En una de las ultimas reuniones que asistimos con el, parte de sus alumnos en la reunion de la sociedad Andaluza de Neurocirugia en Cordoba
A lo largo de nuestra vida nos vemos en ocasiones bendecidos por Dios, y yo me sentí así cuando conocí a Don Pedro, a partir de entonces se potenció mi amor a la medicina.
Cuál es la cualidad que sobresalía en Don Pedro, sin duda su constancia, todas sus cualidades procedían de esta. Pero su tesón le llevó al axioma tan deseado por los sabios.
“Era capaz de convertir en realidad sus pensamientos. Como Cajal, Don Pedro creía que el hombre si se lo propone puede ser el escultor de su cerebro. Ambos aragoneses posiblemente esto quiere decir algo.”
Don Pedro tenía empaque, fortaleza física y moral y un escuchar especial, con discreta displicencia, que lo hacía inabarcable. Siempre quedaba en los que no relacionamos con él, un algo por conquistar.
Cuando termina sus estudios de medicina, no sé si tenía clara la idea de dedicarse a la cirugía del sistema nervioso, pero sí recuerdo que alguna vez me contó que deseaba embarcarse en un barco ballenero. No lo consiguió y empezó su aprendizaje en neurocirugía.
Cuando llega Sevilla sin duda tiene una formación extraordinaria, parte adquirida en Madrid y sobre todo en Holanda con el famoso Dr. Verbies, nuestro abuelo neuroquirúrgico, y desde aquí a Yakarta, que está en guerra de independencia y donde llega reparar algún día hasta 40, lesiones en nervios periféricos de los brazos, producto de las heridas por machete, instrumento muy utilizado en aquella guerra.
Don Pedro tardaba quince minutos en abrir un cráneo, cuando en manos de otros cirujanos de la época, esto demoraba horas. La diferencia de su técnica en comparación con los cirujanos del entonces era por lo menos sorprende.
Cuando lo conozco y le pido que me admita en su servicio, dice que sí de entrada pero con tres condiciones:
Aceptar un sueldo.
Prolongar mi aprendizaje hasta que el considere que estoy formado
Si no cumplo de la manera acertada, me despide.
Quede tan sorprendido, que demore mi respuesta por lo menos un segundo. Yo venía de un servicio donde había pagado una matrícula de 2000 pesetas cada año y donde se operaba un paciente neuroquirúrgico cada dos meses.
El servicio de neurocirugía estaba ya formado, y no por principiantes, Revuelta, Daniel García y Carmita y Jos, eran fabulosos. Ya sabían enseñar y Don Pedro no digamos. Su técnica quirúrgica era apasionante, operaba seguro, despacio y sin miedo.
Pero lo que más nos impresionaba a todos era el tan cacareado ojo clínico.
Muy al comienzo de mi estancia en su servicio, todavía en el hospital General Virgen del Rocío, entonces llamada Corea, por los obreros que habían muerto en su construcción. Era la norma, y a las 8 de la mañana, el pase de visita por todo el servicio y por todo los enfermos, donde los residentes cuentan la historia clínica del paciente que tiene asignado.
Todos van con bata blanca inmaculada. Si alguien tiene una mancha, Don Pedro la mira y el poseedor sabe lo que tiene que hacer.
Presenté un niño de diez años de Extremadura, el servicio era regional, que lleva tres meses con dolor de cabeza, y dificultad progresiva en el movimiento de lado izquierdo de su cuerpo. Yo he encontrado que el niño tiene un edema en la papilla y una hemiparesia izquierda. Don Pedro explora con sus manos grandes que abarcan todo el cuerpecito del niño, y me dice: “Rubio”, este niño es de Badajoz tiene un proceso hemisférico y en los niños esto es infrecuente, pero sí es frecuente el Quiste Hidatídico. Estúdialo que probablemente tiene un quiste en el hemisferio derecho y otro en el hígado. Tras los estudios, comprobamos que el niño tenía un quiste en el hígado y otro sobre el un hemisferio cerebral. Fue operado con éxito.
Aunque la estancia con Don Pedro era de una continua sorpresa, aquella vez mi sorpresa llegó al éxtasis.
Era un técnico magnifico, que tocaba todo los palos de la neurocirugía, pero unos los hacia mejor que otros. Su maestría en la cirugía de la columna sin duda superaba a todo el país. Cuando en algunos servicio de neurocirugía no se había operado todavía una columna cervical, en el servicio de Sevilla se habían operado 1000, casos y no exagero.
Un neurocirujano de Mallorca Eduardo Jorda, hizo un congreso sobre columna vertebral e invitó Don Pedro para que hablara de la cirugía de la columna cervical. Fuimos y presentamos nuestra casuística y nuestra técnica y la acogida de los profesionales que asistían fue entusiasta.
