Con mucha frecuencia, me pregunto
¿Sí la meditación nos puede llevar a un estado de felicidad, como cuentan los Meditadores.?
Me gustaría preguntar a los meditadores, sí su búsqueda interior les proporciona un estado de felicidad tan maravilloso.
La mayoría de la gente no profesional de la meditación a la que le pregunto, dicen mentiras y ni siquiera bien moduladas, sólo una retahíla de palabras inconexas dichas con énfasis.
Sin embargo tengo que admitir y fundandome en lo escrito, que a muchos místicos esto les ha pasado. Repito que me frena en creerlo, el elevado tono de felicidad que añaden. Y que huele a inventado.
Existe un estado no consciente que regula nuestra vida “sentimental”. Y llamó sentimental a la regulación de nuestras emociones.
Un buen amigo mío me envió un WhatsApp, que no destaca mucho de los que nos envían a diario y que está lleno de un misticismo en el que no cree nadie. Y que dice así:
Piensa como adulto
Vive como joven
Aconseja como anciano
Y nunca dejes de soñar como un niño
Y yo le conteste.
Como hago esto
El me contesta, con tú mente . con la zona prefrontal de tu cerebro
Porque si de verdad podemos regular nuestros sentimientos y convertirlos en sublimes, vale la pena aprender a hacerlo
Que en determinadas épocas de la vida nuestros sentimientos están alterados, solamente hay que escuchar la radio o la noticias o cualquier otro medio para saberlo.
El hombre de nuestros tiempo y pese a que vive el mejor de los tiempos conocidos, no es capaz de desembarazarse de los pecados capitales . Se adiciona al todo y sobre todo no encuentra un ¿porque lo hace?. Pero repite la maniobra con una brutalidad que ni siquiera los animales más depredadores hacen.
Es muy posible que el cerebro potente que poseemos en nuestros días todavía no haya aprendido a buscar esta felicidad, o al nexo que tiene el consciente con el subconsciente con la idea de enseñarlo a ser feliz .
El gran descubrimiento de la medicina, ha sido encontrar la mente o una facultad superior que no depende del consciente. Nuestra mente es la gestora del funcionamiento de todos nuestros mecanismos internos, es decir, del funcionamiento de nuestros órganos, incluso de los más automáticos e instintivos. Por ello, si en ella reside la capacidad de dirigir, gestionar, coordinar y hacer que todo nuestro organismo funcione. Tenemos que entenderla.
De ninguna manera se puede curar a un enfermo que no sepamos su enfermedad. Hasta ahora el método científico es el único que conocemos, y el que nos ha proporcionado marcados éxitos.
Pero volvamos a deletrear lo que me manda mi amigo:
Como pienso como un adulto ¿.
De verdad yo puedo hacer algo por conducir mi pensamiento a otro momento
Y esto no es simplemente ganas de decir algo.
Tendré por lo menos que ser mayor que joven para tener el conocimiento que tienen estos y recordarlos bien.
Vive como un joven
y como vivo como un joven si no lo he sido todavía
Aconseja como anciano
Como consigo saber lo que piensa este antes de tener su edad
soñar como un niño
Esto está más en mi línea, se lo puede recordar y suponiendo que seá placentero para mí, intentar realizar
Lo que quiero decir analizando el pensamiento que manda mi amigo, es que esto entra en el campo de los sueños, o de la poesía, o del yó que se.
Lo que sí me parece es que hay que ser más serio cuando se enfrenta uno con estos complejos problemas que nadie en el mundo ha solucionado todavía.
Lo único que a mí se me ocurre. Es seguir intentándolo hasta el infinito sin muchas ganas de tener un resultado.
Posiblemente la búsqueda conduce indefectiblemente a un hallazgo que no tiene porque ser, ni el soñado, ni el real pero sí parecido.
Lo pasado nos cuesta trabajo entenderlo, pero es lo único de lo que podemos dar fe.
Lo que está ocurriendo y puede ocurrir permanecen en el anonimato.
¿Porque no utilizamos una frase más cercana a la verdad? No lo sé, ni siquiera me acerco a vaticinar sobre cuestiones tan difíciles.
¿No sería más útil decir, como puedo tener un cerebro más listo que entienda mejor los problemas en que me veo envuelto?. Porque este cerebro que estoy utilizando, no me vale, no entiende bien el medio, se altera mucho por el, le cuesta adaptarse a nuevos estímulos y cuando rememora falsea los datos. Y en cada rememoración los altera más y más
El cerebro que estamos utilizando no es capaz de resolver los problemas que se le plantean y además tiene muy poca influencia por cambiar el medio físico y psíquico y en consecuencia, su complicada química mutila nuestros sentimientos.
Podríamos decir que tenemos “dos mentes”, la «consciente», racional y analítica, y aquella otra, a la denominamos “subconsciente”.
Desde nuestras mente, tenemos la capacidad de generar bienestar o malestar, aunque no seamos conscientes de que lo estamos haciendo. La salud es un estado en el que nos sentimos bien, tanto física como psicológicamente.
Y sentirnos bien depende de cómo nuestra mente gestione y afronte la vida y las circunstancias que ésta nos ofrezca, de la forma más eficaz posible.
Nuestras mentes se van programando a sí misma, con mensajes que recibimos desde la infancia. Con frecuencia, la programación mental queda guardada en el subconsciente y desde allí se generan problemas que somatizamos en nuestro cuerpo.
Para generar un cambio, es necesario “reprogramar nuestra mente”, o lo que es lo mismo, descubrir el camino para que genere actitudes, síntomas, evolución, pensamientos y sensaciones de bienestar.
Si la mente tiene el poder de dirigir el funcionamiento de nuestro cuerpo, es posible que también pueda modificar el espíritu y generar salud, si aprendemos a hacerlo.
Tomar las riendas de nuestra salud supone adentrarnos en los dominios mentales. Ya que la mente subconsciente no es accesible de una forma fácil, es importante, utilizar el acceso que nos permite la mente consciente, lógica y analítica, a la misma vez que observamos las emociones que afloran en el proceso.
Mi deseo es restablecer el equilibrio de forma consciente, lógica, racional e intencionadamente. Este equilibrio guiará nuestras mentes hacia el camino del bienestar, a la misma vez que nos devolverán el poder que tenemos para dirigir nuestra mente, descubriendo y recordándonos las capacidades internas para volver al equilibrio de la salud.
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