EL SUICIDIO, LA DESESPERACIÓN DE AMÉRICA
Bbeatriz Navarro,corresponsal en WAshington.
17/06/2018 02:08Actualizado a17/06/2018 04:02
Hace poco tiempo he visto a dos queridos amigos. Inteligentes, bien plantaos y buenas personas. Ella de siempre fácil de risa, de belleza y alegre. El intelectual, siempre serio tendente a ver el mundo severo y hasta que lo consiguió. Hoy después de mucho tiempo de proponérselo, mi querido amigo ya es serio, ya ha aprendido que la vida no vale la pena.
Su esposa, me cuenta, desde hace un año, dice, “no me gusta nada de lo que me rodea, ni siquiera tu”, y ella se desgañita diciéndole que aun hay salida y el que no quiere ver un medico porque no esta enfermo el mundo que el ve es asi.
Que salida le queda a mi amigo:
De forma que esto coincide aon un articulo sobre mas de lo mismo en estos dias.
Cosas nefastas y terribles. Esta vez sobre el SUICIO:
El suicidio es el resultado de un terrible sufrimiento interno. Nadie quiere morir y los que mueren por suicidio tampoco, si hubieran encontrado otra salida en su mente a su sufrimiento.
Nunca se debería clasificar un suicidio en términos de “cobardía” o “valentía”, en referencia al acto en si. Decir, por otro lado, que la persona fallecida “era egoísta” es quizás una gran injusticia, sería invalidar su vida por ese final tan trágico. No solemos culpar de “egoísta” a quien murió por cáncer u por otra enfermedad u otras circunstancias.

Los factores conocidos asociados al suicidio son muy variados, así como las causas que se dan en cada caso. Por ello, se habla de que no hay un suicidio, sino suicidios. Cada caso, a pesar de compartir ese final tan trágico y doloroso, proviene de historias y circunstancias personales y sociales muy diferentes entre sí, de vivencias que las hace únicas, como a las personas.
Los factores que están asociados a que pueda existir una probabilidad de suicidio son:
-El trastorno mental, en especial la depresión, y los trastornos de personalidad
-Las conductas adictivas
-El desarraigo social o soledad
-Acontecimientos vitales estresantes
-La enfermedad crónica que cursa con dolor
Y muy probablemente el cruce entre ellos, la trasversilidad” lo que si es cierto que es una epidemia
Las personas que ponen en riesgo su vida y su salud, a menudo padecen un trastorno por depresión pero esto no siempre es así. Las causas se deben a múltiples factores a veces difíciles de diagnosticar o de preveer.
Aún así, tampoco estos trastornos y factores acaban de explicar “el porqué”.
Un porcentaje elevado de suicidios no es atribuible a ninguno de estos factores de riesgo, ni a causas concretas, por lo es extremadamente difícil su detección. Debemos considerar el suicidio como el resultado de varias causas interrelacionadas que, en muchos casos, nunca llegaremos a entender o conocer, pero fueron los suficientemente importantes y dolorosas para la persona fallecida. La muerte por suicidio, repentina y trágica, produce siempre sorpresa, incredulidad y un estado de shock a las personas próximas. Estos sentimientos se refuerzan por el contexto forense policial que nos encontramos durante las primeras horas del deceso o descubrimiento del cadáver. Es un tiempo que vivimos con una total desorientación.
Estas circunstancias iniciales, tan inesperadas y emocionalmente desbordantes, añaden dificultades a los supervivientes que sienten ya desde el primer momento la culpa, la vergüenza y la ira.
El impacto inicial de vivir de cerca una muerte por suicidio deja una cicatriz que es para siempre.
Me sorprendio cuando me entere que en Jaen existe la mayor tasa de suicidios de España, hasta el punto que no hay una familia que no tenga un suicida.
Hoy la Vanguardia nos pone el corazón contraído, cuando afirma el incremento de suicidas en USA

