Robert Saposlsky afirma que las personas que han estado sometidas a un conflicto emocional constante, sea político o social, enferman con más facilidad y mueren más . que las poblaciones que no han sido maltratadas, además, este defecto lo trasmiten a su descendencia hasta la tercera generación. En el dialogo que mantuvo con Eduardo Punset , dice R Sapolsky “ el colectivo mas desamparado de la población trasmite durante varias generaciones la marca de los estragos fisiológicos sufridos por el ejercicio abyecto del poder politico.
Yo me acuerdo siempre de mi tía Juana que descubrió la Inteligencia emocional entre otras cosas. Solía decir, este niño no sirve para estudiar, a el lo que le gusta es estar con gente y hablar y para eso es magnifico. Esto lo dijo Daniel Goleman 50 años mas tarde y por ello vendió millones de libros a gente, que ya sabia esto. Que unos sirven para una cosa y otros para otra y que ser acertado en ejercitar las cualidades positivas nos hace tener triunfos sociales en esta vida. Y en lo referente a Sapolsky, mi querida tía, decía esta Sra; esta sufriendo mucho y esto se paga. Ha sufrido mucho y no se puede estar sana rodeada largo tiempo de sufrimiento.
Perdonen que me aparte del tema, pero mi tía Juana y su marido el tío Alfonso siempre tuvieron visos de genialidad. Ella tenía escasa formación, leía poco y salvo la TV, no tenia otra forma de ilustración, eso si la charla, cada día se reunían sus hermanas y vecinas y disecaban todo lo disecable y montaban el mejor de los ateneos, y eran capaces de entrar en los temas mas escabrosos. Tenían curiosidad. El tío Alfonso leía continuamente, y lo comentaba y lo entendía y sacaba ricas y sabrosas conclusiones. Le asustaba la maldad, era incapaz de entender el daño. El siempre se dio tanto a los demás, que necesitaba muy poco para vivir. Palpaba el amor que todos le teníamos y le tenemos. Con frecuencia decía: “siempre que pasa lo mismo sucede igual”, y mira tu, que hace poco, en un libro entupido de esos que pretenden cambiar tu estado de animo mostrándote frases de los sabios, encuentro una de Einstein que dice: “es un signo de demencia pretender que haciendo siempre lo mismo obtengamos resultados diferentes.”
Creo que esto puede ser lo mismo, aunque habría que discutirlo, pero mi tío Alfonso lo había dicho también hace mucho tiempo y aunque no se había publicado, toda la familia repite esta frase de forma muy jocosa.

Yo también estoy de acuerdo, la gente que sufre, que crece con el estimulo del sufrimiento, incidiendo sobre su sistema emocional, tiene a la fuerza que tener una muesca en alguna parte de su cerebro. Como dicen los fisiólogos ha facilitado determinadas áreas de su cerebro y el sufrimiento lo tienen siempre a flor de piel.

James William discutió muchos años; que era antes la emoción o el sentimiento. También lo discute Damasio y también puedo yo opinar.

Esta claro en unos casos. Someta a unos ratones con escaso cerebro, comparativamente con el homo sapiens sapiens, a un estimulo reiterado. Por ejemplo déle un poco de azúcar cada vez que atraviese un tubo o suba unos peldaños de escalinata, y vera como llegan a hacerlo de una manera prodigiosa y lo que es peor, no se le olvidara jamás.

Seria el movimiento ejecutor de atravesar el tubo, la emoción y el recuerdo que le ha dejado en su psique, el sentimiento. Lo malo del caso es que no siempre se reconoce que el sentimiento ha provocado la emoción y sin embargo la emoción esta allí, y lo esta desde hace años aunque pasa desapercibida y el estimulo que la solicita convirtiéndola en un acto motor, con abundante componente vegetativo, puede estimular cualquiera de las estructuras del lóbulo limbico sin pasar por la corteza cerebral. Por ejemplo a través del haz tálamo-amigdalar, ante, de ser percibido por las estructuras corticales.
Aquí, en el lóbulo límbico, en algún lugar recóndito, debe guardarse el sentimiento de los disgustos que han facilitado una vía y acumularlo en el cerebro de los sufridores, a los que tienen un continuo contacto con la pena. Se pueden olvidar pero nunca desaparecen.

