Walter Bradford Cannon, un fisiólogo estadounidense de Harvard a principios de la década de 1900, originalmente acuñó el término «luchar o huir». El Instituto Americano de Estrés define la respuesta de lucha o huida como:
Una respuesta fisiológica que se produce en presencia de una agresión
Una vez que la mente reconoce la presencia de algo aterrador, la liberación de ciertas hormonas está en el centro de la activación de la respuesta de lucha y huida. A partir de ahí, el sistema nervioso simpático se hace cargo, provocando cambios físicos en tu cuerpo que te preparan para luchar o huir. Más adelante repasaremos estos dos procesos fisiológicos.
Pero esto no es solo en cierto animales superiores
Las bacterias y multiples animales, tienen muy desarrollado el reflejo de huida o de ataque. Por tanto hace falta aplicar el reflejo de huida, como propio de los seres vivos independientemente de su estadío de evolución y de su anatomía.
El reflejo de lucha o huida es tan primitivo y elemental que lo tienen hasta las bacterias.
Todos los seres vivos tienen el ataque o huida como forma de defensa. Lo que no tienen es la misma anatomía.
No hace falta un sistema nervioso para poseer este reflejo .
La de lucha o huida no es específica de ningún tipo de ser vivo y las posen todo ser viviente incluido los unicelulares.
Recuerdo en mis tiempo de estudiante cuando observaba al microscopio un cultivo de gérmenes y como estos al encender la luz del microscopio huían bruscamente hacia la periferia.
Este es el reflejo de huída y lo es en un animal unicelular sin ningún tipo de sistema nervioso pero organizado de tal forma que ya tiene el reflejo. Ya sabe huir.
Este reflejo persiste a lo largo y a lo ancho de todos los animales vivientes todo huimos del peligro.
Lo sorprendente del caso es que la anatomía que soporta el reflejo en una bacteria no tiene nada que ver con la de un mamífero y por supuesto no tiene nada que ver con la de un homínido.
Pero la intención es la misma huir del peligro.
Desde la humilde Ameba hasta el ser humano nacemos con automatismos suficientes para conservar la vida sin aprendizaje previo
En el Homo esta función primitiva está muy acentuada y posiblemente su exceso es el responsable de trastornos emocionales y sentimentales.
Los cuadros de inquietud intranquilidad y angustia que sufre un importante porcentaje de ciudadanos de nuestro días se deben a una persistencia de una estructura muy elemental en los animales inferiores y enormemente compleja y posiblemente múltiple en su representación, en el hombre y esta multiplicidad de sistemas de alarma condiciona que el hombre sufra tanto emocional y sentimentalmente en nuestros días.
El sistema límbico del Homo sapiens es de una complejidad tal que posiblemente supera al del telencéfalo y ello es debido posiblemente a la suma de las distintas estructuras siempre límbicas, siempre en anillo que forman el diencéfalo y que son productos de la evolución.
Estos anillos perfectamente demostrables anatómicamente tienen una misión. “el control de las emociones y del sistema de alarma”
No es la primera vez que un autor afirma que la superposición en la evolución de distintos anillos es la responsable del mal funcionamiento de esta estructura, que en nuestros días motiva tanta patología.
Llama profundamente la atención que se agrupen formando anillos y que estén tan comunicadas y solo la idea de que son productos de distintos momentos de la evolución, los explica groseramente.
Desde que Broca descubriera un fragmento de la corteza frontal como autora de parte del lenguaje, multiples zonas, corticales y subcorticales, se las ha representado como depositaria de funciones varias, sobre todo somáticas.
Mas difícil es tipificar zonas de la corteza relacionada con las funciones superiores y sobre todo con manifestaciones mentales.
No obstante también existe zonas, occipitales, que le permiten a enfermos lesionados de esta zona, poder sortear objetos colocado en el suelo y no reconocerlos, “ceguera cortical”. O lesiones de varias zonas corticales responsable del desconocimiento del cuerpo o de sensaciones, sentimentales. Las llamadas asomatognosia, y las lesiones que la producen se localizan de manera varias, frontal, parietal o a veces difusas.
“no reconozco mi cuerpo”. Lo cual es difícil hasta de entender, pero que existen.
Hasta aquí podemos entenderlo, pero donde se alojan las capacidades sociales y no digamos anímicas o mentales.
La vida psíquica es el esfuerzo permanente entre dos cerebros.
Un cerebro emocional inconsciente, preocupado sobre todo por sobrevivir y ante todo conectado al cuerpo.
Un cerebro cognitivo, consciente, racional y volcado en el mundo externo
Estos dos cerebros son independientes entre si, cada uno de ellos contribuye de manera muy distinta a nuestra experiencia de vida y a nuestro comportamiento
El cerebro funciona bien cuando gestiona automatismos. Respirar,andar,ingerir.
Pero cuando entran en accion los pensamientos,la imaginación, el razonamiento, las emociones o las intuiciones, el mundo parece derrumbarse.
La sucesión de acontecimientos, durante muchos miles de año, nos demuestra que el hombre supera ciertas cosas no mentales, pero estas o no puede o no sabe, pero lo cierto es que no las controlas.
Se imaginan la guerra ,“la guerra”, eterna mortificante, destructora para todos y el hombre no puede apartarse ella. La lleva cosida al lóbulo limbico entre otras zonas y con hilo grueso.
Y La causa y reparación es sencilla teóricamente “ponerse de acuerdo” como sea.
Pero esto como se puede hacer, si durante periodos de tiempo se repite esta monstruosidad que no termina nunca. Donde nadie gana nunca, siempre quedan ambos grupos mortificados y profundamente lesionados
¿Donde esta incrustada, que estructura cortical y subcortical, deja libre a esta maldad?.
No se pensar en abstracto, pero seguro que hay una zona, debe haber una zona, la que nos hace “PONERNOS DE ACUERDO”.
No pertenece a la voluntad de alguien, es la del grupo, cuyos receptores, deben ser muy fáciles de activar.
Por ello me interesan los misticos, que fueron capaces y de manera voluntaria de modificar su conducta y dirigirlas al interior de su mente. Y con ello conseguir la paz que ansían.
Es posible que tengamos que esperar a encontrar dentro del cerebro o fuera de el un enlace de lo físico con la mente, con el alma. Imprescidible para reparar este defecto del desencuentro´
Que Dios nos ayude