Casi 45.000 personas mayores de 10 años se quitaron la vida en Estados Unidos en el 2016. El doble drama del dato es la tendencia de fondo: la tasa de suicidio ha aumentado un 25% entre los años 1999 y 2015, de acuerdo con un informe publicado la semana pasada por el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés).En la mitad de los estados , la tasa de suicidios aumento hasta el 30%
Y además no hay responsables”, reflexionaba hace unos días el doctor Thomas Insel en The New York Times. Ni “Nadie tiene como trabajo evitar esas muertes” y “no van a despedir a nadie” si las estadísticas se disparan, como ha ocurrido en las dos últimas décadas en Estados Unidos, hasta convertirse en la décima causa de muerte en el país.
Es, además, una de las tres únicas causas de muerte de los estadounidenses que crece (las otras son el alzheimer y las sobredosis de opioides). La problemática detrás de las cifras es amplia y diversa pero el fenómeno va en alza en todos los estados (ver gráfico en la página siguiente) salvo en Nevada, donde cae un 1% aunque mantiene una tasa superior a la media nacional. En más de la mitad, el aumento de los suicidios fue de más del 30%. Las diferencias en las cifras absolutas son enormes. La incidencia más baja se da en Washington DC, con siete casos por cada 100.000 habitantes, y la más alta en Montana, con 29. El problema “va a peor”, alerta el CDC, que detecta alzas en todos los grupos de edad, sexos y etnias.
“Vemos aumentos en estados muy rurales, donde hay menos servicios, están más aislados y pueden estar sufriendo aún la crisis económica, pero lo realmente preocupante – es que las cifras están aumentando en casi todos los estados y de forma bastante significativa. No es sólo un tema rural.
Los suicidios son uno de los componentes de lo que se ha dado en llamar la epidemia de la desesperación que recorre Estados Unidos y que puede explicar que la esperanza de vida haya retrocedido por segundo año consecutivo, algo que no ocurría desde los años sesenta.Las causas son variadas, muertes por abusos de sustancias como el alcohol y drogas como los opioides (legales o no) son componentes de este fenómeno, que afecta sobre todo a los hombres y mujeres blancos sin estudios superiores de entre 45 y 54 años.
La tasa de suicidios en este segmento social aumentó un 30% entre 1999 y el 2013, coincidiendo en parte con los años de la crisis económica. El dato, revelado hace un par de años por los economistas Anne y Agus Deaton, causó estupor. No es la gente que en principio debería estar muriendo más, decían, pero es la que más afectada se vio por la gran recesión del 2008. Realizaban trabajos que en muchos casos se han evaporado, no se han recuperado plenamente de la crisis y sucumben a la desesperación más que en otras partes del país debido posiblemente, según los autores, a la ausencia de una red de seguridad fuerte y el fácil acceso a medicamentos adictivos contra el dolor crónico.
La publicación de las últimas estadísticas del CDC ha estremecido al país coincidiendo con el suicidio de dos celebridades, dos profesionales de éxito admirados y queridos por el gran público: la diseñadora de moda Kate Spade y, días después, el documentalista de viajes Anthony Bourdain. Ambas noticias ocuparon amplios espacios en los medios estadounidenses que, siguiendo las recomendaciones de la Asociación americana para la prevención del suicidio, acompañaban las informaciones con el número de las líneas de emergencia (en España, el teléfono de la esperanza, 717003717).
En la era de la exhibición constante de felicidad en las redes sociales, las muertes de Spade y Bourdain hacen más incomprensible un fenómeno que arrastra un estigma social y explica que muchas personas no busquen ayuda o muchos suicidios no se reporten como tales. En el caso de los adolescentes, sin embargo, el riesgo es el contrario: el tabú puede devenir fascinación. Otro estudio del CDC alertó recientemente de que la tasa de suicidio entre jóvenes de 10 y 17 años ha aumentado un 70% en la última década. Es la segunda causa de muerte entre los menores de 24 años. La ansiedad provocada por la crisis económica en los hogares, el abuso de las drogas y el acoso en las redes sociales pueden estar contribuyendo a esta tendencia, apunta Stone.
Estudios previos del Centro de Control y Prevención de Enfermedades indican que los granjeros y los veteranos son las ocupaciones más desproporcionadamente afectadas por el fenómeno.
La tasa de suicidio entre agricultores y ganaderos estadounidenses fue de 84,5 casos por cada 100.000 habitantes en los 17 estados examinados en el 2012, cinco veces más que la tasa de la población general mayor de 16 años ese año (16,1). El aislamiento social, la incertidumbre financiera y los problemas para buscar ayuda figuran entre las posibles causas de esta estadística. No es una tendencia nueva pero se ha agravado en los últimos años, coincidiendo con el declive en los ingresos. El borrador de la Ley Agrícola incluye una partida para prevención del suicidio en este colectivo.
La segunda categoría más tocada son los veteranos de guerra. En el 2014, su tasa de suicidio fue de 35,3 casos por casa 100.000 habitantes. Aunque representan el 8,5% de la población adulta en Estados Unidos, un 18% de los suicidios son cometidos por militares retirados, según un informe del Departamento de Asuntos de Veteranos del 2016. De nuevo, el fenómeno parece estar relacionado con la epidemia de opiáceos que padece el país, una adicción que a menudo comienza en la consulta del médico de manera legal, receta en mano, y que ha sido declarada emergencia nacional.
El aumento de los suicidios en Estados Unidos confluye con otro delicado debate nacional, el fácil acceso a las armas de fuego en el país. Aunque concentradas en menos manos, nunca ha habido tantas en circulación como ahora. Son el método de suicidio más utilizado (y el más letal) entre quienes no tenían diagnosticada alguna enfermedad mental previa. El segundo es el ahogamiento y el tercero, el envenenamiento (si se usó opioides, sólo se contabilizan como suicidios las muertes en las que había pruebas o señales de la intencionalidad).
“El suicidio es más que un problema de salud mental”, advierten desde el CDC. Las estrategias de prevención que recomiendan son tan variadas como las motivaciones de quienes se suicidan e incluyen mejorar las ayudas sociales, el acceso a la vivienda, la atención las personas con tendencias suicidas y el apoyo a todos los niveles de la comunidad. “Es importante tener un enfoque global que responda a todos los factores que vemos relacionados con el aumento del suicidio porque es un problema que se puede prevenir”, asegura Stone.
https://es.rt.com/wGS

