El cerebro es una máquina predictiva encaminada a disminuir la incertidumbre del ambiente.
La evolución de esta víscera ha ocurrido a lo largo de miles de años hasta conducirnos al cerebro del homo sapiens que se distingue de los demás homínidos por pesar casi 1500 gramos y tener un mayor abultamiento frontal y de las eminencias parietales y cierta disposición de neuronas.
El cerebro está encargado de funciones superiores como memoria, entendimiento y voluntad. Pero también está encargado de la regulación de nuestro cuerpo para mantener el metabolismo que a su vez mantienen el funcionamiento de las funciones superiores.
El cerebro se comunica con el resto de nuestra economía por dos sistemas
Sistema somático voluntario. Desde los pares craneales y las raíces raquídeas a través de los nervios periféricos se comunica con todo el organismo y recibe y emite órdenes. Para el buen funcionamiento de nuestro cuerpo. Este sistema es voluntario nos permite el movimiento y desplazamiento.
Junto a este existe el sistema vegetativo que consiste en una serie de ganglios nerviosos que también reciben y emiten impulsos al sistema nerviosos central y desde este al resto de nuestra economía y consta de dos ramas principales.
1.- Parasimpático que está formado por los últimos pares craneales, espinales, glosofaríngeos y vagos y posteriormente se le suma unas colecciones de ganglios y vías lumbares. Este sistema tiene la misión de hacer reposar nuestro organismo y permitir que se recupere del cansancio.
2.- Simpatico que está compuesto también por una serie de ganglios pararaquídeos bilaterales que van desde la médula cervical baja hasta la lumbar y que tiene por misión prepararnos para la acción.
Ambos sistemas vegetativos no son totalmente opuestos y si colaboran en el mantenimiento de funciones vitales, la homeostasis o equilibrio de nuestras funciones
Inmunidad.
Podríamos definirla como un sistema de defensa del organismo y la inflamación es la forma como lo hace. Y a su vez decir que la mente controla nuestro sistema inmunológico y lo hace a través del sistema nervioso vegetativo.
El concepto de agresión, traumatismo y estrés, se confunden, de forma que el estrés está reconocido como la respuesta a los traumatismos psíquicos, aunque también se entiende por la agresión a l nuestra biología, es un traumatismo. Nos vamos a referir a tres tipos de circunstancias que nos hacen enfermar simplemente como AGRESIONES Y ESTAS PUEDEN SER: FISICAS, BILOGICAS Y PSIQUICAS.
Empezaremos a contar algo que fue trascendental para el conocimiento del equilibrio del sistema nerviosos periférico, pero también central. El experimento de Paulov ayudó marcadamente a conocer este misterio. A los perros de su experimento les colocaba una cánula en el estómago que recogía el jugo gástrico que segregaban cuando les enseñaba un trozo de carne o se las hacia probar. Una vez demostrado esto les añadió un nuevo estimulo proporcionado por el ruido de un metrónomo y comprobó que seguían los perros segregando jugó gástrico. Observó que con el ruido de un metrónomo y mostrarle carne, los animales continuaban segregando jugos gástrico. Pero cuando no les mostraba carne y con solo el sonido del metrónomo, continuaban segregando jugos. Debió ser para él una gran sorpresa y seguramente no lo interpretó de la manera real.
En el año 1974 Robert Ader hizo un experimento similar con ratas, a las que suministraba un líquido azucarado que les gustaba mucho, al mismo tiempo que les inyectaba un producto que le provocaba una desagradable sensación, con la intención de ver sí las ratas rechazaban la ingesta de líquido azucarado. Las ratas empezaron a morir lo cual llamó profundamente la atención del investigador e inmediatamente empezó a buscar ayuda y lo tuvo con Nicholas Cohen, inmunólogo que descubrió que la inmunidad de los animales muertos estaba claramente disminuida y ello provocaba el fueran agredidas por gérmenes que le producían la muerte.
