La barrera hematoencefálica, es un conjunto de «filtros» situados en los vasos sanguíneos que evitan la entrada de patógenos, toxinas y otras moléculas, en el cerebro. Teoricamente impiden que entren patógenos en el cerebro, pero cada vez se pone este axioma mas en duda, ya que determinados patógenos, cuando cambian las condiciones del medio, pueden penetrar esta barrera, permeabilizar el intestino y llegar al cerebro y cualquier parte de nuestra economía.

Investigadores de la Universidad de Alabama en Birmingham (EE.UU.) encontraron en muestras de cerebros por casualidad unas formas alargadas en su interior, que posteriormente vieron que eran bacterias que se suelen encontrar en el intestino y pertenecen a tres grupos de microbios.
Cabe la duda de si estas bacterias no son producto de la contaminación, pero también podría ocurrir que estas bacterias intestinales vivieran dentro del cerebro de personas sanas.
Este hallazgo, realizado por Rosalinda Roberts y su grupo, fue presentado a la Sociedad de Neurociencia, en Estados Unidos, y revelado por Sciencemagazine.
Barrera Hematoencefalica
También piensan los autores que estos microbios, pueden ser inocuos o incluso beneficiosos para el organismo.
Por otra parte la investigadora, Courtney Walker y Charlene Farmer trabajaban con muestras de cerebro extraídas de 34 personas fallecidas solo unas horas antes. Su objetivo era comparar los cerebros de enfermos de esquizofrenia con los de personas no afectadas por esta dolencia. Las fotografías de microscopía electrónica, en las que se extraen pequeñas láminas de tejido, revelaron la presencia de corpúsculos dentro de ciertas células y en zonas concretas de estas.
Se encontraron las bacterias predominantemente en dos o tres lugares»,
En concreto, en los pies de los astrocitos, en la barrera hematoencefálica y junto a axones mielinizados. Además, la presencia de los microbios varió en cada región cerebral. En general, resultaron ser más abundantes en la sustancia negra (implicada en movimiento de ojos, planificación de movimientos, aprendizaje y adicción), el hipocampo (memoria, entre otros procesos) y el córtex prefrontal (pensamiento, memoria a corto plazo, atención), y más escasas en el cuerpo estriado (función motora, recompensa, etc).
Descartar que las bacterias hubieran llegado al cerebro después de la muerte, como una contaminación, les hizo buscar estos microbios en 10 ratones sanos. Extrajeron los tejidos justo después de la muerte de estos animales y, encontraron, más bacterias. A continuación, analizaron los cerebros de cuatro ratones desprovistos de microbios, criados expresamente para nacer en ausencia de bacterias. En este caso, encontraron tejidos totalmente limpios de microorganismos, lo que indica que no lo era la extracción la que introdujo las bacterias.
Además, y según ha detallado Rosalinda Roberts, en los ratones, pero no en los humanos, observaron bacterias dentro de los de las neuronas. También las vieron en las cercanías de los axones mielinizados.
Microbios de la microbiota intestinal?
Lo próximo que hicieron fue identificar a las bacterias halladas en el cerebro. Los análisis de genomas revelaron que el 92 por ciento de dichas bacterias pertenecen a 3 grandes grupos, que se corresponden con bacterias intestinales : Firmicutes, Proteobacteriasy Bacteroidetes
El hallazgo de bacterias solo en ciertas zonas específicas de las profundidades de las células sugiere que estas no llegan a sus posiciones por azar. Como tampoco hay señales de inflamación en los cerebros, lo que se esperaría si estos fueran patógenos, también hace pensar que no están atacando.
Las bacterias podrían entrar en el cerebro bajo circunstancias que no impliquen lesiones o infecciones y que podrían tener preferencias muy selectivas sobre el lugar donde viven en el cerebro.
