Pedro Albert Lasierra, falleció el 13 de Julio del 2012 a los 88 años de edad.

Nació en Huesca el 3 de junio de 1924, el cuarto de una familia de cuatro hermanos, de clase media. 

Realizó los estudios de 2“ Enseñanza en el Instituto Goya de Zaragoza.

Cursó los estudios universitarios en la Facultad de Medicina de Madrid, licenciándose en el curso académico 1945-46.

Contrajo matrimonio con Ángeles Astolfi Parra en Sevilla en el año 1956. Matrimonio del que han nacido cuatro hijos.

Su formación neuroquirúrgica puede decirse comenzó en los dos últimos años de los estudios universitarios al ser nombrado alumno interno de la Beneficiencia Provincial de Madrid adscrito al Servicio de Neurocirugía del Profesor E. Díaz y Gómez que, por aquel entonces era el único Servicio de Cirugía donde se practicaban intervenciones de la especialidad, muy de tarde en tarde, con técnicas y medios muy rudimentarios.

En octubre de 1946 fué nombrado becario de la Sección de Cirugía Experimental del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, realizando un trabajo sobre “La cirugía del simpático en la hipertensión arterial”.

En este mismo año se produce la llegada a España de Sixto Obrador Alcalde, quien durante años había permanecido en el extranjero trabajando en diversos hospitales ingleses y norteamericanos y en laboratorios de neurofisiología.

Puede decirse que entonces comenzó su verdadera formación y también el desarrollo de la neurocirugía en España. Al no existir por aquel entonces en Madrid, ningún hospital que en su estructura administrativa pudiese dar cabida a un moderno Servicio de Neurocirugía, el Doctor Obrador optó por crear un centro propio, transformando un pequeño chalet en el Parque Metropolitano en la calle de Los Olivos de Madrid, dotándolo de las mínimos medios necesarios para poder comenzar la andadura de la especialidad.

El ímpetu del Doctor Obrador Alcalde fue el factor que fundamentalmente logró poner en marcha esta precaria estructura que fue el germen, como decía antes, de una importante escuela.

Fue un honor haber sido su primer alumno y colaborador en aquellos difíciles tiempos del Instituto, así pomposamente llamado, trabajando como su primer ayudante en el período 1946-49. Se puede asegurar que si, importantes fueron los conocimientos médicos que adquirí, tanto o más fue la experiencia aprendida directamente de las dificultades y obstáculos a vencer en la sanidad de entonces qué, además de su pobreza, rechazaba cualquier modificación que pudiera amenazar a su status, fenómeno propio de toda sociedad que había permanecido aislada durante largo tiempo del mundo que le rodeaba.

En 1950 logró una beca para trabajar en la Clínica Neuroquirurgica de la Universidad de Utrecht que dirigía el Profesor H. Verbiest. Solo entonces me di cuenta de lo que suponía tener hospitales modernos con personal y medios adecuados y allí nació el firme propósito de hacer lo posible para que nuestro país se incorporase a los niveles europeos.

En 1952 la Sociedad Holandesa de Neurocirugía convalidó mis estudios y formación con los exigidos para obtener el título de especialista en dicho país. Por aquel entonces, Holanda se encontraba en el delicado momento de la descolonización de Indonesia. Este naciente país no tenía, en todos los sentidos, personal especializado para permitirle arrancar en su independencia. Por ello, existía un convenio con el gobierno holandés para permitir el trabajo de especialistas holandeses en los hospitales del país, por períodos más o menos largos, hasta lograr la formación de personal propio. Por esta circunstancia, me propusieron y acepté dirigir el Servicio de Neurocirugía del Hospital Civil y Universitario de Djakarta (Batavia) en la República Indonesia, durante los años 1952-53.

Con no poco asombro encontré hospitales modernos, lo que se explica porque habían sido, hasta entonces, mantenidos por la Administración Holandesa como formando parte de la misma, aunque se encontraban también en período de transferencia. Por aquel entonces no existían Servicios de la especialidad en la enorme zona geográfica constituida por Filipinas, la actual República Indonesia, Malasia y Singapur; por ello, en nuestro hospital se recibían enfermos de la más variada procedencia. Patología propia de estos países, era sobre todo la lepra, la parasitosis o la tuberculosis. El país sufría una sangrienta guerra civil, poco conocida en Europa, mantenida por las guerrillas islámicas contra el gobierno central de Djakarta.

