Cómo será el cerebro humano del futuro?

Creo que nuestra generación no es absolutamente consciente de que estamos evolucionando intelectualmente. Nuestras capacidades no son comparables con la de otros grupos de homínidos que nos han precedido.
La lentitud de la evolución, nos pierde, la evolución no depende solo de la forma, de la anatomía. Otras proyecciones , que entran dentro del capitulo de lo mental, funciona desde lo organizado.
Ninguna generación de homínidos, ha vivido inmersa en tanto desarrollo, desde la tracción animal a los altos rendimientos de la computación 3D

Preguntarse cómo será nuestro cerebro en el futuro, es lo mismo que pensar qué pasará con nosotros mismos, los seres humanos. ¿Será competitivo con nosotros mismo y competirá con nuestras capacidades humanas? ¿Se fabricará una mente similar o superior a la nuestra? ¿Es comparable la Inteligencia Artificial con la humana? ¿O la Inteligencia Artificial es (y seguirá siendo) una herramienta que permita potenciar nuestras naturales (y aprendidas) capacidades?
Las máquinas son más eficaces que la mente humana en algunas áreas específicas: por ejemplo, Internet lo recuerda todo y una simple calculadora científica nos aventaja en la velocidad de procesamiento matemático. La computadora más poderosa no es ni remotamente comparable a un ser humano en cualidades como la intuición, la perspicacia, el ingenio, y mucho menos en su empatía, creatividad, capacidad de sentir y de tener expresiones morales, cualidades que han sido desarrolladas durante millones de años de evolución. Las computadoras, además, carecen de conciencia y autodeterminación; no tienen creencias, deseos ni motivaciones.
Hoy sabemos que los circuitos neuronales que subyacen a la cognición y la emoción son interdependientes e interactúan en el funcionamiento de los procesos más básicos, como la percepción temprana, y los más complejos, como la toma de decisiones, el razonamiento y la conducta moral y social. Esto quiere decir, por ejemplo, que no procesamos la información nueva de manera enteramente racional, sino que la integramos con información sobre nuestras experiencias pasadas y con sensaciones corporales para interpretar lo que sucede a nuestro alrededor a través de inferencias y tomar decisiones con el fin de actuar. Ser capaz de traducir instantáneamente un lenguaje no es equivalente a comprender el lenguaje. De manera similar, que un dispositivo sea capaz de detectar rostros no es equivalente a reconocer las expresiones faciales, inferir lo que significan en un contexto determinado y adaptar el comportamiento en función de dicha información.
El hardware de nuestro cerebro, necesita del aprendizaje y de nuestras vivencias emocionales y precisamos la experiencia con un entorno físico a través de nuestro propio cuerpo.
La Inteligencia Artificial y la humana están lejos de ser comparables, y de que aparecera una especie de ente artificial consciente y autónomo en las próximas y reconocer que estamos entrando en una nueva era respecto de la interacción entre la tecnología y nuestras capacidades humanas.
Pero la inteligencia humana es mucho más que velocidad de procesamiento y análisis de datos. Son capaces capaces de realizar tareas automatizadas, analizar enormes cantidades de datos, encontrar y solucionar problemas específicos con asombrosa rapidez y precisión, pero son incapaces de sentir, adaptarse flexiblemente a nuevas situaciones y tener la maravillosa capacidad creativa de un ser humano. Tampoco tienen emociones, sensibilidad, ni conciencia. Las computadoras son formidables instrumentos que ayudan y potencian a quienes las crearon: nosotros, los seres humanos.
Es de esperar una nueva dualidad.
Aunque la computadora puede realizar con gran rapidez y precisión operaciones matemáticas y otras tareas lógicas; el cerebro humano, por su parte, tiene gran capacidad de interpretar la complejidad del mundo exterior y de imaginar otros mundos posibles. También, digámoslo, el cerebro humano logra inventar computadoras y tecnología para interactuar con el propio cerebro. La investigación en neurociencia cognitiva ha revelado muchas diferencias importantes entre los cerebros y las computadoras. En principio, los cerebros son analógicos (procesan señales continuas), mientras que las computadoras son digitales (procesan señales en unidades discretas como 0s y 1s); el cerebro procesa información masiva involucrando muchas áreas que realizan procesamientos diferentes al mismo tiempo; por el contrario, las computadoras pueden ejecutar varias operaciones al mismo tiempo, pero tienen que dividir esas operaciones en pequeñas tareas que son distribuidas en distintos módulos de preprocesamiento. Así, debe terminar de hacer una parte de la tarea para que otra parte pueda empezar. Nuestro cerebro, en cambio, procesa e integra información múltiple proveniente de nuestros sentidos, de nuestra memoria y de nuestras sensaciones viscerales internas, y todo esto lo puede hacer en fracción de segundos.
El cerebro tiene lo que los filósofos llaman “Qualia”, que refiere a la experiencia subjetiva y personal de la percepción y el flujo de conciencia ya que cuando dos personas piensan en el concepto del amor, no piensan exactamente en lo mismo. Entonces, ¿cómo se podrá simular conceptos humanos en una computadora si estos no son iguales para todos?. Sabemos que nuestra experiencia modula las conexiones neurales y nuestra genética.
Somos también nuestras emociones o pasiones, nuestras frustraciones, nuestros sueños y nuestra esperanza e imaginación. ¿Cómo desarrollarán las computadoras la actividad que genera nuestro lóbulo frontal? Solo así tendrá la capacidad para desarrollar un plan y ejecutarlo, para tener un pensamiento abstracto, para tomar decisiones, para inferir los sentimientos y pensamientos de los otros, para inhibir impulsos y para tantas otras funciones que nos vuelven hábiles para vivir en sociedad. También para la metacognición, es decir, la habilidad que poseemos para monitorear y controlar nuestra propia mente y nuestra conducta.
Las neurociencias, gracias a la interfaz cerebro-máquina logran que pacientes parapléjicos o con otras lesiones severas puedan usar la actividad eléctrica de su cerebro para controlar el movimiento de dispositivos y realizar así tareas sencillas. Ahora bien, ¿será posible conseguir nuevas formas de pensamiento a través de la interconexión entre cerebros? ¿Se logrará una especie de “supermente”? A medida que la investigación sobre la conexión con las máquinas fue creciendo, la posibilidad de conectar un cerebro con otro pareció ser más factible.
Predecir lo que no se conoce, necesita de circunstancias que no existen, pero que cuando estas cambien podrá nuestro cerebro hacer cosas, que ahora no imagina, o que solo imaginan algunos

*Extractos de “El cerebro del futuro”, de Facundo Manes y Mateo Niro, Ed. Grupo Editorial Planeta