LA HUMEDAD EL CALOR Y LA LLUVIA EVITAN LA PROPAGACIÓN DEL CORONAVIRUS
Un estudio de la Universidad de Yale incide en la importancia de la humedad relativa para frenar el coronavirus
La forma en que la primavera y el verano afecten a la pandemia de Covid-19 puede depender no solo de la eficacia de las medidas de distanciamiento social, sino también del entorno dentro de los propios edificios, en concreto de la humedad relativa, según un análisis de científicos de la Universidad de Yale (Estados Unidos).
El aire frío y seco del invierno ayuda claramente a que el SARS-CoV2, el virus que causa el nuevo coronavirus, se propague, según varios estudios. Pero a medida que la humedad aumenta durante la primavera y el verano, el riesgo de transmisión del virus a través de partículas en el aire disminuye tanto en el exterior como en el interior de lugares como las oficinas. Aunque los virus todavía pueden transmitirse por contacto directo o a través de superficies contaminadas a medida que aumenta la humedad, los investigadores sugieren que, además del distanciamiento social y el lavado de manos, la moderación estacional de la humedad relativa (la diferencia entre la humedad y las temperaturas exteriores y la humedad interior) podría ser un aliado en la disminución de las tasas de transmisión viral.
“El noventa por ciento de nuestras vidas en el mundo desarrollado transcurren en interiores muy cerca unas de otras. Existen pocos estudios sobre la relación entre la temperatura y la humedad del aire en interiores y exteriores y la transmisión aérea del virus”,
La naturaleza estacional de las enfermedades respiratorias se ha cronificado desde los tiempos de los antiguos griegos, quienes ya notaron que tales enfermedades subían en invierno y bajaban durante estas épocas más cálidas. La ciencia moderna ha sido capaz de identificar el aire frío y seco como un factor de propagación de este tipo de virus, como el SARS-CoV-2. El aire frío y seco del invierno hace que tales virus sean una triple amenaza, según este trabajo: cuando el aire frío del exterior con poca humedad se calienta en el interior, la humedad relativa del aire baja a alrededor del 20 por ciento.
El aire libre de humedad proporciona un camino claro para las partículas virales de virus como el Covid-19. El aire cálido y seco también amortigua la capacidad de los cilios, las proyecciones capilares de las células que recubren las vías respiratorias, para expulsar las partículas virales. Y por último, la capacidad del sistema inmunológico para responder a los patógenos se suprime en ambientes más secos, según Iwasaki.
La revisión cita experimentos que muestran que los roedores infectados con virus respiratorios pueden transmitir fácilmente partículas virales a través del aire a vecinos no infectados en ambientes de baja humedad. Sin embargo, en áreas de alta humedad relativa como los trópicos, las gotas infecciosas transportadas por el aire caen sobre las superficies en el interior y pueden sobrevivir durante períodos prolongados. “Por eso recomiendo humidificadores durante el invierno en los edificios. Muchas casas y edificios están mal ventilados y la gente a menudo vive en proximidad, y en estos casos, los beneficios de una mayor humedad se ven mitigados”, apuntan los investigadores.
Existe un punto clave en la humedad relativa para los ambientes interiores, según un estudio. Los ratones en ambientes de entre 40 y 60 por ciento de humedad relativa muestran una capacidad sustancialmente menor de transmitir virus a ratones no infectados que aquellos en ambientes de baja o alta humedad relativa. Los ratones mantenidos a una humedad relativa del 50 por ciento también fueron capaces de eliminar un virus inhalado y montar robustas respuestas inmunológicas. Iwasaki subraya que estos estudios solo se aplican a la transmisión en aerosol: el virus todavía puede ser transmitido en cualquier momento del año entre personas cercanas y a través del contacto con superficies que contengan cantidades suficientes de virus.
Por eso, las personas que viven en países cálidos y las que trabajan cerca de otras siguen siendo susceptibles a la infección. Siempre hemos sabido que pequeños maniobras facilitan la vida y una de ella es la humedad en este caso .
De igual forma, no se sabe, cómo actúa la lluvia en la evolución del coronavirus en los próximos meses. Ni los expertos se atreven a aventurar cómo afecta el cambio de tiempo a la actividad del virus.
Un incremento mantenido de la temperatura y un elevado grado de humedad podrían disminuir la «agresividad» del coronavirus (COVID-19) como ocurre con el virus de la gripe, según explican los meteorólogos de Meteored (tiempo.com), que advierten de que, sin embargo, se trata de un escenario nuevo y desconocido.
El meteorólogo Francisco Martín León recuerda que la gripe tiende a alcanzar su punto máximo en los meses fríos y disminuye en los meses cálidos, especialmente durante el verano en las latitudes medias, y que el factor fundamental no es precisamente la temperatura, sino la humedad, según estudios científicos. Añade que en un entorno seco, la gripe se afianza en el aparato respiratorio del infectado y permanece más tiempo en el ambiente, mientras que con altos valores de humedad el virus tiende a ser menos estable y su propagación disminuye, pues las gotas portadoras del virus en la tos humana crecen y caen antes de infectar a otras personas.
Los expertos esperan «una pausa» en la expansión del coronavirus durante el verano, pero subrayan que aún se desconoce su evolución y que el beneficio que puedan suponer el sol y el calor «es limitado si no se toman otras medidas de contención»
Y mantiene que «en el futuro, tendremos que hablar comúnmente en el periodo de los meses fríos de los resfriados, de la gripe y del nuevo coronavirus», que los científicos aseguran que ha venido para quedarse y para el que ya se busca una vacuna.
Vídeo.
Investigadores chinos lo confirman
Los investigadores chinos también creen que el calor y la humedad pueden reducir la transmisión del coronavirus, según han indicado dos universidades pequinesas en la web ‘Social Science Research Network’.
Los expertos, pertenecientes a la Facultad de Informática e Ingeniería de la Universidad de Beihang y la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Tsinghua, analizaron cómo podía afectar el clima a la expansión del COVID-19. Por una parte, observaron que después de romper las fronteras del gigante asiático, el virus no se comportaba igual en países del sudeste asiático como Singapur, Malasia y Tailandia que en Corea del Sur, Japón o Irán. En el primer grupo de países, el COVID-19 se extendía con menos velocidad que en el segundo grupo.
Esto provocó que los investigadores, según señalan en el informe preliminar, decidieron comprobar qué había pasado en China y cómo había afectado la humedad y el calor. Pusieron el corte antes del 24 de enero, fecha en que comenzaron las grandes restricciones en el país. Se analizaron cien ciudades en los que se habían producido más de 40 contagios. Lograron reunir 4.711 casos. Estudiaron las condiciones climáticas, además de otros factores como la densidad de la población y el PIB de las ciudades, y llegaron a la conclusión de que por el aumento de un grado, los contagios se reducen un 3,8%; si la humedad aumenta 1%, el descenso de los contagios puede alcanzar el 2,2%. «Indica que la llegada del verano y la temporada de lluvias en el hemisferio norte puede reducir efectivamente la transmisión del COVID-19»
Akiko Iwasaki, inmunobióloga y autora principal de la investigación, que se ha publicado en la revista científica ‘Annual Review of Virology’.