Durante muchos años el tema provocó controversias muy fuertes. Era difícil de entender la asociación de los dos estímulos y la producción de una indefensión inmune. Recordaba la aseveración de Luis Vives el famoso filósofos valenciano, “ cuando las cosas se aprenden simultáneamente, el evocar una provoca la aparición de la otra”. Había dos estímulos que desencadenaban la misma respuesta.
Ader y Cohen, publicaron un artículo impactante “Behaviorally Conditioned imunosuppresion”
Una serie de trabajos buscando como se modificaba la inmunidad por la agresión mostraron que los deportistas de élite que practicaban ejercicios peligrosos, como puenting, motocross, paracaidismo etc. Sufrían también una inmunodepresión aunque posteriormente la compensaban.
Pero un trabajo definitivo fue el estudio en la nave Skylab, fue la primera nave espacial estadounidense. Fue diseñada por Raymond Loewy. Orbitó alrededor de la Tierra desde 1973 a 1979 y fue visitada por astronautas en tres ocasiones durante sus dos primeros años de servicio. Una publicación posterior mostró lo que sigue:
Skylab experiment results: hematology studies. Kimzey SL1, Ritzmann SE, Mengel CE, Fischer CL.
Estos estudios fueron diseñados para evaluar aspectos específicos de los sistemas inmunológicos y hematológicos del hombre
No hubo cambios significativos, ya sean inmediatos o diferidos de glóbulos rojos.
Sin embargo, la capacidad de los linfocitos para responder a un desafío mitogénico in vitro fue reprimida después del vuelo, y parecía estar relacionada con la duración de la misión.
Sólo se observaron pequeñas diferencias en los patrones de proteínas plasmáticas.
En la segunda misión hubo cambios en las proteínas implicadas en el proceso de coagulación, que sugiere una condición hipercoagulacion.
Los trabajos se sucedieron siempre polarizados a agresión psíquica e inmunidad y de especial interés fue en 1998 el trabajo de Jonny and Glaisser, que estudiaron parejas humanas conflictivas a las que sometían a situaciones que les proporcionaba motivos de peleas y discusiones durante algún tiempo y vieron que había también una clara disminución de la inmunidad sobre todo en mujeres.
También fue importante el estudio de las personas que cuidaban enfermos crónicos con enfermedad de Alzheimer y que estaban por tanto sometidos a un estrés crónico y se vio que cuando se le producían pequeñas heridas a ellos y a un grupo control sin estrés, las heridas de los cuidadores tardaban un 24% más de tiempo en curar que al grupo testigo que no estaba sometido a estrés.
En 1988 Angelika Buske-Kirsechbraun de la universidad Alemana de Trier, hizo un experimento en el que inyectaba adrenalina a voluntarios al mismo tiempo que les daba un caramelo de fuerte sabor y efervescente y comprobó, que la adrenalina incrementa las defensas sin demasiados efectos colaterales. Y posteriormente sustituyó la adrenalina por suero fisiológico continuando con el caramelo, y comprobó que cuando se le inyectó suero fisiológico en vez de adrenalina también se elevaban las células inmunológicas en sangre.
Los experimentos se sucedieron y quizás el más significativo fue el estudio de personas que habían sufrido el terremoto de San Francisco y en 1988 se evaluaron hace 68 personas estudiándose su respuesta inmunitaria en un periodo de tiempo transcurrido desde un periodo que iba desde los once días a los cuatro meses al terremoto. Y encontraron:
1. Personas que habían tenido un bajo distres y escaso trastorno para la vida, tenían una respuesta inmunitaria alta.
2. Los grupos con alto distres y bajo trastorno para la vida tenían una clara disminución de la respuesta inmunitaria.
3. En el grupo con bajo distres y alto trastorno para la vida tenían también disminuida la inmunidad y en el último grupo, harto distres y alto trastorno para la vida tenían aumentado la inmunidad.
4. Las personas con alto distres y graves daños, tenían una inmunidad alta
Un experimento importante lo hizo el Dr. Blalock de la universidad de Alabama, encontró en los cultivos de linfocitos, que cuando se les infectada el cultivo con gérmenes, producían anticuerpos y estos no ocurría o lo hacían en menor cantidad cuando se ponía en el cultivo ACTH. La inmunidad también disminuía por el efecto químico.