Al terminar la charla de Don Pedro, uno de los médicos asistentes, se levanta airado y le dice al Dr Albert, que eso que dice es imposible y que está mintiendo, que él no podía creer que se estuviera tan cerca de la medula sin lesionarla. Se pueden imaginar la que se lio y el maestro toreo la situación, al principio con enfado y después con docencia intentando convencer al incrédulo espontaneo.
Otra de sus capacidades quirúrgicas era la extirpación de las malformaciones arteriovenosa cerebrales, cuando nadie se atrevía a ello. Recuerdo una vez de la muchas que nos visitaban figuras significativas de la neurocirugía mundial, que el Profesor Hausman de Estocolmo, asistió y ayudó a Don Pedro operar una malformación arteriovenosa del hemisferio cerebral. Don Pedro las operaba con un aspirador de cristal de cinco mm, que potentemente aspiraba la malformación vascular al mismo tiempo que coagulaba los vasos aferentes. Al bueno de Hausman le sorprendió tanto esta técnica nunca vista por él, que decidió usarla.
Posteriormente y cuando empezamos a utilizar el microscopio quirúrgico, esto se hizo de una manera más cuidadosa y efectiva y menos cruenta.
Don Pedro estaba dispuesto a modificar su conducta quirúrgica con las nuevas adquisiciónes, que le costaron esfuerzo al princio. Sus peleas con el microscopio quirúrgico eran espectaculares, y graciosas para todos los componentes del servicio. Pero lo consiguió ylos resultados en las operaciones mejoraron de manera notable.
Don Pedro miraba al futuro y vio que no solamente había que formar buenos neurocirujanos para España, sino también para Suramérica, y así empieza el periplo de americanos a Sevilla.
Encabezando esta epopeya viene Angel Viruega. Gitanito de tipo, presumiendo siempre de pobre, trabajador y listo como un gorrión. Eso sí siempre pensando que lo hace mal y que tiene que superarse. Don Pedro lo admira, lo protege y le ayuda de todas maneras y se convierte en el representante de los sudacas. A partir de entonces Sevilla se llena de jóvenes que quieren formarse con Don Pedro y esto lleva a que, Argentina, Brasil, Bolivia y otros países tengan hoy la escuela sevillana de neurocirugía. Que fue y es un éxito y nos llevó a todos a visitar estos países, invitados y tratados con todo el cariño y respeto. Fue una bendición.
Don Pedro era un visionario con una mezcla de paciencia e impaciencia, pero reteniendo la criticas y aceptando lo mejor, pero había que demostrárselo.
Tenía una biblioteca de la que todos nos nutrimos. Pero lo sorprendente para mí fue su cultura, de la que no solía hablar de ello, pero cuando insistiremos contaba su cultura, nos sorprendían y enriquecían estos conocimientos humanísticos. Adoraba a los suramericanos y se conocía su historia de manera sorprendente. Pero nunca presumía de ello. Creo que Don Pedro era tímido, no le gustaba en absoluto el elogio, cosa inevitable entre sus alumnos. Le gustaba pasar desapercibido y solo en las pequeña reuniones, se mostraba mas locuaz y siempre se reía con nuestros chistes que él no sabía contar nunca, eso sí siempre intercalados de neurocirugía.
En los congresos, donde no se podía faltar ni a una sola de las sesiones, la fiesta estaba asegurada hasta cualquier hora, Angelita su querida esposa se lo pasaba en grande, pero a la mañana siguiente y a las ocho en punto todo el mundo al congreso.
Nuestro servicio en Sevilla era visitado cada año, por figuras eminentes de la neurocirugía mundial, que nos enseñaban su técnica y nos permitían después estancias en sus servicios. En términos coloquiales puedo decir que conocíamos el mundo entero de la neurocirugía.
Cuando se jubila del hospital Virgen del Rocío, crea con el Dr. Trujillo el instituto de Neurocirugía que lleva su nombre, y también tiene éxito y potencia la calidad de la neurocirugía privada.
Don Pedro todo lo hacía bien, hasta las broncas, frecuentes y sin contradicciones. Allí nadie chistaba, pero sí nos escuchaba, cuando se calmaba el temporal, aceptaba alguna contradicción, pero haciéndola suya.
Era protestón, no sabía elogiar porque entendía que hacer bien las cosas era la norma y eso incidió de tal forma en sus discípulos que todos en general estamos impregnado de la rigidez, el elogio no es frecuente en nuestro grupo. Nos hizo competitivos y lo continuamos siendo. Todos éramos Divinos .
Don Pedro seguro que estas en el Cielo pero ordenando la neurocirugía.
MI MAESTRO EL DR ALBERT
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