LA REBELIÓN DE LAS ORCAS

Hoy en lavanguardia viene un artículo como siempre excelente esta vez lo escribe Fernando Onega Y habla de la rebelión de los animales en la granja del libro que escribiera Jorge Orwell y esta vez lo pone en el cuerpo de las orcas .estos animales han sido siempre terribles y agresivos
y ahora por el motivo que sea le están enseñando sus fornidos dientes al Hombre

La novela de George Orwell
Rebelión en la granja, Es una Crítica sobre los totalitarismos que criticó el estalinismo.

George Orwell Nació en Bengala, 1903Y murió en -Londres, 1950)
Orwell escribió Rebelión en la granja pensando en el régimen estalinista, pero el cuadro que pinta puede ser el reflejo de cualquier sistema totalitarista. Esta genial fábula satírica deja abierta la crítica, de forma que se convierte en universal. Los referentes sobre la época en la que se escribió y sobre el posicionamiento político del escritor permiten reconocer en el cerdo Napoleón a Stalin y en Snowball a Trotsky, pero la crítica es trasladable a otros regímenes dictatoriales. Con humor y acidez, con una trama muy ingeniosa, a veces divertida, otras triste y cruenta, Orwell va señalando las incongruencias, injusticias, crueldades y atrocidades del régimen.
Todo empieza con el sueño de un cerdo, el Viejo Mayor, de la Granja Manor, y el discurso con el que quiere compartir con sus “camaradas” el sentido de su existencia y por qué esta es miserable, laboriosa y corta. Sin el Hombre todo sería distinto, es fundamental la Rebelión. Él (¿Marx, Lenin?) no la vivirá porque muere antes, pero la alienta y esta se produce.
Los animales consiguen echar al señor Jones y se organizan para sacar la granja adelante. La ley por la que se regirán se concreta en siete mandamientos, que regulan aspectos como que el Hombre (el que camina sobre dos patas) es enemigo y que todo lo que camina sobre cuatro patas o tiene alas es amigo, que ningún animal matará a otro animal o beberá alcohol. “Todos los animales son iguales”, reza el séptimo mandamiento.
Según avanza la novela, estos mandamientos van corrigiéndose o matizándose de forma sibilina o escandalosa, con matices que distan de ser nimios y que reflejan múltiples formas de corrupción, tergiversación, propaganda, abusos de poder, purgas… Napoleón no quiere competencia ni a nadie que le haga sombra. No solo emplea la violencia contra cualquier atisbo de oposición (está bien defendido por los perros), sino que con su fiel Squealer va reescribiendo la historia a su favor. Todo es manipulado y hay muchos (ovejas, gallinas…) a los que es fácil manipular. En la granja también hay espacio para la Iglesia (el cuervo Moses), los intelectuales (el burro Benjamín) o el proletariado comprometido (el caballo Bóxer), caracteres muy bien perfilados que evolucionan en esta historia ágil y rápida con coherencia e interés narrativo. Orwell no dejó señaladas expresamente en la novela estas identificaciones, pero el hecho de que tantos reconocieran en los pasos que dieron esos animales el desarrollo de la revolución rusa y del establecimiento del régimen estalinista es lo que hizo que le costara tanto publicarla y que –como indica la Fundación Orwell en su página web– fuera prohibida en el Bloque del Este. Pero, afortunadamente, nadie pudo impedir que Rebelión en la granja se convirtiese en un clásico y que con esa singular, sugerente y crítica sigamos sacando lecciones de la historia.
Si Orwell viviera en este momento, vería que su Rebelión en la granja se ha cumplido, pero en el mar. Ahora estamos ante la rebelión de las orcas. Esos cetáceos están atacando a veleros y otras embarcaciones de recreo desde la Costa da Morte hasta Ortegal. Los científicos no encuentran explicación, porque es la primera vez que ocurre algo así. Una cosa es el ataque puntual o el accidente y otra muy distinta la agresión repetida, organizada y en grupo, que en el mundo de los humanos sería calificada por los penalistas como violencia organizada u organización criminal. Y los abogados discuten si las agresiones se efectúan con el ánimo de delinquir o se trata de legítima defensa.
Orwell sostendría la tesis más realista: las orcas, como los animales de la granja, se organizaron en defensa propia y algo más heroico: en defensa de su territorio. Es más: las orcas no actúan por iniciativa propia, sino que han sido elegidas por las demás es¬pecies marinas en una asamblea celebrada clandestinamente donde se juntan el Atlántico y el Cantábrico por aquello de la representación territorial. Fueron convocadas bajo la consigna de “la patria está en peligro”. Se decidió quién era el devastador y llegaron a la conclusión obvia: “El hombre”, dijo la asamblea en una exclamación que se oyó desde Finisterre hasta el Índico. Y designaron a las orcas como salvadoras, una especie de policías del mar.

Orwell sostendría que los cetáceos se organizan en defensa propia y de su territorio
Las orcas aceptaron entusiasmadas el encargo por patriotismo y por un balance desolador de sus servicios de estudios: los humanos, con sus máquinas, esquilman la pesca; depredan los fondos marinos; llenan las aguas de plásticos que matan a muchos com¬pañeros, incluso tortugas, en una muerte lenta y cruel; ya hay zonas, ¬como el mar Menor, donde los peces no pueden entrar, y los hombres utilizan el mar como depósito de sus asquerosos residuos. “Un auténtico pecicidio ”, concluye el informe. Cuando se ter¬minó de leer, una orca activista gritó: “¡A por los depredadores! ¡Que nos ¬dejen vivir!”.
La orca líder matizó: “Nosotras somos pacifistas, no podemos exponernos a que nos denuncien por crímenes contra la humanidad, que en tierra firme son muy dados a ese tipo de acusaciones e incluso cometen esos crímenes y nos pueden responder con un arma de gran destrucción que ellos llaman coronavirus. Así que en una primera fase atacaremos a los barcos y les impediremos seguir navegando, pero sin causar daño a las personas. Si el sistema no funciona, pasaremos a la agresión directa”.
como siempre los escritores tiene1.de partida verdadero y después agregan de tu cosecha un pensamiento romántico .
la rebelión en la granja de Orwell pone de manifiesto lo de siempre en la conducta quiero ser vivo. Uno siempre quiere mandar , Onega enhorabuena por su ingenio.
Yo que soy casi Gitanito de Jerez y que me gusta sin embargo la seriedad. Le añado,
Lo que dice Sr Onega, puede ser o no, tienen analogía los cuentos de Orwel y su artículo , pero lo mas probable “es que cualquiera sabe”