Las secuelas de esta actividad terrorista daba lugar a lesiones traumáticas numerosas, que me permitieron adquirir gran experiencia. El resto de los hospitales de la ciudad, como el Hospital Católico, Protestante, Chino y del Ejercito también recurrían a mis servicios.

A finales de 1953 regresé a España y comencé mi trabajo como neurocirujano en el Hospital Central de la Universidad de Sevilla, adscrito a las Cátedras de Patología Quirúrgica y General que, generosamente, me abrieron sus puertas. (Profesores A. Cortés Liado, F. Gomar, S. García Díaz y J. Cruz Anfión). Y solamente quién haya conocido él Hospital de las Cinco Llagas valorará adecuadamente el reto que suponía hacer una cirugía técnicamente muy desarrollada en un hospital del siglo XVI, cuyas estructuras poco o nada se habían modificado, y también comprenderá mi pesar al constatar que, viniendo de un lejano y tercermundista mundo, mi país tenía inferiores condiciones asistenciales en algunos aspectos. Pero, por otra parte, sus inmensas salas acogían a muchos enfermos cronificados sin diagnostico que constituyeron nuestra primera clientela.

Repentinamente, la estructura sanitaria de España cambio radicalmente con la creación del entonces llamado “Seguro Obligatorio de Enfermedad” (S.G.E.), actual Seguridad Social. La ingente empresa supuso dotar a nuestro país de forma progresiva, pero muy rápida, de modernos hospitales que comprendían Servicios de todas las especialidades con suficiente personal que trabajaba en régimen de exclusividad y plena dedicación. Importante fue la puesta en marcha del llamado sistema MIR de formación de especialistas. En lo referente a la neurocirugía puede decirse que encabezó esta verdadera revolución sanitaria al convocar cinco plazas de la especialidad en Barcelona, Valencia y Sevilla.

En mayo de 1956, gané por oposición la plaza de Jefe del Servicio Regional de Neurocirugía de la Residencia García Morato del S.O.E. de Sevilla. Esto me permitió incluir a mi equipo primario de colaboradores en la nueva estructura jerarquizada e irlo ampliando sucesivamente, según necesidades. Muy importante, dentro de nuestro equipo fue la ayuda de la Srta. Elena Tarancón enfermera diplomada de la Cruz Roja, quién desde el comienzo de nuestras actividades, fue nuestra instrumentista en las intervenciones y formó, según fue necesario, a cuantas instrumentistas se fueron precisando. Posteriormente, dentro del Departamento, fue Jefa de Enfermeras, Secretaria y un pilar indispensable en nuestra organización, hasta su jubilación. Físicamente nuestro Servicio se ubicó en el Hospital de Traumatología y Rehabilitación, dentro de la llamada Ciudad Sanitaria Virgen del Roció.

No hace falta decir que sí en las paupérrimas condiciones anteriormente expuestas habíamos trabajado denodadamente, desde el primer momento nuestro servicio regional se constituyó, no solo como el único servicio oficial de referencia en Andalucía, sino que adquirió un creciente prestigio, llegando pronto a ocupar hasta cien camas hospitalarias. Esta afluencia y concentración de ciertas patologías como el traumatismo craneo-encefálico condicionó la creación del primer Servicio de Cuidados Intensivos de nuestra especialidad. Por las mismas razones de afluencia de enfermos, con el Servicio de Rehabilitación creamos el primer Servicio o Centro de Parapléjicos. Podemos afirmar que los espléndidos resultados obtenidos, tanto en el tratamiento del traumatismo craneal como del raqui medular nos permitió crear nuevas técnicas y publicar trabajos que trascendieron nuestras fronteras.

A la par que la actividad quirúrgica aumentaba cualitativa y cuantitativamente, crecía también nuestra participación en congresos y reuniones nacionales e internacionales.

Debe resaltarse que muy tempranamente se estableció una intensa colaboración con las Sociedades Latinoamericanas, muy especialmente con Argentina. Esta relación la consideré muy natural, facilitada por el idioma común y por la empatía que espontáneamente surgía en nuestras relaciones, fruto de nuestro común origen. Todo ello se tradujo en la existencia constante en nuestro departamento de neurocirujanos latinoamericanos que, en visitas cortas o en períodos de formación parciales o completos, hemos mantenido prácticamente durante todos los años.

Al otro lado del mar era bien conocido que nuestro departamento ofrecía una adecuada y efectiva formación en poco tiempo al manejar un idioma común y tener una amplia experiencia en todos nuestros procesos patológicos y todo ello posible por las dotaciones hospitalarias de primer orden, de las que ellos carecían.