Más suicidios que nunca entre las fuerzas especiales de EE.UU.
Publicado: 18 abr 2014 21:42 GMT | Última actualización: 18 abr 2014 21:42 GMT
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Los suicidios en las fuerzas de operaciones especiales de Estados Unidos, incluidos los Navy SEAL de élite de la Marina y los Rangers del Ejército, están en niveles sin precedentes.
Kevin Lamarque / REUTERS

El número de efectivos de las fuerzas de operaciones especiales que se suicidan ha alcanzado máximos históricos en los últimos dos años, dijo el almirante William McRaven, que dirige el Comando de Operaciones Especiales, según Reuters. McRaven aseguró este jueves que este hecho está relacionado con los efectos de más de una década de «duros combates».

«Estos soldados han estado luchando durante 12, 13 años en duros combates», . «Y cualquiera que haya pasado algún tiempo en la guerra ha sido transformado por ella. Es simple», explica un almirante estadounidense.

Probablemente sea necesario un año o más para evaluar los efectos del combate sostenido en las unidades de operaciones especiales, cuyas misiones van desde ataques a terroristas como la redada de SEAL en 2011 que mató al líder de Al Qaeda, Osama bin Laden.

Aunque McRaven no proporcionó datos actuales, otro funcionario de Defensa informó de que en 2012 350 militares de las Fuerzas Armadas estadounidenses cometieron suicidio.

«Esa tendencia parece haber mejorado en 2013, aunque los datos preliminares están mostrando una ligera mejora, con 284 suicidios entre las fuerzas en servicio activo en el año pasado, a 15 de diciembre», agregó el funcionario.

«Además, la disminución de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos provoca una presión adicional sobre los soldados, cuyo sentido de comunidad y propia identidad está a menudo estrechamente ligada a su servicio militar», dijo Kim Ruocco, directora de los programas de prevención del suicidio de un grupo de defensa para las familias militares.

• Estudio: Una cuarta parte de los soldados de EE.UU. padece enfermedades mentales
• Video: El conductor que evitó el suicidio de una mujer fue premiado con 10.000 dólares
• El Ejército de EE.UU. invierte decenas de millones en prevenir suicidios
• Soldados drogadictos de EE.UU., conejillos de indias para la industria farmacéutica
• Una batalla perdida: los veteranos de EE.UU. no pueden con los trastornos tras la guerra
• Una nueva ola de suicidios inunda las filas del Ejército de EE.UU.