Entonces, ¿qué podrían estar haciendo estos microbios si, efectivamente, vivieran en el interior del cerebro? ¿Podrían ser importantes para las funciones celulares, la enfermedad y la respuesta inmune? «. «La ausencia de inflamación sugiere que son comensales o mutualistas, o bien que llegan tras la muerte a causa de una contaminación».
Los hallazgos son interesantes porque las bacterias se localizan en lugares específicos y no sencillamente en cualquier parte», como harían en una contaminación.. Es decir, esta opción también abriría curiosos interrogantes: cómo debería
¿Por qué las bacterias invaden un ambiente hostil (compuesto por glutaraldehído), que se usa como agente antibacteriano en la conservación de las muestras de cerebro?
¿Qué tienen de especial los astrocitos y la mielina para ser invadidos mientras que otras células no reciben la «visita» de estos microbios?
Porqué invaden los núcleos de las neuronas de los ratones pero no de los humanos?
La comunidad científica ha constatado que la microbiota del intestino humano tiene un papel crucial para evitar la entrada de patógenos, regular el sistema inmunológico y absorber nutrientes. Recientemente, se ha comenzado a observar que el microbioma intestinal parece influir en el funcionamiento del cerebro, en el comportamiento y en la aparición de enfermedad, a través de mecanismos desconocidos. Se ha sugerido que puede ser gracias a la producción de hormonas o neurotransmisores, o quizás a través de algún mecanismos de comunicación, vía nervios o vasos sanguíneos. ¿Es lo hallado por estos científicos un primer indicio de esto?
Rosalinda Roberts ha explicado que a continuación tratarán de repetir los hallazgos centrándose en la esterilidad de las técnicas, con la finalidad de confirmar si estas bacterias proceden de una contaminación o no. Además, harán nuevos análisis para averiguar cuántas bacterias hay en los tejidos y si están vivas y, más adelante, cuántas hay en cada región en personas afectadas de varias dolencias. Para saber cómo podrían llegar hasta ahí, Roberts ha dicho que examinará potenciales rutas de entrada, como el nervio olfativo, el nervio vago y el área postrema.
¿Pueden haber gérmenes en el cerebro, sin producir enfermedades sin inflamación incluso ser benefactores.?
Es posible que sea cuestión de tiempo, pasado el cual, se hacen patógenos y aparece la inflamación y todo el camino de enfermedades neurodegenerativas.
Algo se ha conseguido, hay que romper paradigmas.
La microbiota se ha roto, los gérmenes entran en el sistema nervoso por cualquier sitio, no necesitan puerta y si existe ellos la abren y además actúan cuando pueden para que la mano el cerebro es cosa de o a lo necesitan y el organismo trata de expulsarlos si se portan agresivamente
La microbiota esta siendo explorada desde muchos angulos y es muy posible que esto de resultados.
Abundando en lo anterior, cabe introducir los macrofagos en esta patología. Y entonces podíamos tener explicación para las enfermedades neurodegenerativas.

El germen procedente de cualquier parte, desencadena una respuesta del parénquima, y Empieza el fenómeno de auto reparación.

Lo macrófagos de múltiples orígenes atacan los gérmenes al mismo tiempo que anulan la
función donde asientan y ya tenemos:
ELA, Parkinson, esclerosis múltiple, y otras varias enfermedades neurodegenerativas.
El algoritmo sería:
Pérdida del equilibrio de la microbiota
Emigración de gérmenes.
Localización en el cerebro.
Aparición del fenómeno inflamatorio en forma de macrófagos.
Anulación de la zona afectada
Enfermedad.
La lucha contra los gérmenes no ha terminado, son muchos y variados y muy pequeños entran por cualquier parte y a cualquier zona. Los macrofagos atacan y anulan funciones
Si este algoritme es asi, como catuaamos, para:
Que no lleguen germenes
Para que la reparación no sea tan lesiva.
Es cuestión de pensar, pero en tiempos de las infecciones, la vacuna, logro controlar el proceso.
Aquí estamos