El número de trabajos científicos, capítulos en libros, así como ponencias en congresos nacionales o internacionales sobrepasan de largo el centenar.

Preferente atención hemos tenido con cierto tipo de afecciones como por ejemplo el tratamiento de las malformaciones arterio-venosas del encéfalo. Cuando esta dificultosa patología no se consideraba tributaria de tratamiento quirúrgico, no solo en España, sino fuera de ella, en contra de esta opinión mayoritaria, tan tempranamente como en 1967, desarrollé la ponencia sobre “Aneurismas Arterio-venosos Intracraneales”, en el Congreso Europeo de Neurocirugía, celebrado en Madrid. Desde entonces, y hasta mi retirada del ejercicio activo de la especialidad en el año 2002, mi experiencia fue aumentando hasta reunir una casuística de 274 casos, que durante cierto tiempo ha sido de las mayores publicadas, con excelentes resultados.

En el año 1968, fui nombrado Jefe del Departamento de Neurología y Neurocirugía y Director del Centro de Rehabilitación y Traumatología, todo dentro del gran Complejo Sanitario denominado “Virgen del Roció”, en Sevilla. Esto hizo posible reunir alrededor del enfermo neurológico especialidades auxiliares como la neuro-radiología, la neuro-oftalmologfa, la neuro-otología, la neuro-fisiología y, como ya dije antes, la rehabilitación neurológica. Gracias a esta estructura modélica, el estudio del enfermo neurológico y neuroquirúrgico se facilitó de una forma racional y adecuada.

El Departamento estuvo siempre abierto y muy atento a los avances técnicos que se iban produciendo. Uno de los más importantes fue la introducción de técnicas de microneurocirugía. Fue el Doctor Morales Ramos el encargado de la implantación y desarrollo de las mismas, creando un laboratorio de cirugía experimental. En el mismo, se vieron sucesivos cursos de especialización en estas técnicas, no solo para neurocirujanos, sino también para otras especialidades quirurgicas.

El Doctor Arjona se ocupo de la llamada neurocirugía funcional que tuvo una gran actividad en el tratamiento mediante lesiones estereotácticas en la enfermedad de Parkinson, disquinesias y trastornos psiquiátricos. También el Doctor Trujillo adquirió gran experiencia y excelentes resultados en la cirugía de los procesos hipofisarios por vía transesfenoidal.

El Departamento siguió con su tradicional interés en el tratamiento de los procesos vasculares encefálicos y de la hidrocefalia infantil, desarrollando novedosas técnicas en el estudio y tratamiento de esta última entidad por la colaboración mantenida con el Hospital Infantil al cual estuvo adscrito el Doctor Barrionuevo Gallo.

Preferente atención tuvimos siempre en las vías de abordaje transcalloso a los procesos tumorales profundos de los hemisferios cerebrales, adquiriendo como en las otras Patologías gran experiencia.

El resultado de la gran actividad desarrollada en nuestro Departamento fue la formación de un espléndido plantel de facultativos que, en sucesivos concursos y oposiciones ganaron plazas de Jefes de Servicio en diferentes hospitales del país que, afortunadamente siguen ocupando en la actualidad. Así puedo citar al Doctor E. Rubio, en Barcelona, al Doctor Jos, en Córdoba, al Doctor Morales, en Salamanca, al Doctor Ventura Arjona en Granada y por ultimo a los Doctores Revuelta y Rodríguez Burgos, que me han sucedido en Sevilla, después de mi jubilación.

También son muchos los neurocirujanos latinoamericanos que han ocupado importantes puestos hospitalarios en sus respectivos países.

Mi actividad no se limitó estrictamente a la neurocirugía, sino que consideré importante tomar parte en la política sanitaria.

Fui Presidente del Real e Ilustre Colegio de Médicos de Sevilla en las primeras elecciones democráticas que se hicieron en España. Este cargo tenía una duración de seis años, pero fui reelegido por otros dos períodos de seis años, ocupé dicho puesto desde el año 1963 hasta el año 1981. Período muy importante en la Sanidad Española, durante el cual se fueron conformando los sistemas de selección, y sobre todo, el de formación de internos y residentes que todavía sobrevive y que, sin duda, ha sido fundamental en el mantenimiento de una avanzada formación médica. En mi etapa de Presidente se construyó un moderno edificio que acogió tos Servicios Administrativos de la Corporación, un Colegio Mayor para hijos de sanitarios, Biblioteca y Asías que han permitido que esta Institución haya desarrollado una continua y extensa actividad de formación médica.