Mirando algo hacia atrás, un articulo también de la Vanguardia, muestra desordenes mentales en forma epidémica.
Los efectos secundarios de las migraciones . Las preside Una imagen del World Press Photo que muestra la extraña apatía que sufren refugiados en Suecia y lo escribe ANA MACPHERSON, Barcelona 25/04/2018 00:27 | Actualizado a 25/04/2018 10:25
El World Press Photo de este año ¬seleccionó entre las mejores imágenes publicadas la de dos adolesc¬entes alimentadas por sonda y dormidas en un centro de refugiados de Suecia. Djeneta y su hermana Ibadeta muestran en la foto de Magnus Wennman un estado catatónico que a veces dura años, a veces meses, y que como ellas ¬sufren unos cientos de adolescentes y niños de familias refugiadas en Suecia.
Le llaman SINDROME DE RESIGNACION y sólo se ha definido y contabilizado en Suecia. No en Alemania, donde las cifras de refugiados son más parecidas. Ni en ningún otro país europeo. Y no entienden todavía por qué. “¿Síndrome de qué?”, es la respuesta más frecuente cuando se pregunta por esta dolencia a los responsables de psiquiatría de grandes hospitales catalanes.
A nadie le suena.
El mayor punto en común entre los varios cientos de casos que se han registrado en Suecia desde el 2004 es ser refugiado procedente de países de la antigua URSS y de los Balcanes, sobre todo. También haber vivido una situación muy dura y tener en el aire el permiso de residencia después de haber llegado hasta allí.
Según describe el neurólogo infantil Karl Sallin en un trabajo publicado hace un par de años, al principio hay ansiedad, estado depresivo, sueño alterado, aislamiento social. Luego, el deterioro: dejan de hablar, de participar en las actividades habituales y se aprecian fallos de comunicación no verbal. La tercera fase es una larga lista de síntomas mucho más graves que van de la falta de respuesta a la incontinencia, temperatura elevada. No comen y necesitan una sonda, no reaccionan al dolor, hipotonía …
La desconexión aparece sobre todo cuando la familia puede ser expulsada
Se les ha llamado de forma muy diversas. Al principio se lo conoció como una apatía extrema. Luego, catatonia. Días, semanas, meses. Algunas veces años. “Recuerda a síndromes descritos durante las guerras, el del soldado por ejemplo, una repentina ceguera o incluso una paralización de parte del cuerpo justo antes de que pudiera ser enviado a la trinchera; pero los síntomas duraban horas, no meses”, explica Víctor Pérez, responsable de psiquiatría en el hospital del Mar. “También hace pensar en una indefensión aprendida”, apunta Ingeborg Porcar, directora técnica del Centre de Crisis de Barcelona (CCdB) de la Universitat Autònoma.
Y como siempre se atribuye a reacciones individuales y voluntarias .
Es una no reacción, una pasividad absoluta por un daño ante el convencimiento de que no hay nada que hacer para evitarlo.
Y siempre encontramos algún experimento , tanto animal como humano, donde el sufridor, siempre tenia una voluntad. Habían aprendido que no había nada que hacer. “Hemos atendido y estudiado más de 2.000 casos a lo largo de más de treinta años trabajando con inmigrantes y refugiados y tampoco lo hemos visto”, añade Joseba Achotegui, experto en psiquiatría transcultural y quien describió el síndrome de Ulises. “Lo que sí que he visto son cuadros de tipo agorafóbico (no querer salir de casa) en menores que han vivido situaciones extremas. Expresa un temor a separarse de los padres, miedo a que si salen de casa pueden no volver a verlos. Esto se ve sobre todo si han estado tiempo separados de ellos. Pero son cuadros que van remitiendo y son en general de buen pronóstico”, añade el experto.
En los casos de Suecia, que en su soledad clínica llegó a redactar una guía médica sobre el síndrome, a veces ese dejar de hablar y dejar de comer es absoluto y repentino y suele ir asociado a la constancia de que no habrá papeles y, por lo tanto, la familia huida y refugiada será expulsada.
Algunos equipos asistenciales ofrecen a estos jóvenes catatónicos un tratamiento basado en devolverles la seguridad por todos los medios posibles, al margen del permiso de residencia de la familia. Les separan de ellos, no se habla del tema en su presencia y se les hace vivir como si no estuvieran en esa máxima apatía: hay que vestirse de día y ponerse pijama de noche, salir y entrar aunque sea en silla de rueda, hablarles, escuchar música, incluso dibujar acompañando la mano por parte de quienes les atienden, un poco de Coca-cola en los labios, les llevan a la cocina para que huelan comida… Todo lo que pueda mantener viva la normalidad a la espera de que vuelvan por sí solos a ella.
Para recuperarles simulan todo lo normal de la vida a la espera de que ‘vuelvan’
Las experiencias de recuperación son muy diversas. En el trabajo que resume el síndrome publicado por Karl Sallin y otros en el 2016 se establecía en ocho años la recuperación y decían que no era posible decir con seguridad que esta fuera absoluta.
El misterio de la resignación de estos niños y niñas y adolescentes de entre 8 y 15 años con este síndrome, que no se extiende a los mayores, creen sus médicos que tiene su punto de inicio en el trauma sufrido y en la propia cultura. Hábitos sociales que no facilitan la expresión de las emociones y ante eso no cabe más que el bloqueo total. Enfermar es, en cambio, algo aceptable en el entorno sueco (las familias con un niño enfermo podían quedarse hasta hace poco).
Esa aceptabilidad podría ser en parte responsable de que se vean casos en Suecia y no en otros ¬países con otras reglas para los ¬niños enfermos, en opinión, -expresada en la BBC, del principal investigador del síndrome, el neurólogo Sallin.
El año pasado se anotaron otros 60 casos graves. La cifra va disminuyendo. Prácticamente no hay casos entre los niños que han llegado sin sus mayores. Como si no pudieran permitirse enfermar porque nadie se iba a ocupar de su desconexión. Tampoco había casos registrados entre asiáticos ni africanos.
Un platano cada dia por lo menos, era una propaganda que hacían las Islas Canarias sobre su producto príncipe. Los platanos.
Yo digo lo mimo, cada dia un disgusto sin conocer el porque ni siquiera su porvenir.
O como dicen de esto en mi pueblo “Estaria de Dios”