¿Como se puede explicar que lo que ha molestado años, y que no se percibe conscientemente, este dando este continuo, desagradable, amargante y desapacible sufrir, que marca la vida de personas? Parecen estar necesitados de sufrimiento. Como puede ser mayor el miedo a tener dolor, que el tenerlo.

Rodríguez Delgado, siguiendo los trabajos de Hess sobre la estimulación eléctrica del Septum y de la Amígdala, Repitió las sensaciones placenteras o el displancenteras ante la estimulación, dependiendo de la estructura estimulada. Hasta tal punto que coloco electrodos crónicos en estructuras profundas del cerebro a monos, a los que enseño a autoestimularse. Si el estimulo se hacia sobre los núcleos básales del septun o sobre la amígdala, el animal, no solo se enfurecía, sino que no volvía a tocar el manipulador por lo desagradable de la sensación o del sentimiento, no podemos saberlo. Por el contrario, si estimulaba los núcleos de la convexidad del Septum, el placer debía ser tan fuerte que el monito se olvidaba de cualquier necesidad vital que no fuera manipular el interruptor.
Tenemos pues en nuestro cerebro estructuras que responden por lo menos a los estímulos eléctricos con sensaciones de felicidad e infelicidad y que posiblemente necesitan unos neurotransmisores y los receptores de estos para producirse de una manera similar a como lo hace a la estimulación eléctrica..
Pero filológicamente la estimulación no es mecánica sino química y eléctrica y esto también produce una respuesta. De lo que se deduce que cualquier alteración bioquímica de los neurotransmisores, de su recaptación o la de los receptores sobre los que inciden, pueden provocar una sensación, estado de ánimo, sentimiento o todo a lo vez, lejano a la voluntad, y lo que es peor, hacerse la respuesta reiterativa. Ya tenemos una grave y crónica perturbación psíquica. Ya tenemos un obsesivo, un depresivo o un lo que sea, pero anormal. Y sobre todo sin participación de la voluntad. El sujeto esta sometido a los avatares de circuitos previamente facilitados.
L. Pani escribió el año 2000 en la revista Mileniun un atractivo articulo en el que
quiso demostrar que durante generaciones la extraordinaria bioquímica del lóbulo de las emociones estuvo perfectamente modulada por neuromoduladores de los que la DOPA, tenia un lugar preferente. Posteriormente la industrialización y la posibilidad de que determinadas contaminantes, intoxicaran estos neuromoduladores, dio lugar a la aparición de los desordenes emocionales a que estamos sometidos.
Recientemente en Medscape, aparece un trabajo en los que son evaluados campesinos que han estado sometidos a atmosferas de herbicidas, pesticidas y fertilizantes. Estas personas presentan abundantes disturbios de su conducta, como irritabilidad, tendencia a la depresión etc. Esto parece ratificar lo que anteriormente describí del trabajo Milenium.

Esto quizás no tenga nada que ver o si que lo tenga, con el guardar las penas y tenerlas como substrato perturbador. Parece claro que los moduladotes de la neurotranmision están alterados, pero lo que sorprende es que la pena y sus consecuencias para la vida estén archivada en el mensaje cromosómico que dos células, al unirse, trasmiten a su descendencia.
¿Cómo es esto? Después de años de estudio se establecieron las bases químicas de la herencia. . El ADN se transforma en ARN mensajero, este fabrica una proteína y esta a su vez tiene una función. Esto explica que unos padres compartan datos orgánicos con los hijos, ¿ pero hasta la pena? En que letras están escrita en los cromosomas, los disgustos.
Son mensajes a descifrar, pero como muchas veces la clínica aparece mucho antes que descifremos su substrato.
Si esto es así, y lleva visos de serlo. “Santa María lo que nos queda”. Ya no se pueden dar ni disgustos, porque estas personas morirán antes, enfermaran mas y además lo transmitirán a los que nada tenían que ver con el conflicto. Habrá que poner en práctica el primer principio de la Constitución América. “El primer deber de un Estado es hacer felices a los Ciudadanos”.