El gran experimento lo hace Suzanne Felten de la Universidad de Rochester estudiando al microscopio los trayectos vasculares vio que las terminaciones nerviosas no sólo alcanzaban las fibras musculares lisas sino también a los linfocitos. El sistema nervioso regula directamente la inmunidad poniéndose en contacto y estimulando los linfocitos
En el control y manejo del proceso inflamatorio intervienen varios sistema del organismo, neural, endocrino, inmune y psicológico.
En el organismo, una agresión exógena (agentes biológicos, agentes físicos, agentes químicos o traumatismos) o endógena (radicales libres, determinados metabolitos celulares, alteraciones inmunitarias, neurotransmisores u hormonas) es interpretada por el sistema inmune como una señal de alerta. Los receptores de membrana de los macrófagos y los mastocitos reaccionan al estímulo liberando una serie de mediadores de la inflamación ya sean de origen lipídico derivados del ácido araquidónico (postaglandinas, leucotrienos, tromboxanos), aminoácidos modificados (histamina, serotonina) o pequeñas proteínas (citoquinas proinflamatorios) que desencadenan una serie de reacciones con la intención de neutralizar la agresión.
Ante el agente patógeno, a nivel intracelular se activa el factor de transcripción nuclear NF-kB que induce la expresión de determinados genes que codifican para proteínas proinflamatorias como las citoquinas (IL-1,IL-4, IL-6,IL-8) interferones (IFN-γ), factores de necrosis tumoral (TNF-α) etc). Paralelamente, en la membrana celular la enzima fosfolipasa A2 descompone los fosfolípidos de membrana en glicerol y ácido araquidónico, que será el sustrato que utilizará la enzima ciclooxigenasa (COX) para producir prostaglandinas (como la PGE2) en el caso de los macrófagos y PGD2 en el caso de los mastocitos) y tromboxanos (TXA2 en plaquetas), o el sustrato de la enzima lipooxigenadsa (LOX) para producir leucotrienos y lipoxinas. En la inflamación aguda, una vez controlada la agresión, los macrófagos y leucocitos proceden a la reparación tisular liberando nuevos mediadores, esta vez citoquinas antiinflamatorias (IL-10, factores de crecimiento, TGFB y otros) para restaurar la homeostasis. REGULACIÓN DE LA INFLAMACIÓN: En el control y regulación del proceso inflamatoria intervienen de forma activa diferentes sistemas. A nivel endocrino a través del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal las hormona córticotropa (CRH) actúa como hormona proinflamatoria estimulando los mastocitos y macrófagos (de la epidermis produciendo enfermedades de la piel, por ejemplo) y desencadenando la respuesta inflamatoria. A su vez la histamina, IL-1 e IL-6 secretadas en la reacción inflamatoria ejercen una acción de control por feed-back sobre la glándula endocrina hipotálamo, regulando según necesidad la secreción de CRH. En el mismo eje las glándulas suprarrenales ejercen un control inhibidor de la inflamación secretando glucocorticoides (cortisol), con efecto antiinflamatorio, esta regulación también dependiente de un mecanismo de retroalimentación negativa que ejercen las propias sustancias proinflamatorias sobre la glándula endocrina suprarrenal. A nivel neural, el sistema autónomo parasimpático también ejerce una función de regulación de la inflamación, el nervio vago, Envia su principal neurotransmisor (acetilcolina) QUE tiene efectos antiinflamatorio, atenuando la producción de TNF, IL-1B, IL-6 e IL-8 por parte de los macrófagos, este efecto estaría producido porque el nervio vago posee terminaciones aferentes que harían un chequeo de la inflamación periférica y enviarían esta información al sistema nervioso central. Este a través del nervio vago y sus terminaciones eferentes liberaría acetilcolina produciendo un potente efecto antiinflamatorio. Determinados experimentos establecen