EL MOVIMIENTO Y LA MEZCLA EN LA EVOLUCIÓN DEL HOMO

El ‘Homo sapiens’ surgió de cuatro linajes ancestrales

La secuenciación de genomas de cuatro niños que vivieron en África hace 8.000 y 3.000 años ha demostrado la procedencia del ser humano moderno en África. La procedencia del ser humano es muy discutida desde hace muchos siglos.

Cuando el hombre se enfrenta con lo desconocido puede hacerlo de tres formas, y lo hace en virtud de su preparación y su capacidad
1.- Los muy capaces y muy preparados no tienen problemas, todo lo saben y tienen solución para todo
2.- Los incapaces e ignorantes no tienen solución para nada y por tanto tampoco tienen problemas
3.-Los intermedios, que tiene una discreta preparación y una discreta inquietud, estos no solucionan nada y están siempre inquietos.
De forma que un tema tan complejo como es la evolución de los homínidos, tiene todos los números para que tenga múltiples opiniones y posiblemente ninguna de ellas es verdadera. Pero no se puede prescindir del su búsqueda, hay que continuar porque nuestro futuro depende de un hallazgo acertado es de que todo aquello que nos hace dudar.

Desde que el hombre aprendió a escribir, son múltiples los mensajes y opiniones que tenemos sobre la evolución del homínido. Somos capaces de acertar los comienzos,, pero cuando nos adentramos en la búsqueda, añadimos un porcentaje de ficción.
De forma que nadie se llame a engaño, pero queda lleva impresa siempre un marcado contenido de mentiras, pero también tiene un contenido de verdades, que no era remedio hay que seguir buscando las lentejas comestibles y por tanto hay que escuchar todas las opiniones pero no creerlas todas,

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Sarah Romero
23/01/2020
4 minutos de lectura
Nuestras raíces africanas tienen muchas ramas e interacciones.
La morfología los restos humanos con frecuencia es insuficiente para llegar a conclusiones, sin embargo el estudio del ADN a veces muy difícil por sus condiciones y escasez de marcadamente más útil para este estudió y y haremos un intento de descifrar algunos de ellos

Un equipo internacional dirigido por científicos de la Facultad de Medicina de Harvard (EE. UU.) y con participación española (Instituto de Biología Evolutiva y la Universidad Pompeu Fabra), ha producido las primeras secuencias de ADN humano antiguo de todo el genoma de África occidental y central y confirma que el origen del ser humano moderno se produjo a partir de cuatro poblaciones africanas diferentes que vivieron separadas hace entre 300.000 y 200.000 años.

Este hallazgo refuerza el nuevo argumento formulado por arqueólogos y genetistas acerca de que los orígenes humanos en África podían haber involucrado a poblaciones muy divergentes y geográficamente separadas. El argumento de la mezcla, sobre todo cuando el homo fue evolucionando, es de lo más lógico y creíble.
Los análisis del ADN de los niños del centro-oeste de África, cuyos restos proceden de un lugar rocoso llamado Shum Laka, en una zona de pastizales de Camerún, indican que al menos tres linajes humanos principales, ancestros de los cazadores-recolectores de África central de hoy en día, los cazadores-recolectores del sur de África o los humanos actuales, empezaron a diferenciarse genéticamente entre sí hace unos 200.000 años.

“David Reich de la Facultad de Medicina de Harvard comenta que el análisis que ellos hacen.muestra la existencia de al menos cuatro grandes linajes humanos profundos que contribuyeron a las poblaciones actuales, y que divergieron entre sí hace unos 250.000 y 200.000 años”, comenta

Una cuarta población humana, que se le ha llamado linaje fantasma previamente desconocida, también emergió en ese lapso de tiempo y dejó una pequeña marca genética en los africanos occidentales y orientales modernos, según reza en el estudio que recoge la revista Nature. Dicho linaje ancestral poseía una pequeña cantidad de ADN de poblaciones de homínidos que se habían originado antes del surgimiento de la especie humana, lo que indica que eran posiblemente neandertales. Por el momento, indica la existencia de un linaje de humanos arcaicos que aún no se han identificado.

Se trata de un «linaje fantasma», -un grupo para el que no tenemos evidencia física-, que no parece haber persistido hasta el presente como una población distinta.
Los investigadores intentaron obtener ADN de 18 esqueletos diferentes pero solo tuvieron éxito con cuatro: un niño pequeño y un adolescente de una sola tumba de 8.000 años de edad, y las tumbas vecinas de dos niños de hace aproximadamente 3.000 años. La última fecha es más o menos similar a la del inicio de la expansión bantú, lo que sugiere que estos esqueletos podrían revelarnos muchos detalles sobre su origen.
El genoma mitocondrial, que se hereda de la madre de un individuo, no fue especialmente esclarecedor, ya que coincide con las variantes que se encuentran ampliamente en África. Sí lo fue para uno de los cromosomas Y, una versión poco común que solo se encuentra en unas pocas poblaciones modernas en África y parece haber sido introducida en humanos modernos al cruzarse con un humano arcaico.

Este raro haplogrupo (A00) fue descubierto hace siete años cuando un estadounidense afroamericano que descendía de esclavos, acudió a una empresa de análisis genéticos y obteniendo unos resultados que sorprendieron a todos.

Vista general de la excavación de Shum Laka. Crédito Pierre de Maret
Una especie en movimiento
Un estudio genético previo, dirigido por el genetista evolutivo Pontus Skoglund del Instituto Francis Crick en Londres, identificó una población humana que tuvo su origen hace más de 200.000 años y que era ancestral de los grupos de cazadores-recolectores de la selva tropical del África subsahariana occidental y central. El nuevo estudio proporciona más evidencia de esa línea ancestral, demostrando que la historia de la humanidad no quedaría marcada por la inacción y el aislamiento, sino por el movimiento y la mezcla.
¿Quedarán más sorpresas? Posiblemente. Claro que sí es necesario estar en aviso constante y sólo imaginar lo necesario
Referencia: Ancient West African foragers in the context of African population history, Nature (2020). DOI: 10.1038/s41586-020-1929-1 , https://www.nature.com/articles/s41586-020-1929-1