De Miguel Hernández. Lector empedernido, cuentan que. su padre le pegaba cada vez que le veía leer por la noche.
Vaya por Dios con este padre
Miguel Hernández.
No llegó a cumplir los 32 años. Miguel Hernández murió joven y a consecuencia de una tuberculosis en el penal de Alicante. Su lucha por la defensa de la República le llevó a la muerte .
Que tendrán que ver las políticas con el espíritu de estos indomables, que nos dejan un mensaje, de lo que solo el espíritu de un hombre es capaz de expresar.
A quien hicieron daños sus poemas, y como tipificar sus cualidades. Esto es de Dios, solo el lo entiende, pero el canta su dolor a su acertada manera y a mi como fisiólogo del dolor, nada me ha impresionado tanto como sus poemas.
«Cantando espero a la muerte,
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas»
(Vientos del pueblo me llevan)
Trabajando en el campo, en su Orihuela natal, comenzó a escribir. Su infancia en Alicante y sus raíces impregnarían luego gran parte de su obra. «Miguel era tan campesino que llevaba un aura de tierra en torno a él», afirmaba su gran amigo Pablo Neruda.
«Pintada, no vacía:
pintada está mi casa
del color de las grandes
pasiones y desgracias».
(Canción última)
En plena Guerra Civil fue encarcelado y condenado a muerte. Una pena que gracias a sus amigos y a sus admiradores dentro del bando nacional fue conmutada por 30 años de cárcel. Un período en el que sufrió por su mujer, perdió a uno de sus hijos y enfermó.
«Cuerpos que nacen vencidos,
vencidos y grises mueren:
vienen con la edad de un siglo,
y son viejos cuando vienen»
(Llamo a la juventud)
Al paso de los años, sus amigos le pidieron que se arrepintiese, que renegase de su defensa por la República. Pero nunca aceptó lo que para él era una humillación y prefirió seguir fiel a sus ideas hasta el final de sus días.
«Que mi voz suba a los montes
y baje a la tierra y truene,
eso pide mi garganta
desde ahora y desde siempre»
(Sentado sobre los muertos)
No hay política que se permita el poder de matar poetas
El poema a la muerte de su amigo Ramon, rompe el equilibrio entre el cuerpo y el alma, a el le duele el costado, pero también el aliento
(En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
con quien tanto quería.)
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento.
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
Cómo se puede expresar el dolor con tanta fuerza y acierto. No es posible, cada actitud a secas en la ayuda de una emoción desesperada.
Miguel Hernández no sabe nada de fisiología del dolor, pero sí expresar, con sus palabras el dolor de sus vísceras, el dolor de su emoción el dolor en sus sentimientos.
El vuelo del alma de tu amigo Ignacio tiene prisa madruga en la madrugada .
Migue sabe cantar esto mejor que un fisiólogo porqué ha desarrollado una capacidad de captar lo espiritual, porque eso es espiritual no hay otra forma de entenderlo.
Yo que soy un experto en dolor y qué he buscado de una manera casi apasionada una definición que lo complete, admito que no he encontrado nada tan bello y doloroso.
Cuando preocupado por el dolor buscaba una sentencia oportuna de esta circunstancia consulte a Cooper el neurocirujano americano con más experiencia en el tratamiento de esta maldición y si era efectivo cuando decía el dolor es” una sensación y un sentimiento”. Y es así se siente se topografía se convierte en un mensaje y después se conduce y almacena formando un sentimiento.
Pero la belleza que el poeta añade, no hay fisiología que la iguale, al poeta le duele hasta el aliento, le duele el alma. Sublima su dolor a nivel anímico y más allá de esto no hay nada.
Y esto lo dice un hombre con una formación intelectual como mucho discreta , sin muchos títulos, que busca en su interior cómo describir el dolor a la muerte de su amigo.
De aquí a que podamos encontrar una lógica en este sentimiento hace falta una gran evolución en el ser humano que la buscamos desesperadamente.