que la acetilcolina atenúa la producción de citoquinas proinflamatorias (TNF, IL-1B, IL-6 e IL-8) pero que no tiene ningún efecto inhibidor sobre la producción de citoquinas antiinflamatorias (IL-10), lo que explicaría, en parte, el efecto beneficioso de ejercicios de relajación, que estimulan el sistema nervioso parasimpático y la secreción de acetilcolina, sobre desordenes inflamatorios en la piel. El estrés psicológico tendría en los sistemas endocrino y neural, un efecto relevante aumentando la secreción de CRH y menguando la secreción de acetilcolina. La regulación neuronal es mucho más específica y local que la regulación endocrina o humoral. A nivel inmunológico macrófagos, mastocitos y neutrófilos polimorfonucleados ejercen un control total en la respuesta inflamatoria ya que son sus receptores, a los que se une la noxa, y sus secreciones, las que ponen en marcha la cascada fisiológica que define la inflamación. Los macrófagos son sensores de la señal inflamatoria interaccionando con el sistema inmune, sistema nervioso y sistema endocrino en el intento del organismo por regular la respuesta inflamatoria. Ejercerán esta función mediante la producción de citosinas que tendrán un efecto sobre las inervaciones nerviosas tisulares. En la inflamación crónica los mediadores proinflamatorios continúan actuando más allá de la eliminación del daño inicial.
Garry Egger , PhD, MPH, Health and Human Sciences, Southern Cross University, Lismore, NSW, Australia, and Centre for Health Promotion and Research, Sydney, NSW, Australia
Afirma que la teoría de los gérmenes durante el siglo XIX era responsables de múltiples y terribles enfermedades que producían pandemias y gran mortalidad. La gripe, la tifoidea, la peste y otras varias se seguían de rápida e intensa mortalidad que afectaba a millones de personas.
A partir de entonces y por distintas causas, aumento de la economía, al mejor estilo de vida, higiene y a las vacunas, aparecen un número importante de enfermedades crónicas que no son transmisibles y cuyo origen es posiblemente plural y que constituye lo que se llaman enfermedades crónicas o «metaflammation” que están producidas por “antropogens”,
Son el resultado de un tipo de vida nuevo, de la alimentación, de higiene y cuya base subyacente podían ser gérmenes de comportamiento inusual
El neurocirujano Kevin tracey , inmunólogo del Instituto Feinstein de Investigación Médica en Manhasset, Nueva York nos ha sorprendido con nuevas perspectivas, La inflamación, que es parte del sistema inmunitario, ayuda a que el cuerpo sane después de una lesión, pero puede dañar órganos y vasos sanguíneos si dura más de lo necesario.
Una de las funciones del nervio vago es reajustar el sistema inmunitario e interrumpir la producción de proteínas que alimentan la inflamación. El nervio vago es una especie de mensajero bidireccional que pasa señales electromagnéticas entre los órganos y el cerebro
Tracey y sus colegas, descubrieron la «pieza que faltaba» para saber cómo el nervio vago orquesta la inmunidad. Encontraron que los linfocito T del bazo del ratón estaban en
realidad liberando acetilcolina por sí mismos después de recibir la señal del nervio vago, jugando un papel fundamental en el bloqueo de la inflamación.
Aunque los linfocitos T son parte del sistema inmunológico, en este contexto, están básicamente funcionando como neuronas, señaló Tracey. “Las células inmunes jueguan un papel protector anti-inflamatorio frente a la enfermedad.
A partir de entonces una nueva perspectiva terapéutica se abre para reparar el desequilibrio del sistema vegetativo. Así como el sistema simpático a través de la adrenalina estimula la inmunidad, el sistema parasimpático la inhibe mediante la acetilcolina frenando la temida reacción inflamatoria causante las enfermedades crónicas.
