LAS CELULAS DENDRITICAS EN LA INFECCION

La idea de un germen una enfermedad , se complicó cuando apareció la inflamación con características dominantes. De forma tal que a la infeccion hay que añadirle la reacción inflamatoria a veces cronificadas que complican y eternizan el proceso, dando lugar a la autoinmunidad, con la impregnación de cualquier prodceso su agravación y sobre todo la complicación que supone.
Los multiples elementos que componen la reacción inflamatoria pro y contra, tienen diferentes representantes de los cuales las células dendríticas (DCs,), son las responsables de iniciar las respuestas adaptativas y, funcionan como “centinelas” del sistema inmunitario. Paul Langerhans describio su existencia en la piel humana, en 1868, e inicialmente pensó que se trataban de células nerviosas cutáneas. Las DCs son leucocitos derivados de la médula ósea y una de las células presentadoras de antígeno (CPAs) más potentes. Están especializadas en capturar y procesar el antígeno, convirtiendo las proteínas en péptidos que podrán ser presentados en el complejo principal de histocompatibilidad (o CMH) y ser reconocidos por los linfocitos T. Existen muchos tipos diferentes de células dendríticas, las DCs mieloides y plasmacitoides. Todas comparten la características de captar antígeno, procesarlo y presentarlo a células T naïve, se diferencian en la expresión de marcadores superficiales, localización, rutas de señalización, funciones inmunológicas especializadas y en el estímulo para su generación. Durante el desarrollo de la respuesta inmunitaria adaptativa, el fenotipo y función de las DCs juega un papel clave en la iniciación de tolerancia, memoria y diferenciación hacia fenotipos Th1, Th2 o Th17.
Debido a que las DCs tienen una alta actividad citoplasmática, cuentan con una gran superficie que les permite un contacto íntimo con un gran número de células a su alrededor, como por ejemplo células T, células asesinas naturales (o NKs), neutrófilos o células epiteliales, entre otras. Tienen gran capacidad de contactar, se requiere solo una célula DC madura (mDC) para estimular entre 100 y 3000 células T. Los precursores de células dendríticas migran desde la médula ósea hacia el torrente sanguíneo y, desde allí, hacia cualquier tejido no-linfoide, donde residen como células inmaduras (iDCs) y “rastrean” su ambiente mediante procesos de endocitosis, macropinocitosis y fagocitosis. Son también capaces de penetrar entre los estrechos espacios del epitelio para capturar antígeno, aún incluso cuando no existe inflamación o infección, procesos que suelen aumentar el espacio entre células.
En la infeccion, las iDCs residentes detectan a los intrusos mediante los receptores de reconocimiento de patrón (RRPs), captan el antígeno y rápidamente abandonan el tejido. Se escurren entre las células, cruzan el endotelio de los vasos linfáticos y migran hacia los nódulos linfáticos de drenaje en respuesta a un gran número de quimiocinas, como CCL19 y CCL21. Durante el proceso de migración de los tejidos periféricos, sufren un proceso de maduración fenotípico y funcional. Lo más destacado es el incremento de la expresión de moléculas de coestimulación como CD80 y CD86 y del receptor de quimiocionas CCR7, además de secretar citocinas proinflamatorias como TNF-α e IL-12. Cuando llegan al seno subcapsular de los nódulos linfáticos, se mueven hacia las zonas de células T, donde se desarrolla el proceso de presentación antigénica.

Cada dia nos encontramos con el binomio de infección o algún que otro patogeno al que complica un elemento inflamatorio y su perpetuación o tendencia a hacerlo.
Investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) publican hoy en Science un nuevo mecanismo de control de la inflamación que permite manejar el daño asociado a la respuesta inmunitaria
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David Sancho, Carlos del Fresno, Paula Saz y Sarai Martínez Cano, del CNIC.
CNIC 18 octubre, 2018
Los daños de un tejido , por patógenos infecciosos o de cualquier otra estirpe, se produce un daño en los tejidos y el organismo activa la respuesta inmune inflamatoria que rechaza la infección e intenta reparar el tejido dañado. Pero un exceso de inflamación puede causar el efecto contrario y provocar un daño mayor o inmunopatología.
Las células inmunitarias eliminan el daño causante de la inflamación y contribuyen a la reparación del tejido dañado en situaciones diversas como al páncreas durante una pancreatitis, al riñón tras una infección en sangre con el hongo Candida albicans o al corazón en un infarto.
“Los neutrófilos son las primeras células inmunitarias que llegan al foco infeccioso o inflamatorio, con el objetivo de eliminar la agresión. Sin embargo, son muy destructores y no actúan únicamente sobre la infección, sino también sobre el tejido al que llegan; de esta forma, la eliminación de la lesión conlleva un daño a los propios tejidos. Este proceso se conoce como inmunopatología, ya que se trata de un daño en el tejido causado por nuestro propio sistema inmunitario”,
David Sancho, ha realizado el estudio en el iNstituto de Inmunobiología del CNIC . Por ello, afirma, “resulta importante caracterizar cómo nuestro sistema inmunitario puede controlar la respuesta inflamatoria de los neutrófilos para que no resulte dañina para nuestro organismo.
Ha identificado que las células dendríticas, además de ser esenciales para dirigir la respuesta específica de los linfocitos T, también pueden controlar la infiltración de los neutrófilos en los tejidos y atenuar así la inflamación para evitar un daño excesivo en los tejidos”.
Las células dendríticas, señala Carlos del Fresno, primer autor del artículo, “producen factores que atraen a los neutrófilos al foco inflamatorio, como es el caso de la quimiocina Mip-2. Y, al mismo tiempo, estas células dendríticas también expresan en su superficie un receptor llamado DNGR-1, capaz de reconocer el daño en los tejidos. Esto se debe a que identifica componentes del interior de las células, que sólo son accesibles cuando la célula está dañada o rota. Así, cuando DNGR-1 detecta dicha lesión –aclara del Fresno-, detiene la capacidad de las células dendríticas de producir Mip-2 y, por tanto, reduce la llegada de neutrófilos al órgano dañado. De esta forma se evita que se genere una lesión mayor, que puede llegar incluso a comprometer la integridad del organismo”.
Entender cómo funciona la regulación del sistema inmunitario, tanto en su lado positivo de lucha contra la infección o el cáncer o favoreciendo la reparación de tejidos, como en su lado negativo en el que puede provocar exceso de daño inflamatorio durante una infección, reacciones alérgicas o enfermedades autoinmunes es muy importante, subraya Paula Saz, co-primera autora del trabajo. “En el sistema inmunitario siempre se produce este equilibrio, y aprender a controlarlo es la clave para poder luchar contra muchas enfermedades que tienen un componente inmunitario”.
La investigación se ha realizado en modelos de ratón, único sistema que reproduce la complejidad de las infecciones y procesos inflamatorios estudiados, y permite entender mejor cómo se regulan respuestas inmunopatológicas generadas por nuestras propias defensas.
Esto promete ser de gran utilidad, los intentos de reparación donde la llegada masiva de neutrófilos contribuye al desarrollo de la patología, tanto durante procesos infecciosos como en el daño de tejidos como consecuencia, por ejemplo, de un infarto de miocardio.
Cada día vemos como la patología es mixta, en muchos procesos, un agente patógeno que la reparación excesiva lo convierte además en una enfermedad autoinmune.
Referencia.
INFLAMACION AGUDA Y CRONICA. METAFLAMMATIO Y ANTHROPOGENS enriquerubio.net
Javier Rodríguez-Carrio, Oviedo, ES (SEI)
David Sancho, ha realizado el estudio en el iNstituto de Inmunobiología del CNIC