la fiebre.

La glutamina liberada por los músculos sirve como combustible provisional durante la pérdida de apetito (anorexia) que acompaña a la fiebre. La glutamina es un combustible alternativo para las neuronas y astrocitos del cerebro, especialmente durante la hipoglucemia.

La glutamina es también precursora de la arginina el único sustrato del óxido nítrico, que actúa como vasodilatador y también como neurotransmisor atípico.

La taurina es otro aminoácido candidato. Es el aminoácido que se pierde más en la orina de los niños autistas. De hecho, algunos autores han propuesto que la taurina es el primer aminoácido (y el más seguro) para suplementar en estos niños, a la luz de la gran cantidad de taurina presente en el cerebro fetal normal y en la leche materna, y la utilidad de la taurina en la desintoxicación del amoníaco. La taurina no es usada como combustible, pero es transportada a las células excitables, incluidas las neuronas.

Si la fiebre libera glutamina y taurina de los músculos, ¿qué tienen en común estos aminoácidos? Lo más obvio es que ambos son osmolitos orgánicos primarios del cerebro. La taurina se libera del cerebro al líquido cefalorraquídeo para reducir la inflamación provocada por distintos agentes, especialmente el amoníaco. La taurina, al igual que la glutamina, transporta y liga agua.

Una quinta posibilidad es que el factor decisivo en el efecto fiebre sea precisamente el agua. El agua es extraída/transportada desde la mielina cerebral y los astrocitos por los osmolitos glutamina y taurina liberados desde los músculos y el cerebro. El factor decisivo en el retorno del comportamiento autista después de la fiebre sería el retorno del agua.

Es difícil engarzar estos dos trabajos, que dicen casi lo contrario, aunque coinciden en la fisiopatología en parte

Un poco de paciencia

Bibliografia

Norwegian Mother and Child Cohort Study (MoBa)

Good P (2017) Simplifying study of fever’s dramatic relief of autistic behavior. Clin Nutr ESPEN 17:1-7.

Grzadzinski, R., Lord, C., Sanders, S. J., Werling, D., & Bal, V. H. (2017). Children with autism spectrum disorder who improve with fever: Insights from the simons simplex collection. Autism Research : Official Journal of the International Society for Autism Research, doi:10.1002/aur.1856

Lorenzen A (2022) El enigma del efecto febril en el autismo. Mente y Cerebro febrero-marzo. https://www.investigacionyciencia.es/revistas/mente-y-cerebro/el-reto-de-medir-la-inteligencia-852/el-enigma-del-efecto-febril-en-el-autismo-20660

Reed MD, Yim YS, Wimmer RD, Kim H, Ryu C, Welch GM, Andina M, King HO, Waisman A, Halassa MM, Huh JR, Choi GB (2020) IL-17a promotes sociability in mouse models of neurodevelopmental disorders. Nature 577(7789): 249-253.