Aparecen entonces una serie de cirugías con un marcado éxito sobre enfermedades dispares y así concretamente sobre la epilepsia resistente a otros procedimientos conservadores y estimulando el nervio vago en el cuello se obtiene resultados prometedores (EPILEPSIA Neurología julio 1998 vol. 51 no. 1 48-55). La estimulación del nervio vago izquierdo, de forma intermitente y crónica, ha demostrado eficacia en modelos animales y en ensayos clínicos preliminares para suprimir la aparición de convulsiones. Los pacientes tratados sufrían por lo menos 6 convulsiones al mes. Crisis parciales y secundariamente generalizadas. A los pacientes se le implanto quirúrgicamente un estimulador en el nervio Vago izquierdo conectados a un generador de marcapasos programables subcutánea infraclavicular.
Los pacientes que recibieron estimulación de alta frecuencia (94 pacientes, de edades entre 13 a 54 años) tuvieron una reducción promedio de 28% en la frecuencia total de las crisis en comparación con una reducción del 15% en el grupo de baja estimulación (102 pacientes, de 15 a 60 años; p = 0,04 ).
También en pacientes con insuficiencias cardíacas por disminución de la contractilidad sin lecciones isquémica, se ha conseguido una importante recuperación del ritmo y contractilidad cardiaca utilizando también la estimulación del nervio vago ( EPILEPSIA Neurología julio 1998 vol. 51 no. 1 48-55 ).
Pero lo más representativo de la estimulación del vago ha ocurrido en la artritis reumatoide enfermedad autoinmune enormemente lesiva y resistente a la medicación. Quizás el número de casos tratados no sea grande pero si espectacular, pues en algún caso publicado la remisión del fenómeno inflamatorio y su impotencia funcional en las manos regresaron totalmente. De igual forma el TNF causante del dolor en esta enfermedad ha disminuido marcadamente en los distintos controles.
También en las grandes y persistente cefaleas la estimulación del vago mediante un emisor de frecuencias eléctricas aplicadas al cuello ha conseguido resultados alentadores en estas cefaleas resistentes a todo.
Estamos pues ante un fenómeno inesperado. El sistema nervioso regula directamente la inmunidad y además frena el temido fenómeno de la inflamación crónica. La terapéutica quirúrgica parece muy agresiva para la multitud de procesos y enfermedades crónicas que se beneficiarían de la estimulación del vago. Tenemos que dar un paso atrás y pensar que todas las terapias orientales en la que devolvían la salud mediante la meditación y ejercicios de búsqueda interior tiene algo aprovechable.
De igual manera que los estímulos externos nos hacen enfermar y rompen nuestra homeostasis, también es posible que reguladores internos de una manera más consciente que la utilizada hasta ahora, sean capaces de devolver el equilibrio homeostatico.
Hay múltiples publicaciones no demasiado ortodoxas, que quieren demostrar estas prácticas son beneficiosas para cantidad de enfermedades.
No parece dudoso que el entusiasmo que está despertando la psiconeuroinmunología dará resultados y no lejanos.
Nuestra mente nos hace buscar apasionadamente como descubrir el camino en el inconsciente para de manera razonada regular la inflamación restaurando la homeostasis.

Bibliografia
– R Ader, N Cohen. Behaviorally conditioned immunosuppression.
– Psychosomatic Medicine, 1975 – journals.
– Garry Egger , PhD, MPH, Health and Human Sciences, Southern Cross University, Lismore
-Blalock, JE. 2002. Harnessing a neural-immune circuit to control inflammation and shock. J. Exp. Med. 195:F25-F28.
– Buske-Kirschbaum University of Trier, Germany.Brain-Immune Interactions in Stress-the impact of hormones on disease.Brain-Immune Network Group
Bristol, UK, November 30th 2002
-EPILEPSIA Neurología julio 1998 vol. 51 no. 1 48-55
-Kevin tracey , inmunólogo del Instituto Feinstein de Investigación Médica en Manhasset,
– Kimzey SL1, Ritzmann SE, Mengel CE, Fischer CL.. Skylab experiment results: hematology studies.
– JW Glasser, HJ Price Evaluating expectations deduced from explicit hypotheses about mechanisms of competition. Oikos, 57-70. 1968. Nueva York NSW, Australia, and Centre for Health Promotion and Research, Sydney, NSW, Australia
-PAVLOV, IVAN PETROVICH (1849-1936