He sido galardonado con las siguientes distinciones:

Imperial y Soberana Orden de Caballería. Grado de Gran Oficial de la Soberana Orden Imperial de Constantino El Grande y de la Corona Real de Vandalia. Madrid, 3 de marzo de 1947. Sdad. Luso-Española de Neurocirugía — Miembro Activo — Reunión anual 1949. Miembro correspondiente de la Sociedad Holandesa de Neurocirugía. Año 1952. Presidente de la Sociedad Luso-Española de Neurocirugía en el año 1964, por un período de dos años. Miembro Titular de la Sociedad Internacional de Cirugía. Miembro de la Sociedad de Neurología, Neurocirugía y Psiquiatría de Madrid. Ilustre Colegio Oficial de Odontólogos y Estomatólogos de la IV Región, con el beneplácito del Ilustre Consejo General de Odontólogos y Estomatólogos de España, concede el título de “Colegiado de Honor”- año 1972. Ayuntamiento Constitucional de Querétaro (México) – Huésped Distinguido -10 de febrero de 1977. Asociación Argentina de Neurocirugía – Miembro Honorario -19 de agosto de 1978. XXIII Jornadas de la Sociedad de Neurocirugía de la Provincia de Buenos Aires- Miembro Honorario – Mar de Plata. 7 de diciembre de 1981. Sociedad Médica de Hospitales de Sevilla – Título de Socio de Honor -Sevilla, 1 de marzo de 1982. Real e Ilustre Colegio de Médicos de Sevilla- Colegiado de Honor, Sevilla, 16 de junio de 1982. Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos — Colegiado de Honor con Emblema de Plata, Madrid, 6 de octubre de 1982. La Intendencia de la Municipalidad de la Ciudad de Salta (República Argentina) al Teniente Alcalde de Sevilla – Salta» 13 de octubre de 1983. Sociedad Andaluza de Neurocirugía – Diploma como Socio Fundador. Junio 1984. Alcaldía Municipal de Santa Cruz de la Sierra (Solivia) -Huésped Distinguido de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia). 18 de abril de 1986. Sociedad Boliviana de Neurocirujanos – V Congreso Internacional de Neurocirugía – Miembro Honorario, Santa Cruz, abril de 1986. TERCIO GRAN CAPITÁN 1 I>E LA LEGIÓN al Presidente de la Sociedad Andaluza de Neurocirugía. Melilla, marzo de 1987. Sociedad Andaluza de Neurocirugía. Diploma como Presidente de Honor. Junio de 1987. Jornada 40* Aniversario de la Asociación de Argentina de Neurocírugía. Homenaje como “Eminente MAESTRO de Neurocirujanos Argentinos”. Rosario, 21 de agosto de 1999.

Quiero darle una especial relevancia a los siguientes premios:

PREMIO GALENO DEL REAL E ILUSTRE COLEGIO DE MÉDICOS DE SEVILLA (Año 2000) MEDAL OF HONOUR OF THE FEDERATION OF THE WORLD NEUROSURGICAL SOCIETIES (Sydney-Afio 2001). Esta condecoración personalmente la considero muy gratificante por ser un premio mundial que se otorga una vez cada cuatro años y se limita a una persona de cada continente y, sobre todo, porque por primera vez fue concedida a un neurocirujano de habla española. En el año 2002 nuestra Sociedad Española de Neurocírugía me concedió la 2a MEDALLA DE ORO otorgada desde la institución de este premio. Actividades científicas Siempre consideramos prioritaria la necesidad de difusión de nuestras actividades dentro del ámbito médico, por ello, la realización de Reuniones y Congresos de la especialidad y la asistencia puntual a los organizados en España, Europa, América o cualquier otro país, fue la norma seguida por nuestro Departamento.

Globalmente, podemos evaluar en unas quinientas las Comunicaciones, Ponencias y Conferencias las realizadas a lo largo de los más de cincuenta años de vida activa, que se reflejan en las publicaciones correspondientes en las revistas de la especialidad.

Después de mi jubilación como Jefe del Departamento de Neurocirugía de la Seguridad Social, en el año 1989, continúe mi actividad profesional creando el Instituto Privado de Especialidades Neurológicas con algunos de mis antiguos colaboradores, como los Doctores F. Trujillo, J. A. Narros y D. Mármol.

 

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